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Sin lugar a dudas los dominios eran lugares que ameritan su respeto, desde la mínima fluctuación en las líneas ley podía hacerte sucumbir en los peores escenarios o peor aún, nunca regresar al mundo real. Innumerables vidas se habían perdido en estos desde que él rondaba en la tierra como Morax, y desde antes de tener un nombre también.
Cuando Hu Tao pidió su ayuda con esta solicitud de las siete estrellas él no pudo negarse, si era algo tan serio podía echar un vistazo inocente y brindar la ayuda necesaria o delegar a alguno de sus compañeros adeptus la labor de hacerlo.
—¡Por favor, Zhongli!—esa mirada de trébol ardiente y llena de energía destilaba incertidumbre, ¿qué había pasado para tenerla así?
—¿Me puede brindar más información?—pidió, bebiendo un sorbo de su té y la joven se desplomó en la silla frente a su escritorio con un mohín.
—Las líneas ley en la llanura Guili—comenzó a relatar, allí Zhongli solo pudo estar atento a los detalles necesarios mientras los ademanes exagerados de Hu Tao ayudaban a la explicación.
Básicamente un nuevo dominio comenzó a alterar a las criaturas que lo rodeaban, ataques agresivos, gente desapareciendo en las cercanías y lo peor, aparición de Hongos Sumerianos que comenzaban a afectar el ecosistema con sus ataques. Era necesario averiguar qué sucedía.
Zhongli notó la posible escala de gravedad que podía atormentar Liyue si no era controlado y también comprendía por qué el pedido de ayuda indirecto de la señorita Ningguang. Siempre había sido una mujer astuta y perseverante.
—¿Me ayudarán yendo a echar un vistazo?—imploró con un puchero la castaña, el ex arconte dejó su taza vacía de té en su bandeja y acabó asintiendo— ¡Eres el mejor!
La joven brindó un cálido abrazo, uñas chispas en forma de mariposa delataron su felicidad y el hombre mayor solo pudo palmear su cabeza de forma paternal. Tenía un aprecio especial por Hu Tao, siempre tan vivaz, y aunque excéntrica, no era fácil de doblegar.
—Necesitaré el mapa y saber cuándo parte el transporte—con eso dicho, la joven avisó que tendría todo listo para la tarde de ese mismo día. Zhongli observó el trabajo en su escritorio y adelantó lo más posible a pesar de ser excesivamente aburrido era su deber.
Su mente divagaba en las posibles causas de las anomalías, quizá el abismo nuevamente estaba haciendo de las suyas provocando esto y si era el caso al menos podía salir a buscar apoyo. Si no, iba a pasar un tiempo explorando el propio dominio en búsqueda de respuestas.
Escribe una carta a Preservadora de Nubes y otra a Xiao anunciando dónde estaría, junto con un resumen de la situación presentada y pedía contemplación de unos cuantos días. Ellos eran los más aptos luego de las siete estrellas de Liyue.
Un toque en la puerta anunció que sus tareas no habían acabado por el momento.
— 🍂 —
Despidiéndose de Hu Tao también le entregó su carta con un estimado de tiempo más generoso que el de Xiao y Xianyun por si no llegaba a aparecer, igualmente ella sonrió con la confianza desbordando y negó.
“Confío en que sabrá cómo actuar, ¡cualquier cosa estaré al pendiente!” y aunque sus palabras de ánimo habían ablandado su seco corazón sabía que estaban llenas de una expectativa más allá de la normal. ¿Era algo de lo que se había pedido?
El carruaje que lo lleva es modesto, él lo agradece, nunca fue alguien de lujos salvo cuando ese joven fatui llegaba a Liyue por asuntos de negocios con el Banco del Norte. Ahí se permitía disfrutar un poco más de simples atenciones amables.
Igualmente la misión estaba dicha y algo en su pecho se inundaba de una sensación extraña, algo que no había sentido en mucho tiempo. Un estremecimiento lo recorrió pero lo atribuye a la fluctuación de las líneas ley de la zona, nada más podía ser causante de eso en su actual estado erosionado.
—Señor, hemos llegado—con esas palabras, tomó su bolsa de viaje con provisiones y bajó del carruaje. Despidiéndose del buen hombre, agitó su mano antes de avanzar por la zona marcada en el mapa que Hu Tao le brindó y frunció el ceño.
Ya había algo mal, árboles no autóctonos Comenzaban a crecer junto con flores provenientes de Sumeru tomaban espacio en las propias flores de Liyue. Además la pesadez de poder elemental erizó los cabellos de su nuca cuando avanzó en la dirección indicada, esquivando hillichulrs en manada y slimes dendro más grandes de lo normal para la zona.
—Deberé anotar esto—dice sacando una libreta que para su suerte empaco, comenzando a enlistar las anomalías producto de este desencuentro a medida que más se acercaba al dominio.
Hongos hicieron aparición cuando ya lo vislumbraba a pocos metros, formando un escudo a su alrededor con geo apresuró el paso simplemente anotando los tipos que había apreciado: geo, electro e hydro. Intentó pasar desapercibido, pelear en terreno desconocido sería su peor elección de movimiento ahora mismo.
Cuando creía que había sorteado un peligro, aparecían dos más y muy grandes. Los Lawachurl siempre fueron un dolor de cabeza para el antiguo arconte cuando salía de paseo a sus zonas favoritas de Liyue, siempre acababa encontrando alguno en su forma más agresiva, como era el caso ahora mismo.
Dando una mirada veloz a algún lugar para esconderse, disimulo un gruñido escaso al no haber nada lo suficientemente bueno y elige la opción más arriesgada. La puerta del dominio estaba bajo pocos metros y comenzaba a abrirse en una invitación peligrosa que esta vez, el castaño aceptaría por simple prevalencia.
Clavó la punta de los pies en la tierra justo cuando el Lawachurl gruñía alertando a los demás de su clan y corría en dirección a su persona. Zhongli tomó impulso dando una zancada brusca y desde allí, aceleró lo más posible mientras la criatura lo perseguía de cerca pero no lo suficiente como para capturarlo.
Atravesó la puerta del dominio, cayendo a un vacío con un aroma a petricor adictivo y vio mientras caía podía apreciar agua al fondo de esa extraña caverna siendo esto lo que amortiguó su caída. Sacando la cabeza del agua, tosió observando hacia arriba y notando cómo la luz se desvanecía dejando ver él paisaje selvático que lo recibía. Ruinas acabadas podían apreciarse en la lejanía al apartar uñas pocas lianas del muro que tenía cerca para salir del agua y suspiró.
Era demasiado grande, esos dominios pocas veces traen cosas buenas con ellos.
El agua de su ropa y cabello se evaporó tan pronto como salió del agua, manteniéndose en esa área inicial para explorar a los alrededores y encontró un viejo cofre envuelto en raíces. Tomando una de las antorchas que iluminaban, las prendió fuego y aguardó unos segundos hasta que pudo ver el contenido del cofre.
“Avanza, si no lo haces cosas malas pasarán” la letra era sin dudas la más horrible que sus ojos hubieran visto en un largo tiempo, chueca, irregular, sin armonía en el tamaño y en los trazos.
