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A Little Intermission [Ver. Esp]

Summary:

Se podría decir que tenía una opinión de cada uno de los amigos de su hija, excepto uno. Narciso Anasui. El hombre era un misterio que Jotaro todavía no lograba descifrar.

Notes:

El primer fic en ao3 que publico en español jdbxj. Viva el Jotasui carajo, Jotaro es un maldito gay reprimido, no acepto ningún otro argumento. 🚬🚬

Work Text:

Jotaro se levantó de su escritorio después de pasar horas encorvado, ocupado escribiendo su tesis sobre la reproducción de las estrellas de mar. Levantó sus brazos y se estiró, para luego tomar un largo trago de la botella de agua que tenía encima de la mesa. Desde que había empezado a vivir con Jolyne había decidido no volverse loco con el trabajo y pasar tiempo con ella, en un intento de enmendar su dañada relación. 

 

Por esa misma razón, los viernes Jotaro le daba permiso de invitar a sus amigos a pasar la noche. Ermes era una mujer seria y confiable hasta cierto punto, FF era una persona carismática, Wes era un joven algo callado y tranquilo y Anasui... Jotaro aún no sabía qué pensar de él. 

 

La primera vez que lo había visto afuera de su puerta pensó que se había equivocado de casa, estaba vestido con una camiseta semitransparente, unos shorts muy cortos, medias de red y unas botas de tacón blancas que llegaban casi a sus muslos. No iba a mentir, pensó que aquél joven de cabello rosado que lo observaba a través de sus pestañas era un stripper que había contratado alguno de sus vecinos, y justo cuando iba a decirle que estaba en el lugar equivocado, Jolyne apareció a su lado e invitó a pasar al chico, que no le quitaba la mirada de encima, presentándoselo como Narciso Anasui. 

 

Era confuso a veces, cuando Jotaro salía de su oficina para buscar algo de comer en la cocina y se percataba de la atención de Anasui encima suyo, mirándolo de arriba abajo antes de dirigirse a la sala de estar con Jolyne y sus amigos. Era raro incluso, como aquella vez que lo encontró con la mano encima del picaporte de su habitación, y cuando Jotaro le preguntó qué hacía intentando entrar a su cuarto, Anasui le había dicho que estaba buscando el baño. 

 

O como ahora, que estaba parado afuera de su habitación en el momento en el que Jotaro abrió la puerta, con su mano levantada como si hubiera estado estuviera a punto de tocar. ──Anasui. ──llamó su nombre, observando como el hombre se enderezaba y desviaba su mirada. ──¿Qué hacías? ¿Necesitas algo? ──preguntó intentando sonar amable, aunque realmente comenzaba a sentirse irritado por todas las vueltas que el jovencito daba a su alrededor. 

 

──Ah, señor Kujo. No, no pasa nad- Uhm. ──se interrumpió a sí mismo, enderezándose y levantando la mirada. ──No, bueno, de hecho quería hacerle una pregunta. ──dijo finalmente, tirando hacia abajo con nerviosismo el borde de sus shorts infinitamente cortos, sus ojos morados mirándolo a través de largas y gruesas pestañas. 

 

Jotaro lo miró con una expresión en blanco, confundido. ──¿Qué? ──preguntó, dando un paso adelante para recargarse de brazos cruzados en el marco de la puerta, sin desviar su vista del joven. Podría jurar que los ojos de Anasui se posaron en sus labios por un segundo. 

 

──¿Está soltero, señor Kujo? ──cuestionó sin ningún remordimiento, y sin pelos en la lengua. Anasui llevó una mano a su cabello y comenzó a girar un mechón con su dedo índice; un gesto que era extrañamente atractivo. 

