Chapter Text
Naya no salió de su habitación por días. Frozebite rascaba la puerta cerrada, ella lo dejaba entrar y no se volvía a saber más hasta que Carl entraba para ofrecerle comida, la cual varias veces negaba. Carl sabía que estaba deprimida, no era necesario preguntarle, la escuchaba llorar por las noches, eso le quitaba el sueño y lo preocupaba más de lo normal, iba con ella para consolarla y convencerla de que se durmiera, lo logró muy pocas ocasiones. Cuando la veía, extrañaba tener esa sonrisa frente a su mirada, sus ojos siempre estaban hinchados, cansados. Tenía los labios secos y trataba de hacer que recuperaran ese color rosado cuando la besaba, también la escuchó hablar sola ¿Acaso hablaba con las voces de su cabeza? Carl estaba aterrado de que su novia finalmente hubiera perdido la cordura. Enid compartía su preocupación con él, y ambos trataban de comprender ¿Qué era lo que mantenía a la chica adentro de esas cuatro paredes? No era algo normal en ella, después de todo, era alguien que siempre quería buscar algo más por hacer. Michonne le dijo que estuviera al pendiente de ella, ya que ninguno esperaba lo que pudiera llegar a hacer.
Lo que no estaba quieto en absoluto era la mente de Iris, necesitaba encontrar algo, una respuesta, una estrategia. Ella jamás había pensado que las cosas terminaran de esa forma, ni siquiera sabía si terminarían en algún momento. Había entrado en un callejón sin salida, y lentamente se estaba obligando a hacer lo que al final ellos esperaban que hiciera, era parte de su plan. Soñaba con fuego, con los gritos de esas dos personas que ardieron después que la flecha que había disparado los atravesara. Soñó que le disparaba por accidente a Carl, despertó empapada en sudor frío y mientras se rascaba la piel con desesperación y dificultad para respirar, ella apareció.
—¿De verdad piensas que es real?—Preguntó una voz rasposa y aterradora que resonó por su mente. Naya levantó la vista y se encontró cara a cara con la gran sombra humanoide que la acechaba cada que podía hacerlo, la chica se encogió y tomó a Frozebite entre sus brazos buscando consuelo. Su sonrisa era más grande que la última vez, sus colmillos eran más largos, era más imponente, más molesta.
—Tú no eres real.—Objetivizó la adolescente que temblaba de pies a cabeza. La sangre había comenzado a caer desde los largos dedos de la sombra hasta el suelo y el ruido de las gotas hacía eco, cada una le hacía estremecer.
—¿Cómo sabes si soy real, si no sabes diferenciar entre un sueño y lo que pasa aquí? Carl no se estaba quemando. —La sombra se deslizó flotando alrededor del cuarto, dejando un rastro de sangre detrás de ella.
—¿Qué quieres?—Naya acarició la cabecita del cachorro. —Vete.
—¿Me sigues teniendo miedo, pequeña?—La sombra se acercó al rostro de Iris, quien en un sollozo se encogió y se recargó en la pared, cerró los ojos con fuerza y se aferró a Frozebite.—Mejor para mí.
—Dime qué quieres y desaparece.—Lloró ella.
—¿De verdad lo harás?—La figura estiró su mano huesuda y descompuesta hasta la cabellera lisa y despeinada de Iris, la llenó de sangre y le manchó la ropa con ella, la joven respiraba con dificultad y su corazón le advertía que algo muy malo estaba por suceder, le ardía el pecho, quería escapar, gritar pero... ¿Por qué no se movía? Era como si esa cosa la tuviera atada con una cuerda que solo ella pudiera controlar.
—Tengo que hacerlo, no tengo opción. —Respondió en un hilo de voz que le costó más aire del que debería, Frozebite miraba preocupado a su dueña, con las orejitas puestas hacia atrás.
—Después de todo, es tu culpa ¿Verdad? Vas a tratar de arreglar lo que tú misma destruiste. Te diría que tengas cuidado, pero eso no me convendría... ¿Qué tal si intentas lanzarte por la ventana cuando estés ahí, en el punto más alto? Será tan divertido... —La figura intentó desviarse del tema principal del que habían estado hablando casi todas las noches que Naya estuvo encerrada en ese cuarto, que olía a humedad, sangre y ansiedad. —¿A ellos sí los quemarás? ¡Y gritarán así!
La sombra se desfiguró, gritó de una forma tan fuerte y desgarradora que su boca se convirtió en un gran agujero negro que llegó hasta el suelo, de él salía humo y varias manos chamuscadas que buscaban alcanzar a Naya mientras poco a poco se pulverizaban. Esos gritos eran de sus compañeros, de enemigos... Iris gritó aterrorizada y soltó a Frozebite en un intento de que él pudiera defenderla, pero nadie veía lo que ella, la incertidumbre la quemaba como las llamas que mataron a esos hombres, solo que ella no estaba prendida, le costaba respirar, le costaba incluso llorar. Se abrazó y comenzó a rascar la piel de sus brazos con la esperanza de que la sombra y sus gritos desaparecieran pronto, pero mientras más rascaba su piel, más sangre caía del techo, más humo entraba por las ventanas...
Carl y Rick entraron por la puerta y lo que vieron los dejó helados. Ambos levantaban el arma entre sus manos, alertas y listos para disparar. En vez de esperar a un Salvador atemorizando a la chica, encontraron a Naya de esa manera y Carl se aproximó hacia ella con la velocidad de una flecha cruzando el aire destruyendo a la gran sombra que seguía gritando, los lamentos cesaron, pero no el susto de Iris, y mucho menos su ansiedad.
—¡Iris! ¿Qué sucede? —Él sabía que ella había pasado por mucho tal como él, pero eso era diferente, no sabía cómo sacarla de ese abismo.
—Iris, estamos aquí. —Rick se acercó a los dos segundos más tarde. —Estás a salvo ¿Nos oyes? Estamos aquí.
Iris no reaccionaba, sus uñas seguían arañando su piel dejando marcas rojas y pequeñas gotas de sangre. Sus ojos estaban fijos en la nada, llenos de lágrimas. Carl tomó sus manos desesperado para detener esa acción, la tomó con fuerza.
—Iris, soy yo. Soy Carl.—Le dijo con firmeza, tratando de que volviera en sí. —Estás aquí conmigo, no hay nada que pueda hacerte daño ahora ¿Sí?
La mirada de la pelinegra se dirigió lentamente hacia su gélida mirada que pareció ser más cálida que el fuego con el que estaba teniendo pesadillas, pero no le quemaba...
—¡Carl! —Jadeó, con una voz consumida por el terror. —No... ¡no te estás quemando! ¡No estás en llamas! ¡Por favor... ve a esconderte! Ellos van a venir... ellos van a... ¡Carl, corre!
Frozebite miraba ansioso a los chicos, había estado tratando de consolarla también, pero sus cuatro patitas lograron evitar algo más grande... Carl sintió un vuelco en el estómago al escuchar esas palabras, se dio cuenta que Iris estaba aún atrapada en una pesadilla. Rick lo miró y ambos supieron qué hacer, el ojiazul rodeó a la chica entre sus brazos y la sostuvo como nunca antes lo había hecho.
Los minutos parecían eternos mientras Rick y su hijo trataban de sacarla de ese estado. Poco a poco, los temblores de Iris disminuyeron, su respiración se regularizó y aunque siguiera susurrando para ella misma, se aferró a Carl buscando consuelo, sentía el cuerpo tenso pero el calor que desprendía el cuerpo de Carl fue suficiente para que entrara en sí, no había nada frente a ellos, ninguna sombra que tratara de matarlos a los tres, poco a poco estaba regresando de la oscuridad que la envolvió. Rick observó a su hijo quien no había soltado a Iris ni un segundo. Se preocupó al ver que una integrante tan fuerte del equipo se encontrara en un punto tan bajo como ese después de ver morir a Sasha.
