Chapter Text
<<El amor lo puede todo, es lo que normalmente la gente dice. No es verdad. Por amor harías todo, pero eso no significa que lo vaya a salir bien, aún así existe en la historia la mencion de un par de amantes que dieron todo por su amor a ellos y su gente.
Luzu un arquero inato, algunos decían que era capaz de dar en el blanco incluso con los ojos vendados. Por otro lado Wilbur un espadachín invicto que se creía bendecido por la diosa de la guerra.
Estos dos hombres que causaban admiración y pavor se enamoraron perdidamente uno del otro, siendo simples soldados entregados a la protección de su reino el amor que tenían debía mantenerse en sus corazones.
Pero no pudieron. El amor que se esconde tarde o temprano termino creciendo demasiado y fue inevitable desear el calor, labios, tacto y voz del otro.
Decidieron que valía la pena tener una debilidad si era por amor.
Fue una pareja que desafío todos los prejuicios he estereotipos de su época, soldados enamorados, fueron ante el mismo rey para pedir su bendición y este lo otorgó ¿Porqué? Esa fue la pregunta que inundó el reino completo. Muchos les pareció abominable el hecho de que dos hombres con sangre en sus manos osaran a destruir el prototipo de amor que se tenía en la época.
La gente en ese momento no sabía lo que era verdaderamente amor, si hubieran visto de primera mano la manera en la que esas dos almas se sonreían no podrían haber sido capaces de negarles estar juntos, mínimo así fue para el rey, que también los consideraba unos de sus amigos más cercanos, verlos felices era más que suficiente.
Pronto la pareja de amantes se hizo de renombre, juntos eran imparables, cuidando la espalda del otro, protegiendo al reino que amaban de la misma forma que protegerían la vida del contrario, el amor los hizo aún más fuertes de lo que podrían haber sido separados.>>
-¡Ellos son geniales!- Una pequeña niña de ojos escarlata alzó una espada de madera en muestra de emoción.
Había interrumpido el relato de su madre, una hermosa mujer de cabello ondulado color avellana y ojos del mismo tono escarlata que su hija. La mujer soltó una suave risa ante la acción de la menor.
-Lo son- Ella también lo pensaba.
-Pero su historia termina mal- Soltó a secas un chico de cabello oscuro y ojos azules que había estado fingiendo que no ponía atención al relato de su madre.
-¿Eso crees?- Cuestiono la mujer ladeando ligeramente su cabeza.
-Sí- El chico parecía disgustado con ese relato.
-¿Cómo termina su historia?- Pregunto inocente la menor.
-Mueren- Sentenció con frustración.
-¿¡Qué?! ¡Pero eran muy fuertes!- La pequeña no podía, ni quería creer las palabras de su hermano.
Su madre paso cariñosamente una mano por el cabello rizado de su hija y suspiro de manera agotada, entendía los sentimientos de su hijo, ella también estuvo racia a escuchar esa historia durante mucho tiempo, no le gustaba el final pero ahora que era mayor y tenía su propia familia lo comprendía.
Le parecía simplemente hermoso.
-Ser fuerte no significa que ganarás siempre- Los ojos escarlata de su hija la miraron con desilusión. -Pero significa que te nunca te arrepentirás de nada-
La tristeza que había acechado los ojos inocentes se desvaneció llenando se de confusión y curiosidad, la mujer interpretó esto como una señal para continuar el relato.
<<Eran los más fuertes del reino, vivieron enamorados y devotos no solo a ellos, sino al reino que consideraban su hogar y a las personas que consideraban su familia, pues ese era el lugar donde nació aquel ardiente sentimiento.
Hasta que llegó la guerra y aún cuando ellos no debieron luchar ya que estaban retirados y habían formado su propia familia, tomaron sus armas.>>
-Estupidos...- Aunque era una queja, se percibió un suave gimoteo.
La mujer sonrió con melancolía queriendo consolar a su hijo pero sabía que solo sería rechazada si lo intentaba.
<<Y las personas en el campo de batalla presenciaron como aquellos dos hombres luchaban de una manera magistral, no porque sus movimientos fueron ágiles o el hecho de que el enemigo retrocedía por su ayuda, si no porque aún en ese baño de sangre y desesperanza sus ojos se mantenían brillantes, vivos y cálidos.
Se decía que sonreían cuando cruzaban sus miradas aún si el otro estaba cubierto de rojo. Que extendían la mano sin rencor hacia las mismas personas que habían negado su unión. Que la calidez y calma de sus sentimientos llegaron a tocar incluso al enemigo.
-¡Luzu!- llamo el espadachín que llevaba un ramo de flores blancas manchadas con gotas de sangre. -logre encontrarlas-
El arquero le regaló una sonrisa mientras limpiaba el sudor de su frente, sus manos se encontraban rasposas y con ampollas al igual que las del contrario por el uso constante de sus armas. Tomo las flores y son un pedazo de tela limpio delicadamente los pétalos para poder ver el color blanco puro en ellos.
