Chapter Text
"Yo' dick brick hard like a medal (uhh)
I got three holes for it, like a pretzel (uhmm)
Tight as a virgin, boy, don't get nervous (tight)
I'm here to serve you customer service (right?)
I save dick by giving it CPR"
Nagi guarda la revista que está leyendo, no muy fan de ello, pero es que el internet está falseando —única razón para ignorar su celular o la computadora—, maldice el día en que le dijo a Aiku sobre atender su turno de hoy, muy trágicamente debe quedarse hasta las 2 de la mañana que van a cerrar hoy, al menos solo por hoy. A Nagi no le espera nadie en su casa, no es un dolor sobrevivir a una tienda llena de DVDs y cómics, supone que es la mejor noche que ha tenido en este mes.
Va a dormir, considera hacerlo, levantándose para cerrar con seguro y que no acontezca ningún incidente ocasionado tragedias —no puede imaginar alguna, pero es un hombre precavido—. Rueda el aro metálico de las llaves en su dedo índice varias veces, resonando sus zapatos contra el suelo, donde sostiene las puertas de vidrio una última vez, a punto de poner el seguro.
Un carro lujoso, le quita la visión con sus luces tan resplandecientes, llega a estacionarse muy mal, parece que el conductor no está en sus cinco sentidos si ve la poca distancia a chocar la entrada de la tienda, Nagi piensa que debería salir. Suspira, jalándose el cabello para atrás, sale del local bostezando contra su palma y, para su sorpresa, las luces se apagan.
Reo sale del carro, del copiloto, tambaleándose y empujando con la cadera la puerta por la que salió, el cabello es un desastre, sus botas, siempre impecables, están sucias y la blusa de hoy está hecha un remolino sobre el pecho de Reo. Le es una sorpresa, porque Reo definitivamente no está en reunión con la realidad, además, ¿qué hace aquí? El chico no lo ve, está bailando contra sus tacones, da un par de pasos y se tira al suelo, cae al suelo, tan rápido que Nagi no lo logra llegar a sostener.
Reo en el suelo es un lamento, porque lo escucha, sus suaves quejidos y las lágrimas que sacan a Seishiro de su shock. El chiquillo de esos días está llorando, realmente llorando, como una musa desconsolada contra el rocoso piso.
Nagi no soporta eso, agachándose a su altura. — ¿Qué haces aquí?
Reo alza la cara, realmente habrá esperado ver a Nagi porque hay un brillo de emoción en sus ojos morados con el rímel corrido. Reo es un desastre, al menos hoy, a la una de la madrugada.
— Nagi. ¿Están abiertos?
— ¿Pensaste que estaría abierto tan tarde? — una risa, Reo gira la cabeza antes de negar repetidamente. Sería tonto que estuvieran abiertos, fue simple esperanza. — ¿Te puedes levantar?
Jamás han hablado más de “dame el disco”, “no”. Reo niega, y Nagi no es corto ni perezoso para tomarlo en sus brazos desde las pantorrillas, acercándose con él. Reo, curiosamente, no dice nada, admirando de cerca el cuello de Nagi. — ¿Haces esto con cualquier cliente?
— Depende del cliente —, Reo, molesto, gira los ojos y le pega con el dorso en el pecho. Un pecho fuerte. — Ouch. ¿Te molesta?
— Intenta no ser tan fácil, Nagi.
El albino asiente, coloca a Reo sobre el mostrador con toda la paciencia del mundo y verifica el estado de sus medias rotas.
— ¿Qué te sucedió? —las yemas soban las rodillas, Reo gime adolorido.
— Tuve una pelea con mi padre.
— ¿Cuál fue el tema?
Mikage sonríe con cierta lástima, admirando sus piernas parcialmente desnudas y los tacones, la falda de hoy ni siquiera está acomodada.
