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Reinventando el destino.

Summary:

Kohaku es consciente de que su padre ahora sabe que está en contacto con el extraño hombre que conoció en el bosque. Tal vez fue ingenuo de su parte pensar que Kokuyo cambiaría de opinión y recibiría a Senku con los brazos abiertos simplemente por haberle salvado la vida. Si bien el chico parece en ocasiones una pequeña escoria aprovechada, en el fondo ella sabe que hay algo bueno en él.
¿Cómo tomaría Kokuyo la noticia de que su hija está ayudando y viéndose a escondidas con el hombre al que le ha prohibido tajantemente acercarse?

Notes:

Dr. Stone no me pertenece, es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

—¡No voy a dejarla morir! —a pesar de la abismal diferencia de altura y complexión, Kohaku es la única en la aldea (además de Ruri, por supuesto) que puede hacer frente a Kokuyo sin temer a las consecuencias por retar y desobedecer al actual líder.

Su determinación y el amor hacia su hermana impulsan su temeraria actitud, y en el fondo no es como si no supiera que su padre jamás les haría daño intencionalmente, ya que, de hecho, sería el mismo Kokuyo quien tomaría represalias contra cualquiera que se atreviera a poner una sola mano en sus hijas.

—Kohaku… —el hombre si bien entiende (en parte) la actitud de su hija, no es algo con lo que esté dispuesto a lidiar ni a discutir nuevamente en ese momento—. Tu hermana no sobrevivirá al terrible castigo que los dioses han puesto sobre ella, y lo sabes —incluso él lo sabe, una terrible verdad que con pesar en su corazón ha llegado a aceptar—. Es por eso que aceptaste ocupar su lugar como la sacerdotisa de la aldea.

—No soy un reemplazo de Ruri-nee, padre —Kohaku no accedió por resignación al cargo que originalmente (y por derecho de nacimiento) le pertenecía a su hermana, sino que lo hizo como un acto de apoyo hacia una ya muy enfermiza Ruri—. Ocuparé su cargo como sacerdotisa hasta que ella mejore… hasta que encuentre una cura para su malestar.

Ese es el objetivo y la promesa que Kohaku ha hecho a su hermana desde el momento en el que supo de su maldita enfermedad, enfermedad que se ha agravado con los años hasta el punto de dejarla prácticamente postrada y encerrada. 

Y ahora después de años, Kohaku al fin tiene una pequeña esperanza que no dejará pasar. Aún si eso significa ir en contra de su padre y de su título como tal.

—¡Ya basta Kohaku! —la poca paciencia del hombre se ha agotado y en ese breve lapso de desesperación, su tono de voz se eleva más de lo normal, alterado por la actitud pendenciera de quién se supone será la sucesora del cargo más importante para su pueblo—. La gran batalla comenzará en un par de días, te casarás con el que resulte ganador y entregaré mi puesto al nuevo líder. —su tono es inflexible al respecto, después de todo, esa es la sagrada traición de la línea de sucesión y una ley absoluta en la aldea, transmitida por sus antepasados.

Nada puede cambiar.

Y Kokuyo hará hasta lo imposible para que Kohaku no intervenga como sabe que lo hará, y es por eso que ha prohibido tajantemente su participación o cualquier intervención que ella tenga planeado el día del evento.

—Y también… —el líder aún no ha terminado, aún hay algo que quiere dejarle muy en claro a su rebelde hija menor—. Magma me informó que te vio hablando con ese extraño forastero ¿Sigues en contacto con él? —el semblante de Kokuyo se arruga ante la sola idea de que Kohaku tenga la osadía de desobedecer aún más sus reglas y se acerque a un potencial peligro para la aldea—. Conoces las reglas Kohaku, te prohíbo que te acerques a ese forastero, incluso si Chrome lo conoce o si este hombre te salvó la vida… no le debemos ningún tipo de gratitud y no puede poner un pie en la aldea, no es bienvenido aquí.

Kohaku promete darle su merecido a Magma apenas se presente la oportunidad (que espera sea pronto), y es consciente de que su padre ahora sabe que está en contacto con el extraño hombre que conoció cuándo éste la salvó en el bosque. Tal vez fue ingenuo de su parte pensar que Kokuyo cambiaría de opinión y recibiría a Senku con los brazos abiertos simplemente por evitar que el árbol que su misterioso atacante (al que ahora conocía como Tsukasa) la aplastara. Si bien el chico parece en ocasiones una pequeña escoria aprovechada, en el fondo Kohaku sabe que hay algo bueno en él.

Y, de hecho, en ese momento y después de saber más sobre él y del conocimiento al que llama “ciencia”, Senku se ha convertido en ese rayo de esperanza que necesita y no dejará pasar esta oportunidad.

Además, ella sabe quién es él realmente y si el plan “A” no tiene los resultados que espera, entonces ese pequeño secreto será su carta bajo la manga para poder salvar a Ruri sin que su padre se oponga.

—No sé de qué estás hablando, padre. Magma no es más que un bocón que quiere a toda costa ganar tu favor —Aunque es verdad, Kohaku decide hacerse la desentendida y también sisear una queja hacia el molesto sujeto que no persigue más que el puesto de Kokuyo ¡Ja! Como si ella fuese a permitírselo—. Cree que con eso asegurará el título en la batalla. —la sola idea es preocupante en todo caso, pues de todos los participantes de ese año, Magma es el que se perfila a una contundente victoria si ella no logra intervenir.

Bueno, no del todo. La descabellada idea de Senku para obtener el último ingrediente que necesita para el “remedio” milagroso de Ruri es la única opción que tienen. El autoproclamado “Reino Científico” tiene un par de ases bajo la manga después de todo y Kohaku ha estado participando muy activamente en los entrenamientos de Kinro y Ginro. Las escapadas nocturnas y la falta de sueño valdrán la pena, ella está segura de eso y confía en que Senku cumplirá su palabra… Ella cree en él.

—Es casi una victoria asegurada —Kokuyo lo sabe o al menos es lo que augura para el resultado de los enfrentamientos, esta vez sin la intervención de Kohaku como los años anteriores—. Y sea cual sea el resultado, te casarás sin objeción con el ganador de la gran batalla. Es mi última palabra. —le deja en claro.

Sin dar tiempo a réplica alguna, Kokuyo le envía una última mirada de advertencia a su hija antes de salir de la choza que sirve como estancia sagrada para quien ocupe el cargo de sacerdotisa y líder.

