Work Text:
Harry observaba el papel con el número de teléfono que tenía en sus manos.
Era el número de teléfono de tía Petunia que Dudley le había dado cuando quedaron para comer.
Menuda casualidad que ambos frecuentaran el mismo parque con sus familias y que sus dos hijas se hubieran hecho amigas del alma.
— ¿Qué vas a hacer? — le preguntó Ginny.
— No lo sé.
— Si le has pedido el número de teléfono, es por algo. — le sonrió su esposa.
— Sí, es sólo que… no es lo mismo pedirle el número de tía Petunia a Dudley que estar delante del teléfono con esto delante. ¿Y si sigue siendo la misma que siempre?
— Entiendo cómo te sientes. Pero si Dudley te ha dicho que ella ama a sus nietos magos, quizás su visión de la magia ha cambiado. O puede que no. No lo sabremos hasta que no la llames.
— Sí.
— Tampoco pierdes nada. No es que fuera una buena tutora legal ni una buena tía cuando se hizo cargo de ti. Si te dice algo malo, hace años que no hablas con ella, tiras el papel con su número a la papelera y sigues con tu vida. Si te habla bien, puedes empezar una nueva etapa en tu relación con ella donde os llevareis bien. Sólo puedes ganar y no tienes nada que perder.
— Gracias, Ginny. No sé qué haría sin ti.
Harry le dio un beso casto en los labios y marcó el número.
— ¿Diga?
— Hola, tía Petunia. — respondió Harry con voz tímida.
— ¿Harry? — exclamó su tía con sorpresa.
— Sí, soy yo.
— ¿Cómo sabes mi número?
A Harry la pregunta le molestó un poco. ¿Esas eran las primeras palabras que le dirigía su tía tras años sin verse? Pero vio que su tono no era de desprecio, sino de sorpresa. Claro, la había llamado al número de teléfono de su nueva casa y ella no se lo dio. Entendía que su tía quisiera saber cómo había obtenido su número.
— Dudley me lo dio. Nos encontramos en el parque con nuestros hijos.
— ¡Ah! ¡¿También eres padre?! ¿Estás casado? — preguntó ella feliz.
— Sí.
— ¿De qué trabajas?
— Soy auror. Policía de mi mundo. — aclaró ante el silencio de su tía. La imaginaba con el ceño fruncido preguntándose el significado de esa palabra.
— Harry, ¿Dudley te ha dado mi dirección?
— Sí.
— ¿Sería mucha molestia si os pasarais por aquí este fin de semana? Te diría de quedar en Londres, pero por mi nueva situación… me cuesta mucho ir a otra ciudad. — susurró esto último.
— Tranquila, tía Petunia. Dudley me contó todo lo que ocurrió. — le contestó Harry tras el shock inicial ante la propuesta de su tía. Debía responder rápido. — Claro que iremos.
— Genial, os estaré esperando… Harry… ¿de verdad Dudley te lo contó todo?
— Sí, tía Petunia. Ya sé que vas en silla de ruedas.
Oyó un suspiro de alivio al otro lado del teléfono.
— Tengo ganas de conocer a tu familia. ¿También son…?
— ¿Magos? — terminó Harry la pregunta. — Sí, los cuatro. De hecho, Ginny iba un curso por debajo del mío en Hogwarts.
— Tienes tres hijos… igual que Dudders. — sonrió ella.
Se oyó un timbre al otro lado del teléfono.
— Lo siento, Harry. Tengo que contestar. ¿Nos vemos el sábado?
— Sí, tía Petunia.
Ambos colgaron.
— ¿Qué tal ha ido? — preguntó Ginny.
— Muy bien. Más de lo que esperaba. Sabe que nuestros hijos y tú sois magos. Parece no importarle. Y, si tú quieres, podemos ir a visitarla este sábado…
— ¿Tú quieres ir?
— Ya le he dicho que sí. Tengo curiosidad de verla. Parecía muy feliz de tener noticias de mí.
— Bien. Entonces, ya tenemos plan para el sábado. ¡Niños! — gritó.
Un torbellino con el pelo naranja y dos con el pelo azabache entraron corriendo en el salón.
— ¿Cuántas veces os hemos dicho que no entréis en el salón corriendo? ¡Podéis chocar con algo o romper algo! — los regañó Harry.
— Lo sentimos. — se disculparon los tres. Pero de nada serviría. Dentro de cinco minutos estarían corriendo igual.
— Niños, como ya sabéis, el padre de Benjamin, Kenneth y Edelweiss es el primo de papá y su abuela es la hermana de la abuela Lily. Papá la ha llamado para que podamos visitarla este sábado. ¿Os parece bien? — les explicó Ginny.
— ¡Sí!
— Hay algo más. La abuela de Benjamin, Kenneth y Edelweiss, mi tía Petunia, va en silla de ruedas. — empezó a explicar Harry con cautela.
