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Hermano mayor

Chapter 8: Resignarse

Notes:

Jajaja... -esperando que los seguidores de este fic la linchen por irse del fandom- ...
¡No me maten! En mi defensa creía que ya había publicado este capítulo XD
Pero resulta que todo este tiempo estuvo en borradores, lol. Y es que no mentiré, había perdido toda la inspiración, PERO gracias al fandom nuevo, he decidido terminarlo como se debe. Se los debo austedes que me leen aunque tarde años en actualizar y la verdad que ésta es de las pocas historias sin ship que siento vale la pena que tenga final :c
Aún así como había mencionado en otras notas solo quedan este y otros dos o tres capítulos, contando el epilogo. Al final, no lo alargaré, no puedo hacerlo. No cuando ya lo pospuse durante mucho tiempo, además, estoy en otro fandom y desgraciadamente Ososan ya no me inspira tanto, sólo escribiria sobre una que otra ship, pero en general sería algo como sus relaciones fraternales porque pues ya no shippeo mucho en ese programa de todos modos y muchos ya se fueron del fandom xd
Gracias por leer hasta aquí y nos leemos en el próximo capítulo.

Chapter Text

Todo marchó bien, Todomatsu se molestó tal como lo planeo y él fingió que le daba igual, incluso sonrió sintiéndose aliviado. Una vez que el menor desapareció de su vista, Osomatsu corrió al callejón de al lado en donde dejó el traje quedándose solamente con las ropas que había tomado del cajón de Todomatsu. Al ser gemelos no había diferencia alguna, simplemente tenía que actuar dulcemente y estaba listo. No le importó dejar su trabajo a la mitad, al fin y al cabo jamás volvería a ver al tipo, eso hasta la siguiente vez que tuviera que despistarlo, pero para ese entonces todo habría vuelto a comenzar.

Una vez listo, se preparó para emprender una carrera hacia las chicas. Sin embargo, estás ya no estaban tan cerca, ni siquiera las veía en los alrededores. Hasta que después de lo que pareció una eternidad las encontró.

— ¡Oigan! ¡Chicas! 

Ambas se detuvieron girándose a verle y Osomatsu intentó sonreír lo más parecido posible a Todomatsu.

— ¿Qué es lo que quieres, Totty? Ya sabemos que eres un falso y mentiroso—. Bueno al menos se habían creído la primera parte, ahora debía obedecer a lo que ellas dijeran para que así todo ocurriera como el destino lo predijo. 

—Lo siento, no les dije la verdad…—murmuró en voz alta recuperando el aire. 

—Eso ya lo sabemos, ahora si nos disculpas.

¿Qué esperas? Interrumpe su paso. 

—La verdad mi hermano estaba celoso. Si, él no sabía que tenía carro, así que se aprovechó y mintió acerca de que no tenía uno—comentó lo más casual posible—. De hecho puedo llevarlas al taller dónde lo dejé, ¿Qué les parece? Así sabrán que no les mentí. 

Detectó la obvia desconfianza de ellas pero seguramente es aquí cuando se daban cuenta de que podrían conseguir algo más de él.

—El taller no está lejos de aquí si eso les preocupa. 

De hecho podía asegurar que conocía los siguientes diálogos de memoria. El les diría una dirección y ellas iban a proponer atajo. 

— ¿Hablas de ese que esta aun lado de un restaurante de comida italiana?—Preguntó la segunda chica. 

—Sí, ese mismo. Solo debemos tomar esta calle y luego… 

—Iremos—interrumpió rápidamente una de ellas, luego hizo una corta pausa lanzando una mirada a su  amiga y continuo—. Pero mejor que tomemos un atajo, nosotras conocemos uno. Debemos ir por… ese callejón luego llegaremos a la calle del restaurante. 

Justamente como lo pensó. Le dolió saber que esas fueron las palabras que condenarían a su hermano menor quien se dirigió directamente a una trampa. 

—Claro, ¿por qué no? 

