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Dazai no era de hablar de su vida privada, cuando sus propios amigos entre clases comentaban sobre sus novias o los ligues que estaban teniendo, él fingía comprender y seguir las bromas a pesar de no comprender exactamente el asunto que discutían. Su mirada estaba en otro lado, se perdía en el pasar de ese profesor que le dedicaba una sonrisa suave como saludo cordial antes de desaparecer en el pasillo.
¿Cómo podía compararse con sus amigos cuando él tenía una relación floreciente con su profesor de historia? Inmoral, sí. Ilegal, bastante, pero nunca habían hecho nada más que tomarse de la mano en los días libres de Fyodor o cenar los días de semanas mientras el hombre corregía tareas con clara decepción en sus orbes amatistas.
La voz de Chuuya quejándose de su novio resonó en sus oídos al mismo tiempo que Albatross se llevaba a Lippman de la mano y él deseó que fuera así de sencillo con Fyodor. Poder disfrutar de su tacto aun cuando era algo inmoral e indecoroso para la sociedad pero tan correcto para ellos dos.
—Kunikida otra vez estaba…—desde allí el cerebro de Dazai se desconecta, rememorando una charla con Fyodor del fin de semana pasado sobre su salida ese fin de semana largo.
Ve la sonrisa de Chuuya y finalmente el timbre anuncia el inicio de la próxima clase, y justamente el dueño de sus suspiros ingresa por esa puerta portando su maletín elegante e inalcanzable como siempre. Se volteó y enderezó en su sitio, sacando su cuaderno garabateado mientras saludaba todos al unísono al profesor.
“Este finde semana tengo preparado un viaje para ambos a las afueras de la ciudad.”
Dazai estaba emocionado, ¿dónde irían? ¿Qué harían? A su padre no le importaría, sus amigos podrían ser un problema si no inventaba una buena excusa para ese fin de semana. Sus labios se fruncen en una idea maliciosa y sus ojos destellaron cuando una idea le llegó.
No ería el único con una sorpresa para su pareja este fin de semana.
La clase transcurrió con normalidad con Dazai haciendo las bromas usuales para exasperar al inamovible hombre sin lograrlo, era la señal tácita entre ambos para hablar en cuanto la clase acabara. Fyodor comprendió, algo en su cabeza le alertaba creyendo que algo malo había sucedido.
—Joven Dazai, quédese un momento para hablar—quitándose sus lentes de lectura, el castaño se despidió de sus amigos luego de miradas burlonas y finalmente el salón quedó vacío. Fyodor acomodó las tareas del día en una carpeta y Dazai se acercó con la mochila en su hombro.
—¿Qué desea hablar, profesor?—consultó con un tono divertido, el ceño del azabache se frunce un momento. Observa a su alrededor y sus hombros caen liberando la tensión.
—¿Todo está bien?—dejó la mano en el escritorio, Dazai le sonrió suavemente sosteniendo la mano de Fyodor entre la suya— Parecías inquieto, espero no haya sucedido nada malo.
Su lengua iba a soltar al final una broma pero al ver el rostro serio del adulto se abstuvo de momento, sus labios se apretaron viendo las dulces amatistas de su novio llena de incertidumbre. Entrelazó sus dedos suavemente antes de reír entre dientes.
—Simplemente estoy emocionado—tarareó burlonamente antes de que fuera el turno de Fyodor para suspirar—, y quería preguntarte sobre algo para este fin de semana.
—Adelante, ¿ya no quieres ir Miliy?—preguntó con cierta aprensión pero rápidamente el castaño negó, lamentando no poder acercarse más de lo correcto— Lo lamento, continúa. ¿Qué querías preguntar?
—Llevaré unas cosas para probar—la punta de sus dedos acarició la suavidad de los nudillos de Fyodor, Dazai se inclinó hacia delante en el escritorio que los separa y ladeó la cabeza—, no te diré de momento. Es una sorpresa para ti.
La curiosidad inundó a su pareja, soltando un sonido afirmativo, sus manos se separaron con recelo y ambos sonrieron escasamente, destilando complicidad.
¿Dazai debería tentarlo por mensaje de texto como otras veces? ¿Hacerle un pequeño adelanto de lo que planeaba?
Despidiéndose con un hasta luego, vio el brillo intenso en esos orbes amatistas que tanto le fascinan. No podían quedarse mucho tiempo hablando, Chuuya seguramente lo esperaba como cada tarde para ir a casa o al arcade si se terciaba.
Su mente estaba en otro lado, imaginando los labios de Fyodor sobre él, sus manos sujetándolo, acariciando sus vendas y quizá debajo de ellas si ambos se atrevían. Un rubor subió por sus mejillas de forma leve, podría atribuirlo al frío del otoño para evitar preguntas y no a los recuerdos de su amado novio.
Ya anhelaba el fin de semana.
— 🍂 —
Dostoyevski siempre fue un hombre sencillo cuando se trataba de emociones, la respuesta era ignorarlas hasta que todo pasara o dejarlas salir cuando estaba colmado bajo las gotas pesadas de su ducha. Asimismo, era una persona que no imaginaba estar en esa situación.
Nunca había tenido pareja en sus 28 años de edad, y menos imaginaba enamorarse de alguien de 17 que, para colmo de los colmos, era su estudiante. Dazai había llegado como un rayo de luz revoltoso y listo para hacer su mundo temblar, comentarios mordaces, chistes sobre la época que no sentaban bien a todos pero él encontraba algo encantadores.
¿Cómo se desarrolló todo? Ni él sabía, una cosa llevó a la otra y de pronto estaban compartiendo lecturas en su departamento con canciones de fondo. La emoción del adolescente por ser escuchado y acompañado fue magia para sus marchitas emociones.
Ahora, cerca del cumpleaños 18 de Dazai, había organizado un viaje sencillo a unas cabañas cerca de las aguas termales fuera de la ciudad. Aunque era abril, y para el cumpleaños del joven faltaban unos meses, era lo mejor que podía hacer como un adelanto.
Un mensaje de texto avisando que ya estaba en camino a su departamento le robó una sonrisa escasa, él ya tenía el bolso preparado y el regalo de Dazai lo esperaba en el sitio. Se acomodó la bufanda, sus dedos hormigueaban mientras esperaba pacientemente.
Su auto estaba preparado, sus llaves, todo apagado en casa, la comida guardada, y él podía sentir la emoción de su primer viaje acompañado por su pareja.
Haberse mudado de Moscú fue un paso enorme desde que acabó sus estudios de profesorado e idiomas, Japón le ayudó a encauzarse en algo que tenía sentido. Enseñar, transmitir sus conocimientos de la mejor forma posible.
Cerró sus ojos, rememorando la primera vez que vio de verdad a Dazai una noche de copas a la que asistió por obligación y allí estaba merodeando los callejones.
El resto es historia a decir verdad.