— Que su hijo es una zorra —, dice y Nagi aguanta un jadeo, trepando las manos de los tobillos hasta los muslos. Reo, que se sostiene de sus brazos en el mostrador un poco más lejos de su cuerpo, eleva la vista para ver que Nagi ya está tan cerca suyo que huele su respiración. Unos intensos ojos hacia él.
— ¿Por qué?
Igual, conectar ideas no es difícil. Su ropa es un desastre. Reo aguanta el aliento, sus morados giran de Nagi a los labios. — ¿Qué haría un chico de 16 en una tienda con alguien tan grande?
— Esa no fue la razón, evidentemente. ¿A qué te refieres? —, la palma se hunde en el muslo. Reo intenta evitar a Nagi. No le da tanta confianza mencionar lo que va a mencionar.
— He querido que me quite un poco la correa, ¿sabes? ¡Quiere decidir todo! ¡Hasta quién me va a meter algo! —. Es la primera vez que escucha a Reo hablar así, Nagi es atento. — Quizás, quise molestarlo un poco, ¡nada problemático!
— Sí tu ropa está así, debió ser problemático —, su voz es ronca, vivaz. Hay algo ahí que Reo puede denotar, incluso si no quiere hacerlo.
Así que, más apenado, entrecierra sus ojos. — Quizás casi follo con alguno de sus magistrados.
No es suficiente la mirada que le está dando, no es totalmente reprobatoria, es más una mirada intensa que no deja de ensombrecer a Reo. Verle de esta manera tampoco ha sido su deseo, el chico que abre sus piernas para que Nagi vaya metiendo y sus palmas encierren a Reo contra el mostrador. La altura de Nagi que por fin llega a la de Reo, solamente porque está encima de algo, y el albino que tararea un “Ujum”. Reo se encoge en su sitio, tan pequeño.
— ¿Y lo hiciste?
Confundido, Reo incrimina al chico. — ¡Por supuesto que no! Solo era una broma, nada serio, ¡ese señor no quería parar!
— Me refería a tu padre, ¿lo molestó?
No. Su papá no tuvo ni una pizca de molestia. Al menos no por eso. Reo baja las pestañas, en su derrota. — No. Solamente comenzó a decir que si esa era mi elección, la corporación tendría un aliado bueno en finanzas, ja. ¿Puedes creerlo? ¡Tengo 16!
Con poco disimulo, Nagi sube las manos por las caderas de Reo, acercándose cada vez más. Alguien estuvo tocando esta piel, y Nagi, que ha dicho lo puesto que está por este chiquillo en pocos días, ya no puede sentir otra cosa que molestia. Porque le molesta, en serio, le molesta. Nagi es un hombre singular, al menos ahora lo sabe, que no escatima en toques o señales. Los vellos erizándose por su cuerpo reaccionan antes, el mayor no es lejano ahora mismo si sus pieles están por tocarse, y se tiene que curvar para que los labios no se rocen más, con esas maduras palmas que dejan un recorrido enriquecedor por toda su extensión, es vibrante, interesante. Son como suspiros que tientan. Llega a la cintura y Reo suspira.
— Te dije que no hagas esas cosas.
Nervios, tanto nervio. — No hice nada, fue rápido. Ese idiota lo tomó real.
— ¿Y a qué pudo llegar para que estés así?
Los ojos de Reo huyen. — Quizás… si llegó algo lejos. ¡Pero no fue por mí, Nagi!
Los dedos de Seishiro oprimiendo sus cachetes, obligándolo a verlo fijamente, la seriedad con la que no dice nada, es oír sus respiraciones dentro del silencio sepulcral, las entrepiernas incomodando. — Ya.
Ninguno dice nada. El mayor sostiene sus miradas unos segundos, luego lo deja caer con agresión y Reo tiene que mirar a sus muslos sobre el mostrador, avergonzado. Nagi se aleja, volviendo a su sitio detrás del mostrador para que Reo le presente toda la espalda, no es difícil adivinarlo. Mikage sabe que Nagi está molesto, porque ha empezado a ignorarlo.