—¿Solo esto?—dice en voz alta, la nota cambia a una hoja más elegante y una letra estirada llena de florituras algo exageradas. Ahora podía decir que un dominio estaba burlándose de él.
“Sí, solo avanza.” guardó la nota dentro de su chaqueta y cerró el cofre con desencanto, viéndolo de soslayo antes de seguir el camino que se formó frente a él para salir de la cueva en la que había caído de esa forma tan lamentable.
Haciendo un pequeño mohín, no tuvo de otra más que seguir él paso encontrándose con árboles enormes que eran dignos de los grandes bosques de Sumeru. Lianas gruesas colgaban de estos y las aves iban de aquí para allá cuando escuchaban el mínimo ruido, y Zhongli no podía evitar maravillarse con esa extraña sensación nuevamente arañando su pecho. Carraspeo, colgándose su bolsa de viaje al hombro y continuó avanzando pasmado con lo que llegaba a apreciar.
Los hongos estaban allí jugando con bayas, los cerdos paseaban con sus crías y los árboles más bajos proyectaban sombra a las ardillas y pequeñas aves que descansaban entre sus ramas. La mirada de Zhongli no podía dejar de notar el exagerado poder elemental que recaudaba ese dominio, ¿eran siquiera reales esas criaturas o él estaba cayendo en una ilusión más?
Sus labios se fruncen, su mente no dejaba de pensar y considerar cada mínima posibilidad en esos momentos.
Los capullos que con dendro se activaban estaban allí, al igual que esos recipientes con las propias cargas a unos metros más adelante para activar esos puntos como si fueran lianas. Zhongli suspiró, prefería sin lugar a dudas continuar a pie.
Se detuvo junto a un árbol de manzanas para tomar una, sus dedos apretando la fruta sin saber si era de Sumeru, Liyue o el propio Mondstadt lo que encontraba y no solsettias como era la costumbre en todas las Naciones. Partió la fruta y el jugo corrió por sus dedos enguantados pero, al igual que el agua anteriormente, se evaporó en un momento de sus prendas. Él observó a su alrededor un momento y un escalofrío recorrió su cuerpo antes de que se deshiciera de la manzana.
Una nueva cueva se presentó frente a él con unos símbolos geo, los tótems de activación resonaban y el activo su pilar, causando una onda expansiva que activó estos dos tótems en simultáneo. La puerta se abrió y él avanzó un poco más encontrándose con otro cofre lleno de enredaderas y una antorcha cercana a escasos metros. Hizo lo mismo que antes y cuando abrió el destartalado cofre alzó una ceja confundido.
“Explora la cueva y prepárate la visita de una tierra lejana”
La inquietud extraña embargó su pecho otra vez al leer la nota y la guardó junto a la otra dentro de su chaqueta, giró el rostro para ver el camino a dentro de la cueva y un ambiente húmedo lo invitaba a entrar. Apostaba que había un lago, flores luminiscentes y quizá algunas luciérnagas. Pero no avanzó más, se detuvo en ese pasillo por un momento a meditar la situación, ahora era consciente de que ese dominio se estaba comunicando con él y además, según lo decían las notas, alguien más llegaría.
—¿Amigo o enemigo?—dijo al aire, sintiendo el césped humedecido por el rocío y apoyó la cabeza en el muro de la cueva. Se quedaría un rato allí, vería el mapa a ver si algo había cambiado y comería un poco, quizá hacer un poco de té.
Sí, el té era apetecible luego de todo lo que había pasado en escasas horas.
— 🍂 —
Como el Iudex de Fontaine no tenía demasiado tiempo para salir más allá del Pasaje Vasari y el bazar, claro, salvo que las estrellas falsas se alineen para darle una tarde fuera de esa amplia oficina. Sedene le había pedido con esos ojos inmensos llenos de vergüenza si podía ir a ver los alrededores de Erynnas como si algo estuviera perturbando a sus amadas melusinas.
Por eso mismo, se encontraba en el aquabus pertinente para dirigirse allí solo por el hecho de que Miurne estaba a su lado dándole los detalles que Sedene no se había atrevido a mencionar. Una extraña energía elemental rodeando el sur de la isla, criaturas similares a los vishaps pero muy grandes y recubiertos por escamas y rocas.
¿Por qué su confiable Secretaría había dudado de brindar esa información? Sacudió la cabeza, no era momento para pensar en eso, ya estaban por llegar luego de largos minutos de espera.
—¿Qué más ha aparecido, querida?—preguntó mirándola con suavidad, ella sacudió sus patitas y ladeó la cabeza pensativa.
—¡Oh, también aparecieron gemas extrañas!—asintió para sí misma, cruzándose de brazos— Una melusina que ama las rocas en Merusea se acercó a inspeccionar las gemas, dijo que eran fragmentos del Cor Lapis proveniente de Liyue según su libro.
Al parecer la fluctuación estaba llegando desde Liyue, asintiendo de forma pensativa frunció el ceño meditando la nueva información. Sí, había notado algo extraño en el poder elemental al igual que las líneas ley pero nada más allá de lo usual cuando se trataba de la zona de Erynnas. Ahora se sintió mortificado por no haberse involucrado antes y quizá poner en peligro a sus amadas hijas.
—¿Los gardes han estado vigilando la zona?—Miurne asintió, comenzando a relatar cómo los mekas estaban haciendo guardia para que ningún intrépido aventurero se acercara demasiado— Bien, espero que los mecanismos de pneumousia no estuvieran fallando por las fallas en las líneas ley.
Miurne negó, señalando que el recorrido del aquabus acabó y él la ayudó a ponerse de pie para así bajar de la estación. El aire de Erynnas estaba cargado de poder elemental que lo hizo estremecer y sus rinóforos se contrajeron cuando un remolino de sensaciones provocó un nudo en su estómago. La pequeña melusina lo comenzó a guiar mientras comentaba sobre diferentes encuentros con sus hermanas que acababan risas y en anécdotas curiosas que Neuvillette en cualquier otro momento habría guardado limpiamente en su mente pero algo no le dejaba disfrutar de la charla.
Una inquietud que crecía a medida se dirigían al sur, esquivando hillichulrs y soldados fatuis que simplemente analizaron al juez supremo a una distancia prudente, pero desde ahí la sensación de ser perseguidos lo tuvo con una espina de malhumor. Miurne intentaba distraerlo, pero no lograba que los ojos lavanda del dragón dejaran su frialdad cuando por el rabillo del ojo notaba alguna sombra que se desvanecía.
Los pasos de Miurne lo distrajeron cuando un pequeño quejido escapó de la pequeña, Neuvillette la observó alertado y la llevó a sentarse en una roca. Ella lloriquea revisando la planta de su patita, Neuvillette preparó un poco de hydro en su palma por si era algo grave pero cuando sus ojos se posaron en la zona notó el brillo de una gema dorada cargada de energía elemental.
—Duele Monsieur—hipeo ella, Neuvillette palmeó dulcemente su cabello para calmarla.
