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Aprender sobre ser un omega con alguien que odias no es tan malo

Summary:

Iguro Obanai tiene problemas para saber cómo controlar sus feromonas, su olor, y cualquier cosa relacionada a ser un omega. Oyakata-sama le pide a Tomioka Giyuu, otro omega, que le enseñe a Iguro porque empieza a incomodar a los demás.

Obanai odia cada momento.

Notes:

Desde que leí el fic de Donasde_Stark, no pude quitarme esta pareja y este contexto de la mente. Quise probarlo por mi cuenta, así que espero que lo disfruten.

No puedo regalarselo porque no me lo permite, pero se lo dedico por inspirarme.

Work Text:

Iguro odiaba esta mierda. Detestaba pasar tiempo con Tomioka, de todas las personas habidas y por haber, y odiaba tener que morderse la lengua para mantener un ambiente agradable porque se lo había prometido a Oyakata-sama.

Tenían estás raras sesiones para el control de las feromonas juntos. Ambos eran omegas, lo cual solo provocaba que Obanai sintiera más asco hacia su género secundario, así que una vez a la semana debían reunirse en un cabaña aislada del resto de las fincas para hacer la terapia.

En realidad, se basaba en Iguro aprendiendo a controlar su aroma y sus feromonas, mientras que Tomioka era su instructor. Han pasado muchos años desde que se separó de la familia con sangre sucia que decidió dejarlo vivir, pero a pesar de los años, seguía sin poder controlar toda esa mierda de ser un omega.

No sabía mucho sobre sus glándulas, no sabías nada sobre cómo expulsar feromonas a voluntad, simplemente las dejaba salir como locas cuando se encontraba en situaciones que lo estresaban o lo molestaban, además de que dejaba su aroma en cualquier mierda como si quisiera hacer un reclamo, o algo así había entendido. Incluso, aunque odiará admitirlo, a pesar de su edad, aún no había experimentado su primer celo.

Todo eso era un problema. Sus feromonas incomodaban a sus compañeros hashira porque la mayoría eran alfas a excepción de Tomioka, incluso sabía de algunos cazadores a los que se les adelantó sus rutinas por culpa de Iguro. También incomodaba a los demás cuando dejaba su aroma por todas partes, una vez tuvo que quedarse en la finca de las mariposas después de estar herido por una misión y no volvieron a usar la habitación hasta que su olor se disipó una semana después.

No sabía que todo eso afectaba a los demás a su alrededor hasta que hace un par de meses Oyakata-sama le explicó la situación y básicamente, lo dejó a cargo de Tomioka. El otro hashira aceptó y ahora debían encontrarse con regularidad. Tomioka entendía bien su propia casta y era tan bueno controlando su aroma que podría pasar como un beta sin problemas, pero a Iguro no le agradaba. 

Odiaba tener que verlo con tanta frecuencia. Esperaba que un día simplemente desapareciera, no le gustaba estar cerca de los infractores de las reglas dentro de la cofradía. El salvador de demonios no es su amigo.

—Las glándulas suelen ser sensibles. También puedes marcar a alguien con ellas sin necesidad de esparcir todo tu aroma —Obanai había avanzado, ya sabía cómo controlar su aroma, pero ahora debía aprender a soltarlo de manera voluntaria. Era frustrante, pero nada era peor que ver la expresión aburrida de Tomioka—. Es normal que ese método lo usen las madres con sus cachorros. En tal caso de que desees dejar tu aroma en una pareja, puedes dejar salir tu aroma en su totalidad y así el marcado será más permanente —Tomioka levantó la manga de su yukata azul marino y le mostró el parche irregular en su muñeca.

—¿Para qué carajos me sirve esa información? —Tomioka lo observó en silencio, pero seguía impasible.

—Es instintivo. Se basa en saciar una necesidad que no sabes que existe hasta que tienes cachorros o te emparejas —con su dedo señaló la glándula descubierta en el interior de su muñeca y luego la frotó un poco—. Para dejar salir tu aroma de manera parcial, frotas la glándula y luego la restriegas sobre lo que deseas oler —Tomioka volvió a colocar su manga en su lugar y miró a Obanai en silencio como si esperara alguna pregunta.

—Es una información absurda. Qué tontería —puso sus ojos en blanco y se cruzó de brazos, mientras Kaburamaru se enrollaba en su cuello.

—Puedes intentarlo conmigo si no te sientes seguro de lo que digo —Obanai miró a Tomioka como si fuera un idiota, pero él seguía impasible, así que gruñó un par de veces antes de levantarse y acercarse a regañadientes a Tomioka.

Quería demostrarle al estúpido ojiazul que no era importante nada de lo que le había dicho y que de hecho, no haría nada por él o sus tontos instintos o lo que fueran.

Subió la manga de su yukata y frotó con molestia la glándula en el interior de su muñeca, sin embargo se dio cuenta de que no sabía dónde debía colocarla, pero Tomioka pareció notar su confusión.

—Puedes colocarla en mi rostro, cuello o ropa —Obanai chasqueó la lengua antes de colocarla sobre la tela de la yukata de Tomioka, a la altura de su hombros.

Por un segundo quiso burlarse porque realmente no había sentido nada y tampoco se sentía aliviado, pero su aroma a vainilla ahumada junto al de brisa marina de Tomioka se combinó y llegó en una oleada a su nariz. Obanai se tensó un poco, pero después sintió una suave satisfacción recorrerlo de una manera casi automática.

Sin embargo, solo se acercó un poco más a Tomioka, sin importarle su espacio personal, para oler mejor la combinación de sus aromas antes de resoplar y fingir que nada había pasado, así que no dijo nada y volvió al lugar donde había estado sentado.

—Sigue hablando de esas tonterías —hizo un gesto despectivo con la mano para que siguiera hablando, pero su corazón latía rápido de una manera singular.

Tomioka lo siguió mirando sin ningún cambio en su expresión, pero asintió en silencio a la petición de Obanai.

—Las glándulas suelen hincharse durante el celo porque expulsan muchas feromonas. Son sensibles y suelen segregar un aceite dulce si se les estimula lo suficiente, incluso fuera del celo —Obanai se volvió a cruzar de brazos—. Expulsas muchas feromonas por los sentimientos fuertes que experimentas. Hay una alternativa hasta que puedas controlarlas, son parches de olor, Kocho puede hablarte un poco más de ellos cuando decidas ir a la finca de las mariposas —Iguro solo encontró interesante ese último dato, sin embargo estaba seguro de que debía aprender a controlar sus feromonas, pero está era una alternativa bastante agradable mientras Tomioka siguiera siendo su tutor.

Después de esa estúpida sesión, cada uno se fue por su lado. Esa cabaña solo se usaba con el propósito de ayudar a Obanai sin que nadie saliera afectado.

Acarició a Kaburamaru con suavidad y frunció el ceño cuando recordó la combinación de su aroma con el de Tomioka. Ni siquiera era importante.

Ya estaba atardeciendo, así que necesitaba llegar a su finca para reanudar sus patrullas nocturnas.


Ese día de terapia fue extraño. Obanai se sentía agotado después de enfrentarse a un tipo de madriguera de demonios la noche anterior y se sentía más nervioso que de costumbre, ya sea porque quería acabar con los demonios o estuvo cerca de perder a alguno de los cazadores a su cargo, no lo sabía con exactitud.

Sin embargo, estaba consciente de su mal humor y sus gestos despectivos, lo cual no era raro ya que estaba en presencia de Tomioka, pero los estaba haciendo con más frecuencia.

Apenas Tomioka lo vio entrar entre pisotones, se levantó de donde estaba y le hizo un gesto a Obanai para que lo siguiera a una de las habitaciones de la pequeña cabaña. No quería ir al principio, pero cedió.

Se quedó cerca de la puerta con las cejas fruncidas y los brazos cruzados, mientras veía a Tomioka abrir el armario en la esquina de la habitación.

—¿Sabes lo que es un nido? —Tomioka no lo estaba mirando, de hecho parecía bastante enfocado en lo que sea que estuviera dentro del armario y eso enfureció inexplicablemente a Iguro. 

Kaburamaru se movió en su cuello sintiendo su agite.

—No. ¿Qué clase de idiotez es esa? —en ese momento, el ojiazul se detuvo y lo observó antes de volver su atención al armario y tomó un futón adecuadamente doblado.

