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Susurros de sombra y sangre

Chapter 7: cap 6

Summary:

un dia de playa y sorpresas

Notes:

es el cap que mas cambios les e lecho aunque creo que son sutiles.

Chapter Text

CUENTOS DE MIEDO

 

No tenía muchas ganas de despertarme el viernes. Por supuesto todos estaban comentando sobre desmayos de ayer. Dan parecía disfrutar especialmente de esa historia. Afortunadamente, Matt había mantenido la boca cerrada y nadie parecía saber sobre que Andrew me secuestro y nunca fui a la enfermería. Sin embargo, tenía muchas preguntas sobre el almuerzo.

–Entonces, ¿qué quería el monstruo ayer? – preguntó Allison en Trigonometría.

–No lo sé– respondí concentrado en la práctica. –Él nunca fue realmente al grano.

–Parecías un poco ansioso.

 –¿Así? –Mantuve mi expresión en blanco.

–Sabes, nunca antes lo había visto sentarse con nadie más que su familia. Eso fue raro."

–Raro– estuve de acuerdo.

Parecía decepcionada; ella golpeaba la mesa con su uña enfáticamente, supuse que había estado esperando escuchar algo emocionante.

La peor parte del viernes fue que, aunque sabía que no iba a estar allí, todavía tenía esperanzas. Cuando entré a la cafetería con Renee y Matt no pude evitar mirar su mesa, donde Nicky, Aaron y Erik estaban sentados hablando.

 En mi mesa habitual, todos estaban llenos de nuestros planes para el día siguiente. Matt esta tan animado como siempre, poniendo mucha confianza en el meteorólogo local que prometió sol mañana. Tendría que ver eso antes de creerlo. Pero hacía más calor hoy, casi sesenta. Tal vez la salida no sería completamente miserable.

Intercepté algunas miradas hostiles de una chica con cabello rubio plateado que no conocía, lo cual no entendí de donde salió, la había visto una vez perdida, no siempre se sentaba con nosotros.

La vi acercarse a Seth para murmullare algo.

–No sé por qué Neil -sonrió con desprecio al pronunciar mi nombre– no se sienta con los monstruos de ahora en adelante, claramente encaja mejor haya, es un fenómeno igual que ellos.

Hasta ese momento no me había percatado de la voz tan nasal y estridente que tenía, y me sorprendió la malicia que destilaba. En realidad, no la conocía muy bien; sin duda, no lo suficiente para que me detestara…, o eso había pensado.

–Es nuestro amigo, se sienta con nosotros -le replicó en susurros Seth, con lealtad –¿en cambió que haces tu aquí? –dijo con agresividad mientras se alejaba de ella y se acercaba más a mí.

Durante la cena de aquella noche, Stuart parecía entusiasmado por mi viaje a La Push del día siguiente. Sospecho que se sentía culpable por dejarme solo los fines de semana y no poder entrenar conmigo, pero no lo culpaba de eso, sabemos muy bien como es su trabajo.

–Tío, ¿conoces un lugar llamado Goat Rocks o algo así? —pregunté casualmente.

–¿Sí, por qué?

 Me encogí de hombros.

 –Escuche que estaban hablando de acampar allí.

–No es un muy buen lugar para acampar. –Parecía sorprendido. –Demasiados osos. La mayoría de la gente va allí durante la temporada de caza, a menos que fueran a dejar un cadáver.

–Oh. –murmuré. –Tal vez me equivoqué de nombre, dudo que alguien de aquí hiciera algo que nosotros haríamos.

Después de cenar subí a mi habitación y por primera vez le escribe a ese bipolar.

 


“¿No te has muerto? Y yo creí que el que

traía problemas como un imán era yo”

“Tristemente para ti conejo aun

No me muerto y porque dices eso?”

Me contaron que a donde estas es

Un lugar donde se casan osos,

ya te comió alguno?

Bueno si te respondí es porque aún no


 

Dejé mi celular a un lado, me dormí, no sé en que momento, pero si sabía que quería dormir hasta tarda, pero la luz me despertó. Abrí los ojos para ver una luz amarilla clara que entraba por mi ventana. No podía creerlo. Me apresuré a la ventana para comprobar, y efectivamente, allí estaba el sol. Estaba en el lugar equivocado del cielo, demasiado bajo, y no parecía estar tan cerca como debería, pero definitivamente era el sol.

Aun me sorprende que aquí salga el sol, aunque sea una vez cada muerte de obispo.

La tienda de artículos deportivos olímpicos de Newton se situaba al extremo norte del pueblo. La había visto con antes, pero nunca me había detenido allí al no necesitar nada de la tienda. En el parqueo reconocí la camioneta de Matt y la furgoneta que casi me mata de Tyler. Vi al grupo alrededor de los autos mientras aparcaba junto a ellos. Seth estaba allí en compañía de otros dos chicos con los que compartía clases; estaba casi segura de que se llamaban Ben y Conner. Allison también estaba, hablando con Dan, Renee y Lauren. Las acompañaban otras tres chicas, hubiera preferido que solo hubiera sigo el grupo de los zorros, pero bueno.  Una de las chicas me dirigió una mirada asesina cuando bajé del coche, y le susurró algo a Lauren, que se sacudió la dorada melena y me miró con desdén.

