Chapter Text
Tweek despertó terriblemente adolorido luego de esa pelea, pero durmió increíblemente bien y profundo.
Cuando despertó eran las tres y media de la tarde.
Se levantó de inmediato y se dio una ducha caliente, luego intentó diferentes peinados para tratar de cubrir el hematoma del ojo izquierdo, que era el más grande, finalmente decidió solo peinarlo hacia un lado.
—"No se ve tan mal —pensaba—, pero así me veo como Jason. Bueno, a la mierda, si alguien lo nota, solo diré que intentaron robar mi celular. Listo. Problema resuelto".
Su madre golpeó la puerta de su habitación.
—¿Tweek?
—Pasa, mamá.
—Te traje almuerzo. No bajaste a desayunar, supuse que estabas cansado, así que te dejé dormir.
—Gracias, eres la mejor.
Tweek puso una película en la televisión mientras almorzaba, pero recordó el beso de Craig y decidió ir a su casa.
Terminó de comer y salió rápido. De camino dudó, deteniéndose un par de veces.
Al llegar se quedó de pie frente a la entrada, dudando, pero Tricia abrió la puerta antes de que se decidiera a golpear.
—¿Quién eres? —preguntó Tricia.
—Mi nombre es Tweek —respondió sonriendo.
—¿Qué quieres?
—¿Está Craig?
—¿Para qué?
—Pues... Solo quiero conversar con él.
—¿De qué?
—¿Está o no? —reiteró, un poco molesto.
—No sé. Supongo. —Tricia se volteó hacia adentro—. ¡Mamá! ¡Buscan al idiota!
Tricia salió de casa, dejando la puerta abierta.
—Gracias —dijo Tweek volteando a ver en dirección a Tricia.
—Ajá —respondió Tricia, sin mirarlo.
—Hola, no le hagas caso. ¿Buscas a Craig? —preguntó la madre de Craig, asomándose tras la puerta.
—Sí, ¿él está?
—Sí, adelante. Espera aquí, iré a avisarle.
—Gracias.
La madre de Craig subió a golpear la puerta de su habitación.
—¿Craig? Vienen a verte.
Craig se encontraba en su escritorio, desarmando un viejo artefacto.
—¿A verme? ¿Quién? —preguntó mientras observaba a la luz un pequeño tubo de vidrio que contenía una sustancia en su interior.
—No lo sé, olvidé preguntarle su nombre. Es un chico rubio.
—"¿Un chico rubio? —pensó— ¿Será Tweek?".
Craig se quedó sentado, pensando, sin reaccionar.
—¿Craig? —insistió su madre.
—Ah... S-sí. Sí, dile que suba.
Craig se levantó rápido de su silla, abrió la puerta y se sentó en su cama. Se puso de pie y se sentó un par de veces, no estaba seguro de cómo recibirlo. Finalmente se quedó de pie junto a su cama mientras lo escuchaba acercarse, cada paso le generaba agitación y nerviosismo, por lo que empezó a sentir náuseas.
—"No, por favor no" —pensaba Craig, tragando saliva.
En cuanto vio a Tweek en el umbral de la puerta de su habitación, respiró hondo e intentó disimular.
—Hola, Craig —dijo Tweek sonriendo, inclinando su cabeza hacia un lado.
—Ho-hola.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos.
—Aam... ¿Puedo pasar? —preguntó Tweek.
—Oh, claro. Sí, pasa —dijo aún nervioso.
—Craig, ¿quieren algo? —preguntó la madre de Craig que se asomó a su habitación.
—¿Algo? Eh... no.
—¿Agua con gas podría ser? —preguntó Tweek.
—Claro, ya vuelvo —dijo saliendo, dejando la puerta abierta.
—¿No tienes calor? Me muero de calor. —Tweek se quitó su sudadera y la lanzó al suelo.
Craig se sentó en silencio en su cama, continuaba un poco confuso, nervioso y sorprendido por la inesperada visita. No sabía qué hacer o decir.
Tweek comenzó inspeccionar todo a su alrededor mientras recorría la habitación, lo primero que llamó su atención fueron las piezas del artefacto.
—¿Qué es esto? —preguntó Tweek tomando una de las piezas.
—Una pieza de eso que está sobre el escritorio.
—¿Y esto?
—También.
—Aah... ¿Y esto?
—Todo ahí son piezas del mismo artefacto.
—¿Para qué lo desarmaste?
—No... no lo sé, solo me gusta desarmar cosas.
—¿Qué es? —preguntó acercándose a observarlo con curiosidad.
—No lo sé, lo encontré cuando me mudé acá.
—¿Dónde?
—En el bosque que está de camino a la escuela.
—¿Funciona?
—No sé, no sé qué es.
—Hmm... Parece una bomba.
—Jaja. Ya estaría muerto.
Tweek continuó su recorrido. En una pequeña estantería se detuvo a observar lo que había, notó que bajo unos libros se asomaba una pequeña parte de lo que parecía una fotografía, la sacó y la observó unos segundos.
—¿Quién es? —preguntó mostrándole una fotografía rasgada por la mitad.
—Nadie. No sabía que seguía ahí.
Craig se aproximó a Tweek, tomó la foto y la tiró a un pequeño basurero junto a su escritorio.
