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Magistrado Astarion - Juzgado
Graduado con honores y promocionado a gran velocidad, Astarion podía presumir de ser uno de los magistrados más jóvenes y capaces que la ciudad había visto. Por eso se sintió humillado cuando le asignaron el caso de una tribu de Gur. Tanto talento desperdiciado en una discusión vulgar entre un mercader de seda y los sucios cazadores de monstruos. ¿Tan difícil habría sido dejar que el mercader se quedara con la piel y escamas de los bichos que habían cazado? ¡Ni que los Gur pudieran darle un uso decente!
Astarion, joven y mortal, dejó caer el papel de la denuncia y se acercó a tomar el que sería su último vino antes de que su sabor se volviera agrio.
¿Porqué habría que preocuparse por ellos de todas formas?
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El engendro magistrado -Estudios/Oficina
Astarions aspiró el aroma y se sintió como en casa. El despacho era modesto y compartido. Tenía muchos pecados que expiar y una redención que demostrar, así que acepto empezar por lo bajo. Un pequeño golpe a su ego que la buena compañía ayudó a suavizar.
Con lo que había hecho en el pasado, necesitaba demostrar (y demostrarse) que no iba a corromperse… otra vez.
Por fortuna habían entendido su situación y tenía un horario nocturno, a falta de encontrar algún milagro que le permitiera caminar bajo el sol de nuevo, así que podía adaptarse sin testigos ni cuchicheos a su alrededor.
La silla emitió un suave crujido. Al pasar las manos por la mesa de caoba pudo notar el paso del tiempo en ella. Pluma y tintero sencillo, pero de calidad, archivadores, algún libro… Cogió la pequeña figura de Jolith, dios de la justicia, que compartían todos los trabajadores de la ley y sonrió con verdadera diversión.
Bajo la mesa, en el primer cajón, guardó un pequeño retrato en el que se apretujaban varias caras de lo mas variopintas: Desde Githyankis hasta humanos.
Su pequeño retrato familiar.
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El magistrado ascendido - Interrogatorio
Los interrogatorios eran fascinantes.
Ver a Lae’zel interrogando al cobarde de Zorru en la Arboleda Esmeralda fue inspirador, y Tav no se quedó atrás en impresionarlo a lo largo de sus viajes. El poder desquitarse con Dalyria y Petras, sobre todo con Petras, una vez llegaron a Rivington fue liberador, pero ahora quería más.
Desgraciadamente, desde que volvió a ejercer de magistrado tras su fabula reincorporación al mundo y a la ciudad, los interrogatorios no estaban formado parte de su agenda. No obstante, aprovechada cada oportunidad que los patanes de los abogados y lso asustados interrogados le ofrecían. Denunciante, acusado, culpable o inocente, civil o trabajador de la ley; todos podían ser objetivos de sus preguntas tan afiladas como los colmillos que asomaban cuando hablan.
Feroz.
Despiadado.
Mortal.