A veces me sorprende lo mucho que logro desesperar a las personas solo con mi presencia.

Por lo menos los zorros parecen felices de verme.

 –¡Si viniste! – gritó Matt emocionado-. ¿No te dije que hoy iba a ser un día soleado?

–Y yo te dije que iba a venir. -le recordé.

–Sólo nos queda esperar a Lee y a Samantha, a menos que tú hayas invitado a alguien -agregó.

–No.

–¿Montarás en mi coche? Es eso o la mini furgoneta de la madre de Lee o ir con Tyler.

–Claro.

Sonrió. ¡Qué fácil era hacer feliz a Matt!

–Podrás sentarte junto a la ventanilla -me prometió. Es curioso ver como dan pide ir al centro, pegada a él, ¿Serán celos?

–Prefiero ir en el cajón la verdad, no me gusta los espacios muy cerrados.

Renee se ofreció a ir conmigo atrás, Allison y Seth irían con Lee y los demás con Tyler.

El viaje entre La Push y Forks había menos de veinticinco kilómetros de densos y hermosos bosques verdes que bordeaban la carretera. Sabía que por aquí estaba la reserva de la tribu Quillayute, pero nada más. Agradecí ir atrás podía ver todo mientras Renee me daba espacio o me comentaba algo sobre el viaje.

Es la primera vez que venía a la Push y debo de ser que es impresionante no se parecía a las de california o las de florida, el agua, de un tono gris oscuro, mantenía su aspecto sombrío incluso cuando era iluminada por el sol. Las olas, coronadas con espuma blanca, se balanceaban con pesadez hacia la orilla rocosa de color gris. En el horizonte, las islas escarpadas se alzaban con imponentes acantilados, cuyas alturas desiguales estaban adornadas con esbeltos abetos que se elevaban austeros hacia el cielo.

La playa ofrecía apenas una estrecha franja de arena junto al agua, detrás de la cual se extendía un vasto campo de piedras grandes y pulidas. Desde lejos, estas rocas parecían uniformemente grises, pero al observarlas de cerca revelaban una rica variedad de tonalidades: terracota, verdemar, lavanda, azul grisáceo y un discreto dorado mate. La línea de la marea estaba cubierta de troncos blanqueados por la sal del mar, restos de árboles que las olas habían arrastrado hasta la costa.

Un viento intenso, fresco y salado, llegaba desde las olas. Los pelícanos se balanceaban sobre el agua, mientras gaviotas y una majestuosa águila solitaria volaban por encima de ellos. Las nubes seguían rodeando el horizonte, amenazando con cubrir el cielo en cualquier momento, pero por ahora el sol resplandecía con determinación, rodeado por un halo de azul celeste.

–Sabes –me volvió a la realidad Renee, haciéndome mirarla otra vez y no a la playa– que puedes preguntarme mi pasado. 

Eso me había tomado por sorpresa, no esperaba que me digiera eso.

–¿Así de fácil?

La desgraciada asintió con la cabeza, y entonces lo soltó: No pude evitarlo... lo hice. Aunque ya conocía parte de su historia por la versión resumida que me contó mi tío, escucharla de sus propios labios fue completamente diferente, mucho más íntimo, mucho más crudo. Me habló de las casas de acogida donde creció, de cómo la soledad y el rechazo la hicieron odiar al mundo entero. Me contó cómo terminó en la pandilla, cómo esa vida la llevó a tomar decisiones que todavía la atormentaban. Y luego, cómo todo cambió cuando conoció a su madre adoptiva y, según ella, a Dios. Esa parte, la de su transformación, tenía algo casi sagrado en la forma en que lo decía, como si hubiera encontrado una luz en medio de todo el desastre. Pero también era un recordatorio de lo lejos que había estado de esa luz, de lo oscuro que fue el camino que la trajo hasta aquí.

Decidimos seguir por un sendero que llevaba a la playa. Matt nos guió hasta un círculo formado por troncos que la marea había arrastrado a la costa. Era evidente que aquel lugar ya había sido usado para campamentos similares al nuestro. En el centro, aún se distinguía el contorno de una fogata, con restos de ceniza negra. Seth y, si no me equivocaba, Ben comenzaron a recoger ramas secas de los montones apilados al borde del bosque. No tardaron en construir una hoguera en forma de tipi sobre los antiguos rescoldos.

—¿Alguna vez has visto cómo arde una fogata hecha de madera varada en la playa? —preguntó Matt con una sonrisa curiosa.

