Chapter Text
Amar a Lando es algo muy sencillo. Lo ha sido desde que lo conoció y lo será por siempre.
En ocasiones Oscar piensa que es el hombre mas afortunado del mundo, logro encontrar un penique de oro entre un mar de cobre, alguien cuya luz brilla más intensamente que cualquiera. Lando es su constante, su ancla en medio de las turbulencias de la vida.
Oscar recuerda el día que conoció a Lando, cómo la risa de Lando llenaba el ambiente, cómo su energía era contagiosa. Fue inevitable para él enamorarse, aunque al principio lo mantuvo en secreto, temeroso de que sus sentimientos no fueran correspondidos.
Su sorpresa fue grande cuando, un día cualquiera Lando se acercó a él y le dijo— Estoy muy enamorado de ti, deberíamos salir... solo si tu quieres.
Lando lo miraba directamente a los ojos, como si estuviera convencido de que eran almas gemelas, como si estuviera convencido de que Oscar diría que sí, ahora lo sabe mejor, sabe que ese día Lando estaba temblando del terror por la idea de ser rechazado.
Evidentemente no lo rechazó, cree que nunca seria capaz de rechazar a Lando, en todos los universos que existen, Oscar Piastri esta remotamente enamorado de Lando Norris, ahora lo sabe bien.
Cada día con Lando se siente como un regalo. Hay una simplicidad y una belleza en su amor que Oscar atesora profundamente. Oscar esta, irremediablemente enamorado.
En las mañanas, Oscar a menudo se despierta antes que Lando, solo para quedarse un momento observándolo mientras duerme. Hay una paz en el rostro de Lando, una serenidad que le recuerda a Oscar cuán afortunado es de tenerlo en su vida.
Lando decidió a temprana edad que se haría cargo de él, desde el instante en el que sus padres lo echaron de casa, hasta el momento en que Lando dejo todo solo para que Oscar pudiera cumplir sus sueños. Trabaja siempre hasta tarde y en ocasiones llega a casa demasiado cansado como para comer.
Al principio, trato de hacerse el fuerte, de demostrarle a Oscar que no estaba cansado para que no se sintiera culpable, se despertaba antes que Oscar y se iba a trabajar. Cuando aún no abría su taller con Max y estaba aprendiendo en el taller de un amigo el trabajo era mucho peor, pero Lando nunca se quejó. Siempre decía que todo valía la pena si eso significaba que Oscar podría concentrarse en su carrera, en alcanzar las metas que tanto había soñado.
Oscar intentaba compensarlo de todas las formas posibles. Cocinaba sus comidas favoritas, dejaba notas en los bolsillos de sus chaquetas con pequeños mensajes de amor y gratitud, y se aseguraba de que Lando se tomara al menos un día para descansar, aunque a veces tuviera que usar estrategias más creativas para convencerlo.
Uno de esos días, Oscar llegó al taller con un par de cafés calientes y una bolsa llena de pasteles. Max lo recibió con una sonrisa y un guiño.
—Está en la oficina, pero te advierto, está de un humor imposible —le dijo Max mientras tomaba uno de los pasteles.
Oscar solo sonrió y entro a la pequeña oficina que tenían al fondo que utilizaban para guardar algunos documentos importantes o hablar con clientes.
Entró en la pequeña oficina, donde Lando estaba concentrado en un montón de papeles.
—Deberías tomar un descanso —dijo Oscar, dejando el café sobre el escritorio.
Lando levantó la mirada, y por un instante, la dureza en su expresión se desvaneció.
—No puedo, hay demasiado que hacer.
—Puedes, y lo harás —insistió Oscar, acercándose para rodear los hombros de Lando con sus brazos. —Max puede encargarse de las cosas aquí por un rato. Vamos a casa.
Lando suspiró, dejando caer la cabeza contra el pecho de Oscar.
—Eres demasiado insistente, ¿sabes?
—Lo soy porque te amo —respondió Oscar con una sonrisa suave, dejando un beso en la coronilla de Lando. —Y porque mereces un descanso.
