Ennoblecimiento es el acto formal de promoción[2]​ de una persona por la voluntad de un soberano, provocando un cambio de estamento o estado social en él, confiriéndole la condición de nobleza. Es una de las formas de reconocimiento que un Estado puede utilizar para honrar a uno de sus ciudadanos.

Le Bourgeois gentilhomme ("el burgués geltilhombre" Molière, 1670) es una sátira contra las pretensiones de ennoblecimiento, similar a otras descripciones literarias de nuevos ricos que pueden remontarse al Trimalción de Petronio y continuarse con el Torquemada de Galdós.[1]

La práctica del ennoblecimiento es distinta en cada época y lugar, y no existe en todos los países.

Debe diferenciarse el ennoblecimiento de la agregación a la nobleza,[3]​ que es el modo de acceso a la nobleza propio del Antiguo Régimen y que desaparece en la Edad Contemporánea. De una manera general, se confiere la nobleza incorporando a un plebeyo al seno de la caballería. Con la pérdida de influencia de esta categoría social en el seno de la nobleza hereditaria desde finales de la Edad Media, las ceremonias de vasallaje (el homenaje, el espaldarazo) dejaron de ser el momento inicial de inserción en la nobleza; coincidiendo con el prolongado proceso de decadencia de la función militar de la institución nobiliaria.[4]

En De la démocratie en Amérique, Alexis de Tocqueville ilustraba la progresión histórica de la igualdad social subrayando que le premier anoblissement a lieu en 1270, et l’égalité s’introduit enfin dans le gouvernement par l’aristocratie elle-même ("el primer ennoblecimiento tuvo lugar en 1270, y la igualdad se introdujo finalmente en el gobierno por la misma aristocracia").[5]

En el Antiguo Régimen fue frecuente la posibilidad de que determinados miembros enriquecidos de la burguesía accedieran a la nobleza, bien a través de matrimonios "desiguales" (que teóricamente no implicaban la adquisición de la nobleza al contrayente plebeyo e incluso a sus hijos, pero que, en la práctica sí lo terminaban consiguiendo) bien a través de la venalidad de los cargos (venta de títulos en los que el "servicio" merecedor de honor es algo tan vital para la monarquía de esa época como lo podían haber sido las aportaciones militares de los nobles medievales).

Ya en la Edad Contemporánea, el protagonismo de la burguesía en la Revolución industrial condujo a un fuerte enriquecimiento económico de esta clase social. Para mantener su ascendiente político, los reyes ennoblecieron a ciertos industriales; como ocurrió por ejemplo en la España de la Restauración (finales del siglo XIX y comienzos del XX).[6]

Antigua Roma y Tardoantigüedad

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La nobilitas romana surgió de la secular pugna entre patricios y plebeyos. Junto con un riguroso cursus honorum que determinaba el sucesivo desempeño de las magistraturas, se establecieron dos[7]ordines (de ordo, cada una de las filas de la formación en el ejército):[8]​ el ordo senatorius u ordo amplissimus (las familias que tenían derecho a ocupar puestos en el Senado romano)[9]​ y el ordo equester u ordo splendidissimus (los equites -"caballeros"-, término de significado equivalente al término griego ἱππεῖς hippeis -en la timocracia soloniana, eran el segundo de los rangos, tras los pentacosiomedimnoi y por delante de los zeugitae y los thetes-). Especialmente durante los últimos siglos de la República, no sólo el "claro" origen de los optimates (término de significado equivalente al griego ἄριστοι aristoi)[10]​ permitía acceder a altos honores y dignidades, que se abrieron a homines novi ("hombres nuevos") de "oscuro" origen. Era función del censor la adscripción de unos u otros a los distintos rangos en los comicios e incluso la composición del Senado (lectio senatus).[11]​ Los emperadores asumieron las trascendentes funciones de esta magistratura.[12]

Adlectio era la concesión a un ciudadano romano del derecho a entrar en un collegium fuera de las reglas ordinarias; la adlectio al Senado fue instituida por el emperador Claudio en el año 48.[13]​ En el siglo anterior, tras su conquista de las Galias, Julio César había concedido la dignidad senatorial a ciertos nobles galos "semibárbaros", y a muchos más el acceso a la ciudadanía romana, todo ello en contravención y "desprecio de las leyes y costumbres patrias", lo que para sus enemigos era un abuso de poder que justificaba su asesinato como un tiranicidio.[14]​ Antes incluso, el primer personaje no nacido en la península itálica que accedió a los honores consulares y senatoriales fue el gaditano Lucio Cornelio Balbo el Mayor.

Septimio Severo se sentía más a gusto entre soldados y caballeros que en el ambiente senatorio, siempre apegado a la conservación de sus privilegios, ya por tendencia reaccionaria, ya por espíritu de cuerpo. Ni el ennoblecimiento por el emperador de jóvenes, a quienes concedía el laticlavio antes de su ingreso efectivo en el cursus, ni la apertura del Senado, mediante la adlectio de hombres maduros y experimentados, fueron de suerte que facilitasen las relaciones con los senadores preexistentes. Los laticlavii, senadores con carácter honorífico, procedían sobre todo de los ambientes de los notables municipales; los adlecti, nuevos clarissimi, procedían más bien del ambiente ecuestre procuratorio. Y estos nuevos senadores, en su mayor parte originarios de las provincias africanas y orientales, eran los que accedían a los cargos más importantes de la administración. Así se instaló una nueva clase dirigente que asumió rápidamente la dirección tanto de los asuntos militares cuanto de los civiles, con carreras que mostraron clara tendencia a la especialización.[15]
La existencia de una rica y poderosa nobleza en Roma no era nada nuevo, se remontaba a las tempranas épocas de la república y continuó durante la era imperial. Las generaciones se sucedían unas a otras, la riqueza y las magistraturas se acumulaban, construyendo simultáneamente el poder y el prestigio de estas grandes gentes (gens). Por supuesto, ciertas familias desaparecían, pero otras las reemplazaban. Estas familias, cuya expresión política era el Senado, encarnaban los valores de su medio: cultura, modo de vida opulento, el ejercicio de los altos cargos y los ritos religiosos. Como repositorio de las tradiciones ancestrales, el mos maiorum, eran conservadoras por naturaleza. Ninguna otra categoría social de Roma era tan consciente de su propia valía ni inspiraba tanta deferencia. Para Symmachus, el orden más sagrado, el de los amplissimi o más distinguidos, no era otra cosa que la élite de la humanidad. Para Prudencio, no era nada menos que la más pura luz del mundo.