—Es un lugar que los omegas hacen instintivamente cuando se sienten inseguros o emocionalmente mal —Tomioka extendió el futón sobre el suelo y lo acomodó antes de volver al armario, mientras que Iguro chasqueaba ante la insinuación de que estaba mal o inseguro—. Se construye con mantas, ropajes, almohadas o sábanas, aunque de preferencia que todo sea suave y agradable —entonces tomó del armario unas mantas que lucían tan cómodas que Iguro sintió una necesidad extraña de extender su mano para tocarlas.

—No necesito saber algo como eso. No es importante —Tomioka ignoró sus palabras y empezó a armar ese tal nido. 

—Nunca has hecho uno, así que puedes verme construirlo y después podrías recrearlo si lo necesitas —Iguro sintió que su cuerpo se estremecía con el enojo.

—¡Yo no necesito esa basura! 

Tomioka siguió construyendo el nido, poniendo mantas aquí y allá, algunas almohadas y sábanas. Parecía un tipo de fortaleza con el futón como base en el suelo, lo cual también dejaba un hueco lo suficientemente grande para que una persona entrará.

El pilar del agua terminó de trabajar y se sentó en seiza al lado del nido y miró a Obanai.

—Lo preparé para que pudieras probarlo —Obanai quería gruñirle con desagrado y en parte lo hizo antes de poner una mueca.

—Perdiste tu tiempo porque no pienso usarlo —Tomioka no reaccionó y solo siguió mirándolo.

Iguro pensaba dar la vuelta e irse, pero siguió mirando el nido y lo cálido que parecía de una manera inexplicable. Resopló antes de desenroscarse a Kaburamaru de su cuello y lo colocó sobre su pecho apenas se acomodó dentro del nido.

Obanai frunció el ceño porque se sentía irritado, pero la comodidad que le brindaba el nido se sintió casi surrealista. Era cálido y se sentía reconfortante. 

Era como volver al vientre de su madre. La comparación en sí misma era extraña, pero era la única comparación que podía dar. Ni siquiera se acordaba de que Tomioka seguía cerca.

Tuvo la necesidad de marcar el nido con su olor, así que lo hizo hasta que se sintió satisfecho de una manera agradable. Se acurrucó contra una manta especialmente cómoda, mientras Kaburamaru se enrollaba cerca de su cabeza. 

Los sentimientos de nervios o enojo se disiparon rápidamente y cerró sus ojos con suavidad. Se sentía somnoliento y seguro. Se dio cuenta de que estaba ronroneando cuando sintió una vibración salir desde su pecho, pero seguía olvidando que había alguien más, así que se permitió ronronear y pronto se quedó dormido.

Se despertó al día siguiente algo desorientado, pero el aroma a comida lo levantó. 

Asomó su cabeza sobre el nido y se dio cuenta de que habían dejado una bandeja con comida recién hecha cerca del nido. También había una nota de Giyuu explicando que había vuelto a su finca y que Iguro Iguro había dormido toda la noche, así que se encargó de las áreas de patrulla de Obanai en su lugar, lo cual lo habría hecho sentir enojado e inútil, pero seguía bajo los efectos del nido y el desayuno solo lo hizo más maleable.

No entendía nada, incluso consideró la idea de dejar la comida tirada, pero se sintió enfermo con la sola idea, así que comió casi a regañadientes y guardó todo lo que se había usado para construir el nido con algo de pesar, no comprendía por qué se sentía así, pero estaba claro que le había gustado más de lo que se permitiría aceptar nunca.


—Antes existían manadas que eran dominadas por un solo alfa, el cual podía aparearse con varios omegas —Iguro no entendía a qué iba la conversación, pero dejó que Tomioka despotricará porque sus intentos de callarlo antes habían sido infructiferos. Le gustaba más cuando Kanroji hablaba, le gustaba escucharla. Ella era mejor en comparación del aburrido de Tomioka—. A medida que evolucionamos, los alfas empezaron a desarrollar colmillos para marcar a una posible pareja —Obanai entendía esa parte, incluso podía admitir que algunas veces había soñado despierto con ser el omega de Kanroji.

Puso sus ojos en blanco con exasperación antes de cruzarse de brazos y mirar a Tomioka en silencio.

—Sin embargo, los omegas también fueron capaces de desarrollar colmillos, aunque más pequeños. Cumplen la misma función y se supone que alfa y omega se marquen mutuamente para consolidar un enlace de unión —bueno, esa información era nueva para Iguro. No lo sabía y tampoco iba a admitir su ignorancia, el pilar del agua entreabrió su boca y señaló un lugar en su boca que Obanai no podía observar desde esa distancia—. También fuimos capaces de evolucionar hasta el punto de crear nuestra propia glándula salival con propiedad sanativa para ayudar a la cicatrización de una marca de apareamiento.

Acarició a Kaburamaru mientras pensaba distraídamente en lo que eso significaba.

—¿Qué hay de las relaciones atípicas? —Tomioka parpadeó unos instantes como si su cabeza cubierta por ese nido llamado cabello no pudiera procesar lo que Obanai le estaba preguntando. En primer lugar, preguntaba desde la curiosidad y pocas veces había mostrado tanto interés como para preguntar al respecto.

—Solo he conocido una pareja atípica. Era un beta y una omega. Él la marcó y a pesar de que no era igual a la marca de un alfa, crearon un vínculo —Tomioka ladeó un poco la cabeza y se cruzó de brazos—. Supongo que no hay una barrera para las parejas diferentes —Iguro bufó de manera despectiva.

—Es absurdo que las personas intenten aparearse fuera de lo normal —tal vez era su antigua familia hablando a través de él, pero no le importaba. Su interés no estaba en un beta o en otro omega, así que no le importaba señalar un poco lo extraño que era.

Tomioka se mantuvo impasible por un segundo antes de fruncir un poco el ceño, sin embargo esa pequeña reacción dejó a Iguro algo desconcertado, aunque no lo demostró. El pilar del agua tampoco dijo nada, lo cual decepcionó silenciosamente a Obanai.

—Tengo algo para ti —Iguro levantó una ceja sin mucho interés mientras Tomioka se levantaba y tomaba un libro, que hasta ese momento Iguro notaba, en la mesa baja dentro del recibidor. Se acercó a Iguro y se lo ofreció, la cubierta era de un color negro y podía percibir el aroma a tinta—. Lo escribí basándome en investigaciones y algunas experiencias. No es algo que pueda explicarte, pero pensé que podría servirte —Tomioka se quedó en silencio e Iguro siguió detallando el libro por fuera, no tenía un título ni nada.

—¿De qué se supone que trata? —Miró a Tomioka, pero él no respondió, en cambio desvío un poco la mirada.

—Son temas importantes para el apareamiento —Iguro sintió que sus orejas se sonrojaban, pero su cabello lo ocultaba por suerte, sin embargo hizo un sonido de indignación—. Debo abordar todo los temas pertinentes antes de concluir estas sesiones —Iguro gruñó entre avergonzado y enojado, pero el pilar del agua solo le dio la espalda—. Eso es todo por hoy. Estaré en Okinawa por una misión, así que la sesión de la próxima semana está cancelada, Obanai —entonces, Tomioka salió del recibidor y los escuchó caminar hasta que salió de la cabaña.

Iguro frunció el ceño y tembló de enojo antes de tirar con fuerza el tonto libro contra el tatami. No iba a leer esa basura.

Se levantó y dio unos cuantos pisotones para dirigirse a la salida de la cabaña e irse, pero se detuvo en seco cerca de la puerta. Gruñó y volvió entre murmullos y pisotones, tomó el estúpido libro y salió de la cabaña, sintiendo que la vena en su frente reventaría en cualquier momento.

Se sentía indignado y sucio. No tenía necesidad de leer algo así cuando ni siquiera era digno de estar con Kanroji, además tampoco pensaba estar cerca de otro bastardo, pero pensaba quemarlo para que nadie más lo encontrará. 

En realidad, no lo quemó. Lo leyó después de terminar su patrulla nocturna, había algunas ilustraciones que lo hicieron resoplar y sonrojarse, pero no podía evitar pensar en que Tomioka tenía un talento decente para el dibujo. 

Después de leerlo, lo escondió, entre quejas y palabras mordaces, dentro de su armario y debajo de una pila de ropa.

Qué bazofia. La peor lectura que Obanai había realizado jamás.