Su relación era un equilibrio, un baile delicado entre dar y recibir, entre apoyarse mutuamente incluso en los días más difíciles.
—No puedo irme y dejar a Max con todo el trabajo—Dice Lando cerrando los ojos, disfrutando del toque de Oscar y su cercanía.
—No le molestara... además, si vienes conmigo, te prometo que te compensare muy bien—Dice Oscar y se acerca a besarlo.
Lando intentó mantenerse firme, pero era difícil resistirse cuando Oscar lo miraba de esa manera, con esos ojos llenos de amor y una sonrisa que parecía prometerle el mundo.
—¿Ah, sí? —murmuró Lando, alzando una ceja mientras un pequeño atisbo de sonrisa comenzaba a formarse en sus labios. —¿Y cómo planeas compensarme, amor de mi vida?
Oscar siente un millón de mariposas revolotear en su estómago ante el apodo, cree que nunca se acostumbrara a él, fingió pensarlo por un momento, antes de inclinarse aún más cerca, dejando un beso suave en los labios de Lando.
—Ya lo verás —susurró en una voz demasiado baja.
Lando dejó escapar una risa suave, esa risa que siempre hacía que el corazón de Oscar se acelerara.
—Eres imposible, Piastri.
—Y tú me amas por eso —replicó Oscar, ayudándolo a levantarse de la silla.
Lando protestó débilmente, balbuceando algo sobre un cliente que llegaría en un par de horas, pero Oscar no lo dejó retractarse.
—Max puede con eso, confía en mí. Y además, ¿qué clase de socio no querría darte un respiro?
Cuando salieron de la oficina, Max los miró con una sonrisa cómplice.
—Finalmente, hombre. Ve a descansar, Lando. Yo puedo manejar esto.
Lando intentó decir algo, pero Oscar ya lo estaba guiando fuera del taller, con una mano firmemente entrelazada con la suya.
En el camino a casa, Lando finalmente dejó de resistirse. Se permitió relajarse en el asiento del copiloto mientras Oscar conducía, tarareando suavemente una canción que sonaba en la radio.
Llegaron a casa en poco tiempo, Oscar ama su casa, adora su hogar, el hogar que Lando le dio.
Era una casa modesta, pequeña pero cálida, con paredes decoradas con fotografías de ambos y pequeños recuerdos de viajes o momentos importantes. Lando siempre decía que no importaba el tamaño o la ubicación, lo que hacía de un lugar un hogar era la gente que lo habitaba, y Oscar sabía que tenía razón.
Tan pronto como entraron, Oscar tomó a Lando de la mano y lo guía al sofá.
—Quédate aquí —ordenó con una sonrisa mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el perchero.
—¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a hacer un baile sexy o...
—¡Lando! —A Lando le gusta molestarlo, siempre lo hace.
Lando dejó escapar un suspiro, su cuerpo hundiéndose en el suave respaldo del sofá. Oscar corre a su habitación, abre el cajón de los calcetines, ese que sabe que Lando nunca abre, y toma el pequeño objeto que estuvo guardando con tanto esfuerzo, después corre hacia la cocina, coloca la comida que había preparado en una bandeja y regresa a la sala con Lando.
Lando tiene la mirada perdida, concentrado en realidad, mirando los libros apilados de Oscar en una esquina de la casa a un lado del perchero. Lando tiende a hacer eso, en ocasiones se pierde y luce como si estuviera en cualquier otra parte menos ahí.
—Esto es para ti —dijo, colocándolo todo en la mesa de centro frente a Lando.
—¿Tú no vas a comer? —preguntó Lando, levantando una ceja.
—Claro que sí, pero primero quiero asegurarme de que tú comas algo.
Lando rodó los ojos, pero una sonrisa jugueteaba en sus labios.
—Siempre tan considerado, ¿eh? —murmuró Lando mientras tomaba un bocadillo de la bandeja y le daba un mordisco.