—¿Es tu ex?
—¿Mi ex? No. Es... No importa —dijo volviendo a sentarse al borde de su cama.
Craig miraba a Tweek pasear por su habitación inspeccionando todo, ahora ya más calmado.
—¿Cómo sabes dónde vivo?
—¿Es tuyo? —preguntó destapando un perfume para olerlo.
—Sí. ¿Por qué tendría el perfume de otra persona en mi habitación?
—Huele bien, deberías usarlo más seguido. —Tweek lo dejó en su lugar.
—Supongo.
—Aunque el que sueles usar también me gusta, pero este huele mejor.
—¿A qué viniste?
—¿Qué es esto? —preguntó tomando una pequeña caja plástica, esta tenía un dibujo de un mago en su exterior.
—Es un juego de cartas de estrategia.
—"Espada Sagrada" —comentó Tweek, leyendo la caja—. ¿Me puedes enseñar?
—Claro, tráelas —dijo tragando saliva, extendiendo su mano.
Tweek se sentó frente a él en su cama y le dio la pequeña caja.
La madre de Craig se asomó nuevamente en su habitación.
—¿Craig? Traje el agua.
—Voy —dijo dejando las cartas sobre su cama.
—¡Yo voy! —Tweek se puso de pie—. ¡Muchas gracias!
Tweek recibió dos botellas con agua.
—No tenemos agua con gas.
—No se preocupe, con esto estaré bien, gracias.
—"Cálmate. Es un simple chico. Solo dile y ya" —pensó Craig.
Craig se acercó, le agradeció a su madre y cerró la puerta. En cuanto Tweek se volteó, Craig se puso frente a él, acorralándolo contra la puerta.
—¿A qué viniste?
—A ver si te doy el resto de mi número.
Craig se inclinó a besarlo. Tweek lo tomó de sus caderas y lo acercó haciendo un poco de presión. Craig tomó el rostro de Tweek para continuar besándolo, ahora con mayor intensidad.
Cuando a Craig le pareció que Tweek lo estaba disfrutando, detuvo el beso.
—¿Me lo darás?
—Hmm... No.
Tweek se hizo a un lado, le entregó una botella y bebió agua.
—¿Por qué no? —preguntó volteándose, tratando de abrir su botella.
—Quizá después, no lo sé —dijo sentándose sobre la cama de Craig, sacando las cartas de la caja.
Craig se sentó frente a Tweek.
—¿Vas a hacerte de rogar, Serena?
—Puede ser.
—Jaja. ¿Qué tengo que hacer?
—¿Qué quieres hacer?
—¿Qué quieres que haga?
—¿Qué te dan ganas de hacer?
—¿Qué tienes ganas de que haga?
—¿Qué...? Mierda, me quedé sin preguntas.
—Jajaja.
—¿Me vas a enseñar? —Tweek se hizo a un lado su cabello, olvidando su hematoma.
—¿Qué te pasó?
—Oh, nada, nada —respondió Tweek acomodándose el cabello.
Craig hizo a un lado el cabello de Tweek, tomó su rostro y comenzó a inspeccionarlo.
—¿Cómo nada? Estás todo golpeado.
—Nada, de verdad. No te preocupes.
—¿Tus padres te...?
—No, no. Tranquilo, no es nada de lo que te imaginas. Solo intentaron robar mi celular y cuando traté de resistirme, me golpearon. Eso fue todo.
—¿Pero estás bien?
—Sí, me dieron un medicamento, así que casi no siento dolor. No te preocupes. ¿Me vas a enseñar?
—Si me das tu número.
—No.
Craig continuaba intentando abrir su botella.
—¿Por qué no?
Tweek le entregó la mayoría de las cartas a Craig, él se quedó con algunas.
—Porque no. Ten. Enséñame, Sir Debilucho —dijo revisando las cartas, riendo.
—Jaja. Sí puedo abrirla, solo está demasiado apretada. Bien, dame esa carta, Lord Elfo.
—¡Tolero que me llames Serena! ¡Pero así no! ¡Tengo suficiente con Clyde!
—Tweek... —Craig intentaba contener su risa—. Ese es el nombre de esa carta, Lord Elfo, no te decía a ti.
—Ah. Lo siento, la costumbre.
—Jaja. ¿Por qué lo odias tanto?
—Es él el que me odia a mí. No nos llevábamos mal, pero un día llegó con apodos para nosotros y empezó a molestarnos, jamás lo comprendí, pero no estoy aquí para hablar de Clyde.
—Sí, tienes razón.
—No lo soporto. Lo siento.
Tweek le arrebató la botella a Craig para abrirla.
—Gracias, Serena.
—"Estaba apretada, ¿por qué es tan fuerte si es tan pequeño? Sus manos son pequeñas, parecen delicadas, no parecen de alguien con fuerza" —pensaba Craig.
—Entonces... ¿Vas a enseñarme o solo vas a mirar mis manos?
—Oh, perdón. —Craig sintió calor subiendo por su rostro.
—¿Te sonrojaste? Jajaja. Perdón, no debí decir eso.
Craig dio un buen sorbo a su agua, desviando la mirada.
—"Mierda. ¡¿Cómo se lo digo?!" —pensó Craig.
