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Pintura de España

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Las meninas, de Diego Velázquez.

Pintura de España es la producción pictórica a lo largo de la historia de España. Al igual que todo el arte español, es una parte destacada del arte universal en todas sus épocas, desde las pinturas rupestres del Paleolítico cuya máxima expresión son las de Altamira (hacia el 14 000 a. C.) hasta la pintura contemporánea, que tiene uno de sus grandes referentes en Pablo Picasso (cuya extensa obra cubre buena parte del siglo XX).[1]

La pintura es, de todas las artes figurativas, aquella por la que el genio de España ha sentido mayor vocación; en las obras de nuestros grandes pintores, España ha hecho a la posteridad algunas de sus más sinceras confidencias. Si en toda manifestación artística hay el deseo, más o menos profundo, de expresar la visión del mundo que late en el artista y, por su mediación, en su país y en su época, los pintores españoles han logrado alumbrar en algunos felices momentos intuiciones sorprendentes del mundo y del hombre con los puros medios de su paleta y sus colores. Por esta razón, los grandes pintores e nuestro país constituyen valores universales y figuran entre lo más valioso con que España ha contribuído a la cultura.
Enrique Lafuente Ferrari, Breve historia de la pintura española.[2]

Bajo el nombre de escuela española de pintura se engloba un vasto conjunto de figuras y tradiciones que, a pesar de sus muy distintos estilos y planteamientos, se caracteriza por la tendencia al realismo (a menudo adjetivado como "trágico") a lo largo de los sucesivos periodos artísticos e identificable en rasgos de artistas muy diferentes. Muchos de ellos, especialmente los de los siglos XV al XVII (el llamado "de Oro" que marca la madurez de la escuela), testimonian en su biografía (incluso algunos en el propio nombre con el que son conocidos) la influencia de las escuelas flamenca e italiana en la conformación de la española: Rodrigo de Osona, Jaume Huguet, Martín Bernat, Fernando Gallego, Bartolomé Bermejo,[3]Pedro Berruguete, Juan de Flandes, Luis de Morales, Juan Correa de Vivar, Juan de Juanes, El Greco (de origen griego y con experiencia italiana, pero que se "hispaniza" profundamente), Juan Bautista Maíno, José de Ribera (cuya biografía es inversa, de España a Italia), Francisco de Zurbarán, Diego Velázquez, Alonso Cano, Antonio de Pereda, Bartolomé Esteban Murillo, etc. Tras ese periodo áureo, la pintura española del siglo XVIII produjo maestros de altísimo nivel (Luis Egidio Meléndez, Luis Paret, Francisco Bayeu) que fueron eclipsados por la dimensión universal de Francisco de Goya.[4][5]​ Lo mismo ocurrió con los de la mayor parte del siglo XIX (Vicente López, Federico de Madrazo, Mariano Fortuny). Los de finales del siglo XIX y comienzos del XX sufren un destino equivalente frente a Picasso (Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Darío de Regoyos, Ramón Casas, Hermenegildo Anglada Camarasa, Julio Romero de Torres, Daniel Vázquez Díaz, José María Sert, José Gutiérrez-Solana);[6]​ únicamente pueden ser comparados en cuanto a impacto en las vanguardias Juan Gris (co-fundador del cubismo), Salvador Dalí (el de mayor éxito social de los surrealistas) y Joan Miró.[7]​ En la segunda mitad del siglo XX alcanzan una gran proyección internacional los pintores españoles que se alejan de la figuración, aunque explícitamente mantienen una profunda conexión con la tradición española (Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Josep Guinovart, Joan-Josep Tharrats, Albert Ràfols-Casamada, Pablo Palazuelo, César Manrique, Manolo Millares, Fernando Zóbel, Gerardo Rueda, Gustavo Torner, Antonio Saura, Rafael Canogar, Miquel Barceló, etc.),[8]​ además de los que siguen cultivándola (Benjamín Palencia, Eduardo Arroyo, Antonio López, Guillermo Pérez Villalta, etc.) Significativamente, se ha intentado la superación de la autoría individual en colectivos de pintores (Equipo Crónica), aunque más habitual ha sido la agrupación de pintores que producen por separado (Grupo El Paso, Dau al Set, Grupo Pórtico, Equipo 57, Escuela de Vallecas, Esquizos, etc.)[9]