A finales del siglo III se introdujeron algunas innovaciones. Los senadores fueron relevados de todo mando militar y los emperadores se distanciaron de la ciudad de Roma, en la que raramente residían. No obstante, la reforma de la administración llevada a cabo por Constantino en la primera mitad del siglo IV proporcionó un nuevo escenario para sus ambiciones en los más altos puestos del gobierno, tanto palatino como provincial. Más aún, los nobles romanos vieron cómo (...) la cristianización, que antes se veía como extraña al mos maiorum, no debilitó su cohesión como poderoso grupo social. Prueba de ello es que resistieran sin demasiados daños los sucesivos saqueos de su ciudad y, ya en el siglo VI, la dominación ostrogoda.[16]

Cuando se asume la toga virilis con su banda ancha, el hijo de un senador entra como es debido en el amplissimus ordo. A otros jóvenes César garantizó el latus clavus, bien inmediatamente (antes de las magistraturas menores y el tribunado militar) o justo antes del cuestorado. El primer senador de una familia tiende a disimular el cambio de estatus. En algunos casos se especifica, como el de Quinctilius Maximus por Nerva. Queda ilustrado por la opción negativa, ya que la dignitas senatoria podía ser descartada o se podía rehusar asumirla. Así Valerius Macedo declinó cuando Adriano le ofreció latum clavum cum qaestura. Algunos homines novi accedieron al cuestorado desde el servicio ecuestre. Su adquisición del latus clavus podía haberse expresado mediante la perífrasis adlectus in amplissimum ordinem. Así Ti. Claudius Quartinus tras un tribunado en la legión III Cirenaica. En la mayoría de los casos el cuestorado seguía inmediatamente a puestos militares, sin explicación. Así Aemilius Arcanus de Narbo, tras tres tribunados, y también tras todas las magistraturas locales. Algunos de aquellos equites promocionados llegaron a cuestores muy por encima de la edad normal. Un sorprendente y peculiar ejemplo es Statius Priscus: tras cinco cargos militares y una procuraduría. En agudo contraste están las adlectio al rango en el Senado. Las admisiones fueron llevadas a cabo por los Césares como censores (Claudio y Vespasiano), por poderes censoriales (Domiciano), o por prerrogativa imperial (los últimos gobernantes). Por este procedimiento, funcionarios, procuradores o dignidades locales, entraron en el Senado sin haber pertenecido previamente al amplissimus ordo.[17]

El título de clarissimi[18]​ que conllevaba la dignidad senatorial, se dividió en el Bajo Imperio en tres categorías: la de vir clarissimus[19]​ ("hombre famoso", "de claro origen") la de spectabiles o vir spectabilis ("hombre admirable", "espectacular") y la de illustres[20]​ o vir illustris[21]​ ("hombre ilustre", "brillante", "distinguido").

No debe confundirse la condición de los nobiles (generalizable a todos los miembros de la aristocracia romana) con la de nobilissimus o nobelissimus (νωβελίσσιμος limitada a ciertos personajes muy cercanos al emperador, en el Bajo imperio y la época bizantina).

Fons honorum

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[23]

Durante la Alta Edad Media surgen en Europa occidental los caballeros como una institución social a la que acceden los guerreros capaces de mantener el costoso equipamiento militar que exige la caballería pesada;[24]​ en virtud de su característica definitoria, la subinfeudación,[25]​ en el feudalismo era práctica común de los jefes militares conferir la condición de caballero a sus mejores hombres de armas, quienes a su vez podrían conferir la misma condición a otros, una vez que alcanzaran una similar posición de mando.[26]​ Durante la mayor parte de la Edad Media, fue posible para los particulares crear órdenes de caballería.[27]​ La más antigua de las todavía existentes, la Soberana Orden de Malta,[28]​ se formó así, como una institución privada[29]​ que más tarde recibió la sanción oficial de Iglesia y Estado.[30]

El siglo XIII fue el momento en que los monarcas, comenzando en 1231 por el rey de Sicilia Federico II Hohenstaufen (que al tiempo era Emperador),[31]​ reclamaron para sí el derecho de fons honorum como prerrogativa regia,[32]​ abrogándose gradualmente el derecho de los caballeros a elevar a sus escuderos a la caballería.[33]​ Con la decadencia del feudalismo y el surgimiento del Estado-nación o Estado moderno, las órdenes de caballería, junto con los títulos de nobleza, pasaron a ser dominio de los monarcas (o jefes de Estado) como medio de recompensar a sus más leales súbditos (o ciudadanos),[34]​ convirtiéndose así en las "fuentes de honor" de sus Estados.[35]

En la opinión de muchos caballeros este proceso era una intrusión en su independencia. El antropólogo social británico Julian Pitt-Rivers indicó que while the sovereign is the 'fount of honour' in one sense, he is also the enemy of honour in another, since he claims to arbitrate in regard to it ("mientras que, en un sentido, el soberano es 'fuente de honor', en otro es el enemigo del honor, desde el momento en que reclama arbitrarlo").[36]​ A comienzos del siglo XIII, el anónimo autor de L'Histoire de Guillaume le Marechal,[37]​ (una biografía en verso de Guillermo el Mariscal, que logró la fama de haber sido "el más grande caballero")[38]​ se queja de que en sus días "el espíritu de la caballería ha sido encarcelado" y de que "la vida del caballero andante ha sido reducida a la del litigante en corte".[38]

Traición de la burguesía

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Fernand Braudel, ante el espectáculo que ofrecía esta oligarquía nobiliar urbana, no pudo por menos que denominar su evolución temporal como "la traición de la burguesía". Se trataba de un proceso por el cual los beneficios mercantiles eran invertidos en propiedades rurales que otorgaban prestigio social y posibilitaban el ennoblecimiento.[39]

España

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En España, donde la expresión "venir de godos" representa la pretensión de nobleza inmemorial; a la nobleza antigua o vieja nobleza (la que se estableció en los reinos cristianos peninsulares desde el comienzo de la Reconquista hasta la crisis del siglo XIV)[40]​ se superpuso con la dinastía Trastamara la llamada nobleza nueva o nueva nobleza[40]​ (la de las mercedes enriqueñas, a la que se añadía la posición social cada vez más prestigiosa que alcanzaron el patriciado urbano y los letrados), con los Austrias la "nobleza novísima"[40]​ (siglos XVI y XVII), y con los Borbones la "nobleza de servicio" (desde el siglo XVIII).