—¿Sabes? Quizá podría darte un número a la vez si...
Clyde abrió la puerta de golpe, interrumpiendo a Tweek.
—¡Hola, estúpido! —dijo entrando a la habitación.
Tweek cerró sus ojos, intentando mantener la calma.
—No puede ser —murmuró molesto.
—¡Mierda, Clyde! Golpea antes de entrar —alegó Craig.
—¿Qué hace este aquí? —preguntó Clyde, molesto, apuntando a Tweek.
—¿Este? —preguntó Tweek, poniéndose de pie.
—Sí. ¿Eres sordo o solo estúpido?
—A mí no me hables así.
—Deja de perseguir a Craig. A él no lo vas a arrastrar a tu mundo de maricas.
—Jajaja. Creo que es muy tar...
—¡Empecemos por calmarnos! —gritó Craig, poniéndose de pie, nervioso.
Tweek recogió su sudadera.
—Mejor me voy a casa.
—No, no es necesario.
Clyde abrió la puerta, invitando a Tweek con su mano a salir de la habitación.
—Déjalo que se vaya. No queremos maricas aquí.
—Clyde, cálmate. No necesitas decir algo así.
Tweek se acercó a la puerta para salir.
—Pero si es marica —dijo acercándose a Tweek, mientras pasaba a su lado.
Tweek se volteó, dándole un golpe de puño en la boca, en cuanto Clyde cayó al suelo, Tweek puso su pie sobre el pecho de Clyde y se inclinó hacia él.
—Este marica pega fuerte, idiota.
Le iba a dar un segundo golpe de puño, pero Craig sujetó su mano.
—La próxima vez no me contengo, Clyde —advirtió Tweek.
Tweek pisó a Clyde, pasando sobre él para salir de la habitación. Desde el umbral de la puerta se volteó a ver a Craig.
—Adiós, Craig —dijo sonriendo.
Craig dirigió su mirada hacia Clyde, molesto.
—¡¿Eres estúpido?!
—Dame hielo, por favor. Me duele mucho.
—¡Pues te lo mereces! No deberías hablarle así.
—¿Por qué no? No me gusta ese marica. ¡No me gustan los maricas!
Craig fue a buscar un poco de hielo.
—¿Cómo entraste? —preguntó Craig entrando a la habitación, ya más calmado.
—Tu mamá ya me conoce, me dijo que estabas acá —respondió aún recostado en el suelo.
Craig le dio el hielo a Clyde y se sentó en su cama.
—¿Por qué lo odias tanto?
—No me agrada. Cuando éramos niños era muy inquieto, por eso tomaba clases de boxeo o una mierda así, decía que le ayudaba a controlarse.
—Ah, por eso es tan fuerte.
—No sé, pero sabe golpear el maldito.
—¿Y por eso no te agrada? ¿Por que era inquieto?
—A mí me gustaba una niña y ella solo se fijaba en él. Obviamente él nunca le hizo caso, pero eso parecía hacer que a ella le gustara más.
—¿Y por eso no te agrada?
—Sí, eso hizo que nunca nos lleváramos bien.
—Que estupidez.
—¡Pero es marica! Hay un chico de la clase de al lado que siempre lo anda abrazando en el receso. Qué marica, ¿no? —preguntó poniéndose de pie.
—... ¿Sabes? tengo un poco de sueño. Estaba a punto de pedirle a Tweek que se fuera.
—Pero si son las siete y media de la tarde.
—Sí, pero tengo sueño y... quiero acostarme. Oye, ¿y tú no deberías estar de viaje con tu papá?
—Uno de sus amigos lo llamó y volvimos ayer por la noche.
—Ah. Clyde de verdad quiero dormir —dijo recostándose sobre su cama.
—¡Pero si es temprano!
—Clyde, es en serio.
—Bien. Me voy, pero no te juntes con maricas, ¡te lo va a pegar! ¡Nos vemos! —dijo saliendo de la habitación.
—¡Clyde! ¡Espera! ¿Sabes dónde vive Jason?
—¿Jason? ¿Para qué quieres saber?
—Porque... se llevó mi cuaderno y... quiero ir a buscarlo.
—¿Y no te ibas a dormir?
—¿Sabes o no? —preguntó frunciendo el ceño, molesto.
—Vive junto al parque, en una casa verde con una pequeña cerca de madera negra.
—¿Y Francis?
—El adicto al Hentai vive en la casa junto a la de Jason, una casa amarilla.
—¿Y Tweek?
—En una casa roja, junto al café Tweak. Es de sus padres.
—Bueno, me voy a dormir. Nos vemos.
—¡Nos vemos, estúpido!
Clyde se fue a su casa.
Craig se quedó recostado sobre su cama, dudando.
—"Hmm... ¿Debería ir a su casa? No creo que se moleste. ¿O sí? No, no creo. ¿Y si espero hasta mañana en la escuela? No. Sí, iré y... y... No, no debería. Mejor no. Pero... Sí, iré. ¡Deja de ser un cobarde!"
Craig se preparó para salir, pero antes dirigió su mirada al pequeño basurero.
Craig sacó la fotografía, la guardó dentro de un libro, bajó rápido y se dispuso a salir de casa.
—¿Vas a salir? —preguntó su madre.