Oscar se sentó a su lado, fingiendo estar tranquilo, pero su corazón latía con fuerza. Miraba a Lando, estudiando cada movimiento suyo, desde cómo sostenía la comida hasta cómo sus labios se curvaban en una leve sonrisa.
—¿Por qué me miras así? —preguntó Lando después de un momento, notando la mirada fija de Oscar.
—Porque... —Oscar vaciló por un segundo, pero luego sonrió— porque no puedo evitarlo.
Lando se rió suavemente, sacudiendo la cabeza, pero el rubor en sus mejillas lo delataba. Siempre actúa como si tuviera todo bajo control, pero en el instante en que Oscar cuida de él, Lando se deshace a su alrededor.
Después de que Lando terminó de comer, Oscar tomó una respiración profunda y sacó el pequeño objeto que había escondido detrás de él. Era una pequeña caja rectangular de terciopelo negro, tenía un pequeño moño rojo que resaltaba hermosamente y, Oscar rezaba para que a Lando le gustara lo que había dentro porque había gastado todos sus ahorros en eso.
—¿Qué es eso? —preguntó Lando, frunciendo el ceño ligeramente.
Oscar le extiende la caja y Lando la toma, la examina y lo mira como si no comprendiera cual es la ocasión. De pronto, el terror en los ojos de Lando aparece, casi parece como si tuviera ganas de morir.
—Mierda ¿Es nuestro aniversario? —pregunta Lando y parece que está a punto de llorar.
La primera vez que Lando olvido su aniversario fue hace mucho tiempo, acababan de empezar a vivir juntos y Oscar preparo la cena para ambos. Lando llego especialmente tarde esa noche, Oscar se quedó dormido en el sofá mientras esperaba y cuando le deseo un feliz aniversario a Lando, bueno, su novio no dejo de llorar hasta que Oscar le aseguro que no había problema con eso.
A Oscar no le molesta que Lando olvide esas fechas, no le molesta porque cree que Lando demuestra lo mucho que lo ama de otras maneras, aun así, Lando siempre ha sido el más sentimental de los dos.
—No, no es nuestro aniversario —dice Oscar suavemente, tomando la mano de Lando. —Feliz navidad.
Repitió Oscar con una sonrisa cálida, apretando suavemente la mano de Lando mientras este seguía mirando la caja con una mezcla de alivio y curiosidad.
—Pero todavía no es navidad—dice Lando.
—Quería adelantarme un poco para sorprenderte.
—Oscar, sabes que no tenías que... —Lando comenzó a protestar, pero Oscar negó con la cabeza, interrumpiéndolo.
—Quería hacerlo —dijo, sincero. —Tú siempre haces tanto por mí, por nosotros. Esto es solo una pequeña forma de demostrarte cuánto significas para mí.
Lando tragó saliva, sus ojos aún fijos en la caja. Lentamente, tiró del lazo rojo y abrió el terciopelo negro. Dentro, había un reloj elegante pero discreto, con un grabado en la parte trasera que decía: "Siempre a tu lado, en cada segundo."
Por un momento, Lando no dijo nada. Sus dedos trazaron el contorno del reloj, y cuando levantó la mirada, sus ojos estaban vidriosos.
—Oscar... esto es... —Se le quebró la voz, y tuvo que respirar profundamente para continuar. —Es perfecto.
Oscar sonrió, aliviado y emocionado de ver la reacción de Lando.
—¿Te gusta? —preguntó suavemente.
Lando dejó el reloj con cuidado en la mesa y se inclinó hacia Oscar, envolviéndolo en un abrazo tan fuerte que casi lo dejó sin aire.
—No me gusta, lo amo. Pero lo que más amo es a ti —susurró Lando, su voz temblando ligeramente. —Eres... eres lo mejor que me ha pasado, Oscar.
Oscar sintió cómo su corazón se llenaba con esas palabras. Rodeó a Lando con sus brazos, sosteniéndolo con la misma intensidad.
—Y tú eres mi todo, Lando.
