Nadja Mifsud

Sabor a silencio

 

 

 

(Traducción del maltés al español por Antoine Cassar.
Selección de poemas por Khedija Gadhoum)

 

 

 

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(elipsis)

 

Aprendimos a callar palabras demasiado tiernas

no vayan a invitar mayor tristeza

en lugar de darnos más ánimo

aprendimos a viajar en una mirada

y a acurrucarnos en una sonrisa

aprendimos a caminar en la vastedad del cielo

y a trepar por el horizonte

aprendimos a descoser el gris

y a dar hondo cobijo a los colores

aprendimos a descifrar los humores de la luna

y a bailar con el centelleo de las estrellas en lo oscuro

aprendimos a desatar los nudos

cada cual en la voz del otro

y a hilvanar el tiempo

pesando cada respiro

 

 

 

 

Sabor a silencio

 

Dime, ¿a qué sabe el silencio?

sabor a

tierra roja y abeto

a campo baldío

repleto de amapolas

a níspero

en mis labios

con sed de tus labios

a arena

incrustada en mi cabello que

se desgreñó cuando

retozó con el viento

sabor a chaparrón que

lo empapó todo menos

el recuerdo de ti en mi piel

a espuma de mar

en tus párpados que saludan

a miles de otros ojos que

fueron tragados por la nada

sabor a oscuridad mecedora

a tus cejas agotadas

bajo el peso de un día de trabajo

sabor a la funda de almohada

que se quedó sin lavar

sabor a la travesura

de la barba que

despuntó durante la noche

para luego sembrar

el alba en mi rostro

— rasga, cosquillea, pica —

sabor a café que

casi se enfrió

en una ciudad que

nos desplegó el gris para que

nos escondiéramos en él

(a pesar de que aquí

no nos conoce nadie)

 

 

 

 

Otoño (I)

à nu

 

Esta noche se soltó los brazos

el árbol de enfrente

me sorprendió al correr

las cortinas esta mañana

fijándose en mí, desnuda

un crucifijo negro, tundido

plantado contra su voluntad

sobre un fondo grisáceo

de cielo y hormigón

Me dije

¿será posible…?

¿y yo dónde estaba…?

hasta que las hojas en remolino

un grito amarillo

en medio de esta calle de luto

me atrapó los pensamientos

y los arrastró a otro lado…

los niños durmieron y se levantaron

y crecieron un poco más

durmieron y soñaron y

se despertaron llenos de preguntas

que me fastidian y quisiera enterrarlas

 

Ni siquiera en sus ojos

queda algo de piedad

 

 

 

 

No sabe igual esta isla

 

No sabe igual esta isla sin ti

aunque haya brotado otra primavera

que coquetea en los bordes de la acera

husmea entre las grietas de los muros de piedra

trepa por los peñascos

baila con los crisantemos y el tomillo

las olas le van susurrando osados acertijos

al cardo del acantilado

las murallas se pavonen con su vestido color de miel

y tú, ¿dónde andas?

recuerdo como volvías del mercado

con garbanzos recién cosechados para nosotros

nos comprabas dulce de algarroba en semana santa

los higos y los chumbos tenían mejor sabor

cuando tú nos los pelabas

con cuatro duros sabías prepararnos un festín

y hasta cuando crecimos

nos seguías llenando el saquito de San Martín

envidio estas escaleras que te conocen

como niña descalza jugando cantando

bromeando con tus hermanos

despreocupada

estas escaleras te conocen

como muchacha hecha y derecha

prometida, casi mujer

meciendo la cuna, y viuda poco después

no queda más que algún pequeño retrato gris

en el que yo y mis primas nos perdemos

— te buscamos —

nos sorprende encontrar tus ojos pícaros

en el rostro de una señorita graciosa que posa

con una falda cinco centímetros más corta que la nuestra

 

 

 

 

Aire rancio

 

rancio el aire, chamuscado el cielo,

roja la tierra y los ojos rojos,

y tú, país mío,

que aún ni sabes de qué color vestirte,

atorado

desgarrado,

¿de verdad te esperas

que se enrojezca también

la cara de quien ha seguido hacinando,

toqueteando, revolcándose

hasta que se le carcoman

mente y médula?

 

Nadja Mifsud (Malta, 1976), se mudó a Francia a los 22 años, y hoy vive en Lyon. Es escritora, profesora y a veces traductora. Ha publicado tres libros ... LEER MÁS DEL AUTOR