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|NIDO| |DEKUKATSU|

Summary:

» Los nidos son esenciales en la vida de un Omega. Los nidos dan protección, calor, refugio y amor; son los primordiales en el desarrollo de un Omega. Sin embargo, Katsuki nunca ha hecho uno. O eso sabe decir. ¿Qué pasará cuando su celo se adelante, y no tenga al Alfa a su lado? ¿Qué sucederá cuando Izuku llegué a su hogar y encuentre a su Omega en un nido? ¿Qué ocurrirá cuando Katsuki se vea tan sumiso a Izuku para ser dominado?

Work Text:

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NIDO 
PARA DOS
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25 de diciembre, 21h38.

Katsuki jadea al tocar la pared. Su respiración se acelera, y su corazón bombea a gran escala mientras trata de mantener la postura. Sin embargo, sus piernas tiemblan, impidiéndole seguir su camino.

Indispuestas a seguir una orden suya.

Él maldice, intentando avanzar hacia la sala del lugar y esperar al dueño de esta. Mas, su cuerpo parece no cooperar y cae al suelo al dar el primer paso. La cerámica lo recibe gustosa, provocándole escalofríos a su columna vertebral.

Y se siente arder. Se siente tan caliente— y tan necesitado— que gime en voz alta.

Su mente reproduce imágenes de su Alfa, causando que su Omega interior ruegue por su macho; el cual, no se encuentra en casa.

Katsuki vuelve a jadear, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. Le duele el pecho, el alma y el cuerpo por la soledad de la vivienda.

Y el frío del invierno se siente tan presente en el lugar.

Su Omega interior chilla, quejándose por la ausencia del Alfa masculino. Y Katsuki gruñe, odiando cada poro de su cuerpo.

El lubricante natural chorrea por sus muslos, dejándole en claro lo preparado y ansioso que se encuentra por su pareja. Y llora. Llora porque no sabe cómo levantarse y callar los lamentos agrios de su Omega. Se siente tan patético e inútil que golpea su pecho con violencia.

Chispas irradian la sala, causando luces a su alrededor. Y el Omega entiende. Entiende que debe enfrentar a su parte humana. El Omega se prepara. Listo para defender su instinto de apareamiento.

— Maldita tu puta idea, estúpido Omega— regaña con furia, Katsuki, a su lobo interior—. Si tan solo no me hubiera obligado a venir al departamento de Deku.

Lo necesito. Necesito a Alfa para calmar este dolor. Necesito, y quiero un cachorro— solloza, ocultando su cabeza entre sus patas—. Lo necesito tanto.

— Cállate. Solo... solo necesito irme a casa.

A la recámara. Su aroma es más fuerte ahí. Vamos a la recámara de Alfa.

Katsuki no lo piensa y se encamina a la dirección indicada. Agradece poder moverse, porque le daría algo si Izuku (su inútil Alfa) llegara a verlo en ese estado tan lamentable fuera de la habitación.

Cuando el Omega pone un pie dentro del cuarto inhala el fuerte aroma a menta en el aire, gimiendo satisfecho por su victoria.

Katsuki se adentra, cerrando la puerta tras de sí, para exhalar el aroma característico de su Alfa. Sus pulmones se llenan del olor a menta; calmando los espasmos de su cuerpo, y suspira. Suspira por la tranquilidad y pasividad que le transmite ese aroma.

Luego, el rubio abre el armario del Alfa y saca todas las camisas blancas que tienen el aroma del dominante. Y sonríe. Sonríe complacido al tener una gran cantidad en sus brazos.

El Omega siente que es suficiente y las tira a la cama ordenada del verdusco. Sin embargo, faltan más prendas para completar su plan.

Él se dirige a los cajones, abriendo y sacando buzos de su gusto para colocarlos en su lindo nido. Después, se quita la ropa; dejando su cuerpo al desnudo donde mira cada porción de carne de sus muslos en el espejo para luego sonreír y modelar su redondo trasero. Katsuki y su Omega están complacidos, y se colocan un buzo grande de color verde (que tiene el aroma impregnado del Alfa) en su cuerpo para soportar el frío.