Se ha denunciado la invisibilización de las pintoras españolas, muy importantes al menos desde la primera mitad del siglo XX, entre las que destacan María Blanchard, Maruja Mallo o Rosario de Velasco.[10][11]

Escuelas regionales de pintura española

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La historiografía del arte español ha considerado la existencia escuelas locales en los principales focos artísticos, definiéndose (con diversas características y distinta evolución en el tiempo) las escuelas castellana (desde el siglo XVII centralizada en la corte como madrileña), sevillana, cordobesa, granadina, murciana, valenciana, catalana o barcelonesa (de gran importancia en la Edad Media, vuelve a alcanzarla desde el siglo XIX -con una dimensión muy concreta, se definió la escuela paisajística de Olot-), "del norte" (vizcaína, guipuzcoana, alavesa, asturiana), etc.[12]

Prehistoria y protohistoria

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Réplica de las pinturas rupestres de Altamira.

El realismo de las pinturas de Altamira provocó, al principio, un debate en torno a su autenticidad. Su reconocimiento como una obra artística realizada por hombres del Paleolítico supone un largo proceso en el que, también, se van a ir definiendo los estudios sobre la Prehistoria. Actualmente forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Vaso de la danza guerrera procedente del Tossal de Sant Miguel (Liria, actual provincia de Valencia), siglo III-II a. C.

Edad Antigua

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La presencia de cerámica griega y sus representaciones pictóricas es muy importante en la cultura ibera.[13]

La profunda romanización de Hispania hace que en sus provincias se hayan conservado algunos de los mejores ejemplos de mosaicos romanos.[14]​ La conservación de otros soportes, también existentes, es mucho más problemática.[15][16][17]

Edad Media

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Pintura andalusí

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El aniconismo de imposición religiosa hace que la pintura islámica se limite habitualmente a decoraciones geométricas, que en Al-Ándalus llegan a ser muy sofisticadas, como los alicatados de la Alhambra de Granada.[18]​ Aunque hay algunos casos de representaciones figurativas, en la España musulmana fueron, en todo caso, muy poco frecuentes y limitadas a espacios privados, como las existentes en la Sala de los Reyes de la Alhambra.

El arte mudéjar (producido por artistas y artesanos musulmanes en los reinos cristianos peninsulares) presenta decoraciones pictóricas, frecuentes en cerámicas y artesonados.

Visigodo, prerrománico, mozárabe

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La existencia de una pintura visigoda es problemática. Se ha propuesto un posible origen visigótico para el Pentateuco de Tours o de Ashburnham. El libro más difundido, que fue Etimologías (redactado por San Isidoro en el siglo VII, su manuscrito más antiguo conservado es del siglo IX) contiene algunas ilustraciones muy esquemáticas (como el famoso mapamundi "T en O" o una personificación de los cuatro elementos). Lo que sí es indudable es la fuerte personalidad de las ricas ilustraciones de los Beatos (producidos en talleres peninsulares a partir del texto de Beato de Liébana, redactado en el siglo VIII -y que contiene su propio mapamundi, evolución del de San Isidoro-) en el contexto de la pintura prerrománica del occidente europeo. La continuidad entre los talleres monásticos visigodos y los mozárabes es una posibilidad que no puede probar pervivencias estilísticas. Son muy escasos los restos de pintura del prerrománico asturiano; aunque se sabe que el interior de San Julián de los Prados (siglo IX) estaba cubierto de decoración pictórica (arquitecturas vistas en perspectiva, pórticos, frontones y cortinajes).[19]​ Los frescos de San Baudelio de Berlanga, a pesar de corresponder a una cronología correspondiente al primer Románico (hacia 1112), se han identificado como mozárabes.[20]

Románico

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En España no se conocen vidrieras pintadas con anterioridad al siglo XIII, pero sí notables pinturas murales de estilo románico y otras sobre tabla desde el siglo XI aparte de las miniaturas de códices de anteriores fechas. Siguió el estilo de tales miniaturas con poca diferenciación aunque mejorando un tanto el dibujo desde el siglo XII y disminuyendo la ornamentación fantástica como se puede observar en el libro de los testamentos de la catedral de Oviedo y en algunos otros códices de dicha centuria.

