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Capítulo Siete: Solo Un Deseo.
Peeta Mellark no tenía muchos recuerdos de cuando era muy pequeño, muchos eran muy borrosos y tristes como para que quisiera recordarlos, en realidad. Pero el único que siempre tenía y marco su vida, es uno de cuando tenía cinco años, en su primer día de clases, en el que conoció a la niña más hermosa y asombrosa que hubiera visto a su tierna edad, con la voz más cautivadora que hubiera escuchado. Él nunca iba a olvidar el cómo se enamoró perdidamente de Katniss Everdeen, el momento en el que, aun siendo tan joven y sin ninguna idea de la vida, él supo que la amaría para siempre, y que esperaría a que ella aceptara sus sentimientos.
Claro, esos eran los deseos y ambiciones de un niño ingenuo de cinco años, que no sabía que la vida nunca es tan fácil como amar a alguien, que este correspondiera a sus sentimientos y así poder vivir felices para siempre. El dulce niño aprendería a través de los años lecciones duras sobre el amor, el compromiso, y la felicidad. Cosa como que a veces no bastaba que ames con desesperación a alguien, sino puedes garantizar su felicidad; que hay veces que para esta persona que se ama sea feliz, uno tenía que dar un paso al costado para que esta pueda serlo en otra parte. La triste historia de sus padres le enseño esa lección. Cuando tenía cinco, su padre le conto la historia de cómo dejo ir al amor de su vida para que esta sea feliz con su alma gemela; y como por más que le dolió verla en brazos de otro hombre, él no se arrepentía de su decisión, porque (le confeso una vez cuando se encontraba demasiado metido en sus recuerdos como para notar que estaba hablando con un niño de solo cinco años sobre cosas que aún no entendía del todo) ella nunca había sonreído como cuando estaba con él (lo cual era mucho decir, considerando que ella y su padre se conocían desde que eran pequeños), y con esa sonrisa, su padre sabía que había encontrado la felicidad por fin, y eso era suficiente para que no se arrepintiera de nada. Años después, él nunca menciono como esa sonrisa nunca volvió a parecer desde la muerte trágica de su alma gemela.
Obviamente el Peeta de esa edad no entendía todo lo que había hecho su padre, él no se sentía capaz de hacer lo mismo, prefería morir antes que aceptar que todo estaba perdido. Y tan dramático como era a esa edad, se prometió que no importaba lo que costara, él iba a conquistar a la hermosa niña de dos trenzas y voz hermosa, o moriría en el intento (su padre y sus hermanos nunca olvidaron su tendencia al drama que era innato en él, riéndose de él, y por más que creciera y tratara de controlarla, nunca pudo deshacerse de eso, por lo que aparecía cuando menos lo esperaba). Con el pasar del tiempo y al ver como parecía que había más cosas que los dividía que cosas que tuvieran en común, comenzó a entender las palabras de su padre, pero aun así guardo la esperanza de que pudiera estar con su amada.
Pero sin importar cuando lo anhelaba, nunca pudo encontrar la forma de acercarse a ella, incluso en ese trágico día cuando él tenía doce y la vio tirada a los pies de un árbol cerca de la panadería, y que a pensar de la lluvia torrencial que había, ella parecía que no le importaba, como si la vida le diera igual y ya no tuviera la fuerza de seguir. Nunca vio esa mirada en sus ojos grises en todo el tiempo que la había observado desde la distancia a través de los años, ni siquiera cuando murió el padre de ella, que la había visto devastada por la tristeza, pero nunca sin esa fuerza, sin esa llama que la caracterizaba y que él admiraba tanto. Él sintió que tenía que hacer algo, no podía permitir que la lluvia apagara esa hermosa llama, y contra todo pronóstico y motivado por el amor puro que un niño inseguro de doce podía tener, hiso algo de lo que nunca pensó que haría a propósito: quemo el pan.
Había una razón por la cual nunca se atrevió a ni siquiera pensar en arruinar cualquier producto de la panadería, y ese motivo era su madre, una mujer dura, que implementaba castigos igualmente duros. Como era de esperar, su madre no estaba para nada feliz con la “torpeza” de su hijo menor, por lo que el castigo no se dio a esperar, dándole una golpiza en la cara antes de mandarlo a la lluvia a alimentar a los cerdos con los panes que había quemado, lo cual él aprovecho de hacer la segunda cosa del cual nunca pensó que haría a propósito: desobedecer a una orden directa de su madre.
A pesar del miedo que tenía, no podía darse el lujo de pensar en eso, necesitaba asegurarse de que ella estuviera bien, y con solo verificar que la niña estuviera donde estaba la última vez que la vio, y de que su madre no estuviera observándolo, arrojo los panes a su dirección con rapidez, comprobando si medianamente le habían llegado, y se dio la vuelta rápidamente para entrar a la panadería para no llamar la atención de su madre, quien se encontraba gruñona haciendo otras cosa, dándole la espalda a la puerta trasera. Miro brevemente a la niña, quien ya no se encontraba, al igual que los panes. Suspiro de alivio al saber que ella había entendido y que ahora estaría de camino a su casa con los panes. Esa noche no pudo dejar de sentirse mejor que nunca, y ni todos los gritos y castigos tuvo, ni siquiera la golpiza que había recibido antes, pudo sacarle la sensación de plenitud y satisfacción que tenía.
Emociones que se incrementaron al verla al otro día en el colegio. A la luz del sol noto lo demacrada y delgada que se encontraba, estaba muy pálida, con ojeras profundas debajo de sus ojos, pero a diferencia de la noche anterior, sus ojos ya no tenían esa mirada de rendición que había notado, ahora veía que la llama que se había estado apagando, ahora comenzaba a tomar fuerza cada tanto, volviendo de a poco a ser tan intensa como antes, tal vez más fuerte. Pero por más aliviado que él se sintiera de que ella estuviera mejor, no pudo encontrar el valor para acercarse a ella y hablarle, si siquiera para ver si ya se encontraba mejor, por lo que lo más que pudo hacer fue lo que siempre hacía, mirarla desde lejos. Con una diferencia, y esta era que mientras la veía esperando a su hermanita a la salida del colegio, ella encontró su mirada, y por unos momentos que le parecieron eternos para él, solo se miraron. Azul contra gris, cada uno perdido en la mirada del otro y en sus pensamientos, atrapados en un momento en el que ninguno de los dos se atrevió a romper. Por lo menos fue así hasta que ella desvió la mirada, con el rostro rojo por algún motivo que se le escapaba a él, posando su mirada a los pies de él, lo que hiso que la expresión de su rostro cambiara a un ceño fruncido, como si se encontrara perdida en sus pensamientos. Curioso de lo que estuviera llamando su interés, bajo su mirada, pero solo encontró una simple flor, un diente de león, con pétalos amarillos. Para cuando alzo la mirada y comprobar si era eso lo que estaba mirando, ella ya estaba con su hermana (la cual se encontraba tan mal como su hermana mayor), y juntas no tardaron en irse a su casa.
Peeta sabiendo que volvía a perder la oportunidad de hablar con ella, miro de nuevo el diente de león. Se agacho para tomarlo y admirarlo de cerca. Era bonito, tal vez fue por eso ella se lo quedo mirando, no creía que ella fuera de las personas que se detuvieran y se perdieran viendo las cosas que creyeran que eran bonitas, pero él si era de ese tipo de persona, así que se quedó un buen rato examinando la flor, notando la delicada y linda que era, y preguntándose porque obtuvo la atención de Katniss. Sin pensarlo mucho, decidió guardársela y llevárselo a su casa, sintiéndose especial al tener algo a lo que ella se había interesado, decidiendo conservar la flor para recordar ese día, que por algún motivo se sintió especial.
Después de ese día, nada cambio entre ellos dos, ella seguía siendo tan inalcanzable como siempre, y él nunca lograba encontrar una razón para poder hablarle, ya ni siquiera esperaba confesar sus sentimientos, solo quería acercarse para ser solo su amigo, pensó que antes de hablar de cosas más serias, debía mínimo ser su amigo. Pero si había notado que algo en ella cambio desde esa vez, y eso era que comenzó a ir a los bosques ella sola, lo cual era unas de las cosas más valiente que él pensaba que podía hacer, no era ajeno a todo lo que se decía de los bosques, eran peligros, solo los más valientes se atrevían a ir, con la posibilidad de poder enfrentarse a cualquier cantidad de bestias y peligros inimaginables. En lo personal a Peeta le daba un poco de miedo desde siempre, y no podía negar que cuando tenía doce, no dejaba de preocupase por ella, respirando con tranquilidad solo cuando lograba verla de nuevo sana y salva cuando la veía en el colegio. Pero lo bueno de sus salidas, era que había encontrado una forma en la que podía alimentar a su familia y a ella, notando como de a poco ella y su hermanita cada vez iban recuperando más la salud, aliviándolo aún más. Para cuando llego el primer Día de la Cosecha en que podían participar los dos, ella se encontraba mucho mejor que aquella tarde lluviosa de marzo.
Lo malo de sus escapadas al bosque es que, de la nada, un día comenzó a parecer a hacer intercambios en la panadería (lo cual fue bueno porque le permitió verla no solo en el colegio o de vez en cuando en la calle), pero no apareció sola, un chico del que nunca lo había visto con ella, aparecía junto a ella. Al principio no le presto mucha atención, el chico parecía mucho mayor que ella, casi de la edad de su hermano mayor, Rainier, ya que Peeta creía que tenía como dieciséis años. Al ser tan parecido a Katniss, con ojos grises, cabello castaño, tez trigueña, hasta tenían los mismos gentos, con la misma actitud gruñona (actitud que ella había comenzado a tener más seguido desde la muerte de su padre), por lo que se imaginó que eran primos, que se unieron para salir adelante juntos, lo que calmo su miedo a que algo le pasara a ella estando sola en el bosque, sin que nadie estuviera cerca para ayudarla, ni supiera por donde se podía encontrar. Grande fue su sorpresa al descubrir un día en el que estaba esperando a su hermano del medio, Rye, y se encontró con el chico que al parecer cursaba con su hermano, lo que le decía que no tenía dieciséis llegando a los diecisiete como pensó originalmente, sino que tenía catorce llegando a los quince. Lo asombro lo grande que era, tanto que de verdad que creía que podía tener la edad de su hermano mayor. También descubrió su nombre, Gale Hawthorne
No paso mucho tiempo para que Peeta supiera más cosas del sujeto. Para empezar, a pesar de que todavía no llegaba a los quince años, supo por parte de Rye, que el chico tenía toda una reputación entre las chicas, teniendo un número bastante grande de chicas que fueron con él al montón de escoria. Peeta tenía como un poco más de trece cuando escucho por casualidad ese comentario de su hermano, y curioso cómo era, no pudo evitar preguntarle porque una chica iría con un chico al montón de escoria, un lugar de verdad horrible para pasar el rato, ya que el lugar era donde se desechaba los residuos de las minas, por lo que estaba sucio con tierra y polvo de carbón, teniendo montículos acumulados por todos lados, siendo tan altos que evitaba el poder ver una puesta de sol sin verse obligado a escalarlos hasta la cima. Su hermano con mucha paciencia se encargó de traumarlo con una explicación muy explícita de lo que hacían las parejas en ese lugar, a lo que su otro hermano mayor se le sumo, dando su experiencia personal al ser el mayor, relatando sus aventuras y consejos, los cuales Rye estaba ansioso por poner en practica con su siguiente conquista, ya que él tenía la intención de ponerse al día con el número de chicas que llevo al lugar, sintiéndose indignado que un chico de su propio curso estuviera tan adelantado (ya para ese momento se comenzaba a ver una pequeña rivalidad entre su hermano y Hawthorne). Y si bien Peeta ya había tenido la charla sobre el sexo con su padre, no estaba listo para la charla de sexo de sus dos hermanos, quienes se la pasaron hablando sin parar de sus aventuras, sin pensar en su pobre hermanito ya no quisiera escuchar más. Tuvo suerte que su padre apareciera de repente y lo rescatara de tan traumática experiencia, no sin antes de regañarlos por hablarle de esas cosas teniendo a su hermanito tan pequeño, a lo que ellos rodearon los ojos, justificando que Peeta no era tan niño y que era mejor que fuera entendiendo esas cosas a temprana edad. Su padre solo negó la cabeza, dándoles una mirada desilusionada, luego tomo a Peeta y lo llevo a afuera de la casa para hablar con él en privado.
_ No les hagas caso a tus hermanos, hijo. _ le dijo con calma. _ No tienes que hacer nada de lo que ellos hacen, ni tienes que demostrarle a nadie nada. Tampoco tienes que ir al montón de escombros con todas las chicas que te cruces, solo para denostar que eres como tus hermanos. Solo tienes que ser tú mismo, y eso es suficiente. Cuando te sientas listo, y estado con la persona adecuada, no necesitas tener un montón de experiencia, solo que sientas cariño por ella y respeto, todo lo demás se solucionara por sí solo. Así que no escuches a tus hermanos, tú sabes que están un poco estúpidos. _ bromeo su padre, lo que hiso que soltara una pequeña risa. _ Y tú eres demasiado listo como para comportarte como ellos ¿Cierto? _ pregunto con una sonrisa tranquila, a lo que él respondió con una sonrisa más grande y asistiendo con la cabeza con entusiasmo. Su padre complacido por su respuesta, paso una mano por sus ondas, desordenándolos más de lo que ya estaban.
Otra cosa que Peeta aprendió de Gale Hawthorne, pero esto le tomo un tiempo de descubrirlo, y era que al parecer él y Katniss no eran primos como él creía o como casi todos en el Distrito creían. Ni siquiera eran parientes cercanos. Al parecer eran solamente amigos, amigos con los que pasaban todo el tiempo juntos, y mucho de ese tiempo estaban en los bosques, donde se encontraban solos ellos… Peeta comenzaba a ver en Gale a un posible rival para cuando cumplió los catorces. Pero la suerte estaba de su lado al notar que el chico estaba más interesado en sus salidas continuas al montón de escoria, que en prestar atención a la hermosa muchacha que estaba a su lado, lo cual era algo bueno para Peeta, ya que todavía le daba una pequeña posibilidad de poder acercase a ella. Lamentablemente él seguía sin saber que decirle. Pero el que Gale no estuviera interesado en ella no quería decir que el chico no fuera una molestia, el tipo tenía un odio irracional y totalmente exagerado hacia los Comerciantes, lo que hacía que las pocas veces que Peeta podía ver a Katniss fuera del colegio, fuera muy breves y casi siempre acompañado de su amigo que nunca sacaba su cara gruñona, dándoles una mirara asesina a todo los que se atrevieran siquiera a acercarse, lo que dificultaba que Peeta pudiera arreglárselas para encontrar un momento para hablar con ella.
