Del curso: Fundamentos de la gestión del tiempo

Menos cosas mejor ejecutadas

Del curso: Fundamentos de la gestión del tiempo

Menos cosas mejor ejecutadas

Las nociones del exceso y de la virtud de la mesura llevan tiempo con nosotros. En lengua española, las primeras referencias que encontramos en la cultura popular datan del siglo XV. En La Celestina, por ejemplo, nos explica que nos contentemos con lo razonable, y que no lo perdamos todo por querer más de la razón, que quien mucho abarca, poco suele apretar. Hoy en día, vivimos inmersos en la cultura del exceso, y puede resultar contradictorio, ya que la creencia general es que más es siempre mejor. Cuantas más tareas completemos de nuestra lista de tareas, mejor; cuantos más emails respondamos, mejor; cuantos más proyectos saquemos adelante, mejor; y por supuesto, cuantas más horas dediquemos a nuestro trabajo, mucho mejor. Más, más, más. Trabajar más, consumir más, ganar más, gastar más, hacer más, porque es mejor. Y, sin embargo, la mayoría de las veces, más solo significa mayor cantidad, y, únicamente, "lo mejor" tiene significado de "excelente". Hacer más no significa ser más productivo, ni más eficiente. Solo significa hacer más. Quizás sea por eso que grandes personajes de nuestra época, como Picasso, Dieter Rams, Mies van der Rohe, o más recientemente Steve Jobs y Jeff Weiner, han abogado con vehemencia por una cultura de lo sencillo, del menos es más, y han basado su éxito, precisamente, en hacer de la sencillez su bandera profesional. Jeff Weiner, por ejemplo, explica que a él le gusta centrarse siempre en hacer menos cosas para así hacerlas mejor. Y la frase "Menos es más" significa reducir algo a lo mínimo, a los elementos esenciales que componen la cosa. Todo lo demás molesta. "Menos es más" habla de la sencillez y de cómo lo sencillo es el resultado de un buen esfuerzo intelectual. De hecho, esto es lo que explica Blaise Pascal en el encabezado de una de sus cartas, avisando, hasta con cierto reparo: "He hecho esta carta más larga de lo usual, porque no tengo tiempo para hacer una más corta". Parece que está bastante claro que sencillo no equivale a simplista. También es probable que conozcamos esa preferencia de Steve Jobs por la sencillez en cualquiera de sus productos, siendo precisamente la facilidad de uso y la reducción al mínimo de los elementos visibles, uno de los factores esenciales de su éxito. En su biografía, Jobs le explicaba a Walter Isaacson que él estaba tan orgulloso de todas esas cosas a las que había dicho que no, como lo estaba de las cosas en las que había decidido centrarse y sacar adelante. Tener una visión nítida de lo que importa significa que también tenemos muy claro qué es lo que no importa. La simplificación consiste en no dejarse llevar por la fuerza bruta y tirar con todo hacia delante, sino buscar y construir modos de ser más eficiente. Hacer las cosas simples requiere de un gran esfuerzo. Responder a la pregunta: "¿De qué modo podríamos hacer que esto resultara más sencillo?", requiere, como he dicho, de un buen esfuerzo intelectual. Dieter Rams, que pronunció la frase "Menos, pero mejor", habla de que, efectivamente, eliminemos lo superficial y que lo que quede sea superior. Jeff Weiner, y su "Fewer things done better", señala el camino hacia hacer menos cosas para centrarnos nuestra atención en ellas y ejecutarlas excelentemente. La idea principal que quiero transmitir con este bloque es que una gestión del tiempo verdaderamente óptima consiste en hacer menos cosas, y esas menos cosas hacerlas mejor y más sencillas, porque nuestra atención, nuestra fuerza y nuestros recursos son limitados. Parece, pues, que lo más apropiado es escoger dónde, cómo y en qué gastamos nuestras fuerzas para obtener esos resultados óptimos deseados. Cuando decidimos hacer menos cosas y hacerlas mejor, y nos ponemos con ello, empezamos a notar ciertos cambios significativos, como, por ejemplo, nos damos cuenta de que no todo lo que tenemos que hacer es importante ni esencial, y vamos siendo capaces de diferenciar las superficialidades en nuestros proyectos. En cuanto detectamos esas superficialidades, ¡zas!, las eliminamos sin remordimiento, más bien al contrario, con satisfacción, porque sabemos que estamos reduciendo distracciones, para poder concentrarnos únicamente en aquello que creemos que merece la pena. Es nuestra ambición la que nos lleva a tratar de ocuparnos de una cantidad de asuntos que exceden nuestra capacidad real. La frase de La Celestina, que veíamos al principio, "Quien mucho abarca poco aprieta", lleva implícita una advertencia: más vale concentrarnos en un número de tareas que nos resulten manejables, y a las cuales podamos conceder la atención que requieren, que intentar gestionar demasiadas cosas que luego no podamos controlar ni atender debidamente. Todo lo demás sobra. Desprendámonos, pues, de las cargas superficiales. ¿Por dónde empezarás tú?

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