Ejemplos de pintura mural románica, por zonas:

Pantocrátor del ábside de San Clemente de Tahull.

Las pinturas sobre tabla se admiran en varios antipendios o frontales de altar (antependium, el precedente de los retablos) pertenecientes a los siglos XI, XII y XIII que se guardan en los museos de Vich, Barcelona y Lérida. Suelen tener en el centro un medallón o compartimiento con la imagen de Jesucristo en majestad, o sea, sentado de frente y en actitud de bendecir (o de la Virgen con el Niño) y a sus lados, otros compartimentos con varias escenas de la vida del santo titular de la iglesia o figuras de apóstoles. Se conservan también algunas arquetas (o fragmentos de ellas) con pinturas, como el arca-sepulcro de San Isidro[28]​ (de madera y forrada de cuero pintado, cuyas pinturas alusivas al santo datan de finales del siglo XIII y pueden considerarse todavía como románico-góticas de transición).

Gótico

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Santo Domingo de Silos, de Bartolomé Bermejo.

La pintura gótica en España se divide en cuatro fases.

Del estilo gótico lineal o francogótico destacan algunas vidrieras, como las de la catedral de León. Perviven algunos frescos en muros de las iglesias, así como pintura sobre tabla. Destacada es la labor de los miniaturistas, cuya obra maestra son las que ilustran el códice de El Escorial de Las Cantigas.

Durante el estilo italogótico o trecentista (segunda mitad del siglo XIV) influye la escuela sienesa en la Corona de Aragón y la escuela florentina en el reino castellano y leonés. En esta fase es particularmente destacada la pintura catalana: Ferrer Basa, Ramón Destorrents y los hermanos Serra: Jaume, Joan y Pere.

Ya en el siglo XV España se adscribe al estilo internacional (Gótico internacional), con autores como los catalanes Lluís Borrassà y Bernat Martorell. En Castilla destacan Dello Delli y Nicolás Francés.

El estilo flamenco llega a España a mediados del siglo XV, con diversas escuelas regionales: Lluís Dalmau y Jaume Huguet en Cataluña; Jacomart y Joan Rexach en Valencia; Bartolomé Bermejo en Aragón; Jorge Inglés y Fernando Gallego en Castilla.

Renacimiento

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Bóveda del presbiterio de la catedral de Valencia, con frescos de Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano, 1474.
Reyes de Israel, detalle del retablo de la iglesia de Santa Eulalia (Paredes de Nava), de Pedro Berruguete.
Parte de las tablas que compusieron el llamado Retablo de Isabel la Católica, de Juan de Flandes y Melchor Alemán, ca. 1496-1504.


La influencia del Renacimiento italiano en España se puede considerar iniciada en Valencia, con la la llegada de Paolo de San Leocadio. Al foco valenciano pertenecen los "fernandos" del círculo leonardesco: Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos. De influencia rafaelesca es Juan de Juanes.

En Castilla, Juan de Flandes y Pedro Berruguete. Su hijo, Alonso Berruguete, es ya manierista. A esta corriente manierista se adscribe el pintor extremeño Luis de Morales «el Divino» (1509-1586).

En Toledo, Juan Correa de Vivar (h. 1510-1566).

En Andalucía las principales figuras son Alejo Fernández (m. 1545) y el toledano Pedro Machuca (m. 1550).

El entierro del conde de Orgaz, de El Greco, 1586-1588.