—Quédate con ella el resto de la noche. Si algo sucede, llámame para llevarla a la enfermería. No puede seguir así.
Rick se quedó un momento más y cerró la puerta detrás de él después de irse. Carl asintió y se quedó junto a su novia, la ayudó a recostarse recargándola sobre su pecho mientras le acariciaba el cabello.
—No, está lleno de sangre. Te mancharás.— Rápidamente quitó la mano de su novio. Él suspiró.
—No hay nada, Iris. Estás limpia. —Carl no solo rodeaba a su novia con el amor con el que siempre solía hacerlo, sino que ese amor se habría convertido en algo mucho más fuerte, ese amor nacía de la desesperación y el miedo, de esa necesidad por sentirse seguros, de sentirse comprendidos. Hubo un silencio prolongado que Iris rompió, Carl dirigió la mirada hacia ella.
—A veces quisiera morir. —Parece que lo dijo más para ella misma, porque en ningún momento esperó una respuesta de él. Las palabras cayeron como un balde de agua fría sobre el chico que por un momento no supo qué decir, su corazón se rompió en pedazos ¿Era verdad lo que había escuchado? Sabía que su novia había estado luchando contra su propia mente desde que la conoció, pero oírlo salir de su boca lo golpeó con una fuerza devastadora.
—Iris... —Las palabras se le quedaron atascadas en la garganta.
—Es demasiado... Sasha ya no está, la guerra, todas las personas que he matado... ¿Por qué no me duele matarlas? Siento que no puedo seguir, me siento rota, como esa caja de música que le dimos a Judith.
—Entonces yo la arreglaré, Iris. —Carl tragó saliva sintiendo un nudo en la garganta, obligándose a hablar. —No tienes que hacer esto sola ¿Recuerdas?
—No es justo para ti, te estoy arrastrando en mis propios problemas, siempre ha sido así. No quiero que me veas de esta manera, que te preocupes por alguien que solo está esperando el final. No sé cuánto más pueda aguantar...
—Iris, me dijiste que no querías que me quemara, pero si tú mueres, me estarías prendiendo fuego tú misma. Y no voy a dejar que eso pase, no puedo. —Carl la abrazó y con su fuerza fue suficiente para colocar a la joven sobre él, estaba más ligera, después de todo no había comido casi nada en esos días, a diferencia de Frozebite, que cada día estaba más grande. Naya recargó la oreja sobre el pecho del ojiazul y soltó una bocanada de aire, al escuchar los latidos de él, pudo sentirse más tranquila, cerró los ojos y bajo la penumbra se prometió aguantar un poco más, o al menos hacer que su muerte fuera en vano. Sabía que lo amaba, que era lo único que la mantenía cuerda. Se sentía tan viva junto a él, que podría morir por él.
Sacaría el filo a ese cuchillo una vez más, el fruto de su furia desgarraría a todo aquel que quisiera lastimar a los suyos aunque eso implique que ella cayera en una profunda locura, donde las pesadillas serían las encargadas de seguir pintando de rojo las bolsas debajo de sus ojos, tendría que hacerlo, era la única opción que tenía. Se cubriría el rostro y solo dejaría visibles aquellos ojos verdes para que eso sea lo último que vean, para que recuerden que esa niña que subestimaron es la misma que les estaría cortando la garganta.
Esa chica de ojos verdes, estaba salvándolo de él mismo, y él ni siquiera lo sabía.
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Días posteriores a lo ocurrido, Iris estaba tratando de salir del cuarto más seguido, después de todo trataba de convencerse de que lo que había visto y soñado había sido únicamente producto de su aterradora mente, Carl la había estado visitando con frecuencia y dormía con ella todas las noches sin falta, a pesar de que Frozebite no estaba muy contento con esa decisión, ya que el cachorro adoraba dormir en esa cama y no había espacio suficiente para los tres.
Durante el aislamiento de Iris, Rick se enfocó en enseñarle a conducir a su hijo, ya que él insistía constantemente en que quería aportar en algo. Cuando tuvo lo necesario, tuvo una idea. Invitó a su novia a subirse a uno de los vehículos propiedad de Alexandria, ella al principio se mostró reacia pero finalmente aceptó sin muchos ánimos y dudando de su capacidad, pero realmente fue más fácil de lo que imaginó. Carl le enseñaba lo que recordaba y ella fue descubriendo lo demás, a pesar de que no sonreía tanto como de costumbre, al menos una sonrisa era una curita en el corazón del ojiazul. Esas sesiones de conducción fue lo que les permitió volver a conectar y recordarle a Carl que sin importar lo que ocurriera, siempre se sentía enamorado de ella, no había perdido esa magia, esa atracción que lo hacía querer pasar sus manos por cada rincón de su cuerpo, siempre la veía tan bella. Iris se sentía más cercana a él, había olvidado la última vez que se había sentido tan tranquila, pero eso no le duraba mucho tiempo, al final del día siempre volvía a pensar en lo que estaba dispuesta a hacer con tal de tenerlos a salvo a todos, no podía distraerse en ningún momento, y quizá esas clases de manejo fueron suficientes para proceder a dar el próximo paso que sería planearlo todo.
Un día por la mañana, Iris se levantó más temprano que Carl, como de costumbre. Se dio un baño evitando mirarse al espejo porque simplemente su reflejo le hacía darse cuenta que detrás de ella estaría la sombra recordándole el poco tiempo que le quedaba para ponerse en marcha. Respiró profundo, después de cambiarse salió del baño para dirigirse a la habitación, el vapor aún la rodeaba y el cabello se encontraba mojado sobre sus hombros, goteando de vez en cuando.
Se detuvo al ver a Carl sentado en el borde de la cama ajustándose la venda del ojo. Frozebite se encontraba sentado a su lado con las orejitas en alto, atento a su dueña. Algo la detuvo al ver esa imagen, bien podría quedarse viéndolo por horas para admirar lo mucho que le gustaba, pero era una sensación diferente.
—Déjame ayudarte con eso— Con un brillo inesperado en sus ojos verdes, la chica se sentó a su lado, tomó el vendaje entre sus manos y se lo quitó con delicadeza, aunque tratara de concentrarse, era realmente imposible, debía admitir que le gustaba ver esa cicatriz. Carl la miró sorprendido pero no dijo nada, relamió sus labios y se encontró con ella, miró sus pecas y cómo poco a poco se ruborizaba, era adorable. Ni siquiera esos rasguños en los brazos, las ojeras y la cicatriz de la palma de su mano, le quitaron una pizca de belleza.
Iris deslizó los dedos con cuidado por la cicatriz alrededor de su ojo, su tacto ligero pero firme. Ninguno de los dos sabía cómo describir esa sensación, pero había cierta lascivia en los ojos de los dos, el crecimiento no solo se había empezado a notar físicamente en ellos...
—Te ves... fuerte, te ves tan bien... —Iris pasó los dedos por la mejilla de Carl y la besó con delicadeza, ambos sintieron una corriente eléctrica recorriéndoles la espina dorsal.
—¿Te estás burlando?—Carl no sabía si ella estaba bromeando o realmente pensaba que esa horrible cicatriz que lo dejó sin un ojo le parecía atractiva. Tragó saliva, su mirada pasaba desde los preciosos ojos de su novia hasta el pecho, su cintura y el resto de su cuerpo, su piel expuesta al tener esa blusa sin mangas puesta... Sintió una atracción distinta, pero estaba seguro que no dejaba de amarla, no era sólo deseo. Era ella... El silencio también había cambiado, estaba cargado de algo que los dos desconocían pero estaban ansiosos de descubrir a pesar del caos que los rodeaba.