Estaba sentada en un tronco blanqueado por la sal y el sol, mientras, a unos metros, las demás Dan, Allison y Renee se acercaban. Matt, arrodillado junto a la hoguera, encendió una pequeña rama con su mechero y la sostuvo un instante, dejando que el fuego cobrara vida.

—No, nunca lo he visto —admití mientras él arrojaba cuidadosamente la rama encendida al tipi de madera.

—Entonces, te va a encantar... Mira los colores —dijo, señalando las llamas que comenzaban a bailar, transformando el gris apagado de los troncos en un espectáculo vibrante de tonos naranjas, azules y verdes.

—Mierda, es increíble.

–Es a causa de la sal. Precioso, ¿verdad?

Encendió otra más y la colocó allí donde el fuego y luego vino a sentarse a mi lado. Afortunadamente, Dan estaba del otro lado. Se volvió hacia él y reclamó su atención tomando sus manos, él se la dio con mucho entusiasmo junto a un suave beso en sus labios. Observé las extrañas llamas azules y verdes crepitar hacia el cielo.

Conforme la conversación avanzaba, se volvía más fluida, llena de chistes malos y risas espontáneas que rompían cualquier silencio incómodo. Pero a pesar de eso, no podía deshacerme de la sensación de estar abrumado. Había tantas personas a mi alrededor, la mayoría siendo amistosas (excepto Lauren, claro), y aun así, la picazón bajo mi piel era incesante.

Mi pie rebotaba sin control contra la escasa arena, un movimiento que no lograba liberar la tensión acumulada en mi cuerpo. Todo en mí estaba en alerta, como si algo terrible estuviera a punto de suceder. Una parte irracional de mi mente no dejaba de imaginar que alguien podía aparecer de repente desde el bosque, acechándome, cazándome. La sensación de vulnerabilidad era tan sofocante como el aire salado que llenaba mis pulmones.

Justo cuando estaba a punto de encender mi tercer cigarro, dejando que el aroma del lugar —una mezcla peculiar de tabaco, menta y la salinidad del mar— llenara mis sentidos, escuché la voz inconfundible de Lauren.

—Esto apesta —se quejó, con ese tono irritante que parecía reservado para cada ocasión.

Miré de reojo, pero los demás zorros no le prestaron atención. Seguían a lo suyo, como si las palabras de Lauren se desvanecieran en el aire salado. Las chicas que estaban con ella, en cambio, se apresuraron a secundarla, arrugando la nariz y murmurando comentarios sobre lo desagradable que era el olor.

—Si tanto te incomoda porque no te largas. —le respondió Allison al ver que no dejaba de quejarse una y otra vez del olor.

Como una solución los chicos (por no decir que fue Seth) fue que fuéramos a caminar por la playa buscando las pozas que se forman durante la bajamar y aunque podría ser interesante no sabría que esperar, pero seguro que es mucho mejor que escuchar las quejas de esa mujer.

Así que, aunque mi respuesta fue un "sí" un tanto vacilante, no me molestaba la idea de escapar un rato del grupo y de la incomodidad que empezaba a volverse insoportable. Si al menos lograba distraerme un poco, valdría la pena.

La caminata no fue demasiado larga, aunque me resultaba difícil dejar de ver el cielo detrás de los árboles. La luz verde del bosque contrastaba de manera extraña con las risas adolescentes que resonaban a mi alrededor, demasiado turbias y sombrías para estar en armonía con las bromas ligeras y los comentarios despreocupados. Tuve que poner mucha atención a cada paso que daba, ya que el terreno no me era familiar. Evitaba las raíces, intentando no hacer ruido, y pronto me encontré quedándome atrás.

Finalmente, atravesé el borde del bosque y regresé a la costa rocosa. La marea estaba baja y un pequeño río de marea fluía junto a nosotros, camino del mar. A lo largo de sus orillas, había charcos poco profundos que nunca se vaciaban por completo, llenos de vida marina.

Tuve cuidado de no inclinarme demasiado sobre los pequeños estanques. Mientras los demás saltaban sobre las rocas y se mantenían precarios en los bordes, encontré una roca que parecía estable cerca de una de las pozas más grandes y me senté con cautela, fumando. Me quedé absorto en el espectáculo natural debajo de mí. Los ramilletes de anémonas brillaban y se movían con la corriente invisible, las conchas arrastraban cangrejos y las estrellas de mar se adherían a las rocas. Una anguila negra con rayas blancas se deslizaba entre la hierba verde, esperando que el mar regresara. Estaba completamente fascinado, aunque una parte de mi mente no podía evitar preguntarse qué estaría haciendo Andrew en ese momento y qué diría si estuviera aquí conmigo.

Finalmente, los chicos se quejaron de hambre y me levanté, algo rígido, para seguirlos. Intenté caminar mejor esta vez por el bosque, pero, extrañamente, me caí un par de veces. Me rasgué las palmas de las manos y las rodillas de mis jeans se mancharon de verde, pero no fue nada grave. Podría haber sido peor.