Felipe II mostró un particular gusto artístico por algunos maestros de la escuela flamenca (El Bosco) y veneciana (Tiziano), y ordenó traer a pintores italianos para trabajar en El Escorial (Luca Cambiaso, Federico Zuccaro, Pellegrino Tibaldi). En cambio, no apreció la pintura de El Greco (Domenico Theotocopuli) originario de Creta, que se afincó en Toledo, desarrollando una personalísima obra cuya reivindicación posterior le ha convertido en una de las figuras más apreciadas. La influencia de la pintura veneciana se observa en pintores como uno de los españoles preferidos del rey, Juan Fernández de Navarrete el Mudo (1526-1579); y algunos de sus rasgos (colorismo, pincelada "veneciana" -suelta o "de mancha"-) seguirán caracterizando a los más importantes pintores de la escuela española en los siglos sucesivos. En la corte de Felipe II destacaron los retratistas Alonso Sánchez Coello (1531-1588) y su discípulo Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608), además de la italiana Sofonisba Anguissola.[29]

La transición entre el Manierismo y el Barroco puede ejemplificarse con Juan de Roelas (quizá de origen flamenco, activo en Valladolid, Sevilla y Madrid), en el foco sevillano con Francisco Pacheco (maestro de Velázquez y amigo de El Greco), y en el valenciano con Francisco Ribalta (cuya influencia en Ribera no se ha llegado a determinar).[30]

Agnus Dei, de Francisco de Zurbarán, 1635 (versión del Museo del Prado).
Martirio de san Felipe, de José de Ribera, 1639.
Joven mendigo, de Bartolomé Esteban Murillo, ca. 1645-1650.
La fábula de Aracne o Las hilanderas, de Diego Velázquez, ca. 1655-1660.

Barroco

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El Barroco supuso un momento culminante tanto en la pintura española como en todas las otras artes (Siglo de Oro). Fue fundamental el papel de la pintura en el programa artístico de la corte de Felipe IV.[31]​ Géneros muy tratados en la pintura barroca de España son la pintura religiosa, los bodegones y los retratos. Se recibe la influencia del tenebrismo italiano (Caravaggio) y de la pintura flamenca (Rubens), y se evoluciona en estilos personales de cada uno de los principales maestros: José de Ribera "el Españoleto", Francisco de Zurbarán, Diego Velázquez o Bartolomé Esteban Murillo.

Entre la amplísima nómina de destacados pintores españoles del siglo XVII figuran Juan Bautista Maíno, Alonso Cano, Juan van der Hamen y León, Antonio de Pereda, Francisco Rizi, Juan Carreño de Miranda, Juan de Valdés Leal, Mateo Cerezo, Claudio Coello, etc.

Dos pintores con estilo propio fueron Francisco Herrera el Viejo y Francisco Herrera el Mozo. Herrera el Viejo marcó la transición entre el Manierismo y el Barroco; y, quizá brevemente, tuvo como discípulos a dos grandes de la escuela sevillana (Alonso Cano y Velázquez, quienes tuvieron mayor formación con Pacheco). Su hijo, Herrera el Mozo, enemistado con su padre, marchó muy joven a Italia; y al volver fundó en 1660 (junto con Murillo, Valdés Leal y otros) la Escuela que terminó convirtiéndose en Real Academia de Bellas Artes de Sevilla.[32]

En la última década del siglo trabajó en España el prolífico pintor napolitano Luca Giordano (cuyo nombre se castellanizó como Lucas Jordán).

Siglo XVIII

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Carlos III con el hábito de su Orden, de Mariano Salvador Maella, ca. 1783-1784.

Casi todo el siglo XVIII español está dominado por la presencia de artistas extranjeros, muchos de ellos cultivando aún un estilo barroco: Corrado Giaquinto, Louis Michel Van Loo, Jacopo Amiconi, Giambattista Tiepolo y Rafael Mengs, con quien llega el pleno Neoclasicismo.

Bajo la influencia de Mengs trabajan pintores españoles: Mariano Salvador Maella (1739-1819), Francisco Bayeu y sus hermanos, Manuel y Ramón, así como José del Castillo.

Luis Egidio Meléndez, nacido en Nápoles, hizo casi toda su carrera en Madrid. A pesar de su reputación como uno de los mejores pintores de naturalezas muertas del siglo XVIII, conoció una gran miseria.

Luis Paret, de estilo muy personal, estuvo desterrado unos años en Puerto Rico, donde creó escuela. Trató tanto el paisajismo como las escenas de interior.

Entre finales del XIII y comienzos del XIX realizó su obra uno de los genios de la pintura española y universal: Francisco de Goya. Experimentó las corrientes artísticas de su tiempo (Rococó, Neoclasicismo) para finalmente desarrollar un estilo personal que se considera precursor del Romanticismo y antecedente lejano de movimientos muy posteriores (el Impresionismo y el Expresionismo).