Con el tiempo, se fue haciendo más seguido verlos los dos juntos, eran tan unidos y tenían tanto en común, que, si no fuera por los rumores de Gale con otras chicas, Peeta hubiera creído que eran novios. Y si bien él sabía la verdad, eso no evito que le rompiera un poco el corazón, ya que, si bien eso no era real en ese momento, lo cierto era que Peeta pudo ver como el vínculo de esos dos se iba haciendo cada vez más grande, con una compatibilidad casi envidiable, que él sospechaba que era cuestión de tiempo para que ellos fueran pareja. Tan seguro estaba de eso, que hasta apostaba que los dos terminaría siendo almas gemelas, solo faltaba que Katniss tuviera quince para confírmalo. Y si se lo ponía a pensar, incluso si no terminaban compartiendo marca del alma, tampoco era una locura que ellos terminaran juntos, solo era cuestión de tiempo de que Gale madurara y dejara de coquetear con todas las chicas del colegio, para que viera por fin a su amiga y se diera cuanta que estando con ella era más que suficiente, no necesitaba tener todo un grupo de chicas babeando por él, si podía tener a la chica más genial de todas. Peeta hubiera matado por tener una sola oportunidad para tener el lugar de Gale, estar con ella, podre hacerla reír y sonreír, ayudándola a soportan sus cargas, siendo su apoyo en todas las formas posibles. Ya para esos tiempos había aceptado que sus posibilidades eran nulas, no había forma de que lograra que ella se fijara en él, ni siquiera podía acercarse a ser su amigo al nunca saber que decirle o que hacer para tener su atención. Por lo que se rindió y se convenció que era lo mejor, no tenía sentido, para empezar, ella solo hablaba a un grupo selecto de personas, que eran los más cercanos a ella, del cual no cualquiera podía entrar; y, por otro lado, él nunca podía competir con Gale Hawthorne, del cual con el pasar de los años se fue haciendo más popular entre las chicas, y no es como si no tuvieran razones, el tipo, desde la humilde opinión de Peeta, estaba buenísimo.
A pesar de que Gale estuviera rodeando los dieciséis (esta vez de verdad), era notorio que él chico iba apuntando a ser unos de los más altos del Distrito, muy probable que llegara a ser de los pocos que tuviera los 1,90, para empezar, era el más alto de su curso (para bronca de su hermano Rye) y eso siempre generaba que lo confundieran con que tenía más edad de la que tenía (como claramente le había paso a él cuando lo vio por primera vez). Sin mencionar que él fuera el principal proveedor de su familia y que siempre paseara con su familia actuando más como padre de sus hermanos que como un hermano mayor. Su cabello era castaño lacio, y tenía la particularidad de que no importaba como se lo peinaba, siempre le quedaba bien, a diferencia de Peeta, que no importara cuando batallara con su pelo, nunca podía mantenerlo controlado como él quería, generando que se rindiera con este y aceptara que sus ondas eran indomables. Ojos grises, que miraban a todo el mundo con furia y desafío, como si retara al mundo a ver quién sería lo suficientemente valiente a enfrentarse a él. Su figura era atlética, como delgada pero sus hombros no eran tan anchos como los de Peeta, pero eran igualmente fuerte, con piernas largas y definidas, ideales para su trabajo ilegal como cazador. Como si su físico no fuera suficiente, tenía esa personalidad de chico malo que “te va a romper el corazón” que hacía que todas las chicas suspiraran (incluso la mejor amiga de Peeta, Delly Cartwright, la cual siempre decía que su gusto de chicos eran más los tranquilos y amorosos, no pudo evitar confesarle una vez que si tenía un pequeño enamoramiento por Gale). La combinación de todo esto generaba que el chico podía ir al montón de escoria con casi cualquier chica que se cruzara, ya sea de la Veta o Comerciante, en eso el chico no discriminaba, era curioso que todo su odio y desprecio hacia los Comerciantes se esfumaba mágicamente cuando veía dos pares de tetas, ahí para él todos eran iguales.
Peeta nunca definiría que tuviera odio por alguien a la ligera, sentía que eso era un sentimiento muy fuerte dedicado a solo personas especiales, personas con verdadera maldad en el alma, por lo que no podría decir que lo que sentía por el este tipo fuera odio, pero si podía decir sin ninguna duda que no le caía bien el sujeto. Siempre se comportaba de forma arrogante con todos, juzgando a todos, como si él fuera el mejor, eso sin mencionar las miradas de odio le mandaba a todos lo que fueran Comerciantes, mostrado su desprecio y organizando peleas entre los chicos de la Veta y los Comerciantes. Y no es que Peeta no entendiera que había injustica entre las dos clases, que muchos Comerciantes discriminaban y despreciaba a los de la Veta (su propia madre estaba incluida en este grupo), y que obviamente los hijos de los Comerciantes tenían menos posibilidades de morir de hambre o de otras cosas gracias a sus ingresos si los comparabas con los hijos de los mineros. Él sabía de todas esas desigualdades, al observar a Katniss desde la distancia le hiso comprender que todo eso estaba mal y era injusto, pero todo perdía valor cuando veías el contexto global, y ese era que no importaba de donde venias, quien era tus padres, o incluso que hacías, todos vivían en una sociedad injusta que obliga a entregar a sus hijos por el entretenimiento del Capitolio. Quizás algunos tenían más oportunidades que otros, pero a la larga no importaba, si tu nombre salía para ser tributo de los Juegos del Hambre, eso era todo, tu vida se defina en morir o ser una pieza descartable para los del Capitolio, donde ningún aspecto de tu vida te pertenecía realmente.
Así que, si bien Gale tenía motivos para estar enojado y molesto, no le parecía lógico que se desquitara con todo el mundo. Todos en los Distritos sufrían de alguna forma, puede que algunos más que otros, pero el sistema no estaba hecho para que allá gente feliz y prospera.
Por eso trato de ignorarlo, lo que no fue fácil, ya que este seguía yendo con Katniss por todas partes. Puede que se allá rendido con ella, pero eso no quería decir que dejara de mirarla desde la distancia siempre que podía, soñando despierto en situaciones en las que nunca iban a pasar, en donde él lograba recibir la atención que tanto deseaba de ella. Peeta trato de fijarse en otras chicas, así podía superar su amor de la niñez y encontrar oportunidades en otros lados. No es que a él le gustaba presumirlo, pero incluso a los catorce años, sabía que de alguna forma llamaba la atención de muchas niñas de su edad, incluso tuvo insinuaciones de chicas más grandes, como las que iban a la clase de Rye (de dieciséis años), y para su sorpresa también recibió algunas propuestas de las chicas de la clase de Rainier (las cuales tenían dieciocho) (aunque esas ultimas lo intimidaba un poco, ya que no podía imaginarse que podía hacer un chico de catorce con una chica tan grande, y la verdad tampoco tenía ganas de averiguarlo). Sospechaba que la atención que recibía era gracias a sus hermanos, si bien el número uno de las chicas era Gale Hawthorne, su hermano Rye no se ubicaba muy por debajo de este, teniendo una reputación muy parecía a este, y si bien su otro hermano estaba de novio y de camino para comprometerse con una chica de la edad de Rye, también supo tener su buen número de seguidoras en su momento.
Por alguna razón que se le escapaba a Peeta, las chicas asumieron que su deber al ser el Mellark menor era seguir los pasos de sus hermanos, por lo que se le insinuaban mucho por eso, lo cual él no estaba de acuerdo. Todavía recordaba la conversación que había tenido con su padre, de esperar a que estuviera con alguien especial para tomar ese paso, y además nunca estuvo de acuerdo con eso con sus hermanos, por lo que no quiso seguir sus pasos, no importara lo mucho que muchas chicas insistieran, él solo iba a esperar a encontrar la persona indicada para eso. Lamentablemente su corazón insistía que la única que iba a considerar como la indicada iba a ser Katniss Everdeen, y por más que él de verdad le hubiera dado la oportunidad de conocer a algunas de las chicas que se le acercaban con intenciones más románticas, nunca generaba el mismo interés en él que el que generaba Katniss con solo estar en la misma sala. Era triste para él pensar que su corazón le iba a pretenderse eternamente a una chica que probablemente nunca supiera de su existencia, lo que género que se deprimiera al imaginarse que su futuro serio así, perdiendo la esperanza de había guardado desde pequeño, el de encontrar el amor de su vida, y tener una vida feliz a su lado.
Cerca de su cumpleaños número quince él ya no tenía fe en que obtendría una marca del alma. Lo cual no será algo loco, considerando la situación de su padre. Su padre fue de las pocas personas que no tenía una marca, quizás esa fue la razón por la que su vida amorosa nunca fue la ideal, teniendo un amor imposible en su adolescencia, que termino con que la chica lo dejara de la forma más dramática que un pueblito tan chiquito como el Distrito Doce podía ofrecer: yéndose con su alma gemela, el cual era un minero, convirtiéndose en unas de las pocas chicas que rompían su compromiso con un hijo de Comerciante para escaparse a la Veta con otro. Y la relación que tenía con su madre tampoco era lo mejor, apenas se toleraban, su padre trato de arreglar su matrimonio, pero ¿Qué tanto se puede arreglar algo que nunca funciono? Sus padres nunca lo confesaron, pero Peeta y sus hermanos tenían la sospecha de que se casaron porque su madre quedo embaraza, dando a luz a Rainier, lo que los obligo actuar para que no tuvieran un bastardo.
Peeta podría decir que su madre tampoco tenía una marca del alma, pero él sabía que eso no era correcto. Muchos la veían y pensaban que era una persona sin corazón, sin la capacidad de amor a nadie, ni siquiera a sus propios hijos, pero Peeta sabías más que todo eso, porque un día logro descubrir algo de lo que creía que ni sus hermanos sabían, y es que su madre sí tenía una marca, era una pequeña, apenas notable, ubicada en la parte interna de su brazo, muy cerca de su axila, ahí tenía curiosamente un pincel y una paleta de colores, de esas en las que se coloca las pinturas para mesclar, y tenía un circulo de mariposas rodando a los dos objetos. Lo curioso era que, a diferencia de otras marcas del alma, esta estaba en blanco y negó, sin una pisca de color, lo que le genero muchas dudas. Él fue el único de sus hermanos en verlo porque, en una de sus golpizas, su madre llevaba un vestido que le quedaba un poco grande de las mangas, sumado a que las mangas eran cortas, por lo que cuando alzo la mano para hacer su golpe, no pudo evitar que la manga se moviera, dándole a oportunidad a Peeta de ver brevemente la marca que tenía casi oculta. Obviamente ella se dio cuenta que él lo noto, por lo que, de la impresión de ser descubierta, en vez de seguir con su “disciplina”, solo lo amenazo con que no le contara nada a nadie, y se fue rápidamente a esconderse a su cuarto, donde no recibió a nadie, ni siquiera a su esposo.
Peeta era muy pequeño cuando paso eso, como de unos diez años, pero le genero curiosidad que su madre actuara de esa forma por algo que era tan natural, por lo que aprovechando que se encontraba a solas con su padre mientras este curaba sus heridas, no pudo evitar preguntarle por eso. Su padre se sorprendió de que él lo hubiera notado, y después de una rápida comprobación de que se encontraban solos, decidió contarle a Peeta una historia.
Era una historio triste, sobre dos jóvenes ingenuos, que creyeron que podían contra el mundo, incluso con el Capitolio. Y es que al parecer hubo una vez un niña tierna e inocente, que le gustaban las mariposas, y en una de su búsqueda de mariposas conoció a un niño, apenas u poco menor que ella, al que al parecer le gustaba pintar. Ambos eran de mundo diferentes, ella era la hija de la sastrería, y él era el hijo de un minero, no tenían nada en común, pero por algún motivo ambos consideran en verse cerca de la cerca que rodeaba al Distrito, donde estaba el prado enorme, lleno de flores y mariposas. Él iba a pintar en su cuaderno maltratado, con las pocas pinturas y lápices que podía conseguir con sus escasos recursos, ella solo iba a ver a las mariposas. Con el tiempo se fueron conociendo, y sin imaginarlo, se hicieron amigos. Ellos siguieron viéndose sin falta, notando que tenían más en común de lo que creían, y aunque venían de mundos diferentes, esto solo género que sintieran más curiosidad sobre el otro. No tardaron mucho en darse cuenta que su amistad no sería bien vista por el resto del Distrito, sobre todo para los padres de ella, quienes no veían bien que la chica se relacionara con alguien que venía de la Veta, por lo que decidieron mantener en secreto su amistad. Esto no evito que se siguieran viendo, y con el pasar del tiempo se fueron acercando, haciéndose más íntimos, hasta el punto que comenzaron a sentir más que amistad por el otro, pero ambos tenían miedo de confesarse, no queriendo ser rechazados, y porque no le veían futuro a su relación, sabiendo que nadie lo aprobaría. Ella cumplió los quince, recibiendo su marca curiosa, la cual le genero sus sospechas de con quién podría compartirla, aun así, no dijo nada, demasiado insegura de ella misma como para actuar primero. Al año siguiente le toco a él cumplir los quince y recibir su marca, y como era de sospechar, era la misma que la de ella, aunque él no lo supiera. Estuviera dando vueltas el uno con el otro, hasta que, en una tarde, no pudiendo aguantar más, se confesaron, confirmando que sus marcas consideran, y aceptando alegremente su destino. Y en un mundo ideal, ese sería una final feliz de la historia, pero lamentablemente ese era solo el comienzo.
Ambos jóvenes, decididos a no separarse y vivir juntos, comenzaron a planificar el futuro. Sabían que nada sería fácil, pero se sentían muy optimistas. Pero la suerte no estaba de su lado. La chica, en contra de su voluntad, fue prometida a otro chico, hijo del dueño del único almacén del Distrito, y el matrimonio se realizaría en cuanto ella cumpliera los dieciocho, sobreviviera a su última Cosecha y pudiera ser considerada como ciudadana de pleno derecho para el Capitolio, donde recién ahí se podía casar legalmente. Y como si eso no hubiera sido un problema más que suficiente, ella no podía escapar con él ya que este era menor, por lo que tenían que esperar a él también tuviera dieciocho para poder firmar un certificado de unión. Se estaban desesperando por encontrar una solución a su problema, y de esos azares de la vida se encontraron con un grupo de chicos de los cuales tenías diversos problemas cada uno, todos relacionados con el Capitolio y las injusticias que sufrían a manos de este. Era un grupo pequeño de rebeldes, en donde eran chicos que venían de la Veta, hartos de las injusticias que sufrían por sus humildes orígenes. Por obvios motivos, no tuvieron problemas en aceptarlo a él, pero se resistieron un poco con ella, siendo muy prejuicios y dejándose convencer a las cansadas, y solamente lo hicieron por el chico. Ella no se dejó desanimar, y con el apoyo de él, fue ganándose su lugar entre ellos, haciéndose un miembro importante del grupo.
Con esfuerzo lograron hacer un plan para darles tiempo a ellos dos, el suficiente para que él pudiera firmar un certificado de unión, por lo que ella solo tenía que aguantar un año para poderse unir a él. Lamentablemente nunca previnieron que serían traicionados por alguien del grupo, quien se enamoró del chico, al ser un alma tan sensible y cariñosa, y no creyera que alguien así estuviera destinado a estar con alguien tan dura y de carácter tan fuerte, por lo que fue a hablar con el prometido de la chica y le delato todo, lamentablemente la niña no se dio cuenta que, en su intención de separar la pareja, también menciono indirectamente la relación que tenían ambos con el grupo rebelde. Por lo que el problema no era solo de dos chicos enamorados, sino también de una revolución en el Distrito, y con mucha paciencia el prometido planeo no solo el separarlos, sino también cortar con todo rastro de rebelión. Los dos amantes estaban ajenos a todo eso, y estaban tan seguros que su plan funcionaría que, en la noche antes de la última Cosecha de él, ellos cedieron a su amor y se entregaron el uno al otro, pensando que dentro de poco estarían unidos y nadie los separarían.