Cuando regresamos con el grupo, el ambiente había cambiado. La gente que habíamos dejado atrás parecía haberse multiplicado, y al acercarnos pude notar nuevos rostros. La mayoría tenía la piel cobriza, con tonos cálidos y una combinación de colores de cabello: castaños profundos, e incluso algunos más claros. Sin embargo, entre todos ellos, una figura destacaba. No entendía por qué al principio, pero algo en él me llamaba la atención. Su piel era más pálida que la de los demás, y su cabello era negro como la noche, liso y brillante, como si absorbiera toda la luz a su alrededor.

La comida ya se estaba repartiendo, y los chicos a mi lado se apresuraron a reclamar su parte. Mientras Dan nos presentaba a los recién llegados, mis ojos no podían apartarse de ese chico. Fue entonces, cuando nuestras miradas se cruzaron, que lo supe. Lo reconocí, y él también me reconoció. Sentí un nudo en el pecho, y mis piernas parecían no responder.

Mi respiración se volvió errática, y sin darme cuenta, mis piernas empezaron a moverse de forma torpe. Caminé a tropezones hacia él, y él hizo lo mismo hacia mí, hasta que finalmente nos encontramos.

Era Jean, ese maldito baguette francés. No solo había sido uno de mis mejores amigos de la infancia, sino también mi primer amor. Un torbellino de recuerdos me golpeó: días robados donde nos ocultábamos del mundo, sus manos sosteniéndome cuando sentía que no podía más, sus palabras siendo el único refugio mientras escapábamos de mi padre. Mary siempre había odiado a Jean, y no se detuvo en buscar formas de separarnos, aun si fueran noches llegas de golpes hasta quebrarme, hasta que finalmente nos fuimos. Al ser perseguía por mi padre sin descanso, llevo a eliminar y arrancarme la poca felicidad que había tenido en años.

Verlo ahí, frente a mí, era como un sueño surrealista. Ya no era el chico asustado y delgado que había dejado atrás. Era fuerte, más alto que yo, con una presencia que parecía decir que había sobrevivido a todo lo que el mundo le había lanzado.

—¿Qué carajo haces aquí, dramático? —pregunté, mi voz temblando de pura emoción. Mi cuerpo vibraba mientras lo abrazaba, sin querer soltarlo. Lo miré de cerca; estaba diferente. Más saludable. Sus ojos, aunque seguían siendo grises, parecían haber recuperado algo de vida. Incluso su físico era distinto: más fuerte, más alto, como si hubiera salido de alguna pesadilla en la que lo dejé atrapado.

—Tu tío… él me salvó —dijo con una sonrisa leve—. Hace unos cuatro años. Me sacó de ahí.

Sentí que todos nos observaban sin entender lo que ocurría, pero no me importó. Lo abracé de nuevo, con fuerza, mientras mis ojos comenzaban a arder. Traté de contenerme, pero al final, una o dos lágrimas lograron escapar. Era imposible evitarlo.

Cuando un chico, casi de mí misma altura, apareció entre el grupo, no pude evitar fijarme en él. Podría ser la representación misma de Apolo, o quizá del sol personificado. Su piel, perfectamente caramelizada, parecía brillar bajo la luz, impecable y libre de imperfecciones. Un mapa de pecas adornaba su rostro y sus brazos, como si fueran las marcas de constelaciones personales.

Lo único que rompía esa perfección era su cabello teñido de rubio, aunque incluso eso parecía encajar de alguna manera con su apariencia. Sin embargo, las raíces castañas empezaban a asomar con fuerza.  

¿Por qué aquí todos son tan jodidamente hermosos? Eso no es justo, puede que no pueda tener atracción sexual no soy ciego, se cuando alguien es lindo.

El chico misterioso se acercó a Jean con calma, esperando pacientemente a que me soltara. Una vez libre, sonrió suavemente y tomó su mano, un gesto tan natural como si ambos hubieran nacido para encajar. Sus dedos se entrelazaron con una facilidad que parecía casi simbólica, como si fueran piezas perfectas de un rompecabezas.

Observándolos juntos, sentí una punzada extraña, no de celos, sino de algo más profundo. Era bueno, incluso reconfortante, ver que Jean había encontrado a alguien más. Alguien que podía amarlo libremente, sin el peso del miedo, sin las sombras del pasado persiguiéndolo. Alguien que no lo arrastraría al infierno que yo le había obligado a atravesar.

Jean me lo presentó con una sonrisa amplia y genuina: su novio, Jeremy. No podía decir que me sorprendiera, pero verlo confirmado hizo que un peso desconocido se asentara en mi pecho, aunque rápidamente se diluyó en una mezcla de alivio y resignación. Jeremy parecía encajar perfectamente con Jean, como si todo en su lenguaje corporal gritara "hogar".