— Sí, Edelweiss me lo contó. Su abuela antes caminaba, pero su marido la empujó porque Benjamin y Kenneth empezaron a hacer magia como la hermana de su abuela, la abuela Lily, y el abuelo de Eddy la culpó, la empujó y cayó por las escaleras. Y a partir de ahí, la abuela de Eddy ya no pudo caminar nunca más.
Harry y Ginny se quedaron completamente pálidos.
— Sí, así es como pasó. Por eso no quiero que os sorprendáis o hagáis preguntas cuando veáis a la tía Petunia en silla de ruedas.
— Papá, que ya somos mayores, ya lo sabemos. — respondió James.
— Sí, ya no somos críos. — masculló Albus.
Ginny rio.
…..
El sábado, Harry fue en coche al pueblo donde vivía la tía Petunia.
A Harry y a Ginny les gustaba usar el coche. Así podían disfrutar del trayecto y del viaje. Y les era útil cuando iban por el mundo muggle. Ya usaban el trasladador, la aparición o la red flu para moverse por el mundo mágico.
Además, a los niños les mareaba usar la aparición conjunta y a ellos tampoco les gustaba mucho ese método de viaje.
Después de aparcar el coche, los Potter se dirigieron a casa de Petunia.
Reconocieron el nombre de Petunia Dursley en la verja. Llamaron al timbre y les abrieron. Cruzaron el jardín y Harry llamó al timbre.
Cuando Petunia abrió, Harry tuvo que bajar la vista. No estaba acostumbrado a mirar a su tía desde abajo. Cuando cumplió los diecisiete años, era más alto que ella por unos centímetros, pero no necesitaba bajar la vista para verla a la cara. Ahora ella estaba sentada en una silla de ruedas de forma permanente. Su tía tuvo que echar el cuello hacia atrás para mirarle.
— Hola, tía Petunia.
Petunia salió de su ensimismamiento. Se había quedado mirando a su sobrino. Era muy parecido a su padre salvo los ojos.
— Hola, hola. Pasad.
Petunia movió su silla hacia atrás para dejar pasar a sus invitados.
Harry y su familia entraron y Petunia los guio al salón.
— Iré a preparar un poco de té. — dijo Petunia y se dirigió a la cocina.
Harry vio las fotos que había encima de la chimenea.
Fotos de Dudley de niño y a lo largo de las diferentes etapas de su vida, como la secundaria, la universidad, su graduación como abogado, su boda con Fiona y los dos primeros embarazos de la pareja. El embarazo de Edelweiss fue tan complicado que no hubo tiempo para fotografías. También había fotos de los hermanos Dursley a lo largo de su vida y de Dudley y Fiona como padres. Ninguna de Vernon.
En un momento se quedó sin respiración, cuando vio fotos de su tía de niña con su familia. Harry pocas veces había visto fotos de su madre de niña… se quedó mirándola… en esas fotografías era más pequeña que en los recuerdos del Profesor Snape y las fotografías que ella le había enseñado. También salía con una mujer pelirroja y ojos marrones al lado y un hombre con el pelo castaño y ojos verdes.
Sus abuelos.
— ¿Estás bien, Harry? — Ginny le puso la mano en el hombro.
— Sí, es sólo… que no había visto estas fotos de mi madre tan pequeña.
Ginny apoyó su cara en el hombro de su esposo.
— Pues, está es tu oportunidad. — le animó.
Harry también se fijó en que la tía Petunia salía en una fotografía con unas niñas. Las tres llevaban un uniforme escolar. Supuso que serían sus amigas de la infancia.
— ¡Papá, mira! ¡Mira, un piano! — gritaron los niños.
— Niños, estad quietos. Es de mala educación chillar y señalar los objetos en casa de los demás. — los regañó Ginny.
— Harry, ¿puedes venir un momento? — gritó Petunia desde la cocina.
— Ya voy, tía Petunia. — contestó Harry.
Se dirigió a la cocina y vio a Petunia con la bandeja encima de la encimera. Ella estaba esperando sentada en su silla de ruedas.
— Todavía no tengo una carretilla que se enganche a la silla y poder llevarlo todo al comedor y mover la silla a la vez. ¿Puedes llevarlas tú?
— Claro, tía.
Harry cogió la bandeja con el té y galletas y caminó hacia el salón. No pudo evitar recordar su estadía en Privet Drive. Su esposa e hijos estaban sentados en el sofá. Él se sentó al lado de Ginny. Petunia sirvió el té.
— ¿Usted toca el piano, abuela de Edelweiss? — preguntó Lily.
— Sí, desde siempre. Mi madre era profesora de música y teníamos un piano en el salón. Papá era mecánico, pero también le gustaba mucho la música. Él quiso ser músico, pero su abuelo no le dejó. Decía que no era un oficio con el que podía ganarse la vida. Cosas de antes.