Osomatsu las siguió en silencio, probablemente ellas fingieron seguir molestas durante el trayecto para que Todomatsu no preguntara nada o quizá eso las hacía menos sospechosas. No es como si le importara hacer plática con ellas, si pudiera el mismo se encargaría de darles una lección, pero eso iría en contra del destino y por lo tanto Todomatsu se vería afectado

Al dar vuelta en el callejón, respiro hondo. Ésta era su parte menos favorita pero de suma importancia. Dentro de la poca visibilidad en la estrecha calle pudo distinguir a varios hombres, algunos los conocía casi de memoria otros seguían siendo extraños debido a que permanecían bien ocultos, a pesar de todas esas veces que logró verlos. Pero como en las otras situaciones comenzó su perfecta actuación del menor de los Matsuno poniendo un gesto de confusión se ganó unas sonrisas descaradamente satisfactorias por parte de ambas chicas, las cuales permanecían lejos de la vista de los hombres. 

—¿Qué? ¿Qué es esto?

Al parecer su expresión divertía a esas arpías porque ambas comenzaron a reír mientras se acercaban a un par de hombres, los líderes asumió desde la primera vez que los conoció. Para luego desvergonzadamente fingir desesperación, una muy falsa por cierto. 

—¡Cariño! Ese raro nos ha estado siguiendo, no nos deja en paz.

—Oh no—, respondió el hombre con un tono actuado—. Supongo que debes pagarle los daños psicológicos a mi novia, eh, pervertido. 

Osomatsu rodó los ojos internamente sin dejar su fachada asustada que mostraba.  Era ridículo como esos malditos solo buscaban una excusa para robarle y que sonara coherente, malditos hijos de puta. 

Pronto se vio rodeado por los demás miembros de la pandilla, mientras el jefe continuó caminando a su alrededor para luego poner una expresión de asco.

—¿Acaso esa ropa es rosa? Que asco—siseó para luego escupir al piso, cerca de Osomatsu—. Oigan todos, tenemos a un marica presente. 

Osomatsu estaba conteniendose lo más posible, a pesar de sabía perfectamente que esto pasaría. 

—Así que… ¿hacemos esto por las buenas o las malas, fenómeno? 

Siendo sincero no tenía nada de dinero, aún si recordaba que ese día Todomatsu llevaba un poco con él, entonces, ¿por qué no se detuvieron cuando le quitaron sus pertenencias?

—No tengo ni un centavo—hizo temblar su voz para parecer más realista.

—¿Así como tampoco tenías un carro? Menudo, pobre. Ni siquiera el que fingieramos buenas contigo valió la pena. Mo—lloriqueo como una cría mimada—. Que perdida de tiempo. 

—Incluso para ser un perdedor, eres un perdedor.

—¿Y sabes que hacemos con los perdedores maricas que no tienen como pagarnos? —. Uno de los hombres que eran los líderes chasqueando los dedos dando una orden silenciosa pero clara.

No necesito responder ya que el aire fue expulsado de su interior cuando recibió la primera patada en el estomago haciéndolo caer al piso. En poco segundos llegó una lluvia de golpes por todo su cuerpo, intentó protegerse pero sabía que sería en vano. Uno a uno, los golpes se marcaban en su piel, sabía que pronto pasaría todo, pues la sensación de frialdad y el entumecimiento se hacían presentes, por lo que pronto quedó inconsciente.

—Mierda—soltó en voz baja uno de los líderes, sin dejar el tono despectivo—. Se ha desmayado. Bueno, se lo dejaremos a la suerte, ella decidirá si el vive o muere. No es como si alguien lo fuera a extrañar.

El resto de los presentes rió y se dispusieron a irse dejándolo ahí. 

Para cuando Osomatsu despertó estiró sus brazos y flexionó sus articulaciones como si nada mientras se levantaba lentamente. No importa cuantas veces lo hiciera siempre le parecía raro el hecho de que no sintiera dolor o incluso muriera al instante. Supuso que era porque el reloj reiniciaba su vida o alguna mierda parecida. No se iba a poner a razonar mucho, de hecho, la simple habilidad de tomar la muertes de sus hermanos era todo un misterio. 

Miró hacia el cielo siendo que ya había oscurecido y ahora ya casi no había luz en el callejón no podía ver las manchas de sangre que seguramente dejó. También su ropa estaba sucia, por lo que no tendría sentido limpiarla, así que solo la tiraría a la basura, no sin antes ir por su propia ropa. Pero lo que sí sería toda una molestia limpiar era la que estaba seca en algunas partes de su cuerpo. 