Como si lo hubiera planeado, Renee apareció en ese momento con platos de comida en las manos, equilibrándolos con la misma eficiencia que mostraba en todo. Sin decir mucho, nos los ofreció y señaló un lugar algo apartado del bullicio. Fue allí donde nos sentamos, los tres juntos, con el océano como fondo.

Había tanto que decir, tantas historias que intercambiar, que el tiempo parecía ir en nuestra contra. Las palabras fluían entre bocados de comida, recuerdos mezclados con risas, y aunque sabía que no bastaría para ponernos al día, intentamos aprovechar cada segundo.

Lograr saber que mi tío llevaba años buscándome, siguiendo el rastro que dejamos Mary y yo, hasta llegar a Jean y poder salvarlo de las manos de esa maldita mafia, fue un alivio en mi corazón, como mi tío busco un hogar para Jean al saber que él fue y es importante para mí, como lo llevo a la familia Knox, una de las familias mas respetadas de la reserva, aceptándolo acogerlo y ahora es parte de su familia.

No se en que momento el grupo se fue dividiendo poco a poco, en pequeños grupos de 2 o 3, mientras las nubes comenzaron a avanzar, deslizándose por el cielo azul, lanzándose frente al sol momentáneamente, proyectando largas sombras sobre la playa y oscureciendo las olas.

Pude ver desde lejos como Dan y Matt caminan por la orilla del mar, tomados de las manos, una imagen muy serena y romántica la verdad, en cambio Seth se llevo a Renee y Allison a ver las pozas con entusiasmo.

Al fondo Laurent y Tyler pusieron música, algo bastante alegre, algo que contrastaba bastante con el lugar, el frio empezó a sentirse aún más, así que me acerque mas a la fogata.

—¿aun te llamas Cris? —me sorprendió que Jeremy supiera mi viejo nombre, no pensé que Jean hablara de mí, no lo suficiente como para que él lo supiera.

Lo miré sorprendido, mi respiración se sobresalta un poco, pero sentí la mano firme de Jean en mi muslo, intentando calmarme como en el pasado.

—No, no, ahora me llamo Neil, y me gustaría que no nombraras ese que tuve otro nombre, puede ser peligroso para todos.

El solo sonrió y asintió, no puedo evitar recordarme de Matt al verlo, tienen el mismo tipo de aura noble y de buen amigo, justo lo que Jean necesitaba.

Jean no dejaba de hablar sobre su nueva familia, de como son una gran familia, de los hermanos de Jeremy, teniendo 2 hermanos y una hermana, Jeremy hacia su propio aporte de auto presentarse, siendo bastante agradable.

—¿No están aquí?" —Examiné a las personas en la orilla del océano, preguntándome quienes serian.

—No. — Jeremy negó con la cabeza. —Brysol obtuvo una beca para una universidad en el estado de Washington, Annalise se casó con un surfista de Samoa; ahora vive en Hawái y el ultimo está viajando por el mundo.

—Casada. Wow —Estaba aturdido. Ya que nunca me hubiera imaginado casándome o estudiando en una universidad, menos viajar por el mundo por gusto y no para huir.

No sé ni como llegamos al tema, pero Jean estaba más que feliz de presumir a su nuevo novio, sus ojos brillaban aún más cuando lo hacía, el aire melancólico que antes lo rodeaba había desaparecido.

—¿Así que construyes autos o eres mecánico? — Pregunté, impresionado, de verdad una habilidad que carezco y no debería, me dio muchos problemas en el pasado.

—Cuando tengo tiempo libre, y partes. ¿No pasarías donde podría tener en mis manos un cilindro maestro para un Volkswagen Rabbit de 1986? — agregó en tono de broma. Tenía una voz agradable y ronca.

—Lo siento—me reí—no he visto ninguno últimamente, pero mantendré los ojos abiertos para ti.

Como si supiera lo que era eso. Pero la presencia de Jean aquí me tranquilizaba haciendo que fuera muy fácil hablar con Jeremy. Jean era mi calmante personal, mi estabilizador alguien a quien aun con todas las mentiras obvias me había amado, aun cuando supo mi verdad no quería dejarme y alguien a quien lastime y casi lo lleve a su muerte y aun así no hay odio en sus ojos, aun esta ese cariño hacia mi cuando no lo merezco.

Escuche unos pasos detrás de nosotros, empecé a tensarme, pensando quien podría ser, los zorros aún estaban a lo lejos, no podía parar mi mente, buscando algo con que defenderme cuando escuche su fastidiosa y suave voz, que lograba sacarme de quicio al instante.

—¿Conoces a Neil, Jeremy? — preguntó Lauren con ese tono suyo, dulce solo en apariencia. Cada vez que hablaba, me parecía más irritante. No sé qué hice para ganarme su desprecio, pero estaba claro que esto ya era personal.

—No, pero Jean sí respondió Jeremy con una sonrisa calmada, mientras nos dábamos la vuelta para mirarla. Jean, por su parte, le lanzó una mirada de desagrado que me hizo sentir menos solo; Al parecer, no era el único al que Lauren le resultaba insoportable.