Jasper, quién se ha mantenido al margen de toda esa discusión luego de informarle a Kokuyo sobre la solicitud de su presencia en la arena de combate para ultimar los preparativos del evento, simplemente se hace a un lado para permitir que su líder salga con paso contundente y enojado hacia el área solicitada.

Y una vez que Kokuyo está lo suficientemente lejos, procede a enviarle a Kohaku una cartera mirada de reprobación.

—Si tu padre se entera que te escabulles todas las noches fuera de la aldea y que estás ayudando al extraño forastero… esto no terminará bien, Kohaku —y es aún peor ya que él es su cómplice directo, no sólo está mintiéndole a Kokuyo sino también a Turquoise—. En algo debo darle la razón al líder, no sabemos si las intenciones de ese sujeto son buenas o malas.

—¿Crees que confiaría en él si fuese un potencial peligro? Puede ser una pequeña escoria a veces, pero Senku es la única esperanza que tengo ahora y yo creo en él y en su “ciencia”. —no hay vacilación o duda en su voz. Las acciones del chico le han dejado en claro la clase de persona que es y en el fondo, ella admira y respeta su determinación.

Sin embargo, a diferencia de Kohaku, Ginro y Kinro e incluso Chrome, Jasper no sabe más sobre el sujeto que lo que Kohaku le ha contado, no puede desestimar el instinto de Kohaku sobre la fiabilidad del forastero ya que ella parece confiar ciegamente en él… aunque tampoco puede estar del todo seguro si esa confianza se debe a artimañas del extraño para engatusar a la chica… ¿En un enamoramiento tal vez? Aprovechándose de eso para sacar ventaja y obtener acceso a la aldea.

No puede descartar esa idea, no del todo.

 —Aun así, Kohaku… —Jasper insiste, no se trata simplemente de su pellejo el que está en juego sino también el de Kohaku en sí.

No está seguro de cómo Kokuyo pueda tomar la noticia de que su hija está ayudando y viéndose a escondidas con el hombre al que le ha prohibido tajantemente acercarse.  

—Todo esto terminará pronto Jasper… por favor, todo esto es por Ruri —dejando esa fachada dura e imperturbable, Kohaku lo mira nuevamente, esta vez con un notorio brillo de súplica en su semblante—. No puedo permitir que muera si puedo hacer algo para evitarlo, ya he perdido a mi madre, no quiero perderla también a ella.

Y ante esas palabras Jasper no tiene defensas ni el corazón para decirle que no.

 


—No vas a tener oportunidad alguna, Senku. —Kohaku es sincera al respecto, sopesando la noticia de la tontería que ha hecho Ginro al inscribir al debilucho chico a la gran batalla.

El sonido de los insectos corta parcialmente el silencio que se ha formado en el ambiente, la parcial oscuridad que se disipa por los generosos halos de luz de la luna en esa noche despejada ayuda a Kohaku a descifrar el brillo de diversión en la mirada de Senku. ¿Qué es tan divertido? ¿Acaso no es consciente de la paliza que le espera si decide participar? Él no es precisamente el epítome de la fuerza y destreza, e incluso Chrome parece en mejor forma y eso ya es decir mucho.  

—Nunca dije que tengo que ganar un enfrentamiento ¿O sí, Leona? —cruzándose de brazos en una pose relativamente burlona que raya en una pequeña y mal disimulada arrogancia, Senku se aparraga sobre la corteza del enorme árbol en el que han decidido mantener esa improvisada charla—. Bastará con agotar al contrincante o darle ventaja a alguno de nuestros compañeros, hasta que sea el turno de Kinro de patearle el trasero a Magma y ganar esa contienda.

Esa es la idea o al menos la ruta más efectiva según los planes de Senku y del equipo en general: despejar el camino para Kinro.

—Sea como sea, tu fuerza de pulga no es de gran ayuda —Kohaku trata de ocultar la desesperación que siente en su interior, no sólo por el hecho de que Senku termine como papilla en alguno de los combates sino también porque una vez que ponga un pie en la aldea él descubrirá su pequeño secreto—. Y nada garantiza que te dejen entrar a la aldea.

—Al parecer las leyes en cuanto a la gran batalla contienen una pequeña inconsistencia, nada determina que los candidatos, o en este caso los aspirantes al título, tengan que pertenecer exclusivamente a la aldea. Los requisitos son simples… puede participar cualquiera que sea mayor de 14 años y que no esté casado, bien, cumplo con ambas condiciones —con un simple encogimiento de hombros, Senku desestima la premisa—. Además, el viejo que se encarga de las inscripciones no puso objeción alguna.

¿Qué? ¿Qué pretende Jasper con todo eso? Él no le ha mencionado nada de ese pequeño detalle, de hecho, Kohaku se enteró cuando Ginro soltó la noticia en su pequeño momento de desfachatez y burla… Ginro siendo Ginro.

—Eso no… —la mente de Kohaku trata de formular otra excusa, pero en ese momento nada parece realmente plausible.

—¿Acaso estás preocupada por mí, Leona? —la mirada del científico se ensancha con burla y ligera picardía hacia la chica, no puede evitarlo y mucho menos desaprovechar esta pequeña oportunidad para molestarla.

Después de todo, los entrenamientos, así como la recolección de materiales y el proceso de fabricación de la penicilina han acortado considerablemente el tiempo de convivencia entre ambos y en el fondo, Senku extraña ver en el rostro de la guerrera ese ligero rubor de lo que él considera (o se dice a sí mismo) es molestia, o ese ceño fruncido acompañado de un puchero en sus labios ¿No es adorable? Una leona enojada… pero es algo que no piensa exteriorizar ahora y menos a ella. Con el tiempo… quizá.

—¡Ja! ¿Quién se preocuparía por una escoria como tú? —asumiendo una pose fingidamente indignada, Kohaku iguala la mirada de Senku.

Oh, entonces es así como quiere jugar, bien, él está dispuesto a aceptar el reto.

Deslizándose fuera de su cómodo respaldo, Senku se aleja del árbol para acercarse a Kohaku e invadir descaradamente su espacio personal.

—Eres una pésima mentirosa, Kohaku.

Inconscientemente su presencia la hace retroceder un par de pasos, acorralándola hacia el árbol. Sería tan fácil para ella simplemente apartarlo con un empujón, pero no lo hace, Kohaku reconoce con pesar que hay “algo” en la presencia de Senku que la pone nerviosa y despierta ciertas emociones que nunca antes había experimentado. No puede ignorar los latidos de su acelerado corazón ante su cercanía y su descaro. A sus ojos y tal como alguna vez le dijo, ella lo considera atractivo, pero no se trata simplemente de su apariencia física lo que aprecia en Senku.

