Crisis de ausencia

Crisis de ausencia, también conocida como petit mal o ausencias típicas,[1][2]​ son un tipo de convulsión generalizada[3]​ que se caracteriza por breves episodios de alteración del estado de conciencia o «ausencias» y actividad anormal en el electroencefalograma. El primero en utilizar el término petit mal (en español: pequeño mal) para nombrar estos episodios fue el psiquiatra francés Jean Étienne Dominique Esquirol.[4]

Epidemiología

editar

Las crisis de ausencia se presentan en el 25% de los pacientes con epilepsia y pueden suceder solas o más frecuentemente combinadas con otros tipos de crisis convulsivas.[1]​ Son típicas de personas jóvenes, generalmente menores de 20 años, aunque se presentan principalmente durante la infancia, por lo que pueden confundirse con falta de atención y afectar el rendimiento escolar.[2]

Signos y síntomas

editar

El síntoma principal y característico es el deterioro repentino de la conciencia, que suele ser breve y durar solamente unos segundos. Durante el episodio, la persona interrumpe sus actividades y permanece estática y con la mirada fija, y ocasionalmente puede presentar pequeñas gesticulaciones o parpadeos. Normalmente, al finalizar la crisis continúan con lo que estaban haciendo sin recordar lo que sucedió. Suelen ser repetitivas y presentarse en varias ocasiones en el transcurso del día.[1]

Diagnóstico

editar
 
La firma característica del EEG en una crisis de ausencia es la descarga de onda de pico generalizada de 3 Hz.

La sospecha es principalmente clínica, la presencia de episodios repentinos de interrupción de las actividades, la conversación o la marcha, acompañados de mirada fija, parpadeo y ausencia de movimientos, entre otros, orientan hacia la posibilidad diagnóstica.[2]​ Aunque los rastreos con resonancia magnética nuclear pueden resultar útiles para descartar otras patologías, la única prueba diagnóstica confirmatoria es el electroencefalograma,[1]​ donde aparecen espicas y complejos de ondas lentas.

Tratamiento

editar

El fármaco de primera elección para las crisis de ausencia aisladas es etosuximida,[5]​ pero se desaconseja en el caso de la presencia combinada de convulsiones tónico-clónicas, ya que puede agravarlas. En el caso de crisis combinadas es más efectivo el valproato de magnesio, que tiene un amplio espectro de acción.[6]

Referencias

editar
  1. a b c d «Trastornos convulsivos». Manual Merck. MSD. Consultado el 4 de agosto de 2012. 
  2. a b c «Ausencias típicas». Medline Plus. Consultado el 4 de agosto de 2012. 
  3. Blumenfeld H. (2003) (en inglés) «From molecules to networks: cortical/subcortical interactions in the pathophysiology of idiopathic generalized epilepsy». Epilepsia. 44(2): pp. 7-15.
  4. Daly, D. D. (1968). «Reflections on the Concept of Petit Mal». Epilepsia (en inglés) 9 (3): 175-8. PMID 4975023. doi:10.1111/j.1528-1157.1968.tb04618.x. 
  5. Taylor, Magali; Dawson, James S. (2003). Lo esencial en Farmacología (en inglés). España: Elsevier. p. 109. ISBN 9788481746945. Consultado el 4 de agosto de 2012. 
  6. Glauser, T. A.; Cnaan, A; Shinnar, S; Hirtz, D. G.; Dlugos, D; Masur, D (4 de marzo de 2010) (en inglés): «Ethosuximide, valproic acid, and lamotrigine in childhood absence epilepsy». New England Journal of Medicine. 362(9): pp. 790-9.