Pero seguía pensando en que Tomioka dijo que se había basado en algunas experiencias y eso lo hizo sentir más irritado que de costumbre, sin mencionar que la próxima semana no tendrían su sesión de terapia, así que a pesar de que había aprendido a controlar sus feromonas, todos podían notar su mal humor a millas de distancia.

No le importaba el idiota de Tomioka, pero quería terminar con esa estupidez lo más rápido posible.


Ese día no se sentía bien físicamente. 

Estaba claro que no estaba en las mejores condiciones porque Kaburamaru estaba inquieto en su hombro. 

Tenía fiebre y se sentía desorientado. Estuvo entrenando a pesar de lo difícil que se le hacía respirar y después de eso decidió volver a la comodidad de su finca.

Es como si hubiera recibido un latigazo cuando se sorprendió a sí mismo tratando de recrear un nido como el que había hecho Tomioka. Quería enojarse consigo mismo, pero no tenía la energía suficiente, así que empezó a armar ese nido de manera automática y luego también instintiva.

Sabía dónde colocar las mantas, sus yukatas y las almohadas. Se acomodó dentro del nido y dejó que Kaburamaru descansará sobre su pecho. 

Se sentía mejor. Su mente sobrecargada parecía quedarse en blanco dentro del nido y su cuerpo tensó y febril parecía encontrar alivio entre las mantas suaves.

Suspiró de alivio porque se sentía muy agotado. Ni siquiera entendía por qué se sentía así, odiaba sentirse así, pero mientras pudiera quedarse dentro del nido, entonces estaría bien el tiempo suficiente.

Pensó vagamente que le habría gustado un poco del aroma de Tomioka en su nido, simplemente porque era agradable en contraste al pilar del agua, aunque solo fue algo fugaz antes de quedarse dormido.


Sabía que algo estaba mal cuando notó el sudor y después la mirada desconcentrada de Obanai. 

Parecía sonrojado y Tomioka detuvo su explicación antes de acercarse a Iguro.

El susodicho lo miró y frunció el ceño con molestia.

—¿Qué carajos quieres? —Giyuu lo miró sin reacción alguna porque realmente sabía que así de arisco era Obanai y no lo ofendía.

—No pareces estar bien —Iguro solo le gruñó y Tomioka tuvo sus sospechas—. ¿Tienes algún síntoma persistente? —el pilar de la serpiente parpadeó un par de veces antes de bufar y cruzarse de brazos.

—No es de tu incumbencia.

—Podrías estar en celo, así que necesitas quedarte en un lugar seguro —la manera en la que los ojos de Obanai se abrieron un poco con sorpresa, le dijo a Tomioka que no había hablado lo suficiente del celo con Iguro—. Estás sonrojado, desconcentrado y agitado —Tomioka ladeó la cabeza para ver si podía ver mejor la glándula de apareamiento de Obanai debajo de la yukata, pero se dio cuenta de que estaba cubierta con un parche de olor.

—Déjame en paz. Es idiota pensar que tendré un celo —en parte sus palabras parecían venir del miedo, pero Tomioka no se agitó. Sabía que Obanai no había tenido un celo y se sentía desconcertado.

—Comprobaré tu glándula —esa fue toda la advertencia que dio antes de acercarse un poco para quitarle el parche de olor. Obanai siseó por la hipersensibilidad e incluso su serpiente también le siseó a Tomioka con una advertencia.

Obanai frunció el ceño y parecía estar a punto de lanzarse encima de Tomioka para atacarlo.

Sin embargo, Tomioka solo examinó su glándula y se dio cuenta de que estaba segregando un suave aroma a vainilla ahumada y estaba bastante hinchada. Giyuu sintió que su boca se colmaba de saliva al verla, lo cual nunca había sucedido, pero tal vez se debía a las feromonas.

Antes ha estado con alfas durante su celo. Algunos de ellos terminaron en una rutina, así que Tomioka los dejaba usarlo a conveniencia, aunque sin terminar por vincularse a ninguno. 

Había visto sus glándulas hincharse por la rutina, pero nunca había salivado por ello.

—Estás entrando en celo —Tomioka se levantó y se sentó frente a la mesa baja para empezar a escribir una carta, notificando sobre la situación de Obanai—. Le avisaré a Oyakata-sama. Deberías quedarte aquí —escuchó el sonido de indignación de Obanai y luego lo vio levantarse entre pisotones y salir del recibidor.

Tomioka lo escuchó quejarse, pero no salió de la cabaña, en cambio escuchó cómo se abrió la puerta de una de las habitaciones y luego la deslizó con tanta fuerza que creyó que se saldría. 

Llamó a Kanzaburo para que le llevará la carta a Oyakata-sama y le dio algunas semillas por no perderse esta vez cuando Giyuu lo llamó.

El aroma de Obanai se hizo más intenso, así que solo lo siguió hasta la habitación donde supuso que estaba. Lo encontró dentro de un nido bastante bien construido, Kaburamaru estaba afuera del nido, pero cerca porque se preocupaban por su dueño. Giyuu notó que Obanai seguía despierto y de mal humor.

En lugar de hablarle, cerró la puerta y tomó otra manta más pequeña e hizo un nido pequeño e improvisado para la serpiente mascota, pero lo hizo cerca del nido de Obanai, de manera que pudiera seguir a su lado de una forma más cómoda. Kaburamaru miró el nido con algo de sospecha, pero se deslizó adentro y se enrolló para mantenerse cómodo.

Tomioka tomó distancia de ambos y se sentó en una esquina de la habitación.

—¿Qué mierda sigues haciendo aquí? —Obanai gruñó desde el interior del nido, pero Tomioka cerró sus ojos y trató de meditar.

—Tengo que quedarme para asegurarme que todo está bien. El primer celo es difícil, a veces es doloroso —lo escuchó resoplar, pero todo se quedó en silencio y Tomioka decidió meditar.

No sabe cuánto tiempo pasó, pero cuando escuchó los jadeos de Obanai supo que se estaba sobrecalentando, así que salió de la habitación y vertió agua fría en un cuenco antes de colocar un trapo para humedecerlo.

Volvió y se sentó al lado de un semi-inconsciente Obanai y exprimió el pañuelo antes de doblarlo y colocarlo suavemente sobre su frente. Eso pareció aliviarlo un poco y vio cómo cerraba los ojos.

Giyuu sabía que las vendas alrededor de su boca impedían que respirara mejor, pero Giyuu no insistiría en quitárselas todavía.

Vio algo de la piel lechosa del pecho de Obanai cuando su yukata y el kosode se movieron un poco. Sabía que era musculoso, pero se veía bastante suave al tacto, aunque rápidamente hizo esos pensamientos a un lado.

Le quitó el pañuelo de la frente y lo volvió a sumergir en el agua, lo exprimió y lo dejó nuevamente en su frente. La manera en la que apretaba su mandíbula dejaba a Giyuu saber que no le gustaba su ayuda, pero tampoco tenía fuerzas para replicar, así que siguió adelante por un largo tiempo.

Su aroma era fuerte y a Tomioka se le erizaba la piel cuando Obanai expulsaba más feromonas.

Tomioka sintió que Obanai estaba mejor, su temperatura era adecuada, así que se levantó y salió de la habitación para dejar el cuenco y el pañuelo. Pensaba hacer algo de comida para el pilar de la serpiente, pero no estaba seguro de sí comería, por lo que volvió a la habitación.

Para su sorpresa se encontró con Obanai arropado y desnudo, supuso después de ver la yukata y el kosode tirados a un lado del nido. Tomioka los tomó y los acomodó a un lado antes de volver a la meditación.

Dejó la meditación cuando escuchó la respiración forzada de Obanai, así que volvió a acercarse al nido y notó que estaba durmiendo, pero era difícil respirar a través de la venda.

Tomioka no quería molestarlo, así que solo pasó sus manos por su cuero cabelludo. Eso pareció servir porque dejó de forzar el aire por la boca y decidió respirar por la nariz mientras se apaciguaba.

La manta se había deslizado un poco y ahora podía ver el torso de Obanai, lo primero que notó fueron sus pezones rosados y luego notó la leve hinchazón alrededor de ellos. Era una grasa que solo se producía durante el embarazo, pero había leído de algunos omegas que tenían una pseudo lactancia durante el celo para atraer a posibles parejas. Giyuu se sonrojó mucho al darse cuenta de que lo estaba mirando más de lo que era adecuado, así que colocó la manta de nuevo en su lugar.

