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Castiel fue enviado desde el Cielo para asegurarse de que la humanidad tuviera algún tipo de equilibrio entre los ciudadanos normales y los superhéroes que deambulan entre ellos. Al principio, Gabriel tuvo que ser llamado varias veces durante una semana para que le explicara cómo funcionaba todo esto de la vida humana. Una vez que lo captó, todo fue mucho más fácil. Durante el día, su recipiente humano tenía un trabajo tranquilo y discreto como contador, ataviado con la típica ropa de oficina y un abrigo beige. Poseía un apartamento modesto, adornado con plantas de interior a las que había desarrollado un especial afecto, y una vida hogareña.
Sin embargo, por la noche, vestía en un traje negro ceñido y botas de combate, con un cinturón táctico y una funda de pierna, ambos repletos de armas. Entre su arsenal, la daga angelical era su favorita, la cual llevaba a un lado del cinturón. En su espalda había dos aberturas verticales para sus alas, que podían desplegarse para volar. A simple vista, no había nada allí, pero si volaba entre las sombras de la ciudad, las plumas se dejaban ver claramente, destacando en la oscuridad. La mitad inferior de su rostro estaba oculta con una máscara negra, lo que no era muy seguro, pero nadie en el trabajo se fijaba en asuntos de superhéroes, por lo que continuó con su doble vida.
Lo llamaban antihéroe cada vez que lo veían de noche. Nunca luchó junto a Los Siete, pero siempre dejó claro que estaba del lado de la gente de Nueva York. Deteniendo a asaltantes y ayudando a niños perdidos cada vez que hacía su aparición. No es que alguien supiera quién era, pero después de dos años, su presencia comenzaba a aparecer en las noticias locales a través de fotos borrosas y cámaras de seguridad
«El ángel del Jueves», irónicamente, casi nunca aparecía en su identidad de superhéroe los jueves. Salía de vez en cuando a lo largo de la semana, pero sus apariciones eran esporádicas. Podía aparecer un par de veces en una semana y luego desaparecía por dos semanas o dos meses. No era fácil para él ayudar a la gente, pero si alguien rezaba por ayuda, estaria allí en un abrir y cerrar de ojos.
Con el tiempo, sus habilidades comenzarían a ser notadas por Payback, el grupo de superhéroes que siempre le había causado tantos dolores de cabeza a Castiel. En su opinión, eran más celebridades glorificadas que verdaderos héroes de buen corazón. Era raro que realmente se esforzaran por ayudar a los ciudadanos, pero cuando lo hacían, solían dejar un rastro de destrucción mayor que el del propio villano.
Así que, sí, se podría decir que Castiel mantenía su distancia y trataba de ser un ángel fiel al Señor en su tiempo libre. Asistía a la iglesia los domingos, ayudaba en los albergues para personas sin hogar de vez en cuando, donaba a organizaciones benéficas y hacía voluntariado en refugios de animales para interactuar con los animales más viejos.
En conclusión, esta misión había sido una de las más gratificantes que había recibido del Todopoderoso.
Y luego, a principios de diciembre, Castiel decidió comenzar a hacer sus propios viajes nocturnos por Nueva York, simplemente porque el crimen parecía aumentar a finales de año. Más personas, más gente buena, eran propensas a ser robadas, agredidas, asesinadas, atracadas y, en general, dañadas. Era terrible escucharlo en las noticias, por lo que para evitar más sufrimiento innecesario, Castiel decidió recorrer los tejados de los edificios y ver si alguien necesitaba ayuda.
Por desgracia, había volado tan lejos que se acercó demasiado al territorio de los superhéroes que tanto detestaba.
Contemplaba el cielo nocturno, sentado con las piernas colgando en el borde del techo de un banco, mientras andaba perdido en sus pensamientos. No advirtió la presencia de un intruso que ascendía por la fachada del edificio, hasta que fue demasiado tarde.
— Hola, cariño.— Una voz fuerte, suave y llena de arrogancia susurró en su oído, despertando a Castiel de su ensimismamiento.
El hombre se quedó sin aliento al girar la cabeza y encontrarse cara a cara con el mismísimo Soldier Boy. Por increíble que parezca, lo único en lo que podía pensar el ángel era en lo mucho mejor que se veía el apuesto hombre en persona en comparación con las fotos profesionales que había visto en las noticias.
Castiel se alejó del hombre mientras sus piernas se retiraban del borde del edificio, soltando un ligero suspiro a través de la dura máscara que tenía alrededor de la boca.
El superhéroe continuó lanzando insinuaciones mientras Castiel se levantaba, —Oh, ¿estás haciendo un poco de juego previo para mi? Normalmente solo hago esto en la habitación, pero creo que podría hacer una excepción por ti.
Mientras se acercaba a Castiel, el ángel sacó la daga de su cintura y la sostuvo contra su cuello.
—Yo pararía ahí si fuera tú.— Su voz era más suave y menos segura de lo que hubiera querido, pero, a pesar de eso, su mensaje quedó claro. Los ojos del hombre más alto se abrieron de par en par mientras lo miraba fijamente antes de reírse.
— Tranquilo, solo quiero hablar. — Levantó las manos en señal de paz y sonrió un poco avergonzado. — En serio. Acabo de terminar una relación muy complicada con mi compañera de trabajo. No estoy de humor para peleas ahora, muñeca, aunque normalmente me encantaría.
Sabía quién era la mujer de la que hablaba. Crimson Countess. Esa mujer hermosa que siempre estaba pegada a él en las fotos. Era guapísima, y definitivamente más merecedora de que la llamaran «muñeca». Castiel guardó su cuchillo y se relajó un poco mientras escuchaba al otro tipo. Se sintió raro de repente, probablemente nervios.
—Mira, llevo un tiempo siguiendo tu trabajo de héroe. Eres un misterio que no consigo resolver, y creo que mi equipo y yo sabríamos qué hacer contigo y tus habilidades en las circunstancias adecuadas—. Observó cómo el moreno se frotaba la nuca mientras buscaba las palabras para lo que parecía un discurso preparado.
Las pecas que salpicaban su rostro lo distrajeron casi lo suficiente como para perderse la oferta que Soldier Boy le hizo. —Te estoy pidiendo que te unas a mi equipo. Creo que serías una gran adición a lo que hacemos.
Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera procesarlas: —¿Y qué es exactamente lo que 'hacen'? Porque por lo que he visto, no hacen mucho por los ciudadanos comunes.
Esa no fue la respuesta que el otro hombre esperaba, ya que tartamudeó buscando una respuesta exacta a eso. —¿Te acabo de ofrecer la mejor oportunidad que vas a tener en este campo, y eso es lo primero que preguntas?
Inclinó la cabeza y frunció el ceño. — No tengo intención de unirme a ti. Nada de esto fue planeado para llamar tu atención. Solo estoy tratando de hacer el bien a quienes necesitan mi ayuda. Eso es todo.
Las orejas del soldado se sonrojaron, posiblemente de vergüenza, mientras Castiel comenzaba a alejarse hacia el otro lado del edificio, preparándose para volar.
—Quítate esa mierda. Si no vas a asociarte con gente como nosotros, no deberías andar por ahí y usar esa estupidez como algún tipo de soldado del invierno.
El ángel se giró mientras caminaba hacia la orilla del techo, sus talones balanceándose en el borde mientras le decía un último comentario al héroe.
—Entonces deberías venir aquí y quitármelo tú mismo.
Y así, se dejó caer del borde del edificio, con sus alas de ángel desplegándose de forma invisible mientras volaba hacia la esquina, aterrizando en un callejón cercano. Desde allí, observó cómo el soldado corría hasta el lugar donde Castiel había caído, mirando a su alrededor en busca de un cuerpo. Al no encontrar nada, el soldado se alejó. Con un chasquido de dedos, Castiel se teletransportó de regreso a casa, listo para acomodarse en la cama y prepararse para una tranquila noche de lectura.
Su rostro permaneció sonrojado el resto de la noche mientras pensaba en la última cosa que le dijo al otro hombre. Fue tonto, imprudente y un poco grosero de su parte proponerle algo así al superhéroe antes de hacer una salida tan espectacular. Aunque había disfrutado el momento, tendría que rezar por perdón con fervor durante la siguiente semana en la iglesia.
Esa fue la primera y última interacción que tuvo con alguien de Payback. Después de eso, Castiel volvió a mantener su distancia y a seguir con su trabajo de héroe de la manera habitual. Esforzándose en mayor medida por permanecer en las sombras y fuera de la vista de las cámaras cercanas.
Por supuesto que, los espiaba en ocasiones en la sala de descanso durante una o dos pausas para el almuerzo (o más, desafortunadamente, fueron muchas más de dos) y se sorprendió gratamente por el cambio en la forma en que la mitad de ellos decidieron actuar en la ciudad. En particular, buscaba artículos sobre Soldier Boy, ya que se sentía atraído por el hombre de una manera que no podía describir.
Su compañera de trabajo, una adorable anciana, le señala un reportaje en las noticias sobre un viaje de voluntariado a un hospital infantil, organizado por el soldado, junto a Black Noir, Crimson Countess y otros superhéroes, mientras la anciana suspira encantada por el atractivo y misterioso hombre de negro. Él observa como Soldier Boy rodea la cintura de la superheroína con una mano saludando hacia la cámara, tiene una sonrisa pequeña y los ojos tristes.
Desde ese momento, Castiel mantuvo su distancia.
Cuatro meses después, en abril, Castiel se interesó en un caso de varias personas desaparecidas. No había un patrón discernible entre ellos, pero la ubicación le resultaba inquietante. Al investigar, el ángel se dio cuenta de que todos los lugares donde los desaparecidos habían sido vistos por última vez se centraban alrededor de un antiguo edificio de pruebas gubernamentales. Muy extraño. Las seis personas desaparecidas eran de diferentes edades, géneros y razas, pero a Castiel le dolía que la respuesta estuviera ahí mismo y que nadie pareciera dispuesto a hacer nada al respecto.