Su determinación, el amor y dedicación hacia la ciencia, así como el deseo incansable de seguir paso a paso el camino hacia lo que cree… eso es lo que realmente le atrae de él.

Y es algo que mantendrá con ella por el momento. Ambos tienen objetivos qué cumplir y no pueden perder el tiempo en cosas sin sentido… quizá ignorar esa tensión y ligera atracción entre ambos sea lo mejor.

Entonces basta un inofensivo golpe al costado de Senku para hacerlo retroceder. Tras un intercambio más de quejas y burlas, Senku se retira al laboratorio para seguir con el pequeño plan B que podría darles una insignificante ventaja más en la batalla.

Y una vez en soledad, Kohaku trata inútilmente de apaciguar su inquieto y absurdo corazón.

—¿Hasta cuándo pensabas ocultarle la verdad? —la voz de Chrome la sobresalta, el autoproclamado “cienticero malote” al fin sale de su improvisado escondite.

No es intencional, Chrome estaba en una de las ramas de ese árbol mucho antes de que Kohaku y Senku llegaran, el hecho de que escuchara su extraña conversión y posterior… lo que sea que pasara entre ambos, fue un completo accidente. Pero no puede seguir ignorando al elefante en la habitación, con el hecho de que Senku desconoce sobre la verdadera identidad de Kohaku.

—No lo suficiente al parecer. —ella se lamenta.

No es que no confíe lo suficiente en Senku, es sólo que ¿Qué? ¿Cuál es la excusa para ocultarle la verdad? Kohaku no puede explicarlo del todo.

—Eso no importa, de todas maneras, mañana se va a enterar y sabrá que todos le mentimos… podrás ser una hermana admirable, pero eres una pésima amiga, Kohaku —no lo dice en serio, y Chrome se lo hace saber con el tono burlón de sus palabras—. Senku podría sentirse usado.

Quizá esa es la justificación más lógica en la omisión de su secreto, pero ese no es ni por asomo la verdad absoluta, pues para ella, Senku no es simplemente una herramienta conveniente. Poco a poco se ha convertido en un valioso amigo y alguien importante en su vida.

—Se lo voy a compensar, lo prometo.

—Más te vale, gorila.

La única respuesta que recibe Chrome es el dolor punzante de un certero puñetazo en la cabeza ante semejante y ofensivo apodo. Entre viejos amigos, no hay títulos de por medio después de todo.

 


Eso tiene que ser una jodida broma. O al menos es lo que quiere pensar Senku en el momento en el que se entera de la verdad, todo este tiempo ha tenido su boleto de entrada a la aldea justo frente a sus narices. Se siente un poco estúpido por no darse cuenta antes, pero también ligeramente indignado por el secreto que Kohaku nunca le reveló ¿Por qué? Se supone que están juntos en toda esa aventura, que eran aliados.

Senku puede sentir la persistente y enojada mirada del actual líder por su presencia, con una rápida mirada de soslayo, el joven científico comprueba que, en efecto, Kokuyo parece más que enojado. Y no es de sorprender ¿Quién hubiera esperado que el extraño forastero se presentara como un candidato más para el puesto de jefe?

Oh, y es en ese momento que él cae en cuenta de otro ínfimo detalle, que el fin último de esa competencia tiene como propósito obtener el derecho de gobernar y guiar a los habitantes de esa aldea al obtener la mano de la sacerdotisa… en pocas palabras, la llave al poder es el matrimonio.

Kohaku (quien ahora sabe que es la sacerdotisa) tiene que casarse con el ganador. Ante la sola idea, algo que Senku no puede catalogar más que como un “extraño e ilógico” malestar se instala en su interior. Se niega a reconocer lo que sea que causa esa sensación, pero sabe que está ahí y que no se irá con facilidad, pero por el momento decide que es mejor ignorarlo y concentrarse en su propósito original.

—Kukuku, esta sí que ha sido una verdadera e inesperada sorpresa. —lejos de algún tipo de reclamo, lo único que Senku puede expresar es una tensa diversión. No quiere ni se permite aparentar nada más que eso.

Pero la culpa es visible en Kohaku, quien sin detenerse a pensar un segundo más, decide esclarecer las cosas de una vez por todas. Las palabras que Chrome le dijo la noche anterior aún resuenan en su mente, él tiene razón, Senku necesita saber la verdad o al menos parte de ésta. Sin decir una palabra más, Kohaku toma a Senku del brazo y se lo lleva casi a rastras hacia un lugar apartado de la arena, por supuesto, los murmullos de los presentes y los gritos de Kokuyo no se hacen esperar, pero ella los ignora sin más.

Esto es importante.

—No puedo decirte mucho por ahora, Senku, pero prometo que te contaré toda la verdad cuando la gran batalla termine. —Es una promesa y Kohaku sabe que dicha verdad no solamente lo beneficia a él si los planes salen mal, sino también a ella.

—¿El hecho de que seas la sacerdotisa apenas es la punta del iceberg, Leona? Y pensar que podríamos haber obtenido esos barriles de alcohol sin problemas.

Él no parece realmente enojado, pero con el tiempo Kohaku ha aprendido a ver más allá de esa pequeña fachada imperturbable del chico. Más bien parece ligeramente indignado.

—¡Ja! No es tan fácil como crees, después de todo, mi padre es quien sigue siendo la máxima autoridad por el momento e incluso para mí, sería imposible conseguir el alcohol. —ella no miente, Kokuyo es quien tiene la ultima palabra—. Pero eso cambiará pronto, si ninguno de nuestros amigos logra derrotar a Magma, entonces tengo otro plan que podría ayudarnos.

—Acaso ¿Vas a participar en la gran batalla? —se supone que es una broma, pero la sola idea de Kohaku enfrentando a Magma es irónica. Kohaku definitivamente encajaría perfecto como una especie de “princesa rebelde”, demasiado cliché, pero interesante—. ¿Vas a pelear por tu propia mano? Kukuku, ¿Sabes? Me recuerdas a cierto personaje de una de las películas de Disney.

La comparación tal vez es absurda pero no menos graciosa.

—¿De las qué? —hay ocasiones en las que ella no puede comprender el humor extraño de Senku, y esta es una de esas.

