La erosión secular masiva ha creado en la meseta etíope uno de los paisajes más espectaculares del mundo con picos, valles hondos y precipicios escarpados que alcanzan los 1.500 metros de profundidad. El parque sirve de refugio a especies animales extremadamente raras como el babuino gelada, el zorro de Simien y el ibex walia, una cabra montesa que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. (UNESCO/BPI)[1]
Situadas en una región montañosa del corazón de Etiopía, en las proximidades de una aldea tradicional de casas redondas, las once iglesias medievales de esta “Nueva Jerusalén” del siglo XIII fueron excavadas y esculpidas en la roca. Lugar sagrado de la cristiandad etíope, Lalibela sigue siendo hoy en día un centro de devoción y peregrinación. (UNESCO/BPI)[2]
La ciudad fortificada de Fasil Ghebi fue la residencia del emperador etíope Fasilides y de sus sucesores en los siglos XVI y XVII. Un recinto amurallado de 900 metros de perímetro alberga palacios, iglesias, monasterios y edificios públicos y privados de estilo muy peculiar, marcado por influencias árabes e indias y metamorfoseado por la estética barroca introducida en la región de Gondar por los misioneros jesuitas. (UNESCO/BPI)[3]
El valle bajo del Awash posee uno de los más importantes conjuntos de yacimientos paleontológicos del continente africano. Los restos de homínidos encontrados en este lugar –algunos de los cuales datan de cuatro millones de años atrás– han proporcionado datos esenciales acerca de la evolución de la especie humana, que han modificado nuestra visión de la historia de la humanidad. El hallazgo más espectacular tuvo lugar en 1974, cuando se descubrieron 52 fragmentos óseos que permitieron la reconstitución del esqueleto de la célebre “Lucy”. (UNESCO/BPI)[4]
De los 160 sitios arqueológicos descubiertos hasta la fecha en la región de Sodo, al sur de Addis Abeba, el de Tiya es uno de los más importantes. Posee 36 monumentos, entre los que figuran 32 estelas esculpidas con representaciones de espadas y símbolos enigmáticos. Estas estelas son los vestigios de una cultura etíope protohistórica que no se ha podido datar con precisión. (UNESCO/BPI)[5]
Ubicadas cerca de la frontera septentrional de Etiopía, las ruinas de la ciudad de Axum señalan el emplazamiento del centro del poder etíope en la Antigüedad, cuando el reino del mismo nombre era el más poderoso de los estados situados entre el Imperio Romano de Oriente y Persia. Las ruinas colosales de Axum datan de los siglos I a XIII y comprenden obeliscos monolíticos, estelas gigantescas, sepulturas reales y vestigios de antiguos castillos. Mucho tiempo después de que se consumara la decadencia política de la ciudad (hacia el siglo X), las ceremonias de coronación de los emperadores etíopes se seguían celebrando en esta ciudad. (UNESCO/BPI)[6]
Situado cerca del lago Turcana, el valle bajo del Omo es un sitio prehistórico de fama mundial. En este sitio se han encontrado numerosos fósiles –en particular, los restos del homo gracilis– que revisten una importancia esencial para el estudio de la evolución del ser humano. (UNESCO/BPI)[7]
La ciudad histórica fortificada de Harrar se halla emplazada en un meseta cortada por desfiladeros profundos y circundada por un paisaje de sabana y zonas desérticas. Las murallas que rodean esta ciudad musulmana fueron construidas entre los siglos XIII y XVI. Se ha dicho que Harrar es la cuarta ciudad santa del Islam, ya que posee 82 mezquitas –tres de las cuales datan del siglo X– y 102 santuarios. El aspecto más notable del patrimonio cultural de esta ciudad es el diseño excepcional del interior de sus casas. La repercusión de las tradiciones africanas e islámicas en la concepción de los tipos de hábitat y del plan de ordenación urbana ha contribuido al carácter particular y único de esta ciudad. (UNESCO/BPI)[8]
Es un sitio árido de 55 km² que contiene terrazas y muros de piedra y asentamientos fortificados en el altiplano de Konso, en Etiopía. Constituye un ejemplo espectacular de una tradición cultural viva desde hace 21 generaciones (más de 400 años) adaptada a un ambiente seco y hostil. El paisaje demuestra los valores comunes, la cohesión social y los conocimientos en ingeniería de sus comunidades. También contiene estatuas antropomórficas de madera, agrupadas para representar a miembros respetables de las comunidades y simbolizar acontecimientos particularmente heroicos, que son testimonios vivos excepcionales de tradiciones funerarias que están desapareciendo. Algunas estelas en los pueblos expresan un complejo sistema para simbolizar las defunciones de generaciones de líderes. (UNESCO/BPI)[9]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Etiopía, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 27 de diciembre de 2012,[10] ha presentado los siguientes sitios:
Los sitios que siguen estuvieron anteriormente en la lista Indicativa, pero fueron retirados o rechazados por la UNESCO. Los sitios que aún se incluyen en otras entradas en la lista Indicativa o que fueron aceptados y son parte de sitios del Patrimonio Mundial no se incluyen aquí.
