Chapter Text
—Por qué ves las series dobladas, tonta? —Escucho la voz irritada de Beomgyu—. Es mejor verlas en el idioma original.
—¿Porque no soy buena leyendo subtítulos? —le responde Seulgi, con un tono de obviedad—. Tengo que leer las cosas con calma o me pierdo, y como los subtitulos duran poco en la pantalla, prefiero ver el doblaje. No critiques mi forma de ver series, tonto.
—Tienes que ser lo suficientemente tonta como para no poder leer los subtítulos, no es nada del otro mundo —refuta el rubio seguido de un quejido. Supongo que Seulgi lo ha golpeado.
No sé de qué están hablando y tampoco me interesa saberlo, tengo mi atención puesta en la pantalla de mi celular, mientras leo la información que encontré en una página online. Sé que dije que no volvería a buscar nada en Google, no obstante, no sabía dónde resolver mis dudas. Pensé en preguntarle a mamá, ya que sabe de mi extraña relación con Soobin, pero sé que habrían sido los minutos más incómodos de mi existencia y preferí ahorrarme la tortura mental y emocional.
Además, no era nada que mi querido amigo Google no pudiese resolver, tenía todo bajo control, o casi todo si ignoramos que he estado navegando por más de quince minutos en internet. Mi largo historial se resumía en la siguiente pregunta: «¿ Cómo ser un buen novio falso?».
Desde la conversación de ayer en el baño con Soobin he estado buscando mucha información sobre cómo llevar la relación. Él quiere cumplir con su parte del trato, la parte en la que me ayuda con mis calificaciones, y yo también quiero estar un poco más inmerso en la desastrosa situación en la que hemos acabado, y para ello debo saber cómo ser una buena pareja en primer lugar.
Tengo experiencia, he salido con un par de chicas antes, el problema es que todas mis relaciones amorosas terminan apenas inician.
Soy un pésimo novio, me canso de las personas y ellas de mí, no respondo los mensajes, solo me la paso jugando en mi celular y viendo anime, no soy detallista y apenas recuerdo fechas importantes. ¿Cómo se supone que tengo que fingir ser el novio de alguien cuando ni siquiera sé ser un novio real?
Hace mucho que no ligo con alguien, ¿aún se dice «te amodoro»? Espero que si, porque mi nulo conocimiento de coqueteo se basa en esa frase.
La última vez que tuve una relación seria fue hace tanto que estoy a nada de que me salgan telarañas en el corazón y en otra parte. Si me hubiese declarado a Yuna no tendría que preocuparme de esto, porque es un asunto diferente, ¡estamos hablando de Yuna! Con ella podría ser el mejor novio así tuviese que meterme en algún curso en línea. Pero todo cambia cuando hablamos de Soobin. No me gusta ni un poco, ¿cómo podría fingir estar enamorado de él? No puedo, y ese es el motivo por el que terminé en Google.
Aunque no ha sido de mucha ayuda, porque todos los consejos que he leído son o demasiado cursis o demasiado... subidos de tono. Alguien dígale a Google que deje de estar horny. Ni yo llego a ese nivel.
—¿Tú qué piensas, Kai?
Pestañeo en tanto escucho mi nombre salir de los labios de Seulgi. Ella tiene sus ojos negros en mí y recarga su mentón en su mano que está apoyada contra la mesa de la pizzería. Volteo a ver a Beomgyu, él también está esperando una respuesta, y yo no tengo ni la menor idea de lo que debo decir. Perdí el hilo de la conversación hace mucho. ¿De qué hablaban?
Tomo un poco del refresco que he comprado mientras trato de recordar cuál era el último tema de conversación que estaban teniendo. Ambos han estado conversando desde que Yeonjun, mi amigo alto de ojos verdes, y Arin, la morena castaña, fueron a ordenar nuestra pizza. La fila está inmensa, nada nuevo en Streets, el local siempre está repleto de personas y la razón es obvia, cocinan las mejores pizzas de todo The Bridges, el centro comercial más grande de nuestra ciudad. Saliendo de la escuela decidieron arrastrarme a este lugar, y por primera vez yo también quise venir, sobre todo porque necesitaba un cambio de aires, por ello no inventé ninguna excusa para quitármelos de encima.