—Olvídalo —es obvio que Kohaku no puede comprender del todo de lo que está hablando—. Como sea, tu título no cambia nada y debemos ganar esa batalla. Eras nuestra mejor carta después de Kinro, pero el entrenamiento que les has dado a ese par de idiotas debe bastar… tendremos todo el alcohol que queramos cuando él derrote a Magma. Y también —de repente, una siniestra sonrisa se extiende en el semblante de Senku—, el control de la aldea y un montón de mano de obra con el nuevo líder… todos nos beneficiamos, tu hermana recibirá la penicilina, yo obtendré mano de obra y tú… —le da una rápida mirada, cayendo en cuenta de nuevo en esa extraña sensación.

Y ella comprende lo que él trata de decir.

—Este título es temporal, Ruri será de nuevo la sacerdotisa cuando se recupere. —y ella espera con todo el corazón que eso suceda.

El semblante de Senku se vuelve serio y casi inescrutable ante las palabras de Kohaku, pues si bien le ha prometido que hará todo lo posible por salvar a su hermana y él confía plenamente en la ciencia para cumplir con su objetivo, también sabe que hay cosas que están fuera de su alcance y depende de la condición misma de Ruri. Con la carente información sobre la naturaleza de la enfermedad que aqueja a la chica y la falta de un equipo moderno que pueda darles pruebas y pistas certeras, en realidad la probabilidad de éxito se encuentra limitada a un 50% o 60% en el mejor de los casos.

No hay nada escrito aún y Senku lo sabe.

—Kohaku la penicilina… —aunque no está de más recordarle aquello a Kohaku.

—No —pero ella lo interrumpe al adivinar sus intenciones—. Senku, yo creo en ti, y con el tiempo que hemos compartido también me has enseñado a creer en lo que tú llamas “ciencia”.

No hay nada más que decir y una simple mirada basta para ambos.

 


El resultado de la batalla es… inesperado. Esa es la mejor manera de poder describir la sucesión de acontecimientos.

“Y sea cual sea el resultado, te casarás sin objeción con el ganador de la gran batalla. Es mi última palabra.” El recuerdo de esas palabras resuena fuerte y claro en la mente de Kokuyo mientras Jasper hace el gran anuncio.

—El ganador que se convertirá en el nuevo jefe y el marido de la sacerdotisa es… el campeón de este enfrentamiento ¡Senku! —la voz de Jasper, aunque firme, no encaja con su semblante que no refleja más que incredulidad… al igual que el del resto de los presentes.

Los murmullos entonces sólo se incrementan.

Como los demás, Senku parece despertar del shock inicial y volver a concentrarse, esta vez, sin saber qué hacer. No se supone que las cosas resultaran de esta manera y fue un error no haber contemplado una situación como esta dentro de los planes, pero, honestamente este escenario o situación jamás fue una opción o se le pasó por la mente.

¿Qué se supone que deben hacer ahora? Mira a su alrededor, todos parecen tan confundidos como Senku… incluso Kohaku, quien no puede apartar la mirada de él, cuestionando silenciosamente ¿Qué demonios pasó para llegar a esa situación?

Definitivamente la suerte nunca ha estado de su lado… o tal vez, en esta ocasión, sí.

Una idea rápida pasa por la mente de Senku, tal vez esto es una oportunidad que debe tomar. Sí, es problemático, pero ¿Qué más opciones tiene?

—Sólo tengo que casarme con Kohaku y tendré la aldea ¿No es verdad? —más que una cuestión para Jasper o Kokuyo (o cualquiera en general), se trata de una pregunta para sí mismo, considerando la única opción que se le ofrece ahora en bandeja de plata.

Es perfecto, mucho mejor que tener a alguien más en el puesto de líder y Ginro ha sido el ejemplo perfecto de lo que puede pasar en tal caso. Aunque no conoce del todo a Kinro y a pesar de su apego a las reglas y a la rectitud, Senku no puede arriesgarse a perder su oportunidad con la aldea. Las personas también son un recurso valioso después de todo.

Al menos esa es la excusa que se repite una y otra vez para justificar lo que está a punto de hacer.

Con paso decidido se acerca a Kohaku, ignorando por completo la mirada horrorizada y furiosa del actual ex líder.

—Bien… lo haré. —él sostiene su mirada acompañada de una descarada sonrisa que no deja lugar a dudas de sus palabras.

Esa simple declaración deja sin palabras a Kohaku, y la cercanía de Senku, invadiendo su espacio personal como ya le resulta costumbre no ayuda en nada a calmar su corazón. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué rayos se supone que está haciendo? No lo sabe y tampoco está segura lo que él está tramando.

—¡Eso jamás! No aceptaré que un extraño… ¡Un forastero se convierta en líder! —de todos los presentes, naturalmente es Kokuyo el primero en intervenir para tratar de detener ese “error”.

Al demonio su postura inicial sobre el ganador, no puede permitir que el forastero salido de quien sabe dónde y quien sabe con qué intenciones tenga el control de la aldea y a su hija.

—¿Quién dijo eso? ah miren… pero si es el ex líder —el tono de Senku es enteramente burlón y fingidamente despectivo para molestar al hombre, no tiene la intención de dejarse intimidar por el anciano—. Me importa una mierda si aceptas o no, anciano. —su meñique hurga en el interior de su oreja para aparentar aún más indiferencia.

Lo que funciona, ya que ese gesto y sus palabras encienden la molestia de Kokuyo. Y también, un nuevo barullo de comentarios de los aldeanos sobre quién es ahora el legítimo jefe; en el fondo, Turquoise es la que se encarga de apaciguar el dilema y la confusión de su gente, asegurando que Kokuyo sigue siendo el único y legítimo líder de la aldea.

—Como sea, gané la gran batalla y ahora soy el esposo de la sacerdotisa —dándole completamente la espalda a Kokuyo y tras una breve mirada hacia Kohaku como para dejarle en claro ese asunto, voltea hacia los que ahora son su gente para dar su primer anuncio—. Entonces ¡Traigan el alcohol! —su semblante no refleja más que desquiciada expectación.

—¿Por qué tienes que ser tan directo? —Kohaku se queja ante la maleducada petición de su ahora ¿Esposo?

—Necesitamos ese alcohol, Leona —Senku le susurra cuando se acerca a ella—. No hay tiempo para ser educados en esta situación.

Tal vez, pero Kohaku reconoce que ese descaro y tosquedad están en su naturaleza. Y aunque odie admitirlo, forma parte de su peculiar “encanto”.