Alfa tiene que llegar pronto. Lo llame por nuestra conexión— explica el lobo, moviendo la cola.

— Bien. — Se limita a contestar el rubio ordenando las prendas de una forma cómoda para su cuerpo.

Al finalizar, se acuesta feliz porque logró su cometido.

Tener un lindo nido cálido y protector para él y su Alfa.

«Es el mejor nido de tu puta vida, Alfa de mierda» se enorgullece el rubio.

Katsuki, calientito y cómodo, se arropa con la colcha de algodón, sintiéndose protegido con el aroma de Izuku rozando la punta de su nariz. Él iba a dormir, pero termina con espasmos por el calor abrazador de la lujuria que lo rodea y, sin poder evitarlo, se masturba, gimiendo el nombre del hombre de sus delirios.

Él no sabe cuánto tiempo ha pasado, y tampoco sabe cuántas veces ha eyaculado.

El Omega se retuerce, alzando el trasero al aire por la cantidad de lubricante que chorrea de su trasero. Su agujero palpita por una intromisión, queriendo algo grande y venoso que lo rompa; que lo deje en el éxtasis del placer lujurioso.

Katsuki desea tanto a Izuku en esos momentos que gime su nombre, importándole un puto pepino si alguien lo escucha como la zorra en celo que es. Él se siente en las nubes, se siente tan perdido y anonadado que mueve su cadera al compás de su respiración, dejando que el líquido preseminal escape de su pene.

El calor lo invade. El frío se encarga de enviar escalofríos. La lujuria se aprovecha de su dignidad. Y la conciencia ha desaparecido.

Katsuki grita el nombre de su Alfa al correrse, sintiendo sus caderas apretarse y sus piernas temblar mientras eyacula con frenesí. Su ano se contrae dejando salir aun más de su esencia a la cama de su pareja.

Él respira agitado, incapaz de mover un solo músculo.

Sus pupilas se dirigen a la ventana, observando la luna redonda en su esplendor en el oscuro cielo. Las estrellas la acompañan, sin dejarla sola en ese inmenso universo. Y Katsuki sonríe, porque él también encontró a su estrella.

— Maldito nerd, te amo mucho— susurra, recuperando fuerzas.

Se sienta sobre sus piernas, mirando lo viscoso y sucio que se encuentra después de una ronda de placer. Él puede ver sus tonificadas piernas, y se pregunta: ¿Cómo Izuku se fijó en él? Luego, alza un poco el buzo dejando en descubierto su abdomen marcado por el entrenamiento, y se vuelve a cuestionar: ¿Por qué le guste a Izuku? Alza más la polera, sintiendo el frío rozar sus pezones causando que jadee por la sensación, y se pregunta:

— ¿Izuku querrá tener un cachorro conmigo?

La respuesta no llega, y él se lo espera porque... «¿Quién le respondería en esa soledad?»

Sonríe, acariciando su vientre con parsimonia para después soltar unas lágrimas traicioneras.

No debería sentirse así, Izuku ya se lo ha dicho; pero la inseguridad de ser un mal Omega aún le taladra el corazón. Le duele pensar que alguien más (respetado, amigable, cariñoso y pasivo) le robe al único ser que lo ha podido comprender.

Teme ser insuficiente ante su Alfa. Tiene miedo perderlo por su odioso ego, y no poder hacer nada cuando lo vea partir.

Él tiene miedo. Y es algo que nunca ha sentido.

Katsuki abraza su vientre, soltando leves sollozos de su garganta. Las palabras hirientes de la prensa se escuchan en su mente, los comentarios crueles e intencionados le susurran lo poco especial que es y, aunque siempre esté estoico por esos pensamientos, las voces de sus compañeros de trabajo le lastiman.

»¿Por qué no puedes ser sumiso? ¿Por qué siempre estas tan a la defensiva? Así nadie te va a querer. ¡Deja de ser egocéntrico!

»Seguro el héroe Deku está contigo por pena. ¿No has visto su rostro cansado cuando le hablas? Deberías dejarlo, regálalo a alguien que lo sepa atender y cuidar.