Mi rostro debe reflejar la confusión que siento en el momento, ya que Beomgyu se ríe.
—Los animes que miras, ¿cómo los ves? —pregunta, y mis cejas se arquean por sí solas. En verdad que no comprendo. ¿Se supone que tengo que decir que lo veo con los ojos o algo así?
—¿Te gusta doblada u original? —inquiere Seulgi al ver que ni con la pregunta de Beomgyu he podido comprender lo que están hablando. Toso, ¿cómo?
—¿Qué cosa me gusta doblada? —cuestiono casi de inmediato. ¿Han visto lo que estaba buscando en Google y por eso han dicho eso?
—Los animes —contesta Beomgyu, y muerdo mi mejilla interna para evitar reír. No puedo creer que he malpensado algo como eso. Para mi fortuna, he sido el único en hacerlo—. ¿Te gusta verlos en su idioma original o prefieres el doblaje?
—Oh, bueno, me gusta verlos en su idioma original —un pequeño festejo de Beomgyu se hace presente en la mesa hasta que continúo—, pero hay doblajes muy buenos que prefiero verlos así que con subtítulos —se escucha otro festejo, pero esta vez de parte de Seulgi.
—Los doblajes son buenos, te lo dije —Seulgi le saca la lengua a Beomgyu, a lo que él entorna los ojos.
—Antes de que inicie la tercera guerra mundial en nuestra mesa por una posible discusión entre qué es mejor, las series dobladas o las series en su idioma original, Yeonjun y Arin por fin regresan del mostrador con las pizzas que hemos pedido. Podríamos decir que es injusto que ellos tuviesen que hacer fila, pero en el «piedra, papel o tijera» ellos perdieron. Que hayan ido por los pedidos es lo más justo del mundo, no lo digo yo, lo dice el juego.
—Hawaiana para las señoritas y Kai —Yeonjun deja la bandeja con la pizza en mi costado y se vuelve hacia donde está Beomgyu con una pequeña bandeja, y de pepperoni para ti, bonito.
Beomgyu ni siquiera se inmuta por el apodo que Yeonjun le ha puesto. Ya está bastante acostumbrado. Estamos, mejor dicho. Coquetea con todo lo que se mueve, me sorprende que siga soltero con toda la coquetería barata que se carga.
—¿Cuándo dejarás de llamarme así? —gruñe y clava su codo en el estómago de Yeonjun, sacándole un poco de aire—. Eres insoportable.
—Sus cursilerías para otro día, gracias. Arin toma asiento al lado de Seulgi, peina sus rizos y hace una mueca de asco al ver la bandeja de Beomgyu—. Las pizzas con pepperoni deberían ser un delito, qué horror.
Y bam, acaba de estallar otra guerra en la mesa. Lo que ha dicho Arin solo ha sido gasolina para que el fuego dentro de Beomgyu se encendiera. Él jamás será de los que van a quedarse callados o de los que creerán que su opinión está mal. Defiende su punto como si estuviese peleando en un juzgado. Yeonjun y yo solo compartimos una mirada de «se vieneee», y cuando el rubio abre la boca inicia un nuevo debate. Lo peor, es que esto es diferente a discutir con Seulgi, ella no se lo toma en serio, en cambio Arin, ella sí que lo hace. Ambos podrían discutir sobre por qué la pizza debe o no llevar piña por horas, y jamás pararían.
Regreso mi atención al celular, no quiero ser parte de su pelea pese a que estoy del lado de Arin. ¿A quién demonios se le ocurrió ponerle salchicha a las pizzas? Sí, debería ser un delito.
La discusión empieza y trato de ignorar todo lo que dicen. Hago bastante bien entreteniéndome en las tonterías que encuentro en Google, hasta que, de repente, a mi celular le comienzan a llover notificaciones provenientes de Instagram. Junto mis cejas y no tardo en entrar a la aplicación para ver lo que sucede, casi nunca tengo notificaciones más que de comentarios en donde me etiquetan para sorteos, por lo que es raro tener demasiadas en cuestión de segundos.
