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El Día del Hincha de Boca
El Jueves 12 de Diciembre finalmente había llegado, y Sebastián Villa estaba listo para pasar un día que prometía ser tan inolvidable como su amor por Boca Juniors. Se despertó temprano, sin querer perder ni un minuto, y tras enviarle un mensaje a Luis Vázquez, dejó la notebook cargando y salió decidido a conseguir el look perfecto para el evento en Boca Predio.
Recorrió varias tiendas de Buenos Aires, buscando algo que estuviera a la altura del evento, sin perder su estilo único. Tras varias horas de búsqueda infructuosa, finalmente entró a Kevingston. Allí eligió una camiseta de corte clásico, con un estilo sofisticado pero informal, ideal para el ambiente relajado pero chic de la reunión. Después, pasó por una tienda de deportes donde se compró la última camiseta de Boca, con su número en la espalda, y un short y medias del club, para no perderse la posibilidad de sumarse al partido amistoso con los hinchas más fervorosos.
Pero Sebastián no quería que Edi y Vicen se sintieran menos que él, así que decidió sorprenderlos con un detalle: compró una docena de medialunas y facturas surtidas de una panadería local. De vuelta en la casa, encontró a Edi y Vicen charlando en el living, con Edi aún con el pelo desordenado, que según Sebastián, parecía el de Gene Simmons. Aprovechó la oportunidad para hacer un chiste al respecto, arrancando una risa de los chicos.
Tras el desayuno, que estuvo cargado de risas y buena onda, los tres se turnaron para ducharse. Edi eligió un conjunto simple pero elegante: una chomba entallada negra de polo, unos pantalones blancos ajustados que marcaban su figura, zapatillas negras y lentes de sol. Al verlo, Vicen no pudo evitar mirarlo con admiración y babeándose por él, y tras un gesto de cariño, el uruguayo lo ayudó a elegir su propio atuendo.
El Encuentro con Luis
Mientras tanto, Sebastián aprovechó para ponerse al día con Luis Vázquez, mandándole una foto de su nuevo look y el conjunto de Boca. Luis respondió rápidamente con una lluvia de elogios, agradeciendo a Sebastián por compartir ese momento y expresando lo mucho que lo extrañaba. Sebastián, al ver la respuesta entusiasta de su novio, le prometió que lo sorprendería más tarde en el evento. Sin embargo, cuando Luis insistió por saber de qué se trataba, Sebastián solo le dijo que sería una sorpresa, arrancándole un suspiro de frustración a Luis, quien confesó lo mucho que deseaba estar allí con él, con todos sus ex compañeros de Boca.
En Boca Predio
Cuando llegó la hora de salir, Edi, Vicen y Sebastián se subieron al auto de Edi, rumbo a Boca Predio. Al llegar, la sorpresa de todo el plantel fue mayúscula al ver a Sebastián, quien había sido un ícono del club. El recibimiento fue afectuoso, con risas, preguntas sobre su vida personal y abrazos sinceros. Todos, incluso figuras como Fernando Gago y Juan Román Riquelme, estaban presentes, bien vestidos y mostrando la misma pasión por Boca que siempre los había caracterizado. Milton Giménez llegó con su hijo pequeño, vestido igual que él, con la camiseta y el short de Boca puestos, y Pol Fernández y Román Riquelme (quienes llevan años casados) trajeron a sus hijos: ellos traían agarrada de las manitos a Martina, su hijita de cinco años, y a Tadeo, de tres. Ambos niños estaban vestidos de Boca también. Tadeo era llevado a upa por Pol Fernández, su papi omega.
Pero lo más sorprendente ocurrió cuando Sebastián, sin dudarlo, sacó su notebook y decidió hacer una videollamada con Luis. La reacción de Luis fue de pura alegría y sorpresa al ver a todos los jugadores de Boca reunidos, saludando y participando en la charla. Luis se unió al momento, participando de las bromas y saludos, mientras Sebastián aprovechaba para enviarle un beso virtual.
La Bombonera: Una Fiesta de Boca
El grupo se dirigió luego en bondi hacia la Bombonera, donde una marea de hinchas bosteros los esperaba con los brazos abiertos. Allí, el ambiente estaba cargado de emoción, cánticos y banderas. Los jugadores, junto a sus ex compañeros, se unieron a los hinchas para festejar el Día del Hincha de Boca. Sebastián, al ver cómo los hinchas coreaban su nombre y cómo compartían su amor por el club, sintió una conexión profunda con ellos. El fútbol, como siempre, había logrado reunir a personas de distintas partes, unidas por la pasión.