El tres de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío, de Goya, 1814.

Siglo XIX

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Neoclasicismo y romanticismo

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El comienzo de siglo está dominado por Goya y sus obras influidas por la Guerra de la Independencia. De sus seguidores, destaca Eugenio Lucas Velázquez.

La pintura oficial de todo el siglo XIX y XX se identifica con el academicismo, por lo que las convenciones neoclásicas serán las predominantes durante todo el periodo. El rupturismo que caracterizó al romanticismo francés de Delacroix no es tan evidente en España, donde no se podía ser más rupturista que el propio Goya, plenamente aceptado. Aun así, pueden identificarse rasgos más propios del neoclasicismo, con criterios casi más cronológicos que estilísticos, en los pintores de la primera generación del siglo XIX, como José de Madrazo (1781-1859), que se suelen etiquetar como neoclásicos; mientras que la generación siguiente, a la que pertenece su hijo Federico Madrazo (1815-1894) suele ser etiquetada como romántica o incluso como realista. Se pueden identificar con el romanticismo pintores como Jenaro Pérez Villamil, Antonio María Esquivel y Valeriano Domínguez Bécquer, hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer.

Realismo, costumbrismo, preciosismo y pintura de historia

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La vicaría (1870), de Mariano Fortuny.

Además de Federico de Madrazo y las siguientes generaciones de esta familia, con la que se relacionó estrechamente Mariano Fortuny (1838-1874), pintor que representa la elegancia artística típica de academia y recupera el género de pintura de batallas que tuvo gran desarrollo en el Barroco), se identifican con la etiqueta realismo a los pintores de la segunda mitad del siglo XIX, como Eduardo Rosales (1836-1873) cultiva la pintura de historia. Este género, cultivado por muchos otros pintores, fue especialmente protegido por los encargos de instituciones y los concursos académicos, con lo que es sin duda el más destacado a lo largo de todo el siglo XIX. Con su difusión pública se quería construir una visión de historia nacional española (véase La construcción de la historia nacional)[33]​ Otros pintores identificados con el realismo son Ramón Martí Alsina o el paisajista Carlos de Haes (1826-1898).

Finales del siglo XIX

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Hórreo (Asturias), de Darío de Regoyos, 1891.
Abatimiento, de Isidro Nonell, 1895.
Mi tío y mis primas de Ignacio Zuloaga, 1898.
Chicos en la playa, de Joaquín Sorolla, 1910.

El último cuarto del siglo XIX (belle époque y fin de siècle en el foco central de la pintura, que es París) vio surgir movimientos artísticos de gran dimensión (Impresionismo, Neoimpresionismo, Postimpresionismo, Simbolismo, Decadentismo, bande noire, Art Nouveau, etc.) que no tuvieron una traslación automática en España.

El Impresionismo español es una etiqueta de definición problemática. Se identifican con ella pintores como Agustín Riancho (1841-1929), Aureliano de Beruete (1845-1912) y Darío de Regoyos (1857-1913).

Se ha identificado una proximidad al Simbolismo en algunos pintores españoles, como Rogelio de Egusquiza, Luis Ricardo Falero, Eduardo Chicharro y Agüera, Néstor Martín-Fernández de la Torre u otros de más difícil encasillamiento en esta etiqueta (Regoyos, Zuloaga, Romero de Torres, etc.)

A finales de siglo se produce la eclosión de la pintura social[34]​ y la irrupción de una polémica intelectual entre dos opciones estéticas: el modernismo y el regionalismo.[35][36]

La valoración historiográfica de la oposición entre ambas tendencias presenta un interesante debate: Para Guillermo Díaz-Plaja "La generación del 98 se distingue por su matiz ético, austero y de preocupación sociológica, mientras que el Modernismo por el contrario se caracteriza por su carácter sensualista. Son contrarios. Las actitudes de ambos grupos están perfectamente diferenciadas. [El primero se] caracteriza por su gusto por lo germánico, lo fáustico, el amor por Velázquez en pintura y por la austeridad del paisaje castellano. Por el contrario los modernistas son más mediterráneos, con un gusto por lo apolíneo, afines al Greco, y prefieren la alegría, la luz y el color de Andalucía". Para Alonso Zamora Vicente serían ambas una respuesta crítica de la burguesía regeneracionista a la crisis española, teniendo el Modernismo una base local catalana. Eduard Valenti también identifica ambas con la ruptura de base social burguesa, aunque de soluciones opuestas: el regionalismo supondría un cierre en la tradición y el modernismo una exhibición del poder del dinero nuevo a través del horror vacui.[37]

Modernismo

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4 gats, de Ramón Casas, 1900.