Se alejó de Obanai y se aseguró de que él y Kaburamaru estuvieran bien antes de salir de la habitación.

Dio algunas vueltas alrededor de la casa y dentro de la casa para asegurarse de que todo estuviera en orden porque es consciente de que el olor de omega en celo suele llamar la atención hasta alcanzar algunas millas, así que debía asegurarse de que no hubiera un riesgo potencial.

Volvió a la habitación y fue arrollado por un carga de feromonas, pero cerró la puerta con tranquilidad antes de acercarse al nido.

Había pasado un tiempo, pero Obanai seguía durmiendo.

Tomioka salió de nuevo y decidió hacer una cena ligera para el pilar de la serpiente. Preparó una sopa de gachas de arroz, algo simple que pudiera digerir mientras estuviera en celo. 

Lo colocó en una bandeja junto a una taza de agua por si Obanai tenía sed, lo cual era probable. Nunca había cuidado de nadie durante algún celo o incluso de alguien enfermo, pero entendía lo que debía hacer y todavía recordaba vagamente los cuidados de Tsutako-neesan cuando él tuvo su primer celo al presentarse.

Volvió a la habitación y dejó la bandeja cerca del nido antes de arrodillarse y mirar dentro del nido. Obanai seguía jadeando y Kaburamaru seguía enrollado en el pequeño nido al lado de Obanai. Tomioka se sintió un poco mal por tener que levantarlo para que comiera. Al principio de sus celos, Tomioka era muy joven para compartirlos con alguien, así que prefería quedarse durmiendo que soportar el dolor de su cuerpo.

Sin embargo, debía cuidarlo y parte de ello implicaba darle de comer.

—Obanai —el susodicho frunció el ceño entre sueños y se removió un poco—. Obanai —entonces, el pilar de la serpiente abrió sus ojos con pesadez y miró a Tomioka entre la neblina de su calor. Hizo un intento de mueca, pero no tenía fuerzas para eso—. Preparé algo para que puedas comer —él frunció el ceño, pero no parecía querer replicar, en cambio murmuró algunas maldiciones antes de sentarse sobre el futón. La manta se deslizó hacia su estómago, pero Tomioka trató de no mirar hacia otro lado que no fuera su rostro.

El pilar de la serpiente extendió sus manos para que le diera el tazón con la comida, así que eso hizo, aunque antes lo miró de manera solemne.

—Podrás respirar mejor si te quitas las vendas —el cabello negro se le pegaba al rostro y sus ojos parecían nublados, sudaba y jadeaba ruidosamente. 

—No me importa.

Tomioka frunció el ceño y siguió mirando a Obanai sin flaquear—Estas sudando mucho, las vendas se están humedeciendo y es difícil respirar para ti así. Debes quitartelas o podrías asfixiarte —Obanai frunció el ceño y gruñó con molestia, pero pareció sopesar sus opciones antes de mirar con una ardiente advertencia a Tomioka.

—Te mataré si dices algo —Tomioka no dijo nada a eso porque sabía que era parte de la personalidad de Obanai, aunque de todos modos no planeaba decir nada.

Obanai se quitó el vendaje y pareció incluso más aliviado al tener un mejor acceso al aire. Sin embargo, Tomioka se sintió un poco curioso por las cicatrices que cubrían el alrededor de su boca. Eran profundas e irregulares. Giyuu rápidamente miró los labios rosados y afelpados de Obanai, pero rápidamente volvió su mirada a la bandeja que había traído y tomó el tazón de sopa de gachas y una cuchara antes de dárselo al Obanai que seguía mirándolo a la defensiva.

Él recibió la comida y comenzó a comer. 

Giyuu se levantó y fue al armario para sacar el futón restante, lo extendió sobre el suelo en un rincón algo alejado de la habitación. No es que estuviera interesado en dormir, pero no sabía en qué más invertir su tiempo mientras cuidaba de Obanai.

Volvió al lado de Obanai cuando terminó de comer y le dio la taza con agua. Él se lo arrebató de la mano de mala gana, pero Tomioka no reaccionó. 

Cuando Obanai terminó por completo, Giyuu dejó todo en la bandeja y volvió a salir de la habitación para limpiar los utensilios. Al volver, Obanai ya había vuelto a dormirse, así que Tomioka se acomodó en el futón que preparó.

Siguió pensando un poco en los bonitos labios de Obanai antes de apartar esos pensamientos y meditar un poco en esa posición en lugar de dormir. 

Lo próximo que supo es que quizás se había dormido y ahora Obanai estaba en su futón. Tomioka debe aceptar que no había estado durmiendo bien últimamente, así que esta vez ni siquiera había estado alerta hasta que se despertó, posiblemente cerca de la madrugada.

No sabía cuándo Obanai se acomodó con él en el futón, estaban bastante pegados porque debían compartir un espacio reducido, aunque pudo notar que Obanai estaba envuelto en su propia manta. Podía sentir el calor febril de su cuerpo a pesar de las mantas que los separaban, su aroma era incluso más fuerte a tan corta distancia y seguía jadeando entre sueños, pero sin las vendas parecía menos forzado.

Levantó su mano para verificar su temperatura y Obanai suspiró entre sueños ante el toque frío en su frente. Su temperatura era adecuada para estar en celo, sus feromonas expresaban sus deseos de aparearse, pero era algo instintivo, aunque eso no evitó que Tomioka sintiera sus orejas arder.

Su mano bajó y se detuvo en la mejilla sonrojada de Obanai, él volvió a suspirar y Tomioka creyó que era tierno.

Alejó su mano con cuidado, pero en ese momento la falta de contacto provocó que Obanai hiciera un pequeño quejido entre sueños, frunció el ceño y eso pareció suficiente para despertarlo.

Tomioka pensó que le gruñiría e incluso lo miraría con disgusto, pero en cambio parpadeó un par de veces como si tratará de ponerse al día a través de la neblina del celo.

Vio la mano de Tomioka y la tomó antes de colocarla en su mejilla de nuevo. Giyuu se sintió un poco desconcertado, pero no se quejó y acarició con su pulgar su pómulo, lo cual hizo que Obanai suspirará como si sintiera alivio. 

Giyuu sentía curiosidad, así que frotó un poco la glándula en el interior de su muñeca contra el rostro de Obanai, pensó que se enojaría y volvería a su nido, pero en cambio miró a Tomioka con una mirada entrecerrada antes de escuchar como ronroneaba, ya fuera consciente o inconscientemente. Eso lo sorprendió, entonces movió su mano, la deslizó por la curva de su cuello y sintió como se erizaba su piel bajo su toque, entonces movió un poco la manta de Obanai y descubrió la glándula hinchada.

La miró durante un segundo antes de tragar saliva y frotar su pulgar sobre ella. Obanai gimió y un sutil aroma a su dulce mancha se filtró a través de las feromonas del pilar de la serpiente. Tomioka sintió un calor apoderarse de su cuerpo y se sonrojo terriblemente antes de alejar por completo su mano.

Giyuu sentía su corazón en su garganta y miró a Obanai con algo de culpabilidad y desconcierto. Él frunció el ceño cuando cortó todo contacto de manera abrupta y volvió a guiar su mano hacia su glándula.

Obanai no estaba pensando con claridad y Tomioka no quería aprovecharse de él, además el otro omega había dejado en claro que no estaba de acuerdo con las relaciones atípicas, así que no iba a hacer nada.

—No estás pensando con claridad. No puedo hacerlo —Tomioka se sentó y rápidamente se levantó antes de que Obanai pudiera reaccionar, entonces salió de la habitación con el corazón agitado.

Trató de no llevarse el pulgar, que había tocado la glándula de Obanai, a los labios para probar el dulzor de su aceite, en cambio lavó sus manos y siguió dando vueltas alrededor de la propiedad. Sin embargo, su mente seguía reproduciendo una y otra vez el suave sonido de placer que había salido de esos suaves labios.

Se sentía culpable por sentirse algo acalorado por ello.


Al segundo día del celo de Obanai, Tomioka ya se había calmado y estaba preparando el desayuno para el pilar de la serpiente. 

Preparó unas gachas de avena para Obanai y un poco de arroz para él. No había dormido mucho y se sentía agotado, pero no era algo que no hubiera experimentado antes.