Y pensar que Todomatsu falleció en ese oscuro y solitario lugar, solo porque un grupo de escorias decidieron que no podía ser estafado por un par de arpías. De solo pensarlo le hizo hervir su sangre, respiró hondo unos minutos en los que se relajaba. Poco a poco la ira en su cuerpo disminuyó. Una vez calmado decidió que era hora de volver a casa. 

Lo primero que hizo fue ir al callejón cerca de la casa para intercambiar la ropa que llevaba por la suya. Guardando el otro cambio en una bolsa lo escondió de nuevo y se encaminó de regreso a casa.

Para cuándo entró los demás yacían durmiendo. Observó la mesa de la sala, en donde yacía un plato cubierto con plástico. Evidentemente le habían dejado un poco de comida para cenar pero no tenía mucha hambre, por lo que tomó el plato y lo guardó en la nevera. Se sentía muy cansado, pero debía limpiar la sangre visible, especialmente la de su cara por lo que sigiloso entró en el baño del primer piso. Al encender la luz miró su rostro en el espejo y este estaba intacto, sólo tenía un poco de suciedad y sangre seca, pero no tenía marcas de golpes ni nada. Le aliviaba saber que existiera lo que sea que ocasiona eso, ya que así no tendría que dar tantas explicaciones. 

Cuando terminó de limpiarse se dirigió directamente al cuarto que compartía con sus hermanos. Sin embargo, mientras subía los escalones escucho un ruido que alertó sus sentidos.

—¿Quién está ahí?—. A pesar de que habló en voz baja se escuchó lo suficientemente alto para ser escuchado. 

—¿Osomatsu-niisan?

Un par de ojos lo observaron y discretamente lo analizaron. 

—Ah, eres tú, Jyushimachu. Me asustaste—, lo llamó por su apodo de cariño para verse más casual. 

—¿Qué haces despierto tan tarde, niisan?

—Salí a dar un paseo nocturno antes de volver a casa. Supongo que se me fue el tiempo.

 Ladeando su cabeza Jyushimatsu cubrió su boca en un gesto pensativo como si intentara descifrar algo más detrás de sus palabras.

—¿Está todo bien?

—¡Claro! ¿Por qué no lo estaría?—dijo despeinado los cabellos del menor—. Es más, ¿por qué no regresamos a dormir?—. Osomatsu lanzó un bostezo y continuo caminando hacia la habitación  siendo seguido por Jyushimatsu—. Estoy algo cansado y hoy perdí mi dinero en el pachinko.

—Ya veo. Deberías descansar entonces, niisan —sonrió Jyushimatsu y Osomatsu le correspondió. 

Ambos tomaron sus lugares en el futón y se dispusieron a dormir. Mañana sería otro día más. 

.

Cuando Osomatsu despertó los recuerdos de su sueño bombardearon su mente causándole un conocido dolor de cabeza. 

—Demonios, cuatro mil trescientos treinta y cuatro veces y aún no me acostumbro a esta rutina—se quejó esperando que el dolor que sentía en el cuerpo desapareciera. Otro misterio más que se agregaba a su lista. Akumatsu le había explicado que en cuanto empezaban los sueños no recordaría nada pero todo el dolor que experimentó en esa muerte lo iba a sentir de  golpe—. Maldita sea—siseó cuando movió el hombro de forma circular para estirarse. 

Pronto los minutos pasaron y la sensación aminoró así como el dolor de cabeza. Ahora no era más que una leve molestia física pero aguantable. 

Una vez que pudo pensar con normalidad revisó de inmediato su reloj y su piel palideció como si viera un fantasma. 

—Mierda, mierda, mierda. ¡Esto está mal, maldita sea!—. Se levantó rápidamente y se arregló, dándose cuenta de que nuevamente había dormido de más. 

Anteriormente había decidido dejar pasar ese detalle pero ahora le preocupaba de sobremanera. Y es que ver la aguja larga marcando a Jyushimatsu cambiaba totalmente las cosas. Se suponía que siempre había un orden, una rutina podría decirse. El ciclo comenzaba, él tomaba el lugar de sus hermanos a cómo murieron la primera vez, es decir Choromatsu, Todomatsu, Jyushimatsu, Karamatsu e Ichimatsu. Ese era el orden, ¡entonces que Jyushimatsu fuera el segundo no tenía sentido! 