»¿Cuál es tu problema, Omega? Solo dije que te podrías lastimar. Tu útero es muy importante para la sociedad, ¿sabes? Deberías retírate de ser un héroe, y encárgate de otra profesión. Seguro así entiendes lo importante de tu vida.

Y él no puede entender.

Es un Omega como cualquier otro. Es capaz, inteligente, audaz y trabajador. ¿Por qué debería cambiar? ¿Por qué?

Porque a nadie le gustamos, Kats. Somos unos Omegas defectuosos para ellos— responde el lobo, soltando aullidos lastimeros.

— No lo somos. Somos igual que cualquier otro— suelta, dejándose llevar por la tristeza del lobo interior. Vuelve a llorar, dejando salir las lágrimas que tanto aguantó por un largo tiempo. Y no sabe si son las hormonas o el aroma intensificado de su Alfa.

Katsuki se acurruca, oliendo una camisa blanca no lavada de su Alfa antes de aullar bajito por la soledad que lo invade.

Su ano sigue trabajando, sacando lubricante natural de su sistema y manchando el lindo nido que ha hecho para él e Izuku.

Y vuelve a llorar porque siente que cometió un error. Su omega se oculta, y él se hace un ovillo con sus piernas. Su aroma ácido llena la habitación, y él se siente peor; porque su Alfa llegará a encontrar un lugar amargo en vez de uno cálido.

— Maldito celo. Maldita gente. Malditos sentimientos. Maldito aroma. M-Maldito d-dolor. M-M-Maldito Alfa que n-no aparece. Estúpido Deku que... que... que no me ha... no me ha... Sus palabras se cortan, y chilla con dolor.

— ¡Te extraño tonto Alfa wuwuwu!— grita: enojado, dolido y extraño.

Su cabeza solo pide por la marca de pertenencia. Él pide por la marca de la eternidad, quiere pertenecerle solo y únicamente a Izuku; pero tiene miedo ser rechazado. Teme ser tratado como un inferior, y ser solo un juguete de ese alfa.

Tiene miedo. Por eso llora, aferrándose a la camisa y buzo favorito de su Alfa.

Entonces, el aroma a menta y eucalipto se intensifica en la habitación, dejando al Omega tranquilo.

El olor se encarga de tranquilizar los constantes pensamientos negativos del rubio, quien se acurruca en la cama con una sonrisa; porque...

El aroma le transmite seguridad y protección.

— Kacchan...— dice en medio de la oscuridad el verdusco, agitado y preocupado.

Su lobo interior le advirtió de un peligro, obligándolo a amenazar a su jefe para dejarlo ir temprano a casa y proteger a su pareja de cualquier mal. Y no se queja, ya que llegó justo a tiempo para calmar el malestar de su querido y bellísimo Omega.

— ¿Kacchan, estás en mi habitación?— pregunta, siguiendo el aroma ácido (que debería ser dulzón) de su rubio por el pasillo.

Alfa... ven...— le susurra entre su conexión el Omega de Katsuki.

No pierde el tiempo y se adentra a la habitación, sintiendo un golpe de feromonas en su nariz. Él logra taparse para no perder el control, pero puede ver entre la oscuridad los brillantes iris de su pareja que lo miran con dolor.

Katuski se siente rechazado.

— ¿Kacchan, estás bien?— pregunta, acercándose lentamente.

El rubio le gruñe, olfateando feromonas de Omegas en su traje de héroe. Y le duele, porque hace poco tuvo una recaída psicológica; y piensa que le está siendo infiel.

— ¡No te acerques! ¡Largo!— Le grita, irracional— ¡Si tanto quieres oler otros aromas más dulces, lárgate!

Izuku no entiende qué pasa y va a preguntar por su error, pero eso va a segundo plano cuando ve las lágrimas caer de los ojos rubíes de su pareja. Se preocupa, y trata nuevamente de acercase; siendo detenido por un gruñido de advertencia.

