Chapter Text
—Hombre, ¿de dónde sacas toda esa energía? ¡Eres increíble! – Exagera Tokitatsu. Aunque sí hay algo que le asombra y es que, aunque él ni el cabello se dignó a arreglarse, Akari ya estaba impecablemente vestido, como de costumbre. Mientras tanto, el rubio cenizo todavía luchaba para ponerse descuidadamente la camisa y el pantalón.
—No es de tu incumbencia. – Al haber ya obtenido lo que fue a buscar, lo que menos deseaba Akari era fingir amabilidad o paciencia.
—¡Claro que me incumbe! Ya no estoy para estos rodeos, ¿sabes?
—¿Siempre has sido tan débil? ¿Cómo es que llegaste a tan alto puesto si no puedes soportar una simpleza así?
Su mirada, filosa, provocó que al contrario se le erizaran los vellos de la nuca.
—Ah, cierto que tu trabajo es estar todo el día detrás de un escritorio. Supongo que cualquier cosa es “mucha acción” si lo comparas a eso.
¡Auch! Por despistado y desmemoriado, ya hasta se había olvidado de que Akari se ponía mucho más agresivo luego del sexo…
Qué tonto error, no había tenido tiempo de preparar su corazón, ahora no resistiría sus agresiones e insultos.
—Oww, ¡vaa~mooos! Si recién estabas siendo tan lindo mientras me monta--
—Cierra la maldita boca a menos que quieras que esas sean tus últimas palabras.
Sin poder evitarlo, sonrió, con un ápice de maldad brillando en sus ojos.
—No lo sé. Cuando te pregunten cuál fue mi última declaración, ¿serás capaz de decir la verdad, Doctor Akari?
Al ver la expresión que ahora sostenía el afamado Dr., Tokitatsu pudo entender por qué a su hermanito le gustaba tanto molestar al hombre.
Ignorando la mortífera mirada que le era dirigida, se le acercó y besó su rosáceo cabello. Era tan arriesgado como meter la mano dentro de la boca de un león, pero, conociéndolo, sabía que más que estallar en cólera como lo haría con ciertos capitanes, acumularía la ira para terminar sacándola en la cama, haciéndole pasar esos momentos inolvidables que tanto disfruta el Comandante.
Akari no hizo más que alejarse de él mientras chasqueaba la lengua con molestia. Odiaba esos atrevimientos que Tokitatsu se tomaba, y odiaba la risita despreocupada que soltaba cada vez que lo rechazaba.
—¿Cuándo vendrás de nuevo? Podría prepararte una sorpresa.
—Preferiría que no te tomes tales molestias, y regresaré cuando lo crea necesario.
—Hmm. Pero no tengo tanto tiempo libre como tú crees. Debes avisar antes de venir, así sé que debo hacerte un espacio en mi agenda…
—Tienes razón, fue mi error. En ese caso, supongo que la próxima vez tendré que recurrir a alguien más. Preferentemente, alguien que no se queje por cada pequeño detalle y que pueda aguantar más de dos rondas.
—¡Wow! Esa lengua tuya no sólo sirve para darme buenos ratos, ¿verdad, Akari-chan? – el cenizo rió, despreocupado, su semblante rejuvenecido gracias a la tarde que pasaron juntos. —Está bien, está bien. Puedes venir sin avisar, yo soy todo el regalo que necesitas, después de todo.
A pesar de la irritación que recorría cada parte del cuerpo del doctor, las palabras soltadas por Tokitatsu le dieron ganas de reír. Cosa que, obviamente, no hizo. Terminó por exteriorizar aquella sensación en forma de un tic en una de sus cejas, cosa que sólo provocó la sonrisa ajena.
—… Me retiro.
No tenía tiempo ni ganas de aguantarlo. Por eso mismo, se despidió sin intenciones de mirar al contrario o hacer una reverencia, siquiera. No era necesario, al menos no para Akari, pero Tokitatsu era una entidad completamente ajena a él y no pudo evitar que este, estúpidamente, saliera a perseguirlo en busca de un “abrazo”, según gritaba con exagerado desespero.
Aún los separaban unos metros de distancia cuando se cruzaron a alguien peculiar. Alguien que ambos conocían pero que, por lo menos Akari, no esperaba ver.
—Oh. ¿Akari-san? Es inusual verlo por aquí. ¿Surgió algún inconveniente del cual aún no estoy enterado?
La rosácea mirada del doctor, aún helada, se posó en el recién llegado sólo por un segundo. No iba a detener su paso, por lo cual le respondió con un “no” al encontrarse lo suficientemente cerca de él.
No estaba de humor para responder más que eso. Al menos, no cuando se trataba de Hirato.
Las miradas de ambos hermanos, extrañamente sincronizadas, siguieron la figura del doctor hasta que esta desapareció momentos después, dejándolos ahora solos, dando comienzo a una matanza o un interrogatorio, aún no se sabía.
—Hey, hermanito. Llegaste antes. Podrías haberme avisado. – Su usual tono alegre y despreocupado irritó inmediatamente al Capitán de Circus, quien lo observó con la distancia propia del que no quiere aceptar su parentesco.
—Ya le he dicho que no me llame de esa manera, Comandante. E intenté comunicarme con usted, pero su asistente me dijo que se encontraba ocupado y que, de momento, no podía atender llamadas. ¿Ocupado haciendo qué, exactamente? Si es que se puede saber.