La aplicación carga un instante, y abro los ojos al ver el «ChoiSoobin_ comenzó a seguirte» seguido de varios «le gustó tu foto» en mi bandeja de notificaciones. Hoy no hablamos en la escuela debido a que en la última hora tuvimos examen sorpresa en biología y él se marchó antes, un examen en que, por cierto, me fue fatal. Como no había forma de comunicarnos, esperaba hablarle el lunes, pero jamás pasó por mi cabeza buscarlo en redes sociales. El cerebro de él sí funciona al parecer. Facilitó las cosas. Como he dicho, la diferencia entre los dos es gigantesca.
Me alegra que me hava encontrado en Instagram, sin embargo, creo que fue una mala idea haber dejado mi cuenta pública, todas mis publicaciones son sobre anime y fotos mías haciendo el ridículo, solo unas cuantas son de mis amigos y de alguna salida, pero en su mayoría son fotos de anime. Qué vergüenza, ¿qué va a decir de mí? No es que me importe lo que llegue a pensar o algo así, puff, pero a comparación de mí, él va a salir con un friki; yo, por otro lado, saldré con alguien que tiene una reputación arruinada, no obstante, cuando las chicas no hablan de eso, hablan sobre su aura misteriosa y sobre lo atractivo que es.
Diciéndolo de esa forma parece que él es el que me está haciendo el favor a mi.
Si, salir conmigo va a arruinarle más la reputación. Pobrecito.
Por pura curiosidad, y solo por pura curiosidad, entro a su perfil de Instagram, por desgracia su cuenta es privada. De todos modos, él solo tiene una publicación, cien seguidores y sigue a cincuenta personas.
Vaya, tengo más seguidores que él, quién lo diría, ahora me siento bien con mis humildes trescientos seguidores. Aunque me lo suponía, en la escuela lo tienen tachado de homofóbico, si lo sigues en alguna red social es terminar con tu vida social. Me pregunto qué pasará con mi casi nula vida social ahora que saldré con él. Confio en que mis amigos seguirán estando de mi parte. Todavía no pienso decirles nada, y no sé si vaya a hacerlo en el transcurso de la semana. La verdad es que prefiero que se enteren el mismo día en el que empecemos a fingir, principalmente porque no quiero que me atosiguen con preguntas.
Como el curioso que soy, sigo revisando su perfil. En su biografía solo hay un emoji de girasol y la frase «trata a las personas con amabilidad» escrita en cursiva. Le doy a seguir y no pasa ni un segundo cuando la notificación de «Soobin ha aceptado tu solicitud» aparece en la pantalla. Guau, eso fue rápido.
Salgo de su perfil y estoy a punto de cerrar la aplicación, pero las ganas de saber qué es lo que publica me hace ojitos. Lo pienso unos segundos y regreso a su cuenta. Ahora ya me sale la publicación y sus historias destacadas. Dudo antes de seguir, porque no debía importarme lo que publica, pero mis dedos ya están tocando la publicación para verla. Es una foto de él con el cabello rubio y con un perrito café en sus piernas. Está sonriéndole a la cámara, marcando uno de sus hoyuelos. No recuerdo que fuera rubio, aunque en general no sé ni recuerdo muchas cosas de él. Me pregunto por qué se pintó el cabello, no digo que se vea mal, el maldito podía verse bien hasta calvo, pero se veía guapo con el cabello rubio.
Veo hacia mis amigos y me aparto un poco para que no noten que estoy viendo el perfil de Instagram de Soobin. Ellos están en su pequeña discusión, de la cual me mantengo al margen. Lo he dicho, no quiero meterme en sus asuntos.
Como no están prestándome atención, continúo en mi pequeña misión de solo-reviso-por-curiosidad. La foto que tiene con su mascota me da ternura, así que le doy «me gusta». No tiene nada de malo regresarle el me gusta, ¿verdad? El lo hizo con mis casi doscientas fotos. A comparación de mí, a él si se le notó que no habia entrado a mi perfil solo por curiosidad.
Luego de eso, entro a sus historias destacadas, esperaba encontrarme con cosas divertidas o fotos de él, pero solo habla de libros y de música. No entiendo ni la mitad de sus historias, en especial porque no me gusta leer, apenas toco los libros de la escuela. Y digo «apenas» porque los libros deben de estar arrumbados en alguna parte de mi habitación.
Ahora ya me siento como un acosador por revisar sus historias destacadas, pero apuesto a que él hizo lo mismo conmigo. Además, si vamos a salir, me gustaría saber qué clase de persona es mi «novio».