La puerta se abrió luego de unos toques, el sonido de las llaves le despertó y le hizo emocionar cual adolescente. Dios, agradece profundamente que Dazai no pudiera saber qué atravesaba su mente.
—Tus vecinos son un jodido asco—se quejó el joven, dejando caer su propio bolso de viaje en el suelo y cerró la puerta—, ¿por qué dejan a sus perros sueltos? ¡Esa bestia puede dañar a alguien!
Fyodor solo lo observó divertido, haciendo un sonido entretenido cuando un puchero se dibujó en el rostro del joven. Sus ojos carmín brillaban con desdén y se estrecharon al quejarse del animal.
—Dazai—llamó pero no había respuesta, se levantó de su sitio y se acercó a el divertido—, Dazai…
—¡Fyodor, es que…!—un casto beso en los labios le hizo callar, la mirada del azabache se suavizó.
—¿Volvió a ladrarte el pequeño caniche de la vecina?—sus dedos acariciaron las mejillas frías del contrario, Dazai se quejó e hizo un puchero nuevamente— Tranquilo, enojarte no cambiará nada.
—Pero…—un nuevo beso logra el cometido de apaciguar su molestia, finalmente pasa las manos por los hombros del más alto y continúa los pequeños roces de sus labios— ¿y si te lastima?
Allí estaba la imaginación desbordada que le parecía tan divertida, adorable a decir verdad.
—En otro momento pensaremos en eso, ahora debemos irnos—le aclaró, Dazai, sonrió con vigor renovado y primero pasó al baño antes de subir al auto con Fyodor. El profesor subió las cosas, dejando las llaves en la mesa para que Dazai cerrara todo.
— 🍂 —
La llegada a la cabaña fue amena, el viaje no duró más de dos horas y el dueño de la misma los recibió con una canasta de frutas para sorpresa de Fyodor, Dazai no le dio demasiadas vueltas antes de finalmente desplomarse en el sofá de la pequeña sala.
—¿Así siempre reciben a los invitados aquí en Japón?—dejó la canasta en la mesa, se quitó su bufanda y Dazai soltó una risa burlona.
—No tengo idea, a padre nunca le dan regalos cuando viaja—se encogió de hombros, viendo al mayor echar un vistazo en la cocina, pasillo y finalmente en la habitación con los bolsos de ambos para dejarlos allí.
—Es que tu padre…—Fyodor regresó sin su chaqueta y bufanda, acomodando su cabello en con un broche para que no estorbe— es un hombre extraño, conocerlo fue una experiencia muy ilustrativa.
—Ni me lo menciones, sigue hablando de ti cada vez que puede diciendo que deberías tener a alguien mejor—bufó mientras se quitaba su propia chaqueta y sonrió complacido cuando Fyodor se sentó a su lado, tomándole de la mano cuando tuvo oportunidad.
Hicieron silencio por un momento, el corazón de Dazai comenzó a bombear cuando los dedos largos de Fyodor recorrieron suavemente su palma provocando cosquillas y ambos observaron al otro con anhelo.
—Este día podemos relajarnos, mañana ir a explorar y quizá comprar alguna cosa en el pueblo cercano—propone el profesor, Dazai simplemente asiente vagamente antes de entrelazar sus dedos y tirar de la mano del hombre para atraerlo más.
Los ojos de Dostoyevski brillaron interesados, atrayendo de las mejillas al castaño y rozó sus labios de forma suave.
—Pareces complacido—murmuró, Dazai recorre sus caderas y lo atrae contra su cuerpo pero Fyodor lo detiene con suavidad cuando nota las intenciones del adolescente—. Miliy, ya sabes que no podemos.
Osamu se quejó, repasando la suave mandíbula de su novio y volvió a besarlo de forma casta. Colando la mano debajo de ese fino suéter solo para provocarlo y tarareó, notando el resplandor en la mirada de Fyodor, ya casi lo tenía.
—Por favor—pidió con ojos inmensos, sus narices se rozan y Fyodor acaricia la nuca de Dazai, rozando los mechones cortos que podía para luego repasar con su índice las vendas que cubrían su cuello.
—No debemos—intentó sonar severo pero fue cruelmente ignorado, los labios finos de Dazai bajaron por su mandíbula y se detuvieron en el pálido cuello de su amado. Fyodor flaqueo, aferrándose al joven mientras un escalofrío lo recorría.
—Yo quiero, ¿tú no lo deseas?—atrapó la piel fina entre sus labios, succionando y logrando obtener un suspiro ahogado— No soy un niño, Fyodor. Ya casi soy mayor de edad también, ¿qué te detiene?
Las mejillas de Dostoyevski se encendieron peligrosamente, Dazai lo empujó hacia atrás con delicadeza para recostarlo en el sofá y verlo desde arriba, posando una mano a un lado del rostro de su novio. Sus miradas se encontraron intensamente, Dazai ruborizado y lleno de una excitación indisimulada.
Dios, ¿por qué se veía tan hermoso? Fyodor tragó saliva, intentando ser coherente con sus ideas pero era inútil cuando tenía a Dazai de esa forma, tomando ventaja de su cuerpo.
¿Sería prudente decirle que nunca había hecho esto con alguien más? El joven se había llevado todas sus primeras veces, haciéndole romper todas sus creencias en el camino como un tren sin frenos.
—No te lo dije pero yo…—desvió la mirada, Dazai detuvo las caricias en su costado para prestarle atención— nunca estuve con nadie antes. No me llamaba la atención el intercambio emocional o compartir mi privacidad con otras personas hasta que llegaste a mi vida, Osamu. Eres el primero para mí por muy vergonzoso que sea admitirlo en voz alta.
El rostro del castaño se plagó de sorpresa, ¿cómo no si era información que no esperaba? Bueno, sabía del pasado religioso y más que severo de Fyodor por propia boca de él, pero no estaba preparado para algo así. Las mejillas de ambos se encendieron completamente y una sonrisa bobalicona se le formó a Dazai antes de robarle un casto beso a su pareja antes de separarse y tomar asiento en el sofá.
—Wow, eso es… Interesante—murmuró, Fyodor se endereza y se vuelve a sentar a su lado con las manos en su regazo, sin ver al castaño—. Es algo bueno, digo, podemos explorar todo juntos si eso quieres.
Los hombros del mayor se tensan por un momento pero acaba volteando el rostro para encontrarse los ojos brillantes de Dazai, su razón se debilita y extiende la mano para acariciar su mejilla con una adoración persistente. Agradecía a Dios por haberlo conocido.
—Creí que te desagradaría—admitió, sabe cómo eran los adolescentes “normales” hoy en día y él no quería llevar a Dazai a hacer algo que no quería o estar en una relación sin esas experiencias, Fyodor se sentía contrariado cuando se trataba de relaciones—, pero que quieras explorar esas facetas de nuestra relación conmigo me deja conmovido.