—Sí. Iré a... saldré un rato.
—¿Adónde? —preguntó su padre con un tono de voz grave, frunciendo el ceño.
—Voy a... a la casa de Clyde.
—Eres muy malo mintiendo.
—¡Já! —se burló Tricia, que se encontraba recostada en el sillón, apoyada en su padre.
—Te quiero aquí antes de las diez de la noche —advirtió su madre.
Craig solo asintió con la cabeza. Al salir de casa, miró a su padre, quien aún lo miraba con el ceño fruncido, le sonrió falsamente y cerró la puerta.
Craig se detuvo frente al café por un rato, hasta que decidió entrar.
—Bienvenido, ¿qué te vas a servir? —preguntó el padre de Tweek.
—Ah. No, solo... solo vengo a ver a Tweek. ¿Él está?
—No, pero si gustas puedes esperarlo.
Craig vio la hora en un reloj que se encontraba en la pared, detrás del padre de Tweek.
—¿Sabe si tardará mucho?
—Fue a entrenar, debería llegar pronto.
—Sí, supongo que puedo esperarlo un rato.
—Su habitación está arriba, segunda puerta a la derecha. Puedes esperarlo ahí. Necesito las mesas libres, a esta hora suele venir mucha gente.
—Claro, no hay problema. Con permiso.
Craig entró a la habitación esperando un completo desorden por la peculiaridad de Tweek, pero para su sorpresa estaba en orden. Se sentó en su cama por un par de minutos mirando a su alrededor, finalmente se recostó en su cama, pero no pudo aguantar y aprovechó que estaba solo para husmear un poco y comenzó a recorrer la habitación.
—"Vaya, tiene muchas cosas de Dragon Ball. ¿Qué tendrá en sus cajones? No, no debería. Solo uno, solo uno. Hmm... Este. Veamos... Medicamentos, medicamentos, dulces, auriculares, dinosaurios, medicamentos. Tiene muchos dinosaurios pequeños, supongo que le gustan. Nada muy interesante realmente. ¿Y acá en este clóset? Ropa, ropa. Claro, ¿qué más esperaba encontrar acá? ¿Y acá abajo? Una colección de películas en VHS, que vintage".
Se puso a gatas para revisar la parte baja del clóset, ya que las películas se encontraban al fondo, sacó su celular para alumbrar y metió su cabeza bajo la última repisa.
—"Veamos... Terminator, Hombres de negro, Volver al Futuro, Jurassic Park. Eso explica los dinosaurios. Ninja Scroll, EL quinto Elemento, Alien, varias de Dragon Ball, Depredador, Cuando éramos reyes, Rocky, Godzilla..."
En ese momento, Tweek llegó a su habitación, pero Craig no lo escuchó. Aprovechó para asustarlo y se acercó sigilosamente, agachándose a su lado.
—¿Algo que te guste? —preguntó Tweek.
—¡Oh, mierda! —Craig golpeó su cabeza con la repisa.
—Jajaja. —Tweek se puso de pie.
—¡Perdón! No era mi intención. —Craig se sentó en el suelo, comenzando a sentir náuseas.
—¿No era tu intención? ¿Tropezaste y terminaste husmeando?
Craig no supo qué responder.
—Tranquilo. No hay nada que no puedas ver ahí. Lo privado está allá —dijo apuntando un pequeño velador junto a su cama—, pero tiene llave. No puedes ver ahí, no todavía.
—¿Todavía?
—Sí. Todavía. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?
—Por la puerta, claro, tu papá me dijo que podía subir.
—Puedes entrar por la ventana, el árbol de afuera está muy cerca. Por si algún día quieres venir. Por ahí suelo salir por las noches. ¿Qué haces aquí?
—¿Por la ventana? ¿Por qué entraría por la ventana?
—No lo sé. ¿Qué haces aquí?
—¿Para qué te escapas por las noches?
—¿No vas a decirme qué haces aquí? Bien, sigue husmeando mientras me doy una ducha.
Tweek salió de su habitación.
Craig decidió no seguir husmeando, se puso de pie y se recostó en la cama de Tweek.
—"¿Qué habrá en ese cajón? —pensaba— ¿Por qué no puedo saber todavía? ¿A qué se refería con eso? Su almohada huele un poco dulce, pero se mezcla con el olor a café del ambiente. La mezcla queda bien, es como... como beber café con galletas. Huele... bien".
Tweek volvió a su habitación, encontrando a Craig recostado en su cama, parecía estar durmiendo.
—¿Craig? ¿Te dormiste?
Tweek se agachó frente a él, descansando su cabeza sobre su antebrazo, apoyado en su cama.
—¿Craig?
—Tweek, ¿quién es él? —preguntó su madre, que pasaba por afuera de su habitación.
—¡Shht! Se quedó dormido.
—Entonces despiértalo y que se vaya a su casa.
—Mamá, déjalo un rato. Lo despertaré luego.
—Pero nosotros ya vamos a cerrar el café para irnos donde tu abuela, se quedarán solos.
—En cuanto despierte le diré que se vaya.
—Tweek, te conozco, si se queda aquí, mañana no irás a la escuela por dormirte tarde.
—Ay no, mamá, si voy a ir. Tranquila.