Se quedaron así por un rato, en silencio, simplemente disfrutando de la cercanía del otro. Finalmente, Lando se separó lo suficiente para mirarlo a los ojos, con una sonrisa traviesa que ya le era familiar. A Oscar le da consuelo saber que, en cada universo, su amor es una constante, una verdad eterna que nada ni nadie puede borrar.
—Esto es increíble, pero... ¿dónde está mi baile sexy?
Oscar soltó una carcajada, tirándole un cojín en broma.
—¡Eres imposible!
—Y tú me amas por eso —respondió Lando con una risa.
Lando lo mira con los ojos brillantes, Oscar no puede evitarlo y aparta algunos rizos rebeldes que caen sobre su frente.
—Eres muy hermoso—dice Oscar, porque es algo que siempre está en su mente y a veces no puede evitar pensar en la suerte que tiene de que Lando haya volteado su mirada hacia él.
Lando se avergüenza, siempre lo hace, siempre actúa con mucha despreocupación, casi pareciera que nada lo perturba, pero Oscar lo conoce perfectamente bien.
Oscar toma la iniciativa, porque así es como funcionan las cosas entre ellos, así que se acerca y lo besa, de la manera en la que lo hace cada mañana. Las manos de Lando se dirigen hacia sus hombros, se quedan un momento ahí antes de subir a su rostro, una vez, Oscar le confeso a Lando que adoraba que acunaran su rostro cuando lo besaban, Lando se rio de él porqué, sabe que Oscar nunca había besado a nadie más que a Lando, aun así, lo hace siempre que se besan.
Se detienen solo por un momento, ambos jadeando y mirándose el uno al otro.
—Eres increíble, ¿lo sabes? —murmuró Lando, abriendo los ojos y mirándolo como si estuviera viendo algo sagrado.
Oscar se rio suavemente, pero el rubor en sus mejillas traicionó su modestia. No responde, porque no sabe que decir, Oscar cree que la única persona que es realmente impresionante es Lando.
Oscar baja las manos y las deja deslizarse por la espalda de Lando, debajo de su camisa, sintiendo su piel bronceada en las palmas de sus manos. Sus manos están cálidas sobre la piel de Lando, deslizándose hacia arriba hasta sus omóplatos y luego hacia abajo para rodear el frente, subiendo sobre sus abdominales y pectorales.
A Lando le gusta que lo toquen, le gusta que lo alaben y le digan lo bueno que es, le gusta que toda la atención de Oscar este sobre él, a Oscar también le gusta eso.
Oscar se inclina y lo besa nuevamente, nunca había sentido eso antes de conocer a Lando, el deseo desbordante de besar a alguien, de sentirlo vibrar bajo cada centímetro de su piel. Su boca está casi temblando por lo mucho que quiere tocar. No creía que fuera posible desear algo, a alguien, con tanta desesperación.
Oscar lo besa como si su vida dependiera de eso y Lando se lo permite, Oscar se deleita un poco cuando Lando lo aleja y ladea un poco su cabeza, dejando expuesta la hermosa piel canela de su cuello, Oscar no se resiste y se permite enterrar allí sus labios temblorosos y deja que la alegría burbujee en sus pulmones, como se supone que debe suceder.
Se aparta un poco, pero no antes de dejarle besos por todo el cuello, la mandíbula y la comisura de la boca. Luego se queda mirando, solo porque es algo que se puede permitir.
Lando no pierde el tiempo, nunca lo hace, así que lo empuja suavemente hacia atrás, usa toda su fuerza para empujarlo hacia el sofá y Oscar siempre se deleita de la fuerza física que tiene Lando, cuando está completamente sentado, Lando se sube a su regazo.
Todo sucede demasiado rápido a partir de ese momento. Lando se inclina hacia la mesita de luz que había a un lado del sofá, abre el pequeño cajón y Oscar se ríe cuando Lando saca una pequeña botella de lubricante y un paquete de condones porque, del algún modo parecía que era Lando quien tenía todo esto planeado y no el.