— ¡Oh! — exclamaron los niños.
— ¿La abuela Lily también tocaba el piano? — preguntó Albus.
— Sí, pero no se le daba tan bien como a mamá o a mí. A ella le gustaba más bailar o cantar.
Harry no sabía si detener a sus hijos por hacer preguntas que no debían o debatirse en escuchar esa información sobre su madre y su familia materna, que no conocía. Sin embargo, había algo que le llamó la atención.
— Pero en Privet Drive no teníamos un piano. — pensó en voz alta.
Se arrepintió cuando todos los presentes se le quedaron mirando.
— Sí, a Vernon no le gustaba la música. — le contestó su tía algo seria por tener que nombrar a la persona que le quitó la posibilidad de andar.
— ¿Y por qué te casaste con un hombre que no le gustaba la música si a ti te gustaba mucho?
— ¡LILY! — la hicieron callar sus padres.
— Pues… porque en ese momento me dijeron que no podría cumplir mi sueño y Vernon fue el único que me consoló cuando me sentía tan vulnerable. Además, necesitaba alejarme de la música. ¿Sabes que tu abuela me preguntó lo mismo?
Lily se sonrojó. Era la primera vez que le decían que se parecía a su abuela paterna y no sólo en el físico.
— ¿Por qué no podías cumplir tu sueño? — preguntó de nuevo.
— Mi sueño era ser pianista profesional. Por eso me fui a Londres, para estudiar en el conservatorio. Trabajaba de secretaria para poder costearme los estudios. Mis padres no querían pagármelos. Pero tuve un accidente. Hubo una explosión y caí al suelo. Me lastimé los nervios de los dedos y ya no podía tocar con la misma agilidad que antes. Por lo que, ya no podría ser pianista profesional. Más tarde supe que fue un ataque de ese grupo de magos contra los que luchaba Lily.
— Pero es raro que sus padres no quisieran apoyarla en su sueño de ser pianista profesional si en su casa amaban la música. — comentó Ginny. — A mi madre no le gustaba el quidditch y me apoyó en mi sueño de ser jugadora profesional y, luego, corresponsal de quidditch. Y lo mismo pasó con los trabajos de mis hermanos.
— Para ser pianista profesional tienes que sobresalir en música. Pero también ser una mujer bonita porque así se creía que atraerías más público. Y yo no lo era. Era muy plana, tenía el cuello más largo de lo normal y era muy delgada. Las personas del conservatorio me decían que si quería ser pianista profesional debía hacerme operaciones estéticas y llevar dieta muy estricta. A mí no me importaba, pero mis padres no querían que pasara por esto. Así que, discutíamos a menudo. Por eso me fui a Londres a estudiar música y trabajaba mientras pagaba mis estudios. Lily todavía estaba en Hogwarts. — explicó Petunia. De pronto, recordó algo. — Dadme un momento.
Se fue y regresó con un libro.
— Cuando vendí Privet Drive y me fui a vivir aquí, encontré esta caja en el desván mientras hacia las maletas. Imagino que querrás verlo. — le dijo a Harry.
Petunia le dio el libro a Harry, quien lo abrió.
Era un álbum de fotografías.
En las primeras páginas, había fotografías en blanco y negro de un hombre y una mujer que no reconocía. En la página de al lado, había una invitación enganchada.
Está usted invitado a la boda de John Henry Evans y Violet Orchid Waterhouse.
— Está foto es de la boda de mis padres, tus abuelos. Murieron antes de que Dudley y tú nacierais. — explicó Petunia.
Harry se los quedó mirando. Era la primera vez que veía a sus abuelos maternos. A sus abuelos paternos los había visto en libros que hablaban de historia del mundo mágico, cuando fueron rechazados en los Sagrados 28 o lo que hizo su bisabuelo Henry Potter en la Primera Guerra Mundial cuando pedía ante el Wizengamot ayudar a los muggles o los avances que hizo su abuelo Fleamont Potter en pociones.
— Es la primera vez que los veo… — susurró Harry.
Petunia lo miró con pesar.
Harry miró otras fotografías.
Su abuela embarazada de Petunia, de su madre…
En otra fotografía aparecían otra mujer pelirroja, que no era su abuela, con otras dos niñas pelirrojas con los ojos azules.
— Ellas son mi tía y mis primas. La tía Marigold es la hermana pequeña de mi padre. Y ellas son mis primas, Azalea y Dahlia. — explicó Petunia. — Y ella es la abuela Orchid. — señaló a una anciana que había en otra fotografía. — En la familia de mi madre había la tradición de poner nombres de flores a las mujeres.