Edi y Vicen no se separaron ni un segundo de Sebastián, disfrutando cada momento junto a él. Mientras, Luis, aunque distante físicamente, sentía que de alguna forma también estaba allí, compartiendo esa experiencia con su amado.
Segunda Parte: Una Experiencia Única con los Hinchas
Después de la sorpresa en Boca Predio y la emotiva videollamada con Luis, Sebastián, Edi y Vicen se dirigieron hacia la Bombonera. El ambiente ya se sentía eléctrico en los alrededores, con hinchas de todas las edades y banderas que ondeaban al ritmo de los cánticos. El fervor se palpaba en el aire, y las voces de los seguidores del Xeneize llenaban la calle, creando una marea humana de pasión que se dirigía hacia el estadio.
El sonido de los bombos, los cánticos y los gritos de aliento resonaban fuertemente en sus oídos. Sebastián sentía cómo se le erizaba la piel cada vez que escuchaba esos cánticos tan familiares. Era como si el amor por Boca se apoderara de todo, como si esa pasión fuera un motor que uniera a miles de personas en un solo corazón. Edi y Vicen, también con sonrisas de emoción, no podían evitar cantar junto con la hinchada, sintiendo que el fútbol era mucho más que un deporte, era una forma de vida.
Cuando entraron a la tribuna, Sebastián miró hacia las gradas y vio una marea azul y oro que se levantaba al compás del himno, los ojos brillando con orgullo y emoción. Todos juntos, los jugadores, los hinchas, los amigos, se convertían en una sola voz, una sola fuerza. No había dudas de que ese día era especial.
Vicen: — ¿Lo ves, Seba? —dijo el ojiverde, señalando la multitud con una mano en el aire — Esto es lo que nos une a todos. Boca es mucho más que fútbol, es un sentimiento que no se puede describir, se siente en el pecho, en las venas.
Sebastián, con el corazón lleno de emoción, asintió. No solo veía el fervor de los hinchas, sino que lo sentía en su propia piel, como si el club le hablara directamente al alma. Los cánticos resonaban en su cabeza, y la energía que emanaba de los hinchas de Boca lo envolvía como una ola gigante.
La charla siguió entre bromas, risas y anécdotas mientras el partido se preparaba para comenzar. Los chicos, como si estuvieran en un sueño, se sumergieron por completo en la atmósfera mágica que se vivía dentro de la Bombonera. Los pequeños detalles, los abrazos espontáneos entre hinchas, los gritos de "¡Boca, Boca!" que retumbaban en todo el estadio, hacían que Sebastián sintiera una emoción que nunca imaginó que experimentaría.
Cuando el partido comenzó, la intensidad de la hinchada se multiplicó. Cada jugada era seguida por miles de voces que gritaban con fuerza, celebrando y sufriendo cada minuto del encuentro. Sebastián, Edi y Vicen se sumergieron por completo en el espectáculo, siendo parte activa de esa vibrante hinchada que, al final del partido, no paró de cantar y alentar. Fue entonces cuando Sebastián, mirando a su alrededor, se dio cuenta de que el amor por Boca no solo se vivía en el campo, sino en la conexión profunda que unía a todas esas personas, independientemente de sus diferencias.
El partido terminó y el entusiasmo siguió en aumento. La marea azul y oro se desbordaba fuera del estadio, con miles de hinchas celebrando, abrazándose, y viviendo el fútbol como una fiesta única. Sebastián, mientras caminaba junto a Edi y Vicen, pensó en cómo el amor por Boca había trascendido más allá de los límites del estadio. Aquella pasión era un motor que unía a los hinchas como una gran familia, sin importar las distancias, sin importar el tiempo.
Después del momento mágico en la Bombonera, donde los hinchas de Boca se habían unido en un solo grito de pasión, el regreso hacia la casa de Edi y Vicen fue una mezcla de sentimientos: alegría, nostalgia y una sensación de haber vivido algo que trasciende el fútbol. Los tres se acomodaron en el auto, con el sonido de los cánticos todavía retumbando en sus cabezas. Edi estaba más tranquilo que nunca, observando con una sonrisa en el rostro cómo Sebastián, con los ojos brillantes de emoción, no podía dejar de hablar sobre la increíble experiencia que acababa de vivir. Vicen, también muy feliz, no paraba de reír al recordar las caras de los hinchas cuando ellos se unieron al cántico de la 12.