La ropa desaparece tan rápido que, Oscar no procesa exactamente como sucedió, tampoco es como si le importara demasiado cuando tiene a Lando completamente desnudo frente a él.
Oscar piensa que le gustaría moverse a su habitación, harán un desastre en el sofá y después tendrá que lidiar con eso, pero entonces Lando se inclina un poco hacia atrás, coloca un poco de lubricante en sus dedos y comienza introduciendo dos de ellos a la vez en su interior, todo eso mientras miraba a Oscar a los ojos.
Así que piensa: "Que se joda el sofá, puedo lidiar con el desastre mañana"
La cabeza de Lando se inclinó hacia atrás, su boca se abre ligeramente mientras su espalda se arqueaba hermosamente. Sus párpados se entrecerraron, pero en ningún momento deja de mirar a Oscar, la vista es tan hermosa que Oscar tiene que obligarse a sí mismo a cerrar los ojos para no correrse solo viendo a Lando.
—Osc... mírame—dice Lando en un suspiro, llevan demasiado tiempo juntos así que Oscar sabe perfectamente las cosas que le gustan a Lando, una de ellas es esto, le encanta prepararse a sí mismo para Oscar mientras es observado por él, así que vuelve a abrir los ojos y no aparta la mirada del hombre que tiene enfrente.
—¿Ves... ah ... ves algo que te gusta? —Lando siempre intenta actuar desvergonzado, ahora no está funcionando como debería y Oscar cree que morirá cuando Lando abre un poco mas las piernas para que Oscar pueda ver todo.
—Tú, me encanta mirarte porque eres hermoso.
Oscar piensa que da en el clavo, lo sabe, porque cuando la última palabra salió de su boca, Lando deja escapar un gemido que le envía choques eléctricos por todo el cuerpo, baja la mirada y observa cómo Lando sacaba sus dedos y volvía a meter tres, lenta y profundamente. Se le escapó un gemido entrecortado y comenzó a bombearlos hacia adentro y hacia afuera, como lo había hecho antes.
Lando no lo besa, solo se mantiene ahí, tocándose a sí mismo sin apartar la mirada de Oscar, dándole un gran espectáculo, clavándole las uñas de su mano libre en los hombros, Oscar cree que no existe una vista más maravillosa que esa.
—Estoy listo— dice Lando, jadeando pesadamente en el oído de Oscar.
Es todo lo que necesita, no pierde el tiempo, agarra el lubricante porque sabe que Lando lo prefiere así, y todo lo que Lando prefiera Oscar lo prefiere así también, cuando Lando se sienta a horcajadas sobre su regazo, alineando a Oscar y hundiéndose sobre él con un suspiro prolongado que gradualmente se convirtió en un gemido silencioso cuando tocó fondo, bueno, Oscar cree que puede ver las estrellas en ese momento. Ninguno de los dos se movió por un momento, lo que le dio a Lando la oportunidad de adaptarse, Oscar siempre deja que Lando lleve el ritmo.
Gradualmente, Lando comenzó a mover sus caderas, levantándose y bajando, Lando está jadeando y cuando coloca sus manos en su cintura para ayudarlo a balancearse, Lando gime ante la sensación, es una de las cosas que adora de él, es demasiado ruidoso, demasiado receptivo y siempre le hace saber a Oscar que está haciéndolo sentir bien y eso hace sentir bien a Oscar.
—Dios... Osc, me haces sentir tan bien —el rostro de Oscar se sonroja, sus labios se abren mientras parpadea hacia Lando, a veces le resulta gracioso que ambos tengan los mismos fetiches con la alabanza, pero funciona perfectamente bien para los dos.
Lando lo atrae hacia él para besarlo de forma desordenada, dejando que su lengua roce el labio inferior de Oscar hasta que su boca se abre lo suficiente para que Lando la introduzca.