— Sí, Dudley me lo contó. Dudley quiso seguir la tradición y le pusieron Edelweiss a su hija porque la flor de las nieves es la flor favorita de Fiona. Nosotros estábamos entre Lily y Molly, en honor a mi madre y a la madre de Ginny.
— Pero uno de mis hermanos se nos adelantó y le puso Molly a una de sus hijas antes de que Lily naciera. Así que, al final, nos quedamos en Lily. Un homenaje a mi suegra, su hermana. — explicó Ginny.
— Qué bonito, el segundo nombre de Edelweiss es Petunia. — sonrió la tía de Harry. — Que casualidad que ambas primas tengan la misma edad…
Harry sonrió y siguió pasando las páginas.
— Él es mi tío y mis primos por parte de padre. El tío Richard era el hermano menor de mi padre y mis primos Jack y Samuel. ¡Eran unos traviesos! Eran gemelos…
— Me recuerdan a Fred y George… — susurró Ginny. Petunia se la quedó mirando. — Son mis hermanos. — aclaró. — también eran gemelos y muy traviesos.
— ¿Dónde están ahora tus primos y tíos? Me gustaría conocerlos. — preguntó Harry ilusionado por tener más familia.
— Murieron en un ataque de esos magos malvados que mataron a Lily… — susurró Petunia con pesar.
Un silencio incómodo inundó la sala.
— Papá, pasa más fotos del álbum, que queremos ver más fotos de la abuela Lily. — pidió James.
— Es la primera vez que vemos fotos de la abuela Lily de niña. Estamos muy contentos. — explicó Albus con una sonrisa.
— Los álbumes de fotografías que se llevó mamá a la mansión Potter fueron destruidos el día que papá y mamá murieron. — explicó Harry.
— Oh, entonces, explicaré todas las dudas que tengáis. Mirad, esa fotografía es del día que nació tu madre. Papá y yo fuimos a verla al hospital. Yo no lo recuerdo bien, pero papá dice que quería llevar a nuestro conejo al hospital para que conociera a Lily porque en mi lógica infantil Carrot era también hermano mayor de Lily. Menos mal, que papá me convenció de que no lo llevara.
Todos rieron imaginándose la escena.
Petunia le enseñó una foto de ellas con el conejo y otra con unos señores mayores con el pelo blanco. La mujer era alta y muy delgada, como Petunia.
— Ellos son los abuelos Evans. La abuela Alice murió cuando yo tenía cinco años y el abuelo Mark fue quién me regaló a Carrot. Siempre tuvo debilidad por mí por ser la nieta mayor y la que más se parecía a su esposa.
— Lo mismo le pasa a mi padre con Victoire. Y al suegro de mi hermano Bill. Mi sobrina Victoire es una copia en miniatura de Fleur, mi cuñada, y la nieta mayor de la familia. — aclaró Ginny.
Soltaron algunas risas y vieron más páginas de Lily, Azalea y Dahlia montando a caballo.
— La abuela Orchid tenía una finca de caballos y a Lily, Azalea y Dahlia les encantaba montar. A mí no se me daba bien, pero la abuela Orchid me compró un piano y así podía pasarme los días tocando el piano cuando íbamos a su finca como en verano.
— Que chulo. Tenemos una familia llena de deportistas. — sonrió Ginny.
— Mamá fue jugadora profesional, pero hace poco que se retiró. — dijo Albus.
— Y papá y mamá jugaron al quidditch en Hogwarts. Papá fue el buscador más joven y capitán del equipo y mamá fue cazadora y buscadora. — explicó James.
— ¿Sabes qué es el quidditch, tía Petunia? — le preguntó Lily a su tía abuela.
— No.
Los niños pasaron un buen rato explicándole las normas del quidditch, bajo alguna corrección de sus padres.
— Pero montar a caballo no era la única afición de Lily. Lo que más le gustaba era la fotografía. — continuó Petunia. — le gustaba fotografiarlo todo. TODO. Tenía álbumes llenos de fotografías que había hecho ella. De hecho, por su cumpleaños le regalábamos carretes de fotografía. Los terminaba en nada.
Harry sonrió.
— Sí, el Profesor Snape me lo contó. Incluso, me dio algunas fotografías que le hizo mi madre o algunas que le hizo él a ella que él tenía en casa. Pero él no tenía tantas…
— ¿Conoces a Snape? — preguntó Petunia sorprendida.
— Fue nuestro profesor de pociones en Hogwats. — explicó Ginny.
— Sí, Albus se llama Albus Severus en su nombre y en el del Profesor Dumbledore. — explicó James.
— Y papá es el padrino de la hija pequeña del Profesor Snape, Emily. — contó Lily.
— ¿En serio? ¿Snape fue profesor? Nunca lo habría imaginado. Él odiaba los niños incluso siendo niño. Vivía a diez minutos de nuestra casa, en la Calle de la Hilandera. Era el barrio más pobre de Cokeworth.