 

...Eso lo tomó por sorpresa, pero intentó mantener su cara en blanco para no demostrarlo. ──¿Por qué preguntas? No creo que sea de tu incumbencia, ¿no? ──dijo mientras miraba fijamente al joven, intentando intimidarlo para que se fuera y lo dejara en paz. Aunque más que eso, pareció que su respuesta lo incitó a seguir presionándolo, si la sutil forma en la que sus labios se curvaban en una sonrisa le daba una pista de ello. 

 

──Hm, le pregunté a su hija y me dijo que es complicado, ¿entonces? ¿Está soltero o no? ──la forma en la que el cabello rosado se deslizaba de su dedo comenzaba a ser hipnotizante, por lo que Jotaro se obligó a desviar la mirada, perdiéndose de la sonrisa complacida que se instaló en los labios de Anasui. ──¿Y?

 

Jotaro desenredó los brazos en su pecho y le dio la espalda al joven, entrando nuevamente a su habitación. Jotaro le dirigió una mirada por encima del hombro a Anasui, observando su expresión ligeramente sorprendida. El azabache lo ignoró y se dirigió al sofá que había en su habitación, sentándose y levantando los pies sobre la pequeña mesa en frente, mirando al techo y pellizcando sus ojos cansados por estar tanto tiempo frente a la pantalla de su computadora. No tuvo que girarse para saber que Anasui lo había seguido a su habitación, cerrando la puerta detrás suyo antes de sentarse al lado del mayor en el sofá. 

 

──Estamos separados. Todavía no nos divorciamos. ──explicó sin dirigirle la mirada al joven aún; no sabía por qué le estaba contando algo tan privado como aquello, ni por qué lo había dejado entrar a su habitación en primer lugar. Podría decirse que sentía cierta intriga por aquél joven, pero intriga y curiosidad no eran suficientes para dejarlo entrar en su espacio personal, debía ser algo más profundo que eso, algo que aún no descifraba. 

 

A su lado, Anasui asintió con la cabeza y llevó una mano a su barbilla, pensativo. ──Ah, ya veo... ¿Pasó algo para que su relación dejara de funcionar? ──preguntó, y vaya, Jotaro tenía que respetar la forma en la que ni siquiera pensaba antes de preguntarle algo como eso. 

 

Soltó una corta risa, finalmente dirigiéndole la mirada. ──Sí que eres entrometido, mocoso. ──dijo con una sonrisa ladina, sorprendiendo nuevamente a Anasui, y Jotaro comenzó a pensar que le gustaría ver más de esa expresión. ──Nunca funcionó en primer lugar, sólo nos casamos porque tuvimos a Jolyne. ──afirmó desviando la mirada a las fotos familiares que guardaba en su escritorio, con una mirada un poco más melancólica. 

 

Anasui se acercó más a Jotaro para poder ver las fotos, que estaban en el escritorio justo al lado del lugar del mayor. ──Lo siento por eso... ¿Puedo preguntar por qué?

 

──Realmente no me atraen las mujeres. 

 

Hubo un silencio por un momento, en el que Jotaro no le quitaba la mirada de encima a Anasui, disfrutando, gozando de aquella expresión suya de absoluta incredulidad, vaya que lo había tomado por sorpresa, huh. Aquello sí le sacó una buena sonrisa, cosa que era extraña porque Jotaro raramente encontraba razones para reír y sonreír, y sin embargo aquél joven había logrado ambas cosas. 

 

──¿...Acaso a usted- uh- acaso le- atrae-gustan- ...le gustan los hombres, señor Kujo? ──preguntó Anasui con un ligero sonrojo adornando sus mejillas debido a la vergüenza de estar tan sorprendido que no lograba organizar sus palabras antes de hablar. 

 

──¿Tú qué crees, Anasui? ──inquirió, levantando una ceja mientras pasaba una mano por su cabello azabache para acomodarlo. De repente, empezó a entender su interés en el joven, el por qué lo había dejado entrar a su habitación y por qué lo había dejado indagar en su vida privada. Estaba interesado en Anasui; había sido atraído, tentado, seducido, como quiera llamarlo; por él. 