No era algo que normalmente haría, pero después de ver a la madre llorar por su hijo de ocho años cuando cumplían las dos semanas de desaparición; terminó con rapidez el bocado de miel congelada que habia estado esperando en su refrigerador y se puso el uniforme antes de volar hacia el lugar que había marcado.
De alguna manera, lo que estaba imaginando no se acercaba ni un poco al panorama que tenía frente a él. El lugar estaba deteriorado, claramente invadido por okupas y la típica pandilla de adolescentes rebeldes. Partes del edificio exterior se estaban cayendo a pedazos, y la naturaleza parecía crecer en las áreas abiertas. Las paredes estaban cubiertas de grafitis, barro y escombros, como si siempre hubieran estado allí. Para una persona normal, no era más que un edificio viejo y abandonado por el que pasar.
Pero Castiel no era normal, y tampoco era una persona.
Al entrar, Castiel supo que no estaba solo. Ya había huellas de barro cubriendo el suelo del pasillo principal, pero no tenía tiempo para analizarlas. Abrió cada puerta en su camino, con la esperanza de encontrar a las personas desaparecidas.
Una vez que atraviesa con prisa el primer piso, Castiel sube las escaleras a toda velocidad, sin darse cuenta del hombre que lo espera para atacarlo junto a la puerta más cercana. El hombre de cabello negro cae directamente en la trampa al abrir la puerta, y de inmediato es arrojado por un brazo contra la pared más próxima. Su rostro se siente aturdido mientras su torso queda inmovilizado, con la mitad de su cara aplastada contra la pared, mientras una voz familiar resuena en la habitación vacía
—¿Quién demonios eres? ¿Qué haces aquí?— Algo en la forma en que su fuerte voz hablaba encendió un fuego dentro de Castiel, pero todo lo que podía hacer era luchar contra la sorprendente fuerza del otro hombre que le sujetaba las muñecas contra la espalda baja. Mientras Castiel reprimió un quejido, el otro hombre pudo reconocer la figura familiar y rápidamente lo soltó. —Jesuscristo. Eres tú. ¿Qué demonios haces en este edificio?
Se alejó de Castiel mientras el ángel se masajeaba las muñecas.
— Podría preguntarte lo mismo. Estoy en un caso para tratar de buscar a todas esas personas desaparecidas. Me gustaría reunirlos con sus familias y posiblemente atrapar a los culpables.
Los ojos del super se abrieron de par en par. —Vaya. Qué curioso. Yo estaba aquí por lo mismo. Tardé un tiempo en conseguir las coordenadas, pero una vez que lo hice, vine aquí para tratar de echar un vistazo mejor y ver si mi teoría era correcta.
Cas asintió, sin atreverse a hacer contacto visual, ya que no había planeado encontrarse con nadie en este encargo, y menos con Soldier Boy, después de lo último que le había dicho al otro hombre.
—Claro —fue todo lo que pudo decir.
—Claro —respondió Soldier Boy, imitando su respuesta.
Con una mano enguantada ajustó la máscara que mantenía su identidad civil mientras ambos permanecían incómodos en la sala. Soldier Boy jugueteaba con su escudo.
—¿Qué te parece esto? Prometes no intentar apuñalarme con tus espadas elegantes o con cualquier otra cosa que traigas en los bolsillos, y yo no te lanzo por los aires de nuevo. Resolvemos este caso juntos, y luego cada uno sigue por su camino. ¿Trato hecho?
Vaya. Soldier Boy estaba haciendo un esfuerzo para devolver algo a los ciudadanos de Nueva York, pero que él investigara por su cuenta un posible caso de secuestro era otra cosa completamente diferente.
Ni siquiera le sacó en cara el rechazo de Castiel para unirse a su liga de superhéroes, ni lo amenazó, ni le dejó ninguna marca en la piel ahora que él mismo lo revisaba. El ángel asintió mientras se acercaba a la puerta primero, la abrió y salió al pasillo para esperar al otro hombre.
Castiel tomó un lado de las puertas, mientras Soldier Boy se ocupaba del otro. El terreno que recorrieron fue mucho más rápido después de eso, pero aún no lograban encontrar nada que los llevara hasta las víctimas.
Para el cuarto piso, Castiel ya empezaba a perder la esperanza, aunque aún les quedaban unos seis más por revisar. Aunque, podría ser peor. Soldier Boy no había dicho nada desde el incidente de abajo, y los dos trabajaban en un silencio cómodo.
Castiel apenas iba un par de puertas adelante de Soldier Boy cuando escuchó algo estrellarse en el cuarto al que acababa de entrar el otro hombre. Dejó de buscar y corrió de vuelta hacia él, alarmado por los vapores rosados que salían de la rendija en la puerta.
Siendo un ángel, esto significaba que la mayoría de las drogas o el alcohol no afectaban a Castiel, a menos que estuvieran en una dosis lo suficientemente alta como para influir a través de su recipiente. Por eso, cuando entra a la habitación y siente que algo le afecta incluso con la máscara puesta, no puede evitar retroceder hacia la entrada para quitarse la máscara y toser.
El aire huele tan dulce que resulta empalagoso, al punto de hacerle sentir náuseas. Momentos después, el hombre más alto sale arrastrándose de allí, empuja su escudo y se quita el casco, revelando su suave cabello castaño.
En medio del ataque de tos, Castiel logra preguntar:
—¿Estás bien?— mientras le tiende una mano al otro hombre, con la otra apoyada en su brazo mientras tose y aún sostiene la máscara.
Soldier Boy asiente mientras se pone de pie y camina por el pasillo, sin siquiera mirar a Castiel ni aceptar su mano extendida.
—Sí, estoy genial. Aléjate del humo o seguirás respirándolo, cariño.
El apodo casi pasa desapercibido, mientras él retrocede del humo que se filtraba hacia el pasillo. A estas alturas es inútil; ya habían inhalado la mayor parte del gas, y ahora, con la puerta abierta, seguirán respirando las partículas que han quedado en el sistema de ventilación.
Soldier Boy sigue ignorándolo mientras los dos intentan apresurarse en las áreas restantes de este piso. Castiel no le pregunta cómo se rompieron los viales o las botellas en la habitación, porque fue testigo de cómo el otro hombre chocaba con cosas en casi todos los pisos anteriores.
No sabe cómo se siente el otro hombre, y está demasiado nervioso para preguntar, pero Castiel se siente fatal. Algo en todo esto lo estaba excitando, y no podía explicarlo. Era una experiencia... extraña.
Finalmente, lograron encontrar otra unidad médica abandonada en el otro extremo del piso, equipada con camas hospitalarias y equipo médico claramente ya caducado. Hasta ahora, todos los niveles del edificio tenían una enfermería, pero aún no había rastro de las personas desaparecidas. Las luces en la sala seguían parpadeando mientras avanzaban.
No les quedaba otra opción que seguir buscando. Castiel intentó distraerse jugueteando con la daga angelical que había sacado por precaución, pero no le ayudaba en absoluto a calmarse. Se sentía mareado y febril, con el corazón latiéndole con fuerza mientras intentaba pensar en algo que detuviera la corriente de sangre que sentía fluir hacia abajo.
Era en definitiva un pensamiento pecaminoso fijarse en el hombre frente a él, pero la idea de lanzarlo en una de las camas viejas y montarlo hasta el amanecer era un impulso tan fuerte que no estaba seguro de poder resistirlo mucho más. O quizá solo podría pedirle al otro hombre que lo dejara mamársela durante una hora o dos. Eso podría calmarlo.
Quizá.
Mientras pasaban por otra fila de camas médicas, el hombre más alto frente a él se detuvo y miró al suelo. Sus nudillos se pusieron blancos mientras agarraba el pesado escudo en su mano derecha, y Castiel se preguntó si estaría bien pedirle que le diera un puñetazo en la cara con esa mano.
—¿Pasa algo?— Castiel habló en voz alta, observando cualquier otro movimiento del super. Solo obtuvo el sonido de grillos en algún lugar de la habitación mientras el otro hombre seguía inmóvil. Guardó su daga de ángel y puso una mano cálida en su hombro, preguntando de nuevo. —Oye. ¿Estás bien...?
Todo sucedió muy rápido. Tan pronto como Castiel posó su mano en el hombro de Soldier Boy, antes de que pudiera terminar la pregunta repetida, el moreno dejó caer su escudo y se giró para enfrentar al ángel. Castiel se sintió lanzado contra la superficie más cercana, para que luego, un cuerpo cálido se presionara contra el suyo.
Es una mesa de autopsia contra la que está atrapado, y el frío metal se siente como un contraste violento en comparación a el rostro que ahora se hunde en su cuello; lamiendo y succionando la pequeña franja de piel que el traje no cubre. Las desesperadas manos del soldado recorren su cuerpo con rápidez, buscando algún punto de apoyo en su pecho antes de deslizarse hacia abajo y quedarse en sus caderas, masajeándolas suavemente.
Su frente está sudorosa y ardiendo, y, a juzgar por el bulto que se presiona contra su muslo, él también está excitado. Castiel jadea mientras sus manos pasan de aferrarse a la mesa a sujetarse de sus brazos firmemente definidos. —¡Espera! ¿Qué estás... ngh- ¡espera!
No puede evitar inclinar el cuello hacia atrás, permitiendo que el otro hombre muerda aún más piel. Castiel cierra los ojos mientras esto continúa por varios minutos, sintiendo cómo su propia erección crece bajo el uniforme. Su cuerpo no puede evitar frotarse contra el otro hombre, ahora que ambos están visiblemente excitados por estar tan cerca el uno del otro. Se siente tan bien estar sostenido así, y lo único que puede hacer es jadear y gemir bajo la máscara deseando que finalmente haya más fricción.
Desafortunadamente, justo cuando empezaba a disfrutar de todo, Soldier Boy echa la cabeza hacia atrás, respirando con fuerza mientras sus ojos verdes se encuentran con los de él.
—Oh Dios mío. Yo... yo no... no lo sé. — Se pasó una mano por el pelo mientras seguía tartamudeando una disculpa. —Mierda. Yo no soy...
Retrocedió del ángel para volverse hacia la pared más cercana, cubriéndose la cara con las manos con vergüenza. No necesitaba ser un genio para entender lo que estaba pasando: los vapores que inhalaron probablemente eran afrodisíacos, y ahora estaban atrapados lidiando con las consecuencias.