—Ehh~ ¿quién sabe? – se desligó del asunto haciéndose el tonto, y Hirato estaba listo para suspirar en cualquier momento. —Vamos, no seas tan amargado. Y no me llames “Comandante”, ¡al menos utiliza mi nombre!
—¿Puedo tomarme el atrevimiento de preguntar qué asuntos tenía Akari-san aquí? – Lo ignoró descaradamente.
—Nada importante. Sólo vino de visita.
—¿Desde cuándo son tan cercanos? Hasta donde tengo entendido, él nunca “pierde su tiempo” visitando gente. Incluso se queja cuando vamos a llevarle reportes importantes, así que, vuelvo a preguntar, ¿tenía algún tipo de asunto aquí?
—Ja, ja. Vaya que eres perspicaz, como es de esperarse de mi propia sangre.
Antes de que Hirato le pidiera, en una especie de ruego agresivo, que parara la habladuría, su hermano mayor habló de nuevo.
—Creo que sabes qué vino a hacer. ¿O no lo puedes adivinar con sólo verme? Puedes entrar a la habitación, si necesitas más pruebas.
—No. Con la información que me estás dando, ya es más que suficiente.
Estresante como resultaba, Hirato jamás iba a entender el por qué de la relación que ambos superiores mantenían. ¿Realmente Akari tenía un gusto tan malo a la hora de escoger pareja? Quizá era un comentario cruel, siendo que hablaba de su propio hermano…, pero este a menudo le hacía perder la paciencia a cualquiera, y ni él ni Akari se salvaban. Entonces, ¿cómo entender la naturaleza de sus encuentros privados?
—Bueno, puedo darte toda la que desees, en realidad. Sé que te gusta desde que eras su estudiante.
—No sé de qué hablas. Sin embargo, si ese fuera el caso, ¿por qué no permites que sea yo quien se encargue de él?
—¿“Por qué”, dices? Bueno… Tal vez porque no sé qué le podría enseñar mi hermanito a su maestro. – dice Tokitatsu poco afectado, encogiéndose de hombros. —Quizá por eso acude a mí. Después de todo, soy mayor que él.
—Sólo por unos pocos años.
—Igual cuenta. – rió, con cierta burla, según la interpretación de Hirato.
—… Espera, ¿dijiste que es él quien acude a ti?
—Ups, creo que hablé demasiado. Akari va a matarme después de esto. – su expresión, totalmente despreocupada al momento en que se rascaba la nuca, desencajaba totalmente con lo que afirmaba que le pasaría.
—Siendo honesto, me sorprende.
—¿Hm? No tengo nada especial, Hirato-chan. No es como si a Akari le interesaran cosas como los sentimientos… Aunque, por otro lado, sí que le gusta sentir todo. – Haciendo evidente lo descarado de su declaración, mira a su hermanito con una expresión sugestiva. A pesar de que Hirato, usualmente, mostrara esa característica sonrisa fingida suya, esta vez el desagrado era en verdad notorio.
Hirato no tenía nada que acotar. Y lo peor es que, en algún momento de la conversación, sus modales fueron dejados de lado y comenzó a tutear a Tokitatsu, siendo que era él quien siempre decía que debían conservar una relación formal, solo de negocios.
Tokitatsu a veces lo hacía bajar la guardia sin que él mismo lo notara.
El Comandante, al captar que no recibiría respuesta, habló de nuevo, tratando de tranquilizar el ego ajeno. —Probablemente sólo no le gustan los niños.
—No hables como si yo fuese uno.
—Lo eres a sus ojos.
A estas alturas, mantener la compostura era un trabajo bastante difícil para Hirato. Aquel hombre siempre se las ingeniaba para agotar la paciencia de todos, en especial la suya.
—¿Podemos pasar a lo importante, por favor? No recuerdo haber venido aquí sólo para hablar de tu relación con Akari-san.
—¿No lo hiciste? – lo fastidia burlón. —Bien, bien. Lo que digas. Empecemos con el trabajo, entonces, hermanito.
…
No es que Hirato sintiera celos, envidia, o algo que se le pareciera. O quizá es su orgullo el que le impide aceptar que, de hecho, así es. Que él desea todo lo que su hermano mayor posee, estando Akari entre esas cosas.
No quería una relación amorosa con el Doctor. Sólo poder disfrutar de sus jadeos y embestidas violentas. Podría entregarse a él sin siquiera dudarlo o, por el contrario, también podría disfrutar el hecho de que fuese Akari-san quien le entregara su cuerpo.
Esos detalles daban igual. Sólo quería que inclinara su cabeza frente a él. Que la vergüenza tiñera sus mejillas al finalizar con aquel tipo de encuentro. Poder tener una razón más para fastidiarlo. ¿Era mucho pedir algo como eso? Al parecer, sí, pero no estaba en los planes de Hirato el rendirse.
Evidentemente, el doctor de la Torre de Investigación tiene debilidad por el apellido que Hirato porta, mas nadie conoce. Si su hermano es amante de Akari, ¿por qué no hay lugar para él también?
Lo logrará. Tomaría la oportunidad sin dudarlo cuando ésta se le presente. Arrebatará a Akari de los brazos de Tokitatsu, sin importar las infantiles (o serias) quejas de su hermano después.
Hirato era el único digno de adueñarse del cuerpo y tiempo del estoico Doctor.
¿Un pensamiento ególatra? Probablemente. Pero era uno que se encargaría de hacer realidad, incluso si Akari no estaba de acuerdo con esto o, siquiera, enterado de su silencioso plan.