 

Anasui sintió como se le secaba la boca al sentirse repentinamente expuesto por Jotaro, su confianza y seducción siendo lanzadas por la ventana al darse cuenta de que ahora Jotaro le estaba devolviendo el coqueteo. No pensaba que llegaría a tanto, cuando se acercó a él hace un rato pensó que sería capaz de ponerlo nervioso con su coquetería y atrevimiento, pero no fue así, y ahora él era quien se encontraba nervioso, sentado en el sofá a centímetros de Jotaro mientras él se lo comía con la mirada como el mismo Anasui había hecho tantas veces antes de atreverse a hacer un movimiento. 

 

El pelirosa no se atrevió a responder, optando por dirigir su mirada a sus manos descansando en su regazo, odiando el hecho de que Jotaro lo había dejado sin palabras. ──Y-Yo no- uhm...

 

──¿Qué pasó? Hace apenas un rato estabas prácticamente ofreciéndote a mí, ¿no es así? ──susurró mientras llevaba una mano al cabello rosado de Anasui, girando un mechón entre su dedo de la misma forma que él lo había hecho hace un rato. 

 

──Señor Kujo... ──susurró en respuesta, levantando su mirada para verlo a los ojos, esos ojos que ahora lo miraban con cierto brillo que Anasui interpretaba como interés. ──No se burle de mí. ──replicó haciendo un puchero. Se había sentido perdido por un momento, pero ahora que sabía que tenía una oportunidad con el hombre, Anasui no iba a desperdiciarla sonrojándose y tartamudeando como un virgen. No-oh. ──Señor Kujo, usted trabaja mucho, ¿no? ¿No le parece que es hora de tomarse un descanso? ──sostuvo mientras se inclinaba al toque de Jotaro en su cabello, mirándolo con ojos que suplicaban su atención. ──Ya sabe... para divertirse un poco. Yo podría ayudarle. ──afirmó Anasui mientras su mano se posaba astutamente en la rodilla del mayor. 

 

Jotaro observaba sus movimientos con atención, complacido ante la aparente falta de discreción del joven. Vaya que iba al grano. Bueno, Jotaro asumió que lo mejor que podría hacer sería igualar esa impaciencia y deseo del chico, por lo que sin ningún tipo de advertencia tomó la barbilla de Anasui con una mano y acercó su rostro para atrapar sus labios entre los suyos, su otra mano reposando en la cadera del joven. Lo había tomado por sorpresa una vez más, haciendo que las manos del pelirosa quedaran suspendidas en el aire por un segundo antes de enredarse en el cuello del mayor, acercándolo aún más a su cuerpo. 

 

Anasui soltó un gemido que fue callado en el beso, sintiendo el toque la lengua de Jotaro acariciando su labio inferior con impaciencia, pidiéndole permiso para ingresar a su boca, permiso que le fue otorgado casi al instante. El pelirosa descendió su cuerpo hasta tener su espalda presionada contra el reposabrazos del sofá, arrastrando a Jotaro con él. El beso acabó con ambos respirando agitadamente, y Jotaro aprovechó el momento para acomodarse mejor en el sofá, por lo que abrió las piernas de Anasui para posicionarse entre éstas, dando caricias y apretones a sus muslos que aún tenían las medias de red puestas. 

 

El joven sólo podía suspirar y mantener su mirada en los ojos aguamarina de Jotaro, quien lo miraba fijamente mientras estiraba una de sus piernas y la ponía en su hombro antes de acercarse para darle otro beso. Juraba que los besos de Jotaro eran los mejores que había recibido en toda su vida, el hombre exploraba su boca con pasión, metiendo su lengua tan profundo que Anasui comenzaba a sentirse mareado ante la falta de aire. La erección atrapada en sus ajustados shorts comenzaba a palpitar, interesada en la forma en la que Jotaro exploraba su cuerpo con las yemas de sus dedos, apretando sus pectorales tentadoramente mientras mordía su labio interior, sacándole un gemido tan alto que lo hizo avergonzarse por sentirse tan excitado apenas después de haber comenzado. 