... con el Estado borbónico se abrieron unas oportunidades en el ámbito de la administración, al menos para una elite hidalga, desconocidas o mucho más reducidas en el periodo anterior, cuando aquella era controlada por la alta nobleza. Felipe V se valió, por tanto, de una nueva nobleza titulada de servicio, creada ex novo en beneficio del poder real y deudora por completo de su soberano, que quedó estrechamente vinculada a él desde el mismo momento en que sus integrantes recibieron un título nobliliario. Esta nueva nobleza, progresivamente desplazaría a la vieja aristocracia que hasta el momento había detentado el poder y había ocupado los puestos más relevantes de la monarquía. Así, concediendo nuevos títulos nobliarios, el monarca lograba un doble fin:primero, remunerar los servicios prestados y, segundo, fidelizar a los grupos de poder que podían serle útiles para su gobierno, tales como los cuadros medios de la administración, la justicia y el ejército, los hombres de negocios, y las oligarquías locales, grupos todos ellos que, desde entonces, no dudaron en servir al monarca para recibir nuevas recompensas en forma de cargos y honores que mejoraran aún más su posición social.... La guerra de Sucesión y el acceso al trono de un nuevo monarca supusieron una oportunidad excepcional para distinguirse al servicio real, mostrar fidelidad al nuevo rey, y ser recompensado por ello con toda clase de mercedes, pues favoreció la creación de una nueva nobleza adiestrada según sus necesidades, que aseguró el funcionamiento de las instituciones administrativas reformadas o implantadas desde entonces. Tras el cambio dinástico se produjo una importante renovación de las élites gobernantes y la creación de una nueva nobleza titulada de servicio, que desplazó a la alta aristocracia castellana que hasta el momento había controlado los cargos de gobierno. De los 184 títulos nobiliarios concedidos por Felipe V en atención a méritos y servicios... algunos de ellos, exactamente 43, fueron otorgados por unos "méritos o servicios" que, o bien desconocemos, o bien, a nuestro juicio, resultan claramente insuficientes como para haber sido recompensados con tan altos honores.... a la luz del perfil de los titulados, de su trayectoria, y de algunos ejemplos concretos, podemos afirmar que el capital económico y relacional -más trascendente, si cabe, este último que aquel- fueron los principales motivos... Quienes obtuvieron un título nobiliario a cambio de un servicio pecuniario intentaron, en la medida de lo posible, "silenciar" y ocultar la presencia del dinero en la documentación relativa a la creación del título, es decir, tanto en los decretos de creación como en los despachos de nombramiento. Es por ello que hay una serie de títulos, 26 de los 43 mencionados, que aunque aparentemente no fueron venales, presentan múltiples indicios que revalan una más que probable compra.[41]

La condición esencial y más básica de nobleza, la hidalguía (ser "hidalgo" o "hijodalgo" -etimológicamente, "hijo de algo"-) se heredaba (hidalgos de sangre -"de cuatro costados" si lo eran los cuatro abuelos-)[46]​ o se podía alcanzar a través de muy distintos procedimientos, incluida una proeza viril: los hidalgos de bragueta eran los que adquirían tal derecho por haber tenido en legítimo matrimonio siete hijos varones consecutivos, sin ninguna hembra entre ellos. Se distinguía la condición de los hidalgos solariegos, los hidalgos notorios, los hidalgos de privilegio ("por compra o merced real")[46]​ y los hidalgos de ejecutoria,[47]​ que "a diferencia del hidalgo de privilegio" "ha[n] litigado su hidalguía y probado ser hidalgo[s] de sangre";[46]​ obteniendo así una carta ejecutoria de hidalguía (ejecutoria de hidalguía o carta ejecutoria), carta de nobleza o "documento que los diferentes tribunales de las Chancillerías expiden a petición de parte, como garantía de sus derechos y cuyo contenido esencial es la sentencia o sentencias que los correspondientes jueces han dado en el proceso" (pleito de hidalguía ante la Sala de los Hijosdalgo de las Chancillerías de Valladolid y Granada).[47]

América española

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Los españoles que migraban a América pretendían regirse por las normas, valores, etc., existentes en la península, mostrando especial interés por su acceso a la nobleza. En España se llegaba a la nobleza por herencia, por riqueza, por méritos guerreros o por concesión regia. Sin embargo, el orden jurídico e institucional era relativamente poco significativo para la constitución social de la nobleza americana, ya que... la restrictiva política nobiliaria de la Corona española, previno el surgimiento de un estamento amplio y poderoso de nobles americanos. Las fronteras entre el estamento nobiliario y el estado llano se situaban en la hidalguía, aspecto del que alardeaba todo aquel que aspirara al desempeño de determinados cargos públicos o al ingreso en ciertas corporaciones. Sin embargo, el concepto de hidalguía era demasiado ambiguo. El estamento nobiliario americano se configuró durante un largo proceso ya que, debido a las restricciones en el siglo XVI, el número de americanos que obtuvieron hábitos militares y títulos nobiliarios, fue pequeño. En el siglo XVII, la situación cambió, porque se vendieron hidalguías, oficios públicos, certificados de limpieza de sangre, legalización de títulos de propiedad de origen dudoso, títulos de nobleza y hábitos de caballería. Los hábitos resultaban particularmente codicados por cuanto su investidura entrañaba un reconocimiento impícito de nobleza; y en el caso de título su otorgamiento suponía la culminación suprema.[48]
En fecha tan tardía como 1792, Aranda promovió la fundación en Granada de un Real Colegio de nobles americanos que debía admitir hijos de españoles americanos, mestizos y "descendientes de caciques e indios de buenos ancestros". Allí se prepararían para servir al monarca. La nueva institución, cercana a la Corte en Madrid, les daría las oportunidades de lograr beneficios y empleos que en centurias anteriores la distancia a ella -que no su "despejado ingenio"- les habían hurtado.[49]

Francia

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La nobleza francesa[50]​ se desarrolla a partir del establecimiento sobre la Galia romana del reino de los francos en la época merovingia y de la Francia occidentalis tras la descomposición del Imperio carolingio; estableciéndose la nobleza de sangre junto con la heredabilidad de los feudos. En la sociedad feudal de estamentos que se constituye desde entonces, la familia era la unidad crucial, compuesta por las transmisiones hereditarias de propiedad y autoridad. Se describía con la expresión latina consanguinei mei ("los de mi sangre"), pero no por ello se limitaba a los parentescos consanguíneos, cambiando su estructura y concepto a lo largo de la Edad Media. Los parientes más cercanos eran tanto los mejores aliados como los peores enemigos.[51]

Con el Antiguo Régimen en Francia se establecieron diversas categorías nobiliarias relativas a la forma con la que se había accedido a tal condición.