A solas.
O juntos, si Castiel lo pensaba bien.
Pero era evidente que a Soldier Boy solo le interesaban las mujeres. Tal vez, si usaba su gracia, podría llevarlo a la sede de Vought para que Crimson Countess le ayudara a aliviar el peso en los hombros. Quizás entonces, Castiel podría simplemente teletransportarse y «darse una mano»; como Gabriel solía decir cada vez que no tenía ganas de salir a buscar a un humano.
Aclarando la garganta, ofreció su solución de manera delicada al ver que el otro hombre se arrodillaba contra la pared. Podía sentir su propio dolor de cabeza palpitando, mientras que su polla anhelaba más contacto.
—Eh, disculpa, Soldier Boy, pero creo que podría tener una solución para nuestro... problema.
Observó cómo el super giraba lentamente la cabeza hacia él, con el ceño fruncido y los ojos oscurecidos por sus pupilas dilatas.
—Si quieres, podríamos dejar esta investigación para otro momento, cuando estemos en el estado mental adecuado para continuar. Podría llevarte de vuelta a la corporación de héroes en Nueva York y ahí podrías...
—No. Ni hablar. Que se jodan esos imbéciles. Prefiero sufrir de bolas azules por la eternidad a volver a estar cerca de esos bastardos.
El ángel frunció el ceño ante la interrupción, pero antes de que pudiera intentar persuadirlo, el héroe continuó. —Además, tan super como todos ellos, ya no es seguro para mí estar acostándome con cualquiera. Osea, estas mejoras están geniales, pero después de un tiempo...
Castiel finge no notar cómo el soldado lo mira de arriba a abajo, sus ojos recorriéndolo antes de lamerse los labios. —Es difícil tener intimidad con alguien cuando todo en mi sistema está genéticamente mejorado. En todos los sentidos. Incluso cuando intento masturbarme solo, me toma varias rondas para sentirme satisfecho.
Es terriblemente cruel que le esté describiendo sus problemas de autosatisfacción a Castiel mientras ambos están más que excitados. La idea de imaginar al otro hombre, después de habersela jalado seis veces, cubierto en sus propios fluidos, con la cabeza hacia atrás sobre una almohada mientras su pene pedía más, era suficiente para volverlo loco.
—Hueles bien —dijo el héroe finalmente antes de girarse de nuevo hacia la pared, alejándose de Castiel.
—¿Perdón?
Suspiró y se volteó de nuevo. El bulto en sus pantalones era tan evidente que Castiel tuvo que esforzarse por mantener el contacto visual en su rostro. —Hueles bien. Muy bien, en serio. Mis sentidos están agudizados en todos lados y pude olerte cuando entraste al edificio. Es el mismo olor que noté cuando intenté hablar contigo hace un tiempo —Castiel hizo una mueca al recordarlo.
—Ah, olvídalo. Es una tontería. Perdón por haber ido hasta allá y haberte empezado a morder como un animal salvaje. Es solo que... hueles a miel, vainilla y cuero fino. Se intensificó cuando choqué con esas botellas en el cuarto. Y cuando te acercaste demasiado, quise olerlo más.
Castiel se frotó la nuca mientras el soldado se aclaraba la garganta y recogía su escudo del suelo. —En fin. Ya no importa. Lamento haberme lanzado sobre ti así. Puedo arreglármelas solo —Castiel no diría nada sobre el pequeño puchero que el soldado hacía mientras seguía caminando alrededor de las camas, pero se relajó lo suficiente como para soltar el pensamiento que lo había atormentado en los últimos treinta minutos.
—Bueno, si quieres, podrías usarme. No soy una persona común. En realidad, soy eones mayor que tú. Podríamos ayudarnos a deshacernos de este virus en nuestro sistema hasta que te sientas satisfecho para continuar.
El super se detuvo junto a una cama y se volvió hacia Cas. —¿Estás hablando en serio?
Él se encoge de hombros. — Puedes destrozarme. No me importa. Sé que no tienes un interés emocional en mí, pero considerando que inhalaste mucho más humo que yo, probablemente estés en mucho más dolor. Y estoy sufriendo bastante en este momento, así que no creo que pueda soportar estar cerca de ti por mucho más tiempo.
De nuevo, Soldier Boy lo examina de arriba a abajo.
—¿Y cómo sé que puedo confiar en ti? ¿Qué pasa si me bajas los pantalones y decides simplemente romperme el cuello en dos si eres tan malditamente viejo y sabio? ¿Huh?
Castiel duda, pero se quita la máscara, permitiéndose respirar correctamente por primera vez desde que asumió esta tarea. La habitación está polvorienta, pero si se concentra lo suficiente, aún puede percibir el dulce perfume de las botellas. Luego, solo para continuar sintiéndose audaz, comienza a desabrochar su uniforme desde el cuello, manteniendo el contacto visual con Soldier Boy mientras el cierre se abre hasta la mitad de su pecho sudoroso. Se detiene justo debajo de la línea de su abdomen y se lleva las manos a los costados.
—Iría más allá y me quitaria todas mis armas, pero por desgracia están unidas al traje y tendría que quitarme los pantalones por completo.
Todo lo que el otro hombre hace es respirar. Inhala y exhala. Se queda mirando a Castiel durante un buen rato. Una sonrisa tímida aparece en su rostro una vez que finalmente sale de su ensimismamiento y hace una última pregunta:
—¿Te parece bien estar abajo? Siempre he querido saber cómo se sentiría, ah, cogerse a alguien por la puerta trasera.
Castiel asiente, y eso es todo lo que Soldier Boy necesita. Lo arrastra a una de las camas médicas, sentándose al borde de una y agarrando la mandíbula de Castiel con una mano y atrae sus labios juntos. Era cierto que no era el peor besando, pero su falta de experiencia se notaba. Sin embargo, era un aprendiz rápido, por lo que fue fácil adaptarse a los besos apasionados del otro hombre.
Castiel respiera por la nariz y se deja hundir en los suaves labios del otro hombre, su cuerpo tensándose. Sintie unos dientes morder su labio inferior, lo que le hace abrir la boca un poco. Suelta un jadeo al sentr una lengua caliente deslizarse dentro de su propia boca, entrelazándose con la suya. La barba del soldado roza su rostro liso, y su cuerpo arde bajo el uniforme que llevaba puesto. Quiere quitárselo, quiere arrancarse todo y dejar que el hombre volviera a presionar sus labios contra su cuello como un animal hambriento.
Y el ángel no puede evitar derretirse en el momento mientras su brazo izquierdo se apoya sobre el hombro del moreno, acunando la parte posterior de su cabeza y deslizando los dedos por su cabello. Deja el otro brazo colgando sobre su hombro derecho. Soldier Boy procede a envolver sus brazos alrededor de la cintura de Cas, acercándolo lo más posible.
Finalmente, Soldier Boy interrumpe el beso, debido a su necesidad para respirar y Castiel pregunta de manera tan suave.
—¿Crées que podria... darte una mamada?
Unas arrugas se forman en el borde de los ojos del soldado mientras se ríe por la pregunta de Castiel. Su risa es muy bonita.
—Cariño, puedes hacer lo que quieras conmigo. Aunque eso tomará unos cuantos minutos, este traje no es fácil de quitar.
— No es necesario. Yo lo hago.— Quizás es su desesperación, o talvez es porque él al fin entiende el concepto de lujura como pecado; pero con un chasquido de dedos, Soldier Boy ya se encuentra desnudo sobre la cama, a excepción de tener sus boxers negros. Su traje esta doblajo de manera pulcra en una silla cercana, como si siempre hubiera estado ahí.
—Vaya, ¿haces ese truco con todas las personas con las que te acuestas?
Castiel está demasiado avergonzado para admitir que nunca ha hecho nada más allá de mirar a los humanos antes de conocer a este hombre, así que se limita a encogerse de hombros:
—Es mi gracia angelical. Puedo hacer mucho más con ella que solo quitarte la ropa, ¿sabes? Se arrodilla y observa el largo falo frente a él.
No está muy seguro de qué hacer por un momento, pero cuando su boca logra engullir todo el contenido hasta su garganta, lucha por contener una sonrisa al escuchar el gemido del super sobre él, cuyas manos se aferran a las sábanas mientras sus caderas embisten accidentalmente contra su boca. —Ah, mierda. Lo siento. ¡Carajo!
De alguna manera, esa acción se siente mucho más atractiva que el proceso en sí, por lo que Castiel se aparta. Su lengua lamiendo y succionando la punta durante un rato, absorbiendo todas las gotas de líquido preseminal antes de finalmente soltarlo. —Haz eso de nuevo. Con tus caderas.
El moreno siseó cuando Castiel le agarró el pene y comenzó a masturbarlo, frotando lentamente hacia arriba y abajo. Asegurándose de que cada centímetro tuviera su atención completa.
—No creo que pueda... ah… mmh.
Castiel aumentó la velocidad con sus manos, esperando emocionado a que su primer orgasmo fuera extraído. Y a medida que los gemidos del super crecían, Cas volvió a meter su boca y lo tomó todo: sintiendo cómo le llegaba al fondo de la garganta mientras se movía con entusiasmo durante unos minutos más. Mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo, temiendo sentir que se veía ridículo.
El hombre gimió mientras eyaculaba en el fondo de la garganta de Cas. Esto era lo que necesitaba. A pesar de que todavía no había podido tocarse, la sensación del semen del otro hombre bajando por su garganta era casi suficiente para que su dolor de cabeza desapareciera. Retiró la boca, sorprendido de que, de hecho, siguiera duro y erecto después de su primer orgasmo.
—¿Te gustaría hacerlo de nuevo? Como te pedí, por favor.
Una mano apartó un mechón de cabello húmedo de la frente de Castiel. —¿Crees que puedes manejarlo? Podría volverse demasiado intenso para que tus lindos labios se estiren alrededor. Podría perder el control de mí mismo.
Sonriendo tímidamente, el ángel asintió, y Soldier Boy suspiró.