—¡Qué bien! No sabía que se conocieran Jean, no es Neil un amor de persona— continuó Lauren, aunque estaba claro que sus palabras estaban cargadas de veneno. Sus ojos verdes, pálidos y entrecerrados, se clavaron en Jean con una hostilidad que no se molestó en disimular.

Jean solo la miro sin decir palabra, enojándola cada vez más, podía ver como poco se ponía más inquieta.

—¡Neil! No sabía que habías invitado a los monstruos, es una lástima que no hayan podido venir, nunca nadie se acuerda de ellos.

Esa sonrisa, como si fuera superior a todos, como si quisiera demostrarme algo, solo hacía que me picara más la mano, un impulso de golpearla me invadió.

—Y es una lastima que tu si hayas podido venir, pero que se le puede hacer, la vida es así de injusta y asquerosa —respondió Jean con un acento francés bastante cerrado, tanto así que esa idiota no logro entender que decía.

—¿Qué le pasa a esa idiota? Siempre se la pasa molestando a todo el mundo. —dijo Jean en voz baja, claramente molesto.

No lo sé, pero e tenido unas ganas de patearle el trasero todo el día, pero no puedo, supuestamente soy una persona de bien ahora —le respondí en francés, al parecer solo Jean no sabia dado cuenta que había cambiado de idioma cuando había hablado de Lauren.

Jean me miró fijamente por un segundo, manteniendo el aliento. Luego, sus ojos se iluminaron, y de repente me abrazó con fuerza.

—¡Dios! ¡Cuánto extrañaba esto! —exclamó emocionado—. Aquí nadie entiende francés, y estaba empezando a volverme loco.

No pude evitar sonreír. Hablar con él en nuestro idioma compartido se sentía como un refugio, una burbuja que nos mantenía a salvo del resto del mundo, aunque solo fuera por un momento.

—¿Estás hablando de la familia del Dra. Abby Winfield? — preguntó el chico alto y mayor. Realmente estaba más cerca de un hombre que de un niño, tenía el pelo corto y su voz era muy profunda.

—Sí, ¿Los conoces? —Lauren sonrió levemente, me di cuenta de que lo encontraba un poco intimidante.

—Ellos no vienen aquí—-respondió en un tono que daba el tema por terminado e ignorando la pregunta de Lauren.

Tyler, tratando de recuperar la atención de Lauren, le pidió su opinión sobre el CD que tenía.

Miré al chico, desconcertado, pero él miraba hacia otro lado, hacia el bosque oscuro detrás de nosotros. Había dicho que ellos no venían aquí, pero su tono implicaba algo más: que no estaban permitidos; estaban prohibidos. Su actitud me dejó una extraña sensación.

—Entonces, ¿Forks ya te está volviendo loco? —preguntó Jean, sacándome de mis pensamientos con esa suave sonrisa suya que siempre parecía saber más de lo que decía.

—No más loco de lo que ya estaba —respondí, soltando una risa oscura.

Jean suena con esa mezcla de simpatía y picardía que solo él podía lograr.

—Maldito demonio británico —murmuró con una suave risa, lo suficientemente baja como para que solo yo pudiera escucharla.

Jeremy, sin embargo, no necesitó oír las palabras exactas. Apenas escuchó la risa de Jean, pareció iluminarse, como si toda su energía estuviera conectada a él. Ese chico, sin duda, estaba perdidamente enamorado de Jean, y en ese momento me di cuenta de que Jean había encontrado algo bueno, algo puro.

—¿Por qué no vamos a caminar nosotros también? —podía jurar que Jeremy es la definición de un ser de luz, su sonrisa es tan brillante que me llega a cegar unos segundos.

Mire a mi alrededor, los zorros parecían aun en lo suyo, dándome espacio, así que acepte, quería seguir un poco mas de tiempo a su lado.

—Claro —respondí, tratando de sonar casual, aunque la verdad es que quería pasar un poco más de tiempo con ellos, especialmente con Jean. Había algo reconfortante en su presencia, como si me conectara con una parte de mí que creía perdida.

Mientras caminábamos hacia el norte, pasando sobre las piedras multicolores que cubrían la playa y dirigiéndonos hacia el dique de madera flotante, las nubes finalmente cerraron filas en el cielo. El mar se oscureció, y el aire se volvió más frío, lo suficiente como para obligarme a meter las manos en los bolsillos de mi chaqueta.

Observaré de reojo al chico de naturaleza dulce que caminaba a mi lado. Jeremy, con su eterna despreocupación, llevaba solo una camiseta de manga larga. Sus brazos se balanceaban mientras caminaba, como si el frío no le afectaría en absoluto.

Jean, en cambio, se acercaba más a él, buscando refugio en sus brazos. La forma en que Jeremy le pasaba el brazo por la cintura, casi instintivamente, irradiaba una calidez que contrastaba con el ambiente gélido que nos rodeaba.