Sebastián: - La verdad que nunca pensé que ir a un partido podría ser tan emotivo - dijo, mirando por la ventana, como si cada rincón de la ciudad estuviera lleno de recuerdos imborrables.
Edi: - Es Boca, Seba, siempre tiene algo especial. Lo vivís como un hincha más - contestó, quien no podía evitar emocionarse también al ver la reacción de Sebastián.
Cuando llegaron a la casa, Sebastián les confesó que tenía algo pendiente. Se despidió de la pareja, diciéndoles que saldría un rato para hacer una pequeña sorpresa, y antes de irse les preguntó algo:
Sebastián: - ¿Chicos, les molestaría si me agregan al grupo de WhatsApp del plantel? Sé que ya no estoy más en el equipo, pero me encantaría seguir en contacto con todos ellos, saber de las próximas juntadas y poder compartir esos momentos que siguen siendo parte de mi vida.
Edi y Vicen se miraron entre sí, sonriendo con complicidad. Sabían cuánto significaba para Sebastián seguir conectado con su pasado y con los compañeros con los que compartió tanto.
Edi: - Claro, Seba, lo hacemos en un toque. Ellos estarán felices de saber de vos - respondió, mientras Vicen asentía, compartiendo la misma alegría.
Así, Sebastián se despidió y salió rumbo a su paseo en solitario. Recorría las calles de Buenos Aires, disfrutando del ajetreo de la ciudad, pero con un objetivo claro en mente: encontrar el regalo perfecto para Luisito. Sabía cuánto le gustaba a su novio recibir algo especial, algo que no fuera solo material, sino que transmitiera todo lo que él sentía.
Después de un rato de caminar, entró en una tienda de artesanías donde se vendían productos personalizados de Boca, como llaveros y recuerdos del club. Tras un rato de búsqueda, encontró un llavero con la forma de la Bombonera, uno muy detallado, con una inscripción que decía “El alma de Boca” grabada en dorado. Sebastián pensó que era el detalle perfecto: algo simbólico, que representaba la unión de lo que Luis significaba para él y el amor por ese club que tanto había marcado sus vidas.
De regreso a la casa de Edi y Vicen, Sebastián estaba satisfecho con el regalo y con la tarde. Al llegar, los chicos lo recibieron con una sonrisa, sabiendo que el día había sido perfecto para los tres. Después de una ducha relajante, la pareja preparó una cena ligera mientras Sebastián preparaba la videollamada para Luis, quien ya había recibido la notificación de que lo estaban agregando al grupo del plantel.
Edi, Vicen y Sebastián se acomodaron en el sofá mientras esperaban que Luis entrara en la videollamada. La pantalla de la laptop se iluminó, y el rostro de Luis apareció, radiante como siempre. En cuanto vio a Sebastián, sus ojos se iluminaron y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Luis: - ¡Seba, qué sorpresa verte! - exclamó, con la calidez y la dulzura que siempre caracterizaban sus palabras.
Sebastián: - No podía no sorprenderte, Luisito. Estoy con los chicos, pero quiero que veas lo que te traje - dijo, mientras sostenía el pequeño llavero frente a la cámara.
Luis lo miró, la emoción reflejada en su cara al ver el detalle, y luego soltó una risa suave.
Luis: - Seba, ¿en serio? ¡Esto es genial! Me encanta, de verdad - dijo, tocando su pecho con una mano, como si quisiera guardar ese momento.
Los tres se sumaron a la charla y la cena se sirvió mientras continuaban hablando entre risas y bromas. Fue una noche cálida, llena de cariño y de emociones compartidas. A lo largo de la conversación, Sebastián no pudo evitar sentirse agradecido por el amor y la amistad que había encontrado en esos dos lugares tan importantes de su vida: el vestuario de Boca y la casa que compartía con Edi y Vicen.
El día terminó con una sensación de plenitud, de haber vivido algo único. Y, en la tranquilidad de la noche, mientras los chicos se relajaban en el sofá, Sebastián no podía evitar pensar en cómo, de alguna forma, el fútbol seguía uniendo todo en su vida, convirtiéndolo en una experiencia mucho más allá de los partidos. Era la sensación de pertenecer a algo mucho más grande.