En Normandía, entre 1470 y 1556, la posesión de uno de los llamados francs-fiefs[59]​ ("feudos francos" o "libres") por un "señor" "no noble", con derechos de justicia señorial, le garantizaba la agregación a la nobleza. Diversas ordenanzas mantenían bajo vigilancia a estas familias a fin de que su modo de vida nobiliario estuviera bien atestiguado, hasta la suppresión de tal ordenanza.

Se concedió la nobleza a los doce asociados de la Compañía de la Nueva Francia (1627-1663).

La preocupación de la monarquía absoluta por las consecuencias fiscales y sociales de la inflación de la condición condición nobiliaria llevó a Luis XIV a encargar a Colbert la Grande enquête sur la noblesse ("gran encuesta sobre la nobleza" 1666-1727).[60]

Tras la Revolución, Napoleón Bonaparte instituyó la nobleza imperial francesa (Noblesse d'Empire).[61]

América francesa

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Dos tipos de nobleza parecen haber coexistido en las colonias francesas en América: una vieja nobleza con propiedades territoriales en Francia que secundariamente se extendía a las colonias, y una nobleza propiamente colonial que más que en la propiedad territorial (que también poseía) se basaba en el servicio, a través de la redes patrón-cliente de la Marina. Pocos nobles había fuera de los empleados en el servicio real, mientras que plebeyos o nobles de bajo rango ocupaban los puestos más destacados. Las autoridades se aseguraron de que en ninguna parte del Imperio ultramarino se asentara un poderoso estamento noble: el estatus nobiliario se restringió en Nueva Francia a partir de 1689 y se prohibió en las Îles du Vent desde 1730, mientras que la situación no está tan clara para la Luisiana.[62]

Inglaterra

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La nobleza inglesa (posteriormente nobleza británica o del Reino Unido) se estableció a partir de la conquista normanda de Inglaterra (1066), que supuso el reparto de tierras y jurisdicciones a los nobles normandos sobre un territorio antes controlado por los nobles anglo-sajones. El peerage[63]​ (sistema de pares) es el vestigio de la costumbre de los reyes de Inglaterra, a partir de los siglos XII y XIII, de convocar al Parlamento inglés a los barones más ricos junto con los altos clérigos y los representantes del común de las ciudades. Tal privilegio dependía de la riqueza de las baronías[64]​ elegidas. A finales del siglo XIV esos titles ("títulos" o "derechos") comenzaron a garantizarse por decreto, y a heredarse bajo el sistema de la primogenitura masculina; generalizándose simultáneamente los usos del denominado "feudalismo bastardo". Los miembros de la Cámara de los Lores continuaron siendo los primogénitos de estas familias hasta 1867, en que se volvieron a crear puestos no hereditarios (los llamados Law Lords),[65]​ sistema generalizado desde 1958.

La condición social de la gentry (la nobleza media e inferior), es la del baronet, knight ("caballero"), esquire ("escudero") y gentleman ("gentilhombre"). La landed gentry ("nobleza territorial") disponía de family seat (concepto similar al castellano "solar del linaje").[66]

El elitismo de las instituciones británicas no impedía el acceso de los comunes, pero sí mantenía formas de discriminación como la que podría estar en el origen del término snob (se ha propuesto que se originó por acócope de la expresión Sine NOBilitate -"sin nobleza"-).

América inglesa

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Aunque en las Trece Colonias no existía como tal un estamento nobiliario, la llamada Chesapeake gentry (gentry de la bahía de Chesapeake) pretendió construir una suerte de nobleza británica en esa amplia zona, y tras la la independencia estuvo en el origen de la American gentry que, aun sin ser nominalmente una nobleza, dominó las plantaciones en el Sur de Estados Unidos con un "modo de vida" explícitamente aristocrático.[67]

La pretensión aristocrática siguió presente en la high society[68]​ estadounidense de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, produciéndose enlaces "desiguales" con la nobleza europea necesitada de dinero.[69]

Alemania

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En la nobleza alemana se diferencia la uradel[70]​ o "antigua nobleza", que presuntamente sería la nobleza inmemorial originada en la clase dirigente de los pueblos germánicos durante las invasiones o "migraciones" (Völkerwanderung); de la briefadel[71]​ o "nobleza por patente", cuyo ennoblecimiento se registra en época moderna, siendo el primer documento de este tipo la patente o carta de nobleza (adelsbrief)[72]​ concedida el 30 de septiembre de 1360 para Wycker Frosch[73]​ de Maguncia. Términos similares se utilizan en los países escandinavos.

Italia

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Superpuesta a la continuidad de la nobleza tardorromana y la papal,[74]​ se fue estableciendo la nobleza germánica, vinculada en cada caso a los ostrogodos, los longobardos, los carolingios, los otónidas y sucesivos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico (los gibelinos frente a los güelfos). En el Sur (Nápoles y Sicilia), la nobleza normanda y aragonesa. En el Centro y el Norte, el patriciado veneciano, genovés,[75]florentino,[76]milanés[77]​ y el de cada una de las numerosas signorias bajomedievales y renacentistas (los Gonzaga de Mantua, los Malatesta y Estensi de Ferrara, etc.), incluido el encumbramiento social de los condottieri. En la Edad Contemporánea la nobleza italiana[78]​ se fue conformando con la unificación del reino de Italia.

Polonia y Lituania

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La adopción heráldica (adopcja herbowa)[79]​ fue, desde el siglo XIV, un método de ennoblecimiento. Para evitar abusos, desde el siglo XVI debía ser aprobada por el Parlamento (Sejm). De este modo se produjo la integración de cuarenta y siete boyardos lituanos y rutenos en la nobleza polaca (szlachta).

El acceso a la nobleza rusa[80]​ hereditaria se estableció por cuatro vías: decisiones discrecionales del autócrata (el zar), alcanzar un cierto nivel, militar o civil, en servicio activo (establecidos en la tabla de rangos del Imperio ruso), ser recompensado con algún orden del Imperio ruso, o ser beneficiado por el reconocimiento de un antepasado prominente. Entre 1722 y 1845 la nobleza hereditaria se concedió a los oficiales militares que alcanzaban el rango decimocuarto, a los funcionarios civiles que alcanzaban el rango octavo y a cualquiera que obtuviera cualquier orden del Imperio ruso (excepto la Orden Virtuti Militari polaca).