— No te acerques, Alfa. — Exclama, cubriendo su parte inferior con la colcha y alejándose hacia la pared de la cama para no oler los olores impregnados en el traje del verdusco—. Este espacio es mío y solo mío. Este será la camada de mis cachorros, y un infiel no puede entrar.

— Kacchan— Le llama por el dulce apodo, intentando acortar distancia—. No sé qué he hecho mal, perdóname haberte lastimado, pero-

— ¡No te acerques! ¡No quiero que te acerques! ¡No quiero!

Katsuki llora, cerrando sus párpados con fuerza ante el paso del Alfa. Él se oculta bajo la colcha, aullando y chillando de miedo y dolor.

Izuku se preocupa aún más, llegando a una taquicardia por el llanto de su Omega. Y por el temor de cometer una equivocación; sale de la habitación, cerrando la puerta tras de sí para dejar al Omega solo.

— Alfa malo. Alfa malo— chilla bajito Katsuki, oliendo el aroma de su Alfa.

Tras la puerta, Izuku comienza a pensar sobre su error y llega a la conclusión que, por supuesto, fue su culpa. Él se dirige al baño corriendo, sacándose su traje especial y tirándolo a la lavadora antes de lanzarse a la ducha y lavarse todo el cuerpo con el jabón naranja que le regaló Kacchan para su cumpleaños. Restriega su piel con fuerza quitando toda suciedad y aroma diferente que se encuentre a su paso, luego se adentra al agua fría para enjaguar y relajar sus músculos. Y se siente bien.

Ya no hay pesadez en su cuerpo. Ya no hay aromas de Omegas y betas. No hay suciedad. Ya no hay nada que no sea su aroma natural.

Izuku sale del baño, dispuesto a calmar el celo de su pareja. Y, al mismo tiempo, eliminar cada inseguridad de su mente.

Toca la puerta de su habitación dos veces, esperando la indicación del Omega para ingresar. Más, solo le recibe el silencio.

— Kacchan— habla, angustiado y dolido. Su frente se arrima a la puerta esperando ser recibido por el hermoso y gruñón chico—. Nunca me apartaría de tu lado por alguien más. Nadie me apartara de tu lado ni por All Might. Amor, abre la puerta por favor.

Y la puerta se entre abre, dejando ver al rubio con los ojos llorosos y la boca arrugada hacia abajo y con los brazos abiertos, queriendo ser mimado y consolado por su Alfa.

Izuku no lo piensa y carga a su Omega como un bebé entre sus brazos, mientras lo escucha sollozar en su cuello. Él se encamina hacia la cama, viendo un montón de ropa amontonada en ella. Y lo sabe. Sabe que es un nido de seguridad. Así que besa a su Omega, transmitiendo cariño, protección y lealtad.

Katsuki se deja ser, recibiendo con gusto el beso en sus labios por su Alfa verdoso.

— Kacchan, ¿me permites ingresar a tu nido?

El Omega lo ve por unos segundos, detallando los ojos esmeraldas de Izuku para, luego, esconderse entre la curvatura del cuello y hombro del Alfa, asintiendo.

Midoriya Izuku sonríe, depositando al Omega en el centro del nido para observarle con puro amor.

— Kacchan hizo un lindo nido. Un nido para dos.

Katsuki se sonroja, evitando la mirada de su Alfa por pena. E Izuku aprovecha para besar el cuello de su pareja, exactamente donde la marca se crea.

El jadeo sorprendido del Omega causa risa al verdusco, quien se acuesta junto al rubio sin separarse del abrazo. El ojo rubí se acurruca en el pecho de su pareja, sintiéndose pleno y confiado por los brazos en su cintura. Las manos grandes recorren su cuerpo, deteniéndose al final del buzo para luego volver a subir hacia su cadera. Y él se permite suspirar satisfecho por las sensaciones. Hunde su nariz cerca de la glándula de olor del Alfa, repartiendo besos por esa zona.

— Deku— suspira el rubio, agarrando la mano grande de su pareja y guiándola debajo del buzo, donde se encuentra su abdomen descubierto. Él tiembla ante el toque, reprimiendo un gemido de placer en su boca—. Toca aquí.