Con lo poco que vi puedo afirmar que en definitiva él es el que debe sentirse avergonzado de salir conmigo. Su poca buena reputación se irá al caño cuando las personas nos vean juntos. En mi defensa, yo solo trataba de ayudarlo, no de hundirlo más. La intención es lo que cuenta.
De repente, mi celular vibra de nuevo, pero esta vez son las notificaciones de WhatsApp y de un número desconocido. Ni siquiera me detengo a ver el número cuando ya estoy entrando al chat para ver quién me está hablando.
Número desconocido
¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Llegaste bien a tu casa? Espero que estés bien. Cuidate, te hablaba para preguntarte si te parece bien que nos veamos hoy a las cinco en la biblioteca del centro para empezar a estudiar para los exámenes. 😄
Lo olvidé, soy Soobin, este es mi número.
Escribiste tu número en un comentario de tu última publicación de Instagram, espero no molestarte.
Pero si te estoy molestando puedo eliminar tu número...
Hablando de eso, deberías fijarte donde pones tu número.
No te digo qué hacer, es una sugerencia. Hay mucha gente peligrosa allá afuera.
¿Estoy hablando mucho? Perdón, ¡¡nos vemos!!
Me tomo unos segundos para leer todo y sonrío al celular sin poder evitarlo. Soobin es tan amable que parece fuera de este mundo. Sin duda no es la clase de persona que los demás dicen que es. No puedo creer que estuve asustado de él, ahora la idea me parece ridícula. Decido agregar su número a mis contactos y, una vez que termino de hacerlo, veo la hora, son las cuatro, me da tiempo. Le respondo al instante.
El mejor jaegerista
Holaaa me parecienen
Biem*
BEN*
AAH
BIEN*
El del casillero #3
🙂
¿Qué se supone que se responde a esa carita? ¿Un «jajaja»? ¿Un sticker? ¿Otra carita sonriente? No tengo ni la más remota idea, ¿internet tendrá respuesta para esto? No pienso googlearlo, ya no quiero leer más consejos absurdos, por lo tanto, escribo un «nos vemos» que borro enseguida. Intento formular otra respuesta, pero hay un enorme silencio en la mesa que me hace levantar la mirada hacia mis amigos. Ellos están viéndome, al parecer han dejado de discutir y yo soy el nuevo tema de la mesa.
—¿Por qué me miran así? —interrogo. Todos regresan la vista a sus pizzas. El único que no aparta la mirada es Beomgyu, quien alza y baja sus cejas.
—Tenías una sonrisa de bobo —canturrea, y escondo mi celular bajo la mesa por inercia—. ¿Hablabas con Yuna?
¿Por qué creería que estoy hablando con ella? De todas maneras, prefiero que crea eso a que crea que estoy mensajeando con alguien más.
No, ni siquiera soy capaz de darle me gusta a sus publicaciones, ¿cómo voy a mandarle mensaje?
Él asiente y se mete la rebanada de pizza a la boca, olvidándose del tema.
—Tengo partido mañana, ¿van?
Beomgyu es uno de los jugadores estrella del equipo de básquetbol de nuestro instituto, se llaman a sí mismos «lobos» y siempre llegan a finales. Son buenos en lo que hacen, he tenido la oportunidad de verlos unas cuantas veces y aunque no entienda nada me emociono de igual forma. El trío de idiotas se anota a su partido, pero yo me tomo unos segundos para pensarlo. Si me veo con Soobin hoy hay una gran probabilidad de que mañana también, y no quero comprometerme si ya tengo cosas que hacer.
—No puedo —niego, y antes de que pregunte por qué no puedo, explico—, estamos en finales y si repruebo no tendré vacaciones de invierno, tengo que estudiar.
Esas últimas palabras suenan fuera de este mundo al salir de mi boca, y no soy el único que lo cree, los demás me ven entre una mezcla de sorpresa y confusión. Creo que si no fuese porque Soobin me dijo que va a ayudarme yo tampoco habría tomado en serio los exámenes. Sé que no importa cuánto estudie o quién me ayude, mis calificaciones son un asco. Prefiero no esforzarme, así la caída no será dolorosa. Pero vamos, hablamos de Soobin, tal vez en esta ocasión sí valga la pena poner un poco de esfuerzo.