Lo que nunca esperaron fue que él fuera llamado como tributo masculino del Distrito Doce.
Ella lo vio subirse al tren, todavía con esperanza de que volviera.
Él nunca volvió.
La chica entro en desesperación. Si había algo peor que perder a su alma gemela, era perderla de la forma más brutal y desgarradoramente posible que la televisión podía ofrecer. Se vio obligada a ver a su amor morir cruelmente a manos de un grupo de profesionales, quienes se entretuvieron ellos y a la audiencia del Capitolio en matándolo lentamente, tan lentamente, que ella solo deseaba que el maldito cañón sonara de una vez por todas. Algo dentro de ella estaba comenzando a cambiar después de ese día, pero la historia no terminaba ahí, no para ella.
Resulto que como resultado de esa noche que tuvieron los dos antes de que él se fuera, un bebe se estaba formando dentro de ella, y fue lo único que permitió que conservará la cordura. Sabía que, estando embarazada, su única oportunidad ahora era cazarse con su prometido, pero este tenía otras intenciones, al parecer el que el otro chico fuera elegido para los Juegos del Hambre no fue una confidencia, él uso sus contactos para que este saliera elegido, como un claro mensaje de lo que pasaba si se desafiaba al Capitolio. Pero su plan no estaba completo, resulta que él pensó que, sin el chico de la Veta, podía quedarse con la chica, pero desconfiado de ella, la obligo hacerse un test de embarazo, en que cual se delato ante ambas familias que ella ya se encontraba embarazada, lo que género que obviamente el matrimonio se cancelará y que ella fuera rechazada por su propia familia, dejándola en la calle. Sin saber a dónde ir, recurrió al grupo de rebeldes que apenas se conservaban “juntos”, ella esperaba que ellos se apiadaran de su situación, al perder al amor de su vida, a su alma gemela y encontrándose embarazada, sin familia ni dinero. Pero inclusos estos la rechazaron de la forma más cruel.
Resulta, que como su ex prometido planeo, hiso correr la voz de que alguien los había delatado, y no le costó mucho mover los cables para que el grupo creyera que la que lo había hecho era ella, ya que todavía tenían reservas por ser hija de Comerciante, y de una forma u otra, cada uno de ellos fue perseguido y castigado de alguna forma, siendo el peor castigo el que se llevó el otro chico al ir a los Juegos del Hambre, pero curiosamente la chica no había recibido ningún daño, hasta se escuchó el rumor que ella estaba desesperada por casarse con el hijo del almacenero, al ser de unas de las familias más ricas del Distrito, y que orquestaron todo esto para deshacerse del alma gemela de ella. La chica desesperada trato de explicarse, que ella no planeo nada de eso, que de verdad amaba al padre de su hijo, que era la razón por la que la echaron, ninguno le creyó, insistiendo que el bebe no era del chico de la Veta, sino de su ex prometido, y que la habían rechazado porque dicho chico ya se había cansado de ella y tenía su interés en otra chica. La embarazada no podía creer lo que estaba escuchando, ellos se negaban a creerle, diciendo mentiras de ella, cosa que nunca hubiera hecho. Ella no sabía quién fue el que los delato, pero no había sido ella, y realmente trato de convencerlos, pero al igual que con su familia, la dejaron en la calle.
Ya se le habían acabado las opciones, no tenía a nadie a quien recurrir, y con su embarazo le era imposible encontrar trabajo o algo que le generara dinero. Tratando de sobrevivir, hiso todo lo que pudo, pero nada resultaba ser suficiente, por lo que no era de sorprenderse de que, a pensar de sus esfuerzos, su bebe no sobrevivió, muriendo antes de incluso de nacer. Eso fue lo último que colmo su vaso, la poca cordura que tuvo, desapareció en un abrir y cerrar de ojos, no tenía nada para aferrarse en la vida, su pareja había muerto cruelmente en televisión nacional, su familia la rechazo, sus “amigos” también lo hicieron, y su bebe, lo único que tenía de su amor, murió sin tener ni una posibilidad de luchar si quiera. Ella ya no sabía que más hacer, y tampoco tenía porque luchar, por lo que pensó que lo mejor sería rendirse y reunirse con su pareja e hija en el más allá, y después del desastre parto que tuvo y de lo desnutrida que se encontraba, creyó que no necesitaba mucho para eso, pero en contra de sus planes, apareció su ex prometido, quien no perdió tiempo en encontrar a otra chica con quien casarse, que queriendo presumir los planes que la llevo a ella a esta situación, confeso todo, desde quien había sido la que delato al grupo (quien era la chica de la Veta que ella sospechaba que sentía algo por su pareja, la que se llevaba de lo peor, quien era parte del grupo y estuvo ahí la noche en la que ella acudió en busca de refugio, y la muy hipócrita estuvo de acuerdo con ellos en abandonarla al creerla la traidora) siguiendo sobre porque eligieron a su pareja para que fuera cosechado en vez de cualquier otro integrante menor de edad del grupo, y terminando con confesarle que él estuvo detrás de los rumores que corrieron a alrededor de ella. Y con todo eso ella entendió todo, sabiendo que el principal culpable de sus desgracias no era nadie más que ese tipo, pero, aunque parte de su odio se lo llevo él, ella no pudo evitar que su resentimiento no fuera solo contra él, sino también con los chicos de la Veta, quienes la dejaron de lado cuando más necesitaba ayuda, quienes no tardaron en ponerla como villana por ser rubia y de ojos azules, y que nadie se apeado de ella en ningún momento. Las ideas comenzaron a mezclarse, principalmente los sentimientos de odio y rencor, sumado con el dolor físico y mental que estaba sufriendo en esos momentos, no dejándola ver las cosas con claridad, viendo nada más que enemigos, amargándola desde dentro, terminado con matar a la joven ingenua e ilusionada que alguna vez vivió en su interior. Había algo muy claro en todo esto para ella, y es que no importaba quien fueras, o lo que hicieras, el mundo estaba rodeado de enemigos, personas que verían tus debilidades para vencerte, quitándote todo lo que alguna vez te importo, y que a nadie le importabas, que estabas solo contra el mundo, nadie te iba a dar misericordia. Esas ideas fueron tomando más profundidad en su interior, mostrándole otra forma de ver la vida, entendiendo que, si todos iban a verla como una mujer interesada, malvada y fría, entonces quien era ella para decir lo contrario, ya había dado lo suficiente y recibido nada a cambio, era su momento de tomar lo que se merecía.
Esas sucias personas de la Veta no merecían que ella perdiera tiempo, eran tramposos y traidores, no tenían honor y decencia, llorando por las injusticias que tenían, pero nunca hacían nada para mejorarlo, saboteándose ellos mismos. Ella era una Comerciante, era mejor que ellos, ella les había dado la oportunidad de que pudieran ser más, ser mejores, y ellos prefirieron quedarse en la nada, y todo para deshacerse de ella, para ver a una Comerciante caer. Pero su desgracia no dudaría muchos, ella volvería al pueblo, de alguna forma lo haría, solo tenía que descubrir cómo. Y con esas ideas en mente, le dio la fuerza para no rendirse, logro sobrevivir, y aunque su cuerpo se fue curando poco a poco, su mente no tuvo la misma suerte. Su cabeza estaba consumida con esos pensamientos, y aunque nunca olvido a su amado y a su hija, si prefirió omitir los orígenes humildes de este, convencida que fue el uno de la Veta quien merecía ser salvado.
Pasaron los años, ella logro utilizar su astucia para conseguir trabajo entre los Comerciantes, quienes preferían darle trabajo a una rechazada de ellos mismos, antes que ofrecerle la oportunidad a uno de la Veta. Fue en una noche de esas, donde quería ahogar sus penas en alcohol, que fue al único lugar en donde se vendía tragos y la gente se quedaba a pasear el tiempo, que lo conoció. No iba a mentir, ella ya sabía quién era, el hijo rechazado del panadero, quien había sido abandonado a último momento por su prometida, dejándolo para escapar con un minero a vivir en la Veta (ella creía que la chica era una pobre ingenua al creer que iba a obtener su final feliz con el amor de su vida, ya despertaría de su ensoñación cuando descubrirá la clase de basura que vivía en esa parte del Distrito). El chico estaba destrozado, se notaba que estaba ahí para hacer lo mismo que ella, y quizás fue eso lo que la incito a sentarse con él, pensando que sería mejor estar deprimida con alguien que también lo estuviera, que tener que soportar a imbéciles tratando de pasar la noche en la cama de alguien. Los tragos debieron estar más fuertes de lo que pensaba, porque sin darse cuento se encontró teniendo una charla interesante con el pobre miserable, que resulto que era más interesante de lo que dejaba ver, y compartieron mucho en común, más de lo que creían. Pero definitivamente los tragos estaban fuertes, porque eso los llevo a hacer la cosa más imbécil que pudieron hacer en esa situación, los llevo a que tuvieran sexo. La verdad, ella nunca supo cómo llegaron a eso, solo sabía que en algún momento de la noche, la tristeza que siempre sentía en su corazón, fue remplazada por algo más, y por unos momentos se sintió tan plena como se sentido cuando su amado estaba vivo, y puede ser que al querer conservar ese sentimiento el mayor tiempo posible, allá hecho cosas que hicieron que eso se sintiera mejor todavía, y como ninguno de los dos estaba en condiciones de detenerse por el estado de embragues, siguieron adelante, usándose entre ellos para sentir algo más que tristeza.
No pensaron en las consecuencias hasta que se despertaron juntos en la cama desnudos, con claro rastro de lo que había pasado la noche anterior. Ambos se horrorizaron, y se separaron rápidamente con la intención de fingir que nada paso entre ellos, creyendo que si lo olvidaban entonces nunca paso. Lamentablemente sus planes nunca funcionaron, ya que a los pocos meses ella supo identificar los síntomas de embarazo, lo que le genero pánico al principio, ella no quería pasar por lo mismo otra vez, ya se encontraba lo suficientemente horrorizada el pensar que se había acostado con otro tipo que no fuera su amado, como para encima resultar embarazada de eso. Pero a medida que el pánico pasaba, lo pensó con perspectiva, y vio a su hijo como una llave a nuevas oportunidades, con ese bebe le podía asegurar volver a ser una Comerciante, puede que ella sea una rechazada, pero él era el único hijo del panadero, quien no gozaba de tanta salud se rumoraba, por lo que él contaba que su hijo se casara con la hija de la boticaria, pero al cancelarse el matrimonio, se sabía que el padre estaba desesperado porque su hijo se casara antes de que su situación empeorara. Eso, y sumado a que no podían rechazar a su hijo, ya que la profesión de panadero requería una preparación que llevaba tiempo si se iniciaba de cero, tiempo que el anciano no tenía, así que era muy probable a todos les convendría que ellos dos se casaran, el viejo se aseguraba que su hijo tuviera esposa y hasta le diera un nieto antes de que se muriera, y ella volvía al lugar en el que le correspondería por nacimiento, y de paso no tenía que llevar el embarazo como lo hiso la primera vez.
Con eso en mente, no dudo en ir a la panadería, y de la forma más dramáticamente posible, entro y rebelo que estaba esperando un hijo del futuro heredero de la panadería. Como era de esperarse, el caos se desato en el pequeño puestito, caos que ella disfruto por algún motivo, y después de charlas interminables y de hacer un sin fin de comprobaciones y demás cosas tediosas, logro convencerlos a todos que ella estaba embarazada del chico. Lo que le siguió fueron las negociaciones, de las cuales comenzaron con ofrecerle que ella se practicar un aborto, a lo que ella se negó, no solo porque eso iba en contra de sus planes, sino porque de verdad que no podía vivir la misma experiencia que con su beba, esa la tenía traumada, pero obviamente no menciono eso, solo dijo que no había forma de que se desasieran de ella y del bebe, que lo único que iba a aceptar era matrimonio, o si no se le sumario un escándalo más al chico, del quien la gente ya chismorreaba a su espalada por el fracaso de su compromiso, lo que generaba que menos jóvenes de “bien” y sus familias estuvieran menos interesados en llevar un contrato de matrimonio con él. Le costó, pero logro convencer al viejo, y una vez que él tomó la decisión, ni su esposa, ni su hijo, pudieron hacerle la contraria, no importaba lo poco emocionado que estaba el chico, pero ella logro calmarlo con algo muy simple, resultaba que el joven tenía madera de padre, por lo que una vez que entendió que de verdad iba a ser padre, sus dudas desaparecieron en un instante, enfocándose en el bebe que estaba por nacer. Y con eso se casaron, y a los pocos meses tuvieron su bebe.
Ella podría ver en retrospectiva y decir que, a pesar de todo, ella logro encontrar a un marido bueno, quien la respectaba y la valorara, que puede que no la amara como tal, pero eso no quería decir que no pudieran llevarse bien; también podía pensar que tenía un hijo, uno sano y hermoso, que podía llenar la sed de ser madre que tuvo cuando quedó embarazada por primera vez. Pero lo cierto que lo único que vio es la familia que pudo haber tenido con su amado y su beba, y se negaba a sentir felicidad con los integrantes de esta nueva familia, llenándola de una amargura indescriptible y como no estuvo dispuesta a dejar a entrar a nadie a su corazón de nuevo, dejando a todos afuera, y pensando en ella misma, poniéndose antes que todos. El tiempo no soluciono esto, que fue haciendo más grabe a medida que los años pasaban, haciéndola más dura y fría que antes, siendo cruel con su esposo y sus hijos, y nada en el mundo iba a cambiar eso.
Peeta se sorprendió al escuchar la trágica historia de su madre, su padre cuando le conto la historia, omitió todas las partes que un niño pequeño de debería escuchar, sobre todo si se trata de la vida de su madre, pero dio a entender bien la historia, y de todas formas Peeta fue descubriendo por él mismo, a través de los años, lo que le faltaba a la historia. Pero lo que importaba era que por una vez puedo comprender el dolor que su madre llevaba por dentro, dolor que la forzó a ser la mujer que conoce. Fue muy triste para él saber todo eso de ella, pero aún más triste fue entender que no importara que hiciera él y su familia, ella nunca superaría a los que no están, nunca serían suficientes para ella, su forma de decírselos era de la forma en la que los maltrataba continuamente a todos, haciéndolos tan miserables como ella se sentía por dentro. Fue la única vez en la que se cuestionó si tener una marca del alma era algo bueno, si eso lograba que una mujer se volviera tan cruel y despiadada, entonces no podía dejar de preocuparse si a él le podía pasar algo parecido, si podía cambiarlo de tal forma. Eso le genero muchos miedos e inseguridades, tomando la decisión de que sin importar lo que le prepare el destino, él se negaba con todo su ser a que algo cambie lo que es, que lo hicieran ser otra persona, como le había pasado a su madre.
Con los antecedentes de la vida amoroso de sus padres pesando muy fuerte dentro de él, y en base al fracaso de su propia experiencia en el amor, fue una total sorpresa para él despertarse a la mañana de su decimoquinto cumpleaños con, no una, sino dos marcas del alma.
