“Ahora, al escuchar mi primer disco, me doy cuenta de que muchas veces me iba por lo seguro”, le cuenta Harry Styles a Zane Lowe, de Apple Music. “Para el segundo, tuve claro que quería buscar la forma de hacerlo todo mucho más divertido”. Su álbum debut homónimo, una explosiva mezcla de rock setentero, pantanoso alt-country e introspectivas baladas, significó para el británico el paso de ídolo juvenil a auténtica estrella del rock. Las emotivas canciones de aquel disco giraban en torno a las peculiares circunstancias vitales del propio Styles, un joven vulnerable e increíblemente famoso expuesto a la soledad y en plena búsqueda de sí mismo. Dos años más tarde, es innegable que Styles ha hecho grandes progresos en ese sentido, tras superar una dolorosa ruptura, refugiarse durante una temporada en Malibú y Japón y unirse a las voces de su generación que cuestionan constructos como el género o la sexualidad para intentar entender mejor quiénes somos. La identidad o, más concretamente, el auto-descubrimiento, es sin duda el núcleo central de su segundo álbum, Fine Line, tal y como evidencian la letra del sencillo “Lights Up” (“Know who you are / Do you know who you are?”) (“Conoce quién eres / ¿Sabes quién eres?”) o la de “Falling” (“What am I now? / What if I’m someone I don’t want around?”) (“¿Qué soy ahora? / ¿Y si soy alguien a quien no querría tener cerca?”). Al igual que ocurre en la vida, dicha exploración se presenta a lo largo del disco de muy diversas formas, desde el ensoñador silbido de “Canyon Moon” hasta el indie folk de “Sunflower, Vol. 6”, pasando por la torturada súplica de “To Be So Lonely”, en la que canta “Do you think it’s easy being of the jealous kind?” (“¿Crees que es fácil ser celoso?”). A diferencia de su predecesor, Fine Line es un disco explosivamente multicolor. Las armonías, los animados arreglos de cuerda y las suaves y psicodélicas melodías evocan un onírico abandono que, de vez en cuando, se ve roto por osadas apuestas como las de la entusiasta “Treat People With Kindness”, un auténtico aluvión de guitarras retro y destellos góspel que alcanza su punto álgido cuando Styles lanza un aullido, arrastra su mano por las teclas del piano y da paso a una inesperada conga. Como narrador, Styles aparece lleno de esperanza y totalmente falto de pretensiones: solamente es un tipo que te desea, se siente cómodo en su propia piel, tiene ganas de bailar y cree que todo va a salir bien. “A la hora de abordar este disco, quise ser menos precavido y mostrarme mucho más alegre, libre y sincero”, asegura. Buscando estimular esa creatividad y ese valor a la hora de componer, Styles quiso esperar a que las canciones estuvieran totalmente acabadas antes de decidir si había revelado demasiado en ellas, sólo para añadir a continuación un poco más en temas como “Cherry”, en el que incluye parte de una conversación con una de sus exparejas. “En realidad”, confiesa, “nunca quise recortar en absoluto ese tipo de cosas”. A continuación, Styles comparte con nosotros las historias que hay detrás de tres de sus temas favoritos. Golden “El mejor recuerdo que tengo de la grabación de este disco es del día en el que compusimos ‘Golden’. Estábamos cenando en la cocina de Shangri-La, el estudio de Rick Rubin, cuando empezamos a tocarla con una única guitarra y todo el mundo se puso a cantar alrededor de la mesa. Fue genial. Parte de mi relación con los hongos consiste en no tomar nada mientras estoy trabajando. Ni si quiera bebo mientras estoy componiendo o grabando. De hecho, en realidad no bebo nada. Cuando estaba todavía en el grupo, sentía que aquello era algo mucho más grande que cualquiera de nosotros, así que no quería ser el que lo arruinara. Ahora estoy en un punto de mi vida en el que puedo salir y experimentar un poco. Tomas esto y haces aquello. Grabar este disco fue… maravilloso. Estaba en Malibú, tenía a mis amigos junto a mí y me sentía realmente seguro, así que había llegado la hora de divertirse. Tengo 24 años, vivo de la música y no soy ningún político ni nada por el estilo. Compusimos este tema cuando apenas llevábamos un par de días en Shangri-La e inmediatamente supimos que era el primer tema del disco. Es una canción perfecta para escucharla mientras recorres la Ruta Estatal de California 1, que es la autopista que yo solía tomar para ir al estudio”. Cherry “Con esta canción quise ser sincero respecto a mi ruptura y a cómo me sentí entonces. Buscaba mostrarme un poco más abierto, en vez de decir simplemente ‘No me importa’. A veces te sientes pequeño e insignificante cuando las cosas no salen como tú quieres, y ‘Cherry’ resulta bastante patética en ese sentido. La compuse en un momento en el que me sentía bajo muchísima presión porque mi disco anterior no había tenido éxito en la radio. Me veía obligado a componer grandes canciones, hasta que un amigo se me acercó y me dijo: ‘Lo que tienes que hacer es sacar el disco que quieras ahora mismo. Y punto’. Esa misma noche nos desvelamos y compusimos ‘Cherry’”. Falling “Nunca me había sentido como lo hice durante la grabación de este disco. Los momentos en los que me sentí bien fueron los más felices de toda mi vida, mientras que los días tristes me hicieron sentir peor de lo que había experimentado jamás. ‘Falling’ habla de uno de esos momentos terribles y deprimentes. El coro dice ‘What am I now? Am I someone I don't want around?’ (‘¿Quién soy ahora? ¿Soy alguien a quien no querría tener cerca?’). Me di cuenta de que estaba empezando a convertirme en alguien que no quería ser, y eso es muy duro. Lo bueno es que puedes llegar a componer una canción sobre ello y decir, ‘De acuerdo, vamos por lo siguiente’. Recuerdo que la noche en la que la escribí iba a salir a cenar con un amigo que tenía que pasar a recogerme. Cuando salí de la ducha, me lo encontré sentando al piano, así que me senté junto a él (con la toalla todavía puesta) y entre los dos sacamos el tema en unos 20 minutos. Justo después me dijo: ‘Listo, ya terminamos. Hazme el favor de ir a ponerte unos pantalones’”.
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