Suárez, Inés. Plasencia (Cáceres), c. 1507 – Santiago de Chile (Chile), 1580. Conquistadora española.
Según Medina, su apellido solía escribirse también como Juárez. Pasó a Tierrafirme en compañía de una “sobrinita” en la nao de que era maestre Manuel Martín. Debieron de jurar por ellas, declarando que no eran de las personas con prohibición de pasar al Nuevo Mundo, el capitán Marañón y Juan Garrote, vecino de Santa Cruz.
Mariño de Lobera asegura que era natural de Plasencia y casada en Málaga, la llama “mujer de mucha cristiandad y edificación de nuestros soldados” y agrega que “debió venir al Nuevo Mundo tras su marido, el que habría fallecido en la batalla de Las Salinas, entre almagristas y pizarristas. Al saberse viuda, según testimonio de los regidores Quiñones y De los Rios, experimentó gran sufrimiento y quizo hacerse religiosa”.
Finalmente, habría optado por trabajar cuidando a los soldados heridos, lavando y componiendo sus ropas.
Pedro de Valdivia pudo haberla conocido en Venezuela, aunque lo más probable es que la conociese en el Cuzco. Al resolverse a emprender la conquista de Chile, tarea en la que había fracasado Diego de Almagro, resolvió llevarla en su compañía. Debió de solicitar la autorización del obispo Valverde, pretextando que quería llevarla en calidad de “sirvienta”, aunque estaba unido a ella por una relación de afecto que era conocida de todos.
Cuando Valdivia estaba preparado para emprender su marcha, llegó al Perú, de regreso de España, un tal Pero Sancho de Hoz, hidalgo de Calahorra, que traía tres Reales Cédulas que lo autorizaban para navegar en dos barcos equipados por él mismo y conquistar las tierras que quedaban a ambos lados del Estrecho de Magallanes, como, asimismo, todas las tierras próximas que no estuviesen dadas en gobernación.
Pizarro resolvió, en vista de este hecho nuevo, confiar la conquista de Chile, en común, a Valdivia y Pero Sancho de Hoz, lo que habría de ocasionar no pocos problemas.
En Copiapó, fue Inés Suárez la que puso guardias a Pero Sancho de Hoz, en ausencia de Valdivia, para impedir que éste y sus parciales se sublevaran contra su autoridad. En el asalto que dieron los indios a Santiago en la noche del 11 de septiembre de 1541, fue ella la que dio muerte, de su mano, a siete caciques prisioneros, con varonil ánimo, logrando que los atacantes se retiraran.
De estos hechos y de otros no menos interesantes de la vida de Inés Suárez, se dan noticias en los títulos de las encomiendas de indios que le concedió Valdivia en 1544 y 1546, calificándola además como “hijodalgo y persona de honra”.
En el proceso que debió enfrentar Valdivia en el Perú por orden de La Gasca, uno de los cargos en su contra fue el de vivir amancebado con Inés Suárez y se le condenó a poner término a esa escandalosa relación que, dado su rango, causaba daño al país. Debía casarla dentro del plazo máximo de seis meses “con uno que fuera soltero” o, en su defecto, enviarla al Perú o devolverla a España. De regreso en Chile, Valdivia resolvió casarla, por 1548, con su amigo, compañero de armas y cumplido caballero, Rodrigo de Quiroga. Durante esta unión, que duró treinta años, ambos esposos, que no tuvieron hijos y que lograron hacerse ricos, emplearon parte de su fortuna en fundaciones piadosas a favor de la Orden de la Merced y en la erección de una ermita en el barrio de la Chimba, en el sector norte de la ciudad, del otro lado del río Mapocho.
Dice Medina que Inés Suárez rindió una información de méritos y servicios a la Corona, la cual parece perdida. Se dice que vivió hasta los setenta y dos años y que murió en el año 1579 o 1580.
Bibl.: J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago, Imprenta Elzeviriana, 1905, pág. 839; I. Simón Ruiz y E. Calle, “Inés Suárez. La conquistadora del reino de Chile”, en Clio. Revista de historia, año 6, n.º 71, págs. 76-81.
Sergio Martínez Baeza