Los sucesos de ese día todavía siguen frescos en la mente de Peeta, lo cual lo hace el único cumpleaños que recuerda con tanta vives, y no fue porque tuvo una pequeña, pero emotiva, fiesta con sus seres queridos, o porque recibió el afecto de esas personas que importaban tanto en su vida. Lo cierto era que en la familia Mellark no se celebraban los cumpleaños, por lo que nadie tenía un registro de estos, más que para saber cuándo se cumplía los doce y cuando los dieciocho, pero no se hacía nada especial por el día, su padre lo máximo que hiso en el cumpleaños número doce de sus hijos fue darle una galleta especial, con los ingredientes favoritos de estos, en señal de dar ánimos por tener la edad para ser parte de la Cosecha, y todo fue a escondía de su madre. Cuando su hermano mayor cumplió los dieciocho, recibió simplemente una charla de ánimo de su padre, felicitándolo por tener la mayoría de edad y recordándole las responsabilidades que tendría cuando terminara la escuela y pasar su última Cosecha. Esto también fue a escondida de su madre.
Por lo que el cumpleaños quince no era algo sobre saliente en su familia, y Peeta esperaba que pasara como con los cumpleaños quince de sus hermanos, sin penas y sin glorias, en cual no se hablaba de nada y se lo consideraba un día más de sus vidas.
Y así fue como comenzó, o como él quiso comenzar su día, despertándose muy temprano como siempre, ya que, al trabajar en la panadería, se exigía que iniciaran el día más temprano que cualquier otro negocio del pueblo, despertándose antes incluso que el amanecer. En esos días Peeta compartía su cuarto con su hermano Rye, mientras que su hermano Rainier, al ser el hermano mayor y el que probablemente heredaría la panadería, tenía su propia habitación al frente de ellos. No era algo de lo que a Peeta le molestara, más que por el hecho que tenía que ser él el que tuviera que soportar los ronquidos de Rye, pero eso era otra cosa. Ese día, Peeta se despertó sin sentir ningún cambio en él, se sentía tan normal como siempre, que ni siquiera se acordaba de la fecha de ese día. Siguió con su rutina como si nada, levantándose de la cama con sueño, pasando las manos por sus ojos para quitar un poco los rastros de sueño, permaneciendo sentado en su cama mientras miraba como si hermano roncaba en la cama de frente, rodeando los ojos a ver el sueño pesado que tenía este. Con pereza se levantó y se estiro, arqueando la espalda con exageración mientras soltaba un gran bostezo, luego, con paso pequeños, abrió la puerta de su pieza para dirigirse al baño que compartían toda la familia, en el camino pudo oír como su padre y Rainier estaban preparando todo para el comienzo del día en el piso de abajo, como era normal desde que su hermano termino el colegio. Tranquilamente, miro su reflejo en el espejo del baño, notando lo despeinado que se veían sus rulos, lo que era común en todas las mañanas, lo que generaba que él se tomara su tiempo en tratar de poner orden en su caballo, una tarea para nada sencilla, empapando todo a su alrededor, sobre todo su remera que usaba para dormir; luego se limpió los dientes antes de seguir evaluando que otras cosas podía hacer, al ver que todo estaba en orden, excepto por sus cabellos que se negaron a ser controlados, pero encontrándose lo suficientemente bien para que no insistiera más, decidió mojar su cara para refrescarse y limpiar el sueño que todavía tenía. Después uso el baño para hacer sus necesidades, y fue ahí que lo noto.
Al principio no le prestó atención, con la poca iluminación que tenía y con el sueño que sentía, creyó que esa mancha de su muslo derecho podía ser simplemente porque se manchó, o por ahí fue porque se lastimo en el entrenamiento del día anterior y no se dio cuanta, por lo que lamio sus dedos y los puso en la mancha para ver si se iba o si sentía algún dolor. Lo que sintió fue lo que lo asombro, Peeta ya había experimentado la excitación, ya era todo un adolecente y sus hormonas no tenían nada de malo, y si bien no había experimentado mucho sobre eso, no era ajeno a la masturbación y el placer que este generaba, o por lo menos eso había sentido en las pocas ocasiones en las que se encontraba solo y con la seguridad de que nadie lo iba a molestar o interrumpir. Pero nada de eso tenía comparación con lo que sintió al pasar sus dedos con esa “mancha”, se sintió algo que inicio como un cosquilleo, un hormiguero que fue aumentando de intensidad, teniendo su centro en ingle, pero llegando hasta su cuello, que lo incitaba inclinar la cabeza para dejarlo al descubierto, listo para quien quisiera divertirse con él. En su abdomen se forma un nudo de anticipación, como si su cuerpo se estuviera preparando para algo, o para alguien; sintió, curiosamente, que sus pezones se sentían más sensible de que alguna vez se imaginó que podían sentirse, invadido por la necesidad ilógica de pasar sus manos por ellos, pero al igual que sus pezones, también sintió que necesitaba con casi desesperación que una mano acariciara todo su cuerpo, explorando cada centimito de él, pero dejando para el ultimo a su pene, que era parte más ansiosa por atención.
Y mientras se encontraba embragado por todas esas sensaciones, también sintió seguridad, como si sintiera que por una vez en su vida podía estar seguro que alguien iba a cuidar de sus necesidades y preocupaciones, que no tenía que ser el más fuerte, que no tenía que fingir que tenía el control, que podía ceder y dárselo a alguien que se aseguraría de que todo saldría bien, que podía dejarse llevar y alguien se iba a asegurar de que nada malo pasaría.
Peeta nunca sintió nada como eso, por un lado, ese nivel de excitación lo dejo inquieto, a la espera de algo que no sabía que podía ser, pero a su vez no le importaba, con tal de seguir sintiendo eso, podría ser alarmante si no fuera que se sentía tan bien. Por otro lado, él nunca sintió que podía llegar a sentir ese nivel de confianza, ya que siempre tuvo problemas al creer que alguien quisiera llevar parte de las cargas que él sentía en su corazón, por lo que era muy reservados al hablar de estos, nadie, ni sus amigos, ni sus hermanos, ni siquiera su padre, sabían de sus inseguridades, sus miedos, sus preocupaciones, sus desilusiones al saber que no cumpliría sus anhelos más deseados e imposibles de realizar, y como estas cosas marcaban cada comportamiento y su forma de relacionar con el mundo, mostrando una máscara de un chico tranquilo y alegre, que en el fondo escondía a un niño tembloroso a que lo descubrieran y lo rechazaran.
Pero el sentir esa confianza, esa seguridad en alguien más, logro que parte de la presión que sentía en su corazón se liberaba, como una caricia tierna de un ser querido, con la promesa de que todo iba a estar bien. Era algo tan especial y único, que no pudo evitar perderse por un buen rato en la sensación, cerrando los ojos para dejarse llevar. Cuando escucho el ruido de su madre pasando caminando frente al baño mientras se dirigía a la planta de abajo, abrió los ojos de nuevo, sorprendió y saco su mano de la “mancha” de su muslo, con la respiración entre cortada, tratando de asimilar lo que había pasado. Fue entonces que examino correctamente su “mancha”, notando que no era simplemente una mancha marrón, sino que tenía forma de ciervo, rodeado por un aura naranja. Miro asombrado al ciervo, viendo cada detalle de este, antes de terminar de entender que significaba, pero apenas se estaban formando las ideas, cuando Rye toco a la puerta del baño.
_ ¡Sal ya, Peeta! ¡Es muy temprano para que estés haciendo tus cochinadas! _ exclamo desde el otro lado de la puerta, haciendo que Peeta se sonrojara al entender las insinuaciones de su hermano.
_ ¡Déjame en paz, Rye! ¡Si no quieres esperar a que desocupe el baño, entonces levántate más temprano, y no te quedes roncando hasta que alguien te despierte a las malas, haciendo que tengas un humor horrible todas las mañanas!
_ ¡Si mi hermanito fuera más considerado y respetara a sus mayores como es debido, entonces me levantaría de forma más amable, y no tirándome de la cama o gritando a todo pulmón unos buenos días, y quizás lograría que mis mañanas no sean tan malas! _ reprocho, sonando como un puchero de un nene, a lo que Peeta rodeo los ojos, cero impresionado de que este no se hiciera cargo de sus problemas con las mañanas.
_ Sabes que eso nunca va a pasar.
_ Bueno ¡¡Entonces me conformo por ahora con que salgas del MALDITO BAÑO!!
_ ¡Ya te oí la primera vez! _ dijo mientras se acomodaba su ropa y abría la puerta para salir, encontrándose de frente con su hermano, quien tenía una cara de fastidio y de sueño.
_ ¡Ya era hora! Espero que hallas limpiado tus cochinadas cuando terminaste. _ reclamo mientras intercambiaban lugares.
_ Que no estaba haciendo nada de lo que estás pensando. _ contesto rodeando los ojos.
_ ¿Estás seguro? ¿No tuviste ningún sueño sexy con cierta chica de la Veta? _ bromeo él, moviendo sus cejas de forma sugerente, logrando que la ira estallara en su hermanito.
_ ¡HIJO DE …! _ no pudo terminar, porque cuando se iba a balancear sobre su hermano, el muy maldito cerro de golpe la puerta del baño, dejándolo afuera escuchando las risas de su interior. _ ¡Sal de ahí! _ exclamo golpeando la puerta.
_ ¡Ya quisieras! _ respondió entre risas.
_ ¡Vas a tener que salir en algún momento!
_ Naahh, mejor me quedo aquí, es más espacioso que nuestra habitación y no huele tan mal como tú.
_ Como si fuera yo el apestoso de los dos ¿Alguna vez escuchaste del concepto de los baños seguidos, en lugar de bañarte una vez al mes con suerte? _ dijo con impaciencia, Rye no tuvo tiempo de responder cuando escucharon un grito desde abajo.
_ ¡¿Qué están haciendo ustedes dos allá arriba?! _ grito su madre, contando con la disputa entre los hermanos.
Con rapidez, Peeta fue a su pieza, cerrando la puerta, como si eso pudiera evitar la ira de su madre. Se tomó un momento para escuchar si su madre subía las escaleras, pero al no escuchar nada, pudo soltar un suspiro de alivio. Busco la ropa que se iba a poner para el día y la puso en su cama, pero en el proceso recordó lo que estaba haciendo antes de que su hermano lo interrumpiera, por lo que, después de comprobar que tenía tiempo, se bajó los pantalones y la ropa interior, para ver bien su “mancha”. Seguía igual que antes, teniendo que asumir que era una marca del alma. Eso lo abrumo un poco, porque, por fin, recordó que era su cumpleaños y la edad que tenía, lo que explicaba que recibiera una marca del alma. Él de verdad no espera recibir una, ya se había preparado en las últimas semanas para no desilusionarse por no recibir una, pero fue una sorpresa totalmente el ver el ciervo en su muslo, y las sensaciones que este generaba cada vez que lo tocaba. Se quedó fascinado, si tenía una marca, eso quería decir que estaba destinado a alguien, alguien con el que podía ser autentico y ser aceptado por cómo era. Lo emociono saber que no estaba tan perdido como él creía, que era cuestión de tiempo para que encontrara a esa persona, a la que amaría y seria amado por ella, con la que podía armar un futuro juntos.
Y aunque se sentía emocionado, no pudo dejar de sentirse un poco inquieto ¿Él sería suficiente para esta persona? Puede que Peeta no lo dejara notar, pero él sentía muchas inseguridades, nunca se sentía que fuera suficiente, como si no importara lo que hiciera, no era suficiente para merecer el amor y cariño que tanto anhelaba en su corazón. Él trataba de disimularlo y no pensar en eso, pero en el fondo de su corazón siempre quiso tener más cariño en su vida, pero al no recibirlo mucho, más que nada porque a su madre no le agradaba tener muestras (o se alguien las tuviera) de amor, generando que las escasas muestras que residía de sus hermanos y (sobre todo) de su padre, fueran muy apreciadas, obsesionándolo en hacer cosas para ganar más de estas. Esto siempre le dejaba la sensación de que tenía que ser digno de recibir amor, y para ser digno tenía que ser útil, lo que motivaba a que quisiera sobre salir en todo lo que hacía, desde las tareas que hacía en la panadería, su rendimiento en el colegio, su habilidad al relacionarse con otros y su actividad en la lucha libre. También género que ocultara lo que él considerara que no pudiera ser notable o que no sería bien recibido, como su manía de dibujar todo lo que llamaba su atención, que estaba seguro que generaría cierta controversia si alguien lograba verlo dibujar y pintar todas las cosas que tenía en los cuadernos que estaban tan bien escondidos.
Pero a pensar de sus dudas y preocupaciones, se animó diciendo qué si tenía una marca del alma, era porque el destino considera que él era digno de recibir lo que su corazón tanto deseaba, un deseo que siempre tuvo desde que era un niño. Eso lo alegro infinitamente, logrando que de sus preocupaciones se aliviara.
Sintiéndose mucho mejor de lo que se había sentido en mucho tiempo, se enfocó en vestirse, comenzando con su parte inferior. Pero al sacarse la remera y bajar la mirada para buscar la nueva que se iba a poner, volvió a notar algo raro en su pecho. Otra “mancha” en su hombro izquierdo, solo que esta pudo reconocer más rápido que era. Por lo que pudo ver, era un ramo de dientes de león, cada una de las flores representaba un grado de madures de la misma. Era muy hermoso, en especial porque la última dejaba un camino de semillas blancas hasta, según parecía, a su corazón. Parecía muy tierno, y cuando los toco, fue invadido por cesaciones más tranquilas, no tan excitantes como antes, pero sintió algo de lo que siempre sintió curiosidad por experimentar y del cual nunca sintió, y fue libertad, se sentía libre, libre de ser, libre de sentir, libre de equivocarse y libre de seguir adelante, sin ataduras que definieran su comportamiento que lo obligaran a hacer cosas por miedo de no encajar, sin temor de lo que podían pensar lo demás, sin preocupaciones de las cosas que no podía controlar y que no era su obligación de hacerlo. Peeta no sabía qué hacer con toda esa libertad, pero no podía decir que no lo disfrutara. El sentir que podía abrir sus alas y ver hacía donde podía llegar, que tan alto podía volar, y sentir que, si al final fallaba, tenía a alguien que estaría ahí cuando callera, asegurándole que lo hiso bien, que no tenía que mostrar nada, que él era suficiente. Y con eso llego la paz, relajándolo como nunca se sintió, sintiendo que alguien siempre iba a estar para cuidarlo.
