Work Text:
Disclaimer:
Saint Seiya © Masami Kurumada.
The Lost Canvas © Shiori Teshirogi.
Mira con atención © Adilay Vaniteux/Rashel Vandald.
Santa mierda…
Irónicamente, se decía que, era siempre la mujer, quien tardaba en arreglarse antes de asistir a un evento importante; con el maquillaje, el peinado, el vestido, los detalles… pero Seraphina, desde la cuna, siempre ha sido muy puntual. Para este día, ella apartó toda su mañana con la finalidad de darse su tiempo en el spa y la estética para quedar perfectamente lista a las 4:33pm. La cita que ella y su marido tenían era la fiesta de compromiso del hermano de Seraphina, Unity; esta era a las 6:30pm.
Seraphina era quien esperaba a su esposo, sentada en el colchón de la cama.
El pobre se había esforzado muchísimo en llegar del trabajo con el suficiente tiempo para bañarse, alistarse con el smoking que su esposa había recogido de la tintorería. Todo con un estricto cuidado.
Yo can reciprocate…
I got delicius taste you need a…
Woman’s touch in your place…
Ella, por su parte, estaba mirándolo sin decir nada…
Mientras Seraphina lo observaba acomodarse la camisa blanca sobre sus firmes hombros, ella fingía estar entretenida con algún vídeo en YouTube; y aunque prácticamente eso hacía; no veía el celular; sólo oía…
Just protect her and keeep her safe…
Una canción.
En su oído derecho estaba un audífono de bluetooth; repitiendo la misma canción desde que lo vio salir de la ducha; empezar a cubrir su cuerpo con crema corporal, desodorante y el perfume.
Sus brillantes ojos azules estaban atentos al modo tan elegante en el que su esposo, Dégel, se acomodaba las mangas de la camisa hasta asegurarlas en sus muñecas con unos gemelos plateados.
Baby, worship my hips and waist…
Seraphina casi arruina su labial al estar a punto de pasar su lengua sobre sus labios.
Le estaba siendo muy difícil contenerse.
So feminine whit grace…
Su esposo sacudió su largo cabello verde, del cual, ella en un momento se haría cargo.
Porque Seraphina adoraba ayudarlo a mantener esa hermosa melena en perfectas condiciones.
I touch your soul when you hear me say, boy…
Let me be your woman…
Él prosiguió con la corbata. La anudó sin problemas sobre su cuello, pues ya estaba acostumbrado a usar una todos los días. Estaba ayudándose con el espejo del tocador para mirar que no quedase mal acomodada. Sus largos dedos se movieron con agilidad hasta que logró anudar la prenda negra sobre su cuello.
Seraphina sonrió. Imaginándose, tirando de esa corbata para conseguir, aunque sea, un beso.
A veces, como en esta ocasión, Seraphina se sentía tan tímida y ansiosa por él que era increíble que ya tuviesen más de 10 años casados y ella no pudiese dejar de suspirar ante sus movimientos al arreglarse con trajes, para algún evento.
Let me be your woman…
Woman… woman… woman…
Let me be your woman…
Él, claramente desconociendo todo lo que estaba pasando por la cabeza de su mujer, de pronto se giró hacia ella y le sonrió un poco apenado.
—Discúlpame, amor. Sólo falta mi cabello, ¿me ayudas?
Con agilidad y delicadeza, Seraphina se quitó el audífono, lo guardó y dejó el celular a un lado para auxiliar a su amado.
—Sabes que sí. Es mi parte favorita.
Luciendo apenado, Dégel se rio, sabiendo bien a lo que ella se refería. Y es que él no lo veía del mismo modo que ella. Para Dégel, él no hacía nada especial. Él no lo entendía. Y no era necesario que lo hiciese.
Dejándolo sentarse en la silla que usualmente usaba Seraphina, frente al tocador; ella sujetó con delicadeza ese bonito cabello verde, peinándolo suave; siendo cuidadosa y amorosa. Usando sílica y un cepillo.
—¿En serio es tan interesante verme poniéndome la ropa? —preguntó de pronto.
—Es como verte quitándotela, cariño; no sé cómo lo haces; me excitas mucho —comentó Seraphina viendo con diversión cómo él reía y bajaba un poco la mirada.
Irónicamente, de los dos, Dégel era el tímido en su relación.
Seraphina aún no podía borrar de su cabeza la cara que él puso cuando llegó a casa y la vio usando aquel conjunto de lencería de cuero negro, tipo dominatriz, y actuó como una sumisa ansiosa.
Era irónico porque, en su trabajo, como accionista para la empresa, Dégel solía ser tan serio, directo y hasta frío con todo el mundo. Pero, cuando llegaba a casa, era como tratar con un hombre completamente diferente; tan cálido, dulce y fácil de escandalizar. Esas eran cosas que Seraphina amaba de sobremanera de él.
Y estos pequeños momentos eran oro puro para ella.
Si no fuese el evento de su hermano al que tenían que asistir, Seraphina le habría pedido a Dégel un rápido encuentro sexual antes de irse; pero ya no disponían de mucho tiempo. Tenían que dar la impresión de ser una pareja respetable y hasta mojigata.
—FIN—