—¿Y que edad tienes Jeremy? ¿17? —pregunte mientras había encendido otro cigarro, Jean bufo molesto, al parecer no le agrada el tabaco, bien por él, pero no dejare mi cigarro solo por él.

—No, en realidad tengo 16, los cumplí hace poco —beso la mejilla de Jean, no pude evitar ver la sutil sonrisa en su rostro al recibir ese beso.

Solo asentí en contestación.

—¿Vienen mucho a Forks? —pregunté, dejando que mi curiosidad rompiera el silencio.

—No demasiado —admitió Jean con un ligero ceño fruncido.

—Pero cuando termine mi auto, podré venir todas las veces que quiera —intervino Jeremy con una sonrisa orgullosa—. Acabo de sacar mi licencia.

—Eso es genial —respondí, devolviéndole la sonrisa antes de cambiar de tema—. Oye, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro, adelante —respondió Jeremy, mientras Jean asentía en silencio.

—¿Quién era ese otro chico con el que estaban hablando Lauren y Logan? Parecía mucho mayor que el resto de nosotros.

—Oh, ese es Sam. Tiene diecinueve años —dijo Jeremy, como si fuera información común.

Asentí, intentando que mi tono sonara casual mientras continuaba:

—¿Y qué era eso que estaba diciendo sobre la familia de la doctora Abby?

Jean y Jeremy intercambiaron una mirada rápida antes de que Jean hablara con voz calmada:

—Nada importante, solo chismes tontos.

—Entonces ¿por qué ellos no pueden venir? —pregunté, intrigado.

—Bueno, se suponen que ellos no deben acercarse a la reserva —respondió Jean, pero su tono dejaba claro que no quería dar más detalles.

—¿Por qué no?

Jeremy me devolvió la mirada y se mordió el labio como si estuviera debatiendo si decir algo o no.

—Se supone que no debo decir nada sobre eso.

—¿Es un secreto?

 Él frunció los labios. —Algo así como.

—¿Y Jean lo sabe?

—Solo lo básico, ya que, aunque ahora son de la reserva, aunque no confían mucho en mí. —me respondió Jean.

—Vamos mis labios están sellados, no diré nada —dije con una sonrisa pícara.

—¿Te gustan las historias de miedo? —preguntó siniestramente.

—Son mis favoritas.

Seguimos caminando a lo largo de la playa. Jean, caminando a un lado, nos observaba en silencio, claramente incómodo con la dirección de la conversación.

—Mi tribu tiene muchas leyendas, algunas muy raras la verdad —dijo mientras se reía, Jean le doy un golpecito en las costillas, al parecer Jean aun siendo solo adoptado por la tribu parecía respetar más sus leyendas que el mismo Jeremy que nació y creció entre ellas.

—Una de mis favoritas es de que podíamos cambiar de apariencia, transformaron en lobos.

—¿Como un hombre lobo? ¿Con la mordida, transformarse a la luz de la luna llena? ¿Todo eso? —pregunte alzando una ceja para después darle una calada a mi cigarro.

Los dos se rieron, apoyándose entre ellos, para estar de pie.

—No tan así, pero bueno, según la leyenda teníamos de lobos, mi propio bisabuelo conocía algunas de ellas. Él fue quien hizo el tratado que los mantuvo fuera de nuestra tierra. — Rodó los ojos.

—¿Tu bisabuelo?

 —Era un anciano tribal, como mi padre. Verás, los fríos son los enemigos naturales del lobo, bueno de nosotros, los cambia formas.

—¿Los hombres lobo tienen enemigos?

—Sólo uno. —dijo Jean.

Lo miré fijamente, dándome cuenta de que estaba totalmente cautivado por la historia.

—Así que ya ves, —continuó Jeremy, —los fríos son tradicionalmente nuestros enemigos. Pero esta manada que llegó a nuestro territorio en tiempos de mi bisabuelo era diferente. No cazaban como otros de su especie, no se suponía que fueran peligrosos para la tribu. Entonces, mi bisabuelo hizo una tregua con ellos. Si prometieran mantenerse alejados de nuestras tierras, no los expondríamos a los rostros pálidos. —Él me guiñó.

Aquí está una versión ajustada a la perspectiva de Neil:

—Si no fueran peligrosos, ¿entonces por qué...? —pregunté, esforzándome por mantener el tono casual mientras trataba de encajar las piezas de su relación. Realmente esperaba que no notara cuánto me intrigaba su historia.

—Siempre existe el riesgo de que los humanos estén cerca de los fríos, incluso si son civilizados como lo era ese clan. Nunca sabes cuándo podrían tener demasiado hambre como para resistirse —dijo Jeremy, deliberadamente cargando su tono con una amenaza velada que hizo que mi piel se erizara.

—¿Qué quieres decir con "civilizado"? —inquirí, tratando de sonar desinteresado.