En el paso del XIX al XX destacan en España una serie de pintores muy ligados al mundo cultural barcelonés, destacando entre los otros pintores catalanes agrupados en distintos bares y ferias modernistas, destacando en concreto al grupo que se reunía en el local de Els Quatre Gats, situado en los bajos de la Casa Martí, obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch.

  • Santiago Rusiñol (1861-1931) aparte de pintor destaca en sus obras teatrales, novelas y sus papeles como actor.
  • Ramón Casas, es reconocido por sus carteles y retratos de personajes catalanes ilustres y por sus pinturas expuestas en la Exposición Mundial de París el año 1900.
  • Antoni Utrillo (1867-1944) muy ligado al mundo catalán, cuenta con un estilo modernista muy propio, son muy característicos de él sus retratos y carteles.

Hay que recordar también a figuras como Isidro Nonell (1873-1911), Joaquim Mir (1873-1940) o Néstor Martín Fernández de la Torre (1887-1938).

Primera parte del Siglo XX

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En esta época aparecen algunos de los pintores españoles de más proyección internacional de todos los tiempos (Picasso, Dalí, Miró) y movimientos artísticos con gran repercusión en España (Cubismo, Surrealismo); alguno de ellos de dimensión exclusivamente local (Novecentismo).

Muchos destacados pintores tienen una problemática adscripción a cualquiera de esas tendencias o a las anteriores (Francisco Iturrino, Juan de Echevarría, Fernando de Amárica,[38]Julio Romero de Torres,[39]José María Sert,[40]Daniel Vázquez Díaz,[41]Rafael de Penagos,[42]Carlos Sáenz de Tejada, Josep Renau, etc.)

El periodo de entreguerras entre las dos guerras mundiales (1918-1939), y más brevemente el de la guerra civil española (1936-1939) tiene una especial importancia en la pintura española. Coincide, a grandes rasgos, con el que se ha denominado Edad de plata de las ciencias y las letras españolas.

Novecentismo

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Noia estirant-se ("Chica estirándose"), de Joan Llimona, 1916.

El Novecentismo surge a principios del siglo XX como una derivación del Modernismo; y como éste, tiene su centro en Cataluña (Noucentisme), e intenta poner la cultura catalana a un nivel más amplio. El término fue acuñado por el escritor Eugenio D'Ors. Contiene muchas características del Modernismo, como el que un artista debe cultivar más de una expresión artística. Es difícil distinguir los pintores del Novecentismo y del Modernismo, ya que muchas de las obras son muy parecidas. Destacan entre otros Hermenegildo Anglada Camarasa (1871-1959) o Joan Llimona.[cita requerida]

Manuel Hugué (1872-1945), Joaquín Sunyer (1875-1956), Joaquín Torres García (1874-1949) y Josep de Togores (1893-1970) fueron los más significativos representantes de la plástica noucentista; siendo varios de ellos, además de pintores, también destacados escultores (en escultura fue precedente Josep Clarà). Recibieron el apoyo del galerista Josep Dalmau desde 1912. Una significativa incorporación fue Rafael Barradas, de origen uruguayo (1890-1929). En este ámbito estético barcelonés de la segunda década del siglo XX, en el que convive el noucentisme con las vanguardias que llegan de París (particularmente el cubismo) se situó la obra inicial de Joan Miró y Salvador Dalí. Fuera del foco catalán, se han considerado próximos al novecentismo Daniel Vázquez Díaz, Benjamín Palencia (1894-1980), Francisco Bores (1898-1972) o Alberto Sánchez (1895-1962).[45]

Cubismo

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Retrato de Picasso por Juan Gris.