Comió antes de llevar la bandeja con comida a la habitación. Al abrir la puerta, se encontró con la mirada rojiza de Kaburamaru y luego vio cómo se deslizaba fuera de la habitación, probablemente para buscar algo de comer. Tomioka no estaba seguro de qué comía, pero seguramente él mismo iría a cazar su alimento, así que dejó la puerta shoji un poco abierta para que pudiera entrar.

Tomioka no había visto a Obanai desde que salió de la habitación, así que se sorprendió un poco al verlo dormido en el futón que Tomioka había preparado, pensó que habría vuelto a la comodidad del nido.

Estaba jadeando y sudaba bastante. Dejó la bandeja cerca del futón y tenía su temperatura, no se sorprendió al notar su fiebre elevada, pero para esa altura ya era normal. 

Observó su rostro con detenimiento y notó que tenía ojeras debajo de sus ojos, parecía cansado a pesar de que había dormido durante largos períodos.

—Obanai —el susodicho frunció el ceño entre sueños antes de abrir sus ojos con somnolencia. Miró a Tomioka y el pilar del agua observó cómo el sonrojo se profundizaba en su pálido rostro. Era tierno, pero no entendía qué lo desencadenó—. Preparé algo de comer para ti —el otro omega asintió y se sentó sobre el futón.

La manta volvió a deslizarse y está vez Tomioka dio un pequeño vistazo a su pecho, sus pezones estaban algo rojos y parecía haber almacenado un poco más de leche que la última vez, podía ver las líneas suaves de sus venas en la blanquecina piel ensanchada alrededor de sus pezones. Tomioka volvió a salivar, pero rápidamente desvío su mirada con vergüenza y tomó el cuenco con las gachas de avena antes de dárselo junto a una cuchara a Obanai.

El otro omega susurró algo parecido a "gracias", aunque Tomioka creyó haber escuchado mal. 

Cuando Obanai terminó, le dio la taza con agua y luego colocó los utensilios de nuevo en la bandeja.

Antes de que volviera a levantarse, sintió un suave tirón en la manga de su yukata que lo hizo detenerse y mirar a Obanai. El otro omega desvío un poco la mirada, pero Tomioka solo estaba esperando. Tal vez quería pedirle más comida.

—Ayúdame a… pasar mi celo —Tomioka abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Estás seguro de ello? —el otro omega lo miró y frunció el ceño.

—No lo volveré a repetir —entonces Tomioka se quedó en silencio durante un largo instante.

Estaba sopesando las opciones. En realidad, tal vez solo se tratara de Obanai siendo consumido por sus instintos, pero parecía bastante consciente como para pedirlo, así que Giyuu tomó una decisión.

—Está bien. Dejaré la bandeja y volveré —vio como los hombros de Obanai se relajaban y él asintió en silencio.

Tomioka tomó la bandeja y salió de la habitación sintiendo que sus orejas se enrojecían. Siempre había estado del lado receptor del celo, así que no estaba seguro de qué hacer, pero tenía memorial vívidas de sus experiencias y tal vez podría comenzar por ahí.

Limpió un poco y luego volvió a la habitación. Kaburamaru ya había vuelto y estaba de nuevo en el pequeño nido, mientras que Obanai seguía sentado sobre el futón, casi como si lo estuviera esperando. Cerró la puerta con el corazón en su garganta y se sentó sobre el tatami al lado de Obanai.

Él lo miró y Tomioka suspiró antes de pensar un poco lo que iba a decir.

—Me detendré si dices que algo te incomoda —Obanai parpadeó un poco antes de volver a asentir—. ¿Puedo besarte? —el otro omega desvío la mirada y vio cómo se sonrojaba, el propio Tomioka se sentía tímido.

—Está bien —susurró Obanai, aunque parecía vacilar. 

Sin embargo, Giyuu no perdió el tiempo. Tomó el mentón de Obanai entre sus dedos y lo obligó a mirarlo antes de inclinar un poco su rostro. Se miraron a los ojos y Tomioka entonces lo besó, al principio fue una simple presión de labios, pero después comenzó a mover sus labios sobre los de Obanai.

Eran suaves como lo había imaginado. Se movió lento al principio, luego sintió como Obanai suspiraba dentro del beso y decidió aprovechar la oportunidad para colar su lengua en su cálida boca.

Obanai jadeó de sorpresa y sus manos apretaron los antebrazos de Tomioka mientras su boca era tomada por la lengua del omega. Sus lenguas se encontraron cuando Obanai empezó a seguir el ritmo. 

El aroma a mancha volvió a filtrarse entre las paredes de las feromonas del omega en celo y a Tomioka le gustaba. Su mano bajó y empezó a acariciar la pendiente del cuello de Obanai, el omega se removió y gimió cuando volvió a frotar su pulgar contra su glándula hinchada. 

Tomioka se separó y miró con fascinación como Obanai dejaba salir suaves gemidos debido a la constante presión de su pulgar, había algo de saliva en la comisura de sus labios y miraba a Tomioka con una mirada entrecerrados por el placer.

Tomioka quería lamer su pálida piel, así que le quitó el resto de la manta provocando que soltará un pequeño quejido, aunque no pareció importarle mucho. Aún tenía su fundoshi, así que Tomioka se acercó a su cuerpo sin restricciones y lo sentó en su regazo a horcajadas.

Quitó el pulgar de su glándula y lo reemplazó con su lengua y labios. Obanai gimió un poco más fuerte y se estremeció sobre su regazo. Sus brazos rodearon el cuello de Tomioka, mientras Giyuu lamía y chupaba su glándula. El sabor dulzón se precipitó a su boca y no pudo evitar sentirse acalorado.

Sus manos sostuvieron con firmeza la cadera de Obanai y empezó a lamer largas rayas en el cuello de Obanai. El omega en su regazo jadeaba y gemía, además el aroma a mancha tenía la mente de Tomioka dando vueltas.

—Eres hermoso. Hueles tan bien —Tomioka no sabía qué repercusiones tendría los elogios en Obanai, pero lo descubrió cuando sintió como la tela de su yukata se humedecía donde Obanai se estremecía sobre su regazo.

Tomioka sintió que se le secaba la boca.

Sus labios bajaron hasta que pudo alcanzar uno de esos lindos pezones rosados en su boca. Lo presionó bajo su lengua antes de morderlo un poco, Obanai intentó mover su cadera para buscar la fricción que necesitaba y gimió. Sus manos apretaron la tela de la yukata y se quejó cuando no le permitieron moverse de su lugar.

Tomioka succionó el primer trago de leche y gimió alrededor del pezón antes de empezar a quitarle el fundoshi a Obanai. El omega jadeaba pesadamente y ayudó a Tomioka para dejarlo completamente desnudo.

—Ah~, ¡mierda! —dijo el omega en su regazo cuando Tomioka tomó su rojiza polla con una de sus manos mientras seguía succionando su leche y jugando con su pezón.

Pasó su pulgar por la punta babeante de su polla antes de empezar a mover su mano sobre su longitud. El omega movió sus caderas para encontrarse con los movimientos de Tomioka. 

Los gemidos de Obanai eran suaves y jadeantes, su cuerpo se estremecía cada vez que Tomioka apretaba su polla y pasaba su pulgar por la punta. Cuando terminó de tomar la leche de ese pecho, tomó un largo respiro antes de mirar a Obanai y relamerse los labios al notar que el pilar de la serpiente ya lo observaba.

Eso pareció hacer algo por él porque sintió como palpitaba contra su mano y se removía un poco más mientras escurría y humedecía la mano de Tomioka. 

Giyuu se sentía caliente, quería zambullirse en su aroma dulzón a mancha y morder su glándula, pero sabía que no podía, así que empezó a jugar con el otro pezón con su lengua. Lo lamió y lo mordió hasta que Obanai se arqueó y gimió como si no pudiera contener el placer que sentía.

Tomioka estaba ignorando lo duro que estaba, pero su cuerpo se estremeció de placer cuando sintió la suave mancha de Obanai traspasar la tela de su yukata y filtrarse en el interior de sus muslos. Estaba tan mojado y Tomioka sintió que palpitaba ante la sola idea.

Tragó el resto de la leche en su otro pecho antes de volver a separarse. 

Se sintió desconcertado cuando Obanai tomó su rostro entre sus manos antes de besarlo de nuevo. Sus lenguas se entrelazaron en la boca cálida del pilar de la serpiente. 