—No, para nada. —Ella se inclinó un poco más y poco a poco fue colocando el vendaje sobre el ojo, ella habría sugerido que lo dejara así, pero sabía que él no estaba listo para eso, ella estaba segura que su novio detestaba esa cicatriz. Su tacto era suave pero tembloroso, terminó de colocarlo alrededor de su cabeza y sus manos se quedaron ahí, acariciando su cabello castaño mientras lo miraba con una media sonrisa. Lo besó, al principio era suave como todos los demás, pero poco a poco se tornó como aquel que tuvieron a oscuras en el Reino, aquel que les hacía sentir más y más calor. Carl colocó una de sus grandes manos en la cintura de ella para atraerla aún más.
—¿Interrumpo algo, chicos?—Una Michonne más recuperada apareció en el rabillo de la puerta. Los jóvenes avergonzados se separaron rápidamente y negaron con la cabeza al mismo tiempo, ella simplemente soltó una risa y luego suspiró.
—Carl, dice tu padre que sí pueden acompañarlo hoy, y tú conduces.
Carl esbozó una sonrisa y se puso de pie, le extendió la mano a su chica y ella accedió, Frozebite la siguió como siempre y ambos se prepararon para lo que sería salir a buscar suministros con Rick Después de todo, Naya estaba buscando hacer cualquier cosa para distraerse y evitar caer nuevamente en un aislamiento que terminaría por quitarle la poca cordura que le quedaba, las pocas ganas de seguir...
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Carl conducía una camioneta vieja pero funcional, Iris estaba sentada en el asiento del copiloto y Frozebite descansaba pacíficamente en su regazo, aunque ya no hubiera espacio suficiente para él ahí. Su pelaje gris hacía contraste con los pantalones negros de Iris, la dejaba llena de él después de un rato. Pararon cerca de una reserva de gasolina al borde de la autopista, ella se estiró y tomó sus cosas para salir junto a su novio, sin embargo, antes de que ella pudiera abrir la puerta, Carl ya había bajado, rodeado el auto y abierto la puerta por ella, esbozando una sonrisa.
—No necesitas ser tan caballeroso. —Iris se sintió apenada y apoyó las botas en el pavimento después de que Frozebite saltara y corriera con entusiasmo por el camino.
—¿Quién dijo que estoy siendo caballeroso? Tan solo estoy disfrutando estar contigo.
—Además, Grimes. Te estacionas terrible. —Iris alzó una ceja y trataba de no dejar escapar una risa.
—¿Ahora soy un pésimo conductor? Creí que te gustaba cómo lo hacía. —Los chicos caminaron a lo largo de la autopista con sigilo y alerta a pesar de hablar entre ellos, sabían que si ocurría algo, no lo dejarán pasar por alto.
—Sí, pero no cuando chocas con arbustos cada vez que lo intentas. —Las cadenas que colgaban del cinturón de estoperoles de Iris chocaban entre sí haciendo sintonía con su voz.
—Lo haría mejor si no estuvieras distrayéndome. —Repuso el ojiazul.
—¿Estaba haciendo malabares para distraerte? No dije una palabra en todo el camino.
—¿De verdad necesitas que sea más específico? —Carl pasó su mirada de arriba hacia abajo e Iris comprendió al instante.
Juntos llegaron a la reserva e investigaron un poco más antes de hacer lo suyo, se encontrarían con Rick más tarde. En los autos había cadáveres, Naya estuvo contenta de que dicho olor no fuera tan intenso después de todo, o solo ya estaba tan acostumbrada al olor a muerte, que ni siquiera se inmutó en sentirlo. Un ruido los interrumpió, era una voz masculina que asustó a los dos, levantaron sus armas y Frozebite se colocó entre las piernas de Iris, gruñendo con nerviosismo.
—Hola. Estoy bien...bueno, no lo estoy.—Hubo una pausa, donde Iris sentía el corazón dándole un vuelco. —Me han disparado. Me arrojaron un microondas, así que diré algo que mi madre solía decir, y esperaré lo mejor: "Lo que sea que tengas de bueno, gástalo en los viajeros". Mi madre decía que ayudar a los viajeros, a las personas sin hogar, eso era lo mejor. De seguro vieron cosas y vivieron cosas que no los dejan confiar en los demás, lo entiendo...lo entiendo.
Carl se agachó y miró bajo un auto después de quitarse el sombrero. Naya frunció el ceño y suspiró con ironía, harta de escucharlo hablar. Iba a disparar si seguía.
—También he vivido muchas cosas. Mi madre también decía: "Que mi misericordia prevalezca sobre mi ira". No sólo lo decía mi madre. Es del Corán...quizá no debía de haberlo dicho. No los conozco, pero llevo días sin comer, tal vez ni siquiera sean reales...
Iris no entendía por qué había alguien hablándoles con tanta confianza, estaba segura que no era otra de sus alucinaciones, Carl también lo oía. La miró y asintió, los dos corrieron dirigiéndose hacia el sonido y apuntaron al mismo tiempo, Iris le quitó el seguro al revólver y Frozebite esta vez se colocó frente a los dos.
—¡Manos arriba!.—Exclamaron al unísono. Era un tipo de no más de treinta, se veía cansado, no obstante, ese rostro pidiendo su llamada misericordia, no le dio más que desconfianza. Podía ser...
—¡Está bien! Solo quería algo de comida...
Iris rodó los ojos, no se creía ni una pizca de esa mirada. Disparó, pero Carl no lo hizo, el hombre salió corriendo. Escucharon un disparo más que no provenía de ellos, era Rick, que se había adelantado.
—Se supone que nos encontraríamos en la intersección. — Hizo una breve pausa. —Podía ser uno de ellos, bien hecho, Naya.
—Eso pensé. —La chica miró a un Carl desorientado por el sonido de los disparos, pero juntos se dieron la vuelta y siguieron su camino después de aquel extraño incidente. Llenaron los contenedores que pudieron con gasolina y volvieron a montar la camioneta. Frozebite había cazado una liebre y tenía el hocico manchado de sangre, Iris hizo una mueca de disgusto y dejó comer a su lobo antes de llevarlo consigo en el vehículo.
—Comes mejor que yo. —Le dijo al cachorro, el cual aulló suavemente para animarla, había perdido el apetito casi por completo esos últimos días.
Carl encendió el auto y juntos tomaron el camino nuevamente, sin embargo a los pocos minutos de haber comenzado, Carl giró el volante y se desvió por un camino poco transitado por ellos. Iris lo miró desde el asiento del copiloto con ansiedad, sabiendo que ese no era el rumbo que deberían tomar para encontrarse con Rick.
—¿A dónde vas? —Iris arqueó una ceja.
—Baja. —Carl sonrió con un destello travieso en los ojos una vez que se detuvo a la orilla del camino, chocando con otro arbusto...
Iris entrecerró los ojos intrigada por lo que Carl tuviera en mente, no sabía si sentirse asustada o no, aun así, siguió las palabras del chico y se desabrochó el cinturón para bajar de la camioneta, Frozebite saltó detrás de ella y la siguió. A lo lejos, lo único que los acompañaba en ese momento era el canto del viento y el crujir de la grava bajo sus pies.
—¿Y ahora qué? —Iris se cruzó de brazos y miró hacia el cielo.
—Pensé que necesitábamos un descanso de toda la mierda que ha pasado. —Carl se acercó a ella y acarició su barbilla. —Además, te vendría bien algo de diversión, no me gusta verte llorar.
—¿Diversión? Carl, ¿te das cuenta que siempre saben dónde estamos? —Arqueó una ceja y miró a su alrededor buscando posibles espías entre los árboles, a pesar de que no pudo ver a nadie, sentía que nada de eso era buena idea. Se sentía paranóica, como si miles de ojos estuvieran sobre ella todo el tiempo.
—Claro ¿Por qué no? Papá me ha dicho que este es uno de los caminos que ellos nunca toman, siempre tienen un patrón. Además, si ocurre algo, estaré contigo ¿No?
—Sí, pero... —Ella trató de protestar, la idea le intrigaba.