 

──Ah... Jotaro... ──susurró mientras los besos del mencionado se desviaban de sus labios a su cuello, dejando besos húmedos en su yugular, bajando hasta su clavícula, en donde comenzó a dejar suaves mordidas, que pronto se convirtieron en chupetones que marcaban su piel, un gesto tan posesivo que lo calentaba tanto que Anasui sentía otro gemido a punto de escapársele. 

 

Jotaro se alejó por un momento para admirar su trabajo, complacido al ver las marcas rojas en su piel, que pronto se tornarían moradas. Admiraba la forma en la que el pecho de Anasui subía y bajaba con cada bocanada de aire, la forma en la que su cabello comenzaba a pegársele en la frente, el cómo sus caderas se sacudían ligeramente intentando buscar algo de fricción en su desatendida erección, el cómo mordía sus labios y lo miraba a través de ojos nublados de deseo. ──Te ves tan hermoso, Anasui. Tus ojos están rogándome para que finalmente te tome, ¿no es así? 

 

Anasui soltó un gemido y asintió frenéticamente. ──¡Sí, por favor! Por favor, señor Kujo, hágame suyo... ──suplicó mientras envolvía sus piernas alrededor de las caderas del mayor, acercándolo a su cuerpo hasta que sintió su erección contra la tela de sus shorts. Oh, oh, era grande. 

 

Jotaro soltó una risa que le dio escalofríos al menor, mientras acomodaba un mechón suelto detrás de la oreja de Anasui. ──Eres tan lascivo, Anasui. ──susurró entre sus labios antes de atraerlo a otro apasionado beso, que duró menos de lo que a Anasui le hubiera gustado, pero cuando estuvo a punto de quejarse, el azabache puso sus manos en sus caderas. ──Date la vuelta. ──ordenó con su autoritaria voz, y Anasui sintió su erección contraerse ante la mirada fija de Jotaro sobre él. 

 

El pelirosa obedeció sin rechistar, girándose en su lugar y recargando su pecho en el reposabrazos del sofá, con la anticipación haciéndolo temblar, esperando que Jotaro lo tocara nuevamente, sin poder evitar gemir cuando finalmente lo hizo. ──Oh, m-mierda. ──murmuró mordiendo sus labios para evitar soltar más sonidos. Las manos del mayor acariciaban y apretaban sus muslos, abriéndose paso por su entrepierna, hasta llegar al cierre de sus shorts. ──Ah, J-Jotaro... ──gimió al sentir cómo los dedos del mencionado rozaban su erección al abrir el cierre, liberando finalmente su miembro necesitado. 

 

Jotaro ignoró la erección de Anasui en favor de bajar los shorts, ropa interior y las medias de red que llevaba Anasui hasta sus rodillas, dejando al descubierto toda la parte inferior de su cuerpo. La brisa ligeramente fresca que entraba por la ventana de la habitación chocaba con la piel casi febril del pelirosa, haciéndolo suspirar. Jotaro se inclinó y presionó su erección contra la entrada de Anasui, provocándolo, haciéndolo gemir y desearlo aún más, mientras metía dos dedos en su boca. ──Mójalos bien. ──ordenó, mientras que, sintiéndose generoso, llevó su mano libre a la erección desatendida de Anasui, haciendo que casi se ahogara con los dedos de Jotaro. 

 

Los dedos se deslizaron afuera de su boca con un sonido casi indecente, y Jotaro los dirigió a la entrada impaciente de Anasui, mientras que su otra mano acariciaba el miembro del joven, pasando su dedo pulgar por la punta sensible; desparramando el líquido pre-seminal que goteaba. Sin aviso, Jotaro introdujo un dedo, que se deslizó adentro sin ningún esfuerzo, el interior de Anasui se sentía suave y ya estirado; ¿podría ser que ya...? 

