Sabor a silencio
(Traducción del maltés al español por Antoine Cassar.
Selección de poemas por Khedija Gadhoum)
19
(elipsis)
Aprendimos a callar palabras demasiado tiernas
no vayan a invitar mayor tristeza
en lugar de darnos más ánimo
aprendimos a viajar en una mirada
y a acurrucarnos en una sonrisa
aprendimos a caminar en la vastedad del cielo
y a trepar por el horizonte
aprendimos a descoser el gris
y a dar hondo cobijo a los colores
aprendimos a descifrar los humores de la luna
y a bailar con el centelleo de las estrellas en lo oscuro
aprendimos a desatar los nudos
cada cual en la voz del otro
y a hilvanar el tiempo
pesando cada respiro
Sabor a silencio
Dime, ¿a qué sabe el silencio?
sabor a
tierra roja y abeto
a campo baldío
repleto de amapolas
a níspero
en mis labios
con sed de tus labios
a arena
incrustada en mi cabello que
se desgreñó cuando
retozó con el viento
sabor a chaparrón que
lo empapó todo menos
el recuerdo de ti en mi piel
a espuma de mar
en tus párpados que saludan
a miles de otros ojos que
fueron tragados por la nada
sabor a oscuridad mecedora
a tus cejas agotadas
bajo el peso de un día de trabajo
sabor a la funda de almohada
que se quedó sin lavar
sabor a la travesura
de la barba que
despuntó durante la noche
para luego sembrar
el alba en mi rostro
— rasga, cosquillea, pica —
sabor a café que
casi se enfrió
en una ciudad que
nos desplegó el gris para que
nos escondiéramos en él
(a pesar de que aquí
no nos conoce nadie)
Otoño (I)
à nu
Esta noche se soltó los brazos
el árbol de enfrente
me sorprendió al correr
las cortinas esta mañana
fijándose en mí, desnuda
un crucifijo negro, tundido
plantado contra su voluntad
sobre un fondo grisáceo
de cielo y hormigón
Me dije
¿será posible…?
¿y yo dónde estaba…?
hasta que las hojas en remolino
un grito amarillo
en medio de esta calle de luto
me atrapó los pensamientos
y los arrastró a otro lado…
los niños durmieron y se levantaron
y crecieron un poco más
durmieron y soñaron y
se despertaron llenos de preguntas
que me fastidian y quisiera enterrarlas
Ni siquiera en sus ojos
queda algo de piedad
No sabe igual esta isla
No sabe igual esta isla sin ti
aunque haya brotado otra primavera
que coquetea en los bordes de la acera
husmea entre las grietas de los muros de piedra
trepa por los peñascos
baila con los crisantemos y el tomillo
las olas le van susurrando osados acertijos
al cardo del acantilado
las murallas se pavonen con su vestido color de miel
y tú, ¿dónde andas?
recuerdo como volvías del mercado
con garbanzos recién cosechados para nosotros
nos comprabas dulce de algarroba en semana santa
los higos y los chumbos tenían mejor sabor
cuando tú nos los pelabas
con cuatro duros sabías prepararnos un festín
y hasta cuando crecimos
nos seguías llenando el saquito de San Martín
envidio estas escaleras que te conocen
como niña descalza jugando cantando
bromeando con tus hermanos
despreocupada
estas escaleras te conocen
como muchacha hecha y derecha
prometida, casi mujer
meciendo la cuna, y viuda poco después
no queda más que algún pequeño retrato gris
en el que yo y mis primas nos perdemos
— te buscamos —
nos sorprende encontrar tus ojos pícaros
en el rostro de una señorita graciosa que posa
con una falda cinco centímetros más corta que la nuestra
Aire rancio
rancio el aire, chamuscado el cielo,
roja la tierra y los ojos rojos,
y tú, país mío,
que aún ni sabes de qué color vestirte,
atorado
desgarrado,
¿de verdad te esperas
que se enrojezca también
la cara de quien ha seguido hacinando,
toqueteando, revolcándose
hasta que se le carcoman
mente y médula?