Lando mantiene un ritmo lento, a Oscar le gusta, pero no puede evitar ajustar su agarre en la cadera de Lando cuando baja lentamente, presionándose contra él cuando empuja hacia adentro y hace que el cuerpo entero de Oscar tiemble, a Lando le dolerán las piernas mañana por el esfuerzo y se portara como un niño malcriado todo el día, pero Oscar cree que vale completamente la pena.
Regularmente, Oscar no sabe que hacer con sus manos cuando Lando lo está montando, principalmente porque, en este tipo de circunstancias, a Lando le gusta tener el control, así que agarra un puñado de cabello suave y rizado de Lando mientras se inclina hacia adelante para dejar que sus frentes se toquen, ambos respirando más pesadamente ahora.
Una estocada particularmente fuerte roza ese punto dentro de Lando, y él deja que su cabeza se incline hacia atrás y sus ojos se cierren, murmurando una serie de maldiciones.
Oscar lleva su mano a su cuello, sosteniéndolo fuertemente de ahí manteniéndolo en su lugar mientras Lando continúa saltando sobre él, esta vez un poco más rápido, embistiéndose casi implacablemente.
Oscar no puede hacer nada mas que intentar contener los sonidos que quieren escapar de su garganta, incapaz de pensar en nada más que en Lando y en lo mucho que quiere inclinarlo sobre la mesita de centro y follarlo hasta que suplique por más. Pero lo único que hace es mover una de sus manos entre ellos para tocar a Lando, y cuando Lando comienza a susurrar palabras de aliento y elogio, la familiar sensación de un orgasmo inminente se apodera de Oscar demasiado rápido, aumentando y aumentando.
Y cuando Lando comienza a susurrar su nombre como un mantra, Oscar no puede soportarlo más, finalmente, Oscar da una fuerte sacudida hacia arriba hasta que queda enterrado profundamente dentro del cuerpo de Lando y se queda quieto, maldiciendo en voz baja mientras abraza con fuerza a Lando y entierra su rostro en su cuello sudoroso.
Lando esta jadeando, pero se detiene un momento para acariciar la nuca de Oscar, Oscar casi se arrepiente de esconder su rostro en el cuello de Lando porque no puede mirar a Lando mientras se corre dentro de él, a Oscar siempre le ha parecido muy fascinante la expresión en el rostro de Lando cuando sucede. Oscar da un par de embestidas más débiles mientras lo aguanta y luego se detiene de nuevo y se relaja, satisfecho y agotado.
Lando lo aleja un poco, lo mira de una manera que aun hace que su rostro se caliente y lo besa perezosamente, se levanta un poco y hace una pequeña expresión de molestia cuando esta nuevamente vacío.
Sabe lo que se viene, Oscar lo sabe porque es su parte favorita.
Lando se recuesta a lo largo del sofá, toma la mano de Oscar para que se voltee y quede completamente frente a él, recargado en el respaldo del sofá con las piernas de Lando abiertas a la par de Oscar.
El único trabajo que tiene Oscar ahora es observar atentamente hasta que Lando este satisfecho.
Así que eso hace, observa, observa como Lando se toca perezosamente, como si quisiera hacerlo durar, lo ve introducir tres de sus dedos dentro de él, retorciéndolos y llevándolos tan profundamente como sea posible, la vista es tan espectacular que Oscar jura que si no se hubiera corrido tan fuerte como lo hizo, probablemente ya estaría excitado de nuevo.
Oscar no sabe realmente a donde mirar, quiere mirar el rostro de Lando, hace unos gestos espectaculares cuando se toca, pero también quiere mantener su vista entre las piernas de Lando, el se da cuenta de eso, así que las abre un poco más, subiendo una de ellas al respaldo de la cama, ofreciéndole la mejor vista de todas a Oscar.
—Usa tus dedos un poco más, cariño, por favor — le ruega Oscar mientras acaricia lentamente una de las piernas de su novio.