—Iris, por favor. Solo esta vez. —Se acercó a ella dando un paso firme y besó su frente. Iris suspiró y asintió con la cabeza esperando que lo peor no fuera a pasar en ese momento, Carl le devolvió una mirada gratificante y se separó de ella para analizarla de pies a cabeza. Llevaba un atuendo genial ese día, le encantaba cómo se veía cuando solamente llevaba una blusa sin mangas. —Muéstrame lo que tienes, he visto cómo haces acrobacias extremas cuando entrenas en casa.
—Solo son acrobacias sencillas, ni siquiera una rutina completa. —Iris lo miró desafiante y sonrió con ironía cuando lo escuchó decir eso. Algo la llevó a querer dejarse llevar, esa energía que sintió la vez que le dio el primer beso... Sin decir más retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás rezando para no fracturarse nada al no haber calentado previamente, tomó aire y se lanzó hacia adelante para tomar impulso y dar una voltereta hacia atrás, aterrizando con un leve tropiezo.
—¿Eso es todo lo que tienes?—Bramó Carl mientras corría detrás de Frozebite hacia ella.
—Es que eres insufrible... —Dijo ella con sarcasmo. Carl sin dejarse intimidar se lanzó hacia ella tratando de atraparla desprevenida pero ella lo esquivó fácilmente dando una pirueta para alejarse de su alcance. —¡Más rápido, Grimes! —Realmente pudo sentir que se estaba divirtiendo, Carl intentó atraparla una vez más corriendo detrás de ella antes de que la chica saltara sobre una roca imaginando que sería una prueba de entrenamiento más en salto de caballo. Dio una vuelta en el aire con más facilidad de la que imaginó y después de varios intentos fallidos por parte de Carl y Frozebite, ambos se dejaron caer al pavimento riendo y jadeando llenos de adrenalina, Frozebite los siguió con la lengua colgando mientras movía la cola, feliz de estar con ellos.
—Eres imposible. —Carl respiraba con dificultad.
—Y tú eres demasiado lento. —Iris lo empujó levemente con el hombro.
Mientras recuperaban el aliento y Frozebite tomaba agua de un estanque, los chicos se dispusieron a investigar el bosque, encontrándose con un pequeño cobertizo. Naya siguió a Carl con curiosidad y de pronto descubrieron algo totalmente inesperado: Una bolsa empolvada en un rincón, Carl la abrió esperando encontrarse con pertenencias o con municiones, sin embargo, en el interior no encontró nada más que dos pares de patines desgastados.
—¿Patines? Me esperaba más una cabeza humana. —Comentó Iris irónicamente, cruzándose de brazos y apoyando la bota sobre una silla de madera.
—Patines. —Repitió su novio, y antes de que la chica pudiera responder, él ya se encontraba sentado en el suelo poniéndose el par más grande.
—Oh, tienes que estar jodiendo. —Ella no tuvo más opción que ponerse el otro par color púrpura, ambos chicos se levantaron con ayuda mutua y trataban de mantener el equilibrio, caminaban tal y como ciervos recién nacidos o peor que un caminante viejo y descompuesto, los que más tiempo llevaban muertos eran los más idiotas, al menos a los ojos de Naya. Frozebite los observaba desde lejos con las orejas en alto, dejaron sus zapatos en la camioneta y una vez que llegaron al pavimento comenzaron a intentar patinar sin experiencia previa aunque más bien parecía que iban a caerse en cualquier momento, Iris no dejaba de reírse de la expresión de concentración de Carl para no caerse, estaban tomados de la mano, tan fuertemente como si su vida dependiera de ello y gracias al nerviosismo constante de Iris, las manos comenzaron a sudarle y pronto se resbalarían, perdería el equilibrio si se soltaba para limpiarse. —Siempre tienes las peores ideas. — Naya se sostenía el estómago, que le dolía de tanto carcajear.
—Nunca dije que esto fuera una buena idea. —Carl extendió una de sus manos para estabilizarse, pero en su lugar terminó arrastrando a Iris hacia el suelo junto a él, logrando que ella cayera sobre su cuerpo con un ruido sordo. Ambos gimieron molestos al unísono y se miraron directamente, podían sentir cómo sus corazones latían fuertemente en sintonía. —¿Te he dicho que te queda precioso el color negro?
Carl rompió el breve silencio después de la caída, al ver a su chica tan de cerca, se habría olvidado de estar en medio de una autopista y más bien pensaría que estaría en medio de un sueño del cual jamás querría despertar. Frozebite no quiso quedarse fuera y corrió para impulsarse y saltar sobre ellos, lamiendo las caras de ambos quienes intentaban separarlo.
—¡Frozebite, deja de morderme! — Iris se levantó y tan pronto como su diversión había comenzado esta pareció llegar a su fin. El ruido que habían causado había sido suficiente para atraer a una horda que de no haber sido por Frozebite, habrían sido rodeados y devorados de inmediato. Carl sintió el terror recorriendo su cuerpo entero y rápidamente se levantó mientras que la chica se quitaba los patines con desesperación. Los caminantes cada vez estaban más cerca y los chicos, descalzos y sin mucho tiempo tomaron sus armas, colocándose de espaldas el uno del otro.
—No sabía que había tantos aquí afuera... —Iris blandía su daga de plata, estaban demasiado cerca como para dispararles flechas directo a la cabeza. Carl tomaba su pistola y miraba a sus alrededores con determinación, como si supiera exactamente qué debería hacer. Frozebite se colocó en medio de las piernas de su dueña, gruñendo con ansiedad.
—¡Esto es muy fácil! —Respondió Carl, disparando como podía a la cabeza de varios muertos pero atrayendo cada vez más que salían del bosque.
—¡Carl! ¡Métete al auto antes de que bloqueen el camino! ¡Vamos! — Iris tenía un nudo en la garganta, después de haber pasado por tanto, realmente comenzaba a pensar que por todo ese tiempo había estado reprimiendo el miedo que sentía por esas cosas.
— ¿Y dejarte aquí? ¡Ni hablar! Puedo con esto.
Iris rodó los ojos y se acercó a los caminantes para atravesar sus cabezas con la daga, uno tras otro salpicándose la ropa de sangre. Frozebite corrió a esconderse debajo del auto, ese lobo era sumamente astuto, ¿Cómo sabía que no era posible defenderla de los muertos?
—¡Iré detrás de ti, no me dejarás! ¡Debemos avisarle a tu padre y volver! —Iris ya corría hacia la camioneta entre ellos, asesinando a el que se le pusiera en frente para despejar el camino y así poder escapar más rápido, pero era inútil, Carl no había avanzado tanto como ella y seguía disparando, no acertaba casi ninguno de los disparos y solo atraía más hacia él. —¡Maldita sea, Carl! ¡No me obligues a ir por ti!
—¡Podemos hacerlo, no hay tantos! —Él insistió, aunque creía que estaba teniéndolo todo bajo control, solo empeoraba las cosas ¿A qué estaba jugando en ese momento? ¿Qué se le había metido en la cabeza? Iris se sintió enfadada, por un momento sintió que explotaría y le gritaría que se quedara ahí, pero al ver cómo había acertado tres disparos seguidos, sintió alivio.
—¿Ves? ¡No son tantos! —Iris asesinó a dos más cerca de ella y en medio de la distracción, uno de ellos jaló a Carl de la camisa y lo tiró al suelo mientras forcejeaban entre sí, su mundo se vino abajo y tuvo ganas de vomitar. Carl le disparó en la cabeza y lo separó de él, pero al instante otro más se agachó para querer comérselo completo, Naya saltó entre los cadáveres con el corazón en la mano y asesinó al último que estuvo a punto de morder a su única esperanza...
"No, no le pasará lo mismo que a Andy ¿Verdad?"
Dijo la voz de una niña dentro de su cabeza, y con todas las fuerzas que pudo, tomó al chico de la camisa y lo arrastró hasta la camioneta para lograr que se pusiera de pie después de que tomara su sombrero. El corazón se le iba a salir del cuerpo en cualquier momento, ¿Cómo era que Carl pudiera adoptar una actitud así'
—¡Frozebite! ¡Aquí! —Iris lo llamó y él salió disparado de debajo del vehículo, los chicos abrieron la puerta y entraron con la velocidad de un rayo. —¡Mierda! ¿Estás bien?