—Puedo ayudarte a estudiar después del partido —ofrece su ayuda. Esbozo una sonrisa.
—No hace falta, mi mamá me consiguió un tutor.
Me crecerá la nariz como Pinocho si continúo mintiendo de esta manera.
—¿Un tutor? —inquiere, metiéndose otra rebanada de pizza en la boca.
—Sip —remarco la «p»—, de hecho, tenemos que vernos hoy a las cinco.
—Me eres infiel, qué dolor —Yeonjun se mete en nuestra conversación y lleva su mano hacia su pecho.
—Exclamó el infiel número uno. —Seulgi limpia su mejilla con la servilleta y ve de forma acusatoria a mi amigo—. Si tuvieras novia apuesto a que le pondrías el cuerno hasta con Soobin.
Me pongo nervioso en cuanto mencionan el nombre de mi próximo novio falso.
¿Por qué no? —Se encoge de hombros—. Es guapo —el par de chicas lo ve como si tuviese un tercer ojo en la cabeza—. No juzgo, además hay que admitir cuando alguien es guapo —se excusa y pone sus ojos en Beomgyu—, como Beomgyu. Actitud de mierda, pero miren ese bonito rostro.
Lo señala con sus dos manos, a lo que el susodicho se limita a ignorarlo.
—Hablando de Soobin —Beomgyu dirige sus ojos a mí—, ¿qué tiene que ver con él?
El corazón me da un vuelco. ¿Cómo que «qué tengo que ver con él»? ¿Sabe del acuerdo que tenemos? ¿Cómo lo sabe? ¿Quién le dijo?
—¿Yo? —Asiente y trago duro—. Nada de nada, por supuesto, ¿por qué dices?
Fuerzo una sonrisa que espero que no me haya delatado.
—Te salvó de Irán ayer —musita, y mis músculos se destensan al oírlo. Vale, ha sido por eso y no por algo más—. Eso estuvo rarisimo.
—Solo fue amable —digo en su defensa y en la mía.
—¿Él? —Seulgi pregunta llena de incredulidad—. ¿Amable? Por favor, golpeó a un chico. Es todo menos amable.
Los demás asienten, y eso, por alguna razón, me molesta.
—No sabemos si es verdad —contradigo, molesto. Eso causa que más de un par de ojos se sorprenda. Mi corazón se acelera por lo obvio que estoy siendo. Intento calmarme—. Solo creo que no debemos juzgarlo, ningún sabe lo que pasó en realidad —excuso mi repentina actitud y veo hacia el reloj en mi muñeca—. Se me hace tarde para mis clases, llevaré mis rebanadas de pizza.
Me levanto del lugar y tomo varias servilletas para envolver mi parte de la pizza que pagamos entre todos. Guardo todo en mi mochila y, luego de despedirme, camino fuera del establecimiento. He sido un poco obvio respecto a lo molesto que fue escucharlos hablar así de Soobin, y espero de todo corazón que eso no me haya delatado frente a todos. Aún no sé si el rumor es real o si todo ha sido inventado, pero al menos a mí me parece un buen chico incapaz de hacer algo como eso. No sé si es porque confío bastante rápido en las personas o si se debe a que las pocas interacciones que hemos tenido han sido demasiado gratas.
No puedo decir que el chico que ha salvado mi culo de Irán y que me ha regalado flores es un homofóbico, si los rumores fuesen ciertos, yo no estaría tomando el autobús para verlo en la biblioteca, estaría tomando un autobús al cielo. ¿Qué clase de homofóbico ayudaría al chico que se le declaró? No tiene ni puto sentido.
Soobin no debe ser esa clase de chico.
No tardo más de treinta minutos en llegar a la biblioteca del centro de la ciudad, hubiese llegado un poco más temprano si no fuera por el tráfico. Al entrar noto que todo está en silencio, algo lógico en una biblioteca según las caricaturas. Son pocas las veces en las que vengo aquí, así que desconozco el ambiente «bibliotecario». La señora de la entrada me hace anotar mi nombre y hora de entrada en uno de los papeles que tiene, lo hago y sonrío al observar el nombre de Soobin una casilla sobre la mía. Ya está aquí.
