Actions

Work Header

Rating:
Archive Warning:
Category:
Fandoms:
Relationship:
Characters:
Language:
Español
Stats:
Published:
2024-04-26
Updated:
2024-11-15
Words:
244,976
Chapters:
65/?
Hits:
50

La década de Giselle Rose

Chapter 65: El inicio del descenso

Summary:

Gunther sigue preocupado por la situación de la empresa y lo sucedido con los inversionistas, y Giselle tiene un encuentro apasionado con el médico, que cambiaría toda su historia

Chapter Text

Desde que lo vio entrar a casa supo que algo no estaba bien. Por el contrario, algo estaba mal. Gunther no podía negarlo, así que le contó lo que había pasado con los inversionistas y las dudas que ahora les generaba todo en la empresa.
-Lo peor es que no logro entender por qué lo hicieron, le dijo. No lograr que invirtieran siempre fue un riesgo, mensurable, comprensible, pero nunca pensé que podría ser todo falso. ¿Por qué hacerlo?
-¿No dicen que para sacarles dinero, o información?
-Son especulaciones, pero no podremos saberlo. Y tampoco sabemos si era por otro motivo y han logrado lo que querían. Esa incertidumbre es la que me tiene así.
Sonó el teléfono de Gunther y Mikel le comentó que finalmente había encontrado algunas personas que podrían hacer alguna investigación más profunda. Se lo había pedido al iniciar el viaje, tras la sugerencia de ella. Mikel se había tomado su tiempo para tratar de encontrar a las personas idóneas. Gunther le dijo que debían contactarse con Dieter y también con quienes Dieter había contactado para hacer el análisis de los elementos informáticos. Cuando colgó ella se lo quedó mirando, pues había entendido buena parte de la conversación, pero no todo
-Te hice caso y le pedí a Mikel que buscara alguna agencia de detectives, o algo así
-Ah, ¿sí? preguntó algo divertida. Así que tomaset en serio mi sugerencia. ¿Y ha logrado averiguar algo?
-Ha encontrado a personas que pueden hacerlo. Espero que los ubiquen
-Pero si son estafadores, ¿qué importa si los encuentran? No los vas a obligar a invertir
-No, pero podría entender bien cuál es su juego, sus motivos para hacer lo que hicieron. Y si están acercándose a alguna otra empresa, advertirles. Denunciarlos en el lugar correcto es lo que me gustaría hacer
Ella se dio cuenta que entender el asunto era lo más importante para Gunther, y esperaba que pudiera tranquilizarse con respecto a eso. Pero sabía que detrás estaba la otra preocupación, la de la inversión en sí misma. Ya lo conocía lo suficiente como para saber que una vez que se despejara ese momento de incertidumbre, retornaría el deseo de lograr inversiones, de hacer crecer la empresa y entrar a otros mercados. Y no se equivocaba, pues la reunión del día siguiente con Keller estuvo enfocada mayormente en ese tema, en pensar cómo conseguirían nuevos inversionistas, de qué manera podrían ampliarse. Quedó claro que simplemente asumir el golpe del engaño y seguir con la empresa igual como estaba no era una opción. Debían avanzar, expandirse. Pero tenían que pensar ahora en cómo hacerlo. La mejor opción parecía una empresa francesa a la que podrían unirse, pero era un tipo de gestión diferente, que les exigía cambios en la estructura, pero sobre todo ampliarse con oficinas en otros lugares. Y las negociaciones estaban en una etapa muy inicial. Gunther insistía en que deberían tener un plan de ampliación de producción ya planteado, sin inversión externa. Estar listos para ampliar las exportaciones. A sus socios no les agradaba mucho la idea porque eso era invertir ellos mismos, colocar dinero de sus ahorros, dejar otras inversiones que tenían, postergar planes propios. Gunther era quien mejor estaba para asumir cierto nivel de inversión, pero tampoco tanto como antes pues efectivamente su vida con Giselle había generado una serie de gastos que habían mermado sus finanzas, no para generarle ninguna inestabilidad, pero sí para no tener tanto respaldo como creían sus socios. Pero a él le molestaba que Keller y Jakob no quisieran aportar más, arriesgar en su propia empresa, principalmente porque no querían dejar de lado sus propios planes personales, su nuevos autos, casas, viajes que planificaban. Era un riesgo, sí, pero conociendo y pensando en la empresa Gunther sentía que por esta vez deberían dejar de lado esos planes personales, postergarlos un par de años, pero eran renuentes a hacerlo, y eso molestaba a Gunther.