—Casi muero. —Carl jadeaba y miraba su reflejo en el espejo retrovisor con terror, la venda se le había salido del ojo y la cicatriz estaba visible. El terror se reflejó en esa gélida mirada.
—¡Salir no es un maldito juego! ¿No recuerdas lo que dijo tu padre? —Naya rompió en llanto, presa del pánico rasguñó sus brazos y miraba directamente a su novio, igual de atemorizado que ella. —¡No debimos de habernos relajado, mientras estemos aquí, cualquier movimiento en falso es el fin! —Estaba histérica, aún con la daga entre sus manos y los caminantes golpeando las ventanas entre gruñidos escandalosos y sumamente molestos.
Carl se quedó en silencio y se quedó cabizbajo. Momentos después, habló.
—Ha sido por mi ojo, mi punto ciego... yo sé defenderme, todo habría salido bien, pero... pero no pude ver al que me atacó. —Una lágrima escurrió por su mejilla. —Ahora soy inútil, no puedo protegerte. Pudiste haber muerto por mi culpa.
Iris lo miró desconcertada y entre llanto lo abrazó, no podía perder la calma si él también estaba a punto de hacerlo, tomó su rostro con ambas manos como él solía hacerlo con ella y le dijo:
—Deja de decir eso, no sientas lástima de ti mismo. Te acostumbrarás, eres fuerte, Carl... Todo el mundo puede verlo. Ahora, arranca este maldito alto y escapemos de aquí antes de que nos alcancen más. Y cuando nos encontremos con tu padre, nadie dirá una maldita palabra sobre esto o estaremos muertos de verdad. Esto quedará entre nosotros.
—Está bien...
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Una vez que llegaron a Alexandria después de completar sus tareas junto a Rick en silencio y sin decir demasiado, se encerró toda la tarde junto a su chico, los dos tomaron una siesta y Naya despertó primero por la madrugada, la luz de la luna entraba por su ventana, el aire estaba fresco y pudo notar cierto olor a pólvora en él. Sabía que no podía esperar mucho tiempo más, dentro de dos días según Rick, todos estarían yendo hasta el santuario para atacar y terminar con Negan de una vez por todas. Michonne, Carl y ella misma se quedarían a liderar la comunidad por si las tropas de los Salvadores se atrevían a atacar en medio de la guerra, veía a Carl tan atemorizado como ella después de recibir aquella noticia, la idea de defender el lugar al que por fin pudo llamarle hogar la llenó de entusiasmo y a la vez una presión inmensa, como si la vida de todos estuviera en sus manos. Lastimosamente, ese no era su plan...
La idea de unirse a los Salvadores había estado rondando su cabeza durante las últimas semanas, después de haberse ganado nuevamente la confianza de su padre y haber establecido cierta relación con Dwight, supo que infiltrarse en esa fábrica como doble espía sería la idea que probablemente los llevaría a la victoria. Le daba repulsión tener que pensar en tener que fingir simpatizar con el tirano de Negan después de haber matado a sus amigos... Desde que vio a Sasha salir de ese ataúd, supo que ella no había sido asesinada, más bien, que había dado su vida para salvar la suya, ¿Qué mejor manera de matar a alguien que convertirse en caminante para tomarlo de sorpresa? La admiraba, pero se sentía tan culpable...
Después de dejar abiertas las ventanas se quedó mirando a las estrellas por un momento, realmente deseaba tener a alguien para hablar de eso, sabía que Carl la reprocharía de inmediato, Enid estaba en Hilltop y si hablaba con ella por radio, corrían riesgo de ser escuchadas si alguien interrumpía la señal. Grace y Jane realmente no estaban enteradas por completo de todo, sería complicado explicarles... Solo tenía una opción, y ese era Rick.
Bajó las escaleras de aquella silenciosa casa y se encontró con Rick mirando un mapa detenidamente, las ojeras ya habían comenzado a mostrarse debajo de sus ojos azules, y un mechón de cabello rizado le cubría la frente. No se dio cuenta de la presencia de Iris hasta que los pasitos de Frozebite resonaron contra el piso de madera.
—Pensé que estaban dormidos. —Rick apartó la mirada de la mesa y se concentró en Iris, la miró de arriba hacia abajo, como si volviera a analizarla por completo como la primera vez que la vio. —¿Todo bien? Pareces nerviosa.
—He estado pensando en algo. —Iris tragó saliva y comenzó a jugar con las manos, suspiró y se sentó a su lado arrastrando la silla. —Y sé que no te va a gustar, pero quisiera que lo consideres...
—Adelante. —Parecía estar abierto a escuchar más opiniones que no fueran la suya...
—Todos sabemos que Negan me quiere de su lado. —Dijo sin rodeos. —Sabe que soy valiosa, todos lo saben, creo... Ni siquiera tengo entendido por qué. Podríamos usar esto a nuestro favor.
—¿De qué estás hablando?
—Voy a unirme a los Salvadores. —Iris pronunció eso a secas, como si pareciera que realmente supiera lo que estaba haciendo, pero en realidad, tenía los nervios de punta y miedo de terminar siendo como uno de ellos. —Usa la lógica, sería una espía, fingir que estoy de su lado nos abriría la puerta para ganar. Mi padre está ahí, Negan confía en él... —Hizo una breve pausa y bajó la voz, tratando de asegurarse de que nadie estuviera escuchándola. —Si juego bien mis cartas, puedo obtener información valiosa, conocer sus planes.
Rick la miró y suspiró, tratando de procesar lo que acababa de oír. Se pasó una mano por el rostro y ladeó la cabeza, desconcertado.
—¿Tienes en cuenta lo peligroso que es eso? Es casi suicida. Negan es... impredecible, puede jugar con tu mente, si te descubre, no habrá vuelta atrás. —Había un tono grave y ronco en su voz. —No es solo ponerte en riesgo, es meterte directo a la boca del lobo.
—Lo sé, pero también sé que tenemos que hacer algo diferente a lo que estamos acostumbrados si queremos ganar. Disparar bombas a lo loco no es la mejor alternativa a veces. —Miró por un momento a Rick, a pesar del tiempo que tenía con el grupo, aún no se acostumbraba a verlo a los ojos. —Me has enseñado que necesitamos sacrificarlo todo para sobrevivir. Yo puedo ser ese as bajo la manga, sabes que conozco ese lugar, mi padre puede ser mi cobertura. Puedo informarles a través de la radio cuando las señales sean seguras, Negan no sospechará de mí, lo he planeado, por eso no salí de mi habitación por semanas. No voy a quedarme aquí viendo cómo nos derrotan.
Rick se puso de pie, claramente inquieto y caminó hacia la ventana de la sala de estar con las manos sobre la cintura. Negan siempre buscaba a los fuertes, es por eso que quiso a Daryl, pero la idea de enviar a Iris directamente a los brazos del enemigo era algo que no podía aceptar con facilidad, quisiera o no, ella y Carl aun eran unos chicos, siempre trataba de mantenerlos lejos de el alboroto central... Esa chica tenía agallas, ¿Pero realmente tenía las suficientes para no dejarse sucumbir como Eugene? No podía perder a un miembro más, no a la que le devolvió la vida a los ojos de su hijo después de perder a su madre, pero ella era mucho más que una buena puntería y una actitud hasta cierto punto sádica, él sabía que Negan estaba enterado de su falta de control, quería usarla como un arma de doble filo, no como un soldado leal.
—¿Y Carl? ¿Qué te dijo acerca de esto? —Rick se volvió hacia ella e Iris sintió un vuelco en el corazón, mordiendo la parte interna de sus mejillas. Sabía que esa era la parte más difícil de todo eso, Carl no iba a aceptar eso de ninguna manera. Lo conocía demasiado bien, sabía lo mucho que adoraba a esa chica.