—Solo has pisado una gema querida, tranquila—secó su lágrima tiernamente y retiró el objeto con cuidado, dejando una capa de hydro cubriendo las patitas de la melusina como zapatitos—. ¿Cómo se siente? ¿Duele aún?
Ella niega, el hydro calmaba la hinchazón del pellizco y él inspeccionó por si había algo más de lo que se estuviera perdiendo. Suspiró, dejando la cor lapis en el suelo y se levantó del suelo con su bastón en mano, notó un cambio de paisaje en la zona. Opaco y otoñal como los libros describen los árboles de Liyue en las zonas del Oeste.
—¿Puedes caminar?—ella se puso de pie, luciendo el regalo con una sonrisa más animada que Neuvillette correspondió enternecido— Regresa al aquabus, seguiré inspeccionando y regresaré pronto Miurne. Cualquier cosa Sedene se encargará de organizar mis responsabilidades.
Dudosa la melusina ladeó su cabeza, no quería desobedecer pero tampoco abandonar a Neuvillette allí donde podría pasar cualquier cosa. Dejó sus manos detrás de su espalda con cierta timidez y cuando quiso negar la mano de Neuvillette descansó en su cabeza, Miurne acaba suspirando, pero sonrió comprensiva.
—¡Está bien Monsieur, nos vemos luego y tenga mucho cuidado!—el dragón pide que cuide sus pasos y cuando la pierde de vista, decide seguir avanzando. El aroma en el aire de criaturas hostiles cercanas hicieron a Neuvillette hacer una mueca, su mirada viajó por el paisaje otoñal que comenzaba a comerse la flora propia de Erynnas.
Chiles de jueyun comenzaban a crecer devorando a las campanillas lumidulces, los robles haciendo sombra y marcando un camino claro hasta donde Neuvillette podía sentir el nacimiento de todo ese poder. Lo hillichulrs más cercanos estaban en lo suyo, bailando y entrenando contra blancos hechos de paja y tela, Neuvillette pasó de largo lo más silenciosamente posible para no ser notado.
Su piel se erizó cuando el rugido de un caracal patilludo que lo había visto, volteó en dirección al sonido y retrocedió unos pasos al ver que no era sólo uno, eran tres. ¿Cómo era posible si estos eran oriundos de Sumeru?
Su bastón desapareció, ya estaba preparado para atacar y defenderse pero un temblor en el suelo le hizo casi caer al suelo cuando una punzada de dolor llegó a su rodilla mala y la figura de un dragarto geo emana del suelo asustando a los propios caracales que huyeron sin mirar atrás. Neuvillette se quejó, sus ojos buscaron una salida cuando una brisa fría sacudió su cabello.
Un dominio, ¿cuándo había aparecido?
— 🍂 —
Zhongli luego de una taza de té con su juego portátil siguió avanzando luego de que el dominio insistiera cual niño caprichoso con carteles y notas pasivo agresivas hacia su persona. El paisaje era idílico, muy al contrario a lo que había imaginado de primera mano porque no era una cueva como tal la que estaba al final del camino.
Era un extraño oasis atrapado en el tiempo, ¿por qué le resultaba familiar? Su mirada viajó por los árboles y aves estáticas, no había ni un sonido disponible mientras el lado en el centro brillaba gracias al sol pero notó que sí avanzaba el tiempo.
Estaba cerca del atardecer, ¿concordaba el horario con el exterior?
Siguió avanzando, un claro a la derecha de la cueva que encontró le atrajo como un sirena al más perdido marinero y comenzó a pasear, lamentando que la fauna no fuera libre de moverse.
—¿Qué es lo que quieres?—comentó en voz alta, un temblor ligero sacudió la tierra debajo de sus pies pero ni se inmutó— No ganas nada causando caos en las Naciones, ¿cuál es tu objetivo?
Otro temblor, más tímido que el anterior, simplemente le hizo negar con decepción. Parecía un niño buscando llamar la atención, ¿cómo iba a sobrellevar la situación sabiendo eso?
De pronto el tiempo pareció restablecerse, las ardillas escapando de los arbustos hasta la copa de los árboles cercanos y el cantar de los pájaros resonó en sus oídos melodiosa. Giró sobre sus talones, continuando con su caminata apreciando que no había enemigos más allá del propio sol.
Se deshizo de su chaqueta larga, guardando ordenadamente en su bolso de viaje debido al calor que comenzaba a pasarle factura. Eso volvía a confundir sus sentidos, ¿estaba en el mundo real o continuaba en ese dominio? Sea cual sea, podía continuar con sus propias reflexiones mientras pensaba cómo salir de ahí.
Las mangas de su camisa se suben hasta los codos, dejando ver el tono arenoso de su piel y los símbolos geo que marcaban sus antebrazos en dorado. Su mirada se detuvo en su piel por un momento pero sacudió la cabeza intentando no pensar demasiado en estas.
El dominio no volvió a manifestarse en la media hora que su reloj de bolsillo mostró pérdida aunque en un momento dejó de funcionar como debería y sus agujas comenzaban a retroceder en el tiempo. Zhongli con gesto confundido lo guardó de regreso en su bolsillo pero de pronto su ropa cambió totalmente un amargo recuerdo.
La capucha blanca cubrió sus ojos, sus pies desnudos sintieron la hierba fresca rozar contra su piel y la pesadez de no sólo la ropa. Su respiración se cortó por un momento, deteniendo su andar mientras que observaba a su alrededor con un temblor en sus manos que apenas noto.
Cadáveres, sangre, el aroma del óxido y la muerte bajo su lanza estaba allí y de un momento a otro regresó al presente, él cayó de rodillas mientras su diestra cubría la mitad de su rostro y su mirada desorbitada de enfocó en una piedra brillante en el suelo.
Cor lapis.
La tomó entre sus dedos limpiando el polvo antes de apretarla fuertemente, el dolor lo hizo regresar en sí y al abrir su palma encontró un líquido dorado gotear. Suspiró, levantándose con un temblor escaso aún por lo abrupto de las imágenes.
—Impresionante—siseo con su mirada brillando con una rabia silenciosa—, ¿para esto usas el poder?
Un nuevo temblor le respondió, el ex arconte resopló intentando mantenerse compuesto antes de tomar del suelo su bolso de viaje para continuar caminando. Los árboles se tornaban más frondosos a medida que avanzaba pero el lago se volvía más brillante a medida que el sol terminaba de ocultarse, y él se sentaba en un tronco caído para apreciar el paisaje.
Cerró los ojos al mismo tiempo que suspiraba profundamente, sus músculos tensos se relajaron pasados los segundos y se quitó la capucha cuando una brisa hizo el amague de quitarla pero sin lograrlo. El dominio nuevamente estaba molestando, y lo estaba consiguiendo más rápido de lo que hubiera querido.
Un crujido detrás suyo le alertó lo suficiente como para ignorar cualquier emoción, manteniéndose quieto en su sitio hasta que su sensación de peligro se disparó. Su cabeza se movió a un lado justo cuando una flecha de hydro pasaba una velocidad impresionante, los ojos de Zhongli se abrieron abruptamente y se levantó del tronco de un movimiento rápido.