—Afirmaban que no cazaban humanos. Supuestamente, de alguna manera aprendió a alimentarse de animales en su lugar —explicó, haciendo una pausa como si estuviera seguro de que esa idea me perturbaría.

Traté de que mi voz sonara despreocupada mientras preguntaba:

—Entonces, ¿cómo encaja eso con la familia de la doctora Winfield? ¿Son como los fríos que conoció tu bisabuelo?

Jeremy se detuvo un momento, mirando hacia el horizonte con un aire dramático antes de responder:

-No. —Hizo una pausa deliberada, aumentando la tensión—. Son los mismos.

Me quedé mirándolo, procesando sus palabras. Jeremy debió haber interpretado mi expresión como miedo inspirado por su historia, porque emoción con satisfacción y continuada, como si hubiera logrado lo que quería.

Jean solo niega con la cabeza entre divertido y fastidiado con nosotros.

—¿Y qué son? — finalmente pregunté. —¿Qué son los fríos?

Él sonrió sombríamente.

—Bebedores de sangre— respondió Jean con una voz escalofriante. —nosotros los llama vampiros.

 Miré hacia las olas ásperas después de que él respondió, sin estar seguro de lo que mi rostro estaba revelando.

—¿Por qué no me tienes miedo? — La voz de Andrew repetía en mi cabeza.

—Tienes la piel de gallina— se rió Jeremy encantado.

—Eres un buen narrador—, lo felicité, todavía mirando las olas.

— Aunque es una cosa bastante loca, ¿no? No es de extrañar que mi papá no quiera que hablemos de eso con nadie.

—No es eso, es que son tradiciones sagradas y muchos no las toman enserio, como tú—lo regaño Jean con severa.

—No le digas nada a tu tío Neil. Estaba bastante enojado con mi papá cuando escuchó que algunos de nosotros no íbamos al hospital desde que el Dra. Abby comenzó a trabajar allí. —me comento Jean un poco avergonzado, no sé si exhibirse así o por hablar sobre mi tío.

—No le diré nada a Stuart.

—Entonces, ¿crees que somos un grupo de nativos supersticiosos o qué? — preguntó Jeremy en un tono juguetón, pero con un dejo de preocupación. Todavía no había apartado la mirada del océano. Me giré y le sonreí tan normalmente como pude.

—No.

No se en que momento caminamos de vuelta a la fogata, me di cuenta demasiado tarde, cuando vi a los zorres a los lejos, todos reunidos alrededor de la fogata.

—Ahí estás, Neil—dijo Allison con alivia, poniendo sus brazos sobre su pecho, de forma severa.

Yo solo le sonreí y volví a mirar a Jean y a Jeremy.

—Entonces, cuando termine mi auto…

 —Deberían venir a verme a Forks. Podríamos pasar el rato alguna vez. —Cuando lo dije, supe que realmente lo decía en serio. Realmente quería ver más de ellos.

Los zorres nos habían alcanzado ahora. Pude ver sus ojos evaluando a Jean y a Jeremy, entrecerrándose ligeramente. Parecían un ejército cuando no sabía si algo era amigo o enemigo.

—¿Dónde has estado? — preguntó Seth, aunque la respuesta estaba justo frente a él.

—Ellos me estaba contando algunas historias locales — respondí. —Fue muy interesante.

 Les sonreí y ellos me devolvió la sonrisa, llenándome con esa calidez que irradiaba de su aura.

—Bueno —Dan hizo una pausa, reevaluando cuidadosamente la situación mientras observaba nuestra complicidad. —Estamos empacando, parece que va a llover pronto”.

Todos miramos hacia el cielo ceñudo. Ciertamente parecía lluvia.

—Bueno. —deje caer mi cigarro para poder apagarlo con pie lentamente, —Ya voy.

—Fue bueno verte de nuevo — dijo Jean, y me di cuenta de que se estaba burlando de ellos un poco.

—Claro, la próxima ves podríamos ver un partido de Exy, además de comer algo —le prometí con una sonrisa.

 Sus sonrisas se extendieron por sus rostros. —Eso sería genial,

 —Te extrañé idiota— dije con sinceridad, para después irme con los demás no sin antes volver abrazarnos con fuerza.

Me puse la capucha mientras caminábamos por las rocas hacia el estacionamiento. Algunas gotas comenzaban a caer, formando manchas negras en las piedras donde aterrizaban. Tuvimos que reacomodarnos, ya que Renee y yo ya no podíamos ir a la parte de atrás de la camioneta de Matt, cuando se logro me quede viendo por la ventana en silencio, procesando todo lo que paso este día, uno de los mejores a decir la verdad, cuando me di cuenta, no le había dado mi numero a Jean o Jeremy.

—Mierda.

Notes:

Un AU de crepúsculo x la madriguera del zorro, cabios en las dos historias, pero se intenta pegar más a crepúsculo.