Dejo de tocar el ramo, conservando esa sensación tan placentera en su interior, mientras asumía de nuevo lo que significaba ese ramo. Era una marca, como la del ciervo, pero no compartían las mis sensaciones. Todo era muy raro, nunca había escuchado mucho de algo así ¿Se podía recibir dos marcas del alma? ¿Y que cada una diera dos sensaciones completamente distintas? ¿Qué podía significar eso? ¿Debía preocuparse? Tanto como el ciervo como el ramo tenían colores, lo que quería decir que su alma gemela todavía seguía viva, pero ¿Por qué recibir dos marcas? ¿Debía decírselo a alguien? ¿A quién? ¿Quién podía interesarse con eso y ayudarlo a comprender? Su madre estaba totalmente descartada, no quería imaginar lo que generaría que descubriera que tenía dos marcas, podía generar que perdiera la poca cordura que tenía; y por más que quería a sus hermanos, sabía que no eran los más confiables en lo que se refería a sentimientos y cosas sensibles, ya que tenían la costumbre de bromear mucho con cosas importantes, queriendo quitarle la importancia que tenía este (Peeta sabía porque lo hacían, era su forma de sobre llevar las cosas difíciles que pasaban, sobre todo lo que estaba relacionadas con lo que pasaba en la casa, de esta forma no tenían que pensar muchos en sus sentimientos y admitir lo mucho que les molestaban las cosas); sus amigos también estaban totalmente descartados, ya que por un lado, la mayoría no eran realmente sus amigos, eran las personas con las que se juntaba para pasar el tiempo y no sentirse tan solo, no les contaba nada de lo mal que a veces se sentía, y la única persona que era lo suficientemente cercana como para considerarla su amiga verdadera, era Delly Cartwright, pero la dulce y tierna Delly no merecía que la cargara con sus problemas, no era justo que la chica soñadora y alegre se sintiera mal por él.
Todo esto lo dejaba con una última opción: su padre. Pero no importaba lo bien que se llevaba con él, que supiera que nunca lo juzgaría o lo mucho que trataría de ser comprensivo, Peeta nunca se sentía del todo seguro confiando en él, y no era porque creyera que él no era merecedor de saber sus secretos, sino porque, en el fondo de Peeta, siempre se sentiría un poco resentido con él, por permitir que su madre tenga estos tratos con él y sus hermanos, y que su forma de compensar las cosas fuera simplemente limpiando los platos rotos (por decirlo de alguna forma), pero no evitando que estos se volvieran a romper la próxima vez. Así que no era una opción para Peeta, lo que lo dejo con la sensación de soledad al entender que no tenía a nadie a quien acudir, pero al tocar su marca del hombro, no pudo evitar que esa soledad se desvaneciera de repente, sintiendo calidez en su corazón, como un beso tierno en la frente, con la intención de calmar sus temores.
Sintiéndose mejor, termino de vestirse, justo a tiempo de que su hermano entrara como si nada a la habitación para cambiarse también. Peeta, al recodar su disputa anterior, no dudo en tomar desprendido a su hermano, y hacer una llave que había aprendido en sus prácticas, tirando de este a su cama, quien se quedó ahí un rato, tratando de entender lo que había pasado, solo para escuchar la risa de su hermanito mientras este salía corriendo como un cobarde, sabiendo que si enfrentaba con Rye no tenía muchas oportunidades de vencerlo al ser más grande y fuerte que él.
_ ¡PEETA! _ grito con la intención de levantase de la cama para perseguirlo, pero su hermanito ya estaba llegando a la planta de abajo, para cuando salió de la habitación, por lo que, si no quería ganarse una reprimenda de su madre, no valía la pena meterse en problemas. _ ¡Me las vas a pagar, hermanito! _ dijo desde el borde de las escaleras, sabiendo que este lo escucharía muy bien, obteniendo como respuesta otra risa, esta vez un poco más fuerte que la anterior.
Peeta, al llegar a la cocina, fue recibido por las cejas alzadas de su padre y su hermano mayor, quienes estaban curiosos por el alboroto que se escucha desde arriba y por las risas de él, pero negándose a complacer sus curiosidades, prefirió ignorarlos para ver si había de lo que podía comer como desayuno. Ambos se encogieron de hombros y siguieron con sus tareas como si nada, no era raro las peleas inocentes entre los hermanos Mellark, que a pesar de sentir que ya deberían ser grandes para eso, era su forma de mostrarse cariño entre ellos, sin que su madre los regañara tanto.
En cuanto termino su desayuno, y escucho como Rye bajaba las escaleras, tomo la prevención de ponerse a trabajar cerca de su padre, usándolo como escudo humano por si su hermano quería tomar represarías, que por la mirada fulmínate que le dio este, supo que era seguro que quería. Su padre, al no ser ingenuo del comportamiento infantil de su hijo menor, no pudo evitar mirarlo con un dejo de decepción mientras negaba la cabeza, como si estuviera decepcionado con él, a lo que Peeta no pudo evitar soltar más risitas, ya que sabía que en el fondo su padre no sentía eso, y de todas formas valía la pena con tal de molestar a su hermano. Y así paso la mañana, volviendo a la rutina de todos los días, perdido en sus tareas, con pequeños momentos en los que los tres bromaban entre ellos y se divertían, hablando de todo y nada para pasar el rato, mientras su madre se encontraba haciendo cosas de lo que ninguno de los cuatros sabía qué era. Para cuando se hiso más tarde en la mañana, Rye y Peeta subieron a cambiarse y recoger las cosas para ir al colegio, y juntos salieron para ir hacia allá, separándose cuando encontraron sus respetivos amigos en el camino. Y si Peeta noto que cierta chica de trenzas castañas era acompañada por una niña rubia y un tipo alto y muy grande, quien también estaba rodeado de dos niños más pequeños, bueno, eso no era asunto de nadie.
Con el pasar del tiempo, Peeta dejo de prestarle atención a que tenía dos marcas, por suerte eso fue lo único llamativo de su cumpleaños, ya que el resto día trascurrido como si nada fuera diferente. Por lo que dejo de pensar mucho en eso, concentrándose en las cosas que tenían en el momento, como su trabajo y el colegio, y observar en secreto a la chica de sus sueños. Y todo fue normal durante lo que fue el año, pero al llegar el verano paso algo interesante.
Su familia sabía que Rainier estaba de novio, saliendo con la nieta de los dueños de la mecería, y que llevan años saliendo, mostrando lo comprometido estaba su hermano, ya que fue la relación más duradera que tuvo en toda su juventud. Y aunque todos estaban felices con él, su madre no estaba del todo contenta, porque la familia de la chica no era muy adinerada como dejaba ver, sus productos eran comprados más que nada por otros Comerciantes, y ocasionalmente por gente de la Veta, solo cuando estos no tenían de otra que buscas con ellos lo que necesitaban para reparar sus ropas, pero al tener acceso a cosas tan bonitas, les permitían tener ropa que siempre parecía nueva. Sin mencionar que una relación con esa familia no iba generar muchos beneficios a la panadería, ambos negocios no tenían mucho en común. Aun así, Rainier, siguió con su noviazgo, por lo que no fue una sorpresa cuando este anuncio después de la Cosecha para los 73o Juegos del Hambre, donde la chica paso sin ser elegida para su última Cosecha, que se casarían por fin. Todos estaban felices por eso, y no hubo ningún problema al respecto. La sorpresa llego más tarde, un mes antes del inicio de las clases, donde resulta que el plan que todos creían que la pareja iban a hacer era que después de cazarse, estos se irían a vivir a la casa que el Capitolio daba a todas las parejas que formalizaba sus relaciones, y trabajarían en la panadería que heredarían cuando fuera el momento, Rye y Peeta vivirían en la casa sobre la tienda hasta que fueran mayores de edad y ya pudieran buscar trabajo por ellos mismos, dejando la casa y el negocio solo para sus padres y su hermano con su esposa. Ese era el plan que siempre creyeron que sería, por lo que los hermanos menores se prepararon toda su vida, sabiendo que nunca tendría un lugar permanente en el negocio familiar. Grande fue su sorpresa cuando su hermano mayor les dijo a sus padres (y luego a sus hermanos) que no iba a heredar la panadería, ya que la familia de su esposa necesitaba que alguien la administrara cuando sus abuelos ya no pudieran más, y ella a ser la única heredera, no podía rechazar la oferta, sin mencionar que ambos preferían trabajar en la mecería en vez de la panadería, ya que las exigencias no eran las mismas y las ganancias eran muy parecidas.
Con eso Rye y Peeta no supieron cómo reaccionar, no estaba preparados para eso, sobre todo Rye, quien ya estaba haciendo planes para encontrar trabajo en su último año de colegio, pero de pronto se dio cuenta que sería él siguiente en heredar, lo que por un lado era bueno, ya que no tenía intención en casarse en el corto plazo, y el ser el futuro propietario de un negocio, le daba tiempo y más oportunidades para poder cazarse en el futuro sin tener la necesidad de hacer por obligación para tener un lugar a donde vivir y comer; pero por otro lado, él no quería ser panadero, no tenía madera para eso, no tenía paciencia, ni ganas, ni pasión con nada relacionado con la cocina en general. Y no es que no supiera cocinar, no se la pasa trabajando en el negocio familiar por tanto tiempo y no sé aprende los principios básicos para cocinar, pero de verdad que no le encantaba dedicar a eso, ya había tenido suficiente en su vida. Y mientras Rye se encontraba en esa encrucijada, Peeta se lamentó el ser el hijo menor, ya que, a diferencia de sus hermanos, él si deseaba conservar el negocio, pero sabía que sería imposible que su otro hermano cediera su derecho para dárselo a su hermanito. Por lo que no le deja de otra que seguir enfrentado a la realidad de que no sabía que haría una vez que terminara la escuela, aun si estaba feliz por sus hermanos, ya que sabía lo mucho que Rye no quería casarse todavía, y esto le daba tiempo.
Con su hermano mayor casado, se liberó su habitación, la cual no quedo tanto tiempo desocupada ya que Rye se mudó de inmediato, ansiado la privacidad que tanto envidio de su hermano mayor, y Peeta no se negó al cambio, ya que también apreciaba tener su espacio para él solo.
Y así fue cunado, sin que Peeta se diera cuanta, llego a los dieciséis, con un hermano casado, un cuarto para el solo y todavía sin tener ni idea de lo que significaba sus dos marcas del alma. Por obvias razones, decidió al final que nadie supiera de su situación, creyendo que no tenía sentido que los demás supieran de su caso especial, y como en general no se hablaba de eso en su familia, no le fue difícil esquivar el tema. Pero por todo lo demás, la vida no cambio mucho en el último año y esperaba que siguiera así por un buen rato, pero lo que no contaba era que, si bien su vida no cambio en casi nada, no quería decir que la vida de los demás le estuviera yendo de la misma forma, en especial la vida de cierta chica que siempre estaba en sus pensamientos.
Peeta no sabía mucho de la vida de Katniss Everdeen, solo lo que lograba ver a la distancia y usando sus habilidades deductivas para aprender las pocas cosas de ella, pero unas de las cosas que estaba seguro que sabía de ella era su cumpleaños, el 5 de mayo, y fue por eso que comenzó a notar los cambios en ella, cambios que no fueron percibidos por cualquiera, pero él que estaba acostumbrado a observarla desde lejos y supo detectar. Y resulta que la noto un poco más nerviosa de lo común, pensó que tenía que ver con el Día de la Cosecha, ya que no era raro estar nerviosos por eso, pero él sentía que era algo más que eso, más cuando noto que el nerviosismo continuo aun después de que los Juegos habían terminados. Pero no era la única que se encontraba diferente, ya que al parecer su amigo Gale también estaba pasando por algo, y si Peeta no se equivocaba, sentía que el sujeto estaba volviendo cada vez más cercano a ella, más… cariñosos, si se atrevía a adivinar, y eso sumado a las miradas que le daba cuando ella no estaba prestando atención, le dio a sospechar a Peeta que el tipo por fin se daba cuenta de la chica que tenía a su lado. Esto lo alarmo, Peeta hacía rato que sabía que no tenía una oportunidad con ella, pero eso no necesariamente quería decir que estaba listo para verla con otro, y más uno tan mujeriego e irritable como lo era Gale Hawthorne. Sin embargo, a medida que pasaban los meses, Peeta también noto la falta de rumores sobre las aventuras de Gale, lo que emocionaba a su hermano al estar recibiendo más atención por eso (y por ser el futuro propietario de la panadería). Eso sin duda le hiso entender que sea lo que sea que el tipo tuviera en mente, debía de ser serio.
No había pasado ni un mes de su cumpleaños número dieciséis, cuando noto otro cambio entre ambos chicos, ya no solo Gale era el que iniciaba el contacto con ella, esta comenzó a corresponderle de forma más fácil y continua, notando el cariño implícito entre los dos. Esto fue como un puñal en el corazón para Peeta, ya que no tenía ni una duda de que ambos estaban en una relación, podía ser que no fueran obvios al respecto, pero él supo ver como algo se iba formando entre ellos, era cuestión de tiempo en que revelaran su relación al resto. Él ya se sentía totalmente derrotado, admitiendo que nunca tuvo una oportunidad real con ella, que se tardó demasiado en tratar de simplemente hablarle, que por gran parte del año Peeta solo trato de superar el dolor que sentía en su corazón, diciéndose que de todas formas era imposible que estuvieran destinados, que debería enfocarse que al menos tenía marca de alma, que era más de lo esperaba, y eso decía que había alguien en algún lugar que estaba destinado a él, solo tenía que tener paciencia, trato de convencerse de que era mejor así, que si no se dio, fue por algo. Y siguió tratando de convencerse hasta que un día de marzo la vio en su práctica de lucha libre.
Él se sorprendió mucho al encontrarla ahí, y le genero curiosidad el saber que la llevaba a ver la práctica. Por un momento pensó que quizás estaba haciendo compañía a su amiga Madge, ya que era frecuente verla sentada en la tribuna con las otras chicas, pero eso no explicaba porque había días que Madge iba sola y otros no, tampoco porque seguía yendo, cada vez más seguido. Y lo otro que llamaba la atención fue que, una vez que la práctica terminaba, Katniss desaparecía en un instante, casi sin dar rastro de su presencia si no fuera que él personalmente la había notado discretamente. No creía que estuviera por el mismo motivo que el resto de las chicas, ya que ella no era de las que se interesara por hacer ese tipo de cosas, no de forma muy evidente al menos, y además él todavía creía que ella estaba saliendo con Gale, porque lo que tampoco la veía como una chica que fuera a observar descaradamente a otros chicos justo cuando estaba saliendo con otro, más todavía cuando nunca lo había hecho antes. Peeta de verdad tenía mucha curiosidad de saber qué era lo que la hacía ir de forma seguida a la práctica, lo cual no ayudaba a su decisión de tratar de dejar de pensar en ella, ni a dejar que su corazón palpitara como loco cada vez que la veía sentada en la tribuna con Madge, o que el mismo no se desilusionaba cuando ella no estaba. Mentiría si digiera que en los días que ella estaba, él se esforzaba el doble, tratando a sacar a relucir sus habilidades, y aunque trataba de justificarse diciendo que lo hacía para desmostarle al equipo y al entrenador que era digno para ser el nuevo capitán cuando su hermano no asistiera más al colegio el año siguiente, en el fondo sabía que estaba presumiendo, queriendo que por una vez ella lo notara y lo viera. Su hermano tampoco dejó pasar la oportunidad para molestarlo de forma discreta cada vez que ella estaba, bromeando con él, haciendo que se distrajera y ardiera en rabia.
Por casi dos meses, las prácticas estuvieron de esa forma, y justo cuando pensó que por fin podía acostumbrase a su presencia sin ponerlo tan nervioso, o que no lo distrajera cuando peleaba con su hermano, paso algo de lo que él no estaba preparado. Ella le hablo.