Sonrió, su corazón latió y Dazai extendió los brazos hacia el más alto para abrazarlo contra su pecho con fuerza. Fyodor lo aceptó gustoso, eso significaba mucho para el ex católico y aunque Dazai no lo viera de esa forma entendía la visión de su novio.
—Hablemos de lo que queremos hacer, podemos probar cosas o simplemente no—la voz maliciosa del más bajo le hizo estremecer, Fyodor alzó la mirada y un nuevo beso distrajo su mente de las malas intenciones palpables.
— 🍂 —
Por la noche misma cenaron bajo la luz de unas velas consumidas y la amenidad de una charla ociosa entre ellos, la emoción burbujeaba entre ambos por lo próximo que tocaba esa noche de “prueba” como había dicho Dazai. Únicamente saborear el momento, dejarse llevar como una prueba de confianza para ambos.
—Me sorprendió saber que no tuviste ninguna relación—admitió Dazai dando un sorbo a su jugo de uva, y Fyodor que tampoco disfrutaba de algo que no fuera agua o té, lo acompañó con un sorbo escaso de su propia copa—. Ya sabes, solo soy un mocoso a comparación de ti.
El profesor alzó una ceja observando, cuestionando esa elección de palabras y unió sus manos por encima de la mesa, acariciando suavemente los nudillos algo toscos de Dazai. No lo iba a regañar porque entendía ese sentir.
—Miliy—esa mirada carmín le enfocó, sus labios formaron un mohín suave—, podemos tener edades diferentes pero eres la persona con la que quiero estar. ¿Entiendes eso?
El pulso de Dazai se disparó, sus mejillas se sonrojaron y la sonrisa que asaltó sus labios se tornó tímida Siempre que Fyodor le daba palabras bonitas perdía el rumbo, ¿cómo iba a merecer esas atenciones tan dulces cuando no había hecho nada bueno en su corta vida más que ser un problema para los demás?
Ese hombre le hacía sentir bien, cómodo y comprendido.
—Entiendo—murmuró, Fyodor le sonrió indicando que acabaran de cenar—, y solo quería decir que no quisiera estar con nadie más que contigo, Fyodor.
Con una última caricia en sus nudillos, soltaron sus manos y entre miradas intensas. Continuaron con la velada.
Tenían una larga noche por delante.
— 🍂 —
Fyodor se duchó primero por pedido de Dazai, y luego el castaño se apropió del baño por unos largos minutos que dejaron preocupado al hombre por temor a que algo le hubiera pasado por experiencia. No sería la primera vez que su novio se lastimara por accidente, y ni tan accidente, estando en el baño.
Sus dedos tamborileando sobre sus rodillas, impaciente y ansioso, observaba la puerta del baño justo frente a la puerta de la habitación principal. La televisión dentro del propio cuarto hizo ruido blanco para Fyodor, no había televisión satelital pero sí cable barato con pocos canales.
Suspiró, cerrándose mejor la bata y observando a su alrededor en un vano intento de distraerse pero finalmente los pasos tranquilos de Dazai alteraron el corazón de Fyodor. La adrenalina comenzó a bombear por su cuerpo y no dudó en apretar los dedos sobre las sábanas, sosteniendo la tela.
Dios, eso estaba por pasar.
La figura del joven llegó a su periferia usando una bata también, los vendajes en su cuello y antebrazos podían apreciarse aún como también en sus tobillos, Fyodor podía apostar que en sus muslos era lo mismo. Tragó saliva, ya estaba viendo con intensidad a Dazai a pesar de que tenía muchas cosas que decir para que se sintiera cómodo con esto.
—Yo…—balbuceo, por primera vez en toda su relación se había quedado sin habla.
—Aún no iniciamos y ya estás así de nervioso—comentó burlón el castaño, acercándose y se sentó encima de su regazo con una mirada hambrienta—, ¿debo de sentirme halagado por haberte dejado sin palabras?
Fyodor dejó las manos encima de los muslos de Dazai cubiertos aún por la bata, su mirada se fijó en el rostro ruborizado de su novio y una sonrisa escasa se le dibujó. Se inclinó suavemente para besarlo, saboreando sus labios con lentitud, mientras Dazai lo abraza por los hombros para atraerlo más.
Comenzando a subir por la bata para deshacer el nudo de la tira, Dazai sonrió ligeramente sobre sus labios antes de entreabrir la boca dejando paso a la lengua ajena. Fyodor obedece gustosamente, acariciando el interior de esa boca al mismo tiempo que la bata de Dazai caía por sus hombros dejándolo desnudo bajo la mirada ardiente de su pareja.
Ambos gimen, separándose del beso un momento cuando el mayor se dio cuenta finalmente de la sorpresa que Dazai le tenía preparada para esa noche. Los ojos de Fyodor se abren cómicamente, sus labios también se separan y el castaño puede sentir justo debajo suyo lo mucho que estaba disfrutando de esas visitas.
El brasier de encaje era algo incómodo contra sus pezones pero estaba soportando únicamente porque el rostro de Fyodor era delicioso. Las manos del adulto se detuvieron en su cadera y la sonrisa cínica de Osamu erizó todos los bellos de Dostoyevski cuando quiso pedirle explicaciones.
—¿Sorpresa?—tarareó contento, guiando la mano de su pareja hasta la tela que cubría su pectoral y lo invitó a acariciar. Con el pulgar trazó círculos rodeando su pezón, ganando suspiros de gusto mientras este se endurecía contra la tela solo por lo tentativo de ese toque.
El azabache volvió a tomar posesión de sus labios esta vez con más intensidad, terminando de quitarle la bata sin mayor faena mientras que Dazai hacía lo mismo con su pareja sin prisa alguna. Ambos acabaron acostados en la cama de lado y Fyodor acabó posicionándose sobre el delgado cuerpo de su castaño.
La tela negra hacía completo contraste en la piel pálida de Dazai, fascinando enormemente a Fyodor que creía su libido apagado pero nuevamente ese joven le enseñaba cosas nuevas de su propio cuerpo y ser. Un gemido alto murió en el nuevo beso, las piernas de Dazai se separaron para darle paso a su novio que con la excitación subiendo cada vez más acarició las vendas que apretaban deliciosamente sus muslos y allí se dio cuenta de que había algo más.
Su mano palpó suavemente y bajó la mirada interrumpiendo el beso, jadeo completamente sin aliento cuando al ver estaban unos ligueros unidos a unas bragas prácticamente transparentes de encaje también negro. La erección de Dazai presionaba la tela ansiando escapar, verdaderamente excitado solo con lo deseado que se sentía por Fyodor.
—Eres hermoso—se adelantó a la pregunta de Dazai, los ojos carmín eran solo oscuridad gracias a esa pupila ancha y sus mejillas estaban compitiendo contra las propias manzanas—, divino. Lo mejor que mis ojos pudieran apreciar, Osamu eres perfecto.
—F-Fedya—su voz se rompió gracias a un apretón brusco en sus muslos, el rostro de Fyodor se esconde en la curvatura de su cuello donde aspira el perfume de lavanda. Atractivo y suave para los sentidos sensibles del ruso.