Sabía que debía hablar con Akumatsu lo más pronto posible, más no sabía cómo contactarlo, ya que el maldito solo se aparecía en contadas ocasiones. Chasqueó la lengua poniéndose el suéter y corriendo de inmediato a donde estaba el equipo deportivo de Jyushimatsu en la habitación del segundo piso donde usualmente pasaban el rato. Si intentaba detenerlo como lo hacía normalmente no funcionaría, ya Jyushimatsu estaba mostrando que no era tan crédulo como solía ser. Para su suerte llegó a tiempo pero escucho pasos afuera de la habitación por lo que sabía que era poco tiempo para que Jyushimatsu llegará.

Piensa rápido, Osomatsu, debes detenerlo. 

Observó la ventana que daba al balcón y al tejado por lo que se lanzó junto con el bate para esconderse agachándose para evitar ser visto. 

Justo en ese momento la puerta se deslizó estruendosamente, claramente solo había una persona con la fuerza y energía para abrir las puertas de esa forma. Lo escuchó murmurar y luego salir. 

Osomatsu suspiró aliviado, dejando fluir fuera toda la tensión del momento. Eso había estado demasiado cerca. Ahora debía encargarse del bate, al menos debía esconderlo temporalmente y así evitar que Jyushimatsu saliera a entrenar. Volvió a la habitación con cuidado revisando que nadie más estuviera, con pasos sigilosos bajo a la planta baja. Sin embargo se sobresaltó cuando escuchó un ruido provenir de la cocina, tal vez era su madre o peor Jyushimatsu, por lo que arriesgándose a ser descubierto, salió por puerta principal.

—Mierda, olvidé mis zapatos dentro—murmuró para sí. 

Observó a su alrededor la calle yacía vacía. Aún si no había nadie, todavía se encontraba en peligro de ser visto si Jyushimatsu decidía buscar afuera. Tomó el bate y lo escondió detrás del arbusto, ya después regresaría y le encontraría un mejor escondiste. Una vez terminando con la tarea de evitar que Jyushimatsu entrenará abrió la puerta de la casa y se dispuso a buscar sus zapatos, justo en ese momento Jyushimatsu apareció.

— ¡Osomatsu-niisan! ¿Has visto mi bate?

Demonios, ya no podia salir asi ya que Jyushimatsu le haría preguntas. Tenía que distraerlo, al menos el tiempo suficiente para cubrir el incidente. Por lo que usando sus mejores dotes de actuación y una actitud normal, decidió que lo mejor era proponiendo un juego.

—Lo escondí —dijo sonriente a lo que Jyushimatsu le miró confundido. Sentía el sudor de su frente, nervioso de que Jyushimatsu pudiera ver entre sus palabras o el tono de voz que algo pasaba y el interrogatorio comenzará de nuevo. 

— ¿Eh? ¿Por qué? Lo necesito, hoy es día de entrenamiento…

—Lo sé, pero pensé que sería divertido si jugamos juntos, ¿qué te parece?

Si había algo que Osomatsu sabía perfectamente es que a Jyushimatsu le encantan los deportes y los juegos. Sin embargo, aún existía la pequeña probabilidad de que se molestara por esconder el bate y le obligará a devolvérselo. Para su suerte revisión una respuesta alegre y positiva por parte del menor. Quiso suspirar aliviado, pero se lo guardó para sí mismo. 

—Vale, ya que vas a jugar con tu onii-chan te diré las reglas. Debes encontrar el bate y a mi antes del atardecer, para hacerlo más fácil sólo me esconderé en lugares cercanos a la casa o aquí dentro. También el bate estará por esos lugares, ¿entendido?

— ¡¿Jugaremos escondidas?! 

—Si. Así que empieza a contar y no hagas trampa.

—¡Vale!

Vio como su hermano se iba a la habitación y comenzaba el conteo el conteo en voz alta. Bien, eso le daría unos minutos de ventaja. 