Camino con lentitud pasando por algunos estantes de libros y mesas ocupadas por algunas personas, mis ojos recorren el espacioso lugar en busca de mi tutor y se detienen en un chico que está completamente vestido de negro, playera negra, saco negro, pantalones negros, gorra negra, lentes negros, ¡todo negro!
Cuando el chico se acomoda la gorra puedo notar los cabellos blancos que sobresalen de ella. Una sonrisa se dibuja en mis labios. Es Soobin. ¿Qué hace vestido así?
«¿Es mi funeral y no me enteré?»
Me apresuro a llegar a su mesa y me siento a su lado causando que él despegue la vista del celular para ponerla sobre mí. Me da una rápida mirada de arriba abajo y sonríe.
—¿Piensas asaltar una tienda o por qué vas vestido así? —curioseo.
—Creí que seria más cómodo para ti si voy así —explica—. Por si alguien de la escuela decide venir a estudiar, aunque lo dudo.
—No hacía falta tanto —le regreso la sonrisa—, pero gracias. —Él asiente, guardando su celular en su bolsillo. Toma su mochila del respaldo de la silla para colocarla sobre la mesa. Eso me recuerda que debo disculparme de nuevo—. Perdón si no te hablo en la escuela. Solo... necesito adaptarme.
—Lo entiendo, no hace falta que te disculpes de nuevo, tranquilo —se vuelve hacia mí, con una gran hoja en sus manos. Lo veo ceñudo—. Hice un horario de las asignaturas en las que tenemos exámenes, el martes iniciamos con Geografía y Literatura, miércoles con Historia y jueves Matemáticas y Física —explica cada punto que hay en la hoja—. Pensaba que podríamos iniciar con las del martes hoy, el fin de semana continuamos y vemos las del miércoles, y lo que queda de la semana con Matemáticas y Física. —El orden que tiene sobre la situación me marea un poco, pero termino asintiendo, acto seguido, saca varias hojas grapadas de su mochila—. Le he sacado una copia a mis apuntes de cada asignatura, así será más fácil para ti.
Elevo la barbilla y le doy un vistazo rápido a sus apuntes, estos están escritos con una letra preciosa y con pocos adornos. Todo lo que él ha hecho por mi me parece surreal, se tomó demasiado en serio su papel de tutor. Es increíble.
—Hiciste un horario y fotocopiaste tus apuntes, guau —murmuro sin despegar los ojos de las hojas—. Eres muy inteligente.
—No es para tanto —se ríe y lo miro. Sus mejillas están un poco coloradas—. Ah ,lo olvidaba, mis apuntes están separados por cosas que los maestros dicen, notas personales y resúmenes de los libros. Si hay algo que no comprendas, dímelo. Nos toca ver Geografía y Literatura. ¿Iniciamos ya?
Asiento con una sonrisa.
—Gracias Soobin. Esto... supera lo que creía.
—Lo que sea para ayudarte —sonríe.
Después de eso él comienza a explicarme algunas cosas que no entiendo de Geografía y me da un par de consejos para que pueda memorizar algunos términos que se me complican. Nos pasamos una hora y media en ello, hasta que mi cerebro está a punto de colapsar por toda la nueva información. He aprendido más hoy que en todo el curso. No sé qué es lo que Soobin quiere estudiar en la universidad, pero tiene bastante potencial para ser maestro.
—¿Podemos tomar un descanso? —pregunto seguido de un lamento. Azoto mi cabeza con lentitud en la mesa para que note mi desesperación. Lo escucho hablar sobre demografía una vez más y me mato.
Soobin se compadece de mi pobre situación y asiente.
—Diez minutos. Pondré la alarma.
—¿Alarma? —le pregunto, desconcertado.
—Consejo de un estudiante que se distrae demasiado —empieza, sacando su celular—, estudia, pero los descansos son importantes, el problema es que a veces nos tomamos más tiempo descansando que estudiando —bromea, y la descripción me ha quedado a la perfección, mis horas de estudio se resumían en cinco minutos de decir que tengo que estudiar y en descansar cinco horas—. Ponte límites.
—Tú en verdad eres bueno —silbo, sin creer que sea tan ordenado y meticuloso.
—Un poco.