La festividad de Maskel se celebra en toda Etiopía el 26 de septiembre para conmemorar la exhumación de la Verdadera Santa Cruz de Cristo. Las celebraciones dan comienzo con la preparación de la Damera, una hoguera de forma cónica erigida en la plaza Maskel de Adís Abeba. La Damera está formada por un montón de troncos rodeado de haces de ramas y teas, que se adornan con yerba fresca y margaritas de Abisinia que simbolizan el Año Nuevo. Centenares de miles de personas procedentes de diferentes comunidades acuden a la plaza, mientras que los sacerdotes, revestidos con ornamentos de colores vistosos, entonan himnos, recitan plegarias y ejecutan ante la hoguera una danza rítmica única en su género. La ceremonia llega a su momento culminante cuando enciende la hoguera el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo. La fiesta de Maskel la celebran los habitantes de todo el país, sean cuales sean su edad, sexo, idioma o pertenencia étnica. Los participantes creen que obtendrán recompensas espirituales gracias a su presencia en esta celebración y a la bendición recibida con la Santa Cruz. Las parroquias locales desempeñan un papel esencial en la salvaguardia del elemento y la coordinación de las comunidades. La festividad es un evento que propicia el agrupamiento de las familias y el retorno al país de los trabajadores emigrados, lo cual da lugar a reuniones que generan toda una afluencia de dinero, información e ideas nuevas desde los centros urbanos hacia las zonas rurales. Antes de la celebración de la fiesta se deben resolver tanto las querellas personales como los litigios sociales. Así, con su espíritu de reconciliación, cohesión social y coexistencia pacífica, la festividad de Maskel ofrece a los etíopes una ocasión para fomentar su vida espiritual. (UNESCO/BPI)
Fichee-Chambalaalla, fiesta de celebración del Año Nuevo del pueblo sidama
Fichee-Chambalaalla es la fiesta de celebración del Año Nuevo de la etnia sidama. Según la tradición oral de este pueblo, con esta fiesta se conmemora el hecho de que una mujer sidama, después de haber contraído matrimonio, viniera todos los años a visitar a sus padres y parientes trayéndoles buurisame, una preparación culinaria hecha con falso plátano, manteca y leche, para que la compartieran con sus vecinos. Esta conmemoración se ha convertido en un símbolo de unidad del pueblo sidama y cada año sus astrólogos determinan la fecha exacta de su celebración, comunicándola ulteriormente a todos los clanes que componen esta etnia. Durante toda la fiesta tienen lugar eventos colectivos, como interpretaciones de cantos y bailes ancestrales, en los que participan todos los sidamas sin distinción de sexo, edad o condición social. El primer día de la fiesta los niños van de casa en casa para felicitar a sus vecinos, que les ofrecen platos de buurisame a cambio de sus buenos deseos. La celebración del Año Nuevo ofrece a los jefes de clan una ocasión para dispensar sus consejos a los sidamas: esforzarse en el trabajo, respetar a los mayores y ayudarlos, no talar las especies de árboles endémicos, no caer en la mendicidad ni en la indolencia, no levantar falsos testimonios y no robar. Así, la fiesta de Fichee-Chambalaalla propicia la equidad, el buen gobierno, la cohesión social, la coexistencia pacífica y la integración entre los clanes del pueblo sidama y las diversas etnias de Etiopía. Los padres transmiten a sus hijos esta práctica cultural tradicional no sólo oralmente, sino también mediante la participación efectiva en los eventos que tienen lugar durante la celebración de la fiesta. Las mujeres, en particular, transmiten a sus hijas y a las jóvenes de sus respectivas aldeas los conocimientos y competencias prácticas que poseen sobre la preparación del buurisame y la confección de peinados. (UNESCO/BPI)
El gada es un sistema tradicional de gobernanza del pueblo oromo de Etiopía que se ha ido estableciendo paulatinamente a partir de los conocimientos adquiridos a lo largo de generaciones. Regula las actividades políticas, económicas, sociales y religiosas comunitarias, así como la solución de conflictos, las indemnizaciones por daños y perjuicios y la protección de los derechos de la mujer. También actúa como mecanismo para hacer respetar los comportamientos éticos, la cohesión social y la expresión de las prácticas culturales de la comunidad. Este sistema –enseñado por los conocedores de la historia oral– se basa en la existencia de cinco clases, entre las que figura la clase dirigente constituida por un presidente, un conjunto de responsables y una asamblea. Dentro de cada clase hay una serie de grados por los que se va avanzando hasta llegar a la jefatura, que se va asumiendo por turno cada ocho años. La pertenencia a una clase está abierta a los hombres cuyos padres ya forman parte de ella, mientras que a las mujeres se les consulta sobre las decisiones que atañen a sus derechos. Los conocedores de la tradición oral imparten enseñanza sobre historia, leyes, rituales, cálculo del tiempo, cosmología, mitos, normas de comportamiento y funciones del sistema gada. Las reuniones y ceremonias de los oromos se celebran a la sombra de un sicomoro, que es el símbolo del gada, pero los clanes importantes han credo centros y espacios ceremoniales en función de sus respectivos territorios. Los conocimientos vinculados a esta práctica cultural se transmiten a los niños en el hogar y en la escuela. (UNESCO/BPI)[13]