— También me habló de eso. En realidad, el Profesor Snape tuvo que hacerse profesor porque fue doble espía durante la guerra. Tenía que hacerle creer a Voldemort que estaba espiando al Profesor Dumbledore. Pero no tenía mucha paciencia con los alumnos, sobre todo, con los alumnos que se les daba mal la materia. Tampoco era muy bueno tratando con niños. — aclaró Harry.
— Diría que me sorprende, pero te estaría mintiendo… ¿Has dicho que está casado? ¿Y qué tiene una hija llamada Emily? Así se llamaba su abuela. Estaban muy unidos.
— El Profesor Snape murió en 2005 antes de que nacieran Albus y Emily. Por eso, le supliqué a su esposa que me dejara ser el padrino del bebé que estaban esperando. Carole me lo concedió. Emily nació el 9 de enero de 2006, el mismo día que el cumpleaños del Profesor.
— Lo lamento mucho. Pero me parece raro… siempre dijo que, si algún día tenía una hija, la llamaría Eileen, en honor a su madre. Recuerdo que Lily y yo siempre nos reservábamos un nombre de flor para ponérselo a nuestras hijas, cuando las tuviéramos. Yo elegí Ivy, y Benjamin para un niño. Por eso, Dudley quiso llamar Benjamin a su hijo. Lily no tenía claro el nombre para un niño. Tu nombre lo eligió James en honor a su abuelo. Lily tenía muy claro que, si tenía una niña, se habría llamado Margaret. Así que, ya sabes cuál habría sido tu nombre de haber sido niña o si hubieras tenido una hermana. Pero Lily murió antes de poder tener más hijos y el parto de Dudley fue muy complicado y ya no pude tener más. Snape siempre dijo que, si algún día tenía una hija, aunque no quería formar una familia, se llamaría Eileen. Y que no quería tener varones. El padre de Snape era un bebedor y un maltratador y por eso Snape le odiaba a él y todas las personas sin magia.
— Sí, así se llama su hija mayor. — sonrió Harry.
— ¿Cuántas hijas tiene?
— Tiene cinco hijos. Adrien, Eileen, Brian, Ariana y Emily. Seis, si contamos a Josh, el hijo que su esposa tuvo con una pareja anterior. — contestó Harry.
— ¡Menuda sorpresa! ¡Jamás lo habría pensado de él! — rio Petunia.
— Su primer hijo, Adrien, fue fruto de una aventura que tuvo en unas vacaciones.
— Unas vacaciones muy pasionales… — aclaró Ginny.
— Después, su madre murió y consiguieron localizar al Profesor Snape poco después de que terminara la guerra donde murió Voldemort. El Profesor aceptó, todavía en shock por saber que tenía un hijo. Después, conoció a Carole y a Josh cuando tuvo que ir al parque con Adrien y llevarlo al colegio. Se enamoraron…
— Carole quedó embarazada de Eileen y se casaron. — concluyó Ginny.
— Exactamente. — sonrió Harry.
— Es decir, ¿Snape conoció a Carole en vuestro mundo o en el mío? — preguntó Petunia.
— En Cokeworth. Carole es muggle. Y su hijo Josh puede que también lo sea. Podría ser hijo de muggles, la opción es posible hasta que cumpla once años, aunque todavía no ha mostrado signos de magia a diferencia de sus hermanos. — contestó Harry.
— Recuerdo que Snape de pequeño odiaba a la gente sin magia por como era su padre y porque los hombres de la Calle de la Hilandera eran igual de maltratadores que él. Cuando nos conocimos, yo me burlé de su pobreza y de su ropa y él me insultó por no tener magia. Y así empezó nuestra relación de odio mutuo; como una bola de nieve que se hacía cada vez más grande. — Petunia habló con cierta actitud arrepentida por burlarse de las ropas y la pobreza del chico. — Recuerdo que mi padre me dijo una vez que tanto a él como a mamá les costó mucho que Snape les tomara confianza. Pero más a él porque era un varón y le hacía recordar a su propio padre. Ni siquiera podía acercársele o levantar mucho la voz sin que el niño se asustara. Después, se volvieron inseparables.
Petunia giró algunas páginas del álbum y mostró una foto de un joven Severus tocando una guitarra negra.
— Mi madre le enseñó a tocar el piano y mi padre le compró esta guitarra.
— Me la enseñó. — comentó Harry. — de hecho, su hija Emily heredó su talento para la música. El Profesor Dumbledore me contó que el Profesor Snape estuvo yendo a terapia para superar el maltrato de su padre y no repetir los mismos errores con sus hijos. Tuvo que ir tras terminar la guerra, porque como doble espía no podía contar información confidencial de su vida, para no poner en peligro a la otra persona.
— Y la terapia fue bien porque todos hacían con él lo que querían. — explicó Ginny. — Compró una escoba para Adrien y Brian y eso que él detestaba el quidditch.