¿«Un poco»? Por favor, ¡él es más que «un poco»!
—No seas modesto, eres muuuy bueno —halago, emocionado—. Tú y yo somos diferentes. No eres de los que se confunden de casillero y terminan declarándose a la persona equivocada.
Soobin se echa a reír cubriendo su boca con el dorso de su mano.
—Si hubiese sido tú me habría ido por el camino lento —responde aún riendo—. No lo sé, habría inventado una excusa para estar juntos y pasar tiempo a su lado, demostrarle que no soy la clase de personas que dicen y respetar su espacio, obviamente —su voz se apaga un momento—, tal vez le habría ayudado a pasar sus exámenes.
Claro, porque ese tipo de cosas solo les funciona a los chicos como él.
—Eso me serviría si fuera inteligente —refunfuño—, pero no lo soy. Apesto en la escuela y en la vida. Por algo terminé metiendo la nota en tu casillero.
—Salud por eso —alza su libreta simulando que es una copa. Ruedo los ojos y me río—. Hablando de casilleros confusos, creí que necesitábamos ajustar algunas cosas para, ya sabes, la relación falsa. —Hace una pausa—. Por ejemplo, necesitamos alguna historia falsa, somos novios y eso, ¿qué diremos cuando nos pregunten cómo nos hicimos novios?
Tiene razón, si nos llegan a preguntar y damos respuestas diferentes las personas sabrán que estamos fingiendo. Además, no podemos decir la verdad, no puedo imaginarme diciéndole a los demás que me confundí de casillero. Seré el hazmerreír de todos. Y ser el payaso con mis amigos está bien, pero ¿ser el payaso de cientos de personas? No gracias, ni hablar, siguiente pregunta.
Me quedo callado pensando en alguna posible excusa.
—¿Quién es tu artista o banda favorito?
—Harry Styles, ¿por qué? —inquiere, confundido.
—Bueno, a partir de ahora te gusta The Neighbourhood y nos conocimos en el baño hace unos meses mientras yo tarareaba una canción de ellos. Si preguntan, soy tímido y no quería hacer pública nuestra relación hasta que casi muero ahogado por un pedazo de pan y vi pasar mi vida frente a mis ojos.
Se ríe por mi tonta mentira y su risa es tan contagiosa que me uno a él.
¿Por qué no podemos decir que era una canción de Harry Styles?
—Porque no escucho sus canciones —digo con obviedad—, y antes de que me digas que tú no escuchas a The Neighbourhood, esa será tu tarea.
—¿Por qué yo? —cuestiona, arqueando una de sus cejas.
—¿Quién le pidió a quién ser su novio? —contraataco.
—Tú, ¿te recuerdo lo que decía la nota? —bromea, y me siento avergonzado al escucharlo decir eso.
—No hablaba de eso. —Frunzo mis labios reprimiendo las ganas que tengo de seguir peleando. Al final termino accediendo a su sugerencia—. Está bien, ¿qué canción se supone que tarareaba?
Lo que obtengo de él es silencio y una expresión pensativa.
—Girl crush —responde luego de unos segundos.
Girl, ¿qué?
—Si me sangran los oídos, te termino, primer y último aviso —lo amenazo y vuelve a reír.
—Me ofende que digas que tus oídos pueden sangrar con Harry Styles. ¡Estamos hablando de una leyenda!
—Nunca he oído sus canciones.
A Soobin casi se le salen los ojos de la impresión.
—¿Estás bromeando? —Su voz no es hostil, pero se nota la incredulidad. Niego con la cabeza —. Te falta buena música —concluye, y ahora es mi turno de ofenderme.
Inflo las mejillas. ¿Se está metiendo con mi buen gusto musical?
—¿Perdón?
—¿Louis Tomlinson? ¿Taylor Swift? ¿Coldplay? —menciona el nombre de los que supongo deben ser aus artistas favoritos para probar su punto.
—Tampoco he escuchado sus canciones, pero eso no significa que no tenga buen gusto musical.
—Lo dudo —me reta.
—The Neighbourhood, Mother, Arctic Monkeys —enumero mis bandas favoritas con mis dedos—. No puedes decir que no tengo buen gusto —me defiendo, cruzándome de brazos.