Fue una semana algo tensa, aunque no entre ellos. Pero se sentía que la situación no estaba bien. Él estuvo bastante desanimado y hubo poco que hacer para que le cambiara la sensación que sentía. Giselle sintió que no tenía herramientas para ayudarlo con algo así. Trataba de decirle que no se preocupara tanto, que lo dejara ir, que todo estaría bien, pero hasta que Gunther no lograra algunas respuestas su ánimo no cambiaría. Ella se negaba a pensar que el sexo debía ser la solución, que si querían verse como una pareja a largo plazo no podía arreglarse todo con sexo. Sin embargo el fin de semana no pudo evitarlo y planeó seducirlo. Pero sus motivos no solo eran para cambiarle el ánimo, sino también porque en unos días más sería la nueva cita con el médico, y no quería follar con Gunther en los días previos a esa fecha. El domingo se levantó temprano mientras Gunther aún dormía y se baño. Se colocó un top blanco de tiras, corto, que le dejaba ver parte del abdomen y mostraba su ombligo. Sus senos inflaban el top y no usó brassiere, así que sus pezones se notaban a través de la tela. Se colocó el bikini verde abierto en la parte de atrás que Gunther le había comprado y que utilizó en su propio cumpleaños, y encima se colocó una minifalda muy corta. Su vestimenta era una invitación abierta a ser follada. Se lubricó y fue a la cocina a preparar el desayuno. Como si él fuera parte del plan, se despertó cuando ella estaba terminando de hacer los jugos. Entró en la cocina y la vio vestida así y le llamó la atención. Sonrió, se le acercó y le dio un beso de buenos días
-Has elegido un atuendo especial hoy. Miró haciéndose el desentendido por la ventana. Hace calor, el sol va a salir fuerte, dijo, como justificando la ropa que llevaba su mujer
-Si, le respondió ella, parece que va a ser un día caluroso. Pero también me he vestido así porque me gusta, y creo que también a ti.
Él la abrazó y besó de nuevo, apretándole levemente el trasero. Ella giró y quedó de espaldas a él, y empujó su culo hacia su polla. Gunther levantó la mano y la metió por debajo del top, tomándole una de las tetas. Ella inclinó la cabeza exponiendo su cuello para que lo besara, y levantó su mano para acariciarle la nuca mientras él se presionaba contra ella
-Desde que regresamos del viaje no hemos tirado, y eso no está bien, dijo ella. Nos olvidamos de nosotros, nos metemos en la preocupaciones del día a día y es como si los que fuimos en el viaje ya no estuviéramos más
-Lo siento darling, dijo él levantando con la otra mano su minifalda, y encontrándose de pronto con los glúteos desnudos, enmarcados en las dos tiras del bikini. Vaya, si que has elegido cómo vestirte hoy
-Si, lo he hecho con total conciencia, como si me vistiera en uno de nuestros viajes. Quiero que repitamos la follada aquí, sobre el aparador, dijo ella bajando su torso hacia la mesada de la cocina, empujando además su culo hacia él. Gunther levantó la minifalda y le preguntó
-¿Te lubrico?
-Te estoy esperando hace rato
Se bajó el short y su polla erecta apareció lista para poseer a su mujer, a entrar a ese culo que lo esperaba ansioso, que lo recibía una y otra vez, que generaba junto a él ese tac tac tac tac, que era a veces rápido, a veces lento, y se mezclaba con sus gemidos, sus voces, sus palabras de gusto, deseo y amor. Ella se incorporaba a veces, giraba la cabeza para besarlo, se agachaba de nuevo, y el pene de Gunther entraba y salía, y ella se quedaba quieta o se meneaba también, y se reencontraron en ese garchar delicioso, rico, que les gustaba a los dos. No, no era bueno solucionar los problemas o tratar de olvidarlos con sexo, no era lo mejor pero sí que fue bueno, útil, satisfactorio, y los mantuvo de buen ánimo el resto de los días. El clima fue bueno también en esos días, a pesar que el otoño estaba cerca y las lluvias y el frío llegarían pronto. Pero ese fin de semana fue bueno, la pasaron contentos, como la pareja feliz que eran y que serían por unos días más.