Culturas no europeas

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A pesar del igualitarismo del Islam, se da una gran importancia en las sociedades musulmanas al prestigio que da ser de ascendencia árabe, y en particular a la tribu Quraysh y la familia banu Hashim, las del profeta Mahoma. La llamada sharaf al-'Arab, o nobleza árabe, y cualquier otra nobleza local de los territorios que se fueron incorporando al Imperio islámico, fue reemplazada por la pretensión de descender de la sangre del profeta.[81]

Tras el colapso final del Imperio moghul en 1857 y la proclamación del Imperio británico de la India, se mantuvieron y reconocieron muchos títulos de las antiguas tradiciones moghul e hindú, introduciéndose un sistema compuesto de honores que reconocía tanto esos como los propios de la tradición británica. La India fue la única colonia británica en que se confirieron títulos hereditarios británicos a súbditos sin antepasados europeos. En 1950, con la independencia de la India, todos los títulos y honores británicos se hicieron obsoletos en la nueva república, aunque continuaron siendo reconocidos en la metrópolis.

Mientras que los conceptos de nobleza y monarquía hereditaria se remontan a épocas legendarias, lo que puede consiserarse un sistema asentado de nobleza se establece a partir de la dinastía Zhou, que se mantiene en lo esencial, con cambios y adiciones, en los siguientes milenios, aunque el contexto histórico evolucionó constantemente. El último sistema de títulos nobiliarios se estableció bajo la dinastía Qing. La República de China establecida en 1911 por la revolución Xinhai disolvió el sistema imperial, aunque el gobierno mantuvo títulos nobiliarios (como el del "duque" Yansheng).[84]​ Aunque algunas familias nobles mantuvieron sus títulos y dignidades, las nuevas circunstancias políticas y económicas las llevaron a la decadencia. En la actualidad sólo unas pocas familias mantienen algún tipo de pretensión o reclamación de títulos nobiliarios, que casi universalmente están sin reconocer.

En el concepto chino de nobleza, la elevación y la degradación de rango puede ocurrir póstumamente. Así, por ejemplo, Guan Yu, que ostentaba en vida -durante la dinastía Han- el título de "marqués" de Han Shou (漢壽亭侯), durante la posterior dinastía Song fue elevado a "duque" Zhonghui (忠惠公), durante la dinastía Yuan fue elevado a "príncipe" de Xianling Yiyong Wu'an Yingji (顯靈義勇武安英濟王) y, por último, durante la dinastía Ming fue a la vez beatificado y elevado a la categoría imperial como "el santo emperador Guan, el gran dios que subyuga a los demonios de los tres mundos y cuyo pavor se extiende lejos y mueve el cielo" (三界伏魔大神威遠震天尊關聖帝君), mientras que en la cultura popular se le deificaba como dios de la prosperidad, el comercio, la guerra y la policía.[85]

Se ha considerado que la japonesa fue la civilización no europea que desarrolló formaciones sociales históricas más similares al feudalismo (el llamado "feudalismo japonés").[86]Kabane (姓) era el sistema de más de treinta títulos hereditarios diferentes que marcaban el rango social en el Japón medieval: ason (朝臣), omi (臣), muraji (連), miyatsuko (造), kimi (君), atai (値), fubi (史 -"escriba"-), agatanushi (県主), suguri (村主 -"jefe de la ciudad"-), etc;[87]​ se dividían entre los que pretendían descender del linaje imperial (皇別, kōbetsu) y los que pretendían descender de los dioses (神別, shinbetsu).[88]​ Otros términos vinculados al sistema nobiliario japonés son daimyo, kuge -de entre sus miembros, se distinguen los dojo, a los que se permitía sentarse en el suelo junto al emperador, de los jige,-[89]uji[90]​ (Anexo:Clanes de Japón), samurai, bushido, etc. Kazoku era el sistema de títulos hereditarios, equiparados a las nomenclaturas europeas, que se fijó tras la revolución Meiji (1869). Una ley de 1959 limita el número de "príncipes", "duques" y "marqueses" e impide crear nuevos títulos, excepto en caso de extinción de la línea sucesoria de alguno ya existente (ko, khosaku, haku, hakushaku, shi, shishaku, dan, danshaku). El título de "príncipe" (ko) fue concedido a la familia Tokugawa (el antiguo shogun) y a las cinco familias de regentes (go-seike): Konoe, Takatsukasa, Kujo, Ichijo y Nijo.[89]

  • La nobleza africana se diferencia de la europea en su ausencia de relación con la posesión de la tierra, que en la europea es determinante, dado su origen feudal, rasgo ajeno a la historia africana.[91]
  • El acceso a la nobleza de Tonga se confiere por prerrogativa de los reyes de Tonga, aunque tal práctica parece haber entrado en desuso; no se ha creado ningún título hereditario desde Carlota Tupou III (1918-1965).[92]​ No obstante, en julio de 2008, George Tupou V introdujo la práctica inédita de crear títulos de nobleza no hereditarios, conferidos a plebeyos nacionales o extranjeros por servicios prestados al país. Así se adjudicaron tres títulos, a los que se añadieron otros tres en diciembre de 2010, y otros dos en enero de 2011.[93]

Véase también

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  1. Carmen Servén Díez, Quevedo en la génesis del “opulento miserable” decimonónico:
    ... a partir de 1893 y hasta 1895, Galdós da a la prensa los tres restantes volúmenes de la serie Torquemada, en que el usurero, la “feroz hormiga” sufre su gran transfiguración social: emparenta con la noble casa del Águila y es socialmente homenajeado como padre de la iglesia crematística. Gracias a sus habilidades pecuniarias, llega a ser multimillonario y marqués
  2. Schreiber, fuente citada en Beförderung (Personalwesen), enlazado a Promotion (rank)
  3. * Antoine Maugard, Remarques sur la noblesse, 1787
    • Guy Chaussinand-Nogaret, La noblesse française au XVIIIe siècle
    • François Bluche, La vie quotidienne de la noblesse française au XVIIIe siècle
    • François Bluche et Pierre Durye, L'anoblissement par charges avant 1789
    • Alain Texier, Qu'est-ce que la noblesse ?
    • Pierre Vieuille, « Nouveau traité des élections » (1739)
    • Benoît Defauconpret, Les preuves de noblesse au s-XVIIIe, 1999, L'Intermédiaire des chercheurs et curieux, Paris, ISBN 978-2-908003-13-0
    • Jean Vignau, Nobiliaire des généralités de Montauban et d'Auch, et du pays de Foix...   dressé sur titres originaux réunis par les intendants lors de la recherche des usurpateurs du titre de noblesse entre 1696 et 1718
    • Pierre-Gabriel de La Guette, Marc Déceneux, La Noblesse en France, 2002
    • Régis Valette, Catalogue de la noblesse française au s-XXIe, Éditions Robert Laffont, Paris, 2002, ISBN 2-221-09701-7
    • Philippe du Puy de Clinchamps, La noblesse, PUF, 1959
    Fuentes citadas en Agrégation à la noblesse
  4. Lluís Permanyer, L'esplendor de la Barcelona burgesa, Angle, 2008 (ISBN 978-84-96970-70-0
  5. s:Page:Alexis de Tocqueville - De la démocratie en Amérique, Pagnerre, 1848, tome 1.djvu/11
  6. Permanyer, op. cit., pgs. 18-19.
  7. Tres, si se considera a la plebe: Selectae M.T. Ciceronis Orationes:
    In amplissimus ordinem [nota 23]: Amplissimus ordo fuit senatorius, major ab hoc equester, et infimus plebeius: amplissimus autem ordo in municipiis Curia dicebatur; Romae vero Senatus; et, qui Romae Senatores, in municipiis Decuriones dicebantur: at hic Caelius ita se suis probavit, ut in illum ordinem ipsum cooptarint