Un par de hombres que al parecer ahora reconocen a Senku como el actual líder de la aldea, se acercan a él con enormes vasijas de barro llenas de sake, depositando algunas en el suelo para comenzar con lo que se supone es la celebración del matrimonio.

—Tenemos algunos inservibles por aquí —vocifera uno de los hombres, con una mueca en su rostro debido al olor que emana del recipiente—. Se han convertido en vinagre.

Y justo antes de que el sujeto decida deshacerse de la carga de litros de vinagre, Senku corre hacia él para impedirlo. Para ellos quizá es inservible pero no para él.

—¡No los tires, también los necesito! —Senku se aferra a las vasijas con renovada felicidad y entusiasmo, incluso olfateando el aroma tan característico del vinagre como si de una loción se tratara.

Todo es útil para la ciencia después de todo.

Kohaku está a punto de soltar un sarcástico comentario por su extraña actitud, pero cualquier palabra muere en su boca cuando el sonido de la feroz tos de Ruri llena el ambiente y pone en alerta a los presentes. Mira en dirección a su hermana (quien insistió estar presente en el evento a pesar de su condición) encontrándola encorvada y tratando de calmar su pequeño ataque para recuperar el aliento, su excelente visión también le da a Kohaku un panorama preocupante… las manos de Ruri se encuentran manchadas con sangre.

—¡Ruri!

Kohaku, Kokuyo, Chrome e incluso Jasper y Turquoise gritan al mismo tiempo, corriendo hacia ella. Tras unos momentos de angustia, el estado de Ruri parece más estable y le pide a Turquoise acompañarla al interior para poder cambiarse; descartando la ayuda de los demás, la mujer y Ruri se retiran de la arena dejando nuevamente ese ambiente tenso.

—Kohaku… —Senku llama su atención cuando se acerca a ella, tras la conmoción anterior, cualquier rastro de entusiasmo se ha esfumado, dejando evidente seriedad en su semblante.

Sabiendo que el espectáculo ha terminado y que no les queda suficiente tiempo para terminar el medicamento ahora que tienen lo que les hacía falta, lo mejor es regresar al laboratorio. Regresarán por el maltrecho Chrome luego, lo primordial es llevarse el alcohol y el vinagre. Y Kohaku parece comprenderlo a la perfección.

Él le tiende la mano en señal de que es momento de irse y Kohaku la toma sin dudar un segundo, el cargamento de vinagre y alcohol corren a cargo de Kinro y Ginro, quienes ya se han adelantado durante la conmoción de la ex sacerdotisa. Están a punto de marcharse cuando uno de los hombres de la aldea se acerca y les bloquea el paso.

—Sé que están ansiosos por el ritual de consumación, pero primero debemos iniciar con la ceremonia de matrimonio. No pueden irse, pasaremos toda la noche bebiendo.

¿Ritual de consumación? ¿Ceremonia de matrimonio? ¿Qué demonios? Senku no tiene tiempo para esas tonterías (sea lo que sean) y ¿Beber toda la noche? Deben estar bromeando. Por encima del hombro mira a Kohaku, quien parece entender a la perfección a lo que el hombre se refiere, claro, después de todo, se trata de sus primitivas tradiciones. Pero ahora es lo que menos importa.

—Ah ¿De verdad? —cuestiona con evidente aburrimiento, mirando más allá del hombre y notando que ni Kinro, Gen, Ginro, Kaseki o Suika están a la vista… sólo los están retrasando—. Eso es una molestia.

—Es parte de nuestras tradiciones. —insiste el hombre.

Piensa Senku, piensa…

—Se supone que el nuevo jefe y la sacerdotisa deben convivir con su pueblo toda la noche y celebrar su unión ante los dioses. —Kohaku le aclara a Senku en un tenue susurro para que sólo él sea capaz de escucharla.

Por el momento es lo único que desea comunicarle y lo que debe saber, ella se guarda con vergüenza el tema sobre el ritual de consumación. Kohaku no necesita hablar de ese tema con Senku y espera que él no se atreva a preguntarle.

—Yo creo que no —le devuelve el susurro a Kohaku antes de volverse nuevamente al sujeto—. Beban todo lo que quieran, nosotros nos vamos… tenemos mucho qué hacer esta noche.

Ante tal declaración, el hombre parece más que incómodo y ¿avergonzado? sin saber qué decir o hacer. Kohaku no está en mejor estado que él y eso se nota en sus mejillas que arden de vergüenza por la descarada y errónea afirmación de Senku. ¡Eso podría malinterpretarse!

Entonces, aprovechando la pequeña e incómoda conmoción del momento, Senku se abre paso junto con Kohaku hacia el puente colgante para salir de ahí y alcanzar al resto.

De nueva cuenta algo impide su apresurada huida. De lo único que es consciente Senku es que ha perdido el cálido contacto de la mano de Kohaku con la suya.

—¡Suéltame, padre! —la voz de Kohaku resuena en el aire cuando se libera del agarre que su padre tiene sobre su hombro.

—No voy a dejar que ese hombre se quede con el título de jefe y no te irás con él. —la expresión de Kokuyo es amenazante y no hay vacilación en su tono, trata de sostener a Kohaku nuevamente, pero ella se desliza de su agarre con facilidad. El hombre debe admitir con implícito orgullo que su hija es una guerrera admirable.

—¡Ja! ¿Entonces piensas romper tu palabra, padre? —Kohaku lo mira desafiante, echándole en cara su conveniente declaración de días atrás—. “Y sea cual sea el resultado, te casarás sin objeción con el ganador de la gran batalla. Es mi última palabra.” Eso fue lo que dijiste, no puedes echarte para atrás ahora sólo porque Senku ganó… él es el nuevo jefe de la aldea y también mi esposo… el ganó justamente, gracias a su ingenio. —y a mucha suerte. Razona Kohaku en su mente pero se lo guarda para sí misma.

Si su padre es demasiado obstinado entonces ella lo será aún más.

—¿Qué clase de líder no cumple su palabra? —más que para su padre, Kohaku levanta la voz para que los presentes puedan escuchar muy bien su declaración, esperando que con eso Kokuyo reflexione o al menos sienta un poco de vergüenza por su repentina actitud.

Lo que al parecer funciona cuando los aldeanos comienzan a cuchichear a sus espaldas.

—Kohaku no seas imprudente… él no puede… no podemos dejar la aldea a cargo de un extraño.