—Está bien, no vayas a llorar y decir que no te advertí. Pero antes, hazme un favor.
Habló esa última parte justo cuando Castiel iba a volver a meterlo en su boca, y el ángel se apartó con amargura.
—¿Sí?
—Mantén los ojos abiertos.
Esa fue la última frase que pronunció antes de frotar la punta contra los labios ansiosos de Castiel. El ángel abre la boca mientras el soldado desliza su pene dentro. Sujeta la cabeza del ángel mientras comienza a empujar dentro y fuera de su boca. Cas ahueca sus mejillas y trata de usar la lengua, pero se le dificulta mientras el soldado golpea con facilidad la parte posterior de su garganta.
Su cuerpo tiembla al sentir que el hombre pasa sus dedos por su cabello negro, gimiendo de satisfacción a medida que aumenta la velocidad de sus embestidas. Se retuerce dentro de la cálida boca de Castiel, envolviéndolo lo mejor que puede. No pasa mucho tiempo antes de que comience a moverse más rápido en su deleite, y Castiel puede ver la absoluta maravilla en su rostro mientras lo mira.
Le hace estremecer mientras su cerebro prácticamente se derrite, pensando solo en querer hacerlo llegar al clímax. Una mezcla de saliva y líquido preseminal comienza a gotear de su rostro y caer por su barbilla. Comienza a tocarse a través de su uniforme, antes de meter por completo la mano por debajo de sus pantalones para masturbarse.
Sus gemidos vibran contra el miembro de Soldier Boy, haciendo que el super se estremezca y jadee con los sentidos agudizados.
—Son tan jodidamente hermosos, me encantan tus ojos. Esos ojos azules tan preciosos…— Escucha murmurar al super mientras mira hacia abajo, sosteniendo su cabeza y dejando escapar cálidos suspiros. Se siente bien verlo cerca de su orgasmo, mientras los ojos de Cas se humedecen por la intensidad de todo. No le toma mucho tiempo acercarse, solo con ver cómo el otro hombre se esfuerza por alcanzar su propio placer.
El super echa la cabeza hacia atrás mientras llega al clímax en la garganta de Castiel. Sus abdominales se ven bien desde este ángulo mientras tira de su cabeza hacia atrás, dándole una vista completa de su área abdominal mientras su boca se llena de su semen. Se pregunta si sería extraño besar esa zona esculpida, o tal vez lamer alrededor para ayudarlo a limpiarse. Su boca permanece sobre el super hasta que siente que él mismo llega al clímax rápidamente, cerrando los ojos mientras finalmente se corre sobre sus propias manos.
Soldier Boy deja caer su parte superior del cuerpo sobre la cama mientras miraba el techo parpadeante, su boca permanecía abierta mientras jadeaba en gran manera, aturdido. Castiel vio esto como una oportunidad para terminar de quitarse la ropa después de correrse en sus propios pantalones. La sensación no era muy agradable, y ojalá tuviera ropa interior para servir de barrera en el desastre que ha hecho de sí mismo, pero ya podrá limpiarse cuando estén listos para irse.
—¿Te sientes mejor?— preguntó Castiel mientras acariciaba el fuerte muslo del hombre.
Una risa escapó de su boca mientras su pene permanecía erguido en el aire, todo rojo, hinchado y lubricado con la saliva de Castiel. Como si no acabara de llegar al clímax de manera consecutiva.
—Claro que sí. Eso fue... totalmente increíble. Ven aquí, cariño, creo que mereces una pequeña recompensa.
Con sus fuertes manos, lo levantó del suelo como si no pesara nada y lo sentó frente al cabecero de la cama. Se arrastró unos centímetros más abajo y comenzó a enterrar su rostro de nuevo en su cuello, ahora completamente expuesto y listo para ser cubierto de marcas.
Todo lo que el ángel podía hacer era gemir mientras el super mordía y succionaba, dejando marcas rojas en su piel. Serian los puntos de partida de lo que esperaba fueran moretones al día siguiente. Ahora que Castiel estaba completamente desnudo, fue bajando, cada vez más profundo, mordiendo con más fuerza cerca de sus pectorales hasta llegar a sus pezones rosados.
Su pecho subía y bajaba suavemente mientras observaba al soldado mirar fijamente su cuerpo desnudo por un momento, asimilando todo mientras Castiel agarraba suavemente las delgadas sábanas con anticipación.
Entonces su boca fue directamente al pezón izquierdo de Castiel, besándolo y chupándolo mientras su otra mano atendía el lado descuidado, pellizcándolo y girándolo con destreza. El ángel echó la cabeza hacia atrás y gimió sin vergüenza, comenzando a retorcerse en la cama mientras su espalda se arqueaba. Los botones rosados se endurecieron mientras Soldier Boy seguía explorando su pecho antes de cambiar de posición y atender cada pezón.
—¡Ah-oh sí! ¡Sí! ¡por favor, no pares!— gimió Castiel mientras sus manos encontraban apoyo en la cabeza del otro hombre, acunándola y acariciando sus densos cabellos con los dedos. Con la otra mano, Soldier Boy finalmente le prestó atención a su miembro, frotando el áspero pulgar contra la punta que llevaba un rato goteando. Castiel jadea y exhala cálidos suspiros y continua con sus súplicas de placer mientras los dedos de sus pies se curvan.
Le gustaba la forma en que la barba del soldado rascaba su cuerpo, dejando manchas rojas e irritadas alrededor de su cuello y pecho. La tortura placentera continuó hasta que el super finalmente retiró la boca, dejando que Cas se moviera sin reparo contra su mano. Los ojos color caramelo de Soldier Boy, estaban casi consumidos por completo debido a las oscuras pupilas dilatadas en sus órbitas.
Le acomodó el cabello a Castiel, apartándolo de su rostro, y lo miró profundamente en sus ojos azul cielo.
—Sabes, eres increíblemente lindo para ser un chico, ¿alguien te lo ha dicho alguna vez?.
Este cumplido hizo que Castiel se sonrojara de verdad, incluso más que con los apodos cariñosos. Él negó con la cabeza, y el soldado murmuró:
—Es una lástima. Si hubiera sabido que escondías un rostro así bajo la máscara, habría intentado hablar contigo hace mucho.
—Gracias. — Su respuesta fue apenas un susurro, pero lo suficientemente sincero como para que el hombre le regalara una pequeña sonrisa antes de darle un beso suave en los labios. Fue tan íntimo que casi olvidó el propósito de por qué decidieron acostarse juntos.
—¿Confías en mí? — le preguntó el soldado al ángel, frotando pequeños círculos en sus caderas mientras se arrodillaba entre los muslos de Cas.
No te distraigas.
El ángel asiente y observa cómo el soldado se mueve hacia atrás en la cama estrecha.
—Date la vuelta.
En cuestión de segundos, Castiel se recuesta boca abajo, levantando un poco la cabeza mientras intenta quitar la capa de polvo que cubre la almohada, para luego apoyar suavemente su rostro de lado sobre ella. En algún lugar distante, escucha cómo el soldado jadea al sentir su mano posarse sobre su firme trasero.
—Oh, no me jodas. ¿cómo es que cada centímetro de ti es tan perfecto? Pareces una estatua griega hecha solo para mí. — Con un dedo, traza suavemente alrededor de su entrada, observando cómo se contrae con expectación, como si hubiera estado esperando algún tipo de contacto desde el principio. Probablemente así era. Con fuerza controlada, el soldado levanta las caderas de Castiel, doblando sus rodillas y elevando su trasero en el aire, mientras él espera que comience lo que cree que es el proceso de preparación.
Lo que el ángel no espera es la sensación de un aliento cálido y una lengua húmeda lamiéndolo. El placer de ese simple gesto es intenso y, sin embargo, no parece suficiente. Jadea y lleva una mano a su boca, cerrando los ojos mientras se deja llevar, permitiéndole al hombre hacer lo que quiera con su cuerpo.
Apenas puede mantenerse, ahogando sus gemidos de placer mientras el otro hombre lo devora, sus muslos temblando por el esfuerzo de mantenerse levantados. Es una batalla mental para él no empujar su trasero hacia el rostro del otro, pero cuando lo hace sin querer por tercera o cuarta vez, Soldier Boy se detiene por un momento, le separa las nalgas y regresa con una intensidad comparable solo a la de alguien hambriento.
Cuando se detiene otra vez, Castiel se queja por la pérdida de la sensación, pero vuelve a jadear cuando siente una mano que se desliza debajo de él y comienza a acariciarlo.
—Ábrete para mí, muñeca; no puedo hacer dos cosas a la vez sin un poco de ayuda.
Sus manos tiemblan mientras toma sus propias nalgas y las abre, exponiéndose. Se siente como una prostituta al hacer este gesto, pero no le importa cuando grita de placer al sentir cómo su pene y su entrada son rápidamente abusados por el otro hombre. La barba del otro hombre le quema mucho más en esa zona que cuando rozaba su cuello, pero la fricción le produce una sensación tan placentera que ni se preocupa por las posibles consecuencias que pueda traerle después.
El cretino se aparta por un momento para dejar marcas en su piel, en la parte interna de su suave muslo, mientras acaricia el pene de Castiel. Cuando siente que ha satisfecho su instinto animal al morder su piel, vuelve a hundir su lengua en su agujero. Lo lame hasta que está húmedo, dejando caer saliva, y Castiel desea que esté haciendo más que solo provocarlo. Es increíble, pero necesita más. Quiere que lo folle.
Un gemido escapa de los labios del héroe, lo que solo se añade al placer y emoción de Castiel. Su mano acelera el ritmo, acariciando más y más rápido, hasta que Castiel no puede contener más sus sonidos.
Temblando, eyacula sobre la cama, mientras sus manos luchan por mantenerse en pie mientras el super lo destroza con esa lengua extrañamente larga. Un quejido escapa de su boca cuando se aparta, y Castiel prácticamente se desploma sobre la cama.
—Tienes una boca tan sucia para ser tan callado todo el tiempo. Siempre son los más silenciosos. — Escucha al hombre reír mientras se arrodilla a su lado, acariciando y palpando su trasero.