-No puedo creer que enserio las buscarás- un beso fue plantado en los labios de Wilbur que parecía un pequeño niño mimado cuando estaba con Luzu.
Incluso en este campo desolado por la muerte y desesperanza ellos seguían manteniendo su espíritu concentrándose en el amor que compartían, ese día había sido su aniversario y como todos los años Wilbur se las ingenio para regalarle flores blancas a su amado Luzu.
El gesto sorprendió a todo el ejército. No podían comprender como dos personas tan dulces una con la otra vendrían a un baño de sangre con el peligro de morir, tampoco entendían como esas mismas personas podían ser tan fuertes en el campo de batalla y mucho menos el como aún podían ver con ojos cariñosos el uno al otro aún cubiertos de sangre enemiga.
Pero no era necesario que nadie lo entendiera, solo ellos dos necesitaban saberlo. Y cuando la última batalla se ganó todos en lugar de regocijarse guardaron silencio pues aquella pareja que habia sido encontrada muerta.
Wilbur apoyado en una gran roca con sus manos en la cabellera de su amado Luzu que reposaba su cabeza en el regazo del contrario, los dos tenían heridas por las que terminaron desangrados, el más grave y que probablemente murió primero fue Luzu pero aún ante una escena tan trágica nadie pudo llorar solo guardaron respeto.>>
-¿Porqué no lloraron? ¿No estaban tristes?- La menor ya tenía algunas lágrimas resbalando por sus mejillas, su madre las limpio pasando suavemente su pulgar.
-Lo estaban, estaban devastados por la muerte de los que creyeron angeles esperanzadores- Los ojos de la mujer también se nublaron a causa de las lágrimas. -Pero no pudieron llorar porque los encontraron sonriendo-
El chico que había estado sollozando desde hace un rato a causa de el final se levantó y salió de la sala dando un portazo, la mujer soltó un suspiro y se recompuso limpiando sus propias lágrimas.
-Tus abuelos se convirtieron en heroes no por fama, gloria o poder- Rodeo con sus brazos el cuerpo de su hija, que ya no podía parar de llorar. -Lo hicieron por amor a su reino, su familia y el otro-
Levanto la mirada, hacía el retrato de sus padres, Luzu la traía cargada en brazos mientras Wilbur abrazaba a ambos, los hombres en la pintura tenían una sonrisa cálida y contagiosa.
Los extrañaba. Su hijo también. El mismísimo Rey también. Todos los que alguna vez los conocieron sentían un vacío en sus vidas desde que se habían ido pero no eran capaces de estar tristes, ya que incluso en sus últimos momentos estaban seguros que aquellos dos amantes sonrieron sin arrepentirse de nada.
Además les habían dejado cálidas memorias a todos, incluso en la guerra, eran momentos que nadie querría olvidar.
<<Wilbur se sento apoyando su espalda en un roca, la sangre escurría de su boca y era incapaz de levantarse, Luzu que se había sentado a su lado con obvia dificultad para respirar y que seguía asiendo presión en la herida de su pecho termino por recostarse, poniendo su cabeza en el regazo del espadachín.
-Supongo que yo me iré primero-
Tosió después de decir esas palabras, ya ni siquiera intentaba respirar adecuadamente, dolía como el demonio, pero seguía sonriendo, no podía evitarlo estando con Wilbur que había empezado a dar suaves caricias en su cabello. No importaba que la mano que lo acariciaba estuviera manchada de sangre, era igual de dulce y gentil como cuando se conocieron.
-Entonces tendrás que esperarme- Respondió Wilbur.
Estaba usando las pocas fuerzas que le quedaban para jugar con el sedoso cabello de su amado, a su memoria volvieron los recuerdos de una de sus citas, fue casi igual. Exceptuando la sangre, heridas y probablemente la muerte.
-Claro que lo haré- Aún cuando todo su cuerpo estaba poniéndose frío Luzu no podía sentir más que calidez. -Dijimos que estaríamos juntos incluso después de la muerte-
Y Wilbur no respondió, no había necesidad de hacerlo, Luzu dejo de respirar después de esas palabras pero para el espadachín solo fue como verlo caer dormido, como en aquella cita donde su encantador chico se durmió en su regazo cuando miraron el atardecer teniendo una sonrisa boba a causa de su primer beso.
Ahora le tocaba acompañarlo y sonrió mientras cerraba sus ojos, su mano se mantuvo en los cabellos del contrario hasta el último momento.
Poco después las dos almas enamoradas estaban tomadas de las manos, caminando a su próxima vida juntos.
-Llegaste rapido- Comento Luzu que ya no estaba cubierto de sangre, ni parecía tener dolor, incluso se veía joven como cuando se conocieron.
-Te lo prometí, sabes que siempre cumplo las promesas que te hago- Respondió Wilbur que ya no sentía dolor, frío o cansancio.
Murieron solo con segundos de diferencia después de todo se prometieron estar juntos para siempre.>>
Fin.