—Si me entero que no fuiste, estarás castigado por un mes.
—Lo prometo.
—Eso espero. ¿Quieres algo antes de cerrar?
—¿Puedes dejar afuera unas bebidas, agua con gas y algo de chocolate?
—Claro. Lo dejaré sobre la mesa, junto a la cena.
—¿Qué hay de comer?
—Comida.
—¡Que alivio! Pensé que dejarías piedras —respondió con ironía.
—¡Confiaré en ti, Tweek! —gritó su madre, alejándose.
—"Supongo que lo dejaré dormir un rato, mejor iré a ayudar a cerrar para que se vayan luego".
Tweek salió rápido de su habitación, sin hacer ruido.
—Papá, ¿te ayudo?
—Sí, cierra la puerta y limpia las mesas mientras ordeno.
—Claro.
—¿Qué tal tu entrenamiento de hoy? ¿No te sientes adolorido?
—No, hoy agregué un kilo más.
—Deja de agregar peso, vas a hacerte daño —dijo su madre.
—No creo, me hace sentir bien.
—¿Ese chico pretende quedarse? —preguntó su padre.
—No, solo lo dejaré dormir un rato.
—¿Se siente mal? Podemos ir a dejarlo de camino.
—No. Está bien, supongo que solo tenía sueño.
—Bien, terminamos. Vámonos de inmediato. Tweek, dejaré las llaves del café donde siempre. No quiero que faltes a la escuela mañana —dijo su madre.
—Ay no. Aquí viene la Sargento Helen —dijo Tweek, cruzándose de brazos—. No faltaré.
—No quiero ninguna de tus maravillosas ideas que terminan en desastres.
—No, mamá.
—No quiero castigos en la escuela.
—No, mamá.
—No quiero que te metas en peleas.
—No, mamá.
—No quiero a Jason y Francis comiéndose todo, ellos tienen casa.
—No, mamá.
—¡Y tú tampoco!
—No, mamá.
—No los quiero bebiendo como si se fuera a acabar el mundo.
—Solo fue una vez.
—Piensa cinco veces antes de hacer cualquier cosa. No hagas nada estúpido.
—No, mamá.
—¿Seguro que no quieres ir con nosotros? Será hasta la madrugada del jueves —interrumpió su padre.
—Serán tres días, estaré bien. Solo debo ir a la escuela, no será difícil.
—Esta será tu prueba, Tweek, si no, no volveremos a dejarte solo —advirtió su madre.
—¡Sí, mamá! Confía en tu hijo favorito por una vez.
—¡Ya déjalo! Ya está grande. Bueno, no tanto —dijo su padre acariciando su cabeza, riendo.
—¡¿Lo ves, mamá?! ¡Por eso quiero seguir entrenando! Golpearé a cualquiera que se burle de mí.
—¡Párteles el culo a todos!
—¡Eso haré, papá!
Antes de salir, su madre lo abrazó.
—Pórtate bien.
—Me portaré tan bien, que cuando vuelvas, ya me habrán salido mis alas de ángel.
—Tweek, por amor a dios, pórtate bien —suplicó antes de besar su cabeza.
—¡Sí! ¡Ya váyanse!
—¡No faltes a la escuela! —gritó su madre desde el auto.
—¡No! ¡Adiós! —gritó desde la entrada, viendo el auto de sus padres alejarse.
—Iré a ver si despertó.
Cerró la puerta y fue corriendo a su habitación.
—¿Craig?
—...
—¡Craig!
—¿Qué? —preguntó adormilado.
—¿Te pusiste el perfume que me gustó?
—El... ¿perfume?
Craig se volteó, encontrándose con Tweek que estaba recostado a su lado.
—Sí, el perfume que te dije que me había gustado.
—¡Perdón! No quise dormirme aquí. ¿Cuánto tiempo dormí?
—Solo un rato, tranquilo. ¿Vas a decirme a qué viniste? ¿Una bebida? —preguntó Tweek, ofreciéndole una botella.
—Tweek, escúchame. —Craig se sentó sobre la cama.
—Pero no te enojes, frunces el ceño y te ves feo —dijo acariciando el ceño de Craig con su dedo índice.
—No estoy enojado, pero necesito hablar contigo.
—¿Sobre qué? —Tweek se sentó frente a Craig.
—Esto... esto es un poco difícil para mí. Te lo iba a decir en mi casa, pero llegó Clyde, estaba esperando el momento. Tweek... yo... yo no... —Craig respiró hondo antes de continuar—. Tweek, yo no soy gay.
—Jajaja. ¿Estás seguro?
—Sí. O sea, no... mira, no sé, porque... donde vivía antes tuve una novia, pero no me... ¿cómo decirlo...? Digamos que no me gustó, pero contigo fue... diferente, sentí el impulso de hacerlo y solo lo hice.
—¿Diferente bien o diferente mal?
—Diferente. Fue más... emocionante por así decirlo, fue como... No sé cómo explicarlo. Jamás había sido así de impulsivo, creo que sacaste una parte de mí que ni yo conocía, pero... quiero pedirte una cosa.
—¿Qué sería?
—¿Podríamos... no decir nada?
—¿A qué te refieres?
—Mantener lo que pasó en secreto.