Un gemido bajo comienza desde lo más profundo del pecho de Lando mientras empuja sus dedos dentro de sí mismo con más insistencia, emite un sonido de angustia, pero hace lo que Oscar le pide y, Oscar cree que no existe un universo en el que la vista que tiene frente a el no le parezca maravillosa, porque Lando tiene el rostro enrojecido, una de sus manos introduciendo sus dedos rápidamente dentro de si mismo y la otra moviéndose erráticamente sobre su longitud.
—Osc... ah... dime que me veo bien, dime que estoy haciendo un buen trabajo—suplica Lando, y es un poco irónico, porque Lando nunca suplica cuando hacen esto, por lo regular es al revés, por lo regular cuando Lando se toca, hace que Oscar suplique por ver más, a veces Lando cede, como si le estuviera haciendo un gran regalo a Oscar. En otras ocasiones no lo hace y, Oscar solo admitirá frente a Lando, pero le encanta cuando Lando actúa autoritario con el en la cama.
—Te vez hermoso, me encanta mirarte... lo estas haciendo tan bien, eres un buen chico—dice Oscar con voz áspera, casi ahogándose, y realmente necesita recomponerse antes de hacer algo estúpido porque quiere que Lando deje de tocarse y lo deje follarselo otra vez.
—Dilo de nuevo, bebé— dice con una voz temblorosa que no suena del todo suya, demasiado profunda, demasiado dulce.
Oscar lo repite una y otra vez, tantas veces como Lando se lo pide, cada vez que repite esas palabras, Lando aumente la velocidad, sus piernas comienzan a temblar y sus gemidos se vuelven más altos.
En la sexta (o décima, o vigésima, Oscar no ha estado exactamente contando, demasiado distraído, demasiado atónito) vez, su cuerpo se tensa y su espalda se arquea mientras se corre en su propio puño, derramándose sobre sus dedos y sobre su estómago inferior, dejando escapar un suave grito mientras sucede.
Oscar siente un revuelo en su estomago cuando ve todo eso, cuando ve a Lando retorcerse en el sofá con sus dedos enterrados en lo mas profundo de su ser mientras no despegaba su mirada de Oscar. Se queda así un momento, mirando a Oscar mientras jadea, aun moviendo su mano izquierda, bombeando lentamente sobre su miembro, persiguiendo esa sensación de hipersensibilidad que sabe que Lando ama, nunca ha entendido muy bien eso, pero si a Lando le gusta a Oscar también le gusta.
Cuando su respiración volvió a la normalidad, Lando baja la pierna que tenia sobre el respaldo del sofá y extiende los brazos.
—Ven aquí, Osco —Es mas que suficiente para que Oscar se recueste a su lado, con la cabeza sobre el pecho de Lando y escucha los rápidos latidos de su corazón.
Lando lo rodea con sus brazos, a Oscar le gusta eso, le gusta cuando Lando lo abraza de esa manera porque, lo hace sentir protegido, como si no hubiera nada en el mundo que lo pudiera dañar.
Suspira, sintiéndose extremadamente cansado y un poco asqueroso, pero feliz.
—¿Deberíamos tomar un baño? —pregunta Oscar, realmente no quiere moverse, pero están húmedos y pegajosos, también están en el sofá y es incomodo porque, bueno, no tienen un sofá realmente espacioso y los pies de Oscar se salen del sofá.
Lando no responde, en cambio, escucha un suave ronquido y cuando Oscar se da cuenta, no puede evitar sonreír. Lando se ha quedado dormido, su respiración tranquila y rítmica. Oscar lo observa por un momento, sintiendo una oleada de ternura.
Con cuidado, se desliza fuera del abrazo de Lando y se levanta del sofá, busca su ropa interior porque, incluso si está en su propia casa, se siente un poco indecente andar desnudo por ahí. Lando se burló de el por eso, la última vez le dijo: "Bebé, acabamos de tener sexo en la cocina, eso es más indecente que caminar desnudo por tu casa"
Se estira, sintiendo los músculos tensos por la incomodidad de la posición, y decide que un baño rápido es justo lo que necesita. Se dirige al baño, enciende la ducha y deja que el agua caliente corra, llenando la habitación con vapor.