Todo comenzó de forma muy rara, para empezar el día ya había sido muy duro desde temprano, cuando su madre, por algún motivo, decidió que era un buen momento recodarles a sus dos hijos los inútiles que eran y lo decepcionada que estaba de ellos, usando una variedad de insultos y gritos de los cuales Peeta decidió por su propio bien no escuchar del todo, poniéndose en modo automático, lo que hiso que se ganara un golpe cuando esta se dio cuenta de lo que hacía, que por suerte no fue grabe y no le impidió ir a la escuela. Sus clases fueron tranquilas y normales, pero en sus recesos y en el almuerzo, noto cierta rigidez dentro de su grupo de amigos, lo que llamo su atención y trato de descubrir que era, pero por algún motivo no encontró respuestas, lo que era raro, porque él tenía la habilidad de siempre encontrar a alguien que lo pusiera al corriente de todo lo que pasaba, pero esta vez no fue así, por lo que decidió no prestarle más atención y ver qué pasaba más adelante. Pero lo que si sabía era que algo estaba perturbando su grupo de amigos, por lo que no pudo pasar un buen momento con ellos, poniéndolo un poco mal por eso. Aun así, trato de seguir adelante como si nada, llegando a su práctica a la tarde, donde no pudo evitar notarla otra vez, haciendo que inconscientemente su ánimo mejorara con solo verla ahí. Termino su entrenamiento más cansado de lo normal, por lo que ni siquiera tenía cabeza para notar que estaba haciendo Katniss Everdeen mientras él se dirigía al vestidor a ducharse. Él tenía la costumbre de siempre quedarse hasta el final, siendo el último en irse, fue así desde incluso antes de recibir sus marcas del alma (lo que motivo a se siguiera de esa forma), y la razón fue que simplemente quería disfrutar de una ducha para él solo, tener el vestidor libre, sin escuchar las charlas hormonales que sus compañeros de equipo tenían, y tampoco quería ir tan rápido a su casa, donde seguro tenía que enfrentar el mal humor de su madre y ver la forma pasiva que su padre aceptaba todo. Eran los únicos momentos en el día en el que encontraba algo de paz y podía tomarse su tiempo para él mismo.
Y así se encontraba él en eso momento, disfrutando de su paz y silencio, cuando de forma estúpida (si se lo preguntabas), resbalo al apoyar mal la pierna, habiendo que se lastimara la pierna izquierda. El golpe fue tan duro que no pudo evitar soltar un grito por el dolor y la impresión, como pudo, salió de las duchas y se fue a sentar en los bancos que estaban al frente, logrando cerrar la ducha y agarra una toalla en el camino, lo cual fue una suerte, ya que mientras se encontraba inclinado mirando el daño de su pierna, noto un movimiento por el radillo de sus ojos, lo que hiso que levantara la mirada rápido, y se encontrara de golpe con un figura que estaba cien por ciento seguro que antes no se encontraba ahí, dándole un susto tan fuerte que lo hizo pegar un salto, levantándose de golpe, olvidando que le dolía la pierna y que solo estaba cubierto por una toalla. Tuvo un breve momento para identificar que la figura que se encontraba al frente de él era nada más y nada menos que la mismísima Katniss Everdeen, lo que le valió otro susto al darse cuenta de su estado de desnudes.
Y así empezó su conversación con la chica que lo tenía loco, debía admitir que no había imaginado ni en un millón de años que iba a ser así como por fin iba a hablar con ella, donde no solo que lo vio casi desnudo, sino que examino su pierna lastimada, hablo con él sobre lo que sucedió hace tantos años atrás con el pan que él le dio, trato de descubrir si era por eso por lo que ella había ida a ver las prácticas (y termino muy conforme con él mismo cuando se dio cuenta que sí, y el hecho que solo fuera para hablar del asunto del pan, no cambiaba que se sintiera demasiado feliz con él mismo al saber que ella fue por él), luego tuvo un problema celebrar en el que no podía pensar con claridad al tenerla tan cerca, logrando tener unos de los momentos más humillantes y vergonzosos de su vida. Y para cuando pensaba que nada más podía pasar, ella le suelta que comparte su misma marca del alma, la que tenía en el hombro (la que ella había notado cuando estúpidamente no se tapó el hombro cuando ella le alcanzó los pantalones), y como si eso no fuera suficiente para dejarlo fuera de sí, ella confianza que tiene otra marca del alma, y que esa la comparte con, nada más y nada menos, Gale Hawthorne, y que es muy probable que él también comparta su otra marca con Gale también.
Todo fue demasiado para él, nunca se esperó encontrarse en una situación así, por lo que no pudo evitar ponerse a llorar, sintiendo patético al hacerlo frente a la chica que amaba (y que al parecer era su alma gemela también), lo que lo hizo ponerse más desesperado al mostrarse débil frente a ella, lamentándose la impresión que le estaba dejando, pensado que con eso seguramente haría que se arrepintiera de contarle sobre la marca. Tuvo la suerte de que ella se mostrara comprensiva, y que tratara levantarle el ánimo, logrando así que él se recompusiera y siguieran hablando del resto. Para el final de todo, él salió del colegio rumbo a su casa, sabiendo que había encontrado (o, mejor dicho, que lo habían encontrado) a sus almas gemelas, una era la chica con la que estaba enamorado desde que tenía cinco años, y él otro era una de las personas que menos le agradaba de todo el Distrito.
Era un poco desconcertante el pensar que el chico que odiaba tanto a los Comerciantes, del que le tenía la reputación de ser el mayor mujeriego del Distrito, del que estuvo celoso más de una vez porque él podía ser cercano a Katniss mientras que Peeta no, era también su alma gemela. Era una locura. Y lo ponía nervioso. Si bien estaba feliz por encontrarlos y estaba ansioso de poder comenzar su vida acompañándolos, y sobre todo que estos fueran los chicos más increíbles en todo el Distrito, también lo ponía nervio del papel que tendría junto a ellos. Ambos eran tan fuertes y valientes, luchaban desde temprana edad para alimentar a sus familias, yendo a cazar al peligroso bosque que se encontraban a las afueras del Distrito, donde se enfrentaba a peligros inimaginable para él; luego iban a Distrito a intercambiar su botín por cosas que necesitaban sus familias, con el peligro de que los agentes de la paz los atrapen y los castiguen (aunque Peeta creía que algunos de los agentes comerciaban también con los dos). Sin mencionar la conexión y el vínculo que compartían ¿Cómo podía él ser parte de eso? Ellos se conocían desde mucho tiempo, pasaron tantas cosas juntos, él solo era el hijo del panadero, el tercero, del cual tenía menos posibilidades de heredar la panadería, y no solo por su posición de tercer hijo, sino también porque su madre preferiría estar muerta a entregarle la panadería. Peeta no sentía que tenía mucho que ofrecerles.
Pero al ver a Katniss tan emocionada invitándolo a cenar con ella y Gale en su casa, hiso que, por un momento, todas sus preocupaciones se esfumaran, dándole la esperanza de que todo estaría bien, y aunque no estaba del todo convencido sobre Gale y como este se iba a tomar el descubrir que él también era su alma gemela, decidió dejarse llevar y asedio a ir a la cena. Ellos eran su destino, tenía dos marcas que lo confirmaban, él obviamente iba a encajar con ellos de alguna forma, solo tenía que buscar la forma, pero con tiempo y paciencia lo lograría. Y Katniss estaba tan segura que eso le hiso pensar que el disgusto de Gale hacia los Comerciantes tampoco iba a ser un problema, ella lo conocía más lo que Peeta podía llegar a saber de él y no se veía preocupada por eso. Se animó a pensar que quizás la suerte por fin le sonreía, que después de todo iba a hacer realidad sus sueños. Estaba claro que sabía que su madre nunca aprobaría que hiciera una unión no solo con otras dos personas (lo que ya era un escándalo), sino que también eran de la Veta. Probablemente lo echaría de la casa, lo blocaría de su vida y de la panadería, eso lo ponía triste, porque la panadería era una parte vital de su vida, pero también sabía que de todas formas nunca terminaría trabajando ahí de grande y tenía que buscar oportunidades en otros lados, así que ese no fue un impedimento para formar una unión con Katniss y Gale. Solo le importaba hacer su vida a lado de esas dos personas. Era su único deseo desde pequeño, formar parte de algo, sentir que era importante para las personas que lo rodeaban, que lo amaban y estaban orgullosos de él, que estaban felices de lo útil que era para ellos. Si lograba cumplir con ese deseo, no importaba el sacrifico que tenía que hacer, él lo haría sin pensarlo.
Ya con una emoción indescriptible y energía renovadas, siguió con su camino a la panadería. Tuvo que hacer una pequeña parada por un callejón apartado y escondido para poder tranquilizar sus emociones y tratar de que su sonrisa no fuera tan amplia, no quería que nadie en su casa se hiciera ideas raras, todavía no quería compartir su descubrimiento. Cuando se encontró más calmado, fue a su casa, entro por la puerta trasera que daba a la cocina del negocio, saludo a su padre y a su hermano que estaban trabajando, antes de subir a su cuarto a ponerse su ropa de trabajo. Bajo a comenzar su jornada de trabajo y durante toda esa jornada no pasó nada fuera de lo común, lo único destacable fue la mirada curiosa de su hermano Rye. Al parecer no estaba haciendo tan buen trabajo escondiendo su sonrisa de enamorado, pero por suerte ni su madre ni su padre se dieron cuenta, y como se negaba a darle el gusto a su hermano y hablar sobre el tema, eligió hacerse el que no lo notaba, y por suerte él tampoco insistió al respecto.
Después del trabajo, cerraron la panadería y prepararon todo para que estuviera listo para bien temprano a la mañana siguiente. La familia subió a la casa para preparase la comida, al tener que despertarse muy temprano, incluso más que los otros Comerciantes, tenían que cenar y dormir temprano para estar descansados. Esto le fue una ventaja a Peeta para tener la oportunidad de escaparse de su casa sin que nadie se diera cuenta e irse a la casa de Katniss, solo tenía que inventar una excusa para no comer con la familia y decir que prefería irse a la cama directamente. Sus padres no sospecharon nada, pero, de nuevo, su hermano le dio una mirada sugestiva, como si él supiera cuales eran sus verdaderos planes. Peeta decidió ignorarlo de vuelta y fue al baño a limpiarse la suciedad del día de trabajo, una vez listo se fue a su habitación a cambiarse y esperar que el resto de la familia estuvieran por irse a dormir. Lucho un rato en encontrar la vestimenta que quería ponerse, quería verse bien para dar una buena impresión, pero tampoco ir muy formal. Después de pensarlo se decidió y se sentó en la cama a esperar para irse. Cuando ya no escucho ruidos en la casa, asomo la cabeza para ver si había alguien dando vueltas, al no encontrar a nadie, salió de su habitación tan silenciosamente posible y se dirigió a la puerta de su casa. Una vez que ya estuvo afuera, se apuró para dirigirse a la casa de Katniss.
En el camino comenzó a escuchar la voz de su cabeza que siempre decía todos sus defectos e inseguridades, esa voz que sonaba sospechosamente parecida a su madre. Era una vocecita insoportable que tenía la función de recordarle lo poco importante y especial que era. Siempre aparecía cuando sentía felicidad, haciendo que se cuestionara todo lo que lo rodeaba, diciéndole cosas para terminar con su buen humor. Esta vez apareció para cuestionar sobre su lugar con Katniss y Gale ¿Realmente Gale lo iba a aceptar a pensar de ser un Comerciante? ¿Katniss no se sentiría desilusionada al ver que no era un hombre tan asombroso como Gale? ¿Y si descubrían lo inútil que era y decidían que no valía la pena y preferían hacer la unión solo ellos? ¿Y si…? Las preguntas seguían y seguían, cada una más devastadora que la anterior, sacando a relucir todos sus miedos y preocupaciones, cosas de las que no quería pensar. No quería tener eso en mente, no en una noche tan importante, no cuando estaba por cumplir sus sueños. Se esforzó por hacer callar esa voz, diciéndose cosas para motivarse, como que ellos no podían odiarlo si estaban destinados, que ellos eran personas que valorarían el esfuerzo y la perseverancia que Peeta tenía para lograr lo que quería, que solo necesitaba tiempo para mostrar su valor; se dijo todo tipo de cosas con el objetivo de seguir animándose para terminar su camino hacia la casa de Katniss.
Tan metido estaba en su cabeza que no se dio cuenta de lo cerca que estaba de llegar, por lo que se obligó a salir de su mente y enfocarse en lo que más importaba en ese momento. Su mente tenía que estar en la cena, todo debía salir bien para convencerlos a los dos de que él haría lo que fuera para que le permitieran ser parte de ellos. Tenía que estar enfocado, usar todo su encanto del que todo el mundo decía que él poseía, pero tampoco podía mostrarse falso ya que no creía que ninguno de los dos apreciaría la falsedad, debía que de ser él mismo, pero más bien como la mejor versión de sí mismo. Iba a ser difícil con los nervios que tenía, pero lo lograría.
Una vez que se encontró frente a la casa de Katniss, se tomó un momento para tranquilizarse antes de llamar. Estaba tratando de calmar sus nervios, cuando Katniss abrió la puerta. Todas sus preocupaciones, todas las ideas y pensamientos que podría haber tenido, se esfumaron con solo verla a ella. Siempre le pareció la chica más bonita que había visto en su vida, pero ahora que ella estaba aquí, lista para tener una cena con él y Gale, parecía sacada de un hermoso sueño. Vestía una bruza verde bosque que le quedaba tan bien, el color hacía resaltar su tez trigueña, dejando a relucir un poco sus curvas; y llevaba unos pantalones negros a juego que marcaba sus hermosas piernas. Tenía su típica trenza que caída sobre su hombro, sus ojos grises se iluminaron al verlo, pareciendo joyas brillantes, su sonrisa era una mescla entre divertida y nerviosa. Ella era una visión exquisita, aunque siempre lo era para él. Se dieron un pequeño saludo antes de que le diera que quería darle una sorpresa a Gale, ya que todavía no le había dicho nada sobre su identidad. Eso altero sus nervios ¿Qué pasaría si Gale se tomaba mal su presencia? Pero Katniss aseguro que todo iba a salir bien, y él decidió confiar en ella.
Entraron a la casa silenciosamente, ella lo acomodo en el living-comedor, mirando hacía la cocina, donde podía ver claramente a Gale que estaba de espalda. Desde donde estaba pudo admirar la figura de él, esta vez trato de mirarlo sin los celos y el mal humor con el que siempre sentía cuando se trataba del chico, solo lo aprecio esta vez como el hombre que era su alma gemela, y sin esos sentimientos negativos, pudo entender una vez más por qué todas esas chicas enloquecían por él. Era realmente atractivo, sus rasgos lo favorecían brindándole la imagen de un ser que era capaz de llevarte a pecar, rebelando todos tus deseos más oscuros. Desde su punto de vista solo podía mirar su espalda, llevaba pantalones y camisa oscuros, donde acentuaba sus músculos de la espalda y de los brazos.