Atrapando las caderas de Fyodor entre sus piernas, Dazai se arqueó y un sonido suave escapó de sus labios antes de abrazarlo por sus hombros, la punta de sus dedos se clavaron en los omóplatos ajenos y cuando los besos comenzaron a ser repartidos sobre los vendajes de su cuello, mordiendo a estas para así dejar expuesta un pequeño porcentaje de la piel ajena.
Osamu suspiró, estremeciéndose con ansias mientras las manos de Fyodor acariciaban lentamente sus muslos y ascendió con hambre hasta el borde de las bragas de Dazai, comenzando a rozar por encima de la fina tela con el pulgar para estimular pacientemente la erección del castaño. En la mente del ruso solo cabía poder satisfacer a su pareja en todo lo que quería.
Sus labios siguieron recorriendo hasta llegar a sus clavículas desnudas, succionó con lentitud imitando lo que Dazai acostumbraba a hacerle en sus momentos más intensos y mordisqueo dirigiéndose a su hombro donde bajó la tira del brasier deslizarse para así besar suavemente su piel. La piel de Dazai se erizó, los gemidos comenzaron a escucharse de su parte y su cuerpo se retorcía por la atención.
Su lengua se encontró con el pezón aún cubierto de Dazai, la mirada carmín del joven estaba colmada de necesidad y Fyodor lo observó burlón. Dazai quiere saber de dónde salió esa audacia del hombre que tenía temblando en su timidez hace solo unas cuantas horas luego de simples besos.
—¿Qué pasa, Miliy?—murmuró, dejando una mordida suave en su pezón y su otra mano liberó finalmente la extensión del menor en un movimiento lento, tomándola entre sus dedos para comenzar a masturbarlo.
—Eres muy rápido para aprender—jadeó, el pulgar de Fyodor frotó pausadamente su tronco y presiono justo debajo de la cabeza—, ¡mhg!
Su cabeza se echa hacia atrás, sus labios se aprietan intentando callar sus sonidos y con dedos hábiles comenzaron a estimular zonas que Dazai no sabía que podían ser tan sensibles. Una risa escasa sale de los labios del ruso y abandona finalmente su pezón luego de dejarlo completamente sensible gracias al roce.
—¿Significa que te estoy complaciendo?—el corazón de Fyodor latió complacido, atrapado el otro sensible botón entre sus labios para dar succiones que acompañaban los movimientos de su mano— Eso me deja feliz, mi dulce chico.
Dazai asintió y sus piernas soltaron las caderas de su novio para así clavar los talones en las sábanas, se sentía muy bien. Una mordida más brusca por parte de Fyodor logró arrancar una queja ahogada, viéndolo con sorpresa notó que el azabache comenzaba a bajar por su pecho y besaba las escasas cicatrices que se apreciaban en su menudo cuerpo.
Siempre había sido un kamikaze en la vida y estas eran prueba de ello, Fyodor siempre escuchaba atentamente sorprendiendose del rango de memoria que él tenía pero no sentía que fuera nada especial en general.
Una lánguida lamida logró hacerlo estremecer, la mano que masajeaba su erección no se detuvo sino hasta que Fyodor se colocó a la altura de la dura longitud para así dejar un pequeño beso, En ese momento la mirada de Fyodor trastabilló, su seguridad anterior se extinguió pero fue reemplazada por una curiosidad vivida.
—No necesitas hacerlo—aclaró cuando pudo recuperar el aire, su diestra viajó a los mechones oscuros de su novio y apartó un mechón que se escapó del moño bajo que se había hecho. Los labios de Fyodor se fruncieron y comenzó a dejar una lamida suave por la vena más marcada antes de ascender al frenillo, dando atención especial allí con la punta caliente de su lengua.
Dios, eso se había sentido demasiado delicioso.
Los muslos de Dazai hicieron amago de cerrarse pero Fyodor lo detuvo, sosteniendo con firmeza mientras que sus dedos recorrían el liguero maliciosamente antes de engullir la punta en su boca. Aunque claramente no era algo perfecto, el uso de sus labios y lengua estaba hecho con dedicación para así saciar al joven debajo suyo.
—S-Sí, pon un poco más—pidió Dazai, cerrando los ojos con fuerza y echó la cabeza hacia atrás siendo recorrido por una corriente de placer divino—. Fedya, usa t-tu lengua un poco más.
Fyodor sostuvo las caderas de amado sólidamente y bajó a sus arcos traseros para sujetarse de estos, clavando los dedos en la tierna carne mientras su boca obedecía permitiendo ingresar más en su virgen cavidad. El ruso cerró los ojos complacido, no era un sabor demasiado malo a comparación de lo que imaginaba. La salinidad del presemen que escapaba de Dazai le daba un toque único y la adrenalina mezclada con la lujuria no le daban tiempo de procesar qué estaba haciendo realmente.
Movió su lengua trazando formas abstractas, se enrolló y lo empujó hasta que su reflejo nauseoso hizo lo suyo, una arcada controlada impidió que lo llevara más allá. Lo sacó de su boca, tosiendo escasamente mientras sus mejillas ardían con vergüenza y un gemido quejoso de Dazai le hizo saber que lo había disfrutado aunque sea un poco.
—Estaba tan cerca—lloriqueo, aferrando una mano a las sábanas y Fyodor repartió nuevos besos en la zona de sus muslos internos justo por encima de las vendas que los recubren celosamente. Una mordida suave advierte a Dazai de que aún no había acabado.
—¿Dejaste el lubricante a mano, Miliy?—un pequeño sí hizo a Fyodor sonreir escasamente contra su piel— Damelo, ya creo que podremos continuar si estás de acuer-
Antes de acabar la oración tenía en frente un lubricante nuevo en base a agua, los ojos de Fyodor se abrieron sorprendidos por la velocidad y Dazai sonrió ampliamente con la emoción burbujeando nuevamente. Finalmente Dios había escuchado sus plegarias, bueno, quizá no sea así del todo.
—¿Condones?—Dazai desvió la mirada con travesura y el ruso besó suavemente el hueso de su cadera antes de dejar una mordida ligera allí— Osamu, no podemos hacerlo sin condón.
—No estuvimos con gente antes—intentó convencer, abriendo el lubricante para Fyodor y este agradeció en silencio antes de verter en su hendidura una cantidad generosa, sus dedos empujaron ligeramente pero no terminaron de introducirse. Dazai se quedó sin aire y sus ojos se abrieron por la fría sensación, murmurando una maldición clara.
—No necesitamos penetración en esta ocasión—aclaró con calma, volviendo a introducir la punta de la erección de Dazai en su boca para distraerlo.
—Fyodor—se quejó pero los dedos crueles comenzaron a masajear su agujero por fuera, su perineo fue rozado y sus testículos molestados hasta que la mirada burlona de su novio le causó un puchero—, no quiero estar con nadie más aparte de ti. Por favor, solo por hoy.