 

──¿Viniste a mi cuarto ya listo para que te cogiera? Vaya, sí que eres una puta. ──dijo Jotaro mientras introducía el segundo dedo ensalivado, haciendo movimientos bruscos y rápidos, disfrutando de oír la respiración acelerada de Anasui acompañada de gemidos e incoherencias. Sus largos dedos exploraban el interior de Anasui, buscando su próstata con impaciencia. ──¿Haces esto con cualquier hombre? ¿Te escabulles en sus habitaciones y dejas que te usen como deseen? ──habló en su oído. 

 

Anasui no pudo evitar esbozar una sonrisa ante lo dicho por el contrario, mientras apretaba los puños y recargaba su frente en el reposabrazos del sofá. ¿Acaso estaba celoso de esos hipotéticos hombres? ──Hmm... No- no, sólo... Ah... Sólo con usted, señor Kujo... ──respondió entre suspiros, urgiendo que Jotaro se apresurara. ──Mh- por favor... Ya estoy listo... 

 

Jotaro pareció coincidir, ya que sacó sus dedos de su interior y alineó su erección contra la entrada de Anasui, metiendo lentamente la punta, observando con satisfacción la forma en la que el agujero del hombre lo recibía ansiosamente. ──Hm, nada mal. ──susurró Jotaro para sí mismo, enterrando su miembro hasta la base, con una mano resumiendo sus caricias en la erección de Anasui mientras que la otra se encontraba sosteniendo su cintura, buscando el ángulo ideal. ──Anasui. Dí mi nombre, ruégame. 

 

──Jotaro... Por favor- hazme tuyo, quiero que me hagas olvidar mi nombre. Por favor, por fav- ¡Ah! ──finalmente, Jotaro comenzó a moverse, retirando su miembro casi por completo antes de llenar a Anasui nuevamente. Sus embestidas eran rápidas y profundas, en sintonía con los movimientos de su mano en el miembro del pelirosa, la mezcla de ambas cosas era tan placentero que Anasui se sentía en el cielo. Mierda, el padre de Jolyne sí que sabía cómo complacer a un hombre. 

 

Una particular estocada de Jotaro aterrizó tan cerca de su próstata que Anasui casi suelta un grito, apretando sus puños hasta que se tornaron blancos, mordiendo su labio inferior tan fuerte que casi se saca sangre, mientras intentaba alinear sus caderas para que el siguiente choque diera contra su punto débil. Jotaro debió haber notado lo que intentaba hacer, porque soltó el agarre en su miembro y mantuvo a Anasui en su lugar con sus dos manos en su cintura, embistiéndolo hasta que, finalmente, logró encontrar ese punto que lo volvía loco. ──¡Mierda- mierda! ¡J-Jotaro...! ──llamó Anasui, casi gritando mientras levantaba sus caderas para darle un acceso más fácil al miembro que entraba y salía de él. ──¡Mhg! ¡Más, justo ahí! Ohh, dios... Jotaro- 

 

──Shhh. ──susurró el mayor en su oído, cubriendo la boca del pelirosa para evitar que fuera tan ruidoso, pero sólo logró que sus gemidos sonaran aún más lascivos, amortiguados por los dedos del azabache. Jotaro sintió que su mano se humedecía, y se dio cuenta de que Anasui había comenzado a sollozar, apretando el miembro de Jotaro mientras con el movimiento de sus caderas le urgía que vaya más rápido. ──Hah. ¿Acaso es tan bueno para que llores así? ──preguntó Jotaro, su voz sonando casi sin aliento mientras apresuraba sus movimientos. 