Otra flecha pasó a su lado rozando su brazo, clavándose en el suelo a pocos metros de su pie, rápidamente giró la mirada cuando la carga de energía elemental fue distinguible. Su boca se secó y sus ojos se abrieron ante la figura imponente del Iudex cubierto por unas túnicas blancas en vez de su aparatosa ropa de trabajo.
—Morax—la voz fría como un témpano erizó su piel, las manos de Neuvillette apuntaron hacia Zhongli materializando un arco hecho de hydro con una nueva flecha dispuesta a atravesar la cabeza del adeptus.
—Iudex—alzó las manos, invocando el escudo para protegerse y dejó un pilar entre ambos justo cuando la flecha fue disparada, estrellándose contra la construcción—, que sorpresa poco agradable.
—Es algo en lo que podemos coincidir—Neuvillette bajó las manos, acercándose a paso lento mientras que Zhongli tomaba sus cosas y gruñía escasamente—. ¿Por qué huyes, Morax?
La mente de Zhongli pensaba exactamente lo mismo, ¿acaso el dominio no impediría que se atacaran de esa forma? Gruño, el aroma a océano opacaba cualquier otro y solo había una sola persona que podía tener ese adictivo aroma con él. Lo peor, quería seguramente asesinarlo.
—¿Seguirá atacando, Su Honor?—escondiéndose detrás de un árbol, asomó la cabeza encontrándose la figura de Neuvillette apoyado en el pilar de geo con los brazos cruzados— Veo que no.
La mirada lavanda brilló con una frialdad entrañable, los rinoforos de Neuvillette titilaban y un gruñido nada elegante salió de los labios finos del Iudex. Zhongli lo observó con intensidad, las manos de Neuvillette no se movían y eso le dio pie al castaño para avanzar.
Neuvillette enseñó los colmillos ligeramente a cada paso del castaño, le era imposible moverse y clavar sus garras en el usurpador frente a él. El lago cercano comenzó a formar un oleaje constante, Zhongli alzó las manos en son de paz con una mirada intrigada.
—Veo que el dominio no quiere…—hace un ademán ligero con la mano haciendo el amague de golpearlo pero su mano se detuvo en el aire— Justamente que nos hagamos daño entre nosotros.
Bajando las manos, Zhongli cruzó sus brazos un momento para disfrutar la visión de un frustrado Neuvillette. Las túnicas que portaba dejaban poco a la imaginación, la mirada dorada del ex arconte lo recorrió de pies a cabeza con notable burla hacia el soberano.
—Por lo que veo deberemos de mantener la compostura, no sabemos lo que este lugar es capaz de hacer—aclaró, las facciones de Neuvillette se suavizaron luego de un momento de vacilación.
Para su desgracia el usurpador tenía razón, suspiró pesadamente antes de relajarse en un vano intento de evaporar sus malas emociones por culpa del ser frente a él. Aunque la bilis subiera por su garganta al tenerlo cerca su mirada desconfiada no podía apartarse de Zhongli.
El castaño se alejó unos pasos hasta su bolso donde sacó un par de papeles, Neuvillette alzó una ceja en reconocimiento de uno de estos papeles cuando Zhongli regresó cerca de él.
—¿Qué hace usted con una carta mía en sus manos?—la mirada de Zhongli se tornó contemplativa y cerró las cartas con recelo.
—Tenemos que irnos de este lugar—tomó la mano de Neuvillette, la sensación escamosa fue satisfactoria para sus sentidos y un gruñido de advertencia escapó del joven dragón antes tal atrevimiento pero no objetó.
Algo no se sentía bien.
— 🍂 —
Siguieron el camino marcado por un sendero hasta que la boca de una cueva nueva los recibió, Zhongli dijo algo inentendible sobre estar harto de las cavernas que Neuvillette no discutió, su mirada viajaba por la espalda del adeptus y acababa en ese brazo firme que lo llevaba a rastras prácticamente.
Se sentía extraño, el toque de Zhongli era caliente y similar a su propio toque escamoso de una forma más…peculiar.
—¿Dónde vamos?—dejó de lado su creciente hostilidad por el momento, no recibió respuestas— Usurpador, habla ya de una vez. No seguiré avanzando si no lo haces.
De un momento a otro Zhongli fue incapaz de mover a Neuvillette, giró el rostro mientras la impaciencia exudaba por sus poros pero el más joven no cedió ni un centímetro bajo la mirada dorada del contrario.
—Hay que llegar a la arena o el dominio nos aplastara y hará desastres fuera—incrédulo, una risa sibilina sale de Neuvillette y alzó su fina ceja—. No hay tiempo para esto, joven soberano, luego arreglaremos nuestras diferencias ahora…
Observa detrás de Neuvillette, algo le hizo suspirar pesadamente y se acercó al contrario con ojos encendidos. El iudex ladeo la cabeza antes de que fuera cargado estilo nupcial, Zhongli advirtió en un gruñido entre dientes antes de comenzar a caminar.
—¡...!—las mejillas del pálido hombre se encendieron intensamente con un rojo brillante. Las manos de Zhongli apretaron sus muslos con fuerza en un último aviso y Neuvillette no tuvo de otra que sostenerse a los hombros del mayor a regañadientes.
El pudor comenzaba a embargarlo, la fina tela que lo cubría le permitía sentir la aspereza de esas manos y de paso, el calor del cuerpo de Zhongli era demasiado extraño. Siseo, no estaba feliz con la situación.
El camino por la caverna fue más rápido de ése modo, mantuvo silencio y, aunque podía sentir la tensión en los hombros del ex arconte, también lo percibía en sus facciones y aroma terroso. Se relamió los labios y sus dedos presionaron la tela que cubría los hombros ajenos, acabó suspirando antes de apoyar la cabeza contra el pecho de Zhongli con aburrimiento.
Al llegar al nuevo punto donde una plataforma estaba allí esperándolos, las paredes altas y la iluminación brillante los cegó por un momento. Zhongli lo bajó suavemente, dejando la mano sosteniendo la espalda baja de Neuvillette mientras avanzaban.
—¿Es aquí el lugar de pelea?—susurró con curiosidad girando el rostro hacia el mayor y Zhongli asintió mientras caminaban hasta el centro de la plataforma.
—Parece ser que sí—alzó la mirada haciendo una mueca, con su pulgar aún en la espalda baja de Neuvillette le indicó ver también y ambos miraron la situación con molestia.
Había una puerta metros arriba y no tenían forma de subir.
De pronto comenzaron a aparecer enemigos justo detrás de ellos y la puerta por donde llegaron desapareció, el sonido inconfundible de los slimes provocó que voltearan a ver. Neuvillette se mordió el interior de la mejilla y divisó al hydro slime bastante enojado.
—Veo que tendré que encargarme—ironizó burlón el adeptus, Neuvillette gruñó cruzándose de brazos pero nuevamente detrás de ellos un rugido terrible erizó la piel del joven dragón.
Un dragarto con un extraño placaje apareció en conjunto de pequeños slimes geo, ahora fue turno de Neuvillette para reír escasamente al oír el quejido molesto de Zhongli.