Giyuu sintió como su manos bajaban por su rostro, luego a su cuello y finalmente empezaban a quitarle la aprehensiva tela de la yukata del torso. Así que sin romper el beso, dejó de acariciar el miembro de Obanai y empezó a desvestirse, recibió un quejido de desaprobación que fue amortiguado por el beso, pero pareció distraerse cuando sus manos empezaron a alcanzar más de la piel expuesta de Giyuu.

Cuando estuvo totalmente desnudo. Obanai rompió el beso y miró su cuerpo antes de bajar su mirada, Tomioka se sonrojó mucho y Obanai también. Giyuu observó el lindo color rosáceo en las mejillas de Obanai antes de pasar su mano por el interior de su muslo, él se estremeció en respuesta.

Ambos se observaron en silencio mientras la mano de Tomioka seguía subiendo por la tersa piel hasta que encontró la fuente directa de la mancha que se escurría, vio a Obanai jadear y luego observó cómo sus ojos se entrecerraban de placer y gemía suavemente cuando Tomioka hundió un par de dedos entre sus pliegues hinchados y babeantes.

Giyuu colocó su otra mano en la cintura delgada y definida de Obanai para mantenerlo en su lugar, mientras sus dedos empezaban a deslizarse entre sus pliegues. Rozó su clítoris suavemente antes de jugar un poco con su entrada, su coño se apretó contra la nada y la mirada de Obanai de nubló mientras gemía y balanceaba su cadera para encontrarse con los movimientos lentos de los dedos de Tomioka.

—Ah~ Nhg… Tomioka —escuchar como lo llamaba hizo que su corazón se agitara. Su mirada seguía en los ojos entrecerrados de Obanai. 

La manera en la que movía su cadera para que los dedos de Tomioka presionará con insistencia su clítoris los hizo gemir, sus colmillos dolían por la necesidad de morder, así que comenzó a dejar la marca de sus dientes en la blanquecina piel del cuello del omega en su regazo, luego en sus pezones y en sus clavículas y hombros. Eso pareció estimularlo porque sus caderas se sacudieron y gimió mientras más mancha se filtraban entre sus piernas. Su miembro se agitaba y goteaba contra el abdomen de Tomioka, lo cual lo dejaba sin aliento.

El lubricante hizo más fácil el trabajo de meter sus dedos dentro del coño palpitante de Obanai. Él se arqueó y gimió, mientras su cuerpo se estremecía, Tomioka sintió un suave chorro de mancha escurriendo entre sus dedos y gimió por lo lascivo que era. 

Sus paredes se apretaron alrededor de sus dedos y Giyuu observó cómo Obanai jadeaba, habría creído que se había corrido, pero su polla solo seguía rezumando más líquido preseminal, en lugar de haberse corrido. Tomioka quería morderlo mucho más y eso hizo.

—Te ves bonito en mi regazo y me aprietas  tan bien —Obanai gimió y sintió como sufría espasmos alrededor de sus dedos. El pilar de la serpiente apoyó sus manos sobre los hombros de Tomioka antes de empezar a subir y bajar en los dedos de Giyuu, lo cual lo hizo jadear. Sus miradas volvieron a conectarse con una intensidad lujuriosa que tenía cautivado al pilar del agua—. Tienes unos lindos ojos, Iguro —el sonrojo se volvió más profundo en su rostro y parte de su pecho, entonces volvió a unir sus labios con los de Tomioka en un beso desenfrenado mientras seguía montando sus dedos.

Tomioka correspondió el beso y empezó a jugar con el clítoris de Obanai bajo el peso constante de su pulgar, así que los gemidos empezaron a ser más fuertes y su cuerpo se estremecía mientras seguía retorciéndose en su regazo.

Podía sentir a las uñas de Obanai clavarse en su espalda y arañarlo, pero eso quedaba en un segundo plano cuando podía verlo volverse un desastre bajo sus cuidados. 

—Mng~... más… ah~, mierda… Giyuu —Tomioka jadeó cuando lo escuchó gemir su nombre. Su cuerpo se sentía tan caliente como el de Obanai y sus propias feromonas respondían a las del omega en celo.

Iguro jadeaba contra su boca y a veces mordía su cuello mientras seguía escurriendo contra sus dedos y su polla se restregaba contra su abdomen. 

Tomioka no pudo evitar sentir que algo se cortó en su mente. 

Entonces, extrajo sus dedos del coño de Iguro y antes de que el otro omega pudiera quejarse por la pérdida, Tomioka guío su miembro hacia la entrada de Obanai antes de ayudar al omega en celo a sentarse lentamente hasta que tocó fondo dentro de él. Ambos jadearon y Obanai se abrazó a Tomioka mientras su cuerpo se estremecía y se apretaba alrededor de su polla.

Giyuu acarició el cuerpo definido de Obanai para lograr que se relajará, pues entendía que podía ser abrumador al principio. Pasó sus manos por sus costados, por su espalda cincelada y por sus piernas.

Obanai se movió un poco y gimió contra el cuello de Tomioka, lo cual le erizó la piel al pilar del agua—¡Nhg!.. tan lleno —Giyuu sintió la suave vibración en su pecho cuando Iguro ronroneó suavemente. 

En ese momento, se separó de su cuello y miró a Giyuu antes de levantarse solo un poco para dejarse caer, Tomioka gimió con el rostro sonrojado ante el sonido acuoso y lascivo que siguió junto a la embestida. Obanai estaba tan mojado que Tomioka sintió cómo algo de su mancha se escurría desde donde estaban unidos y se deslizaba hasta el propio coño húmedo de Giyuu.

El pilar del agua tomó con fuerza la cadera de Iguro y empezó a marcar un ritmo lento. Apretó su mandíbula con concentración y observó cómo Obanai se movía para encontrarse con sus embestidas a la mitad y hacer que fuera más intenso, más profundo.

Obanai gemía y jadeaba, su cuerpo sudaba y se estremecía con cada embestida en su coño. Tomioka gruñía y gemía antes de aumentar el ritmo. Tomó de nuevo con una de sus manos, la polla de Obanai y empezó a acariciarlo al ritmo de sus estocadas.

Iguro gritó de placer y volvió a besar a Tomioka como si fuera lo único que le gustará más que nada. Sus cuerpos estaban sincronizados, cuando la cadera de Tomioka subía, las de Obanai bajaban y ambos se encontraban a la mitad. Giyuu podía ver como su polla desaparecía en el interior cálido y apretado de Iguro. Una sensación de posesividad se instaló en su pecho, pero lo hizo a un lado, mientras se concentraba en el placer del omega en celo.

—Críame… ¡Mng!.. quiero tener a tus cachorros —el pilar del agua sabía que Obanai se arrepentiría mucho de decir eso después, pero no podía evitar sentirse halagado por ello.

Tomioka empezó a aumentar la velocidad hasta que el ritmo se volvió rudo y Obanai solo gritaba y pedía más. Su mano seguía acariciando el miembro de Obanai, mientras el omega lo montaba.

El sonido de piel contra piel era amortiguado por el sonido lascivo de la excitación. Tomioka mordió cada extensión disponible de su torso y su cuello y Obanai solo deseaba dejar marcas visibles en el cuello de Giyuu para que nadie tuviera dudas de lo que habían hecho.

Giyuu podía sentir un calor acumulándose en su ingle, pero la manera en la que Obanai temblaba le hizo saber que estaba cerca también, así que bajó su mano para empezar a acariciar con su pulgar, en círculos duros, el clítoris hinchado de Iguro. El omega gimió y se arqueó mientras se aferraba a Tomioka.

Su polla se sacudió y se derramó sobre el estómago de Giyuu, mientras que suaves chorros salieron de su coño e hizo un desastre desde el lugar en donde estaban unidos. Tomioka siguió embistiendo y acariciando el clítoris de Iguro, provocando que su orgasmo se prolongará entre suaves maullidos por la sobreestimulación. 

Tomioka se derramó poco después cuando el Iguro se apretó a su alrededor de una manera que lo dejó sin aliento y le hizo ver borroso por largos instantes. Sus movimientos cesaron y sus oídos podían captar el ronroneo de satisfacción que dejaba salir Iguro mientras se desplomaba contra el pecho de Tomioka.