— Me alegro por él. — se sinceró Petunia.
— Aunque, ya debería estar acostumbrado a cuidar niños, él y unos amigos suyos de Slytherin estuvieron cuidando de un bebé en sus años en Hogwarts. — comentó Ginny.
— ¡¿En serio?! — exclamó Petunia sorprendida.
— ¡Sí, Sebastian! — chillaron los niños.
— Un amigo suyo dejó a una amiga preñada y ella quiso tener al bebé, pero no podían decírselo a sus padres porque ellos eran de una mentalidad bastante antigua y no permitirían que un hijo ilegítimo naciera. Porque los dos padres no querían casarse. — explicó Ginny intentando evitar términos mágicos para que Petunia lo entendiera. — escondieron el embarazo con magia y ella dio a luz en una habitación en Hogwarts. Estuvieron cuidándole los meses del colegio.
— Pero eso era muy peligroso… — susurró Petunia. — El embarazo podría haberse complicado, esa chica podría haber muerto en el parto… ¿y ningún adulto se dio cuenta de eso?
— Al parecer no. Lo escondieron muy bien y usando hechizos para esconder la tripa. Si no, Dumbledore tampoco lo habría permitido. — explicó Harry. — de hecho, cuando los Profesores lo supieron, algunos de ellos también fueron maestros del Profesor Snape, le echaron la bronca. Y eso que el Profesor ya se había graduado hacía muchos años.
— Jesús. — suspiró Petunia. De pronto, se le iluminaron los ojos. — ¡Por eso mi madre dijo que le vio pasear un carrito de bebé en verano! ¡Debía ser ese bebé!
— Puede ser…
Harry siguió mirando fotos.
En otra, aparecían su madre, su tía y el Profesor Snape disfrazados en lo que parecía ser un desván.
— Nos gustaba disfrazarnos y jugar en el desván. Snape y yo no nos llevábamos bien, pero en casa siempre hacíamos una tregua. Recuerdo que había un concurso de teatro en Cokeworth cada año en diferentes categorías y nosotros participamos con Azalea y Dahlia en la categoría infantil y ganamos. Ganamos entradas para un día en un parque de atracciones. Fue el último concurso en el que participamos juntos porque era mi último año para participar en la categoría infantil y el concurso se hacía cuando ellos estaban en el colegio mágico. Además, Lily rompió su amistad con Snape y yo me fui de Cokeworth… — susurró nostálgica. Giró otras páginas. — Estas fotos son de Halloween de 1969 y 1970.
En otra fotografía, salían Severus y Lily soplando las velas de una tarta en su undécimo cumpleaños.
— Snape tuvo paperas en su cumpleaños y Lily estuvo apenada porque él no pudo celebrarlo bien. Por lo que, pidió que en su fiesta de cumpleaños también se celebrara el de él. — explicó Petunia.
Eran unas fotografías donde Severus Snape estaba disfrazado de conde Drácula (le iba como anillo al dedo ese disfraz), Lily de flor y Petunia de hada. En la otra, salía Snape disfrazado de monstruo de Frankenstein, Lily de mariposa y Petunia de unicornio. A Harry ver a su tía y a su antiguo profesor disfrazados le parecía muy raro.
Harry vio que en otra página estaba una foto en movimiento con Severus y Lily sonriendo y enseñando una carta de Hogwarts.
— Esa foto se la hizo mi padre poco tiempo después de ir a ese callejón mágico a comprar sus útiles escolares. Mi padre compró dos cámaras de fotos, de esas que se mueven, una para cada uno para que hicieran fotos de todo lo que vieran en ese colegio y nos lo pudieran enseñar. — comentó Petunia.
Harry giró otras páginas y vio a Severus con una mujer muy parecida a él; alta y pálida y con el pelo negro y liso.
— Esa mujer es Eileen Prince, la madre de Snape. No quería que la llamaran con su apellido de casada. Aunque, teniendo en cuenta la persona que tenía por esposo, la entiendo… Lily odiaba al padre de Snape. Eileen ayudaba a muchas mujeres de la Calle de la Hilandera a dar a luz y a curar a las personas con esos remedios que hacía. — señaló Petunia. Giró varias páginas y le enseñó otra foto en la que aparecían las familias Evans y Snape, excluyendo al patriarca de los Snape, y añadiendo una chica pálida y larguirucha con el pelo negro. Se veía vegetación al fondo. — Esa chica es Selina Prince. Es la hija del primo de Eileen. Él la abandonó porque su hija no tenía magia cuando yo tenía dieciséis años y Snape y Lily, catorce. Selina estuvo yendo a un instituto de la Calle de la Hilandera.
— El Profesor Snape nunca me habló de ninguna prima. — comentó Harry un poco decepcionado.