—¿Deberé vacilar del mismo modo para intentar hacer una broma?—consultó el juez con una ligera sonrisa en los labios— Intente no morir, usurpador, siento que no serán los últimos enemigos que requerirán sus habilidades.
—Lo mismo digo, no tiene permiso de fallar en su tarea Su Honor—Zhongli formó un escudo rodeando a los dos, Neuvillette invocó su bastón y lo apretó entre sus manos antes de que los enemigos por ambos lados atacaran a la pareja.
— 🍂 —
Dando un jadeo cansado, Neuvillette finalmente sonrió con victoria cuando el último enemigo fue derrotado y la plataforma dejó de ascender llegando a la puerta, Zhongli se colocó a su lado secándose el sudor de su frente con el dorso de la mano y avanzaron confiados.
Esta vez llegaron a un nuevo claro, donde una pequeña cabaña los esperaba con el cartel de “descanso” pintado con una letra neutral y de tonos opacos. Zhongli no pudo evitar reírse para sus adentros.
—¿Será seguro residir allí luego de todo?—Neuvillette dudó, sus labios se fruncieron y al girar el rostro para ver a Zhongli este no estaba vestido con sus atuendos de guerra— Su ropa…
El adeptus parpadeo viéndose, no tenía su chaqueta pero sí su camisa arremangada y finalmente tenía sus zapatos de nuevo. Sonrió escasamente, luego miró a Neuvillette y este tampoco tenía sus túnicas usuales pero sí ropa más modesta.
—Usted también se ve mejor—le guiñó ligeramente, recorriendo esa cintura fina y esos pantalones ajustados—. Aunque la pérdida de la vista es una verdadera pena.
Se encogió de hombros antes de avanzar hacia la cabaña, las mejillas de Neuvillette volvieron a arder y siguió al mayor sin mencionar nada. Zhongli por su parte lo miraba de soslayo antes de sonreír escasamente, allí abre la puerta de la cabaña cuando llegaron a ella y se encuentra con un aroma indistinguible de té recién hecho.
Ingresaron con cautela, la chimenea crujió dando la bienvenida y ambos pudieron tomar una bocanada de aire, intentando deshacerse de las tensiones de sus cuerpos y deciden en silencio sentarse para disfrutar una taza de té. Una tregua por parte de Neuvillette.
Zhongli sirve el contenido en la porcelana, Neuvillette observa plácidamente mientras encuentra una familiaridad en esas acciones y se fija en las facciones tranquilas del ex arconte. La iluminación tenue de las lámparas de techo dejan una visión juvenil del castaño, Neuvillette no puede evitar suspirar profundamente, aspirando ese aroma terroso y a algo más, mezclado con su propia escénica a petricor.
No olía mal, era tentador.
—Luchó muy bien allí, Su Honor. Quién lo diría—la mirada dorada de Zhongli se fijó en las lavandas brillantes del joven dragón—, el presidente del Tribunal Supremo de Fontaine…
—¿Por qué sería sorprendente? Soy muy capaz de luchar—avisó, su índice acarició lentamente el borde de la taza y dio un soplido suave— ¿No lo demostré en nuestro primer encuentro?
La risa escasa de Zhongli provocó un escalofrío en su cuerpo, dió un sorbo al té para distraerse y nuevamente el aroma de ambos, mezclados, causó estragos en el cuerpo del Iudex. Sus dedos se apretaron un momento y la respiración de Neuvillette se cortó cuando una corriente eléctrica lo recorrió de forma placentera.
Soberanos, ¿qué le estaba pasando?
—Yo—susurró, dejando la taza en su sitio—, saldré un momento. Necesito un poco de aire, si me disculpa.
Zhongli lo imitó pero tomó la muñeca de Neuvillette con suavidad, rozando el borde de manga de su camisa para así acariciar la piel tersa del Juez. Neuvillette se tensó un momento, intentó decir algo pero el adeptus se levantó de su lugar y lo atrajo contra su cuerpo.
Hipnotizado, Zhongli parecía estar bajo el efecto de algo y su mirada viajó hasta la taza prácticamente vacía del mayor.
—¿Se encuentra bien?—susurró, Zhongli acarició la mano del joven y entrelazó sus dedos— Porque creo que el té…
—Preocupándose por mí, parece que avanzamos—respondió burlón antes de rodear su cintura con deseo y los ojos de Neuvillette se abrieron pasmados— y creo que el té sí tenía algo. ¿Puede ayudarme con eso, Monsieur?
Vacilante, las manos de Neuvillette se posaron en el pecho ajeno y se vieron intensamente mientras que escamas comenzaron a manchar las mejillas de Zhongli.
—Podemos discutirlo—ascendió las caricias suavemente hasta las mejillas de este, rozando con sus manos desnudas las escamas y logró ganar un ronroneo ligero por parte del ex arconte—, una tregua temporal mientras estemos aquí. Cuando salgamos de aquí…
—Olvidaremos todo—concedió mientras Neuvillette finalmente unía sus labios en beso embriagador, ambos gruñeron en respuesta y Zhongli lo atrajo más contra su cuerpo antes de alzar por los muslos el cuerpo delgado del juez.
Neuvillette se aferró a sus hombros y apretó sus piernas en torno a él, tomó los mechones de la nuca ajena para profundizar el beso y su lengua repasó con hambre los dientes ajenos antes de colarse en la boca de Zhongli con lentitud.
Ambos saben que no era lo más lógico, no podían estar pensando con el calor de la excitación pero ahora mismo todo eso no importaba.
— 🍂 —
Lanzando a Neuvillette a la cama matrimonial, Zhongli se posicionó encima del Juez mientras que este abría las piernas para recibirlo cómodamente y sus manos abrían la camisa del asesor con premura. Una risa ronca salió de su garganta antes de deslizar la tela por su piel, Neuvillette volvió a tomar posesión de sus labios y gimió recorriendo el pecho cálido del mayor con la punta de sus garras.
Parches de escamas, oscuridad, marcas doradas que lo recorrían hasta la zona del corazón hicieron aumentar la excitación del Iudex.
La lengua de Zhongli atrapó la de Neuvillette cuando este volvía a buscar control, tomando ventaja de la sensibilidad del joven dirigió la mano para deshacerse del chaleco y comenzar a abrir su camisa. Un gemido se ahogó contra sus labios, los colmillos de Neuvillette constantemente lo amenazaban pero eso solo provocaba que Zhongli anhelara hacerlo un completo desastre.
Lanzaron las camisas al suelo de la habitación, Zhongli ahora yacía debajo del codicioso hombre que comenzaba a lamer y morder la zona de su cuello con deleite mientras las manos del castaño abrían los pantalones de Neuvillette y sostenían sus muslos.
—Hueles demasiado bien—se quejó Neuvillette, repasando con su lengua bifurcada la clavícula del mayor y Zhongli disimuló una risa escasa.
—Puedo decir lo mismo—aspiró el aroma romántico de su cabello que mezclado con el petricor y su propio aroma se volvió adictivo—, Su Honor es exquisito.
Se formó un pequeño silencio, los besos del Juez se detuvieron y éste presionó el mentón en el pecho de Zhongli, su mirada lavanda se vio opacada por la anchura de su pupila. Con la yema de sus dedos trazó formas en el pectoral, ganando un suspiro.