—¿En secreto? ¿De quién?
—De todos. Necesito tiempo.
—¿Tiempo? ¿Quieres alejarte?
—Solo mantenerlo en secreto. Que nadie sepa de esto hasta que yo lo tenga claro.
—Te recuerdo que tú te acercaste a mí.
—Lo sé, pero todo es muy confuso ahora.
—No pareces confundido.
—Pero lo estoy, estoy... probando. Como te dije fue un impulso que sentí en ese momento.
—¿Probando? —susurró, bajando la mirada.
Craig notó la expresión de tristeza de Tweek.
—Creo que no me estás entendiendo.
—Si tu intención es jugar, prefiero que te vayas.
Craig tomó el rostro de Tweek con ambas manos.
—Tweek, no estoy jugando, solo... no sé, pero no me refiero a que me arrepiento de lo que hice, para nada. No es que quiera alejarme de ti, pero es un poco difícil.
—¿Por Clyde?
—Por Clyde, mis padres, por todos. Quiero continuar, pero ¿podemos mantenerlo en secreto?
—¿Y qué pasará si decides que no eres gay?
—¡No sé! —dijo cubriendo su rostro.
—¿Qué sientes exactamente?
—Pues... Sinceramente, siento que no puedo... no, sí puedo, pero no quiero alejarme de ti. Cuando te veo o te siento cerca, me dan... ganas de... vomitar. Luego de besarte la primera vez fui casi corriendo a vomitar y... ahora que estás aquí, sigo sintiendo náuseas. Tweek, yo era un completo mar en calma, era una persona imperturbable, hasta que llegaste tú.
Tweek notó lo nervioso que estaba Craig.
—Craig, voy a pretender que no acabas de decirme que te doy asco —dijo tomando su mano mientras reía.
—¡No! No quise decir eso, no es asco. Hay ciertas situaciones que me ponen nervioso y siento náuseas, pero jamás habían sido provocadas por alguien.
—Jaja. Tranquilo, sí entendí. No fue la mejor forma de decirme que te gusto, pero entendí. Preferiría provocarte otro tipo de reacciones, pero supongo que el vómito está bien por ahora.
—No sé si me gustas, nunca me ha atraído nadie realmente.
—Bueno, me conformo con saber que no es asco.
—¡Perdón! —dijo abrazándolo—. No soy bueno para esto.
Tweek lo abrazó, acariciando su cabello.
—Sí, ya lo noté. Jaja.
Tweek soltó a Craig, poniéndose de pie frente a él, cruzándose de brazos.
—Tienes suerte de que no le conté nada a Francis y Jason, así que absolutamente nadie lo sabe. No quiero que nos ignoremos por completo, solo pretender que no ha pasado nada, pero a solas quiero un trato diferente.
—Así será, pero dame tiempo para procesar todo esto, solo eso te pido.
—Bien, tendré paciencia, algo de lo que carezco, pero la tendré por ti.
—Solo necesito un poco de tiempo, nada más.
—¿No habías "probado" con alguien antes?
—Besé a un par de chicos con suerte una vez. Bueno, la verdad es que me dejé besar por ellos, pero esto fue totalmente diferente. Nunca lo había hecho yo.
—Hmm... Te dejaré seguir "probando", si me prometes no "probar" con nadie más mientras estés conmigo.
—Prometido.
—Entonces acepto, pero cuando te des cuenta de que eres gay, quiero que me lo digas.
—¿Y cómo lo sabré?
—Uno lo sabe, ya te vas a dar cuenta cuando así lo sientas.
—Bien, te lo diré.
Tweek se inclinó para besar a Craig, pero este lo detuvo poniendo su mano sobre su rostro.
—¿Me dirás qué te pasó? No te creo lo del asalto. Si alguien abusa de ti, quiero saberlo.
—Hagamos un trato. —Tweek se sentó sobre la cama frente a Craig.
—¿Qué trato?
—Si me enseñas a jugar con tus cartas, te diré. Te prometo que nadie abusa de mí, hay una muy buena razón y no es nada malo.
—¿Estás seguro?
—Sí, seguro, hace solo unas horas me viste pegarle a Clyde, sé defenderme. Mis padres jamás me han pegado, con suerte me castiga mi mamá y mi papá siempre logra convencerla para que me levante los castigos.
—Bien, mañana te puedo enseñar después de la escuela.
—No, yo quiero aprender ahora.
—¿Por qué insistes con las cartas?
—Quiero saber más de ti, lo que te gusta, lo que te apasiona, lo que te aterra, todo. Empezaré por esto.
—Quizá no te guste, a muchos se les hace aburrido.
—No lo sabré si no me enseñas.
—Pero no las traje.
—Yo sí —dijo sonriendo, yendo a buscar las cartas de Craig que había guardado en uno de sus cajones.
—¿Cuándo...? ¿Por qué las trajiste?
—Supuse que vendrías, aunque no pensé que sería tan rápido. ¿Entonces me enseñarás?
—Bien... Ahora sí quiero la bebida.
—Ahí, sobre el velador —dijo sentándose frente a Craig, sobre su cama.
—¿Qué hay ahí? —preguntó mirando el cajón del velador mientras tomaba la botella.
—Ya te lo dije, no puedes saber todavía.