Este nuevo movimiento sale en Francia de la mano de tres artistas, dos de ellos españoles: Pablo Picasso (español), Braque (francés) y por último otro español Juan Gris.

El cubismo trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, representando todas las partes de un objeto en un mismo plano. Es considerada la primera vanguardia ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva.

Por sobre de todos los cubistas destacan dos muy importantes:

  • Pablo Ruiz Picasso, uno de los artistas que más han influenciado en la historia y uno de los grandes maestros del siglo XX. Quizás el artista que más fama alcanzó fuera del ámbito profesional, ya que existen más de 1500 obras suyas en museos que reciben el nombre de Museo Picasso. Su carrera artística se divide en etapas, desde el periodo de Barcelona hasta el periodo azul.
  • Juan Gris, gran difusor del cubismo y uno de los grandes maestros junto con Picasso. Hace su primera aparición colectiva en el Salón de Independientes de 1911. Del Cubismo derivan otros estilos como el «purismo» o el «orfismo». En torno a los años veinte, los artistas de la primera vanguardia usaron un estilo que se dio en llamar neocubismo.

Surrealismo

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Salvador Dalí.

En España el surrealismo aparece en torno a los años veinte no en su vertiente puramente vanguardista sino mezclado con acentos simbolistas y de la pintura popular. Durante las primeras décadas de este siglo se desarrolla la obra de dos de los tres pintores españoles más universales de la centuria, el tercero siendo Picasso con su máximo surrealismo neocubista.

  • Salvador Dalí pintor junto a Picasso de gran fama en el siglo XX. Nacido en Figueras hizo varios viajes a Madrid y París. Dalí fue expulsado de la Academia en 1926, poco antes de sus exámenes finales, tras afirmar que nadie en la Academia era lo bastante competente para examinarle. Dalí fue el máximo representante del surrealismo.
  • Joan Miró seguidor de Dalí y Picasso su estilo es más bien una abstracción del surrealismo, destacando sus collages y sus esculturas. Miró manifestó su deseo de abandonar los métodos convencionales de pintura, en sus propias palabras de «matarlos, asesinarlos o violarlos», para poder favorecer una forma de expresión que fuese contemporánea.
  • Remedios Varo fue sin duda uno de los máximos exponentes de la pintura española surrealista.
  • Antonio Saura junto a Remedios Varo está dentro del canon artístico español y es una pieza clave de la pintura del siglo XX.

Pertenecientes asimismo a este movimiento fueron los pintores canarios; Óscar Domínguez inventor de una técnica propia de la decalcomanía y Juan Ismael.

También cabe mencionar a Maruja Mallo, Moreno Villa y Aurelio Suárez. Otros pintores como José Caballero y Benjamín Palencia tuvieron una época surrealista.

Mediados y finales del Siglo XX

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A partir de la posguerra española se produce una escisión estética entre la pintura abstracta (que en España se identifica con la etiqueta del Informalismo) y la pintura figurativa.

Arte pop

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En España, el arte pop se estudia asociado a la nueva figuración surgida a raíz de la crisis del informalismo. Eduardo Arroyo podría encuadrarse en esta tendencia por su interés en el entorno y su crítica de nuestro medio cultural, utilizando iconos de los medios de comunicación de masas y de la historia de la pintura, y por su desprecio manifiesto por cualquier estilo establecido. El que se puede considerar como más auténticamente Pop es Alfredo Alcaín, por el uso que hace de las imágenes populares y por el vacío que confiere a sus composiciones.

También el Equipo Crónica formado en Valencia por Manolo Valdés, Juan Antonio Toledo , por su utilización de historietas y de imágenes publicitarias, por la simplificación de las imágenes y las composiciones fotográficas, pueden considerarse de tendencia pop.