Está bien, sí, ahora que ha tenido su segundo orgasmo, lo entiende. Todo. La lujuria. El deseo. La pasión. La necesidad. Es todo lo que piensa mientras se recuesta completamente sobre su estómago, disfrutando de los resagos del orgasmo. Quiere consumirlo como el fruto prohibido que llevó a Adán y Eva a su castigo eterno. No ayuda que Soldier Boy sea un amante tan cariñoso, acariciando su espalda mientras elogia a Castiel.
—Llevo tanto tiempo pensando en hacer algo así. Haces tantos ruidos bonitos. Se siente increíble hacerlo de verdad — jadea, y Castiel puede sentir su miembro duro presionando contra él mientras el hombre se acuesta a su lado y continúa hablando sin parar.
—¿Listo para seguir adelante? ¿Hm? ¿Quieres ayudarme a sacar todo esto de nuestro sistema?
Asiente, lo que sorprende al otro hombre.
—¡Oh! Mierda, ¿en serio? ¿Estás seguro? No tienes que seguir haciéndolo si ya no quieres. Lo entenderé, muñeca.
Está a punto de quedarse dormido en la cama, pero todavía es lo suficientemente consciente como para asentir. Usando su gracia, convoca una botella de lubricante en su mano y se la ofrece al supe, lo que provoca una risa del otro hombre.
—¿Eres algún tipo de mago o algo así? ¿Cómo demonios puedes conjurar todas estas cosas?
—Soy un ángel del -hng- Señor, en realidad.
Soldier Boy posa sus manos sobre él en cuanto recibe la botella, girando a Castiel de espaldas y frotando un dedo calloso sobre el borde de su agujero hinchado y maltratado.
—Uy, claro, como no.— Al destapar la botella, continúa hablando sin parar: —Siempre me he preguntado cómo lucen los ángeles. Solía rezar cada noche, ¿sabes? Pero creo que eres mucho mejor de lo que estaba imaginando.
Sus cabezas comparten la almohada mientras yacen juntos en la cama, Soldier Boy de lado y Castiel de espaldas, mientras continúa provocando al hombre de ojos azules. Intenta mantener la compostura, tratando de respirar de manera constante, pero es tan difícil cuando todo lo que quiere es más, más y más. Sus piernas se abren voluntariamente, otro signo corporal.
Después de unos largos segundos, desliza su dedo medio, y Cas suspira profundamente, visiblemente aliviado al sentir algo dentro.
—Dios, eso no debería ser tan sexy como lo haces ver, — murmura Soldier Boy contra él. Se acurruca junto a Cas, inclinando la cabeza contra su pecho, — Mi nombre es Benjamin. Si no te sientes cómodo usando ese título de héroe tan tonto.
Comienza a mover su dedo, con un poco de dificultad por lo apretado y ajustado que está. Castiel tiembla ligeramente ante la intrusión.
—¿Querrías..-oh — Cierra los ojos, absorbiendo la sensación. Le toma un segundo reunir la fuerza y conseguir expresar sus palabras.—¿Quieres que te llame por tu nombre civil?—Pequeños jadeos escapan de sus labios, y espera no verse ridículo en este momento.
—Ben también funciona. Cualquiera de los dos, solo... no uses mi nombre de pila. —Castiel asiente mientras abre los ojos, observando cómo el dedo lubricado del otro hombre se introduce y sale de él. La vista lo hace gotear, sintiendo cómo sus orejas arden de vergüenza y de algo más maravillosamente pecaminoso.
—Castiel— murmura mientras el ritmo lento finalmente se acelera tras varios minutos.
—¿Qué?— pregunta el otro hombre, respirando pesadamente.
—Ah, mi nombre. Dado que no tengo... oh Dios... un título de héroe para que me llames. — El sudor le resbala por la frente mientras se gira para mirar al otro hombre, que está demasiado distraído concentrándose en su propia mano para darse cuenta. Sus mejillas tienen un bonito rubor que resalta entre sus pecas, y sus cejas están fruncidas en concentración. Su propio miembro sigue goteando, incluso después de haber llegado al clímax sin ser tocado.
Es una imagen muy, muy agradable para él de ver.
—Eres muy guapo, Ben—, logra murmurar Castiel mientras sigue mirándolo.
La respuesta vale tanto la pena que el héroe se vuelve hacia él, abriendo los ojos como un bonito cervatillo, y se sonroja aún más, sus orejas tornándose rojas.
—¿Gracias?
No debe significar mucho para él; probablemente las mujeres se lo dicen todos los días, pero se siente bien hacérselo saber. O tal vez solo sea el segundo dedo, su dedo anular, que ahora puede deslizarse dentro. Cas tiembla, sintiéndose más lleno. Se presiona contra él, buscando intensificar la sensación, gimiendo y suspirando todo el tiempo. Ben presiona besos por su cuello y baja por su hombro, mordisqueando su piel aquí y allá.
—Eres maravilloso — susurra Castiel mientras Ben desliza su otra mano por su espalda y alrededor de su pecho, manteniéndolo sujeto a medida que acelera el ritmo, ahora que está mucho más suelto.
—Esto se pone mucho mejor que eso, ángel.
Antes de que Castiel pueda preguntar a qué se refiere con eso, un gemido lascivo se escapa de su garganta mientras los dedos de Ben aumentan la velocidad, curvándose maravillosamente mientras observa cómo sus dedos entran y salen. Soldier Boy, Ben, comienza a murmurar palabras en las que Castiel no puede concentrarse en ese momento, pero le hace temblar mientras empieza a moverse contra los dedos. Ben también lo ve todo. Espera que el otro hombre piense que se ve bien así. Solo un poco.
Tiembla cuando el superhéroe toca algo en su interior que lo hace gritar, su espalda se arquea ligeramente del colchón mientras Ben reacciona.
—Oh, así que ahí es donde está.
Solo sujeta a Castiel con más fuerza, mientras comienza a empujar sus dedos con más agresividad en ese mismo lugar que le hace doblar los dedos de los pies, con los ojos en blanco mientras se desmorona por completo.
Los jadeos y gemidos no dejan de salir de su boca. Intenta estar en silencio, de verdad lo intenta, pero todo es tan abrumador. Tan celestial. Debe estar arruinando la experiencia para el otro hombre. Sin embargo, no quiere interrumpir lo que está sucediendo en ese momento, porque puede sentir a Benjamin restregándose contra su muslo, jadeando y gruñendo mientras el otro hombre se desmorona.
—Vamos, muñeca, solo correte, sé que quieres. Estoy justo aquí.— Su voz solo lo pone más nervioso ahora que está tan cerca de él, enviando escalofríos por su espalda mientras siente la acumulación de su liberación. Jadea, luchando por encontrar su aliento.—Por favor, bebé. Quiero verte venir.
Las lágrimas caen de sus ojos mientras siente que su orgasmo se acerca, y no puede evitar agitarse en la cama, abrumado por el segundo climax que se está formando esa noche. Sin embargo, el agarre de Ben sobre él es firme, así que se mantiene atrapado en el centro de la cama mientras sus dedos masajean lo que debe ser su próstata. Su mano es rápida y precisa, dejando suaves golpes de piel contra piel resonando en la habitación.
—¡Estoy cerca! Por favor, no pares, por favorporfavor—mmh!— Ben ha vuelto a poner su boca sobre la de Cas, ahogando sus súplicas con sus labios mientras introduce su lengua de nuevo en su boca. Cas se da cuenta de que sus caderas se están volviendo más descontroladas en sus embestidas mientras lucha por mantener la misma fricción para sí mismo. Apenas puede llamar a esto un beso, era más como gemir en las bocas del otro con el ocasional succionar de lengua por parte de cualquiera de los dos.
No es que se quejara. Había algo sucio y terriblemente atractivo en la posición en la que se encontraba. Los muñecas estaban sujetas por la mano libre del soldado para evitar que intentara alejarse. No es que quisiera moverse; en realidad, le gustaría quedarse en esa posición para siempre. Sin embargo, se sentía tan abrumado que no podía evitar el impulso de luchar para recuperar el control sobre sí mismo. O de apartar la mano que lo sostenía y masturbarse en esos dedos gruesos hasta sentirse satisfecho. Se separó un poco, dejando un pequeño hilo de saliva conectado entre sus labios hinchados.
—¡Ben! ¡Ben, estoy a punto de... oh, sí! ¡Sí! ¡Me estoy viniendo! ¡Me vengo!— grita Cas mientras se aparta de los labios del otro hombre. Cierra los ojos, sintiendo cómo se contrae alrededor de los dedos de Ben mientras alcanza el clímax de manera intensa. Largos chorros de semen salen en ráfagas sobre su abdomen, llegando tan lejos que incluso un par de gotas logran salpicarle el pecho. Solo le toma unos segundos deshacerse de todo, pero al menos ahora tiene la mente clara. Ya nada le duele, pero no quiere que esto termine.
Su cuerpo tiembla de forma deliciosa mientras sus caderas intentan moverse hacia adelante y hacia atrás, disfrutando la sensación. Castiel tiene que detenerse mentalmente antes de que se vuelva demasiado. Ben es lo suficientemente amable como para retirar sus manos, y Castiel siente que lo extraña, su cuerpo ahora aferrándose a la nada. Se siente pegajoso y sudoroso, oh, tan sudoroso, pero mucho mejor en comparación con cómo se sentía al principio, cuando la sustancia los afectó.
Gira la cabeza hacia un lado, recostándola sobre el cabello de Ben mientras el otro hombre permanece quieto, acostado sobre su pecho, justo al lado de su corazón. Huele bien. Sus sentidos no son tan agudos como para percibirlo de la misma forma que Soldier Boy seguramente huele a Castiel, pero al ángel le agrada el aroma del champú que usa. No es hasta que siente que el otro hombre suelta sus muñecas que nota una pegajosidad similar en la parte superior de su muslo.
Oh, se vino en su pierna. Eso también está bien. Significa que van por el buen camino. Castiel se pregunta cuántas rondas más les quedan. Su erección ha disminuido un poco, no está tan dura como al inicio, pero Soldier Boy… su miembro sigue firme, tan orgulloso como cuando comenzaron. Como si no acabara de tener cuatro orgasmos en las últimas…
Vaya. No tiene una noción clara de cuánto tiempo llevan en esto. Pero aún está oscuro afuera, así que no deben de haber pasado tanto rato.