    Tractatus de legibus amplissimus:

    Populus in tres erat distributus partes: in Senatores, qui iam inde a Romulo fuernut: in Equites, sic dicti quod principio equo mererent, postea iudices a iudicando sunt appelati: et in plebem, quae pedibus merebat, et in quinque classes distribuebatur, que diversa ratione cemsebantur. Quod attinet ad locum, cum leges fierent per comitia, vel centuriati, vel curiata, vel tributa, in illis locis leges fiebant, in quibus ista comita habebantur. Centuriata in campo Mario: curiata in Comitio, quae pars erat fori; erant tamen diverse curiae in Urbe: Tributa, tum in foro, tum alibi, intra et extra
  8. Vegecio, Epitoma Institutorum Rei Militaris
  9. * Senior (de senectus y senex, "viejo", de mayor edad), tratamiento particularmente aplicable a los senadores, también llamados patres. De él derivan, en las lenguas vulgares, los tratamientos de "señor", sire o sir.
  10. Jaeger, Cartwright y otras fuentes citadas en Aristoi
  11. Berger, fuente citada en Lectio senatus
  12. Francisco Eugenio Díaz, Breve historia de Roma - Juan José Sayas, Historia antigua de la península ibérica
  13. André Chastagnol, « Latus clavus et adlectio : l’accès des hommes nouveaux au sénat romain sous le haut-empire », Des ordres à Rome, Paris, Publications de la Sorbonne, 1984, p. 199-216 (ISBN 9782886340749) Fuente citada en Adlectio
  14. Graham Tingay, Julio César. Los entrecomillados, Apiano, Las guerras civiles, I, 95-96; citado en Áureo Yepez, Roma.
  15. Joël Le Gall, Marcel Le Glay, El Imperio romano, Parte 3, pg. 465
  16. Véase la versión original en inglés: Bertrand Lancon, Rome in Late Antiquity: Everyday Life and Urban Change, AD 312-609
  17. Véase la versión original en inglés: Wendell Clausen, Harvard Studies in Classical Philology
  18. Begoña Enjuto Sánchez, Los Clarissimi en época de los segundos Flavios (337-363), Parte 3
    Algunas medidas tomadas por los Constantinidas suscitaron cierto menoscabo en el status de la aristocracia, bien en su aspecto económico, ideológico o social. Estos hechos provocaron el surgimiento de un sentimiento de contrariedad... En este periodo asistimos a una falta de corrspondencia entre dominio económico y peso político. Los terratenientes clarissimi romanos se veían apartadosde los puestos cortesanos, verdaderas células de poder que eran ocupados por homines novi en su mayor parte orientales. Como elementos novedosos podemos apuntar la obligación impositiva de estos aristócratas... El aumento exponencial de la aristocracia senatorial, en estrecha relación con la creación de un nuevo senado en oriente, el nuevo concepto de administración centralizada, sirvieron para devaluar la posesión de dicho grupo. Este hecho originó una división propia entre sus miembros, que se verá sancionada legislativamente en época de los Valentinianos. Constantino, en su afán de acallar las críticas por parte de los afectados, reformuló el título de comes, otorgándolo como elemento distintivo y honorífico de sus súbditos más leales y eficaces. Al mismo tiempo los clarissimi comienzan a ser designados para desempeñar puestos hasta ahora otorgados a equites, como era el caso de la prefeectura de la annona de Roma. La nobilitas romana reacciónó ante esta inmersión de nuevos individuos y el reto que suponía la creación de otra cámara de patres conscripti. En primer lugar convirtió la prefectura urbana de Roma así como el Senado en su... feudo particular, así como al posesión, en general, de cualquier sacerdocio tradicional, y en particular, el presentarse como seguidor de las religiones mistéricas se convirtió en un signo de prestigio y status... la aristocracia local... [estaba] constituida por clarissimi que habían decidido permanecer en sus ciudades de origen y decuriones (será de las filas de estos últimos de donde procedan los nuevos senadores), conscientes de que sus antiguas formas de promoción se han visto eclipsadas. La huida de las curias y su incursión en la burocracia puede también interpretarse... como una expresión de disconformidad al mismo tiempo que una manera de adaptarse a los nuevos tiempos en que el poder y prestigio venían íntimamente vinculados a los officia administrativos.
  19. Ralph W. Mathisen, People, Personal Expression, and Social Relations in Late Antiquity', Volume 2, University of Michigan Press, 2003, p.18. Fuente citada en Vir clarissimus
    • Lancon, op. cit.:
    Valentiniano I (364-375) instituyó tres rangos en el "clarisimado" [sic, clarissimate] los clarissimi en sentido estricto, los spectabiles y, por último, en la cumbre de la escala honorífica, los illustres. Esta élite romana sufrió ciertamente algunas duras pruebas durante los saqueos de Roma del siglo V, pero tal cosa sólo significó la continuidad de una remarcable continuidad social, que persistió hasta el siglo VII. Los matrimonios dentro de un grupo de familias estrictamente definidas contribuyó a la creación de vínculos, si no fusiones, entre las distintas ramas familiares de la aristocracia romana del Bajo Imperio. Entre los siglos IV y VI, todas las familias senatoriales estaban estrechamente interrelacionadas.
    Después de la unificación de los dos ordines principales del Imperio [Ordo Senatorius y Ordo Equester] que acontece bajo Constantino y que prosigue, aunque a menor escala, durante su dinastía, desde los años sesenta del s. IV se empiezan a establecer distinciones jurídicas en el interior del ordo senatorius, ya pletórico. Como ha señalado Chastagnol, la división de los senadores en clarissimi, spectabiles e illustres se basa en los cargos ocupados. Esta tripartición ya se documenta a finales de los años sesenta y es elevada a la categoría de ley en el 372 por Valentiniano I y Valente. El título de clarissimus era el de nivel inferior, el de spectabillis correspondía a las funciones de vicario y procónsul y el de illustris al prefecto de la ciudad, prefecto del pretorio y cónsul ordinario. Por su parte, los jefes de oficina son clarissimi y los condes del consistorio spectabilis. Esta estructuración del 372 levemente modificada bajo Teodosio los illustres van a ser los únicos que asistan, de modo regular, a las sesiones del senado, asamblea que ya está únicamente compuesta por illustres desde Valentiniano III y ello se mantiene en época postrior, como ha señalado Chastagnol al estudiar las inscripciones de las gradas del Coliseo.