"... durante los primeros años de la década de 1960, la actualización del discurso oficialista de la dictadura coincidió con la celebración de los 25 años de paz... posibilitó un ejercicio de modernidad a través de soportes como la publicidad y el diseño de carteles. Fotógrafos como Ortiz Echagüe y Kindel (Joaquín del Palacio), o equipos de diseño gráfico como el Grupo 13 se abrirán camino dentro de estos medios, institucionalizando una imagen que no se correspondía con el verdadero contexto político y social de la época. ... En este contexto de profundos cambios sociales y de sensibilidad que imponía una reformulación del arte político, se fueron forjando nuevas propuestas, interesadas en la crónica del presente, aunque no tan directamente relacionadas con la movilización antifranquista como el caso del grupo Estampa Popular. ... Grupos como Crónica de la Realidad, origen de Equipo Crónica y Equipo Realidad ... o Eduardo Arroyo tuvieron ya por entonces bastante visibilidad y eco internacional (... Biennale di Venezia de 1976). ... la representación de las mujeres..., como en el cómic de Elsa Plaza Una vida (1978)"[46]

Arte actual

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Conviviendo con el Pop y la abstracción se da en España el hiperrealismo, sobre todo en Madrid y Sevilla. En la capital destaca Antonio López, pero también hay que nombrar a pintores como José Hernández, Matías Quetglas, Isabel Quintanilla y Amalia Avia. En Sevilla sobresalen las figuras de Cristóbal Toral y Eduardo Naranjo. El realismo de Antonio López García crea escuela en Madrid denominada "realismo madrileño", y representada en los años 90 por un grupo de pintores entre los que figuran los nombres de Roberto González Fernández y Consuelo Hernández. Dentro del posmodernismo español son significativas las obras de Miquel Barceló. También son populares, en cierta medida, las del andaluz Guillermo Pérez Villalta.[cita requerida]

Durante los años 80 y 90 del siglo pasado se produce en la pintura española la aparición de varias corrientes estéticas, que en ocasiones resultan contradictorias, pero que conviven perfectamente en la trayectoria artística de algunos pintores dando lugar a una suerte de postmodernismo ajeno a la preocupación de unicidad estilística. En la línea de pintura abstracta de contenido lírico, abierta a una iconografía de signos suaves y orgánicos, estaría situada la obra de Juan Uslé y Antonio Murado. En un terreno pictórico neofigurativo emparentado con imágenes neo pop y espacios próximos al mundo onírico surrealista, tendríamos las obras de Ángel Mateo Charris, Juan Ugalde, Dis Berlín y Joel Mestre. Otra característica que define la pintura española de los años 90 es la puesta en duda de los materiales tradicionalmente pictóricos, introduciéndose una pintura que se extiende por todo el espacio expositivo y borra sus fronteras con la escultura. En esta última tendencia estarían situadas las obras del artista leonés Daniel Verbis. En el nuevo siglo se produce la aparición de nuevas abstracciones como las de Pablo Rey, la pintura llevada al extremo de su propio cuestionamiento en artistas como Perejaume.[cita requerida]

"Con la llegada de la democracia, el arte español se universaliza. ... pintores como Alfonso Albacete, Carlos Alcolea, Miquel Barceló, Guillermo Pérez Villalta, José María Sicilia, Juan Uslé o Miguel Ángel Campano..."[47]

Véase también

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Referencias

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  1. Tanco, Miguel. ««Desde Altamira todo es decadencia…»». Proyectos Ilustrados. Consultado el 3 de octubre de 2024. 
  2. «Introducción - Los problemas de la historia del arte y nuestra pintura nacional». Google Books. Akal. 1987. ISBN 9788476001813. Consultado el 3 de octubre de 2024. . La obra, que apareció en 1934 como Misiones de Arte - Breve historia de la pintura española, tuvo varias ediciones ampliadas.
  3. Bartolomé Bermejo y su época
  4. Definiciones y redefiniciones de la "escuela española" de pintura, en La Historia del Arte en España: devenir, discursos y propuestas (Alvaro Molina Martín, coord.), 2016, ISBN 978-84-16335-24-4. - Javier Portús, Periferia y periferias - Escuela española y escuelas locales en el Museo del Prado (XIX), Libros de la Corte, 2017, ISSN 1989-6425:
  5. Pintura española hasta 1800 en la web del Museo del Prado
  6. Sorolla en su centenario: el pintor que 'ignoró' a Picasso y consideraba "holgazanes" a los vanguardistas
  7. Para aclarar el "misterio Miró")
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