—Senku no es un extraño, padre. Y puedo asegurarte que él tiene aún más derecho que tú a liderar a nuestra gente —no es simple desafío, las palabras de Kohaku son sinceras y sin malicia alguna para demeritar el título de su padre—. Te explicaré todo luego… te lo prometo.

Sin esperar respuesta alguna de su padre, Kohaku le da una última mirada al hombre para después tomar la mano de Senku y huir con él. Un nuevo barullo de murmullos no se hace esperar.

 


—¡Todo es culpa de tu brujería venenosa! Ruri está muriendo… —el enojo y la frustración hacen de las suyas, Kokuyo no está dispuesto a perdonar a Senku en esta ocasión.

Senku apenas es consciente de las acciones de Kokuyo hasta que Kohaku detiene el golpe que estaba dirigido hacia él.

—No se trata de ningún tipo de brujería, papá —Kohaku es capaz de soportar la fuerza del impacto y nota cómo su padre se horroriza cuando se da cuenta de que es ella quien ha recibido el golpe, por lo que rápidamente retrocede—. Se llama “Ciencia”, y es el fruto nacido de la inteligencia humana. ¡Creo en la ciencia y en Senku!

—¡Oye! nosotros también. —Chrome se une a Kohaku, hablando por él mismo y sus amigos, quienes han acompañado y se han unido a la causa de Senku.

Incluso Kaseki, afirmando también su cambio de parecer al unirse al pequeño equipo científico.

Kinro, Ginro… incluso Jasper secundan la moción.

—Pero ese polvo blanco… Ruri no ha hecho más que empeorar desde que comenzó a tomarlo. —al menos recientemente, pero aún así Kokuyo no puede pasar eso por alto.

Los ataques de Ruri se han vuelto constantes e incluso más violentos que antes.

Adivinando las conjeturas erróneas de la situación, Senku procede a explicarle a Kokuyo la verdadera naturaleza de la enfermedad que aqueja a Ruri, descartando por completo aquel primitivo pensamiento sobre una especie de maldición. Neumonía, una enfermedad con la que afortunadamente podían lidiar.

Reacio al principio, Kokuyo se niega a escuchar razones, pero hay algo en la diatriba de Senku que llama su atención… el hecho de que Ruri alcanzara una esperanza de vida relativamente alta para alguien en su condición, todo gracias a los baños de aguas termales que Kohaku constantemente acarreaba para su hermana.

Todo ese tiempo…

—¿Ella mejorará? —Kokuyo no quiere tener una falsa esperanza.

—Se curará si sigue tomando la sulfonamida. —Ese es el mejor pronóstico que puede ofrecer Senku.

 


—Todos presten atención —Kokuyo ha convocado a la aldea para un importante anuncio tras la mejora de Ruri, es el momento de cumplir con su palabra—. ¡A partir de ahora, este hombre, Senku…! —se lo debe y ahora lo hará apropiadamente—. Con mi reconocimiento y no sólo por el matrimonio con mi hija ¡Es el nuevo jefe de la aldea Ishigami!

Hay un estallido de vítores entre la multitud, sin embargo, todo enmudece alrededor de Senku debido a la reciente revelación. “Ishigami” la aldea se llama… no… ¿Cómo puede ser eso? Llamarse como su apellido… el apellido de su padre.

Notando su conmoción, Kohaku decide que es momento de contarle toda la verdad y revelar el pequeño secreto que ha cargado consigo desde que lo conoció. A su lado, Ruri la alienta y le deja en claro de que a pesar de que ella también sabe sobre esa verdad, le concierne a Kohaku hablar con él sobre eso… después de todo, ante las leyes de la aldea y a pesar de que Ruri ha recuperado su antiguo título como sacerdotisa, Kohaku y Senku aún son esposos (ya que ninguno ha pedido la disolución de ese matrimonio con el ex jefe).

Bien, ha llegado el momento.

—Senku… —Kohaku llama la atención de ambos mientras se acerca a su padre y al científico.

—Kohaku ¿Qué…? —él trata de entender qué está pasando, y tiene la vaga idea de una explicación lógica pero aún así no puede llegar a comprender del todo y a unir todas las piezas del rompecabezas.

—Ishigami Senku, ese es tu nombre ¿No es así? —si tan sólo pudiera capturar ese momento, la impresión en el rostro de Senku dura apenas una fracción de segundos antes de volver a adoptar ese semblante imperturbable—. Lo he sabido desde el momento en el que te conocí… pero quería estar segura de que en realidad eras tú. Prometí que te contaría la verdad cuando la gran batalla terminara y llegó el momento.

Pero no ahí, no frente a todo el mundo pues esto le concierne únicamente a Senku. Kohaku le pide a él y al resto (Kokuyo, Ruri, Chrome y Suika) ir a la choza del jefe para poder charlar en privado.

—Desde que te encontré, o, mejor dicho, desde que supe sobre esta aldea siempre me he preguntado… si todas las personas en la tierra se convirtieron en piedra ese día, entonces ¿Quién creó la aldea? —en esta ocasión es Senku quien da pie al inicio de la conversación con esa duda que día tras día ha ocupado su mente, uno de los misterios que ansiaba resolver—. Ruri y tú, o la mayoría de los habitantes de esta aldea parecen tener rasgos extranjeros. Ahora tengo la pieza del rompecabezas que me faltaba…  así que sólo suéltalo, Leona.

“Tan delicado como siempre”, piensa Kohaku, pero por el momento decide ignorar el molesto apodo y continuar. A pesar de lo calmado que pueda parecer, ella sabe que Senku está impaciente por saber toda la verdad.

—Esperen —Chrome se apresura a interrumpir, ganándose una mala mirada de Kohaku, pero ignorándola de todos modos—. Entonces ¿Sabías sobre Senku? Eso no tiene sentido. Y en todo caso ¿Por qué no dijiste nada? —definitivamente esa también ha sido una enorme sorpresa para Chrome.

—Senku aparece como parte de las cien historias. Ruri me las transmitió, así como mi madre se las transmitió a ella. —Kohaku las recuerda con claridad, así como las noches en vela escuchando cada una de ellas junto al catre de Ruri mientras la cuidaba.

—Pensé que las cien historias eran sólo leyendas o cuentos infantiles… como Momotaro. 

—En realidad parecen más bien historias distorsionadas con significados crípticos. —o al menos esa fue la primera impresión de Senku, llegando a la conclusión de que quien quiera que transmitió esas historias, tenía un objetivo en claro, la de transmitir sucesos o información a las siguientes generaciones mediante narraciones sencillas, pero con un significado oculto.

