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12 meses…
Parecía tan poco tiempo y a la vez una eternidad, cuántas veces deseó el final y ahora que estaba a su alcance quería rogar por más tiempo, suficiente para vengarse de Homelander, para salvar a Ryan, para…
La campana del bar sonó con un característico tintineo interrumpió sus pensamientos, escuchó pasos nerviosos a su espalda y una pequeña sonrisa adorno sus labios, tomó el shot de tequila que tenía enfrente, lo bebió de golpe y le hizo señas al barman para que lo rellenara justo cuando Hughie se sentó pesadamente a su lado.
– Tenemos que hablar – Dijo el joven poniendo las manos en la barra mientras miraba fijamente sus dedos.
Soltó un bufido que podía confundirse con una risa, había mucho que decir realmente, sin embargo, ¿podría ser sincero con él? Era una carga enorme, y aun así por una vez quería simplemente no tener que soportarlo solo, giro su rostro y vio el perfil del joven.
– Sí muchacho, tenemos que hablar – El cansancio en su voz era tan notorio que Hughie levantó la vista y lo miró a los ojos.
Miles de emociones pasaron entre ellos a través de esa mirada, más de las que las palabras pueden expresar, ambos se necesitaban de maneras opuestas, pero complementarias, Hughie era el freno que le permitia saber cuando detenerse, él era el motor que le daba fuerzas a Hughie para avanzar y eso hacía mil veces más difícil lo que estaba a punto de decir.
– Hughie yo… – Comenzó, sin embargo el chico lo detuvo.
– Butcher espera – Exclamó levantando una mano – Déjame hablar primero, yo, no puedo seguir haciendo esto, los muchachos, la muerte, la sangre, me di cuenta que no es la forma en que quiero cambiar el mundo, yo no soy tu – Dijo tan rápido que algunas palabras sonaron confusas.
La última frase quedó colgando entre ellos, los ojos de Hughie se abrieron como si se hubiera dado cuenta demasiado tarde de sus palabras, sin embargo no hizo nada para corregirlo. Sintió como si su corazón latiera de forma irregular por un segundo, sabía que si le decía la verdad él se quedaría.
Miró fijamente cada detalle de su rostro, como si quisiera grabarlo en lo profundo de su mente. Durante el tiempo que pensó que su esposa había fallecido vivió en una profunda oscuridad impulsada por el odio, pero entonces Hughie llegó a su vida y fue como un cálido rayo de sol, la esperanza de que podía empezar de nuevo, que podía amar de nuevo. Cuando sus ojos se volvieron a encontrar la inocencia que aún había en ellos lo dejó sin aliento.
Y lo supo en ese momento, tan claro como el agua, que lo amaba lo suficiente como para querer proteger ese pequeño dejo de inocencia. Miró al frente poniendo sus ojos en el shot que el barman había rellenado en algún momento.
– Sí supongo que una princesa como tu no puede llevarnos el ritmo – Contestó con su mejor tono de burla, escucho como Hughie emitió un quejido y el aire se le congeló en el pecho.
Podía sentir el dolor saliendo del chico como si fuera una llamarada quemandole el alma, lo escucho levantarse y salir del bar, sus pasos como puñaladas directo al corazón.
– Adiós mi pequeño canario – Susurro mientras levantaba el shot en señal de brindis, abrazo el calor que se extendió por su garganta pero que no se comparaba en nada con el dolor de su corazon.