Por lo general, el día de Jyushimatsu, sólo debía distraerlo con otra excusa, diciéndole que fueran al pachinko juntos y entonces lo dejaba jugando solo un rato o simplemente le pedía que acompañase a uno de sus otros hermanos. Pero ahora, el preciado bate de su hermano estaba involucrado y sabía perfectamente que Jyushimatsu era muy sobreprotector. Al punto que un día estuvo a punto de tropezar con éste cuando sintió una terrible aura amenazante lo que lo hizo congelarse y darse cuenta de que era el quinto hermano quien lo miraba así. Fue entonces que se dio cuenta de que el bate estaba en el camino que lo esquivó. Sin duda, aquel evento fue algo escalofriante, pues las únicas veces que Jyushimatsu utilizaba esa mirada era cuando tenía frío al extremo y les obligaba a llenar el calentador con keroseno. 

Una vez afuera de la casa buscó el bate entre los arbustos e iba a tomarlo cuando se dio cuenta de que ese lugar era el escondite perfecto, por lo que decidió dejarlo ahí hasta que Jyushimatsu lo encontrara o él regresara. Así que volvió a ocultarlo entre las hojas y se dirigió a su destino: la playa. 

Caminando por uno de los muchos caminos que se había memorizado con el paso de los ciclos, Osomatsu volvió a hundirse en sus pensamientos. Akumatsu no había mencionado nada de que las cosas serían diferentes, si mal no recordaba había dejado en claro que esto sería una repetición constante y nada más. Pero, ¿cómo contactarse con ese idiota? No lo había visto desde hace ya mucho tiempo, más bien ciclos porque no sabía si el tiempo verdaderamente estaba pasando o si él seguía en repitiendo lo mismo. Demonios, era probable que sólo lo hubiera visto una vez. No lo sabía, pues algunos de sus recuerdos estaban borrosos, había demasiado dolor en ellos, porque aún si esos momentos estaban difusos en su mente, las emociones que sintió son la verdadera prueba de que fueron reales. En parte agradeció en silencio que olvidara algunas cosas, sin embargo, la primera muerte de sus hermanos no estaba en la lista.

Pronto llegó a la playa cuando el sol había sido cubierto por las nubes y éstas amenazaban con llover. Claro, el día que Jyushimatsu salió a entrenar una ola lo había arrastrado al mar y no fue como aquella vez que la chica lo salvó, sino que su hermano se ahogó en las frías aguas. Dio un par de pasos acercándose a la orilla sintiendo la frialdad del líquido contrastar con su piel. La ola llegó, tan puntual como la primera gota de lluvia que cayó del cielo, llevándose con ella a Osomatsu. Primero sintió el instinto de nadar pero decidió resistir, ya que forzosamente debía morir. Lentamente el agua entró en su cuerpo, pero no sintió nada, simplemente sentía que se quedaba dormido, hasta que sus ojos se cerraron.

Cuando despertó se encontraba en la orilla de la playa. Sintiendo la fresca brisa se incorporó buscando alguna herida. Una vez que reviso que su cuerpo estuviera entero, fue hasta donde estaban sus cosas, que anteriormente ocultó debajo del muelle, y revisó el reloj viendo con éxito el destino había aceptado la muerte de Jyushimatsu. Suspiró, sintiéndose aliviado. No era tan difícil, lo único que comenzaba a entorpecer sus acciones era el cansancio. Supuso que era alguna clase de efecto secundario, y lo agregó a las cosas que le preguntaría a Akumatsu si lo viera. Tal vez si decía su nombre tres veces frente a un espejo o algo parecido lo invocara, pero no tenía idea de si eso funcionaria. Se secó como pudo y volvió caminando a casa.

Una vez afuera revisó el arbusto y, como esperaba, el bate ya no estaba. Seguramente, Jyushimatsu ya lo había encontrado en el transcurso del día. Por lo que dejando de lado el tema, entró a la casa  y se dirigió directamente al baño dónde lanzó el conjunto mojado al cesto de ropa sucia. Total, si alguien preguntaba simplemente podría decirles que se mojó en la tormenta. Salió del baño y camino hacia la sala mientras se ponía su suéter, sin embargo en ese momento la puerta de la entrada se abrió, revelando al cuarto hermano completamente empapado con un paraguas en la mano. 

¿Acaso había salido a buscarlo con el clima así? 

— ¿Jyushimatsu? 

— ¿Osomatsu- niisan ? ¿Qué haces aquí?

Eso debería preguntarle él. Sin embargo, debía usar una de sus muchas excusas. 

—No creo que sea buena idea que salgas hay una gran tormenta allá fuera. ¿Yo? Me aburrí de esperar y volví a casa antes de que comenzará a llover, supuse que encontraste el bate y te olvidaste de mí.