—No se lo he dicho aun. —Admitió después de suspirar y tragarse el nudo en la garganta. —Quería hablar contigo primero porque sé lo que significa... Sé que si se lo digo, hará todo lo posible por detenerme, no puedo dejar que eso pase, no quiero perder a más personas que me importan, no podemos perderlo a él.
—Carl va a odiarlo. Y no lo culpo, pero Iris... —Volvió a sentarse, estaba tan inquieto como ella. —Si vas a hacer esto, no vamos a enviarte al santuario sin una manera de sacarte de ahí si las cosas salen mal.
Iris hizo una mueca y asintió con la cabeza, no le gustaba la idea de arriesgar a otros por ella, pensaba hacerlo todo eso por su cuenta... Apreció que Rick no la rechazara de inmediato, su mirada era dura pero no carecía de compasión.
—No vamos a mentirle a Carl, no podemos. Pero lo manejaremos juntos, él es fuerte, sabrá soportarlo. —Se acercó a Naya y susurró. —Pero vas a tener que ser honesta con él.
—Gracias, mira, sé que es mucho pedir. Pero de verdad aprecio que me hayas escuchado. —Iris se puso de pie y tomó al lobezno entre sus brazos. No tenia duda de que él la acompañaría en su misión, daba buenos mordiscos...
Rick asintió, esa mirada fría parecía tener al menos un poco de calidez guardada.
—Prométeme que no te perderás ahí dentro. Sé lo que pasa por tu mente, pero no importa lo que pase, no dejes que Negan te cambie, que no te arrastre a su juego.
Iris sabía bien que Negan era un especialista en manipulación, y que su mente era la mayor bromista con ella...
—Lo prometo. —Dijo con un nudo en la garganta, llena de determinación, pero también con miedo.
—Recuerda que no tienes que hacerlo todo tú sola...
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La mañana siguiente Iris no estaba completamente segura de su decisión, pero tenía claro que haría lo que fuera con tal de garantizarle la victoria a sus amigos, a esos amigos que poco a poco fueron convirtiéndose en una familia que la acogió sin esperar a una guerrera a cambio. Desde que escuchó a Rick decir que no podía dejar a una niña de la edad de su hijo allá sola, su corazón se había sentido cálido y agradecido ¿Pero qué pasaría si entonces todos le daban la espalda? Carl era quien más le preocupaba, estaba segura que decirle haría toda esa situación más difícil de lo que ya estaba siendo para ella. Fue primero con Grace y Jane, debía estar segura que no la iban a odiar después por no haberles contado su historia, lo hizo. Les contó que las buscaba a ellas específicamente, que su padre era uno de ellos... todo.
—¿Que qué? —Grace abrió la boca de par en par con suma sorpresa, Iris estaba sentada en la cama de una de las hermanas, mirándolas fijamente mientras se rascaba la piel del dorso de la mano, ansiosa. —No, no puedes, es decir ¿De verdad lo harás?
—No es de verdad... —Titubeó, suspiró y agregó. —Mi padre nos ayudará, hasta donde se... es la única manera, Negan me quiere de su lado, y si le doy lo que quiere, se distraerá.
—Eres buena actriz. —Jane se cruzó de brazos e intercambió miradas con su hermana, ella se dio la vuelta, abrió uno de sus cajones y le tiró una caja pequeña con mal aspecto a Iris, quien por estar en las nubes no la atrapó y tuvo que recogerla del suelo.
—Toma uno, cabezona. —Grace simplemente se acercó a ella y sacó un cigarrillo con punta roja de la cajita, lo colocó entre los resecos labios de Iris y caminó por un encendedor. — Te hará sentir mejor. —Encendió el cigarrillo e Iris pudo sentir el calor recorriendo su boca, por mero instinto inhaló y sacó el cigarro de su boca para toser con desespero, Jane soltó una carcajada junto a su hermana, suponía que podían hacer el momento menos horrible.
—¿Qué les hace desear fumar esta cosa? —Hizo una mueca de asco, ¿Cómo podían estar tan tranquilas? Pensaba que iban a reaccionar mal, pero por primera vez, no se sintió completamente juzgada.
—Te sentirás más relajada... Tomas una calada, la sostienes un momento, y luego expulsas el humo. Fácil ¿Verdad? —Grace se sentó a su lado y Naya por seguirles la corriente lo hizo, era verdad... la tensión de sus hombros poco a poco se desvanecía, y pudo sentir un dulce sabor a frutos rojos en los labios.
—Se siente bien, pero me quema. —Tosió una vez más, Frozebite la miraba con curiosidad, recostado en la cama.
— Como si fuera esta guerra... Se sentirá bien una vez que todo deje de arder. —Jane jugaba con uno de sus rizos color fuego.
—Quédatela, te hará falta cuando estés tensa. —Grace alborotó el liso cabello de la ojiverde y le sonrió con complicidad. —Ahora, ve a fingir que no quieres matar a ese idiota para volarle los sesos yo misma.
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Iris se alistó, se puso la capa negra que Carl le obsequió, recargó el revólver, carcaja el arco y el carcaj lleno en la espalda, la daga estaba limpia y guardó lo más importante en su mochila, su fotografía junto a Carl y Judith y la caja con balas de ametralladora que él también le dio. Era medio día y el sol parecía brillar más de lo normal, como si nada estuviera ocurriendo en ese mismo instante. Esa mañana, Rick se reuniría con las demás comunidades: Hilltop y el Reino estarían listos para volar en pedazos al Santuario, o al menos eso era lo planeado. Iris se armó de valor y pudo encontrar a Carl limpiando su daga y sacándole filo, como si estuviera preparándose para cortarle la garganta al primero que se le cruzara.
"¡No podrás! ¡Morirás quemada!" Dijo un susurro agudo en su conciencia.
—Carl... —Iris se puso de pie junto a él, tratando de concentrarse en cómo el trapo se pasaba de arriba hacia abajo por la hoja de metal que brillaba y mostraba en su reflejo a ambos chicos.
—¿Qué sucede? —Como si ella fuera lo más importante, Carl dejó lo que estaba haciendo y prestó atención completamente a su chica, quien vestía de forma peculiar, como si fuera a salir... estaba ojerosa, le temblaban las manos y él supo que algo no andaba del todo bien, ¿Habría sido lo que había pasado con la horda? ¿Estaba enferma? Miles de preguntas y ninguna respuesta. —¿Adónde vas?
Iris suspiró, bajó la mirada y por fin se atrevió a enfrentar su mayor miedo.
—Escucha, tengo que decirte algo, que sé que no te gustará. —Tenía el corazón en las manos, completamente acelerado. Carl hizo una expresión de duda, alzó una ceja, expectante. —Voy a unirme a los Salvadores.
—¡¿Qué?!— Inmediatamente, Carl se puso pálido, sonaba roto, enojado... —Iris, eso es una locura, es peligroso ¿Por qué lo harías?
—Es nuestra única esperanza. —Tenía un nudo en la garganta, no le gustaba discutir con él, Frozebite estaba parado entre sus piernas, con las orejitas hacia atrás mientras miraba todo sin una idea. —Si me uno a ellos, podré conseguir información muy importante, ayudar de verdad... no pienso quedarme aquí de brazos cruzados esperando a que Negan nos destruya. Yo... tengo que intentarlo.
El shock en el rostro de Carl era evidente, su único ojo estaba abierto de par en par, y dio un paso hacia ella colocando sus fuertes manos sobre los hombros de Iris.
—¿Intentarlo? ¡Ya has intentado lo suficiente! Si te descubren, Negan no tendrá piedad contigo ¿De verdad sabes lo que estás diciendo, Iris?
—Se perfectamente de lo que estoy hablando, Carl. Es un riesgo que debo tomar. —Su voz temblaba, y luchaba por no echarse a llorar.