Gunther siguió con la preocupación de la situación del trabajo, pero trató de estar de mejor humor en la casa. Ella también intentó que todo fuera tranquilo en los días que siguieron, pero estaba algo ansiosa a medida que se acercaba la cita con el médico. No sabía por qué, pero sentía algo extraño en la situación. Era como si presintiera lo que ocurriría en los días siguientes. Como en citas previas, dejó una nota para Helga avisando que trataría de regresar para la hora del almuerzo. Se había bañado tan pronto Gunther había salido al trabajo, y se colocó un conjunto perlado y con encajes que eran un bustier y una tanga. Se vistió con un short de algodón elástico, que le marcaba perfectamente el trasero, y se puso una camiseta roja sin mangas, del mismo color que sus uñas y su labial. Las sandalias bajas plateadas y un suéter abierto rosado completaban su atuendo. Condujo con rapidez por la autopista pues sentía que se había retrasado, pero llegó exactamente a la hora que había quedado con el médico, quien le abrió la puerta del consultorio con una sonrisa.
-Qué bueno verte, le dijo mientras le daba un beso en la mejilla y la hacía pasar al consultorio, totalmente vacío. Ella fue hasta la oficina sabiendo que él iba detrás de ella mirándole el culo rebosante en ese short. Ella se sentó en la silla del escritorio como siempre y empezaron con lo que ya se había vuelto rutinario. Preguntas sobre cómo se sentía, sobre posibles molestias o dolores, si había algo inusual. Todo era normal. Luego vinieron las otras preguntas, las que ya eran personales para Franz
-¿Qué tal el viaje? Veo que esta vez has tomado mucho más sol
-Así es. He tomado menos precauciones está vez, pues siento que prácticamente ya todo está bien
-Obviamente esta etapa no es tan crítica como los meses anteriores, pero igual debes cuidarte un poco. Y aparte del sol, ¿qué otras precauciones has relajado?
Ella sabía lo que él quería preguntar, así que decidió no irse con rodeos y enfrentar las cosas abiertamente
-¿Se refiere al sexo? Él asintió con la cabeza levemente. Ya no puedo controlar a Gunther, menos en un viaje donde me la paso en bikini buena parte del día. Ha sido casi a diario, le mintió, reduciendo el ritmo al que habían estado durante el viaje. El médico se fastidió un poco y fue notorio, así que ella dijo, pero lo extraño es que regresamos a casa y de pronto los problemas del día a día reducen las frecuencias. Así que es como si hubiera seguido las restricciones. No supo por qué lo dijo, pero estaba segura que eso le gustaría al médico. Era obvio que el médico le tenía ganas, y que las citas médicas eran ya una excusa para seguir follándosela. Ella lo sabía, y no era del todo claro por qué aceptaba eso. O al menos, no quería aceptarlo, pero ese día lo haría.
-Bueno, veamos cómo ha resultado todo en estas semanas dijo él señalando la cama. Ella fue hacia ese sector, se quitó el suéter y el short quedándose con la tanga, para que le enmarcara bien los glúteos. El médico la miró y vio las marcas del bronceado
-Has usado prendas más grandes que esta en la playa
-Algunas veces. No siempre uso tanga al tomar sol, contestó ella sin dudar, pensando que el médico estaría tratando de imaginarla en algún bikini. Empezó a auscultarla como siempre, pidiendo que hiciera algunos movimientos, tocando, apretando, acariciando. Le pidió que se agache, que se levante, y no le quitaba la mirada.
-Voy a tomarte algunas fotografías, pues me parece un buen ejemplo de resultado de cinco meses. ¿Esta bien?
-¿Seré ahora parte de su catálogo para nuevas clientas?
-Así es. ¿Me lo permites?
-Siempre que no se me reconozca
-Sabes por experiencia que no se reconoce a las pacientes. Hizo una pausa. ¿Podría tomarte también de lado, y de frente? Sería un gran ejemplo para las mujeres trans.
Ella se quedó callada un rato, pensándolo.