Peeta siempre se definió como heterosexual, le gustaban las chicas, puede que allá estado enamorado de Katniss desde los cinco, pero no era ciego, veía a las chicas y apreciaba sus figuras. Pero si hay algo que realmente distingue a Peeta era que tenía debilidad por la belleza. No importaba en donde fuera, que fuera o quien fuera, él tenía la capacidad de apreciar la belleza en todas partes y en todas sus formas. Esto incluía también admirar la belleza tanto de hombres como de mujeres, y para él los más admirables siempre fueron Katniss y Gale. Siempre pensó eso de ellos dos, incluso antes de saber que eran sus almas gemelas, esa era otra razón por la que pensó que ellos eran pareja, porque se veían tan bien juntos que parecía correcto que así fuera. Y no se avergonzaba en admitir que creía que Gale era verdaderamente guapo, y era eso mismo lo que también sienta un poco de atracción hacia él. Puede que no lo allá notado antes, o lo allá disfrazado con celos y enojo, pero ahora sentía que podía haber más de lo que pensaba originalmente. Eso lo confundió un poco, nunca había pensado en esas cosas. Estaba seguro que sentía algo, todavía no entendía bien qué era, pero si estaba sintiendo algo. Era algo nuevo y no se parecía a nada que allá experimenta antes, y solo podía ser comparado levemente con lo que sentía por Katniss. Decidió no pensar en esas cosas por ahora, guardo eses pensamiento para después cuando vio que Katniss guiaba a Gale frente a él.
_ ¿Estás listo para conocer nuestra alma gemela? _ pregunto ella con emoción, mientras cubría los ojos de Gale con las manos.
_ Tu sabes que estoy más que listo. _ contesto con galantería, haciendo que Peeta por algún motivo se sorrajará aún más.
_ Okey, a la cuenta de tres. UNO… DOS… Y… ¡TRES! _ ella aparto sus manos, dejando que Gale enfocará la vista a la criatura que tenía en frente.
Peeta desde que obtuvo sus marcas, tuvo muchas ideas de cómo iba a conocer a sus almas gemelas, cómo iba a ser el cortejo y cómo iba a ser cuando por fin decidieran ser una unión. Desde que era un niño que lo único que parecía lograr era que su madre lo insultara y le pegara por ser un inútil; desde que se dio cuenta que por más que amara a sus hermanos y a su padre, no podía contar con ninguno cuando la hacía enojar; siempre soñó con encontrar a alguien que lo quisiera y formar un vínculo, lograr la felicidad con esa persona, sentir que era parte de algo. Siempre imagino millones de posibilidades, eso solo creció más cuando al cumplir los quise años tuvo la suerte de no solo recibir una marca de alma gemela, sino dos. Nunca estuvo más feliz en toda su vida, durante toda su vida siempre tuvo la esperanza de encontrar a alguien especial para él, la persona con la que podía cumplir todos sus sueños, ser él mismo sin miedo al rechazo. Porque lo que le daba más miedo a Peeta era el rechazo, el no ser sufímente y estar demasió defectuoso para ser parte de una unión. Pero cuando recibió sus dos marcas, sintió felicidad de que iba a ser aceptado por alguien, que ese alguien lo iba a amar incondicionalmente como Peeta sabía que él también aria. Durante esos momentos oscuros de su vida, siempre se aferraba a esa esperanza. Era lo que más anhelaba en su corazón. Por eso estaba tan emocionado por esa noche, era el comienzo de la vida que tanto anhelaba, y aunque él estaba nervioso y tuvo a esa voz queriendo ponerle dudas, él siempre se aferró a la ida de que todo saldría bien, que todo estaba destinado a pasar, y él creía en el destino.
Y en todas sus fantasías, nunca imagino lo que estaba por pasar.
Aunque una pequeña parte de él le decía que debía haberlo esperado.
Gale se encontraba sospechosamente silencioso, Peeta pudo ver a través de sus ojos como los pensamientos se acomodaban en su mente, comenzando por confusión al mirarlo después que Katniss apartara sus manos, seguido por un poco de molestia mientras lo estudiaba de arriba abajo tratando de identificarlo, luego pareció reconocerlo y con eso vino más furia. Katniss debió percibir la extraña actitud, porque hiso las presentaciones. Peeta trato de calmar los nervios que comenzaban a parecer, y se animó a extender la mano. Lo único que recibió fue que Gale abriera más los ojos al escuchar su nombre, parecía que ya lo reconocía del todo, pero aún se veía que estaba confundido y bastante molesto.
_ ¿Qué? _ fue todo lo que dijo.
_ Gale, él es nuestra alma gemela. _ aclaro Katniss.
_ Hola. _ se atrevió a decir tímidamente Peeta, cada vez más nervioso, mientras usaba la supuesta mano que había extendido para estrecharla para usarla para dar un saludo incómodo.
Todo desde ahí fue cuesta abajo.
_ ¡ÉL NO PUEDE SER NUESTRA ALMA GEMELA! _ grito con furia dándole a Peeta una mirada fulminante.
Inmediatamente los nervios se apoderaron de Peeta y reacciono como lo hacía cuando su madre se enojaba, entrando en un modo de supervivencia. Lo primero fue mantener la distancia, apartarse para darle oportunidad de correr si se podía. Lo segundo era examinar rápidamente el entorno, ver posibles puntos de peligro (como la concina o la mesa con cubiertos) y posibles salidas de escape (como la puerta de salida, la ventana o las habitaciones donde podía cerrar la puerta). El tercero fue la postura, era importante tener una postura acorde, una bueno postura podía salvarlo de caer después de un fuerte golpe, haciendo que pueda caer mal y lastimarse muy fuerte en la cabeza, gracia a su experiencia y sus prácticas en la lucha libre sabia cuáles eran las mejores posturas. Y, por último, mantener la calma, no importa que tan nerviosos o asustado se encontrara, tenía que mantener la calma, tenía que pensar fríamente, actuar rápido y preciso, sin errores; pero además el estar calmado era también para no alamar más a su contrincante, mientras más miedo veía en uno, más ponía alarmarse el otro o aprovechase de su miedo para hacer su movimiento. Peeta seguido su instinto sin pensarlo.
_ ¡GALE! _ regaño Katniss. _ ¡¿Qué te pasa?!
_ ¡Katniss, debes decirme que esta es una broma de mal gusto! ¡Que la chica que es nuestra alma gemela está esperando afuera!
_ ¡No, GALE! ¡No hay nadie más que nosotros tres!
_ ¡ESO ES IMPOSIBLE!
Con cada grito Peeta se iba alterando más y más. Algo le dijo que mejor buscara una forma de intervenir antes de que la disputa de ellos dos siguiera creciendo.
_ Eh… _ intento comenzar Peeta.
_ ¡TU CALLATE! ¡No sé cuál es tu juego aquí, pero ten por seguro que lo descubriré y te hare pagar por esto! _ acuso Gale. Peeta cerro la boca inmediatamente.
_ ¡NO PUES HABLARLE ASÍ! _ trato de defenderlo ella.
_ ¡Katniss, date cuenta que algo no cuadra aquí! ¡¿Sabes siquiera quien es él?!
_ ¡Claro que se quién es! ¡Te lo dije! ¡Es Peeta Mellark! ¡Nuestra alma gemela! _ ella comenzaba a exasperarse.
_ ¡Y YO ya te dije que es imposible que él fuera nuestra alma gemela! _ Gale también se estaba exasperando.
_ ¡¿Y dime porque, según TÚ, crees que él no es nuestra alma gemela?!
_ ¡¿Quieres una lista?! ¡Para empezar, es un Comerciante! _ Katniss levanto una ceja ante ese comentario, y se apresuró a cortarlo.
_ Me dijiste que no te molestaba que fuera un Comerciante.
_ ¡Eso fue porque me dijiste que era una chica! _ “Oh” pensó Peeta “Creo que estoy comenzando a entender cuál es el problema”.
_ ¡Yo nunca te dije que era una chica! ¡TU asumiste que lo era, yo solo te seguí el juego para darte una sorpresa! _ se defiendo ella, Gale iba a agregar algo, pero cerro la boca cuando se dio cuenta que ella tenía razón, él fue quien asumió que era un ella. Katniss aprovechó su silencio para contratacar de nuevo. _ ¿Y hubiera sido diferente siendo una chica? _ “¡SI!” estuvo a punto de decir Gale, pero se detuvo al último momento cuando se dio cuenta que sonaba un poco hipócrita. Pero lamentablemente Katniss leyó su respuesta en sus ojos. _ Esto no puede estar pasando ¿En verdad no te hubiera molestado que fuera Comerciante si hubiera sido una chica? _ dijo con desilusión.
Peeta para este punto no sabía qué pensar, parecía la historia de su vida, como si fuera una broma recurrente que se presentaba para recordarle lo que no era y lo que debió ser. Gale acaba de sumarse a la lista de personas que hubieran deseado que él fuera una niña, lista que estaba encabezada por su madre, seguida quizás por sus hermanos, por un tiempo también estuvo se amiga Delly cuando eran niños pequeños, y tenía la sospecha que su padre también estuvo en la lista en menor medida, en algún momento. Parecía mentica cuantas veces escucha comentarios al respecto, desde los insultos dolorosos de su madre al desear haber tenía una niña y que por culpa de Peeta no pudo; los comentarios no tan dañinos de sus hermanos al hablar de lo lindo que hubiera sido tener una hermosa hermanita para mimar y proteger; los deseos de una pequeña Delly de cinco años que enumeraba una y otra vez las cosas de niña que le gustaría hacer si Peeta no fuera un niño; como su padre miraba con anhelo cuando veía a una beba recién nacida antes de mirarlo a él; y los comentarios recurrentes de diversas personas de como todos creía que iba a ser una niña cuando estaba en la panza de su madre. Peeta trataba que esas cosas no le importaran ¿Qué importa si era niño o niña? Él era él, debían ser felices con eso. Y pensó que lo había superado todo eso cuando entro al equipo de lucha, mostrando a todos, su habilidad para la pelea. De esa forma dejo en claro su masculinidad, y así omitían todas las cosas “relacionadas a niñas”, como su talento para decorar todos los pasteles y las galletas de la panadería, su pasión por la cocina, su actitud pasiva y tranquila, su atención a los pequeños detalles, y su amor por las cosas bellas. Cuando se sumó al equipo de lucha todo eso quedo atrás y dejaron de molestarlo, todos menos su madre por supuesto, que siempre se la ingeniaba para recordárselo contantemente. Pero Gale acaba de abrir una vieja herida que al parecer no estaba del todo cerrada y que él mismo no sabía que todavía la tenía.
_ De todas formas. _ comenzó a decir Gale, tratando de esconder su sonrojó generado por la vergüenza por sus suposiciones y su hipocresía. _ ¿Cómo sabes qué es nuestra alma gemela? _ Katniss puso los ojos en blanco.
_ Porque vi que compartíamos la misma marca del alma en el mismo lugar ¿De qué otra forma iba a saberlo?
_ Quiero ver. _ exigió mirando tanto a Peeta como a Katniss.
Peeta dudo, la verdad que se sentía muy incómodo en este momento, cada palabra de Gale decía era como un golpe para él. Pero cuando vio que Katniss acomodaba su bruza para mostrar su hombro izquierdo, donde se podía ver claramente un pequeño ramo diente de león, decidió seguirle la corriente y desabrocho su camisa hasta dejarle espacio suficiente para mostrar su hombro izquierdo con los dientes de león. Peeta de verdad que solo quería acabar con la discusión, odiaba que la gente se enojara y discutieran, según su experiencia nunca terminaba bien, así decidió mostrarse dócil y calmado para ver hasta donde llegaba todo y así dejaban de pelearse.
Por otro lado, Gale examino ambos hombros, primero el de Katniss, donde vio la marca que ya conocía desde hace casi seis meses. Siempre le gusto ver esos dientes de león en el hombro de ella, algo en él lo tranquilizaba cuando los veía, parecían simple a primera vista, como cualquier diente de león que se hubiera visto, pero cuando más lo estudiabas más hermoso era. Era un ramo de seis flores, donde cada flor era una etapa diferente de la maduración del diente de león, comenzando con un capullo cerrado que se abría un poco mostrando unos pocos pétalos amarillos en la siguiente flor, la tercera ya se podía ver bien los pétalos pero todavía le faltaba madurar, la cuarta era la flor amarilla en todo su esplendor, la quieta la flor amarilla se transformó en una pelusa llena de semillitas blancas formando un circulo, y la última era parecida a la anterior pero con algunas de las semillitas volando, donde parecía que hacían un camino hacia corazón de Katniss. Él lo sintió un poco romántico y tierno, como las flores florecían lentamente hasta su última etapa. Era hermoso en su sencillez. Pero esta vez lejos que brindarle tranquilidad, lo alarmo, porque una simple vista al hombro izquierdo de Peeta demostró que tenía exactamente el mismo ramo, hasta las semillas que volaban a su corazón. Parecía mentira que algo tan bello significara algo tan terrible.
_ No, no, no. Esto no puede ser verdad. _ dijo en como si estuviera susurrando, entrando en shock.
_ ¿Cómo puedes negarlo? _ Katniss le dio una mirada fulminante, de verdad estaba perdiendo la poca paciencia que tenía.
_ Es que no puede ser cierto, no puede ser, tiene que haber una equivocación.
_ ¡Por Dios, Gale! Claramente tenemos la misma marca. No sé qué más quieres como prueba para que entiendas.
_ Yo… _ Gale se detuvo tratando de pensar cómo podía solucionar esto. _ ¡Ya sé! _ dijo abriendo los ojos cuándo se le ocurrió una idea. _ Muéstrame tu otra marca. _ le volvió a exigir a Peeta. Esté también abrió los ojos, pero con sorpresa, mientras comenzaba a sonrojarse fuertemente, esto había encontrado una grieta en su máscara de calma y tranquilidad.
_ ¿Mi otra marca? _ quiso comprobar Peeta. No pudo evitar que se notara su nerviosismo. Gale sonrió con arrogancia, creyendo descubrir un punto débil en la artimaña de este tipo.
_ Si genio, tu otra marca, se supones que tienes dos marcas, una para cada alma gemela. Me mostraste la que compartes con Katniss, ahora muéstrame la que compartes conmigo. _ respondió él con exasperación y burla. Con eso logro que Peeta se pusiera aún más nervioso, no podía estar pidiéndole eso estando ella aquí con ellos; miro brevemente a Katniss, quien estaba tan metida en su ira y fastidio que no se dio cuenta hacia donde se dirigía todo esto.
_ ¿Estás seguro? _ comprobó de nuevo, esta vez no solo con Gale, sino también con Katniss.
_ ¡Si! ¡Muéstrame la maldita marca! _ respondió de nuevo mientras que Katniss, al darse cuenta que esperaba su aprobación también, asistió brevemente.
Peeta también asistió en señas de comprensión, y comenzó a abrirse los pantalones lentamente, lleno de nerviosismo y con la cara toda rojo. Nunca tuvo problemas en desnudarse, estaba acostumbrado a hacerlo en el vestidor del colegio para cambiarse y ponerse su ropa para la lucha libre, en el que se encontraba de chicos, o cuando compartía habitación con su hermano Rye, antes de que su otro hermano mayor se casara y liberara una habitación en la que se mudó después. Pero con la tensión del momento, y estando con sus almas gemelas, no pudo evitar sentir vergüenza al ser el que se estaba medio desnudándose mientras los dos estaban enojados. Lo hiso de todas formas, solo quería que la disfunción acabara. Continúo bajando se los pantalones lentamente, con miedo de hacer movimientos bruscos, hasta que estuvieron por encima de sus rodillas dejando a la vista su ropa interior; trato estratégicamente de mantener la vista en sus pantalones y no mirar a ninguno de los dos. Levanto su camisa que todavía estaba casi completamente abrochada con la mano izquierda, revelando su abdomen y mostrando libremente su bóxer negro que cubrían casi la mitad de sus mulos, y con la misma tranquilidad con la que se bajó los pantalones, agarro la tela del bóxer que rodeaba su muslo derecho, levantándolo hasta que mosto la marca que estaba ubicada hacia la parte interna de su muslo, demasiado cerca de su entrepierna para su comodidad en estos momentos. Casi era imposible ver su marca sin ver su entrepierna por accidente. De esa forma dejo a la vista su marca de la cabeza y el cuello de un ciervo de color marrón claro, siendo rodeado con una estela de color naranja haciendo patrones como de flores que salían del animal.