—¡No! —Replicó, sosteniéndola con mucha más fuerza, como si alguien intentara arrebatarsela. —No tienes que hacerlo sola, si quieres entrar ahí, tendrás que ir conmigo. —Rápidamente, tomó su daga y la guardó, Iris pudo sentir cómo sus hombros se tensaron y la voz se tornó más grave.
—No puedo dejar que hagas esto, recuérdalo. Este es tu momento, Michonne nos lo dijo ¿Verdad? Tienes que quedarte a proteger este lugar, si algo me pasa...
—¡No quiero pensar en eso! —Con una mezcla de rabia y miedo tensó la mandíbula y tragó saliva. —¿Cómo se supone que viviré con eso, sabiendo que te envié a tu propia muerte?
—Carl, la gente muere en la guerra. Glenn murió, Abraham, Sasha, Olivia, Denise, Bob, Tyrese. —Se le quebró la voz, y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Y si la siguiente soy yo, simplemente seguirás adelante, tienes que hacerlo, por tu hermana...
—¡No! —Carl golpeó la mesa con la palma de su mano, un estruendo fuerte invadió los oídos de Iris, nunca había visto a su novio así... y era por culpa suya. —No puedo simplemente... ¡No puedes irte y esperar que yo me quede haciendo nada!
—¡No necesito que me sobreprotejas! —Iris también sintió una explosión dentro de ella, se alejó al verlo tan alterado, tenía miedo, tenía la mirada de su padre... —Puedo hacerlo sola.
—¡No quiero que te lastimes!
—¡¿Qué importa eso?! —Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. —¡Lo que importa es terminar con esta mierda de una vez por todas, y no necesito un guardián! ¡Pude sobrevivir dos años por mi cuenta, Carl! ¡Tú no pudiste siquiera matar a un caminante que estaba en frente de ti! —Gritó entre el llanto, sabía lo que había hecho... Carl se desmoronó, ambos habían perdido la paciencia. Uno de ellos quería proteger a toda costa y acompañar, y el orgullo del otro estaba en juego por probarse a sí mismo que seguía siendo independiente, que quería ser útil.
—¡Sí importa! ¡A mí sí me importa! No podré tener tu puntería, pero no me suicidaría a la primera oportunidad ¡No puedo vivir sin ti!
Carl gritaba con ella, Iris estaba rota, sin duda, quería decirle lo fuerte que era, y que si ella perdía la batalla, estaría segura de garantizarles la victoria a ellos, pero las palabras simplemente no podían salir de su boca. Respiró hondo y se cubrió el rostro con las manos.
—Carl, estarías bien sin mí, de verdad... —Se tragó el llanto.
—No, no estará bien. —Carl se acercó levantando el rostro de su amada y tomándola de la barbilla con firmeza. —¡No te voy a dejar ir sin luchar contigo!
—¡Esto no se trata solo de ti! —Iris se apartó, el fuerte agarre de el ojiazul estaba lastimándola. —Se trata de toda esta comunidad, ¿No lo entiendes? Estoy tratando de protegerte a ti también ¡No voy a quedarme aquí esperando a que Rick haga algo!
Carl se quedó callado, Iris estaba desmoronándose, los dos se miraron fijamente con el corazón entre las manos, ¿Cuándo habían llegado hasta ese punto? ¿Cuál de las dos vidas importaba más? Ambos chicos sacaron su arma y lentamente se apuntaron al mismo tiempo, justo en la cabeza. Si ninguno de los dos estaba de acuerdo, quizá la mejor manera de terminar las cosas era esa... Frozebite gruñía y se colocó en posición de guardia.
—Como un cobarde. —Dijo ella, con la respiración agitada.
—Entonces, si realmente piensas que soy un cobarde y te irás... no quiero volver a verte nunca más. —Carl ladeó la cabeza hacia la izquierda y entrecerró el ojo, tal y como su padre lo hacía, cuando la situación era tan seria...
Las palabras le dolieron como si ella misma se estuviera apuñalando en el pecho, pero ella apretó los labios, avanzó hacia la gran puerta de Alexandria y no miró atrás, su lobo corría detrás de ella, sabía que si quería ganar esta guerra debía dejarlo ir, al menos por un segundo en su vida, estar separada de él lo haría todo un poco más fácil, tenía mucho miedo. Una vez que le pidió a Rosita que abriera la puerta, salió y supo que una parte de ella se quedaba ahí, con él.
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Una vez que le gritó a Rosita que abriera la puerta y haber sido completamente ignorada, tomó a Frozebite entre sus brazos y saltó por el muro para esconderse entre los árboles del bosque, corrió tanto hasta que perdió el aliento y las casas de la comunidad se veían cada vez más pequeñas, el pobre cachorro casi no podía seguirle el paso, sabía que para antes de las 11 de la mañana, el grupo estaría guiando una horda hacia el santuario, con Daryl y Rick a la cabeza del plan, deseaba que la mayoría estuvieran enterados, pero eso ponía en riesgo a todos y cada uno de sus amigos, incluso se preguntaba si había sido lo correcto haberle dicho a Carl y hacerle caso a Rick. Corría sin rumbo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y el pecho comenzaba a arderle de manera intensa, finalmente se detuvo al escuchar al lobo aullar. Lo había hecho, de verdad lo había hecho...
El eco de los disparos constantes y explosiones resonaba en sus oídos como un recordatorio constante de que la guerra no había terminado, sino que apenas estaba comenzando... Tropezó con una piedra que indicaba el inicio de la autopista principal, donde había pasado múltiples veces, sin embargo había algo diferente, se cubrió la mitad del rostro con un pañuelo negro, se puso el gorro de la capa y caminó con decisión hasta el auto después de cargar el arco con una flecha.
Esperó unos segundos antes de volver a dar un paso más... Frozebite estaba aprendiendo a ser igual de sigiloso que ella, aunque el ruido de sus patitas contra las hojas secas la delataba. No ocurrió nada, llegó hasta el vehículo varado y vio la puerta del conductor entreabierta, había un cuerpo femenino reciente colgando del asiento, con un corte vertical en cada antebrazo, el rostro congelado en una última exhalación de dolor y el piso lleno de sangre, el olor metálico penetró el sentido del olfato de Iris y el cachorro, quien rápidamente se colocó entre las piernas de la chica.
—No pasa nada... —Iris se acercó con asco después de guardar la flecha y colgarse el arco en la espalda, sabía lo que tenía que hacer, pero ya estaba harta de eso... ¿Cuántas vidas más tendrá que terminar? Se acercó al cadáver con la daga entre las manos y terminó con él antes de que pudiera reanimarse.
"Podrías ser tú"
"¡Oye! ¿Por qué no lo intentamos? Estás lejos de todos..."
—¡Cállate! —Iris se cubrió los oídos y cayó en cuclillas al suelo, las voces amenazaban su paz más que antes, y eso solo le quitaba el tiempo. Rompió en llanto, el lobo corrió en su ayuda, le lamió el dorso de la mano y lloriqueó junto a ella. No podía seguir llorando, atraería más caminantes, podría desviar la horda, podrían perder por su culpa. Mil y un pensamientos llenaron su cabeza y finalmente se puso de pie con dificultad, arrastró a la mujer muerta fuera del auto sintiendo cómo sus músculos se tensaban al cargar casi el doble de su peso, estaba tardando demasiado, un quejido involuntario escapó de sus labios mientras luchaba por apartar el cuerpo y cuando lo logró, cayó al suelo exhausta. Sabía que si se quedaba ahí las dudas seguirían acechándola hasta llegar al punto de hacer que regresara a Alexandria, llorando y pidiendo un abrazo como quisiera... Se puso de pie y vomitó sobre el cadáver debido al cansancio, le dolía el estómago, quería terminar con todo de una vez.