— Kacchan— susurra, sorprendido. Él nunca ha visto a su Kacchan tan sumiso y necesitado por sus caricias, así que sus ojos se abren al comprender aquel estado—. Mírame, Omega.

La voz que emplea para llamar a su Omega es diferente. Es especial. Es única y exclusiva para transmitir calidez y protección, no lo contrario.

Y Katsuki lo sabe. Por eso, gime y tiembla ante su toque.

— Alfa— suplica, mirándolo con deseo desde su pequeña altura.

Izuku no necesita escucharlo dos veces para lanzarse a devorar esos carnosos labios de su pareja, sintiéndose extasiado y completo por la colaboración de su Omega. Este responde con necesidad, alzando una pierna encima de la cadera del Alfa para crear fricciones entre el miembro oculto y su trasero.

Él gime entre los labios del verdusco, siendo colocado boca arriba en la cama matrimonial; sin apartarse de su dueño con las piernas abiertas a cada lado de la cadera del robusto.

Las manos grandes se adentran al buzo, tocando toda la piel caliente y necesitada del rubio, hasta llegar a los pezones erectos de este, causando que gima fuerte y alto el nombre de Izuku. Katsuki tiembla, expulsando lubricante de su ano, mientras es observado por su Alfa.

— Mi lindo y perfecto, Kacchan— halaga, besando las mejillas y frente del mencionado—. Siempre apetecible para mí. Solo para .

El rubio vuelve a besar los labios ajenos, callando los halagos de su pareja para no sentirse avergonzado. Porque le gusta. Le gusta que el verdusco alimente su ego como su autoestima en esas secciones de amor. Le encanta sentirse así de querido. Así de deseado. Le gusta. Le encanta.

Lo ama.

— Te amo, Alfa— susurra, acariciando la mejilla del contrario mientras la luz de la luna ilumina sus rostros—. Te amo mucho.

E Izuku llora de felicidad porque es un momento especial y etéreo en su corta vida. Él llora y vuelve a besar a su Omega, profundizando el contacto entre sus bocas para luego desnudarlo completamente.

Porque es su Omega.

— Yo te amo de la misma manera, Kacchan. O incluso más, mi lindo Omega.

Katsuki sonríe, dejándose llevar por el placer que le causa su Alfa a su cuerpo.

Siente como su pareja lo prepara para ingresar y mostrar todo el deseo y placer que siente solo por él. Escucha, graba cada palabra hermosa que se le es dada solo, y únicamente, para él. Palma cada caricia en su memoria; sintiendo. Amando. Deseando. Su Omega se entrega, dejando salir sus orejas y cola; mostrando su confianza y deseo hacia su Alfa.

Kacchan gime, sintiéndose amado.

Sus inseguridades desaparecen como la nieve en verano al ver las esmeraldas de su pareja fijas en su persona; brillando. Anhelando.

Un digito ingresa a su interior, y él llora. Llora porque se siente completo por su otra mitad. Porque Izuku Midoriya es su otra mitad sin importar la dimensión o año del mundo. Entonces, grita por las sensaciones extremas que le causa su Alfa. Y explota por el placer de su cuerpo.

Ríe, jadea y se deja ser. Solo y por su Alfa.

Solo por Izuku Midoriya, el hombre que ama y amará por la eternidad.

— Márcame, alfa— gime, escuchando sus piles chocar con frenesí, sintiendo su cadera arder y el nudo crecer en su interior — ¡Alfa!

Y arde. Arde sentir cada poro de tu cuerpo y alma ser consumidos por el amor y el placer de estar con la persona correcta.

La mordida fue hecha. La unión fue completada. Y el espeso semen llegó a crear una nueva vida en su vientre.

— Te cuidaré por siempre mi precioso Omega y mi hermoso cachorro.

— Más te vale, inútil. Porque yo mismo te castraré si es lo contrario.

— ¡Kacchan, el niño te puede oír!

Y fue así como comenzó una nueva vida en la familia Midoriya Bakugo.