— Nagi, ¿tú—?
— Deberías irte.
— Estoy ebrio.
— Sí pudiste llegar, puedes volver. Tengo que trabajar, chico .
Chico. Reo parpadea, girando su cuerpo para encarar a Nagi que parece muy entretenido con su celular. — No estás trabajando.
— Estoy de guardia.
— Puedes atenderme.
Un tintineo. Nagi puso sonido a su celular, es un mensaje y Reo frunce el ceño. — ¿Entonces? ¿Te vas? —. No le presta atención, y más sonidos llegan, más tintineos, el zumbido de un mensaje nuevo.
— No. No me voy. ¿Con quién hablas?
Seishiro va a reírse. ¿Le estaba controlando con quién hablaba? Su molestia casi cede, si este niño es tan adorable. Ignorando que sus celos fueron más crueles. — Con mi novia.
— No tienes novia.
Nagi eleva a Reo, desde lo alto no le faltan tantos centímetros para llegar a su altura aún sentado. Sonríe con burla, dejando el celular en su bolsillo, cerca de la entrepierna. — ¿Cómo sabes eso?
— Me estuviste coqueteando.
Se ofende, se hace el ofendido. — ¿Así lo interpretaste? Ah, niño. Eres una molestia.
Reo sonríe forzando las comisuras, se baja del mostrador sin darle importancia a que le dio toda la vista de su culo en bragas a Nagi, rodeando para llegar a él, sus brazos delgados aprisionan a Nagi contra la silla. El albino palmea su móvil escondido, retando a Reo para que haga algo.
— ¿Vas a decirle a tu novia de esto? —. No está entendiendo bien a qué se refiere. Reo lo ilustra, alejándose, admira bien el brillo del traje de Reo. Un cuerpo abrumador, ocasionando que su polla apriete.
Definitivamente no le contaría, si es que tuviera dicha pareja. Las pestañas de Nagi van de arriba abajo, pintando ingenuidad. El de morado lleva de la muñeca al otro hasta sus tetas vestidas, apoyándose con la rodilla, es mejor ir abriendo espacio entre las piernas musculosas de Nagi.
— ¿Así lo hiciste con ese señor? —. Molesto, aprieta y Reo tiene que parpadear.
— ¿Quiere que te seduzca como a un magistrado?
— En realidad, quiero que dejes de seducir magistrados.
— ¿Y qué más podrías querer? —. Nagi suspira, sus dedos van a la bragueta de su pantalón, quitando el botón, el zipper suena para abajo, está abierto.
— Abrirte el coño. ¿Así dejarás de buscar polla en otro lado?
Reo se sonroja, yendo para atrás. Su confianza está por irse a las nubes, la valentía se esfuma. Nagi entiende sus intenciones de irse así que se levanta de la silla aprisionando a Reo contra la pared donde la diferencia de sus tamaños es más evidente. Su enorme cuerpo cubre a Reo, que es una porcelana vestida, con las uñas recién hechas de color blanco. Maniobra la suave y fina extremidad de Reo a sus ojos, levantando los dígitos cuidados, tersos. Reo se comprime.
— ¿Recién hechas? —. Los labios de Reo brillan, por el gloss. Sus gloriosos morados abiertos de par en par. Al darse cuenta de su estupefacción, Nagi suspira, yéndose para atrás y abandonando el cuerpo menor. — Supongo que por eso no es divertido jugar con menores —admite, rasca su nuca. Volverá al trabajo con intenciones de ignorar a Reo, el juego debe quedarse hasta aquí o lo asustaría.
Mikage gime por la pérdida, yendo detrás de Nagi para sentarse en su regazo, en la silla. Sus piernas a horcajadas en el mínimo espacio que los muslos de Nagi dejan, su culo encima de la polla dura oculta por el bóxer.
— No me molesta, digo, jugar contigo.