Está tan cansado, pero su mente no le permite quedarse dormido. No. No hasta que consiga lo que ha estado deseando desde que llegaron aquí. Siguiendo el movimiento familiar que el otro hombre hizo antes, pasa una mano por su cabello, apartándolo de su cara.
―Creo que ya estoy listo. Si todavía quieres saber cómo se siente tomar a alguien "por la puerta trasera". ―murmura, sintiéndose adormilado de nuevo. Otra risa del otro hombre vibra contra su pecho mientras levanta la cabeza y lo mira. Eso pone nervioso a Castiel, sintiendo algo revolverse en su estómago. Probablemente nervios. Se siente como una presa a merced de su depredador.
―¿Estás absolutamente seguro de que quieres esto? Vas a quedar adolorido. Y no tengo intención de cargarte por todo este lugar después de esto ―bromea, sonriendo al decir la última parte. Quizás es serio, quizás no. Pero a Castiel no le importa.
―Eso suena encantador ―intenta responder en el mismo tono, aunque solo consigue dejar al castaño sin palabras.
Y si logra que el otro hombre se sonroje aún más, definitivamente no se siente orgulloso de ello. Claro que no. Solo está cumpliendo con su deber como ángel de Dios y ayudando a este hombre a seguir con su trabajo de héroe.
―Si alguien me hubiera dicho que me acostaría con un Ángel del Señor o cualquier tontería de esas que dijiste cuando recién me reinventaron para convertirme en… esto, habría sido mucho más feliz ―dice Soldier Boy, mientras se reposicionan, o mejor dicho, mientras él los reposiciona, acomodándolos de lado. Frota su miembro contra la hendidura de su trasero, y un suave gemido escapa de los labios de Cas―. Cas, ¿puedo llamarte así? Yo… maldita sea, no voy a aguantar mucho más. Me están doliendo las pelotas, amigo.
«Cariñoso» no es precisamente un término que Castiel hubiera pensado usar para describir al super, pero ahí está él, acercando sus cuerpos lo más posible, acariciando su muslo derecho y dándole pequeños besos en la nuca, esperando el consentimiento de Cas para llenarlo y poseerlo.
―Sí, solo intenta no dañar la cama. No me gustaría dejarla en tan mal estado en comparación con las otras ―responde Castiel.
Levanta el muslo de Castiel, y el ángel se sonroja al ver las marcas de mordidas y moretones dejados en su conquista anterior. Se pregunta si su boca y los dos dedos habrán sido suficientes para esta preparación, mientras comienza a recibir al miembro del otro hombre.
Una extraña presión se hizo sentir contra su entrada, formando luego una fuerte quemazón y dolor. Era solo la punta, pero no tenían protección y él había entrado sin ninguna lubricación. Quizás tenga la amabilidad de ir despacio. Intenta relajar la mandíbula, logrando calmar un poco el resto de su cuerpo, aunque su mente corre, rogando por lo contrario.
Ben claramente también está luchando, tratando de lidiar con el ajustado encaje mientras avanza lentamente, entrando un poco más con cada empuje. Ben hace estos sonidos dulces y desesperados, esforzándose al máximo por no lastimar a Cas.
―Mmh, oh, carajo, te sientes increíble, Cas. Tan apretado y cálido. Todo para mí ―dice, apretando el muslo de Cas con tanta fuerza que duele un poco. Saber que se está aferrando a la cantidad de fuerza que tiene dentro de él para no lastimar a Castiel, para no perder todo el control, para realmente, solo tal vez, preocuparse por él por un poco.
Por desgracia, el ángel no es tan fuerte como él en este momento de debilidad. Cuando baja la mirada y ve que Soldier Boy apenas ha entrado hasta la mitad, Castiel se impacienta un poco. Exhala profundamente en señal de ánimo, espera a que el otro hombre retroceda un poco y empuja sus caderas hacia atrás y hacia abajo, forzándolo a entrar completamente. Grita, literalmente grita, mientras toma todo el miembro del otro hombre. Es demasiado. Carajo, es demasiado. Pero Dios, Oh Santo Padre, esto es exactamente lo que necesitaba.
Ben exhala con fuerza, jadeando por unos momentos mientras su mano en el muslo de Cas aprieta aún más. Seguro le quedará la marca de sus dedos. Algunos sollozos se escapan de su boca, lágrimas brotan de sus ojos, porque ahora que lo está procesando, en verdad duele todo, pero entonces Ben lo calma, presionando dulces besos en su hombro.
―Por favor, no te muevas. Sé que quieres hacerlo, pero yo… simplemente no puedo ahora. Es demasiado abrumador, solo… espera por mí. Por favor ―le suplica Castiel al otro hombre.
―Está bien, cariño, está bien. Lo que tú digas. No me moveré hasta que lo digas. He esperado tanto, puedo esperar un poco más. Te sientes tan bien dentro de mí, solo intenta respirar y aguantar.
Su respiración se siente cálida sobre la nuca de Castiel. ¿Por qué pensó que esto era una buena idea? Hacer lo que acababa de hacer probablemente significaba que tendría que esperar aún más tiempo, en lugar de dejar que la situación se resolviera sola.
―¿Al menos, te sientes mejor? Ahora que, uh, lo hemos… consumado ―murmura Cas, su voz algo rasposa. Puede sentir cómo el otro hombre asiente.
―Claro que sí. Estoy seguro de que, cuando todo termine, nunca tendré un encuentro tan bueno como este. Eres perfecto para mí, muñeca.
A pesar de la quemazón, del dolor y de la sensación extraña en su interior, el miembro de Castiel empieza a reaccionar de nuevo, endureciéndose a la par del «no tan pequeño» soldado de Soldier Boy. Su piel se sonroja hasta el pecho. Realmente comienza a sentirse más cómodo con el ajuste, pero quiere permanecer así un poco más. Solo porque no sabe qué pasará entre los dos cuando todo esto termine.
Pocas cosas vienen a la mente cuando el ángel desea algo, pero si pudiera encontrarse con este hombre una vez más, entonces, Dios, Santo Padre, realmente agradecería que eso pudiera suceder de nuevo.
Solo se escuchan respiraciones pesadas en la habitación durante unos minutos más, y cuando Castiel siente que está listo, cuando realmente ya no puede disfrutar más el momento, le avisa al soldado.
―Está bien. Ya creo que puedes -¡ugh!
No llega a terminar su frase. En el segundo en que Ben procesa que Cas le ha dado el visto bueno, comienza a moverse de inmediato. Su boca se abre, jadeando por aire mientras siente la intensidad de cada embestida de Ben.
El hombre lo toma con fuerza. Sus uñas prácticamente se clavan en la suave piel de sus muslos mientras lo posee. Los ojos de Cas se ponen en blanco mientras el otro hombre continúa, los sonidos de sus cuerpos llenan la habitación solo para ellos. Todo esto es nuevo para el ángel; es sensible a cualquier tipo de contacto que el hombre le brinde. Mientras lo penetra con fuerza, su mente se queda en blanco. ¿Se supone que debería estar haciendo algo también? ¿O debería simplemente quedarse ahí y dejar que el otro hombre haga lo que quiera?
La intimidad siempre fue algo que le causaba curiosidad en términos de relaciones humanas. Tenía que haber una razón por la que la gente estuviera tan interesada en crear nueva vida, en reproducirse a pesar de la creciente población. Debe ser placentero de alguna forma, pero ahora que realmente lo está experimentando… bueno…
Lo entiende.
Se siente bien.
Ben se siente bien.
― Joder― escucha que el soldado dice. Ups. Capaz haya dicho esa última parte en voz alta. Es muy difícil enfocarse ahora mismo, pero él debe estar haciendo un buen trabajo. Juzgando a como el corazón de Ben late contra su espalda. Las pulsaciones son rápidas, de la misma manera en la que su corazón lo hace.
Sus caderas titubean en su movimiento nuevamente, y Cas puede sentir cómo se estremece al llegar profundamente dentro de su cuerpo, apenas aflojado.
― ¿Sigo? ¿Estás bien?― El ángel asiente, sintiendo que la habitación comienza a girar.
Sorprendido, siente cómo el super lo agarra de las caderas y lo lanza hacia atrás, aún completamente dentro de él. Ben se sienta en la cama, con la espalda apoyada contra el cabecero, mientras Castiel permanece conectado a él, con la columna reclinada sobre el pecho del otro hombre, ahora sentado directamente sobre su regazo.
―Eres tan jodidamente hermoso ― susurra el otro hombre mientras apoya su cabeza sobre su hombro. Eso es todo lo que dice antes de volver a follarlo con una intensidad desenfrenada. Cas aprieta los labios mientras el hombre continúa, golpeando su próstata con mucha más precisión ahora. Lo sostiene por las piernas con facilidad gracias a su fuerza sobrehumana de soldado.
El ángel estaba atrapado, sin poder moverse salvo por menear sus caderas o gracias a la fuerza bruta de Soldier Boy levantándolo y bajándolo sobre su regazo. Se sentía indefenso, y era increíble, como si realmente estuviera viviendo a la altura de los apodos cariñosos del otro hombre. Como una muñeca destinada solo a proporcionarle placer. Gracias al primer orgasmo de Ben esa noche, esta nueva posición hizo que las cosas avanzaran mucho más rápido, con oleadas de placer golpeando su cuerpo mientras subía y bajaba, su agujero ahora más relajado.
―Se siente bien― Era redundante, pero cada vez le costaba más reunir pensamientos coherentes en su mente mientras su trasero subía y bajaba con fuerza sobre el otro hombre. Puede sentir cómo una pequeña gota de saliva se escapa de sus labios mientras sonríe.