—Pero, niisan , ¿dónde estabas escondido? No te encontré en la casa.

— ¡Ah, sí! Estuve por ahí. Así que ganaste, supongo.

—Espera, Osomatsu- niisan , ¿y mi bate? 

¿El bate? ¡¿Qué carajo?  Jyushimatsu tenía que haberlo encontrado desde hace horas, estaba demasiado cerca de la casa, era imposible que no lo viera. 

— ¿No lo encontraste?

No sólo el hecho de que su hermano no lo haya encontrado lo impactó, sino que justo en ese momento un rayo cayó iluminando la calle de afuera y revelando una sombra en la puerta que bien conocía, justo detrás de Jyushimatsu. Ese maldito Akumatsu. ¡Él tenía algo que ver con todo eso! Sin pensarlo más salió a la calle y dispuesto a enfrentarse al ente y resolver sus dudas de una vez por todas.

— ¡Espera, Osomatsu- niisan

Sabía que Jyushimatsu venía tras suyo, pero si no continuaba perdería de nuevo el rastro de Akumatsu. Entonces recordó las palabras del maldito: “Si ellos se enteran de lo que haces, el trato terminara”. Chasqueo la lengua deteniendo sus pasos miró a su alrededor para buscar una distracción. Sin embargo, la sombra se encaminó a un callejón que llamaba ser una oportunidad única, por lo que olvidándose de la presencia de su hermano menor, Osomatsu viró en un callejón intentando alcanzar a Akumatsu. Sorprendido y con la adrenalina llenando sus sistema acercó lo más veloz que pudo y revisó el lugar, incluso dentro del contenedor de basura. 

—Osomatsu- niisan , ¿qué ocurre?—preguntó Jyushimatsu confundido.

No había nada. Golpeó el metal molesto, tanto por perder el rastro de Akumatsu como por casi haber hecho que Jyushimatsu lo descubriera. 

¡Mierda! No tenía tiempo para los juegos de Akumatsu y éste iba por ahí escondiéndose. ¿Ahora cómo podría explicarle a Jyushimatsu que estaba siguiendo al residuo de sus acciones malévolas?

— ¡Maldición!

Debía calmarse en lugar de crear un drama e intentar buscar excusas, por lo que discretamente respiro profundamente y exhaló. Una vez listo se giró hacia Jyushimatsu con una sonrisa que esperaba se viera convincente. Sólo faltaba la excusa y tener que tratar con Jyushimatsu estando enojado, sólo esperaba que no afectará el resto de los días. 

—Lo siento, Jyushimatsu, pensé que lo encontrarías en la mañana…antes de que pasara el camión de basura.

— ¿Eh? ¿Encontrar? ¿Hablas de mi bate?

No se atrevió a mirarle a los ojos, no cuando le estaba mintiendo. Aunque era hipócrita de su parte siendo que no había hecho más que mentir una y otra vez, pero eso no quería decir que le agradara hacerlo. Volteó de nuevo a ver al quinto hermano esperando encontrar una expresión furiosa, en su lugar los ojos de Jyushimatsu se humedecieron y Osomatsu sintió el pinchazo de culpa ir directo a su corazón.

—Pero aún podemos ir por él, ¿no, Osomatsu-niisan? Si corro rápido lo alcanzaré…

Eso resquebrajó su interior sintiéndose conmovido y dolido. Había perdido la posesión más preciada de su hermanito. Negó con la cabeza, esperando que así Jyushimatsu renunciará la idea de seguir al camión. De nada serviría, pues para empezar no tenía ni la menor idea de dónde podría estar. No obstante, Jyushimatsu no tenía porque saber éste último detalle.

—No lo creo, Jyushimatsu. Una vez que entra en el camión es aplastado junto con la demás cosas...

Ahí iba, una mentira más. Jyushimatsu se quedó en silencio, probablemente procesando la situación. Tal vez no le quedaban muchas opciones, pero quizá Jyushimatsu aceptaría un bate nuevo como compensación. Además, no quería mostrar que en realidad estaba afectado por ello, por lo que fingió indiferencia.

—Bueno, supongo que podemos comprar otro.