—¿Qué sucede?—los rinoforos de Neuvillette titilaron ante la pregunta, solo recibe un nuevo beso en los labios mientras que la sensación de hormigueo se volvió más intensa por donde los dedos fríos del dragón lo acariciaban.
—Solo continuemos—pidió sobre sus labios con lentitud, mordiendo pausadamente el inferior y Zhongli ronroneo de acuerdo.
Abrió los pantalones de Zhongli, retirando el cinturón escondido para lanzarlo también al suelo mientras Neuvillette se tomaba el atrevimiento de bajar los besos por todo el torso del adeptus hasta llegar a su vientre bajo. Su lengua repasó las escamas de la zona y rozó sus colmillos con lentitud, luego alzó la mirada encontrándose con la oscuridad en los orbes dorados y llegó a sonreír burlonamente.
Quizá una o dos cosas se habían pegado de estar más tiempo con sus conocidos.
Bajó los pantalones de Zhongli de un brusco tirón, el hombre jadeo sorprendido e hizo lo mismo con su ropa interior pero no sin antes preguntar silenciosamente.
—Adelante—indicó, apartando el flequillo del contrario para apreciarlo bien y se mordió el interior de la mejilla cuando Neuvillette dejó la primera lamida por encima de la tela, tentativo y provocador.
La dureza de Zhongli se notó contra la tela haciendo ronronear complacido al Juez, su lengua continuó merodeando hasta que lo introdujo a la boca y le arrebató un gemido profundo. Neuvillette finalmente se deshizo de la tela ofensiva, interesado en el premio frente a él.
Grande, gruesa, humana. Se esperaba otra cosa teniendo en cuenta…
—Sigo siendo un adeptus—aclaró burlón, los dedos ásperos comenzaron a acariciar su cuero cabelludo con cuidado de no causar tirones y frotó la punta de su erección contra los labios de su desdichado compañero—, quizá si me visitas en unos meses encuentres algo que te guste.
¿De dónde había sacado ese descaro? Se sentía como un jovenzuelo haciendo de las suyas para conquistar a la primera mujer que le gustaba.
Neuvillette únicamente hizo un sonido contemplativo antes de besar la punta de su erección y enrollar la punta de su lengua en torno a la cabeza, empujando así sus labios sobre esta para así llevarlo bien a su boca. Las piernas de Zhongli se separaron y sus talones se clavaron en las sabanas mientras jadeaba de placer.
Sus colmillos rozaron la longitud del hombre y sus manos se afirmaron a los muslos tonificados de Zhongli, alzando la mirada colmada de lágrimas vio cómo la sangre dorada bajaba por el labio inferior del hombre hasta su tentadora manzana a Adán. Neuvillette apretó los labios en torno a él con firmeza, empujando más adentro de su boca mientras que su lengua estimulaba con deseo absoluto.
Un gemido ahogado de Neuvillette hizo a Zhongli maldecir en un lenguaje antiguo, sus dedos apretaron los mechones con posesividad y su cadera se movió contra la dulce boca que lo recibía. El juez acarició ligeramente sus muslos como un permiso tímido y cerró los ojos antes de sentir la primera embestida hasta lo profundo de su garganta.
Su boca se apretó, su garganta amenazó con una arcada pero no sucedió. Zhongli sonrió ladino antes de formar una coleta rápida con el cabello de Neuvillette, tomándolo de la base con firmeza continuo con el vaivén brusco contra la cavidad del sensible juez que temblaba a cada embestida.
Su lengua se enrollaba jugando, una de sus manos bajó hasta posarse entre sus piernas donde él acarició con firmeza sobre la tela de sus pantalones. La sensación electrizante provocó gemidos que solo aumentaban el placer del ex arconte mientras se hacía con su boca.
El sonido húmedo de su boca siendo embestida hasta el fondo dejó a Neuvillette en su propio bucle de éxtasis, colando la mano entre sus pantalones cerró las piernas y gruñó profundamente cuando hizo el mínimo roce aunque sea por encima de su ropa interior.
Las lágrimas colmaron sus ojos, comenzando a bajar mientras el sabor salado de Zhongli inundaba sus sentidos haciéndole desear más, esa voz en su mente desesperada por finalmente tener un buen prospecto para saciar sus instintos volvía a aparecer burlonamente.
—Estoy cerca—anunció el asesor con un sonido encantador, Neuvillette sorbió con énfasis mientras acompañaba el movimiento brusco de Zhongli—. Monsieur, por favor…
Alzó sus caderas llegando profundamente en la garganta del más joven y allí se derramó copiosamente, con una mirada excitada Neuvillette lo tragó con dificultad. Solo cuando no quedó una gota, Zhongli se retiró y el dragón tosió con cierto dolor en la mandíbula por el esfuerzo.
Neuvillette abrió la boca para él, dejando ver que no quedaba nada del rastro y Zhongli acunó la mejilla del contrario, limpiando él rastro de saliva que quedó en su comisura le sonrió escasamente. Complacido con la vista sumisa del soberano.
Delicioso, quería hacerlo suyo de una vez.
—Es mi turno—anunció con un tono malicioso, Neuvillette gruño cuando los dedos de Zhongli tomaron su mentón con fuerza y lo atraían a un beso salvaje.
La propia lengua viperina del adeptus abusó de la boca caliente del joven dragón, atrayendo su cuerpo hasta poder tenerlo debajo suyo como al inicio y en pleno beso dejó las manos en el borde de sus pantalones. Con algo tan inocente Neuvillette ya buscaba cerrar las piernas con vergüenza.
Deshizo cada broche de telas que decoraban hermosamente las piernas ajenas con completa agilidad y rapidez, un sonido complacido le hizo saber que estaba haciéndolo bien. Los brazos de Neuvillette rodearon su cuello, centrando su atención completa en el beso que estaba agotando su aliento.
Zhongli era habilidoso no sólo con los dedos.
Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza cuando sus pantalones prácticamente fueron arrancados de su cuerpo junto a los boxers que usaba y el beso culminó con un gruñido profundo, similar a un animal, del adeptus.
Los dedos de Zhongli recorrieron los muslos de Neuvillette, escalando hasta las rodillas de este para así obligarlo a abrir sus piernas de par en par y clavando estas contra las sábanas notando la deliciosa flexibilidad del Iudex.
Soltando un quejido ahogado, siseó antes de que Zhongli depositara un suave beso en su frente sudorosa y ambos de observaron con el calor tomando ventaja de ambos en esos momentos. No eran Morax y Neuvillette, eran solo dos personas que ansiaban saciar sus bajas pasiones.
Escaneando el desnudo cuerpo del Iudex se encontró con las hermosas escamas plateadas y de un azul profundo que lo hacían ver aún más etéreo. Se relamió, sus propios colmillos ya picaban al ver la disposición del otro de tenerlo dentro pero se abstuvo de que su lengua mordaz dijera algo.
—¿Va a solo mirarme?—alzó una ceja justo cuando los dedos de Zhongli siguieron un camino invisible hasta el interior de sus muslos.
