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Sae y Rin eran, realmente, unos hermanos muy cercanos. El primero era la figura de protección para el segundo. Ah, pero no me refiero a que era alguien sobre protector, sino que estaba siempre presente en el momento que Rin tuviese algún inconveniente. Puesto que tenía la costumbre de destruirlo todo desde que era pequeño, incluso si lastimaba su cuerpo. En conclusión, Sae era su héroe, pero una tarde había dejado de serlo.
Rin tuvo una jornada de horario completo en la escuela, aquel día había regresado tarde a casa, y también exhausto.
— Nii-chan...
Oh, no estaba solamente su "Nii-chan" en la habitación, también había un chico de piel morena y cabello rubio jugando a los vídeojuegos. Con incertidumbre, abrió un poco más la puerta para ingresar hasta la mitad.
— Uh... ¿Ese es tu hermano?
— Sí.
Regresó la mirada a Rin.
— Bienvenido a casa, Rin. El es Shidou, un amigo de la escuela. Shidou, el es Rin, mi hermano menor.
— Mucho gusto, "Rin-Rin."
A simple vista, Rin estaba cargando con cierta incomodidad. Y era cierto, no deseaba tener que convivir con alguien que no fuese su hermano. Suspiró, y tomó los libros para comenzar a hacer sus deberes. De vez en cuando, lanzaba una audaz mirada hacia ellos, haciendo que se desconcentrara de sus estudios. Pero... ¿Por qué Shidou colocó su brazo en los hombros de mi hermano? Están muy cerca... Muy cerca... Se supone que solo están jugando a los videojuegos... Aquella vista le hacía sentirse incómodo. Sacudió su cabeza en negación, y continuó con lo suyo.
— Iré al baño.
Murmuró Sae en un momento, y Shidou sonrió mientras lo miraba irse de la habitación.
— Ahora somos solo nosotros dos, eh.
Rin levantó la mirada, chocando con la de Shidou. De manera introvertida e inocente, asintió. El mencionado se acercó lentamente a la mesa, apoyando su mano en ella, como si quisiera acorralar a su nueva presa.
— ¿Qué estudias?...
— Matemáticas.
Shidou agudizó su mirada, acercándose al oído de Rin.
— ¿Qué tal si te tomas un descanso? Ven a jugar conmigo.
Rin se estremeció del susto al sentir como lo tomaba del brazo. Shidou lo guió para sentarlo en el suelo y darle un joystick, para seguidamente comenzar a jugar. Por parte del mencionado, provenían risas arrogantes y comentarios que provocaban al enojo de Rin, y éste solo gruñía cada vez que perdía... ¿Ah...? ¿Gané? Shidou alzó sus cejas y comenzó a reírse. Llevó su brazo sobre los hombros de Rin, mirándolo de reojo.
— Al final no resultaste ser tan malo en esto.
— Solo fue suerte...
— Tienes razón. Pero aún así, debo recompensarte.
— ¿Recompensarm...
Ahora, Shidou estaba dejando un húmedo y cálido beso en los labios del menor, quien se sentía extraño, ciertamente incómodo, pero no optó por alejarlo. Shidou abrió sus ojos por un breve momento, y entonces continuó besándolo, esta vez usando su lengua para jugar con la ajena, mientras lo atraía con su brazo. De hecho, no había sido suerte. Se había dejado ganar.
Rin esperaba que terminara pronto... ¿Por qué aún Sae no ha vuelto?...
Pero el mencionado estaba allí detrás de la puerta mientras oía los jadeos y suspiros de su amigo y su hermano menor. Era frustrante, se sentía impotente a reaccionar, y era peor al sentir que algo allí abajo se había despertado. Permaneció observando un punto fijo en el suelo hasta oír que Shidou lo dejó en paz, y tras unos minutos, ingresó a la habitación. Rin siguió en su lugar, y los chicos continuaron jugando por unas horas más hasta que Shidou decidió irse. Sae apagó la luz y se acostó en la cama de abajo, observando hacia arriba donde yacía Rin.
— No volveré a invitar a Shidou nunca más.
Rin escuchó aquel comentario y se incorporó de la cama, asomando su cabeza para mirarlo desde arriba.
— ¿Por qué?
— Porque sí.
Musitó mirándolo desde abajo, con la neutralidad de siempre.
— Pero...
— ¿Pero qué? ¿Ahora te interesa mi amigo después de que te haya besado? ¿Quieres que te vuelva a tocar como lo hizo hoy?
Rin se quedó atónito y apartó su mirada.
— No era por eso. Creí que por mi culpa... Habías discutido con él.
— Sí, discutí con él... Porque no tuvo que haberte puesto ni un dedo encima.
Sae agregó, subiendo a la cama del segundo piso. Rin retrocedió, y Sae se acercó. Es más... Intimidante que Shidou... ¿Será que se siente molesto? Nunca ví a Nii-chan así...
Sae colocó su mano en la nuca de Rin con cierta presión para captar su atención.
— No has respondido lo que pregunté.
Rin alzó sus cejas y tartamudeó.
—No... No me gustó que Shidou me besara y me tocara.
Murmuró. De tan solo recordar aquel suceso, sus mejillas se ruborizaron.
— Rin... ¿Desde cuándo crees que tienes la astucia para mentirme?
Musitó con un suspiro a lo último, para seguidamente jalar del cabello de su hermano. A Rin lo tomó por sorpresa, y gimió de dolor.
— ¿Sabes algo?
Sae preguntó con naturalidad, mirando a los ojos de su hermano quien se dejaba lastimar por él.
— ¿Q-qué?
— Sé hacerlo mejor que Shidou.
Rin se estremeció ante aquel susurro, sintiendo como aquel seductor tono de voz masculino le despertó algo ahí abajo. Sae lo notó de manera inmediata y sin perder tiempo, comenzó a besar sus labios, frotándose lentamente contra su hermano para una mejor estimulación... Aquella noche, Sae había recorrido y había hecho suya cada parte del frágil e indefenso cuerpo de Rin.