Ahora tenía más razones para enfrentar a Akumatsu. Todo esto no había he hoy más que empeorar. Por ahora solo le quedaba regresar a casa y buscar al responsable después, aún si quería salir esa misma noche a buscar, no podía, pues atraería preguntas de los demás. Comenzó a emprender el camino de regreso, pero Jyushimatsu no se movió ni un centímetro.

—Jyushimatsu, es hora de irnos. No hay nada que podamos hacer—dijo recogiendo el paraguas que Jyushimatsu traía para luego intentar cubrirlos a ambos, poco importaba pues yacían completamente empapados. 

— ¡No, Osomatsu- niisan ! ¡Iré tras el! ¡Podemos alcanzarlo!

Cada intento de su hermano menor le dolía más que él anterior. Se veía tan destrozado por haber perdido algo con un gran valor sentimental y él era el culpable de ello. Sin embargo, no podía simplemente dejarlo ir a buscar en vano, sabía que no estaba en la basura pero que Jyushimatsu sería capaz. Fue entonces que hizo uso de su autoridad como el mayor.

— ¡Basta, Jyushimatsu!—exclamó yendo tan lejos como para detenerlo del suéter. 

—Pero…

—Nada de peros, lo siento, sí. Te compraré otro si eso es lo que quieres—siguió intentando con la idea de reemplazarlo, pero para Jyushimatsu esa no era una solución.

— ¡No quiero!

—Jyushimatsu no solo podemos seguir aquí bajo la lluvia por un estúpido bate de beis-

Lo que Osomatsu esperaba llegó en ese momento, cuando Jyushimatsu decidió golpearlo. En realidad, no se molestó con eso, sino que lo recibió sin regresar el golpe inmediatamente. Solamente se quedó ahí, estático, mientras Jyushimatsu le gritaba con su rostro lleno de lágrimas y sin ni una sonrisa. Una expresión que él conocía mejor que nadie, el dolor de una pérdida muy importante.

— ¡No digas que es estúpido!

Tal vez había exagerado al llamar así a algo tan importante como lo era el bate para su hermano, pero honestamente, no es como si su cerebro pensara mucho. Había veces en las que incluso dolía pensar. 

Se quedó unos minutos más bajo la lluvia. Maldita sea, maldito Akumatsu, maldito el destino. Todo se había hecho pedazos desde la primera muerte de sus hermanos. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué les pasaba eso a ellos? Claro quizá eran una mierda de personas según la escala de la sociedad, pero no significaba que fueran unos criminales que mereciera tal karma. Y dolía, dolía ver a sus hermanos sufrir por su culpa. Se suponía que todo iba a mejorar, porque mejoraría el futuro, ¿cierto? Si por esa razón había aceptado el trato, ya que el futuro de sus hermanos sería mejor. 

Entonces, ¿todos ellos estaban en es ciclo? ¿O sólo era él? ¿Qué pasaba después de la muerte de Ichimatsu? Sabía que él volvería a repetir todo el proceso, pero, ¿y sus hermanos también estaban atrapados como él? Ahora más que nada iba a buscar respuestas aún si tuviera que hacer alguna clase de ritual satánico para invocar a ese par de bastardos. 

Volvió a tomar el paraguas que momentos antes había tirado al piso después del golpe he le propinó Jyushimatsu y caminó cabizbajo de regreso a casa, mientras su cerebro máquina un plan para comenzar la búsqueda. Tal vez el tiempo que había desde el callejón a la casa no era suficiente para pensar profundamente, pero al menos le sirvió la caminata para relajarse. 

Entró en la casa, observando los zapatos y notó de inmediato que faltaba un par. Los de Jyushimatsu para ser más específicos. Le preocupó que hubiera salido corriendo a algún otro lado, sin embargo, cuando miro al suelo se dio cuenta de los charcos de agua y el rastro de lodo en el piso, lo que lo hizo asumir que Jyushimatsu se encontraba dentro.

Se dirigió al baño y una vez adentro escuchó el claro quejido de Choromatsu.

—¡¿Quién hizo esto?!

Osomatsu quiso defender al quinto hermano, pero sabía que Jyushimatsu estaba molesto, por lo que no sería buena idea jugar con su suerte y simplemente esperaría que las cosas fluyeran. Siempre era lo mismo, sólo dejaba que todo pasará acorde a lo establecido. Y si ésta vez Jyushimatsu debía ser regañado así sería, pues lo que debía mantener era el flujo del tiempo y los hechos. 