El silencio que siguió fue espeso e insoportable, cargó a Frozebite, lo subió al vehículo y después trepó ella, cerró la puerta junto a ella y recordó a Carl enseñándole a conducir, cómo reían, bromeaban... Volvió a llorar, se sentía como una muñeca a la que acababan de romper y ahora nadie más quería, como si le hubieran quitado su peluche preferido ¿Estaba siendo egoísta?
Las llaves aun colgaban detrás del volante, un golpe de suerte entre tanto caos. Giró la llave esperando lo peor y el auto encendió con un rugido, ella se asustó al principio. Miró a su alrededor con ese mismo terror esperando que no hubiera más amenazas y finalmente pisó el acelerador, maniobrando el auto torpemente por el pavimento que la llevaría hasta el punto más cercano al Santuario. Sus manos temblaban mientras sostenía el volante, cambiaba de velocidad, el auto se apagaba y volvía a encenderlo para chocar con varios árboles en el camino y terminar con varios golpes en el pecho.
Sabía que estaba entrando al mismísimo infierno, pero ya estaba tan cerca que le agradeció al auto haberse averiado después de chocar contra una señal de tránsito más, si se quejaba de Carl por ser un pésimo conductor, estaba mejor con que él no supiera cómo manejaba ella. Daryl y los demás deberían de llegar pronto, tenía que hacerlo antes que ellos. Corrió entre las calles abandonadas de alrededor con el lobo siguiéndole a paso apresurado, escuchaba explosiones cada vez más cerca de ella, el tiempo le estaba jugando en contra y todavía tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Finalmente, pudo divisar poco a poco aquella fábrica imponente delante de ella, con caminantes encadenados extendiendo sus brazos hacia ella y su lobezno, sabía que entrar de manera discreta no era una opción, no en ese momento si su plan era distraerlos a toda costa para dejar que Rick cumpliera la primera parte del plan. Quería dejar en claro la aparente traición hacia Alexandria y que su lazo con Carl estaba roto, él no podía correr más riesgo del que ya corría por ser hijo de Rick.
Entró desde la parte trasera donde había escapado con Daryl hace apenas unas semanas, volvió a sentir el olor de azufre, óxido, sangre y sudor... Todo estaba tal y como lo había recordado, solo que había menos gente, la tensión era palpable y se notaba con cada paso que daba, no se molestaba en ser ruidosa, sus botas chocaban contra el suelo y trataba de dar la señal de que ella estaba ahí. Por primera vez quiso llamar la atención, se odió a sí misma.
Subió las escaleras hasta el segundo piso y escuchó voces familiares... el primer plan era invadir la "suite" de Negan, pero parecía ser que el destino le estaba poniendo las cosas más fáciles...
—[...] la gente es un recurso —Escuchó un fuerte golpe, parecía ser el bate de Negan, esperaba que no fuera sobre una cabeza nuevamente. —Es poner el dinero sobre la mesa ¡Son los cimientos de lo que estamos construyendo aquí! —Era la voz de Negan, daba golpe tras golpe y Naya solo pudo sentir miedo, incertidumbre... se estremeció al escuchar cada golpe, las imágenes de Glenn y Abraham volvían a atormentar sus pensamientos, hubo un largo e incómodo silencio, pudo escuchar susurros, se reprochó por no poderlos escuchar detrás de la puerta de metal, Frozebite gruñía impotente bajo su capa.
Decidida y sin pensarlo un solo momento más, golpeó la puerta de metal tras haber soltado al cachorro en el suelo y la abrió de par en par, dejando ver una pequeña figura vestida de negro y cubierta totalmente del rostro... pero con solo ver sus ojos, supieron quién era ella.
Negan giró ligeramente sobre sus talones para controlar dicha interrupción. En la pequeña habitación se encontraba nada más y nada menos que el cobarde de Gregory, Simon, seguidor fiel de Negan, Aiden, su padre, Dwight y... ¿Eugene? Sintió un vuelco en el corazón, se había quedado congelada, pero con la mirada perfectamente enfocada en Negan y en su objetivo. Se encontró con los ojos grises de Negan y se quitó el pañuelo negro que cubría la mitad de su rostro, Eugene estaba inexpresivo, y tanto su padre como su hermano no entendían lo sucedido.
—¡Vaya, vaya! —Negan parecía estar más molesto que maravillado. —¡Miren quién ha decidido entrar a una fiesta de adultos sin invitación! ¡La Lunática de ojos verdes!
Iris ignoró la miradas recelosas de los secuaces de Negan y las varias armas levantadas que apuntaban hacia su cabeza, el lobo se puso junto a ella y la siguió mientras entraba con determinación al cuarto donde solo había una mesa rodeada de varias sillas, pateó la que estaba vacía y esta cayó al suelo.
—Estoy cansada de ser una pieza de ajedrez con la que ustedes y varios inútiles más están jugando. — Tomó aire y alzó el mentón, tratando de fingir que no le dolían las piernas y que no estaba a punto de llorar del miedo. —Rick me puso a la cabeza, al peligro y a una posible muerte más de una vez, no pienso seguir órdenes que me condenen sin sentido solo por pelear por estúpidas sandías. He venido a unirme al bando que realmente sabe cómo alcanzar la victoria.
Pudo notar una chispa de curiosidad en el rostro de Eugene que anteriormente estaba lleno de terror y hasta cierta parte había perdido el color...
—Bueno, parece que tú sí sabes quién está a cargo... ¿Verdad? ¡Viniste con un pequeño amigo! —Negan le dedicó una mirada fulminante y fugaz a Simon y a Gregory después de señalar a Frozebite. —¿Y qué hay de tu novio, Carl? Apuesto a que le dolerá verte aquí, del lugar del que te quiso sacar ¡Para que vuelvas a meterte como rata escurridiza!
—No soy ninguna rata, no soy como ellos. —Iris tomó aire y se acercó a Negan con los ojos verdes enfocados en él, tuvo que mirar hacia arriba para poder tenerlo bien enfocado, quería tomar su cuchillo y matarlo ahí mismo... —Carl no está aquí, y tampoco se va a interponer en lo que vine a hacer, él solo es la sombra de su padre, tan terco como él. Pensaba que tenía potencial como líder, pero no es nada más que un mocoso cegado por los ideales y orgullo de su padre. —Cada palabra dicha por su propia voz le dolía, pensaba absolutamente todo lo contrario, claro estaba que sentía que se estaba enterrando un cuchillo ella misma, amaba a Carl, amaba cada parte de él y haber dicho eso podría considerarlo como lo más difícil que tuvo que hacer en su vida. Todos estaban en silencio, su padre estaba con el entrecejo fruncido al igual que su hermanastro, Aiden.
—¡Carl tiene mucho más huevos que su propio padre! Pero dime, enana ¿Por qué lo decidiste ahora? ¿Te engañó y ahora cobras venganza?
—Decidí que en Alexandria todos estarán muertos, y yo quiero sobrevivir junto a mi padre. Contigo hay un camino claro, estoy lista para ser parte de eso. No quiero ser una máquina de matar más de Rick. Dime lo que necesitas que haga, iré y lo haré. —Estaba agradecida con el cielo de que la capa negra cubriera sus manos, de no haberlo hecho, todos se darían cuenta de que estaba apretándose los puños y rasgando la piel de alrededor de sus uñas.
Negan la observó con una mezcla de orgullo y desafío, comenzaban a escucharse más disparos a lo lejos, que cada vez se acercaban más mientras varias explosiones hacían temblar dicho lugar. Estaban llegando. Aun así, Negan se acercó imponente a la chica y se agachó para quedar a su altura después de darle una breve mirada a su lobo Frozebite. Tomó una bocanada de aire.
—¿Quién eres?
Iris sintió un nudo en la garganta, sabía qué debía responder, estaba rota, dolida... gran parte de ella pensaba que no podía más con todo eso, pero recordar la muerte de sus amigos, la forma en que quisieron torturar a Carl, a Sasha dando su vida por ellos. Todo eso debía cambiar.
—Soy Negan.