—Falta que te guste alguien para que diga que tienes buen gusto.
—¿Quién?
Guarda silencio un instante, hasta que sonrie.
—Harry Styles —propone y aprieto los labios—. No puedes ir por li vida sin escuchar sus canciones. Tienes que hacerlo, tu tarea será escuchar sus canciones antes del viernes.
—Eres muy insistente.
—Y convincente.
—No lo creo.
—¿Cómo explicas que estemos saliendo? —Su sonrisa crece. Blanqueo los ojos.
—Y engreído, para rematar —menciono con diversión ¿Cuál es tu signo?
—Acuario, ¿y...? —su pregunta queda incompleta debido a que la alarma que ha programado comienza a sonar. Toma su celular de mala gana—. Hora de continuar.
Asiente y seguimos repasando los temas durante dos horas más. El cielo no tardó en oscurecer, por lo que tuvimos que dejarlo hasta ahí. Aunque Soobin me ofreció llevarme a casa, me negué. No quería a Mariel atacándome con preguntas.
Esa tarde descubrí tres cosas sobre él:
Soobin no es tan malo como las personas lo pintaban, es amable, inteligente, divertido (y un poco engreído).
Segundo, le gusta Harry Styles y los libros.
Y tercero, su signo y el mío son compatibles.
Los siguientes días transcurren de la misma manera: en la escuela finjo no conocerlo, pero saliendo nos reunimos en la biblioteca. Esa habitación llena de libros de alguna manera se convirtió en nuestro sitio durante la semana, no solo por el tiempo que compartimos ahí, sino porque, conforme fueron pasando los días, comienzo a sentirme más cómodo a su lado y presiento que él también. Sus bromas y forma de ser provocaron que esté en confianza, además, los mensajes que nos enviamos en WhatsApp también ayudaron. Aún hay un montón de cosas que no pude preguntar debido a que él también tenía cosas que hacer y solo nos veíamos una hora y media, aún así, el tiempo de estudio fue más que suficiente para que cualquier duda que tuvieron respecto a él se disipara. No es una mala persona.
Entonces, el día más esperado llega.
La semana de exámenes finaliza, lo que da paso a que nuestro acuerdo comience. Es viernes por la mañana y ya quiero que el día termine. Pese a que iniciamos noviembre y estamos en la temporada más ventosa del año, no siento nada de frío, y eso es extraño, debería de sentirlo, principalmente porque no he tomado el gorro de lana que mi mamá dejó sobre la mesa. No sé si la preocupación me ha bloqueado los sentidos o si estoy tan inquieto por lo que sucederá que mi cuerpo apenas reacciona a nuestro desastroso clima, lo único que sé es que estoy nervioso. Muy nervioso.
Las piernas me tiemblan en tanto me detengo frente al instituto, nunca habia llegado tan temprano a la escuela, ni siquiera en la época de exámenes. Hoy es el dia, ayer en la noche quedamos en vernos temprano para comenzar la relación falsa. No pude dormir toda la noche.
Cuando camino hacia la entrada lo veo a él, de espaldas. Lleva el uniforme bien acomodado y su mochila cuelga de su hombro. Luego me veo a mí y veo que las calcetas que uso son de diferente color, estaba tan ansioso que ni siquiera me percaté de ello. Sí, Soobin va a sentir una gran vergüenza al decir que soy su novio.
Él se da la vuelta y, cuando me ve, me saluda con su mano. Me apresuro a alcanzarlo.
—¿Qué se supone que debemos hacer? Nunca he tenido una relación seria —le digo apenas llego a su lado. No quería demostrar que estaba nervioso, pero mi voz quebrada me delató.
Soobin solo me mira y me da una sonrisa para que me tranquilice.
—Dame tu mano.
Dudo unos segundos, pero hago lo que me pide. Él entrelaza nuestros dedos y siento que me voy a desfallecer con esa simple acción. Sabía lo que pasaría hoy, pero hacerlo ya era otro nivel. Soobin espera a que me calme y aprieta con fuerza mi mano, como si dijese «tranquilo, estoy contigo». Intento calmar los latidos de mi corazón y, una vez que estoy lo suficientemente calmado, comenzamos a caminar con un par de miradas puestas sobre nosotros.
Respiro hondo. Bien, iniciemos esto.