Seishiro entrecierra sus ojos, lo calientita que tiene la vulva encima suyo es delirante. — ¿Es así? ¿Estás de acuerdo?
— ¡Sí! ¡Folla mi coño hasta dejarlo abierto! —grita desvergonzado, cachondo por la idea. Nagi asiente, usando las palmas sobre las caderas de Reo, quien se sujeta con los brazos en el cuello de Nagi.
— ¿Tanto necesitas una polla madura?
Un suave “ Ujum ” que Reo no puede ni decir por la excitación, cierra sus ojos disfrutando del roce que Nagi provoca cada que lo sube y baja. Su clítoris se estimula cada que la glande intenta meterse entre sus labios, quiere gimotearle a la cara.
— Reo, me llamo Reo —Murmura a su oído, depositan sus labios amables en el cuello de Nagi.
Estalla la abrumadora sensación de placer. — Ah, Reo. Es difícil. No puedo concentrarme si vienes a ofrecerme esto.
Mikage se inclina, acostando su pecho sobre Nagi, su cadera comienza a arrastrarse también para mantener su erección en su coño. Los chicos bonitos son tan calenturientos, y los chicos vírgenes son tan evidentes a veces. Como Reo.
— Bien. Estrenaré tu coño, como la bonita que no lo puede aguantar más.
Reo jadea, abrazando a Nagi. Sus carnosos labios dejan besitos llenos de brillo en la quijada, bajan por la manzana. Seishiro se siente ido, en esta sintonía con Reo. — ¡Sí, sí! ¡Dentro mío!
— ¿Siempre has sido así de puta? —. Lo quiere saber, en realidad. Reo cayó más fácil de lo que pensó, está consternado de que un chico así no tenga expediente listo. Mikage niega con la cabeza, tirada sobre su hombro. — ¿Tanto querías mi polla?
— No… ¡Yo no follaba! Solo… Solo jugaba —lloriqueó. Molió su coño contra la polla de Nagi y ahogó un gemido. Dejando al más adulto derritiéndose en este calor infernal, donde un niño más joven le ofrecía su cuerpo lujurioso. — Nagi, quiero verlo. Fóllame, ¿sí?
Le sube de los cachetes, Reo quiere que Seishiro lo enfrente, su falda se arremolina en su cintura, sus bragas mojadas continúan dejando que la glande de Nagi se sitúe entre ellas.
Reo es un chico necesitado. Y muy caliente. Tampoco va a decirle que no, no podría. Ha decidido que quiere a Reo a merced suyo, que jamás pueda jugar con nadie más. Un apretón en el culo, sus dedos marcan las ondas de piel gruesa. El frío golpeando su desnudez y Reo se tensa.
Nagi, por primera vez, en un largo tiempo, se encuentra encendido en el acto, y Reo ya es un desastre por solo estimular su clítoris con su polla húmeda. Lo levanta con él, alejándose para tirar sus pantalones de mezclilla al suelo, el sonido de su ropa deslizándose hasta las rodillas hace a Reo babear. La polla es finalmente mostrada, y Reo se tira al suelo, a gatas contra la glande. Abriendo su boca babeando por lo gruesa y deliciosa que se ve.
Le atrae de los cabellos, impresionando con su longitud a quien la tendrá dentro, azotando las mejillas cerca de que el tronco golpee su nariz respingada. Los labios enormes de Reo se estiran en una trompa, aspirando el olor agrio de sudor sobre el sexo de Nagi, los vellos, el pellejo estirado por lo dura que la tiene, las venas trazando un camino que Reo quiere seguir con la lengua.
— Vamos, toda tuya , Reo.
Reo se marea en la plácida idea de hacerlo, con el coño llorando de anticipación. Hoy podría follar toda la noche y no se quejaría si es para Nagi.
"Anything goes when you up in my hole
Dirty panties from the sex, yeah, I got me some loads
Listen, I'm the most explicit
Long stick inside my river but we not going fishing
Know what to do every time you have a horrible day"