Imploró justo cuando la boca caliente de Fyodor se apretó y el sonido de un sorbido lascivo orilló un orgasmo precoz en el adolescente pero lo pudo contener mordiéndose la lengua. ¿Acaso su moralmente correcto novio habría estado mirando porno o algo?
—Eres fascinante—susurró agitado cuando soltó la erección de Dazai, relamiéndose los labios antes de permitir que el castaño moviera las caderas libremente—, quizá podamos llegar a un acuerdo.
—S-Sí, lo que quieras—tembló, el primer dedo invadió su entrada y sus ojos se abrieron extasiados—. F-Fedya, Dios mío.
Palmó suavemente su muslo y dejó un azote en la carne libre de más arriba, Dazai ahogó un grito nuevo antes de desplomarse en la cama complacido. Su cabeza dio vueltas, el dedo intruso se hizo de notar comenzando a entrar y salir pausadamente antes de que un segundo le acompañara, abriendo amablemente su canal estrecho.
El ardor estaba allí pero no era demasiado incómodo, ya había introducido sus dedos anteriormente cuando tenía sus momentos de necesidad. Ahora agradecía haberlo hecho, su interior se relajó mucho más rápido dejando a Dazai gimiendo y moviendo sus caderas en búsqueda del placer.
—Si no te vienes con mis dedos, quizá me convenzas de ceder—sopló directamente en su erección, una risa burlona asomó por sus labios justo cuando el presemen goteaba con más énfasis.
Él giró los dedos dentro de Dazai, nuevamente esa lengua blasfema suelta una maldición y Fyodor deja un azote brusco en su carne como reprimenda, los ojos acuosos de Dazai lo enfocan y asiente cediendo a su pedido.
Ese hombre sería su perdición, lo estaba demostrando con solo sus dedos hundiéndose en lo profundo de su canal para molestarlo y buscando perezosamente su punto dulce. La extensión del adolescente goteo, Fyodor besó el costado de su cadera y succionó dejando un camino de puntos rojos hasta su vientre bajo.
Cuando el tercer dedo Dazai ya estaba al límite, sus caderas buscaban mantenerse quietas pero su cuerpo no obedecía y de un movimiento tosco encontró su próstata. Sus ojos se voltearon a la sacudida de placer y su espalda se arqueó, un hilo de semen abandonó su punta y las lágrimas bajaron por su mejilla por el placer intenso.
—Casi pierdes—la voz ronca de Fyodor lo acunó, al abrir los ojos lo tenía nuevamente encima suyo y sus labios a disposición—, por ser tan buen chico quizá pueda ceder esta vez.
Sin más que decir, Dazai tomó posesión de los labios de Fyodor mientras que este separaba sus piernas y acababa de retirar las bragas. Una vez desnudo bajó su propia ropa interior y con su longitud libre, la rozó contra la hendidura de Dazai por un momento antes de echar lubricante.
Sus lenguas se entrelazaron en un beso necesitado, las manos de Dazai atraían el cuerpo de su novio y acariciaron todo lo podían; su pecho, su espalda y esas caderas tentadoras que quizá en un futuro…
Un gemido de Fyodor lo distrajo y el peso de esa punta atravesando su dilatado canal lo hizo aferrarse al cuerpo delgado. Estrechándose, los besos de Fyodor pasaron a sus mejillas y cuello mientras empujaba lentamente, sostuvo sus caderas rodeandolas con su brazo y las alzó teniendo un mejor ángulo.
Se sentía tan bien, doloroso e incómodo al principio, pero por fin se sentía completo. Escondió el rostro en el cuello de Fyodor, mordiendo su pálido cuello con énfasis y arrebató un gruñido ronco junto con un último empujón profundo. Su pelvis golpeando contra su piel le hizo estremecer, las lágrimas nuevamente bajaron más copiosas y se mantuvieron quietos, abrazados por un largo momento.
—¿Duele mucho?—el azabache sonó tenso, el interior de Dazai lo recibió de forma apretada pero no era insoportable. Podría moverse si se le permitía.
—N-No, solo…—tomó aire, estaba tomando peso de lo que estaba sucediendo—. Te amo demasiado.
Susurró contra su oído, viendo cómo iba tornándose de un rosa adorable por la vergüenza y él sonrió victorioso a pesar de estar hecho un desastre.
—Te mentí antes—quiso seguir molestando, una venganza pequeña aunque sea—, esa cesta podría ser perfectamente regalada para una pareja recién casada llegando a su hogar…
Atrapó el lóbulo de Fyodor entre sus labios, el mayor estaba conmocionado por la nueva información y se estremeció. Dazai siguió acariciando hasta llegar a su cintura donde repasó con su pulgar antes de suspirar de gusto.
—¿Y si creyó que traías a tu esposa?—jadeó cuando Fyodor comenzó a moverse lentamente contra él, dando directamente contra su próstata y continuar estimulando su canal— ¡Mhg, Fyodor!
Una dura embestida borró la sonrisa cínica del castaño, sus uñas romas se clavaron en la sensible piel de su novio y acompañó el movimiento de sus caderas deseoso. A eso nuevas penetraciones llegaron, rápidas y concisas contra el interior de Dazai que se estrechaba deliciosamente haciéndole gemir a viva voz.
—¿Eso quieres ser?—finalmente la voz de su novio, afectada y ronca provocó que su erección goteara— ¿Mi esposa, dulce Miliy? ¿Y estar en nuestra luna de miel?
—S-Sí, tu esposa—sus piernas se aferraron con necesidad, de forma punitiva las caderas de Fyodor golpearon contra Dazai mientras ambos caían en el placer de la unión y gimió—, ¡Fedya!
Un orgasmo brusco lo recorrió manchando el vientre de ambos pero Fyodor no se detuvo, mantuvo el ritmo y besó los labios de Dazai, Osamu rasgó su carne siguiendo el beso aun en altura. El calor del clímax le dejó en las nubes.
Agradeció a Dios que la noche fuera joven.
— 🍂 —
Al día siguiente ninguno quería levantarse la cama, acurrucados contra el otro Fyodor acariciaba sus caderas en un masaje lento y cuidadoso para no dañarlo mientras que Dazai repartía pequeños besos en las marcas que había dejado a lo largo de su cuello y hombros.
El sonido de las aves fuera de la ventana les hizo bufar en simultáneo, además el sonido del estómago hambriento de Dazai fue suficiente incentivo para que Fyodor fuera a hacer el desayuno. La habitación quedó hecha un desastre, ropa, lubricante, papel por doquier le hizo sonreír recordando todo lo que pasó antes de desmayarse.
El aroma a panqueques les hizo reír, era mejor que simple sopa o ese revoltijo extraño con col que Fyodor le hizo probar la primera vez y por suerte no se repitió.