—Tampoco puedo entenderlas del todo —Kohaku es sincera al respecto, incluso para ella existen varias historias con un aparente sin sentido—. Aunque, no fue hasta que conocí a Senku que comprendí la última… Ishigami Senku, así se llama la historia número 100. Una historia muy linda pero también admirable e intensa sobre un niño y su incansable determinación y amor por lo que él llamaba “ciencia”.

Entonces ese es el origen del gran misterio. Cada palabra de la historia de Kohaku no hizo sino esclarecer aún más el panorama y corroborar sus sospechas: Byakuya. A pesar de todo, del maldito tiempo y de la maldita tragedia, el viejo se encargó de construir ese camino y dejarle aliados para su futura travesía. Su propio legado para ayudarlo a enfrentar las adversidades.

—Entonces, el origen del rayo que convirtió en piedra a todos los humanos hace miles de años todavía es un misterio —Chrome es el primero en hablar una vez que Kohaku termina de contar la historia, recapitulando todo lo que ha escuchado en esas cuatro horas—. El padre de Senku y los demás se salvaron porque estaban en el cielo…

—En el espacio, tonto. —Senku se apresura a corregirle.

—Sí, sí… el cielo —pero es inútil y Chrome prosigue—. Todos en la aldea Ishigami somos descendientes de ese grupo de personas que sobrevivieron hace miles de años… —y de repente él parece caer en cuenta de algo, entonces la sorpresa es inminente—. Eso quiere decir que nosotros —los mira a todos—. Somos familiares de Senku… incluso… —su mirada se detiene en Kohaku—. Esto si que es muy malote, y no me refiero en el buen sentido. Senku es como tu tátara, tátara, tátara, tátara, tátara, tátara, tátara, tátara…

—Entendemos el punto, sólo detente Chrome —Kohaku parece ligeramente avergonzada con las conclusiones e insinuación de su amigo, pero en su defensa ella planea anular ese matrimonio cuanto antes, nadie hubiera podido imaginar en su sano juicio que Senku pudiera ganar la gran batalla después de todo—. Ese es un asunto que resolveremos pronto.

Ante la sola insinuación y adivinando las intenciones de Kohaku, Senku desea dejar las cosas en claro a todos y especialmente a esa leona.

—Kukuku, Byakuya y yo no compartimos relación sanguínea y solo figuro en el árbol genealógico —su mirada se estrecha en Kohaku con perspicacia—. Además, aún si fuera el caso, después de tantas generaciones ya no podríamos considerarnos parientes. —una sonrisa de medio lado se patenta en los labios de Senku, transmitiéndole así a Kohaku la diversión por su equivocada conclusión.

Él espera que ella sepa leer entre líneas su silenciosa objeción.

 


Aún hay una última cosa que Kohaku debe revelarle a Senku y esta vez ninguno de los demás está presente, ella les ha pedido que se unan a la celebración que su padre ha organizado para darle la bienvenida a Senku como el nuevo jefe de la aldea.

Será duro, pero es algo que Senku necesita saber.

—Este es el cementerio de la aldea —ella lo guía hacia una de las tumbas, la única que está en la cima de un montículo, apartada de las demás—. Se dice que aquí se encuentran las tumbas de los fundadores. —como una muestra de respeto, Kohaku deja sobre la pequeña y desgastada tumba, un ramillete de flores silvestres y una inaudible oración.

—Si es el caso, entonces no debe quedar más que huesos o polvo en este lugar. —parece un comentario sarcástico, pero Senku sólo trata de ocultar su verdadero sentir.

Y Kohaku puede confirmar aquello cuando voltea en su dirección y se percata del vacío en su mirada, ella puede reconocerlo, el sufrimiento silencioso por un ser amado al que jamás volverá a ver.

—Estaré un rato por aquí antes de volver, Leona. —él está dándole la espalda.

—De acuerdo, me adelantaré a la aldea.

El corazón de Kohaku se contrae y lo único que quiere es calmar ese dolor con palabras de aliento, pero sabe que es inútil y que Senku necesita un momento a solas para poner en orden sus pensamientos y sentimientos reprimidos. Puede hacerlo, darle su espacio.

Aunque ese lado impulsivo en Kohaku gana la silenciosa contienda en sus emociones, y antes de retirarse de vuelta a la aldea, se acerca a Senku desde atrás para envolverlo en un rápido abrazo por la espalda. Él no corresponde y ella no espera que lo haga, sus gestos y su relación no se basan en los aspectos físicos, pero cuando lo hacen, supone algo significativo que tiene más peso que las palabras en sí.

El abrazo dura lo suficiente y Kohaku se marcha.

Entonces en la soledad y a expensas de la abrumadora realidad, Ishigami Senku deja salir su dolor, el dolor de su pérdida. Efímeras lágrimas nublan su vista y recorren sus mejillas, por el momento es lo único que puede permitirse al recordar a ese maravilloso hombre al que no puede llamar o ver de otra manera más que como su verdadero padre, aún si no existen lazos sanguíneos de por medio.

—Estaría perdido sin tus “recuerdos científicos”, viejo —Senku suelta para nadie en específico, recuperándose del quiebre anterior—. Estoy agradecido de recibirlos miles de años después. —inconscientemente, recuerda el cálido abrazo de Kohaku.

Sí, definitivamente está muy agradecido con el legado y los aliados que le ha dejado su padre.

.

.

.

Fin.


~Extra. ~

Con la Medusa en su poder y el Perseo reparado casi en su totalidad, el regreso a casa es inminente, sin embargo, para Senku, todavía queda un asunto importante del cual encargarse.

—Es nuestra enemiga, deberíamos romper su estatua y arrojarla de nuevo al mar. —Magma sugiere, totalmente listo para poner su plan en acción antes de que Gen lo detenga.

—Estaba bajo el engaño de Ibara, idiota —Senku se acerca a la estatua para inspeccionar que ninguna pieza haga falta. En sus manos sostiene lo que indudablemente es una botella de líquido despetrificador—. Además, todavía la necesitamos.

—¿Estás seguro que es una buena idea regresarla a la vida? ¿Qué pasa si intenta atacarnos? —Amaryllis inquiere, no del todo segura de cómo pueda reaccionar la guerrera en esta situación. Admite que Senku tiene razón sobre el engaño de Ibara, pero no conoce del todo la verdadera naturaleza de esta mujer.

