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Rating:
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Category:
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Characters:
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Language:
Español
Series:
Part 17 of Writober 2024 , Part 1 of One shots de política argentina
Stats:
Published:
2024-10-17
Words:
847
Chapters:
1/1
Kudos:
1
Hits:
29

They think I’m young and pretty, and I’m not gonna disagree with that

Summary:

Eva y Perón te esperan en la Casa Rosada.

Día diecisiete del Writober 2024.

Notes:

Escrito en: Octubre 2024
Nota de la autora: Feliz Día de la Lealtad Peronista, compañeros y compañeras. Éste es mi homenaje al movimiento más convocante y transformador del país. Acuérdense de que la lucha y la militancia solo son fructíferas si son colectivas, y que el país pertenece pura y exclusivamente a los trabajadores.
El título es de "Milk Town / Mr. Carter" de Nep.

Work Text:

Escrito en: Octubre 2024

1948

Tus tacos de aguja hacen un ruido sorpresivamente fuerte, y los escuchás mientras caminás, incluso por arriba del ruido que, como siempre, invade Plaza de Mayo. Igualmente, hay menos gente de lo usual en la Plaza durante esa mañana azul. O, quizás, es porque estás nerviosa que el ruido te retumba en la cabeza.

Finalmente, te encontrás frente a la fachada de la Casa Rosada. Tras preguntarte tu nombre (y corroborar que seas la nombrada) te abren la reja, pero te conducen a la puerta lateral, por donde generalmente entran quienes vienen en coche. La abren, y un trabajador de la Casa te conduce en silencio por varios pasillos, con luces brillantes, pisos de mármol y paredes decoradas con minucioso detalle. Tras subir una escalera, el hombre te indica que tu puerta es la tercera a la derecha.

Le agradecés y empezás a caminar, escuchándolo alejarse hasta que sus pasos se pierden y solo podés escuchar tu respiración.

Tocás la puerta, y tras un “adelante” la abrís cuidadosamente.

Eva María Duarte de Perón revisa atentamente una pila de documentos escritos a máquina. Te detenés a observar cómo algunos mechones rubios, casi imperceptibles, escapan de su rodete perfectamente cuidado.

—¿Mucho trabajo, señora?— preguntás, para romper el hielo.

—Llámeme Evita, ya se lo dije— se ríe ella— Siéntese, por favor. Muchas gracias por haber venido. No estamos con mucho trabajo, trabajo es otra cosa. Pero sí tenemos mucho para hacer, por lo que agradecemos mucho su presencia.

—¿El general está ocupado?— preguntás— No porque no quiera charlar con usted, simplemente me llama la atención el cambio. Siempre es él quien me recibe.

—Sabrá disculpar, pero mi marido está ocupado. Dice que ser presidente es muy complicado— Eva se ríe y su risa es dulce, y tan contagiosa que a vos no te queda más remedio que reírte.— De cualquier forma, dijo que, apenas pueda, nos acompañará.

—Está bien— respondés, y sacás de tu maletín unos pocos papeles. Eva acomoda los de su escritorio en dos pilas bien cuidadas, para hacer espacio a lo que vos traés— Para mí, el próximo paso es abocarnos a Jujuy. No solo en términos de distribución de recursos, sino también, para favorecer la campaña.

—Honestamente, no sé cuál es el plan de Juan. Creo— agrega, tras pensar un rato— que tiene planeado ir a Mendoza. De cualquier forma, la Fundación puede actuar por separado, y no me disgusta para nada la idea de Jujuy.

—Puede pensarlo, señora— Eva te dirige una media sonrisa— Evita, yo aquí tengo los presupuestos y un borrador del itinerario.

Le pasás algunos papeles más y ella los lee atentamente. Aprovechás para deslizar tu mano y entrelazarla con la de ella, apoyadas en el escritorio. Ella te devuelve el apretón y entendés eso como una señal.

Te levantás y rodeas el escritorio, para quedar frente a ella. Ella levanta la cabeza para mirarte, y parece que es recién entonces que se da cuenta de que estás usando pantalones. Sus ojos marrones se encuentran con los tuyos y, tras dejar los papeles cuidadosamente en el escritorio, extiende la mano que antes había entrelazado con la tuya para invitarte a acercarte a ella.

Te arrodillás, hincándote en una rodilla, y tu cabeza queda apenas debajo de la suya. Cuando sus labios se rozan, al principio lo hacen de forma titubeante. Sin embargo, no tardan mucho en encontrar un ritmo cómodo, que pronto es acompañado por dos pares de manos que arrancan abrigos y desabotonan camisas. 

Por un segundo, se te ocurre la idea de que alguien las vea o las escuche, pero Eva eligió (quizás a propósito) una oficina sin ventanas, y el único ruido que se escucha, lejano, es el de los coches en Plaza de Mayo, por lo que decidís que no vas a preocuparte.

Te incorporás un poco, apoyando una mano en el apoyabrazos de la silla, y quedás apenas por encima de ella. Sin dejar de besarla, la desnudás hasta dejarla en ropa interior. Elegiste un labial que no se marcara, entonces, cuando deslizás tus besos por su cuello y su pecho, no se nota. Finalmente, desabrochás su corpiño y, ahuecando un pecho con una mano, te dedicás a chupar el otro. Ella gime y recorre tu espalda semidesnuda con sus dedos finos.

Seguís bajando con tus besos. Mientras la besas, le desabrochás la pollera y ella, con una increíble elegancia, se levanta apenas para dejarla caer alrededor de sus tobillos.

Vos corrés un poco su ropa interior, y empezás a chupar, alternando entre succionar su clítoris y penetrarla con la lengua.

La escuchás intentando acallar sus propios gemidos, y te provoca algo así como ternura. En respuesta, redoblás tus esfuerzos, y ella no tarda mucho en acabar, acariciándote el pelo.

Eva aún respira agitada en la silla cuando la puerta se abre sin aviso. Eva y vos intercambian una mirada de absoluto terror, pero no dura mucho. El General Juan Domingo Perón cierra la puerta tras de sí, y les dedica una sonrisa.

—Buenas tardes ¿Serían tan amables de ponerme al día?