Allí notó lo mojado que estaba, la viscosidad goteando sin pudor y rodando hasta las sábanas debajo de ellos. Una sonrisa burlona se dibujaba en los labios del ex arconte antes de lamer el cuello prístino de Neuvillette, sintiendo las escamas translúcidas de la zona cercana a la clavícula y maldijo entre dientes lo bien que se había sentido.
—Debería solo admirar las vistas, tener a alguien de tu calibre debajo mio es glorioso—admitió, besando sus clavículas y dejó mordeduras superficiales a lo que Neuvillette siseo de gusto.
—Adulador—gimió, los labios de Zhongli continuaban recorriendo un camino hacia abajo y Neuvillette temblaba impaciente.
No lo negó, y aún menos cuando sus labios llegaron a la zona que tanto había estado queriendo devorar. La excitación del soberano era picante pero suave al final como el rocío mañanero, y esa dualidad lo tenía fascinado.
Con la punta de su lengua recorrió el monte de venus lleno de suaves escamas aterciopeladas, Neuvillette intentó cerrar las piernas pero la fuerza de Zhongli lo detenía a pesar de sus réplicas silenciosas, y usando sus dedos repasó los pliegues ansiosos que se mojaban con apenas roces superficiales.
—Gracias por la comida—comentó burlón antes de observar hacia arriba hambriento, Neuvillette lo llegó a ver con ingenua curiosidad antes de que esa lengua caliente no esperara más y tomará posesión de su hendidura con lentas lamidas de placer.
El primer grito llegó a sus oídos, las garras del soberano se clavaron bruscamente en las sábanas y las rasgaron mientras sus ojos se cerraban. Zhongli sostuvo fuertemente las caderas del joven regente con solo una de sus manos a la vez que usando la otra abría los pliegues de una vez luego de tanta provocación.
—¡Mhg!—la espalda de Neuvillette se arqueó, los sonidos húmedos y de placer que soltaba Zhongli al probar su húmedo centro dejaban su rostro ardiendo, aumentando la sensación de pudor cuando los labios del mayor molestaron con impaciencia las suaves escamas que recubren su ventilación y llevando esa lengua directamente a su estrechó canal.
El calor fue abrasador, sus piernas se tensaron y sus caderas ansiaban moverse a un cierto ritmo pero Zhongli lo tenía dominado, empeorando su estado de excitación.
Su mirada se volteo cuando ese largo apéndice comenzó a rozar puntos dentro de él que no sabía que tenía. Un escalofrío le hizo prácticamente sacudirse pero sólo ganó una caricia suave del pulgar de Zhongli en el hueso de su cadera.
Zhongli se encontraba rozando como no había creído, el sabor salino picaba sus sentidos de forma placentera para luego hacerlo desear más de esa ambrosía dulzona que destilaba Neuvillette. Su lengua comenzó a penetrar de forma concisa su interior siendo acompañado poco después por sus dedos ansiosos.
Dos de ellos se metieron de golpe, el canal del dragón los recibió gustosamente mientras que la hermosa voz del soberano le deleitaba con una sinfonía de gemidos que le formaron otra erección tan rápido que la necesidad de sentir más estaba tomando ventaja de él.
Sorbió con fuerza, imitando lo hecho anteriormente por el juez, este se retorció con las lágrimas bajando ya por sus ojos mientras que de sus labios solamente salía su antiguo nombre.
Extrañamente eso le excitó más que cualquier otra cosa.
Sus dedos abrieron el canal gustosamente, frotando las paredes internas a la vez que llevaba su lengua lo más profundo posible, la punta bifurcada estaba rozando algo aparentemente tan bueno que una de las manos de Neuvillette fue a parar a su cabello para mantenerlo fijo allí mientras ordenaba más de esa sensación.
Codicioso, como todo dragón.
—M-Morax, más, más—sollozos murieron cuando una sacudida nueva le hizo prácticamente rugir y, de la nada, una larga cola escamosa rodeó el torso del castaño mientras las garras del dragón rascaron suavemente su cuero cabelludo.
Soltando un gemido amortiguado, el interior de Neuvillette se estrechó vigoroso y un tercer dedo no llegó a meterse que al girar su lengua de tal forma un fuerte clímax sacudió el sensible cuerpo de Neuvillette luego de un fuerte frote de sus pliegues.
Zhongli tragó todo, la ambrosía no era nada comparada con lo bien que sabía ese hombre. Podía pasar horas y horas llevándolo a un orgasmo tras otro, a sabiendas que Neuvillette pediría más y quedaría sin voz al acabar.
Celestia arriba, lo llevaría a cabo un día de estos…
Retirando su lengua de forma lenta junto a sus dedos, alzó la mirada antes de limpiarse la humedad que recubría la mitad inferior de su rostro y le dedicó una sonrisa burlona al perdido dragón.
La mirada acuosa de Neuvillette fue una visión etérea, su cuerpo brillante por el sudor y esas escamas tomando más espacio de la pálida piel del juez. Además la nueva adquisición que se notaba cuanto menos sensible, la cola era suave y las aletas del final llamaron poderosamente su atención.
—¿Continuamos?—murmuró empujando hacia abajo las caderas de Neuvillette una vez de incorporó y frotó entre sus hinchados pliegues su pesada extensión.
Aún en su nube post orgásmica, las manos de Neuvillette lo buscaron con cierta necesidad y lo abrazó obligando al mayor a agacharse un poco. Él lo permitió, devolviendo el gesto con suaves caricias en sus caderas y subiendo por sus laterales con parsimonia.
—S-Sí—hipeo con los ojos cerrados, Zhongli repasó el rastro de lágrimas con los labios y dejó suaves besos en sus mejillas antes de besarlo castamente. Neuvillette ronroneo más tranquilo, dejándose hacer mientras sus garras se clavaban en la piel de los hombros ajenos.
—Tranquilo—concilio con tono apacible, finalmente esos orbes lavandas lo vuelven a deleitar con su visión y el pulgar de Zhongli acarició su pómulo suave—, ¿serás un buen chico, Monsieur?
—Puedes decirme Neuvillette—murmuró con sus pupilas afiladas, acercándose a la mano ajena por un momento—, por el momento le permitiré usar mi apellido. Dadas las circunstancias…
—Neuvillette—repitió burlón, volviendo a besarlo esta vez de forma lánguida y tomándose el tiempo de saborear al otro. Finalmente sintió que el más joven se relajaba debajo suyo y parecía ser hora.
Alineándose correctamente contra la suave hendidura de Neuvillette, dio un leve empujón y la punta de su erección ingresó, siendo recibido por ese calor extasiante y esa estrechez virginal tan deliciosa. La mirada del soberano se volteó, su cola dio un golpe contra la cama y la punta se movía similar a la de un felino disfrutando.
El gemido suave de Neuvillette le dio pie a empujar más, una de sus manos se posó en el muslo de este y comenzó a acariciar un parche de escamas particularmente sensible a la par que seguía abriéndose paso por ese mojado canal. Las contracciones estaban llevando al propio Zhongli al borde del placer, el aroma intenso de Neuvillette estaba comenzando a hacer meollo en su cuerpo e intentaba tener todo su autocontrol firme en su sitio pero esas vistas lo estaban haciendo difícil.