—Para eso están Magma y el grandulón.

Tanto Taiju como Magma asienten en afirmación, listos para lo que venga.

—Aun así, no creo que sea una buena idea… —sobre advertencia no hay engaño, razona Amaryllis.

—Kirisame es la única que puede saber dónde están las estatuas de Kohaku-chan y de Ginro-chan. —de los presentes, Gen es el único que parece leer las verdaderas intenciones de Senku e internamente no puede dejar de reconocer que su líder deja ver más de lo que cree.

Bueno, para nadie de la aldea debe ser un secreto.

—Entonces fue por eso que Senku me encargó la búsqueda de la estatua de Kirisame. —Taiju comprende ahora la razón tras la insistencia de su amigo con su pequeño encargo.

Amaryllis parece genuinamente sorprendida al igual que Taiju, Gen y Francois no tanto.

—La búsqueda será más eficiente si nos dice dónde están los restos de las estatuas, necesitamos partir de regreso a la aldea cuanto antes. —Senku se justifica de la manera más lógica y creíble posible.

Aunque sabe que hay un par ahí que no se tragan del todo sus excusas.

—Por supuesto… además no creo que nuestro querido líder tenga el corazón tan frio e insensible para dejar a su amada esposa en esta isla —Gen nunca desaprovechará los preciados momentos que se le presenten para molestar a su amigo y esta es una de ellas—. No importa si eres el actual líder Senku-chan, tu querido suegro igual podría hacerte pedacitos si regresas sin su querida hija.

—Cierra la boca, mentalista. —Ishigami le envía una mala mirada a Gen.

Pero ya es demasiado tarde.

—¿Eres el esposo de Kohaku? —Amaryllis no puede creer que lo acaba de escuchar, durante el tiempo que ha convivido con ellos no se dio cuenta de ese importante detalle. Aunque, claro, tampoco era ciega para no notar esa pequeña atracción entre ambos, aunque jamás imaginó algo como lo que Gen afirmó—. Pero… incluso enviaste a Kohaku como una de las concubinas al palacio de Ibara.

¿Un esposo haría tal cosa? Incluso el hombre de la aldea hizo hasta lo imposible para que Ibara no se llevara a su mujer, Senku por otro lado, la había ofrecido en bandeja de plata a ese loco pervertido. Bien, aunque Amaryllis tampoco puede ignorar o pasar por alto la manera en la que él reaccionó cuando se enteró de que Kohaku había sido petrificada (aún si trató de aparentar calma y posterior indiferencia). Definitivamente él es un hombre muy raro.

Oh, y el detalle de Kirisame… bien, ella le dará el beneficio de la duda por ahora.  

—También ibas a enviarme como una concubina —Senku devuelve la acusación a Amaryllis al recordar todo el alboroto con la búsqueda de candidatas para la misión—. Kohaku era la opción más viable y aún si me hubiera negado, esa leona testaruda no me habría escuchado.

Sí bueno, Senku tiene un buen punto. Admite Amaryllis.

El estrepitoso grito de Taiju no se hace esperar después de procesar la revelación.  

—¡Senkuuuuuuuuuuuu! ¿Cómo que Kohaku y tú están casados? ¿Cuándo pasó eso? ¿Cuándo tuviste tiempo para casarte? —cada pregunta es aun más ruidosa que la anterior, pero es imposible para Taiju controlar los decibeles de su voz cuando está tan atónito con la noticia que él hasta el momento ignoraba.

Si, bueno, no es como si hubiese vivido en la aldea desde hace mucho tiempo, pero aún así, ¿Cómo no se había enterado?

Pregunta tras pregunta, acusación tras acusación. Sí, es por esto que Senku y Kohaku normalmente omitían el detalle de su matrimonio.

—Kohaku era la sacerdotisa de nuestra aldea, Senku obtuvo su mano y se casó con ella cuando él gano la gran batalla… de hecho, en parte fue así como le arrebató a Kokuyo el título de jefe. —Chrome explica sin más, recordando esa caótica batalla.

Quizá nadie podría olvidarla, después de todo, ha sido la más controversial de toda la aldea, incluso más que aquella cuando Kohaku le pateó el trasero a Magma.

—Si Chrome-chan no se hubiera desmayado en la pelea final ¿Quién sabe? Tal vez el esposo de Kohaku-chan sería otro —de nueva cuenta Gen no puede evitar molestar a su amigo—. Aunque dudo que Senku-chan lo permitiera. —por el rabillo del ojo observa al científico, quien se limita a soltar un audible bufido y rodar los ojos.

—Yo le habría pedido el divorcio a Kohaku después de cinco minutos.

A Chrome todavía le cuesta entender cómo es que funciona esa extraña relación entre Senku y Kohaku, pero no quiere saberlo… algunas cosas es mejor ignorarlas.

—Cierren la boca, par de tontos —Senku medio sisea a Gen y Chrome cuando comienza a perder la paciencia—. Todavía tenemos trabajo qué hacer.

No se trata de una simple excusa para desviar el tema de conversación de su vida privada (bueno tal vez en parte sí), el Perseo, la aldea, Soyuz… la lista de pendientes antes de su partida aún es extensa y el tiempo se agota.

Oh, y por supuesto… odia admitirlo, pero al menos Gen tiene razón en una cosa, no se irá de esa isla sin Kohaku.

 


“No es ese tipo de abrazo”.

No, no lo es… no se trata de simple agradecimiento. Kohaku no puede expresar con palabras la alegría de tener a Senku frente a ella de nuevo, sano y salvo.

Pero no se necesitan palabras. Una mirada y la tranquilidad de estar cerca del otro, esos son los pequeños pero significativos detalles que marcan la diferencia en su inusitada relación.

Compañeros… amigos… amantes… no hay una simple definición y no la necesitan.

Notes:

N/A:
Hace algún tiempo que tenía la idea de este shot dando vueltas por mi cabeza y bueno, con algo de tiempo debido a circunstancias ajenas, al fin pude terminar de escribir este one-shot. La idea nació de un meme XD en plan “¿qué hubiese pasado si Senku nunca se hubiera divorciado de la sacerdotisa? Y ¿si esa sacerdotisa fuese Kohaku?” … quizá no tiene mucho sentido, pero esto es un intento de “what if?” y weno :3

Disculpen por las posibles faltas de ortografía o redacción que esto pueda tener uwu

Ya saben que los comentarios ayudan un montón y siempre son bienvenidos :3
En fin, hasta la próxima!! n.n)/