Su cuerpo dolía, estaba entumecido pero era un dolor grato. Estaba satisfecho y podía apostar que Fyodor pensaba lo mismo.
—Dazai, ¿puedes levantarte? Ya está hecho el desayuno—una sonrisa amplia se le dibujó y él tarareaba antes de levantarse, poniéndose el suéter que usaba Fyodor el día anterior aprovechando que le quedaba un poco más grande de lo normal.
—Aquí estoy—saludó con un beso dulce en la mejilla del mayor antes de sentarse en la dura silla, un quejido se le escapa llamando la atención de Fyodor y acaba acercándose—. Tranquilo, solo duele un poco pero ya pasaré.
—Parece que deberé ir solo a la ciudad por más alimentos. Solo tenemos para la cena de hoy en la noche—sonrió escasamente, sirviendo un poco de té para Dazai y besó su frente como saludo—, ¿vas a estar bien solo? Serán unas horas.
—Estaré bien, esposo—canturreo antes de recibir un beso en los labios, profundo y deseoso. Dejó sin aliento a Dazai y sus mejillas se encendieron al separarse, quedando atontado—. Wow…
—No uses esa palabra fuera de la cama, cariño mio—pidió mordiendo su mejilla de forma cariñosa antes de que un nuevo beso iniciara, lánguido y lleno de ternura por ambas partes.
Cuando se separan, Fyodor se sienta a su lado para desayunar y la mirada de Dazai no abandona el perfil despeinado de su novio. Las ojeras, el rubor, el brillo en sus ojos, su cabello aún mojado luego de la ducha rápida que tuvieron en la madrugada, ¿qué más podía pedir?
Cerca del mediodía Fyodor se fue dejándole el almuerzo preparado, con un beso de despedida lo vio irse en el auto para así luego irse a la habitación y ordenar la ropa de ambos. Estaba adolorido aún pero el regocijo nadie se lo va a quitar.
Su mochila fue lo último que revisó y ordenó en el closet que había en la habitación, llegando a la bolsa donde había llevado la lencería. Se sentó en la cama con esta, viendo los otros sets que había comprado para la ocasión, también el antifaz que había tocado con uno de los conjuntos. Sus labios se rizaron en una sonrisa traviesa antes de guardar lo demás salvo ese trozo de tela.
Quizá podría sorprender a su novio un poco.
— 🍂 —
Fyodor arribó a la cabaña cuando el sol comenzaba a caer por el horizonte, bajó del auto con las bolsas de alimentos, unos regalos para Dazai y alguna que otra cosa que la cabaña necesitaba para los próximos días. Observó la ventana cubierta por la cortina, parpadeó antes de ver a los lados pensando que Dazai habría salido de paseo pero lo descartó rápidamente a sabiendas que no era el más entusiasta de la naturaleza.
Abrió la puerta con el codo, dando aviso de que llegaba y se acercó a la mesa del comedor para dejar las compras, allí se dio cuenta que las luces estaban apagadas salvo por las velas casi consumidas en la mesa puesta de forma elegante. Los platos vacíos esperaron, un aroma a estofado pintaba el aire y el propio estómago de Fyodor retumbó hambriento.
—¿Osamu?—llamó quitándose la bufanda y la chaqueta, dejándolas en el sofá por el momento— ¿Está todo bien?
Los pasos se escucharon hasta él y una sonrisa más tranquila se le forma al ver la silueta del castaño en el pasillo usando una de sus camisas junto con un short sencillo. Quiso abrazarlo y hundirse entre sus brazos, agotado por ir y venir pero esa idea abandonó su cuerpo al sentir las manos de Dazai rodear su cintura.
—Llegaste—canturreo burlón, besando sus mejillas como saludo y el aroma a lavanda otra vez inundó sus sentidos—, hice la cena y tengo una sorpresa para esta noche—los ojos de Fyodor brillaron por un momento— y me encantaría decirte la propuesta antes de que aceptes.
Los labios del azabache se encontraron con las mejillas del más bajo y rodeó sus hombros en un abrazo suave, escondiéndose un poco en él antes de asentir perezoso. Dios bendito, había estado necesitando eso y solamente se fue por unas cuantas horas nada más.
—Te amo, ¿podemos cenar ahora y me cuentas sobre tu plan?—Dazai besó su mandíbula, riendo entre dientes antes de acurrucarse contra Fyodor y su aroma fresco. Le parecía tan linda su reacción.
—Claro que sí, ¿un viaje muy pesado?—sabe de sus tendencias a agotarse pronto luego de interactuar con las personas.
—Sí, una señora…luego otro señor y sus hijos…—suspiró pesadamente, apoyándose en el hombro de Dazai antes de besar suavemente los hombros antes separarse con una sonrisa escasa— pero te lo contaré en la cena, además te traje unas cosas que vi que te faltaban.
—Dejame adivinar…—Dazai acomodó un mechón de Fyodor, riendo escasamente—, ¿vendas?—Fyodor asintió contagiado, caminó hacia la mesa y sacó lo que pertenecía al castaño. La sonrisa de Dazai se ensanchó burlón antes de acercarse, así las analiza un momento acabando por dar un sonido de aceptación al regalo.
—La marca que tanto te gusta estaba y como ayer usaste una tanda nueva después del baño quise compensarte—tarareó escasamente antes de ver a Dazai ayudar a guardar los víveres, contento de ver las latas de cangrejo que tanto le gustaban.
—A veces siento que nos conocemos desde hace mucho tiempo—admitió en voz alta el castaño, Fyodor lo observó de soslayo con una sonrisa escasa—, digo, eres la persona que más me entiende. Será cliché teniendo en cuenta que podrías aprovecharte de mí y blablabla.
Se encogió de hombros desinteresado, aborrecía cuando no lo tomaban en serio o lo rebajaba a un mero mocoso. Fyodor no hacía tal cosa, o al menos él no lo veía así, era escuchado por su pareja y apreciado en sus pensamientos ilógicos como también los lógicos. Tal vez la reflexión era una cruel fantasía, el anhelo infantil de algo más que una relación posiblemente pasajera.
—Mi dulce Miliy—Fyodor toma de la mano a su novio, atrayéndolo contra su cuerpo y besó sus mejillas cariñosamente—, eres un ángel para mi vida. Me sucede lo mismo bajo el mismo prospecto, ¿cómo ignorar esa sensación de familiaridad y cariño que me brindas? Aunque sea inmoral de mi parte decirlo, nunca me sentí más vivo que estando contigo.
La mirada de Dazai se suavizó, normalmente carente de vida ahora rebosaba en una alegría indisimulable para el azabache y Fyodor le besó volvió a besar con ternura. El castaño solo podía balbucear cosas incomprensibles, siendo acunado por el mayor por un momento.
Estaban dichosos, sus corazones latiendo de formas alteradas como nunca les había pasado y acaban soltando pequeñas risas escasas antes de separarse, mirándose con complicidad y así prepararse para cenar el estofado hecho por Dazai.