Le gustaba pensar que los ciclos eran como una maquinaria y sus acciones del día eran los engranajes. Una vez que había tomado una decisión todo los demás se vería influenciado por ésta. 

Para cuándo salió sus hermanos ya estaban cenando y charlando. Excepto Jyushimatsu quien permaneció callado, algo totalmente anómalo en él. El resto de los hermanos no hizo un comentario, eso hasta que Karamatsu se atrevió a ser el primero. 

— ¿Está todo bien, my little Jyushimatsu?

Osomatsu evitó inmutarse por la pregunta y continuó comiendo con normalidad, yendo tan lejos como para servirse otra porción extra de arroz. Por supuesto que Karamatsu seguiría insistiendo, aún si era con la mirada. Además tenía el apoyo de los otros; todos viendo fijamente al quinto hermano. 

—Claro que si Karamatsu- niisan —asintió alegremente. Y Osomatsu recordó que esa era la misma expresión que le dijo cuando Choromatsu murió aquella primera vez. Como si el quinto hermano estuviera roto por dentro, pero se las arreglará para aparentar ser feliz.

“Habían pasado solo dos días, pero se habían sentido como una eternidad. Siendo algo reciente no sería fácil olvidarlo. Mucho menos para Osomatsu, quien había perdido a sus hermanos. Todos sabían que el más frágil no era Ichimatsu con sus inseguridades y su soledad, ni siquiera la fingida indiferencia que Todomatsu solía fingir. Sino que era Osomatsu, quien egoístamente había levantado muros, había creado una máscara propia y un mundo que controlar. Todo siempre yendo acorde a cómo debería ser. Excepto que esta vez no hubo nada que pudiera ser. Y por eso yacía ahí recostado en el sofá observando al techo desde hace horas. No sé sentía con ánimo de hacer algo, ni siquiera salir de la casa o ver a los demás. Se sentía como si les hubiese fallado.

—¡Sonríe Osomatsu-niisan!—. Jyushimatsu apareció de la nada sobre su vista, siendo los ojos lo único que pudo notar—. ¡Aquí hay algunas peras que mamá trajo!—. Seguido de esto Jyushimatsu salió y casi de inmediato volvió a entrar a la habitación, pero ésta vez tenía un plato lleno de fruta en sus manos y una gran sonrisa.

Osomatsu devolvió el gesto, a sabiendas que era la forma en que su familia se preocupaba por él”. 

Termino con su porción para la cena, pero se quedó unos minutos más analizando la situación. ¿Jyushimatsu les diría la verdad? 

— ¿Estás seguro? Porque podría…

—Ash, ¿podrían guardar silencio? Debo grabar este video saludo.

— ¡Estoy perfectamente bien homerun ! Muscle, muscle! Hustle, hustle! —Jyushimatsu comenzó a moverse por toda la habitación alegremente.

— ¡Jyushimatsu-niisan!—regañó Todomatsu con El celular en mano.

Pero en lugar de que el nombrado se calmará este salto sobre Todomatsu gritando una de las palabras que su hermanito decía mucho.

— ¡ Selfie !

Osomatsu no pudo evitar sonreír enternecido ante la escena de sus hermanos, justo como en los viejos tiempos. Disfruto de los momentos de paz unos instantes más antes de levantarse.

—Iré a dormir, estoy agotado—dijo a los levantándose de la mesa y caminando hacia la salida. Aquello no era mentira, aún si pudo controlarse ante sus hermanos por un par de horas, ahora que estaba lejos de su vista podía ver con claridad que su cuerpo temblaba. Sus músculos estaban tensos y dar un paso era como caminar con plomo en los pies. Aún si no era tan doloroso como lo era en sus sueños, aún seguía siendo una molestia palpable.

Guardó todo quejido para sí mismo mientras se arreglaba para dormir, ya que si alguno de ellos llegaba escucharlo iban a empezar a interrogarlo. Mientras tanto su mente se enfocó de nuevo en Akumatsu y en encontrar una manera de que le explicará que estaba pasando. Aunque, sinceramente, su mente estaba en blanco. Tal vez después. Y con ese pensamiento se recostó en el futón.

Por el momento no podía hacer más que voluntariamente resignarse.