-Pero solo la parte de abajo. E igual acomodaré mis genitales, le dijo, y así lo hizo. Al médico no le convencieron mucho las fotografías de lado, pues el tucking fue tan bueno que parecía otra mujer, ni se notaban sus genitales. De todos modos, de frente era una visión diferente, se notaba que no había vagina y le gustaron como muestra, aunque no se notaba mucho el trasero pero si la curva de las caderas. Cuando finalizaron el médico le dijo que ya podía vestirse y ella se lo quedó mirando
-¿Me visto y me voy? El la miró y sonrió negando con la cabeza
-Claro que no, torpeza mía pedirte que te vistas cuando aún falta el pago. ¿De qué forma quieres hacerlo?
-Ya le he dicho, efectivo o tarjeta de crédito
Él la miró y se rió. Se acercó a ella y palmeó su nalga
-Sabes que esa forma ya está eliminada. Pregunto por la posición, las últimas veces la hemos variado. Ella lo miró, miró hacia el escritorio y caminó hacia ahí mientras le respondía
-Sentados en la silla. Jaló la silla y la puso en un lugar que tenía espacio. Él se bajó los pantalones y el boxer y se sentó, mientras ella se quitó la tanga, se lubricó y al endurecer su propio pene se colocó el condón. Franz esperaba que ella se volteara, y esperaba ver ese gran culo bajando hacia su polla, pero no lo hizo. Abrió sus piernas y avanzó hacia él. Por un instante la polla de Giselle estuvo a la altura de su boca, pero inmediatamente ella empezó a flexionar las piernas y bajó hasta sus muslos. Puso un brazo en el hombro del médico y con la otra mano tomó su polla para dirigirla a su culo e irsela metiendo de a pocos. Franz gimió de placer mientras ella bajaba su cuerpo en su polla. Se quedó sentada así, frente a frente, pasó ambos brazos por el cuello de Franz y empezó a moverse arriba y abajo. Fue incrementando el ritmo y ambos empezaron a gozarlo. Todas las veces anteriores se había negado a sentarse encima, porque eso la hacía manejar el ritmo y era aceptar que era parte del sexo. Doblada en la cama, echada, de lado, era como si sólo recibiera y no participara. Pero estar encima era ser totalmente parte de eso, y por eso lo había evitado. Pero ese día, mientras manejaba hacia Frankfurt decidió que no iba a seguir negando lo que ya era evidente desde hacía un par de meses. Ella tiraba con Franz, no era sólo que él la follara. Franz la tomó de las caderas y jugaba también con el ritmo. De pronto ella se sacó el top, desabrochó el brassiere y se lo sacó también. Excepto por las sandalias estaba totalmente desnuda encima del médico, subiendo y bajando por su polla sin cesar. El médico pudo ver con claridad las líneas de bronceado, la piel más oscurecida en casi todo el cuerpo excepto en las zonas del busto y donde había estado el bikini. Sus tetas pasaban por frente del rostro del médico, que de pronto quitó una mano de su cadera y tomó uno de los senos crudos, sin el efecto de los rayos del sol. Ella lo miró y él le devolvió la mirada, justo antes de empezar a besarlos. Ella bajó el ritmo para que pudiera tenerlos bien delante de él, y los pudiera besar y acariciar a placer. Retomó algo el ritmo y el médico empezó a besarle el cuello, pues ella había tirado la cabeza hacia atrás, mirando hacia arriba. Él le observó por primera vez la manzana de Adán, que no era muy grande pero resultaba notoria en esa posición de la cabeza que llevaba el cuello hacia adelante. Una mano apretaba su nalga, la otra acariciaba sus tetas, y su boca pasaba de su pecho a su cuello. Subiendo y bajando en esa polla placentera ella bajó la cabeza y su rostro quedó momentáneamente a la altura del rostro de Franz. Él la miró un instante y aprovechó para besarla. Su primer instinto fue tirarse para atrás y evitarlo, pero no lo hizo. Fue un beso de labios apretados, un dejarse llevar por el momento. Él empezó a presionar su polla también hacia arriba y ella abrió levemente la boca para dejar salir un gemido de placer. Franz se acercó nuevamente a su rostro y la besó, está vez bocas abiertas, labios que se cruzaban, lengua que aumentaba el placer. Seguían