Con un suspiro muy sonoro para tratar de calmar sus nervios, alzo la mirada para ver que le esperaba. Katniss pareció salir de su enfado para estar tan sonrojada como se encontraba él en este momento. Al parecer entendido porque se mostraba tan reacio a mostrar su marca, se sintió como estúpida al no darse cuenta de lo que quería decir él. Ella ya sabía a donde se debía encontrar su marca, Gale se lo había dicho hace tiempo, pero nuca tuvo oportunidad de verla, ya que se encontraba en una zona muy íntima y le daba pudor pedirle a Gale que se la mostrara, aunque sabía perfectamente que él estaba totalmente dispuesto a mostrársela, en parte para burlase de ella y en parte como un gesto de coquetería. Y ahora la estaba viendo, no en la piel de Gale donde originalmente esperaba verla, sino en la piel de otro hombre. Y aunque sabía que él también era su alma gemela, todavía no contaba con la confianza que poco a poco generó con Gale, incluso con toda la confianza que le tenían, aun así, no habían llegado hasta este punto. Pero ahí estaba, en el muslo de Peeta, y por más que trataba de enfocarse solo en la marca, no pudo evitar que sus ojos se desviaran a su ingle que se encontraba cubierta por unos muy ajustados bóxer negros, y por más que lo intentara, siguió viendo lo bien que le quedaba ese bóxer que contrataban con su pálida piel y los bellos rubios (casi invisibles de lo rubio que eran) que se encontraban en sus muslos y en el abdomen. Ella comenzó no solo a tener un rubor por la vergüenza, sino porque de alguna manera sintió demasiado calor de repente, sin contar las pequeñas cosquillas que sentía en su parte inferior. De verdad que trato de alzar la vista, en serio que lo trato, pero la perfecta imagen de Peeta con su bien marcado abdomen al descubierto, esos bóxer que por alguna razón la estaban volviendo loca, su mano derecha levantando un lado del bóxer (como si fuera una propuesta a descubrir más), con su hombro izquierdo todavía se encontraba medio al descubierto y con su rubor que llegaba hasta por su cuello, mismo que también estaba parcialmente al descubierto, como si estuviera pidiendo que lo lamas y mordieras; era una imagen para tentar y enloquecer.
Contrario a los pensamientos lujuriosos de Katniss, Gale estaba entreno en pánico, otra vez. No necesitaba mostrar su marca para saber que eran idénticas, la conocía demasiado bien para eso, tampoco tenía que verla de cerca, desde la distancia en que se encontraba se podía apreciar perfectamente. Ya no lo podía negar más, el hombre que estaba en frente de él era su alma gemela, por más imposible que sonaba. No había forma que Peeta pudiera imitar dos marcas de almas de forma tan perfecta. No encontró nada con lo que pudiera negar todo esto, no había nada. Y al no encontrar nada hiso que le pareció lo más racional, salir corriendo. Sin pensarlo mucho, corrió hasta la puerta de entrada de la casa, la abrió y la cerró de un portazo, mientras corría hacia sin pensar a donde iba.
Al escuchar el portazo, hiso que tanto como Katniss como Peeta salieran de sus mentes con un pequeño salto. Ella reacción más rápido al parpadear como si le hubieran tirado un balde de agua helada, y se dirigió hacia la puerta por donde Gale se había ido, para ver si lo podía alcanzar. Por su parte, Peeta rápidamente se acomodó el bóxer, se subió el pantalón, se lo cerro y dejo que su camisa callera por encima de este. Ella apenas salió de la casa cuando se dio cuenta era inútil tratar de alcanzar a Gale, además no se sentía bien abandonar a Peeta por una rabieta del otro. Con un suspiro fuerte, se dio la vuelta volvió a la casa, donde encontró a Peeta ya completamente vestido, se notaba lo incomodo que se sentía, ya que parecía que no podía verla a ella directamente. Ella también se sentía incomoda, no solo por la forma desagradable que se comportó Gale con ellos (sobre todo con él), sino también por sus pensamientos lujuriosos que tuvo en el momento menos indicado, que suerte que ninguno de los dos podía leer su mente. Peeta no podía pronunciar ni una palabra, su mente no se le ocurría que podía decir para hacer sentir mejor a Katniss por todo lo que había pasado. Sabía que lo mejor era que se fuera, la velada estaba totalmente arruinada y no tenía sentido seguir ahí cuando Gale dejo muy en claro su disgusto por él.
_ Yo creo que debería irme. _ dijo suavemente él.
_ ¿Qué? _ se sorprendió ella.
_ Sí, creo que lo mejor es que me valla, así puedes buscar a Gale y hablar con él. _ Peeta no pudo evitar que su voz sonara un poco triste. _ De verdad lamento haber causado todo esto, Katniss. No era mi intención que las cosas se desatara así, pero estoy seguro que, si logras hablar con él, todo se solucionaran entre ustedes. Si es necesario también puedo hablar con él mañana para aclarar la situación y que no se enoje contigo. _ trato de poner su mejor sonrisa calmada para trasmitirle a ella que todo iba a salir bien entre ella y Gale. No quería pensar que por su culpa se iba a arruinar una relación tan linda y sólida para la que compartían ellos.
_ ¿Qué? No, no, no, no. _ se apuró a decir ella, estirando las manos para evitar que se valla o que siga hablando. _ No tienes nada de que disculparte, el imbécil que sabio corriendo tiene la culpa de todo lo que paso. _ refiriéndose a Gale con enojo.
_ No digas eso, no es su culpa haberse sorprendido tanto. Tiene sentido que esperara otra cosa de mí. Quizás debimos haberle dicho quién era yo.
_ Peeta, no creo que la sorpresa tenga algo que ver en su reacción. Y tampoco eso lo justifica por habernos tratado así a ambos, sobre todo a ti. No trates de justificarlo, es un idiota y mañana tendré una seria charla con él al respecto. _ dijo molesta, trato de calmarse antes de seguir, no quería que Peeta pensara que estaba enojada con él también. _ Pero no importa ahora, lo mejor es dejarlo afuera de esto, que se calme y mañana hablare con él, no te hagas problema. Sé que la noche no fue como esperábamos, pero todavía tengo la cena hecha, es mucha y ni mi madre ni mi hermana van a venir a comer, así que podemos aprovechar, seguir con lo planeado y comer ¿Qué te parece? _ trato de animar el ambiente ella, él dudo.
_ ¿Estas seguras que es lo mejor? De verdad que no quisiera causar más problemas. _ dijo con inseguridad, ella se acercó a él, le puso una mano en la mejilla para que la mirara a los ojos para que entendiera su mensaje.
_ Peeta, tu no causaste ningún problema. Tú no tienes la culpa de lo que paso aquí. Tú no hiciste nada para que esto pasara. Solo hay un culpable de todo esto y salió corriendo como un cobarde. _ puso énfasis en cada frase. Él abrió la boca, quizás con la intención de justificar las acciones de Gale de nuevo, pero ella no se lo permitió, se inclinó para darle un pequeño beso en la mejilla, lo que género que él cerrara la boca de nuevo, abriera más los ojos y que su rubor volviera a aparecer. Ella observo satisfecha su reacción y siguió hablando. _ Ahora bien, vamos a sentarnos a comer antes de que se desperdicie la deliciosa cena que hice con tanto esfuerzo y también probaremos ese delicioso pan que preparaste, y pasaremos una linda velada solo los dos. _ quiso animar ella, pero al ver que él todavía dudaba, decidió probar otra casa. _ Peeta, no queras que se desperdicie la comida, yo odio desperdiciar comida. _ agrego con seriedad. Con esto él reacciono y cedió finalmente.
_ Está bien, hagámoslo.
Katniss sonrió satisfecha de haber ganado esta disputa. Tomo su mano y lo llevo hasta una silla al costado de la mesa, y lo obligo a sentarse, agarró el plato, los cubiertos y el vaso que se encontraban frente a él para devolverlos a la cocina, no tenía sentido esperar a que Gale volviera y aunque lo hiciera ella tampoco lo quería aquí, no estaba feliz con la forma que él reacciono, no mentía a Peeta cuando le dijo que tendría una seria charla con Gale. Una vez que guardo el plato y los cubiertos, volvió a recoger el plato de Peeta y el suyo para servir la comida. Comenzaron a comer en un silencio incomodo, no sabían cómo como romperlo. A ella nunca fue buena con las palabras a diferencia de él, donde su don era hacer amigos en todas partes. Estuvieron así hasta que por fin encontraron temas para conversar, al principio fue incomodo ya que la conversación no era fluida, pero a medida que avanzaba la noche, se encontraron teniendo una charla animada. Nunca se habló de temas muy personales o profundos, sentían que no están ni con el ánimo de eso ni con la confianza, pero no tuvieron problemas de hablar de otras cosas. Peeta monopolizaba la charla, hablando de todo y de nada a la vez, a ella no le molestaba, es más le agradaba, no era muy charlatana y era lindo verlo divagar de un tema a otro, en eso se parecía a su hermana que hacía lo mismo.
Él por su parte solo quería pasar el rato con ella. No tenía que ser un genio para saber lo que iba a pasar con su unión a continuación, para empezar, no habría una unión, o por lo menos una en la que él participara. Katniss no se había dado cuenta todavía, pero ya lo entenderá cuando hablara con Gale, él nunca permitiría incluir a Peeta en su unión, el tipo lo odiaba con ganas, y si él no lo quería, era obvio que Katniss se pondría de parte de Gale; lo cual Peeta aprobaba, no solo porque él a comparación de Gale no tenía nada que ofrecerle, sino también que ellos ya eran una pareja con un gran vinculo, y esas cosas no debían romperse, no por él al menos. Era triste saber que todos sus sueños y esperanzas se irían, que todo lo que había deseado desde que era pequeño no se cumpliría. Las palabras de Gale se llevaron un pedazo de su corazón, dejándolo sus inseguridades que tanto había tratado de ocultar. Ya podía escuchar la voz de su cabeza riéndose de él por ser tan ingenuo, por haber creído que por una vez todo iba a terminar bien para él. Pensar que, alguien sin habilidades destacables y útiles, alguien que ni siquiera sabía cómo podía proveer a una familia y ser su sustento como lo hacían ellos, alguien que no tenía ni idea de las dificultades que se enfrentaban por ser parte de la Veta, básicamente alguien como él tendría alguna pequeña posibilidad de ser parte de sus vidas, era absurdo ahora que lo pensaba bien ¿Por qué lo querrían a él? ¿Qué tenía que ofrecer a ellos para que lo quisieran? La respuesta era tan clara que no sabía cómo pensó, aunque sea por un momento, que lo lograría. Así que él ya sabía lo que iba a pasar, y sabía que solo tendría esta noche con ella, solo esta noche para cenar y conocerla lo mejor que podía. Se permitió disfrutar de la noche, imaginándose lo lindo que sería ser parte de su vida, ser cercano a ella. Se permitió ser feliz junto a la mujer que amaba, porque sabía que después de esa noche todo volverá a ser como antes, donde él solo la miraba desde lejos. Trato de memorizar lo más que podía, cada detalle, como se veía ella estando tranquila y relajada, la pequeña risa que soltaba cuando decía algo gracioso, cada palabra que ella decía. Guardo todo eso para él.
Para cuando terminaron la cena ya era muy entrada en la noche, era el momento de que él se fuera. Se quedaron puerta de la casa para despedirse. Él realmente no se quería ir, pero cada uno tenía que descansar para el otro día, y por más que lo quisiera, tenía que irse para seguir con sus vidas. Quería darle una verdadera despedía, decirle lo mucho que ella significa para él, que a pensar del desastre de la noche estaba feliz de haber paso tiempo con ella, que siempre estaría en su corazón y no que se iba a resentir cuando los dos decidieran que no querían tener nada más con él, que él estaría bien, seria fuerte y no se metería en su relación con Gale. Quería decirle eso y más, pero creyó que era decimado y la iba a cargar con cosas que no tenía sentido que supiera, eran sus problemas, de nadie más. Así que se conformó con darle uno sonrisa mientras se despedía tímidamente y le deseaba una buena noche. Ella noto que mientras su sonrisa era tan encantadora como siempre, sus ojos eran otra cosa, se veían un anhelo y una tristeza indescriptible, no podía permitir que se fuera de esa forma. Se inclinó hacia él y le dio otro beso en su mejilla, esta vez se demoró más tiempo de lo debido. Para cuando se apartó, esta vez su sonrisa llego a sus hermosos ojos azules que parecía que se iluminaban como dos esferas de luz, que solo resaltaron más con su sonrojó, era divertido hacerlo sonrojar. Él se llevó la mano en a la mejilla, como si no quiera perder la sensación de sus labios de su piel. Se dijeron un último adiós y ella lo vio irse hasta que no pudo verlo más, antes de que se metiera a su casa. Noto que él no aporto la mano de su mejilla mientras caminaba.
Una vez que se encontró en su casa, Peeta se las ingenió para entrar sin despertar a nadie, la casa estaba silencios y oscura, lo que le decía que todos ya debían estar durmiendo. Llego a su habitación sin problemas, donde pudo desvestirse antes de meterse a su cama en ropa interior. Cuando se encontró en la seguridad de su cama, se permitió llorar por fin. Lloro en silencio, no quería que nadie lo viera así, no quería tener que explicar todo lo que le había pasado, solo quería llorar para dejar ir la tristeza que llevaba en el corazón. Quería dejar ir todo, los sueños infantiles, los deseos más profundos que tenía, su amor incondicional, las esperanzas que lo mantuvieron a flote durante tanto tiempo, quería que todo se fuera, pulgar su alma y su corazón para poder alzar los pedazos que le quedaban y ver la forma de curarlos. Lloro y lloro, sabiendo que solo se podía dar esa noche para sacar todo eso, porque una vez que comenzara el día, él tenía que volver a ser el mismo chico tranquilo que era siempre, no podía dejar que nadie viera de destrozado que estaba por dentro, nadie tenía que saber que sus almas gemelas lo rechazaron, que ni teniendo dos marcas de almas no le habían garantizado que quisieran tener una unión con él, nadie tenía que saber que por uno momento pudo tener lo que más quería, solo para al final no tener nada, nadie debía saber que un gran hueco se formaba en su corazón. No, cuando el sol saliera de nuevo, todo tenía que ser como siempre y volvería ser el chico sonriente que todos conocían, y él solo tendría esta noche y solo esta noche para seguir adelante.
Para cuando se quedó dormido, todavía tenía lágrimas en los ojos.