—¿Por qué no respondes mis preguntas?
—¿Me enseñarás a jugar?
—Bueno, supongo que no me dirás nada.
—No. ¿Me enseñarás a jugar? —dijo sonriendo, inclinando su cabeza.
—¿Sabes, Tweek? Me agradas, pero eres tan...
—¿Adorable? Lo sé.
—No. No importa. Bien, pon atención.
—Tienes toda mi atención.
—Pero no te distraigas.
—No lo haré.
—Bien, pon atención.
—Sí.
—Pero no sé si me vas a entender sin tus amigos para que te traduzcan.
—Ya te dije que no soy estúpido. Explícame como lo harías con cualquier persona.
—Bien, no te distraigas.
—¡Que no!
—Jaja. Las cartas se dividen en cinco tipos: Aliados, Oros, Talismanes, Tótems y Armas —dijo intentando abrir su botella.
—¿Quieres que la abra?
—No, yo puedo. Pon atención.
—Es que parece que no puedes.
—Sí puedo. Pon atención.
—Bien. Oros, Armas, Aliados, Talismanes y...
—Tótems. Los Aliados son las criaturas y personajes que usas para defender tu Mazo Castillo o atacar el de tu oponente. Los Talismanes son conjuros o hechizos para cambiar las reglas del juego. Las Armas las adhieres a los Aliados para modificar su fuerza o...
—Espera, espera. Demasiada información. Esto de aquí, ¿qué es?
—Ese número indica el coste de la carta, lo que tienes que pagar con el Oro, el otro indica la fuerza. Si tiene Coste y Fuerza, es un Aliado.
—Bien, entonces... ¿Esto es un Aliado? —preguntó Tweek mostrándole una carta.
—Sí. Léela en voz alta.
—A ver... "Mientras Titania esté en juego, tus demás Faeries ganan 1 a la fuerza y pueden atacar cuando entran en juego". ¿Qué son Faeries?
—La raza de la carta.
—¿Qué son las razas?
—Oh, claro. Bajo su fuerza puedes ver la raza de cada Aliado.
—Entonces... Si pongo esta carta en juego todos los demás de esa raza aumentan su fuerza, ¿hasta que alguien me la destruya?
—Exactamente. Aprendes rápido.
—¿Puedo abrir tu botella ahora? Me desespera verte tratando de abrirla.
—Bien, ábrela. —Craig le dio su botella, sonriendo.
—¿Quieres comer algo? Hagamos una pausa.
—Sí, tengo un poco de hambre, ¿tus padres no se enojarán?
—No están, estaré solo hasta la madrugada del jueves, se fueron a la casa de mi abuela que está enferma. ¿Qué quieres comer?
—¿Qué tienes?
—No sé. Acompáñame a ver.
Ambos bajaron a revisar lo que había dejado la madre de Tweek sobre la mesa.
—Cierto, mi mamá dejó cena para ambos. ¿Quieres comer?
—Claro.
—Pero comamos arriba. Detesto estas sillas —dijo Tweek, mirando con odio las sillas del comedor.
—Jaja. ¿Por qué?
—Pues... son muy altas y... no alcanzo bien el suelo —dijo Tweek un poco avergonzado.
Craig no pudo evitar reír al escuchar la razón.
—No te rías.
—Jajaja. Lo siento, lo siento. No me esperaba que fuera por algo así.
Ambos se dirigieron a la cocina.
—¿Cuánto mides? Desde que te conocí que me lo pregunto.
—1,88 m.
—Creo que eres el más alto de la clase, incluso un poco más que Tolkien.
—Somos casi del mismo tamaño.
Craig se sentó frente a una pequeña mesa en la cocina, apoyó su cabeza sobre su mano con el codo en la mesa, observando a Tweek.
Tweek buscaba lo necesario, puso unos platos sobre la pequeña mesa y luego se volteó, quedándose totalmente inmóvil.
Craig lo observaba, comenzando a preocuparse.
—¿Tweek?
—No me desconcentres.
Tweek se volteó a mirar la mesa y se volteó nuevamente.
Craig se dio cuenta de que Tweek había olvidado lo que buscaba y rio en silencio.
—Cucharas —dijo Craig.
—Oh, claro. Cucharas.
—Jajaja. Creo que ya empiezo a conocerte.
Tweek sonrió y miró directamente a Craig.
—La comida —dijo Craig.
—Jaja. Lo sé. Solo te miraba.
Ambos tomaron sus platos luego de calentarlos para volver a la habitación. Continuaron por un par de horas, hasta que Tweek se agotó.
—Bien, creo que me va a dar una infoxicación. ¿Estás seguro de que no eres un nerd?
—Jajaja. No lo soy.
—Pues eso es lo que parece.
La madre de Craig lo llamó por teléfono.
—Dame un minuto... ¿Hola? —Craig contestó su teléfono.
—Claro —dijo Tweek, revisando el resto de las cartas.
—Pero si son las nueve y quince de la noche. —Craig miró un reloj de pared.
—¡No! Ese reloj está malo —interrumpió Tweek.
—¿Qué? ¿Entonces qué hora es?
—Las dos y media de la madrugada.
—¡¿Qué?!
Craig continuó la llamada.
