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Language:
Español
Stats:
Published:
2016-11-07
Completed:
2016-12-06
Words:
2,987
Chapters:
3/3
Comments:
9
Kudos:
156
Bookmarks:
5
Hits:
1,436

Y entonces...

Chapter 3

Notes:

Por fin aquí está el tercer y último capítulo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

"Tengo que hablar contigo, por favor ven a la oficina en cuanto puedas", es el primer mensaje que ha recibido de su parte desde que comenzó a trabajar para él.

Su corazón se aceleró cuando su teléfono móvil vibró en el bolsillo de su pantalón y cuando vio el remitente casi se atragantó, sus compañeros le miraron curiosos y le preguntaron si estaba bien, ante su falta de respuesta le fastidiaron un poco queriendo espiar lo que sea que estuviera en su móvil.

Pudo haber leído el mensaje en la pantalla de su celular unas diez veces pero seguía sin creerlo.

No estaba listo -aunque no sabía para qué-, apenas había pasado un día y no había reflexionado sobre sus sentimientos ni un poco. Necesitaba tiempo, eso era lo que necesitaba. Había aguantado una semana pero ya no podía más. El ambiente en la oficina se había vuelto insoportable por culpa suya. Estar cerca de él le ponía nervioso, no intercambiaba más palabras de las necesarias porque la voz le temblaba, ni siquiera podía mirarlo porque tenía miedo de que viera en sus ojos lo que quería ocultar.

Le sorprendía que el mayor no le hubiera preguntado si pasaba algo, en especial por la notoria actitud que tenía con él. Cuando había un cliente en la oficina con ellos pretendía enfocarse en el problema en cuestión sin embargo terminaba dirigiendo su oscura mirada al azabache de manera inconsciente, no podía evitarlo, estaba tan atraído a él. Sabía que si se quedaba a solas con él haría algo estúpido e intentaba hacer todo lo posible por mirarlo lo menos posible.

Leyó el mensaje otra vez, jugó con el cigarro en sus dedos y le dio una calada, estaba ansioso. ¿De qué quería hablar? Sinceramente preferiría que fuera un asunto sobre su posible despido, él no tenía poderes psíquicos, era un chico normal de secundaria que no debía meter la nariz en asuntos sobrenaturales y quizá simplemente estaba estorbando su trabajo, tal vez no le necesitaba... Le desagradaba la idea de necesitarlo más de lo que él lo necesitaba pero podría entender eso y realmente deseaba que así fuera. Pero y ¿si se había dado cuenta? No podía ser tan ingenuo como para no percatarse a estas alturas, el tal Hanazawa le descubrió en ese breve instante.

¿Debería ir después de clases?

Soltó el humo del tabaco y lo vio esparcirse por el cielo, no debería estar en la azotea de la escuela y mucho menos fumando pero lo único que quiere es retrasar lo inevitable. Escuchó el timbre del fin del descanso y se saltó el resto de las clases.

La saliva le hizo un nudo en la garganta y con dificultad pudo enfocar el anuncio en el edificio; respiraba agitadamente, por alguna razón había corrido hasta la oficina, el aliento le faltaba y el fumar sólo lo empeoraba. Esperó hasta que su respiración se normalizara y entró para tomar el ascensor.

Cuando bajó del elevador empezó a arrepentirse sin embargo ya había golpeado la puerta en espera de una respuesta desde el interior de la oficina. Agarró el pomo y lo giró con torpeza.

-Con... permiso. -Pasó por el pequeño recibidor, volteó a su lado izquierdo y vio al más alto sentado detrás del escritorio.

-¡Reigen-kun!

Su corazón dio un vuelco, tal vez fue su imaginación pero le pareció que el rostro ajeno se iluminó cuando sus miradas se encontraron.

-Tengo que hablar contigo... -Le dijo al tiempo en que le hacía señas para que se sentara en la pequeña sala. -¿Quieres algo de beber? -Le ofreció y aceptó una taza de té.

Quedó uno frente al otro con la mesa para el café entre ellos. Prácticamente estaba tieso, sus manos sobre sus rodillas y su espalda recta, se sentía como cuando sus padres le daban un sermón, hizo lo posible por mantener la mirada abajo, tenía miedo de lo que pudiera ver en él. Las manos le estaban sudando así como la parte de atrás de su cuello. Ahora que lo notaba ni siquiera se molestó en deshacerse del olor a tabaco, por la prisa o por los nervios, no lo sabía y en realidad no importaba, le preocupaba más el hecho de que el de ojos brunos no sabía que fumara; aún podía saborear la nicotina impregnada en sus dientes.

-Reigen-kun, verás...-empezó a decir; la voz del mayor tenía un tono más bajo de lo usual, sonando más grave, y apenas pudo controlar sus ganas de mirarlo. -los últimos días... me disculpo si ha sido incómodo para ti...

¿Qué? No, el que debía pedir disculpas era él pero era incapaz de decir algo y en la boca cató de nuevo el tabaco, turbio y agrio.

-No me percaté, hasta hace poco...

Comenzó a escucharlo lejos, el gusto del cigarro le estaba molestando al tiempo en que la boca se le secaba; miró la taza de té frente a él, sobre la mesa de pino, y pensó en beber un poco. Estiró la mano para agarrar la taza pero se vio interrumpido por la mano del azabache que le tomó con delicadeza.

-Reigen-kun, -Es la tercera vez que le llama, y quiere que siga haciéndolo.

Alzó la vista, sorprendido por el repentino tacto, su mirada le sofocó y le erizó la piel. Era ridículo, no le había visto por un día y estaba demasiado anhelante, ¿qué se supone que haría si dejaba de trabajar para él?

-Lo que quiero decir... -Dejó de escucharlo y miró con avidez los labios del mayor moverse, se sintió sediento y le pareció un sueño...

¿Cómo sería tocar sus labios?

Inesperadamente los estaba besando y apenas era consciente de lo que estaba haciendo, se separó de él y aunque el rostro ajeno estaba bastante cerca no reaccionó hasta que volvió a escuchar al pelinegro.

-...es precisamente eso. -Le dijo con calma.

Al principio no lo entendió y súbitamente se le subieron los colores a la cara cuando cayó en cuenta de que no era un sueño, estaba hincado encima de la mesa, apoyado del agarre que mantenía Kageyama en su mano y de la rodilla derecha de éste. Su mente se quedó en blanco, ya ni siquiera le consternaba el que trajera el tabaco impregnado, ¿qué acaba de hacer?

El esper sonrió un poco y acortó la distancia entre ellos hasta que sus alientos se mezclaron, -¿Puedo besarte? -murmuró y el corazón de Reigen brincó de su pecho a la garganta. El palpitar retumbó en sus oídos, susurró quedo una respuesta y el mayor le besó de nuevo.

Notes:

Prácticamente morí durante el fin de semana así que no pude terminarlo sino hasta ahora.

Gracias por el apoyo~