Ambos jadeaban, pero Giyuu sostuvo cerca al flácido cuerpo de Iguro. Los acomodó a ambos para recostarse cómodamente en el futón y le dio una pequeña sonrisa al pilar de la serpiente, quién lo observaba en silencio, eso pareció sorprenderlo y luego lo vio sonrojarse un poco.

Tomioka creyó que era tierno.

Obanai no tardó mucho en dormirse después de eso, así que Tomioka aprovechó ese tiempo para buscar un agua y un pañuelo para limpiar el cuerpo de Iguro y después el suyo.

Luego se acostó con el omega debajo de la manta y se sintió cálido cuando él se acercó a Tomioka entre sueños para acurrucarse.

Era agradable.


Iguro estaba enojado. Odiaba tanto tener que volver a Tomioka cada semana y fingir que nada había sucedido. En realidad, fue Obanai el que decidió cortar el tema el día que su celo terminó, así que le dijo a Tomioka algo como “Vete a la mierda. No necesitamos hablar de nada”. 

Sabía que no había escogido bien sus palabras, pero se sentía tan avergonzado de todo lo que había sucedido. 

Recuerda lo que pasó, recuerda lo que dijo y tienen un maldito conflicto porque no se arrepiente, aunque debería sentirse siquiera culpable de haber tenido algún tipo de cercanía con otro omega e incluso dejar que esa fuera su primera experiencia.

Quería gruñirle a alguien o patear algo. 

Sin embargo, a pesar de ello tenía que volver a ver a Tomioka semanalmente porque aún tenía pocas cosas que aprender y controlar sobre sí mismo. Odiaba verlo, odiaba que fingiera que nada había sucedido, odiaba tener que usar bloqueadores de olor con regularidad porque cada vez que lo veía se mojaba.

Quería golpear su estúpida expresión aburrida, pero entonces recordaba cómo lo había mirado en su celo y aquella sonrisa que le dirigió, así que su determinación vacilaba.

Obanai se ponía nervioso cada vez que pensaba en que iría a verlo. Ahora no podía ni siquiera concentrarse en los almuerzos con Kanroji sin pensar en Tomioka. 

Todos los días volvía a su mente y se sentía sucio.

Algunas veces, simplemente dejaba de reprimirse y en su tiempo libre solo se tocaba pensando en Tomioka. ¡Nunca había hecho algo tan repulsivo!, pero recordaba sus toques, su mirada, la manera en la que lo embistió y lo mordió, y debía admitir que debía lavar su uniforme más veces de las que eran inimaginables.

Dormir con Tomioka el resto de su celo se sintió agradable y cómodo. Se sintió seguro e incluso durmió con regularidad, pero ahora no podía dormir más que un par de horas diarias y con suerte, dormiría otro par más.

Estaba exhausto como consecuencia, además de estar nervioso y apático. 

Tenía menos paciencia para idioteces.

Ese día habían tenido una reunión de pilares. Oyakata-sama habló sobre el retiro de Uzui luego de enfrentarse a la sexta creciente y los animó un poco cuando notó el ambiente. 

En realidad, lo más relevante era que Tomioka se iría a un misión con Rengoku, quién acababa de reincorporarse a la cofradía luego de la misión del tren infinito. Fue Tomioka quién salvó al pilar de la flama aquella noche, así que ahora parecían más cercanos e Iguro se sintió más irritado.

¿Por qué Kyojuro tenía que acercarse tanto a Tomioka? ¿Era necesario que intercambiarán lo que parecía ser una agradable charla? ¿¡Por qué carajo Kyojuro rodeaba los hombros de Tomioka con su brazo como si fueran amigos!?

Tomioka pareció susurrarle algo y Rengoku se carcajeó un poco antes de responder: “¡Lo siento, Tomioka, pero no te devolveré a tu Tsukugo!”, en realidad no lo dijo muy alto como para que el resto de pilares le tomará importancia, pero Obanai se había subido a un árbol cercano para escucharlos mejor.

En ese momento, casi gruñó cuando vio a Tomioka hacer lo que parecía un pequeño puchero. ¿Por qué carajos hacía esa expresión en presencia de Kyojuro? ¿¡Por qué Rengoku!?

El pilar de llama pareció notar el cambio en su expresión antes de reírse y darle algunas palmadas reconfortantes en la espalda, entonces Tomioka volvió a su expresión impasible y finalmente, ambos se fueron después de unas despedidas efusivas de Kyojuro, pues el viaje sería largo y debían llegar antes de que se perdieran más vidas.

Obanai ni siquiera sabía con certeza de qué mierda habían estado hablando, pero se sumió en la ira ciega al ver lo cercanos que parecían. ¿Era necesario que se acercará tanto a Tomioka?

Trató de no pensar en eso de nuevo. Entrenó para liberar su estrés, pero sabía era algo más que simple irritación. 

Estaba celoso.

Tomioka era suyo. Sus instintos estaban bastante seguros de ello.

Ni siquiera se atrevió a hacer un nido porque sabía que no se sentiría bien sin el aroma de Tomioka, así que durmió mal y eso lo dejó de peor humor.


Estaba en la finca de las mariposas, no por gusto, sino porque tenía que buscar más parches de olor porque debía usarlos a diario ahora que no confiaba en su propia capacidad de controlar sus feromonas, pues estaba de mal humor y odiaba tener que concentrarse en algo más que no fuera avivar su ira.

Gruñó y pisoteó cuando entró y también cuando estaba por salir, aunque intentó ser menos mordaz con Aoi.

Estaba a punto de salir cuando notó un haori peculiar que conocía bien, así que se detuvo y se quedó en un lugar donde no fuera visible.

Se asomó un poco para ver a Tomioka acercarse a Shinobu, que estaba sentada en la engawa que daba al exterior de la finca.

—¡Vaya! Tomioka-san pensaba ir a buscarte —¿para qué Kocho querría ver a Tomioka? Ella es una alfa, pero nunca ha tenido interés en alguien, así que Obanai se obligó a escuchar y no gruñir.

—Acabo de volver de la misión con Rengoku —Obanai puso sus ojos en blanco al oír la mención de Rengoku.

—Es bueno saber que no estás herido. ¿Vienes a hablar sobre tu próximo celo? —una vena se marcó en la frente de Obanai. Sabía que Tomioka había tenido algunas experiencias, pero ¿por qué Kocho preguntaba al respecto de su celo? ¿Acaso era alguno de esos alfas? Escuchó un chillido al otro lado del pasillo y notó como las tres niñas mariposas escapaban cuando lo vieron.

Tal vez las asustó con su aura llena de molestia e irritación.

Kaburamaru se enrolló un poco más a su cuello y miraba la situación con molestia.

—Sí —escuchó el tarareó de Kocho y Obanai se sintió tan molesto.

—Bien. Tengo algunos candidatos que podrían servirte para esta eliminatoria —Obanai se sintió más tranquilo al saber que no se trataba de Kocho, pero seguía siendo alguien más y lo odiaba.

Tomioka negó con su cabeza suavemente—Lo pasaré solo. Vine a decírtelo —escuchó la exclamación de Shinobu, pero su mente se quedó en silencio después de eso. Tomioka no iba a estar con nadie durante su celo.

Tomioka no quería a nadie.

—Espero que no hayas encontrado a alguien y no me hayas dicho, Tomioka-san —el omega parpadeó en silencio sin responder a las palabras de Shinobu.

—Lo siento. Me iré —entonces vio cómo el omega se iba y Kocho empezó a murmurar cosas que Obanai no entendió.

Un plan se estaba trazando en su mente. 

No pensaba dejar a Tomioka solo en su celo. Obanai quería estar cerca de él. 

Quería hundirse en su aroma y estar a su lado.

Nunca se había interesado en el celo o la rutina de nadie. Se había sentido curioso por la rutina de Kanroji, pero incluso entonces se sentía muy avergonzado como para siquiera pensar en ello. Sin embargo, ahora no sentía timidez cuando se trataba de Tomioka.

Era suyo y quería ayudarlo.


Obanai no estaba seguro de cuánto tiempo quedaba antes del celo de Tomioka, pero empezó a dejar mantas suaves en la engawa exterior de la finca del pilar del agua.

Las había comprado en la ciudad cercana antes de cada patrulla nocturna, eran artículos que se hacían especialmente para el uso de omegas, así que tomó algunas y las envolvió en lindos pañuelos antes de dejarlas.