Fyodor en esos momentos hizo todo acopio de su fe para que el sabor fuera igual de bueno que el aroma.
— 🍂 —
Aunque misteriosamente Fyodor no comió todo el estofado de Dazai, el riesgo de caer de gastritis se minimizó gracias a unas gotas mágicas que tenía el azabache recordando las malas tendencias de su novio para la cocina. Igualmente, estaba allí recostado en la cama luego de que hubieran charlado lo que pasaría esa noche, y para desdicha de Dazai, Fyodor había conseguido condones.
El aroma a sándalo inundaba sus sentidos, la lavanda siendo opacada y dejando una extraña sensación de vulnerabilidad, así su cuerpo sensible comenzó a calentarse con expectación. El antifaz de seda cubría correctamente sus ojos, una brisa fría advirtiendo de la puerta del cuarto abierto le avisa que Dazai aún no está en la habitación.
¿Cuánto tiempo llevaba esperando? No lo sabe con certeza. ¿Más de 10 minutos? ¿Más de 20? Tal vez solo cinco minutos y su mente ya no procesaba correctamente el flujo del tiempo, todo era posible.
—Aquí estoy—escuchó su voz aterciopelada, su piel se erizó y sintió el peso de Dazai a su lado en la cama—, ¿quieres que comience o te arrepientes?
—No, yo…—duda un momento, la mano de Dazai tomó la suya y dejó una caricia suave— Sí, puedes continuar. Te diré si deseo que te detengas.
La risilla burlona de Osamu calienta su corazón, su cuerpo se estremece cuando Dazai se colocó a horcajadas encima de él y se acomodó en su regazo. Las manos de Fyodor aprietan las sábanas debajo suyo y el cuerpo de Dazai se mueve con cautela, así se inclinó para besar la mejilla de Fyodor y lo observó dar un pequeño respingo.
—Respira, no te haré nada raro—sigue dejando pequeños besos en sus mejillas, relajando así a Fyodor que simplemente suspiró dejándose hacer antes de que el castaño siguiera bajado de forma lenta por su mandíbula donde mordisqueo malicioso—. Confía en mí, solo quiero besarte—murmura rozando el largo de su cuello con los labios y Fyodor gimió escasamente—, acariciarte y besarte como hiciste ayer conmigo.
Un zumbido aturdió a Fyodor por un momento, los dedos de Dazai recorrieron su pecho desnudo repasando los rasguños de la noche anterior con deleite provocando quejidos escasos. Dazai mordisqueó el lateral de su cuello, repasando una de los tantos chupetones que adornaban groseramente la piel de su novio y succionó de forma suave.
—Cuando quieras que acabe, solo debes decir tofu—cedió, Fyodor asintió con la respiración agitada mientras él continuaba con su recorrido febril. El perfume elegante de Fyodor, menta mezclada con pino, aún podía sentirse en sus clavículas y Dazai solo pudo gemir.
Sus caderas comenzaron a moverse de forma lenta contra la entrepierna del mayor, un nuevo sonido de placer se escapó de los labios de Fyodor y Dazai lamió nuevamente bajando por su pecho con anhelo. Sus pectorales siendo algo que Osamu disfrutaba de amasar sobre la ropa estaban a su merced, se relamió imaginando en Fyodor las propias prendas de lencería y guardó la imagen mental para otra ocasión.
Ascendió las manos por sus brazos, apretando los músculos tensos del mayor y continuó con gentileza hasta los hombros fuertes de Fyodor donde acarició lentamente. Sus labios llegaron hasta los de Fyodor besándolo de forma lenta, lenguas jugando lánguidamente mientras que la fricción que estaba causando Dazai le hizo gemir contra sus labios deseoso de un poco más.
Sonriendo con suficiencia comenzó a mordisquear el labio inferior de Fyodor, subiendo y bajando lentamente contra su erección.
—Ya estás bastante animado—susurró, las manos de Fyodor apretaron con más fuerza las sabanas. Dazai al ver esto guió las manos de su novio a sus muslos, allí sintió lo nervioso que estaba el azabache.
Un nuevo beso inicia, las uñas de Dazai trazan un camino ligero por su cuerpo dejando marcas superficiales hasta que se detuvo en el pecho de Fyodor, allí comenzó a acariciar su pectoral y molestar uno de sus pezones ganando más gemidos ahogados del hombre.
Fyodor comienza a acariciar los muslos de Dazai, ascendiendo sobre las vendas hasta sostenerlo posesivamente por debajo del short y así acarició la ropa interior. Sus sentido del tacto prestó atención a la sensación conocida, el rubor aumentó mientras él intensificó el beso y tomaba posesión de esa cavidad caliente con anhelo.
Nuevamente Dazai estaba usando unas bragas, por lo que sus dedos percibían que eran nuevas. Una tela suave, algodón fino. No eran de encaje como la anterior y ahora ansiaba volver a probarlo en su boca con verdadero deseo.
Bajó los shorts, y al no tener quejas, hizo lo mismo con la ropa interior para así tener a disposición esas mejillas sedosas que escondían su tesoro. La lengua de Dazai buscó dominar en pleno beso intentando tener algo de control pero fue derrotada por la necesidad ferviente en el mayor que devoró sus labios sin dudar.
Allí, los dedos de Fyodor se movieron lentamente sobre su carne tanteando el ánimo de Dazai, este no dejaba de mover sus caderas contra estos y un gemido ronco murió contra sus labios cuando notó lo dilatado que se encontraba el castaño.
¿Por eso había tardado tanto en el baño? Dios, lo necesitaba como un hombre famélico a un buen plato de comida.
Cortaron el beso, agitados y ansiosos de más por lo que Dazai rápidamente bajó la ropa interior de Fyodor luego de alzar la cadera y se relamió, la próxima vez le devolvería el oral ahora era imperativo tenerlo rompiendo su poca cordura.
Se estiró hasta la mesita de luz junto a la cama, buscando el condón a regañadientes y el lubricante. Lo colocó correctamente en la erección de su amado novio y echó una buena cantidad del líquido, dejando un pequeño golpe para molestarlo y ganando un quejido profundo.
—¿Está listo mi querido esposo?—Fyodor lo tomó por las caderas, permitiéndole maniobrar como más quisiera, y clavó los dedos de forma sutil con la expectativa a flor de piel.
Dazai contento movió sus caderas, alineando la longitud contra su agujero y comenzó a frotarlo entre sus mejillas burlonamente. Fyodor tomó una bocanada de aire, bajando una mano a su muslo como advertencia silenciosa y el castaño, aun divertido, permitió la punta ingresar.
Otra vez ese placentero ardor le hizo maldecir ahogadamente, Fyodor lo sostuvo y sin paciencia alguna hizo a Dazai bajar para así tener más del azabache dentro y ambos gimieron sonoramente. El interior caliente de Dazai distrajo a Fyodor de su ceguera temporal, solo podía gozar con las sensaciones tan placenteras que lo dominaban.