―Se siente muy, muy bien― Castiel mueve sus caderas hacia atrás al ritmo de las embestidas, chocando con el soldado en el medio y provocando gemidos fuertes de ambos. Sus marcadas caderas le dolían por lo desesperado con que el supe las agarraba con sus manos. La cama crujía y se sonaba bajo todo el movimiento que ocurría arriba, y mientras Castiel se aferraba a las sábanas finas que cubrían la cama, juró haber oído cómo la manta superior se rasgaba un poco.
Su mano temblorosa se levanta del colchón y envuelve su miembro, intentando apresurar su próximo orgasmo. Con la deliciosa sensación de la polla de Ben golpeando y rozando sus paredes, no le tomará mucho llegar al clímax. Logra bombear su miembro cinco veces antes de que otra mano apartara la suya. Los gemidos no ayudan a Cas, quien se ve desplazado cuando Soldier Boy toma el control de la situación.
Con brusquedad, toma la mano que había apartado de su entrepierna y la envuelve alrededor de él, masturbándolo con movimientos rápidos y calculados.
―No te atrevas, carajo. Quiero que te vengas solo por mí, ¿me entiendes?― le ordena, mientras la mano que sigue en su cadera baja hasta su vientre, rodeándolo por completo, inmovilizándolo mientras la otra sigue ocupada. Apenas rompe el ritmo de sus embestidas, dándole un placer inhumano que nunca había experimentado, golpeando su próstata de manera cruel. Gemido tras gemido escapa de su boca mientras sube y baja sobre él.
No hay respuesta, Castiel está demasiado perdido. Demasiado sumido en las sacudidas de placer que recorren su cuerpo. Solo tiene que recibirlo, recibirlo, y recibirlo; como la hermosa muñeca de Ben. Uno de sus mejores orgasmos de la noche lo golpea con fuerza, incluso mejor que el anterior, mientras se pierde un poco y lucha por mantenerse inmóvil.
Varios chorros largos se disparan, cubriendo la mano de Ben mientras sigue masturbándolo, empujándolo hacia abajo mientras llega al final. Algunos de esos chorros alcanzan su estómago, dejando gotas que se esparcen, mientras que la mano de Ben se queda pegajosa con lo que queda. Su cuerpo se contrae alrededor del miembro del hombre mientras él alcanza su orgasmo. Grita al escuchar cómo Ben gruñe un poco, antes de morder su hombro para callarse.
Él muerde con fuerza, rompiendo la piel, y la sensación de sobreestimulación, las marcas y los sonidos dulces del otro hombre hacen que se corra de nuevo. Una tras otra. Esta vez, todo sobre la cama, mientras Ben finalmente deja de sujetarlo para liberar unos últimos y temblorosos embistes. Puede sentir un poco de semen escapando de su cuerpo cuando Ben llega al final, y un ligero sentimiento de tristeza lo invade al ver cómo parte de él se escapa.
Sus ojos se cierran lentamente mientras jadea, tratando de recuperar el aliento. Castiel pasa una mano por su cabello, intentando procesar todo lo que acaba de suceder, pero está tan agotado que cae hacia adelante, con el rostro hundido en la cama. Con Ben aún dentro de él.
Ben y su erección dura como una roca.
Siguen conectados, aunque no haya sensación de progreso. No estaba bromeando sobre esa resistencia de Súper Soldado.
Con suavidad, una cálida mano masajea hacia arriba y hacia abajo en su espalda baja, intentando captar su atención.
―Ey… ¡Ey! ¿Estás bien? Mierda. Sabía que esto era una mala idea.― Usa lo último de sus fuerzas para llevar una mano atrás y entrelazarla con la del super.
―Solo necesito un respiro. Perdón. Puedes seguir, si quieres.― Cas murmura, girando la cabeza hacia un lado mientras su visión se nubla por el sueño. Su mano tiembla, pero puede sentir una fuerte presión respondiendo de vuelta.
―¿Estás seguro? Podemos ponernos los pantalones y continuar con la misión. Incluso te cargaré.
El ángel se ríe, recordando sus palabras de antes.
―Sí, puedes seguir. Yo estaré aquí, recuperando el aliento mientras terminas.
Su hombro está mojado, con saliva o sangre, quizás ambas. Pero un dedo roza la herida abierta con suavidad, haciendo que se estremezca en silencio.
―Está bien… Si tú lo dices.― El placer vuelve a intensificarse de nuevo unos segundos más mientras Castiel va quedandose dormido. Suspira, dejando que su mente saboree el momento un poco más, escuchando a lo lejos los sonidos de la piel golpeando contra la piel.
Castiel duerme por quién sabe cuánto tiempo. Bueno, eso no es cierto, Soldier Boy probablemente podría dar una estimación, más o menos. Cuando vuelve a moverse, están en la misma posición en la que se quedó dormido, excepto que ahora tiene las rodillas dobladas mientras Soldier Boy lo presiona boca abajo contra el colchón.
Su cuerpo ya se siente adolorido, y algo resbala y gotea por la parte trasera de sus muslos, probablemente una mezcla de su semen y el de Ben. O solo el de Ben, porque Cas ha permanecido flácido todo este tiempo a pesar de su placer, y claramente sigue saliendo más fluido de su interior desde su último orgasmo.
―Ngh… oh, joder… Cas, muñeca, eres perfecto. Tan malditamente perfecto.― Después de unos empujes más intensos, aunque no tan salvajes como los anteriores, Soldier Boy eyacula dentro de él una vez más. Su miembro se estremece, tiembla, y Cas puede notar que, por la fuerza con que lo agarra de las caderas, habrá varios moretones en forma de dedos rodeando su cintura.
Todo a su alrededor se siente húmedo por los fluidos corporales, y es justo en ese momento cuando Castiel nota el cambio en la rigidez del miembro del otro hombre. Medio duro. Quizás pueda terminar sin sentirse tan sensible.
El castaño se sobresalta cuando Cas intenta pasar su mano de nuevo por detrás, haciéndolo retroceder esta vez.
―Mierda. No me asustes así, idiota.― Aun así, él le toma la mano y le da un apretón suave.
―¿Te sientes mejor?
Finge pensarlo.―Podría hacerlo otra vez. Tal vez.
El ángel suelta una pequeña risa, relajándose en la cama, sintiendo el leve movimiento del miembro del otro hombre dentro de él, ansioso por más.
―Está bien, creo que… una vez más bastará. Estoy casi sin fuerzas, cariño.― Castiel jura que sonaba un poco sentimental, pero lo ignora, prefiriendo concentrarse en el momento. En el aquí y el ahora.
―¿Sería posible cambiar de posición? Me gusta mucho así, pero…
¿Debería decirlo? Soldier Boy había sido dulce y atento todo este tiempo; quizá estaría de acuerdo, aunque el miedo al rechazo lo atormentaba ante la posibilidad de volver esto más incómodo que platónico.
―¿Pero qué?― Se inclina y le susurra al oído, haciendo que la piel de Castiel se erice de nuevo.―Vamos, cariño, usa tus palabras.― Está tan cerca ahora. El ángel desea que él moviera su boca y le diera más besos por todo el cuerpo. Pero todo lo que obtiene es un pequeño espacio entre sus labios carnosos y su oído mientras lo anima a que exprese su deseo.
―Quiero mirarte, cuando te vengas― murmura contra las sábanas, húmedas por la saliva que dejó mientras dormía. La habitación queda en silencio mientras pronuncia sus palabras. Espera nervioso la respuesta, conteniendo el aliento, esperando no haber arruinado el momento.
―Claro. Muy bien, muñeca, hagámoslo. Ven aquí, solo déjame…― Se retira, y es como abrir una compuerta. Siente su semen deslizándose fuera de su hinchado orificio, empapando las sábanas alrededor de su cintura. Gime mientras ambos se acomodan en posición de misionero, y la sensación se intensifica cuando Castiel se aparta del pie de la cama y se desliza hacia abajo.
―Veo que has estado ocupado mientras yo estaba en lo mío― Cas le lanza una sonrisa tímida, y agradece que hayan cambiado de posición, porque ahora puede observar mucho, mucho mejor al otro hombre.
Sus ojos verdes están dilatados, casi consumidos por sus pupilas, y ahora que están tan cerca, puede ver con detalle todas esas las lindas pecas que se extienden por sus mejillas. Su cabello está desordenado, revuelto por toda su cabeza. En verdad, es un crimen que un cabello tan despeinado se vea tan atractivo en alguien. Le cae sobre la cara de una manera tan encantadora mientras mira a Castiel fijamente. No puede evitar levantar una mano para apartarlo, solo para poder ver bien su rostro.
―Oh, perdón por todo eso. Me vine tres veces más mientras estabas, uh, poniéndote al día con un poco de sueño reparador.― Una vez que se alinean bien, sus manos descansan suavemente en los muslos del otro mientras su miembro espera para volver a entrar. ―¿Así está mejor?― El super le sonríe de una manera que hace que Castiel sienta un cosquilleo en el estómago. Asiente tímidamente, rodeando la cintura del otro con las piernas.
―Puedes continuar.― No tiene dónde poner las manos más que aferrarse a las sábanas con fuerza mientras Soldier Boy vuelve a alinear su miembro.
La sensación era celestial mientras volvía a embestirlo. Comparado a cómo comenzó todo, el tiempo de espera ahora solo duraba un par de segundos, y Castiel gimió, permitiendo que sus paredes se contrajeran alrededor del castaño mientras este llegaba al fondo. Y esta vez se siente mejor, mucho mejor. Temblando, Castiel se apoya en sus brazos y recibe sus embestidas nuevamente, ahora con un asiento de primera fila y la vista fija en su miembro perfecto moviéndose dentro y fuera. Desapareciendo y reapareciendo. Su propio pene comienza a endurecerse otra vez, suplicando por el contacto de algo, lo que sea, mientras su cuerpo se recuesta contra el otro hombre.
Espera que esta no sea la última vez que puedan interactuar así. Castiel puede sentir que en su alma hay un gran potencial en su corazón, solo necesita a alguien que lo empuje en la dirección correcta. Tal vez él podría ayudarlo. Guiarlo hacia un camino más brillante, uno que haga que la vida valga un poco más la pena.