Sabía que Tomioka anidaria durante su celo, así que también empezó a dejar cajas de bento en la engawa para que Tomioka comiera después de cada patrulla nocturna. 

Se sentía un poco patético escabulléndose en la finca de otro pilar, pero sentía una extraña satisfacción cuando volvía al día siguiente y lo que había dejado ya no estaba a la vista.

Dejó algunas semillas para el cuervo de Tomioka. Sabía que tenían una relación estrecha, así que le gustaba dejar semillas porque sabía que Giyuu lo apreciaría. 

Las sesiones con Tomioka habían tomado una pausa cuando se fue a aquella misión con Rengoku, así que se suponía que esa semana volverían a retomar sus encuentros, sin embargo la tarde  anterior, mientras estaba entrenando en su finca, un Kanzaburo algo perdido dejó una carta para él de parte de Tomioka.

Esa noche tendría que ir a patrullar y quería desgastar algunas energías porque se sentía nervioso por volver a ver a Tomioka. 

Leyó la carta y se encontró algo decepcionado cuando Tomioka decidió posponer su reunión. No dio una explicación, pero Obanai podría suponer de qué se trataba. Por lo que, sus nervios volvieron y su estómago se hundió en un nudo de expectación.

Hizo su patrulla nocturna como de costumbre. 

Su mente se distrajo un poco del pilar del agua. Hubo algunos demonios de los que se encargó, pero no eran muchos y terriblemente débiles, así que su patrulla terminó sin ningún rasguño.

El sol estaba apareciendo por el horizonte mientras Iguro caminaba hacia la finca del pilar del agua. Kaburamaru se enrollaba un poco en su cuello porque podía sentir los nervios crecientes de Obanai. 

¿Era posible que Tomioka lo rechazara? La idea se instaló entre más se acercaba y lo llevó a una espiral de temor que no había experimentado en mucho tiempo.

Tal vez a Giyuu no le gusta Obanai de la misma manera. Incluso Iguro debería sentirse enfermo porque le gusta otro omega, pero no hay nada parecido a ello entre el remolino de sentimientos que juegan en su estómago. 

No le importaba que Tomioka sea otro omega, quizás se sienta un poco tranquilo de que lo sea porque no es tan dominante o asfixiante como algunos alfas. 

Se escabulló dentro de la finca y miró alrededor sintiéndose cada vez más ansioso, estaba a punto de darse la vuelta porque se había convencido de que Tomioka no quería su ayuda.

Sin embargo, el aroma de la brisa marina se coló con intensidad en su nariz. Obanai sintió que se le erizaba la piel, pero sus pies empezaron a moverse por sí solos. 

Siguió el aroma de Tomioka hasta que encontró una habitación con la puerta shoji cerrada. Vaciló y se quedó un instante sopesando sus opciones frente a la puerta.

El aroma de Tomioka era bastante suave e intenso, incluso podía percibir sus feromonas e Iguro sintió la necesidad de entrar, así que eso hizo.

Cuando abrió la puerta lo primero que llamó su atención fue el nido cuidadosamente construido en la habitación. Era un poco más grande y usaba todas las mantas que Obanai había dejado, se sintió inexplicablemente complacido hasta el punto de querer ronronear, pero eso era un claro "no" para el pilar de la serpiente.

Lo segundo que le llamó la atención fue la cantidad de feromonas, se sentía abrumado y al mismo tiempo se sonrojó por lo bien que olía.

Cerró la puerta detrás de él y se acercó al nido. Tomioka estaba durmiendo adentro, jadeaba y sudaba un poco, pero no parecía sentirse mal ni febril. Tenía solo el kosode sobre su cuerpo y una manta. Iguro notó sus mejillas sonrojadas, su glándula hinchada y la manera en la que su cabello se pegaba a su frente.

Iguro tomó una manta pequeña del armario e hizo un nido pequeño para Kaburamaru como lo había hecho Tomioka en su celo.

Su serpiente se arrastró sobre la superficie del tatami y se acurrucó en el nido pequeño e improvisado. Obanai acarició sus escamas antes de empezar a desvestirse. Solo se quedó con su camisa y pantalón interior. 

Dudó un poco antes de quitarse la venda que cubría la parte inferior de su rostro. Dobló todo meticulosamente y lo dejó a un lado sobre el tatami.

Se adentró en el nido con cautela y se metió debajo de la manta. Se acercó al cuerpo cálido de Tomioka temiendo que se despertará y simplemente se quedó a su lado. No tenía la suficiente desvergüenza como para tocarlo, así que solo lo miró en silencio mientras dormía y luego cerró sus ojos también.

Su plan no era dormir, pero se sentía reconfortante estar al lado de Tomioka luego de algún tiempo y después de una patrulla nocturna su cuerpo necesitaba descansar.

Cuando se despertó se encontró casi sobre el cuerpo de Tomioka. Su cabeza descansaba debajo de su cuello y parte de su pecho estaba sobre el del pilar del agua, mientras sus piernas se entrelazaban. Aún estaba algo somnoliento, así que cuando registró las suaves caricias en su cuero cabelludo solo pudo ronronear y cerrar sus ojos. 

Sin embargo, cuando se puso al día se sonrojó terriblemente y su rostro ardió. El aroma de Tomioka lo envolvía y se sentía como masilla bajo sus dedos.

—¿Por qué acaricias mi cabello? —no quería sonar mordaz, simplemente se sentía mortificado, pero Tomioka no detuvo sus movimientos.

—Parecías incómodo —Obanai resopló, pero no dijo nada y siguió disfrutando en silencio del toque de Tomioka.

Obanai sabía que había un elefante en la habitación y era su presencia en la finca de Tomioka. Tal vez no necesitaba explicarse, pero quería decir por qué estaba ahí.

—Voy a ayudarte en tu… celo —susurró la última parte con vergüenza, aún no se atrevía a ver a Tomioka a los ojos, así que se quedó donde estaba.

Los dedos sobre su cuero cabelludo no se detuvieron, así que intentó relajarse.

—Gracias, Iguro —el pilar de la serpiente bufó para restarle importancia y desviar la atención al sonrojo que se coló a su rostro.

Obanai escuchó el latido del corazón de Tomioka y también escuchó el suave susurro de su respiración. Las caricias en su cabello se detuvieron y casi se quejó de no ser porque aún tenía dignidad y había notado que Tomioka se había quedado dormido, así que Obanai también cerró sus ojos para volver a dormir.

Sin embargo, no esperaba despertar sintiendo besos y mordidas en su cuello. Se sentía envuelto en la bruma de las feromonas de Tomioka, sus manos estaban ansiosas y se sintió avergonzado al sentir lo rápido que se puso duro y se mojó.

Su coño latía cuando Tomioka empezó a desvestirlo, no era suave como lo fue durante su celo, sino que parecía ansioso por marcar más de la piel de Iguro y eso hacía que se sonrojara. Sus labios se encontraron una y otra vez.

Se besaron cuando Iguro empezó a desvestir a Tomioka, también se besaron cuando Tomioka jugó con su coño y su polla, Iguro era un desastre, pero le gustaba. Finalmente, se besaron una y otra vez cuando Giyuu decidió entrar y hacer un desastre de su coño con su polla, Obanai no sabía cuánto lo había necesitado hasta ese momento, mientras se retorcía bajo el cuidado del otro pilar.

Tomioka lo llamó suyo una y otra vez, le susurraba cumplidos al oído, hablaba sobre lo mucho que lo deseaba y le gustaba e Iguro simplemente ladeó la cabeza para darle acceso a su glándula y demostrarle su disposición. 

Obanai quería que lo marcará, quería ser de Giyuu, quería seguir gimiendo su nombre cada vez que lo hicieran, anhelaba tener a su cachorros, quería seguir sintiendo las caricias de Tomioka incondicionalmente y deseaba tanto volver a ver esas expresiones suaves y sonrientes en su rostro dirigidas a él. Quería que él fuera suyo tanto como Iguro quería ser de Tomioka porque le gustaba el pilar del agua, aunque no lo diría en voz alta.

Giyuu lo hacía sentir amado como Iguro creyó que nunca merecería.

Finalmente, Tomioka lo marcó y Obanai lo enlazó de vuelta. De alguna manera, se sintió complacido y reconfortado bajo la bruma del nuevo vínculo que habían creado juntos.

Tal vez era algo que debía suceder desde el principio y Obanai lo estaba disfrutando secretamente.