—Bien, perdón. No me di cuenta. Me voy enseguida. Adiós.
—¿A qué hora debías llegar?
—A las diez.
—Jajaja. Creo que te pasaste un poco.
—¿Por qué tienes un reloj que no funciona? —reclamó Craig.
—Algún día le cambiaré las pilas. Te acompaño a tu casa.
—No te preocupes, es tarde para que andes solo.
—Primero, no era pregunta y segundo, es tarde para que tú andes solo, no puedes ni abrir botellas.
—Si puedo, solo estaba débil porque me había dormido.
—Jaja. Claro, claro.
Salieron rápido de casa.
—Mira, ese es el árbol, puedes trepar por ese lado y llegas a mi habitación.
—¿Y por qué entraría por ahí?
—No lo sé, quizá un día quieras escaparte por la noche y venir. Tengo el sueño pesado, pero el seguro de mi ventana no funciona, lo rompí para poder escaparme. Vamos.
Ambos se dirigieron a casa de Craig.
—¿Y adónde vas?
—Por ahí. Me gusta salir a correr si me siento triste, quiero pensar o algo similar.
—¿Sales con frecuencia?
—Sí, aunque esta noche no fue necesario.
—¿Y si no estás?
—¿Entonces vas a ir?
—No. No lo creo.
—Jaja. Te volviste a sonrojar.
—No es cierto. Solo me dio un poco de calor.
—Claro, eso debe ser. Si quieres puedes ir a mi casa mañana después de la escuela, para que me sigas enseñando, sé cocinar, solo avísame para preparar comida para ambos.
—¿Y cómo te aviso?
—Me puedes llamar o enviar un mensaje.
—Pero no tengo tu número.
—Bueno, llegamos. ¡Nos vemos! —dijo alejándose, despidiéndose con su mano.
—¡Pero tu número!
La madre de Craig abrió la puerta, furiosa.
—¡Craig Tucker, entra de inmediato!
Tweek se devolvió.
—Perdón. Fue mi culpa, señora, su hijo me estaba ayudando con mi tarea y se nos pasó la hora. —Tweek hizo una reverencia, acercando su mano a su pecho—. Mis más sinceras disculpas.
—Jaja. Ya vete —dijo Craig.
—Jajaja. Nunca me habían hecho una reverencia.
—¡Se rio! Ya no puede enojarse. Nos vemos, Craig.
—Nos vemos, Tweek.
Craig se quedó sonriendo, viendo a Tweek mientras se alejaba.
—¡Entra ya!
—Oh, sí.
—¿Viste la hora? Vete a dormir de inmediato —dijo su madre cerrando la puerta.
—Perdón, de verdad no me di cuenta.
—Parece agradable.
—Lo es. Buenas noches.
—Buenas noches, duerme bien.
Craig se fue a su habitación.
—"Maldito, no me dio su número. ¿Cuánto más quiere que le ruegue?"
Craig se quitó su sudadera para ponerse su pijama. En ese momento notó que tenía unos números escritos en su antebrazo.
—"¿Será el resto de su número? Debió anotarlo mientras dormía."
Craig buscó el papel donde Tweek había anotado los primeros dígitos, pero al anotar el número en su celular, notó que faltaban los dos últimos.
—"Mierda. Quizá lo escribió en otro lado".
Craig se quitó toda su ropa, se quedó solo en ropa interior, fue frente a un espejo dentro de una de las puertas de su clóset y comenzó a inspeccionarse, pero no encontró nada, al voltearse notó que tenía números escritos en su espalda.
—¡Oh, vamos! Debe ser una broma —comentó en voz alta, frunciendo el ceño.
Craig buscó un lápiz y papel para anotarlos e intentar obtener el número.
7643=1 8976=4 0010=3 3704=1
8812=? 7777=0 9989=5 0201=2
4635=1 9393=2 2964=2 3031=1
2212=0 3264=1 7337=0 8188=6
0000=? 2029=2 3323=0 7673=1
Craig se sentó en su cama a pensar por un rato, mirando los números.
—Hmm... ¿Será suma? No, no. ¿Multiplicación? No. ¿División? No. ¿Raíz? No. ¿Resta? Tampoco. Hmm... ¿Ecuación? No. ¡Oh, a la mierda! —Craig arrugó el papel y lo lanzó al suelo.
Se acostó, enojado, pero no podía dejar de pensar en los números. Trató de acomodarse muchas veces, pero luego de un rato se levantó a continuar, tomó el papel y se sentó en su cama, pensando otro par de minutos.
—Para esto no es estúpido —dijo Craig, frunciendo el ceño.
Craig se recostó, aun mirando el papel, hasta que notó la respuesta.
—Oh, claro. Que simple. Cuatro y... cuatro.
—"Maldito...¿Por qué lo hace? Pero, a pesar de todo, me agrada... ¿De verdad soy gay? Con chicas solo lo intenté una vez y con chicos... creo que... Hmm... dos o tres veces. No me había pasado nada de esto con ningún otro chico, ninguno me ha gustado realmente, no como él... No, no. ¿Gustarme? No, creo que es muy pronto para saber algo así con certeza. Bueno, ya veré con el tiempo. Solo espero dejar de sentir náuseas" —pensó Craig antes de dormirse.