— Imagino que es porque el recuerdo de Selina es demasiado doloroso. Su final… Selina era muy parecida a Snape. Parecían hermanos más que primos. Selina era una persona muy dulce y asustadiza. Todo el mundo a su alrededor sentía la necesidad de protegerla. Pero hubo un hombre de la Calle de la Hilandera que se obsesionó con ella, mis padres la llevaron a vivir con nosotros para que Snape no tuviera que dejar los estudios para protegerla. Pero ese hombre la secuestró y…
Harry abrazó a su tía, quien estaba a punto de llorar.
— No tienes que continuar si no quieres, tía. — susurró.
— Pero, ¿Qué pasó? — preguntaron los niños. Sabían que había pasado algo malo, pero querían saber el final.
— Niños, ¿qué os decimos siempre? Si alguien no quiere explicaros algo, no preguntéis. — les regañó Ginny.
— Lo sentimos. — se disculparon.
Cuando Petunia se relajó, siguió girando las páginas del álbum.
— Esta es mi graduación del instituto. Y esa es Sophie, mi mejor amigo. Lily también la conocía. Era una vecina de nuestra calle e íbamos las tres en el colegio de primaria.
— Me alegro.
Petunia pasó más páginas.
— Cada año, en Cokeworth se hacía un pasaje del terror, pero con hechos reales y atrocidades hechas por el ser humano. Aquí, Snape estaba disfrazado de un chico pobre del siglo XVII que lo ajusticiaron por robar pan. Lily, Sophie y yo hicimos de las hermanas Romanov.
— Interesante. — susurró Ginny. — Hacíais muchas actividades en Cokeworth…
— Sí. También había un concurso de rallies. Se tenía que preparar un coche que funcionara a pedales con chatarra. Se hacía una carrera a finales de verano. A papá, Snape y a Lily les encantaba participar. Pero como eran los años setenta y eran cosas de coches no se dejaba competir a las niñas. A Lily le hizo mucha rabia.
— ¡Eso es injusto! — exclamó Lily Luna.
— ¡Pues sí! Al menos, en el mundo mágico, las mujeres podemos participar en igualdad con cualquier deporte. Y en esa época también. — concluyó Ginny.
— A mí nunca me interesaron esos rallies, pero iba a ver la carrera con el resto del pueblo para animar a papá y a mi hermana.
Salía una fotografía de Severus, Lily y un rallie pintado de dorado, rojo, verde y plateado con el número siete y el nombre de Gryfferin.
En otra, estaba Petunia tocando el piano.
— Mis padres no me dejaban ser pianista profesional, pero me dejaban estudiar piano. La madre de Snape llegó a apoyarme en mi sueño más que mis propios padres… — susurró.
En otra fotografía, salían Sophie y Petunia tocando el piano. Llevaban uniforme, por lo que la foto debió hacerse en el periodo que Lily estaba en Hogwarts.
— Estabas muy unida a ella… — le sonrió Harry a su tía.
— Sí, parece ser que todas las personas a las que les tuve cariño, la magia me las quitó. Sophie murió junto a su novio, asesinados por esos magos malvados contra los que luchaba Lily. Ella me dio la noticia. — susurró Petunia.
Otro silencio tenso.
Harry giró otras páginas en las que aparecía su madre con tres chicas: una mujer rubia, una mujer negra con el pelo afro y una chica castaña.
— Son amigas de tu madre del colegio mágico. No puedo hablarte mucho de ellas, no nos llevábamos bien. — le comentó tía Petunia.
— Recuerdo que Grace me dio una carta que Marlene Mckinnon — Harry señaló la mujer rubia — escribió a mis padres. Ella era mi madrina y mis padres iban a ser los padrinos de Grace. Lástima que todos murieron. Por suerte, pude recuperar unas fotos de mi madre con sus amigas. Marlene las dejó en casa de los Tonks antes de esconderse. — Petunia lo miró con el ceño fruncido y cara de no entender nada. — Marlene Mckinnon también luchaba contra los mortífagos, junto a mis padres. Pero los persiguieron porque los Mckinnon eran familiares de aurores… policías mágicos. — aclaró. — Dejó a su hijo, Knut, con los parientes de Sirius, su novio y padre del niño, para protegerlo. También dejó algunas fotografías para él por si le pasaba algo a ella. Mientras, estaba escondida fue cuando tuvo a Grace y la dejó en un orfanato. Y menos mal, porque todos los que estaban escondidos en esa casa fueron asesinados.
Los niños empezaban a moverse en el sofá. Al principio, les gustó escuchar a la tía de su padre hablar de su abuela, pero ahora se estaban aburriendo. Querían ir a jugar.
— ¿Queréis salir a jugar al jardín? — les propuso Petunia.
— ¡SÍÍÍÍÍÍ! — los niños chillaron, se levantaron y salieron corriendo.