follando y besándose, ella a veces tirando el torso para atrás y él en esos momentos besando sus senos, mientras una mano seguía apretando el glúteo y la otra estaba en su espalda. Franz puso su mano en la nuca de Giselle y la trajo otra vez cerca a él, a su rostro, a su boca y la besó de nuevo sin ninguna oposición de ella. Sin separarse demasiado de su rostro, juntando las frentes, Giselle empezó a gemir suavemente y eyaculó sin dejar de moverse, sintiendo esa polla gruesa entrar y salir de su culo. Tomó el rostro de Franz con ambas manos y lo besó largamente, mientras el médico apretaba ambas nalgas y la levantaba y bajaba sobre su pene. Giselle aceleró nuevamente el ritmo y de pronto se levantó mucho y la polla se salió. Lanzó un quejido triste pero Franz rápidamente la tomó con su mano para dirigirla y la metió de vuelta en su culo casi sin dudar. Ella lanzó un pequeño grito de placer y siguieron follando otro rato. Franz eyaculó pero eso no paró el sexo, que continuó con ella subiendo y bajando, él acariciandola, besándola, gozando tanto sus tetas como su culo. Poco a poco él ritmo fue bajando hasta que se quedaron quietos. Fue un instante extraño para ella, sin saber qué hacer o decir en ese momento. Frente a frente, ella totalmente desnuda excepto por las sandalias, él mirándola con una leve sonrisa, sus brazos en sus caderas, los de ella en el cuello del médico, y de pronto se irguió y sacó la polla de su culo
-Voy a lavarme, fue todo lo que atinó a decir. Recogió su ropa del suelo y de la cama y se metió al baño, donde se dio cuenta que ese era un cambio definitivo. Y tenía razón. Era el inicio del descenso, de la cuesta abajo, era el final del cuento de hadas y el principio de las pesadillas que vendrían más adelante. Había gozado como nunca ese sexo, pero más que nada, había hecho evidente lo mucho que lo había disfrutado, y el médico ya no era su médico, sino que era su amante, lo que él había querido ser desde el principio, y que ella había aceptado ahora. Franz entró a lavarse también y la miró sentada en el inodoro. Cuando acabó se volteó hacia ella
-Ha sido espectacular. Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo. Sé que lo disfrutaste, dijo reforzando la idea para que ella no pudiera negarlo, pero espero que haya sido tan rico como lo ha sido para mí.
Ella levantó la vista pero no dijo nada. Franz se agachó para darle un beso y ella no se movió, pero tampoco lo rechazó. Un beso cálido en la boca, sencillo. Ella se colocó el brassiere y el top, y luego empezó a lavarse. Franz salió y la dejó terminar con su rutina de lavado, cremas, limpieza de su propio pene, y vestirse de vuelta. Cuando finalmente salió del baño él estaba de pie junto al escritorio. Abrió los brazos para que fuera a él, pero ella no lo hizo. Se detuvo a una distancia adecuada frente a él y le preguntó
-¿La siguiente cita cuándo será? El médico se sorprendió un poco y terminó regresando a su computador, miró el calendario, sus fechas de viaje y le dijo el día en que se reencontrarian. Ella agradeció y giró para salir. Él la siguió y cuando llegaron a la puerta cogió con fuerza uno de sus glúteos a través del short. Ella se sorprendió
-No me has preguntado cómo va todo, cuál es el diagnóstico. Ella lo miró sin saber mucho que hacer, pues él seguía sujetando su trasero
-Es cierto, no te lo pregunté pero supongo que todo va bien, o no lo hubiéramos hecho así, dijo tuteándolo. Lo había hecho algunas veces en las citas previas, pero a partir de ahora solo le hablaría de esa manera
-Efectivamente, todo va perfectamente. Seguro en la próxima cita ya te doy el alta definitiva y oficial, dijo sonriendo. Antes de abrir la puerta se acercó nuevamente a ella y la besó en los labios, cosa que Giselle no rechazó. Así serían sus saludos y despedidas en privado a partir de ahora. Nada de apretones de manos ni besos en las mejillas.
-Nos vemos en un mes, dijo ella antes de salir
-Así es nos vemos, dijo él, remarcando que ya no sería que él la vería a ella, sino que ambos lo harían mutuamente.