—Osamu—gimió, las manos de Dazai se posaron en el pecho de su novio y sus caderas cooperaron bajando poco a poco, el aire se iba de sus pulmones y las lágrimas picaban en las comisuras de sus ojos.
Parece que Fyodor era un poco más grande que sus tres dedos, iba a anotar esa información para la próxima.
—Fedya—respondió clavando las uñas en su pecho, ambos echaron la cabeza hacia atrás y cuando la pelvis de Fyodor rozó su carne se mantuvieron quietos unos cuantos segundos. La palpitante extensión lo llenaba tan bien que Dazai podía venirse solo con eso.
Su diestra viajó hasta su propia erección para iniciar una lenta estimulación, así sus caderas le acompañaron subiendo y bajando con ayuda de las manos firmes de su novio. Se dejaba caer gustoso logrando que Fyodor tocara y rozara partes de su interior que lo dejaban con la mirada nublada del placer.
—A-Ahí, sigue así—pidió con la voz rota y subió la cadera, al bajar se encontró con Fyodor acompañando su movimiento para así llegar profundamente dentro de él—. ¡mhg, esposo!
La voz de Dazai llamándolo así, con tal intimidad empeoraba a cada momento los bajos instintos del hombre que solo aceleró el movimiento de sus caderas solamente para marcar profundamente el interior de su castaño. Sus uñas se clavaron, sus dedos sostenían con firmeza y sabía que por la facilidad de la piel de Dazai para marcarse tendría unos moretones en los próximos días que darían indicios de lo sucedido allí.
—Mi esposa—respondió perdido en el placer—, tan apretado para mi. ¿Esto querías, Osamu? ¿Tenerme dentro de ti así?
—¡S-Sí, te quería dentro mio!—no dudó en responder, el choque de sus piel se hizo más acelerado y ambos se volvieron un desastre de gemidos desesperados.
La mano de Dazai no se detenía masturbándose con avidez mientras su próstata era abusada por las certeras embestidas de Fyodor. Sus caderas temblaban y sus labios apenas podían mantenerse cerrados, Dazai no pensaba en otra cosa que no fuera esa longitud abriendo su ser tan deliciosamente.
— 🍂 —
Duraron unas cuantas rondas más en la habitación, el antifaz que Fyodor portaba fue a parar al suelo al igual que las pocas prendas que usaba Dazai en esa ocasión. Ambos completamente desnudos, salvo por las vendas de su pareja, se entregaron una vez más a la vorágine de placer antes de cambiar de lugar.
Para escándalo de Fyodor, Dazai lo había asaltado en el baño luego de una tercera ronda y con una sonrisa maliciosa en los labios supo que ganaría al no uso de condón solo por estarlo provocando.
Nunca se habían bañado juntos por mucha inasistencia del joven, ni en baños públicos, porque al ruso le incomodaban terriblemente. El que otros lo vieran desnudo o él ver a otros de esa forma estaba fuera de sus límites.
Aunque claro, si era Dazai la persona…
—Vamos, aún no acabamos—pidió, besándolo con ternura mientras el agua corría contra la espalda del más alto y el castaño comenzó a masturbarle con la vaga excusa de limpiarlo.
—Es peligroso—murmuró sosteniéndolo con cuidado y bajó la mano para acariciar su entrada dilatada, introduciendo un par de dedos para tantear cómo se encontraba y el gemido lascivo que soltó Dazai lo distrajo de cualquier otra cosa.
—Uno rápido…Solo quiero sentirte—imploró con ojos inmersos, gimiendo a causa de esos dedos y Fyodor acabó accediendo luego de un gasto beso.
Dazai se volteó en la ducha, posando las manos en el azulejo y agradeció que su obsesivo novio hubiera comprado una de esas alfombras antideslizantes por precaución a los gérmenes. Ni él comprendía por qué pero allí estaba, cuidándolos de desnucarse en esa actividad riesgosa según las palabras del ruso.
Cerró un poco la llave del agua, las caricias de Fyodor no se detuvieron y los besos en la nuca de Dazai tampoco a pesar de que el vendaje húmedo estorbaba no le dio importancia.
Sin mucho preámbulo introdujo pausadamente su miembro en la cavidad de Dazai, ambos gimieron y Fyodor apoyó su frente contra el hombro ajeno. Tomándose un momento debido a lo receptivo que se encontraba gracias a orgasmos anteriores, Dios, él sabía que no debió de haber aceptado ese baño juntos. Era una clara trampa.
Comenzó el vaivén lento y conciso, sus manos agarrando posesivamente a Dazai ante cualquier resbalón, mientras sus labios no paraban de besar y ahogar gemidos contra este.
Mordió las vendas con cierto recelo, ansiaba dejar las mismas marcas que el travieso castaño había repartido por su propio cuerpo en su maldad. Aún así, podía deleitarse con la voz armoniosa de Osamu clamando por él con ese adorable título de “esposo”.
No iba a negar nunca lo bien que se sentía ser llamado así, y quizá en unos años…
Repartió besos por detrás de su oreja, pidiéndole que viera hacia atrás y cuando el castaño lo hace reclama sus labios en un sórdido beso. Sus dientes llegan a chocar, sus lenguas se entrelazan con necesidad y las embestidas que concede Fyodor se vuelven más bruscas. El eco del baño empeora la excitación en el joven castaño, el choque de pieles, los gemidos ahogados y ahora el beso lo tenían en el delirio de placer.
Fyodor afirmó su agarre, sus caderas tartamudean anunciando su pronto orgasmo y Dazai comienza a masturbarse rápidamente estando en sintonía con el ruso. Ambos no abandonan la boca del otro, solo separándose por breves segundos para verse con ardiente pasión antes de volver a unir sus bocas lascivamente.
El interior de Dazai aprieta con fuerza al intruso, masajeando y succionando a Fyodor de forma hambrienta cuando finalmente se derrumba contra el fino azulejo. Manchándolo con su semen y provocando que el azabache llenara su canal copiosamente con ese calor placentero que era la semilla de su esposo.
Mordiéndose la lengua, jadeó con las mejillas fieramente enrojecidas ante sus propios pensamientos.
Dios, ¿qué le había hecho ese hombre a su mente?
Lentamente Dostoyevski se retira, abrazando con cuidado a Dazai luego de voltearlo y lo sostiene para que la intensidad de su orgasmo se aplaque poco a poco. Dejó palmaditas en su espalda y un beso en su frente.
—Lo hiciste tan bien, mi dulce esposa—sonrió burlón, Dazai volvió a ruborizarse antes de sonreírle cariñosamente—. Esta vez vamos a lavarte bien, ¿sí?
—Como mi dulce esposo ordene—le guiñó burlón, dejando un perezoso beso en sus labios antes de suspirar. El cansancio ya comenzaba a hacer acto de presencia por lo que debían apresurarse.
Al final, tenían aún cuatro días más para disfrutar.