 

Anasui hizo lo que pudo para asentir frenéticamente, mientras dirigía su mano a su erección, sintiendo que estaba por acabar en cualquier momento, con la estimulación de su próstata llevándolo cada vez más cerca del borde. Los movimientos de Jotaro comenzaban a sentirse más desordenados y frenéticos, indicando que también estaba cerca, por lo que Anasui comenzó a masturbarse mientras las estocadas del mayor daban todas sin falta en el punto dulce en su interior. ──¡Hmf! ──gimió al sentir la grande y fuerte mano de Jotaro sobre la suya, ayudándolo a hacerse cago de su erección. 

 

Con la ayuda del hombre, no hizo falta mucho para que Anasui se corriera, gritando el nombre de Jotaro mientras que chorros de semen salían disparados de su pene, manchando el sofá debajo de él. El azabache quitó la mano que cubría la boca de Anasui y limpió la saliva que manchaba sus dedos en el respaldar del sillón antes de poner ambas manos en la cintura del pelirosa, embistiéndolo a través de su orgasmo. ──¡...Jo-Jotaro! E-Espera- es d-demasiado- ¡Ah! ¡Jotaro...! ──gimió Anasui mientras el mayor lo forzaba a la sobreestimulación. 

 

──Mh, aguanta un poco más, Anasui, estoy cerca... ──susurró Jotaro a la vez que continuaba dándole a su próstata, buscando su propio orgasmo en el interior de Anasui. Unas embestidas más y ya estaba en el límite, suspirando mientras se inclinaba a la espalda del menor y envolvía sus brazos en el estómago del pelirosa. ──Anasui... ¿Puedo acabar dentro? ──pidió Jotaro, su respiración chocando contra la mejilla izquierda del pelirosa, su voz ronca resonando en los oídos del menor; ¿así cómo podría negarse Anasui? 

 

Las lágrimas se deslizaron de sus ojos cuando asintió. ──Ahh... Sí... Sí, p-por favor... Lléname todo, Jotaro... ──respondió Anasui con su voz casi desgastada, haciendo lo posible para entrelazar sus manos con las de Jotaro. Un gesto extrañamente íntimo, pero que por alguna razón se sentía bien, correcto, como si las manos de ambos encajaran a la perfección. 

 

Finalmente, Jotaro acabó con un suspiro, llenando el interior de Anasui con su semen. ──Anasui... ──susurró mientras dejaba besos en su cuello, recostando su cabeza en el hombro del pelirosa hasta que decidió salir de su interior lentamente, sacándole un gemido a Anasui, que aún estaba sensible en su nube de post orgasmo. Jotaro tragó saliva al ver cómo sus fluidos se deslizaban de la dilatada entrada de Anasui, sintiendo una ola de posesión invadir sus sentidos, intentando enterrarla en lo más fondo de su mente; ahora no tenía tiempo para pensar en qué significaba aquello. 

 

Anasui se giró con esfuerzo y se recostó en el sofá, suspirando cansadamente, mientras que Jotaro se levantó para subirse los pantalones antes de sentarse a su lado. ──Eso estuvo bueno, señor Kujo. ──dijo Anasui con una sonrisa soñadora. 

 

Jotaro soltó una risa y acomodó un mechón rosado detrás de la oreja de Anasui, observando sus mejillas sonrojadas. Hm, la próxima vez se aseguraría de observar su rostro. Sí, definitivamente habría una próxima vez. ──Dime Jotaro. Ya lo gritaste, así que ganaste el derecho de usarlo. ──afirmó con una sonrisa ladina. 

 

──Jotaro... ──llamó Anasui, como si fuera la primera vez que lo hubiera dicho. Se veía tan hermoso recostado en el sofá, con su cabello rosado desordenado, sus labios rojos de tanto haberlos mordido, sus mejillas aún húmedas por las lágrimas, tan increíblemente bello, atractivo; mirándolo con sus ojos casi cerrados debido a la sonrisa que estiraba sus labios. Hermoso, etéreo. ──Jotaro... ¿Quieres salir conmigo? 

 

Vaya, eso no se lo esperaba. 

 

Pero... Jotaro encontró que no se oponía a la idea ni un poco.