  20. Berger, A., 'Illustris', R.E. IX (1915), 1070-1085. Hirschfeld, O., 'Die Rangtitel der römischen Kaiserzeit', Sitzungsberichte der Berliner Akademie (1901), 579-610, reprinted in Kleine Schriften (Berlin: Weidemann, 1913), 657-71. Jones, A. H. M., The Later Roman Empire 284-602, A Social, Economic, and Administrative Survey (Oxford: Blackwell, 1964, repr. Johns Hopkins UP, 1986) Löhken, H., Ordines Dignitatum (Köln: Böhlau, 1982) Näf, B., Senatorisches Standesbewusstsein in spätrömischer Zeit (Freiburg: Universitätsverlag, Freiburg, 1995)" Fuentes citadas en Vir illustris.
  21. Moses I. Finley, Estudios sobre historia antigua:
    La distinción entre honestiores y humiliores... desdbuja la que había entre ciudadanos y alieni [extranjero, véase meteco, ius gentium y Aliena (gens) -Aliena (gens)-]. Esto es, naturalmente, un paso más decisivo para decir que la primera sustituyó a la segunda. Esto podía hacer pensar que la primera distinción no era importante en período pre-adrianeo; y, por tanto, que la segunda fue una vez tan importante (quizá en el siglo I) como lo llegó a ser la primera (quizá en el curos del II)... el sistema diferencial de penas empezó a señalarse en los reinados de Adriano y Antonino Pío. Si es así, debería dejarse claro que hay buenas razones para pensar que el sistema diferencial de penas existía en su forma esencial en el reinado de Adriano; y que la discriminación en favor de las clases más altas trajo consigo algo más que la aplicación de penas inferiores. La fórmula "honestiores/humiliores" no se encontrará en las fuentes del siglo I. Esto se debe, sin duda, en parte a que esas fuentes son en gran parte no legales: se ocupan de sucesos aislados, que afectan a individuos, y no generalizan, excepto en asuntos políticos. También hay que llamar la atención en el hecho de que incluso los juristas clásicos no usan regularmente la fórmula... Hay un equivalente perfectamente bueno en un extracto del jurista Labeo, de época de Augusto, en Dig. IV.3.11.1.: no es necesario sostener que las palabra son de Ulpiano, no de Labeo. No es inverosímil que para Labeo la frase "qui dignitate excellet" se refiriera solamente a ex cónsules.
    Véanse explicaciones semejantes en Judith Evans, Women and the Law in the Roman Empire y en Adolf Berger, Encyclopedic Dictionary of Roman Law (aquí traducido al español):
    ciertas clases de pena (pena capital por crucifixión, ser arrojado a bestias salvajes, tortura, castigos corporales) eran sólo aplicables a los humiliores. En ciertos casos en que a los humiliores se les castigaba con la muere, a los honestiores se les castigaba con el exilio. En casos en que la relegatio se aplicaba a los honestiores, los humiliores eran objeto de deportatio.
  22. Jacson y otras fuentes citadas en Fount of honour y Fons honorum
  23. Spielvogel, Jackson J. Western civilization : a brief history (7th edición). Boston: Wadsworth/Cengage Learning. p. 179. ISBN 9780495571476. 
  24. Searle, fuente citada en subinfeudation
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  26. Wollock, Jennifer G. (2011). Rethinking chivalry and courtly love. Santa Barbara, California: Praeger. pp. 75. ISBN 9780275984885. 
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  37. a b Richard W. Kaeuper notes that "the author bemoans the fact that, in his day, the spirit of chivalry has been imprisoned; the life of the knight errant, he charges, has been reduced to that of the litigant in courts." Kaeuper, Richard W. (1999). Chivalry and violence in medieval Europe (Repr. edición). Oxford: Oxford Univ. Press. pp. 95. ISBN 9780198207306. 
  38. Jaime Alvar Ezquerra, Diccionario de historia de España
  39. a b c Salvador de Moxó, Feudalismo, señorío y nobleza en la Castilla medieval
  40. María del Mar Felices de la Fuente, La nueva nobleza titulada de España y América en el siglo XVIII (1701-1746). Entre el mérito y la venalidad
  41. GEA-Nobleza Archivado el 1 de diciembre de 2017 en Wayback Machine. GEA-Barón Archivado el 1 de diciembre de 2017 en Wayback Machine.
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  43. «GEA». Archivado desde el original el 1 de diciembre de 2017. Consultado el 19 de noviembre de 2017. 
  44. CVC
  45. a b c Real Academia Española. «hidalgo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  46. a b El entrecomillado es de Mª Antonia Varona García. Citado en Elisa Ruiz García, La carta ejecutoria de hidalguía Archivado el 11 de noviembre de 2017 en Wayback Machine.:
    ... el afán generalizado de alcanzar un estado ambicionado fue en aumento hasta finales del siglo XVI aproximadamente. Los antecedentes de esta corriente ascensional se pueden rastrear siguiendo la trayectoria de las

    principales disposiciones legislativas dictadas por la Corona en lo que respecta a este particular, ya que las normativas traslucen los problemas y las tendencias que se advierten en la sociedad. Sin pretensiones de exhaustividad se mencionan a continuación algunas de las medidas adoptadas en orden cronológico. La serie comienza con la respuesta proporcionada por Juan I en las Cortes de Burgos del año 1379 sobre las sentencias declaratorias de hidalguía; luego vienen las leyes dadas en Toro por Enrique III (a. 1398) y en Medina del Campo por Juan II (a. 1436). Como en otros tantos temas jurídicos, doña Isabel y don Fernando sentaron unas bases fundamentales a este respecto en la pragmática dada en Córdoba (a. 1492). Ambos monarcas y después su hija doña Juana I y, posteriormente, su nieto don Carlos fueron aquilatando las normas relativas a los testigos y las probanzas. Sobre esta cuestión también legisló Felipe II, quien volvió sobre el mismo asunto intentando poner diques de contención a unas prácticas que iban en detrimento de los intereses del poder político (a. 1593 y 1863). El espíritu de sus intervenciones era restringir nuevas concesiones. A tal efecto ordenaba vigilar el modo de obtener las pruebas testificales y revisar las hidalguías otorgadas en los últimos veinte años. Por último, Felipe IV dictó la ley de los tres actos positivos (a. 1623). Las necesidades

    económicas de la Hacienda real explican las facilidades dispensadas por el monarca.