Finalmente se envainó hasta el fondo obteniendo un jadeo amortiguado mientras que la humedad de Neuvillette goteaba por sus muslos, y Dioses benditos, quería sacar fotos de todo eso. Era un desastre hermoso de admirar.
Movió las caderas en círculos lentos al inicio, frotando con lentitud su pelvis contra el centro de Neuvillette en un sonido sucio. Los ojos lavanda colmados de lágrimas lo observaban con anhelo y sus labios entreabiertos boqueaba en búsqueda de poder respirar correctamente, Zhongli gruñó antes de besarlo de forma brusca para embestir de forma punitiva el estrecho canal del regente.
Con un ritmo punitivo sostuvo los muslos tersos de su acompañante sintiendo los gemidos ahogados muriendo contra sus labios antes de que Zhongli gruñera ante la sensación de éxtasis. Neuvillette tembló, clavando sus garras en pleno beso mientras su cola se enrolla en el muslo del castaño y sus lenguas se enrollaron sumergidos en la necesidad.
Neuvillette se retorció de forma placentera y sus caderas responden cada movimiento lo mejor posible pero su cuerpo era sometido por la fuerza del adeptus, y cuando el beso finalizó ambos no pudieron evitar gruñir contra los labios del otro.
—¿Le gusta aquí, Neuvillette?—preguntó dando una profunda embestida, las piernas del Iudex volvieron a intentar cerrarse y un sonido de placer abandonó esos labios. La espalda pálida se arqueó, las peligrosas garras trazaron suecos en su caliente carne y Zhongli mordió el cuello de Neuvillette con advertencia.
Los movimientos se volvieron lentos al salir del estrecho canal antes de volver a embestir con rudeza notando lo mucho que le estaba gustando aquello al codicioso juez. Apretado, húmedo y con ese comportamiento lascivo coronar ese cuerpo etéreo.
Sentía que podía hacer eso por horas, sus sentidos hundidos en la amalgama de sensaciones y la cercanía a su clímax. Su lengua repasó el cuello de Neuvillette, volviendo a morder de forma poco elegante la unión con su hombro y ambos jadearon de forma alta.
Sea cual sea la razón de todo eso, Zhongli se aprovecharía lo más posible.
— 🍂 —
Lo que parecían horas pasaron, Neuvillette se encontraba dándole la espalda a Zhongli mientras el hombre arremetía con violencia contra su abusado interior. No sabe cuántas veces ya se había derramado en lo profundo de su ser pero sus instintos clamaban más, mucho más.
Sus caderas se movían acompañando las embestidas del mayor, sus gemidos no se detenían y sus manos solo hacían un desastre de retazos de tela por todos lados. Su cola se sacudía por la cama hasta que Zhongli la atrapó con la propia y sus rasgos más animales florecieron con el pasar de las horas.
Neuvillette ronroneaba complacido, alzando sus caderas para él completamente dispuesto pero al mismo tiempo se llegaba a resistir cuando los dientes del usurpador buscaban esa zona especial en su nuca.
Las manos de Zhongli lo inmovilizaron, dejándolas por encima de su cabeza y un gruñido profundo resonó cerca de la oreja puntiaguda de Neuvillette. Una clara advertencia de que se mantuviera quieto mientras él disfrutaba de su cuerpo.
Los labios de Zhongli presionaron la zona, sus colmillos rozaron en un ronroneo feroz y lamió lánguidamente antes de morder más abajo, atravesando la carne tierna para probar la intensa sangre del soberano con un morbo indescriptible.
Sabía mejor de lo que esperaba, y por su mente estaba pasando la posibilidad de…
Un nuevo orgasmo sacudió el cuerpo agitado de Neuvillette, las sábanas debajo de él pedían tregua pero Zhongli quería más. No era suficiente, nunca sería suficiente.
Apretó las muñecas del soberano por encima de su cabeza y una nueva embestida arrebató un gemido ahogado por la sensibilidad del orgasmo anterior. Zhongli no se detuvo, el semen desbordaba de la ventilación de Neuvillette y sus rinóforos brillaban, contrayéndose cuando los labios del hombre atraparon uno para tenerlo sometido.
Un sollozo ahogado escapó de su boca, intentó sacudirse y el placer lo recorrió de pies a cabeza cuando la larga lengua se enrollo chupando con deleite el apéndice brillante. No tenía sabor para su sorpresa, solo un aroma leve a flores románticas que procedía más del cabello de Neuvillette.
—¿Qué pasaría si le muerdo aquí y ahora, Monsieur Neuvillette?—bajó el ritmo, tornando un vaivén lento solo para provocarlo— ¿Cómo explicarías que te enlazaste con alguien como yo?
Los ojos lavandas buscaron su mirada al girar el rostro, Zhongli lamió su mejilla luego de soltar el sensible rinóforo y dio otra brusca embestida antes de besar su nuca con lentitud. Marcó superficialmente con succiones la sensible piel, Neuvillette en respuesta se retorció pero la pesada mano del castaño dio un azote posesivo en sus carnosos muslos.
—Un usurpador haciéndote suyo ya es suficiente castigo, ¿no es así?—repasó el helix con la punta caliente de su lengua y lo atrapó entre sus labios, repasando la forma puntiaguda de su tierna oreja.
—N-No se atrevería—su voz se cortó—, Morax—advirtió pero no recibió respuestas, solo una risilla maliciosa que no dejó tiempo a Neuvillette de pensar qué significaba.
—¿Quién más te mordería si no otro dragón, Neuvillette?—su aroma se intensificó, el Juez apretó los labios mientras que sus caderas se impulsaron hacia atrás cuando Zhongli propició una embestida profunda.
La piel de Neuvillette se erizó con un gemido ahogado y sin poder controlarse derramó nuevas lágrimas a la par que sus muñecas seguían dejaban de ser sujetas por las manos ásperas de Zhongli para ser tomadas por una construcción geo que lo restringía. Pesada y con toques dorados, lo hacen gruñir con la incomodidad.
—Monsieur, vas a tener que ver mi rostro hasta que la erosión termine de consumir mi cuerpo—la voz de Zhongli sonó diferente, sin ese tono malicioso sino que llegó a causarle un sudor frío recorrer su nuca.
Justo antes de que los colmillos punzantes rompieran su piel, sobre la zona que tanto había intentado custodiar de ese hombre pero la debilidad que atravesó su cuerpo impidió que se moviera. Su cuerpo dejó de obedecer al soberano y el terror inundó su ser, las manos de Zhongli rodearon su cuerpo en un abrazo burlón antes de que su mano subiera para sostenerlo de las mejillas con una firmeza digna.
—M-Morax—sus ojos lavandas lo enfocaron cuando la posición cambió, teniendo a Zhongli frente a él pudo ver esos orbes dorados sumidos en un caos súbito.
—Mi amado Leviatán—se acercó a los labios del joven dragón, permitiendo que la sangre goteara sobre esas mejillas—, ¿finalmente regresaste?
Neuvillette estaba asustado por primera vez en todos sus años.