Le tomó el rostro, atrayéndolo hacia él y dándole un beso profundo y sensual. Inclinando la cabeza, envolvió sus brazos alrededor del otro hombre y presionó más hondo, lamiendo su labio inferior con la lengua. Un gemido ahogado escapa de la boca del soldado mientras permite que Castiel entre, sus lenguas bailando juntas mientras el cuerpo del ángel es acariciado por el otro hombre.
Benjamin intenta prolongar el beso todo lo posible, pero aún necesita aire como humano, lo cual es una pena para Castiel. Si fuera por él, lo besaría para siempre. Se conforman con apoyarse frente con frente, jadeando cerca mientras el sudor recorre su cuerpo. De alguna manera, probablemente debido a esta pausa en su intimidad, Castiel siente una nueva oleada de otro orgasmo recorrerlo.
Es tan intenso, que de hecho, que activa su gracia. El ángel empieza a jadear, diciendo palabras en enoquiano mientras su cuerpo se tensa.
Se estremece contra Soldier Boy, aferrándose a sus hombros mientras el otro hombre apartaba el rostro, preocupado.
―¿Qué demonios? ¡Oye! ¡Cas! ¿Qué diablos está pasando–oh, oh, mierda.― El ángel podía sentir cómo sus paredes se contraían mientras luchaba por dejar que su gracia se liberara por completo de su cuerpo. Sus manos pasaron de aferrarse de su cuello a sujetarse de sus hombros, hasta proteger los ojos del soldado.
―¡No mires!― fue lo único que logró decir mientras sentía su gracia elevarse en remolinos de aura azul que recorrían su cuerpo y el de Soldier Boy. Los envolvió como una corriente sobre sus cuerpos, como una marea sobre la arena. Su miembro derramaba semen sobre ambos, goteando del pecho de Ben hasta el abdomen de Cas. Y Ben…
Benjamin también eyaculó y aún siguió, asegurándose de que cada gota de su semen quedara dentro del cuerpo de Castiel. Ojalá tuviera otras partes para sentirlo dentro y poder crear algo a partir de esto, pero esto también le bastaba. El semen se desbordaba y goteaba sobre la cama, cubriendo el miembro de Ben en más de lo que parecía humanamente posible mientras terminaba, jadeando como un corredor de maratón que acaba de ganar el oro.
Las alas físicas de ángel de Castiel se desplegaron bajo él, haciéndolo arquear la espalda mientras sus ojos brillaban después del clímax. Las alas se abrieron y se extendieron sobre el colchón debajo de él. Era una posición terriblemente incómoda para sus alas después del sexo. Sus manos dejaron de cubrir los ojos de Benjamin, y Cas giró su torso de lado, gimiendo suavemente. Visiblemente temblando, mentalmente aliviado y un poco sorprendido de que su verdadera forma hubiera podido mantenerse oculta tras semejante experiencia.
Una mano suave lo sujeta de la cintura mientras Castiel siente cómo su cuerpo es levantado del colchón. Tras unos segundos de tambaleo, queda sentado a horcajadas en el regazo de Soldier Boy, con el miembro aún suavizado del soldado dentro de él. Jadeando, coloca sus manos en los hombros del otro mientras sus ojos regresan a su forma humana. Unas cuantas plumas caen sobre la cama a su alrededor.
Ben limpia unas lágrimas rebeldes que escapan de sus ojos, lágrimas que ni siquiera sabía que se habían formado. Avergonzado, Castiel entierra su cabeza en el hombro de Ben mientras escucha la risa del super.
―Eso fue increíblemente caliente. No pensé que realmente fueras un ángel, pero supongo que esto lo prueba, ¿eh?― Una mano roza una de sus alas, haciéndolo jadear al contacto.
Levanta la cabeza, queriendo decir algo, pero se pierde en esos impresionantes ojos verdes. Aparentemente, Ben también, ya que se quedan mirándose como si contemplaran el alma del otro durante lo que parece una eternidad.
En el alma de Ben, corrige su mente; los ángeles no tienen almas.
Pero, por otro lado, los ángeles tampoco duermen, ni sienten, ni se acuestan con hombres mortales.
Le toma una mejilla a Ben, su pulgar acariciando su rostro antes de inclinarse y darle un suave beso en los labios.
―¿Cómo te sientes ahora?― La mano que antes jugaba con las plumas de su ala ahora dibuja pequeños círculos en su espalda baja.
―Por primera vez en mi vida, siento que no quiero más sexo.― Ríe,―Hombre… ya entiendo por qué los chicos disfrutan esto.
Conscientemente, siente cómo sus alas desaparecen de la vista mortal, replegándose en un resplandor azul hasta quedar guardadas en sus hombros. Examina el rostro de Ben más de cerca, y aunque se ve feliz, ahora nota con claridad sus ojeras, nota su cuerpo temblando de cansancio y en busca de descanso.
Con sumo cuidado, empuja al hombre contra el colchón y se sienta a horcajadas sobre su cintura.
―Voy a levantarme ahora y limpiarte.― Castiel se levanta de su regazo, moviéndose de rodillas para bajarse de la cama y ponerse de pie para limpiar. Es como abrir una compuerta cuando el miembro del soldado sale de él. La cama está prácticamente arruinada por la cantidad de fluidos que han dejado; parece una especie de pintura abstracta. Siente cómo todo se desliza fuera de él mientras conjura una toalla. Un leve gemido se escapa de sus labios mientras su cuerpo anhela lo que acaba de perder, su entrada palpitando al vacío.
Detrás de él, escucha al héroe dar un silbido desde la cama. Castiel se da la vuelta para mirarlo, viendo una amplia sonrisa de oreja a oreja formarse en sus labios.
―Deberías verte ahora mismo,― Castiel se acerca gateando y comienza a limpiarlo lo mejor que puede.―Mejor que un sueño húmedo,― murmura el super al ángel.
―Bueno,― duda mientras intenta arreglarse el cabello,―si alguna vez quieres repetir esto sin la combinación de químicos, solo estoy a una oración de distancia.― Deja escapar una pequeña sonrisa.
Sus piernas se sienten como gelatina. Apenas puede mantenerse en pie mientras sigue de rodillas. De repente, es consciente de todos los moretones y marcas de mordidas que ahora cubren su cuerpo ahora que la necesidad de sexo se ha disipado. Los ojos del soldado se entrecierran, su pecho sube y baja en patrones pesados; Castiel lo ve luchando contra el sueño mientras intenta limpiarlo.
―Descansa ahora. Te llevaré a casa.― Con un chasquido de dedos, Castiel los vuelve a vestir. Su cuerpo se estremece al sentirse de nuevo presionado contra el traje de cuero. Cuando llegue a casa, necesitará un buen baño y faltar al trabajo, y... vaya, es incómodo para él sentarse en el borde de la cama.
Se levanta para recoger el escudo del soldado, sorprendiéndose de lo fácil que es levantarlo antes de ofrecérselo al super, quien lo mira incrédulo.
―¿Cómo demonios…― se queda callado mientras Castiel coloca dos dedos en su frente y se concentra. Dormido y con todas sus pertenencias en sus manos, Castiel lo transporta de regreso a su hogar, donde el héroe puede descansar.
En cuestión de segundos, están en lo que él supone que es la Torre Vought, y Castiel se encuentra en la cama más grande y cómoda en la que haya estado jamás. Mucho más espaciosa que su colchón individual de casa y mucho mejor que la que acababan de usar en el laboratorio médico.
La habitación parece ser de Soldier Boy, pero no es hasta que Castiel observa fotos familiares enmarcadas en las paredes que reconoce al pequeño que luego crecería para convertirse en un feroz héroe. Con esa confirmación, Castiel coloca el escudo junto a la mesita de noche y ayuda a quitarle la armadura, dejándolo solo en sus boxers. Luego, lo arropa con las mantas y acomoda las almohadas.
―Mmh, Cas...― murmura en su sueño. Al ángel se le aprieta el corazón.
Cuánto desearía quedarse allí, acostarse a su lado, y despertarse juntos con el sol de la mañana, para darle dulces besos por todo el cuerpo. Pero algo le decía que no era buena idea, además, seguramente él tendría una montaña de cosas que hacer al día siguiente.
Quizá lo mejor era despedirse ahí.
Desde allí, Castiel regresó al edificio abandonado. Usó su gracia para arreglar la cama lo mejor posible y continuó revisando el área hasta bien entrada la madrugada. Para cuando terminó, decepcionado, Soldier Boy probablemente ya habría despertado. No había gente allí, tendría que regresar y verificar el lugar que descartó inicialmente.
Luego se dirigió a su hogar y, al llegar, envió un mensaje de voz a su jefe inventando una excusa para no ir ese día. “Alguien entró a mi apartamento mientras estaba fuera anoche. Tengo que presentar una denuncia.”
Mientras esperaba que el agua en el baño se calentara, se miró en el espejo. Observó cada moretón, rasguño y mordida que el otro le había dejado. La mordida en su hombro había dejado una marca profunda. La sangre seca cubría la zona, y al tocarla, sintió un dolor desconocido.
Podría sanar todo con solo un chasquido de dedos, en segundos podría hacer que pareciera como si nunca hubiera pasado. Pero algo en él quería conservar esos recuerdos en su piel. Dejar que sanaran por sí solos y recordar esa noche durante las próximas semanas cada vez que los mirara. Así que decidió no curarse.
Hasta donde sabía, Soldier Boy no lo había vuelto a buscar. No durante sus horas de civil, al menos, a pesar de haberle dado su nombre real. Tampoco se habían cruzado en ninguna patrulla. Sus días transcurrían como de costumbre, aunque de vez en cuando aprovechaba su computadora del trabajo para buscar al super. Lo que le parecía extraño era que en las fotos de prensa, Soldier Boy seguía apareciendo junto a Crimson Countess.
Ninguna de las sonrisas que veía en esas fotos parecían tan genuinas como las que le había dado a él aquella noche. A veces se preguntaba si el super se arrepentía de haber estado con él, pero eso no era algo que se atreviera a preguntar. Si él decidía seguir con mujeres o salir con otros hombres, Castiel simplemente lo apoyaría desde lejos.
Ambos seguirían con sus vidas, Castiel con la suya, y el mundo seguiría su curso.