    El estado de la nobleza estaba formado por un conjunto de individuos que gozaban de unos privilegios claramente establecidos y que reconocían entre sí la existencia de un ius convivium y un ius connubium, mas este estrato de la población no constituía un grupo homogéneo ya que en su seno existía una jerarquía de límites no bien definidos. La estructura piramidal del estamento aristocrático tenía en su base un escalón inferior que se correspondía con la hidalguía, límite que ambicionaba transitar el pechero aspirante a mejorar su situación social. Sin embargo, este grado tampoco gozaba de una unidad sustancial. Era considerado hidalgo auténtico sólo el de sangre. Así lo proclamaba Alfonso X el Sabio, quien sentenciaba que «Fidalguía es nobleza que viene a los omes por linaje». Asimismo, la jurisprudencia de corte tradicionalista sostenía que: Princeps potest plebeium inmunem et exemptum facere, et illi concedere ius nobilitatis; non tamen potest eum vere et essentialiter nobilem facere. Los argumentos genealógicos propugnados en estos pasajes no eran aceptados por todos ya que, en realidad, existió un prolongado debate en la sociedad entre los defensores de la nobleza adquirida por mérito personal frente a la heredada, no obstante, la concepción arcaizante predominaría. De hecho, se distinguía entre «hidalgos solariegos», la categoría más antigua; «hidalgos notorios» carentes de solar y de otro título pero tenidos por tales desde antaño; e «hidalgos de privilegio», aquellos que habían alcanzado el umbral nobiliario por designación real. En tales casos la concesión podía estar motivada por méritos civiles o militares, posesión de bienes, adquisición u otras vías. La mercantilización de cargos, estatutos y títulos nobiliarios se incrementó en la época de los Austrias menores, aunque fue una praxis iniciada en reinados anteriores, debido a una situación de decadencia política que se traducía sobre todo en problemas de naturaleza dineraria. No obstante, el ofrecimiento de venta de hidalguías fue una operación poco rentable para el poder a juzgar por los testimonios disponibles. Quien se postulaba para tal ennoblecimiento era mal visto por el concejo y el pueblo llano a causa del perjuicio económico que les ocasionaba su exención fiscal, pero tampoco era bien acogido por las oligarquías locales, celosas de sus privilegios y poco proclives a aceptar a un advenedizo. Por tal motivo la compra de hidalguía no fue una vía muy utilizada y se prefirieron otros procedimientos menos expeditivos, tales como ganarse el preciado don a través de la milicia.

    ... Por último, habría que añadir a las variantes anteriores los «hidalgos de ejecutoria», así llamados en virtud del nombre asignado al documento judicial que acreditaba tal condición del litigante, habiendo conseguido el refrendo de sus pretensiones mediante un pleito. Por supuesto, la estimación social de los miembros pertenecientes a unas y otras categorías era muy diferente.

  47. Eugenia Bridikhina, Theatrum mundi: Entramados del poder en Charcas colonial - El código de honorl y el estamento nobiliario americano
  48. Manuel Lucena, Naciones de rebeldes: Las revoluciones de independencia latinoamericanas
  49. Aurel, Bluche y otras fuentes citadas en Noblesse française
  50. Constance Brittain Bouchard, Those of My Blood: Creating Noble Families in Medieval Francia, 2010.
  51. a b c d Bush, M. L. Rich Noble, Poor Noble. Fuente citada en Nobles of the Sword
  52. Ces lettres furents données à Mehun-sur-Yèvre, près de Bourges (Cher), par Charles VII (1403-1461), au mois de décembre 1429. Elles concernent aussi bien la Pucelle d'Orléans que sa famille, c'est-à-dire le père, la mère et les frères de Jeanne
  53. Gustave Dupont-Ferrier, Nouvelles études sur les institutions financières de la France à la fin du Moyen Âge. Les origines et le premier siècle de la Chambre ou Cour des aides de Paris, Paris, E. de Boccard, 1933. Fuente citada en Cour des aides. Archives nationales. Fuente citada en Chambre des comptes. Larousse, fuente citada en fr:Argentier (métier) (era un oficio de corte responsable de las finanzas del rey -véase tesorero-). Bibliothèque historique de la France, fuente citada en fr:Barbier chirurgien.
  54. Garnot Benoît, Société, cultures et genres de vie dans la France moderne XVIe-XVIIIe siècle, Paris, Carré Histoire, 1991. Fuente citada en fr:Noblesse de cloche
  55. Régis Valette, Catalogue de la noblesse française au XVIe siècle, Robert Laffont, Paris, 2007. Fuente citada en Noblesse d'extraction
  56. Atlif Archivado el 13 de noviembre de 2017 en Wayback Machine. - Atlif Archivado el 13 de noviembre de 2017 en Wayback Machine..
  57. Philippe du Puy de Clinchamps, Charondas, un juge d'armes au Jockey Club, 2 vol., éditions des Cahiers Nobles, 1958 et 1959. Pierre-Marie Dioudonnat, Le Simili-nobiliaire français, Sedopols, Paris, 2002. (ISBN 9782904177194) Pierre-Marie Dioudonnat, Encyclopédie de la fausse noblesse et de la noblesse d'apparence, 4 vol., Sedopols, Paris, 1976-1997. (ISBN 9782904177156) Nicolas-Philippe Piot, NOMS DITS et autres friandises, éditions Patrice du Puy. Fuentes citadas en Fausse noblesse y en Noblesse d'apparence
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  87. Miller y otras fuentes citadas en Kabane
  88. a b L'aristocratie japonaise - Jean-Marie Thiébaud. Cita como fuente Takie Sugiyama Lebra, Above the Clouds: Status Culture of the Modern Japanese Nobility
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