Después de unos minutos, regresa a la sala con una toalla en la mano. Se inclina sobre Lando y le da un suave beso en la frente. —Vamos, Lan. Es hora de un baño.
Lando murmura algo ininteligible y abre los ojos lentamente, parpadeando para despejar el sueño. —Quiero dormir. —dice, su voz ronca por el sueño.
—Lo sé —responde Oscar, instintivamente lleva una de sus manos a acariciar el cabello húmedo de Lando, se maravilla un poco con el sonido de aprobación de Lando—Dormirás después de bañarte.
Lando se deja guiar hasta el baño, todavía medio dormido. Oscar lo empuja suavemente bajo la ducha. El agua caliente parece revivir a Lando, quien deja escapar un suspiro de alivio mientras el agua corre sobre su piel.
—Esto es justo lo que necesitaba —dice Lando, cerrando los ojos y dejando que el agua lo relaje.
Oscar se une a él, disfrutando de la sensación del agua caliente y la cercanía de Lando. Se toman su tiempo, lavándose mutuamente y disfrutando de la intimidad del momento. No hay prisa, solo el placer de estar juntos. En algún momento Lando lo abraza y permanecen así por un instante hasta que Oscar descubre que Lando se quedo dormido sobre él.
Oscar sonríe, sintiendo una mezcla de ternura y diversión. Con cuidado, ajusta la posición de Lando para que no se resbale, permitiendo que el agua siga cayendo sobre ellos. El calor del agua y el peso reconfortante de Lando en sus brazos hacen que Oscar se sienta increíblemente afortunado.
Después de unos minutos, Oscar decide que es hora de salir de la ducha. Con movimientos suaves, despierta a Lando lo suficiente como para guiarlo fuera del baño. Ambos se secan y se visten con ropa cómoda, disfrutando de la sensación de estar limpios y relajados.
No vuelven al sofá, Oscar se encargará de limpiar el desastre que dejaron en la sala mañana por la mañana, pero por ahora se recuestan en la cama, con una manta grande y suave para compartir. Oscar se acurruca junto a Lando, sintiendo la calidez y la seguridad que siempre le brinda su abrazo.
Lando se acurruca contra Oscar, sus ojos medio cerrados por el cansancio.
—Gracias por cuidarme —murmura Lando, su voz suave y llena de gratitud—Te amo tanto.
—No... gracias a ti por cuidarme—dice Oscar, pero Lando se ha quedado dormido antes de que pueda terminar la frase.
Oscar observa a Lando por un momento, su respiración tranquila y rítmica, su rostro relajado bajo la tenue luz de la habitación. No puede evitar sonreír.
Con cuidado, Oscar ajusta la manta para asegurarse de que ambos estén cubiertos. Se acomoda mejor, rodeando a Lando con un brazo mientras el otro descansa sobre el pecho del hombre que había cambiado su vida de tantas maneras.
—Te amo tanto— dice Oscar, aunque Lando ya no puede escucharlo. Pero sabe que lo siente, lo sabe en la forma en que se acurruca más cerca, incluso en sueños, buscando su calor y su presencia.
Antes de caer dormido por completo, una última idea cruza su mente. "No importa cuántos días pasen, cuántos años... mientras tenga a Lando, siempre tendré todo lo que necesito."
Y así, en la tranquilidad de su hogar, rodeados de recuerdos y amor, se siente verdaderamente afortunado de tener a un hombre como Lando a su lado.
Oscar piensa que, en cada rincón del universo, sin importar las circunstancias, cada versión de ellos encontrara el camino de regreso al otro. Porque al final del día, Oscar Piastri y Lando Norris están destinados a encontrarse en cualquier vida y amarse de todas las formas posibles. No importa cuantos universos existan, en todos y cada uno de ellos, encontrara a Lando, y Lando lo encontrara a él.
Porque algunos amores están escritos en las estrellas, y el de ellos es uno que brilla eternamente, más allá del tiempo y el espacio.