— Gracias, Petunia. — Ginny se levantó para salir a vigilar a los niños.
— Tía Petunia, ¿puedo hacer una réplica del álbum? Hay muchas fotos de mamá que no tengo. — preguntó Harry.
— Claro.
— Espera, Harry. Estamos en una casa muggle, si haces magia, saltarán las alarmas en el Ministerio. Y no te conviene meterte en problemas siendo un auror. Yo me desaparezco a casa, hago una copia y vuelvo. — propuso Ginny.
— Es verdad. Se nota que llevas toda tu vida viviendo en el mundo mágico. — Harry le sonrió a su esposa y le entregó el álbum.
Ginny se despidió y abandonó la casa para regresar y devolver el álbum dos minutos después.
Petunia se acercó para ver a sus sobrinos nietos jugando.
— Me recuerdan a Benjamin, Kenneth y Edelweiss… — susurró Petunia.
— Es normal… tienen edades parecidas y son dos niños y una niña. — le contestó su sobrino. — Por cierto, tía Petunia. ¿Cómo reaccionaste al saber que Dudley dejó embarazada a su novia en la universidad?
— Al principio, me decepcioné. ¡Vernon se puso furioso y culpaba a la pobre Fiona! ¡Yo no quería que Dudley y Fiona dejaran de estudiar para cuidar de un bebé! — reconoció. — Pero Dudley le pidió matrimonio a Fiona y ambos se casaron enseguida, antes que a Fiona se le notara la tripa. Invitaron a muchos de sus compañeros de la facultad. Además, me puso muy feliz que Dudley decidiera ponerle al niño Benjamin, el nombre que yo quería ponerle. Vernon se quejó diciendo que era un nombre vulgar, pero ni Dudley ni Fiona le escucharon. Dudley ya se había distanciado un poco de su padre. Se distanciaron desde que llegamos tras vuestra guerra. Diez meses después, nació Kenneth. Ese nombre lo eligió Fiona. Ese segundo embarazo más que decepcionarme, me enfadó… ¡pensaba que ya habrían aprendido la lección! Cuando Fiona se quedó embarazada, fue la mimada de toda la clase. Todo el mundo quería cuidarla. Y todos querían visitar a Benjamin y ver fotos. Con su segundo embarazo, todos los chicos de la facultad se metieron con Dudley porque mis dos nietos mayores se llevan diez meses…
— Sí, ya lo sé. Y ya me imagino las burlas…
— Pero, cuando nació Kenneth, también fue muy mimado por los compañeros de clase de mi hijo. Estoy muy feliz por Dudley y por haberse juntado con buenas compañías y alejarse de esos chicos con los que iba al instituto. ¿Sabes qué Piers Polkiss está en prisión por problemas de drogas? — le preguntó Petunia.
— ¡¿En serio?! No lo sabía, pero tampoco me sorprende por cómo era de adolescente… — contestó Harry. No sentía lástima por Polkiss, fue un cabrón con él en su infancia y las vacaciones, cuando no estaba en Hogwarts. Se lo merecía.
— Dudley le recomendó un abogado amigo suyo para que lo defendiera y lo fue a visitar en prisión. Pero dejó de hacerlo cuando Polkiss le insultó por no haber hecho nada por él. ¡Pero nada podía hacer mi Dudders si había pruebas contra Polkiss! ¡Como mucho buscar bajarle la pena!
— No te alteres, tía Petunia. Bastante hizo Dudley con recomendarle un abogado y haberle visitado pese a que no lo merecía.
Ginny se acercó y puso una mano en el hombro de su esposo y de su tía política.
— ¡Tía Petunia! — se acercaron los niños corriendo. — Hemos visto que hay un piano en el salón. ¿Puedes tocar para nosotros? — los niños dieron saltitos de emoción.
— Está bien.
Todos entraron dentro y volvieron al salón.
— El piano de mis padres tenía pedales, pero este no porque yo ya no puedo tocar en un piano con pedales. — explicó tía Petunia. — Os tocaré mi canción favorita, Claro de Luna, de Beethoven.
Todos estaban sentados y expectantes.
Petunia empezó a tocar.
Escucharon en silencio la melodía. Algunos cerraron los ojos y movieron la cabeza al ritmo de la música. Cuando ella terminó estallaron en aplausos.
…
Cuando se iban, Harry le agradeció a su tía el rato que pasaron juntos.
— Tía Petunia, muchas gracias por la tarde que hemos pasado juntos y por haberme hablado de mi madre y de toda nuestra familia. No sabes el valor que tiene para mí.
— Volved cuando queráis…
Harry iba a irse, pero Petunia lo agarró para que se agachara.
— ¿Sí? — preguntó él dudoso.
Petunia lo abrazó.
— Estoy muy orgullosa de ti, Harry.