Su vida había vuelto a la asquerosa normalidad de la que había salido.

—¡Potter! ¿Bonita insignia, no? ¿Quieres una?

Maldita sea.

Draco Malfoy terminó en la enfermería y Harry se ganó casi un mes de detención con Snape después de lanzarlo a volar por los aires, incluso cuando no había sido él si no Ryn, pero el maestro era feliz con tal de torturarlos de todas las formas.

Solo habían pasado dos semanas y Harry estaba seguro de que una solución sencilla a sus problemas sería lanzarse por una torre, porque él solo quería gritar. Él solo tenía catorce años, maldita sea. ¿Podría ser un adolescente normal un año? ¿Un año en el que no busquen cada oportunidad para matarlo?

—Espero que estés feliz, Potter, pero Hogwarts sabe quién es el verdadero campeón —replicó la voz en su mente, que no hace mucho una chica un poco mayor que él había dicho, del equipo de Quidditch.

Silencio, no hables. 

—¿Acaso hay un día en el que no busques ser el centro de atención?

Cuando escupes tu veneno, mantenlo cerrado.

—Es un tramposo, pero está viviendo con Sirius Black ¿Qué más se podría esperar de un traidor? —había dicho un Ravenclaw, que ni siquiera parecía haber revisado el periódico desde el anterior año o el grupo de personas que no admitían la inocencia de Sirius.

Lo odio.

—Hola, Big Ben.

Harry parpadeó ante el aura de tranquilidad que rebotó en su pecho, frunciendo el ceño de inmediato y dándose la vuelta resentido. Si lo pensaba así, tal vez estaba siendo bastante estúpido, porque Louis no tenía la mínima culpa e incluso había intentando buscarlo, pero Harry no quería a nadie cerca, sobretodo a él.

—¿Qué quieres? —dijo en voz baja, ariscamente. Últimamente hubiera querido tener algún objeto para jugar con él entre sus manos, por la necesidad de arañar que sentía y la picazón que apareció en estas, pero lo deshizo cuando Louis tomó su mandíbula con su mano para alzar su rostro.

Los ojos esmeralda lo miraron fijamente, tal vez aliviados de que al menos no estuviese llorando y el simple hecho de mirarlos le provocaron ganas de llorar que no había sentido tan intensamente desde que vio su reflejo en el espejo de oesed o tal vez la única comparación era la misma furia que sintió la primera vez que vio a Sirius antes de saber que era inocente.

¿Por qué esos ojos podían hacerlo sentir tan sensibles y enfurecidos con tanta intensidad? Eso era raro y Harry ya era raro de por sí. Harry se apartó bruscamente, dándose la vuelta de nuevo.

Aunque no lo miraba, sabía que Louis se había erguido y tenía una ceja alzada con ligero enfado. No sabía porqué, pero la imagen del rubio fácilmente haciendo eso apareció en su mente y le hubiera parecido gracioso si no estuviera tan enfadado con el mundo como en ese momento.

—¿No vas a hablarme? —preguntó Louis y la tranquilidad exasperante con la que le habló hizo que resoplara. Él sabía lo que hacía, esa actitud pasiva intencional que pedía tranquilidad para recibir lo mismo, pero el problema era que eso era lo último que Harry tenía. Tranquilidad—. Me parece que ese es un no.

—Te parece —replicó con sarcasmo.

—Sí, pero también me equivoqué, ya que estás hablando.

—Felicidades, eres muy inteligente —se burló con sarcasmo y una parte de sí le dijo que estaba siendo cruel, sobretodo porque era Louis de quién se trataba, pero ignoró su voz interna para mirarlo mal—. ¿Qué? ¿Sorprendido de no recibir otro halago? Sorpresa, no todas las personas estamos aquí para estar a tus rodillas, Delacour.

WONDERWALL, harry potterWhere stories live. Discover now