Work Text:
Los anaranjados rayos del sol anunciaban el final del día, la práctica del club de fútbol había terminado y todos comenzaban a ordenar el equipo que habían utilizado durante el entrenamiento.
—Rin, ese último tiro tuyo fue increíble.— dijo Isagi mientras recogía los conos más cercanos al menor de los Itoshi, quién en respuesta, solo se limitó a dedicarle una mirada vacía para después tomar un trago de su botella de agua.
—Por otra parte, tu desempeño fue mediocre. Como siempre. — contestó Rin con indiferencia después de saciar su sed.
Isagi simplemente suspiró con resignación y se dirigió hacia la bodega del club para guardar los conos que había juntado.
—Coqueteas de una manera un poco rara, Rin.— comentó Hiori mientras se paraba a su lado, siguiendo con la mirada la figura de Isagi que se alejaba cada vez más.
—No sé de qué estás hablando. — Respondió Rin.
Obviamente sabía de lo que Hiori hablaba.
Para su gran desgracia y en contra de lo que él mismo hubiese deseado, él enamoramiento que sentía por su compañero de equipo era bastante obvio para cualquiera que tuviera dos dedos de frente.
—¡No seas tan tímido, Rinnie!— la voz de un tercero llamó la atención de Rin. —Es obvio que te gusta Isagi.
Bueno, tal vez era obvio incluso para aquellos de un coeficiente intelectual menor al promedio.
Rin frunció el ceño con irritación ante la intervención de Bachira.
Pensó en una buena manera de renegar de las acusaciones de sus compañeros, sin embargo, inmediatamente supo que era una pérdida de tiempo, no había manera de convencerlos de que estaban equivocados, por lo que prefirió ignorarlos y dirigirse hacía las bancas donde había dejado su mochila.
—¡No huyas, Rinnie!— la chillona voz de Bachira lo seguía atormentando, al parecer estaba decidido a seguirlo hasta que logrará sacar algún tipo de confesión de su boca. —No te avergüences de tu crush por Isagi. Todos estamos muy orgullosos de ti. — continuó Bachira mientras abría sus brazos como si invitara a Rin a abrazarlo. Gesto que fue olímpicamente ignorado.
Rin siguió sin prestarle atención a sus compañeros de club. Después de casi un año de convivencia y por más molestos que se volvieran, se había acostumbrado a la falta de neuronas dentro del equipo.
—Bachira, deja de atormentar a Rin.— Reo, la voz de la razón había hecho acto de presencia para salvar a Rin de la tortura de significaba tener a Bachira a menos de 1 km de distancia.
Rin sabía que Reo era alguien decente; entre todos los tontos que conformaban el equipo, Reo figuraba en el top 3 de personas más tolerables.
—No ves que es difícil para él aceptar sus sentimientos. El pobrecito le tiene miedo al rechazo. — continuó Reo, con un tono burlesco en su voz.
No importa, Rin sabía que Reo era un hijo de puta; se arrepentía de todas las veces que no pensó mal del heredero. Ahora lo único que deseaba es que se pudriera en el infierno.
—No eres nadie para hablar, Reo. — está vez fue Chigiri quién se unió a la conversación. —Digo, ¿no fuiste tú quién me llamó llorando porque cierta persona lo había dejado en visto?
Bueno, la cara roja de Reo y su expresión de horror, además de las risas burlonas de Bachira fueron más que suficiente para que Chigiri subiera de posición en el ranking mental de Rin.
—¡Chigiri!— le reclamó Reo al pelirrojo. Los dos comenzaron a discutir mientras Bachira solo participaba como espectador.
La vida amorosa de sus compañeros no era del interés del menor de los Itoshi, por lo que agradeció mentalmente a Chigiri por ayudarlo a deshacerse del molesto par y así poder seguir con su misión de ordenar todas sus cosas y huír del lugar lo antes posible.
Mientras terminaba de acomodar todas sus pertenencias dentro de su mochila deportiva; Rin pudo observar por el rabillo del ojo como Isagi se acercaba a su respectiva mochila, seguido muy de cerca por el patético mononeuronal de Michael Kaiser.
—No me ignores, Yoichi~ Te estoy ofreciendo un buen trato. — canturreo el alemán intentando captar la atención del japonés.
A pesar de que tenía todas sus cosas listas, Rin decidió que era un buen momento para rellenar su botella de agua; por lo que se dirigió al garrafón de agua (el cuál casualmente estaba más cerca de donde Isagi y Kaiser se encontraban) y comenzó con su labor de llenarla.
—Estoy ocupado ese día. —Fue lo único que dijo Isagi ante la insistencia de Kaiser.
—Entonces dime cuando estás libre. Las clases de japonés no me vendrían mal y a ti no te vendría mal un poco de entrenamiento extra conmigo. — refutó Kaiser con una sonrisa pícara.
Bueno, Kaiser tenía un punto; su japonés era asquerosamente terrible, apenas podía entenderse lo que decía por su acento alemán tan marcado.
Isagi por su parte, podría aprovechar el entrenamiento extra para dejar de ser tan tibio.
—¿Y-ya terminaste de usar el garrafón, Rin?— preguntó Tokimitsu con timidez. Rin solo le dedicó una mirada fría para después ignorarlo.
Isagi pareció meditar por un momento la propuesta de Kaiser.
—Hmmm... Mañana estoy libre, creo. ¿Te parece bien iniciar a la 9 de la mañana?— contestó Isagi, ante la afirmativa, Kaiser esbozó una sonrisa llena de satisfacción.
—¿Estás tan emocionado por verme en un fin de semana que quieres iniciar tan temprano? Bueno, no te diré que no, Yoichi. Mañana será.
Era lógico que Isagi aceptara, era un trato razonable.
Aunque eso no significaba que Rin aprobará aquella reunión fuera del horario escolar.
—R-Rin...— Tokimitsu volvió a hablar, Rin lo ignoró nuevamente.
Kaiser sacó su teléfono y se lo ofreció a Isagi, quien a regañadientes lo tomó e ingreso su información de contacto, así como su dirección.
—Te quiero puntual. Además, no me llames "Yoichi" frente a mis padres, va a ser raro.
—¿Voy a conocer a tus padres? Que honor más grande, Yoichi. No te preocupes por mi, me comportaré tan bien que ellos mismos querrán que sea parte de la familia.— contestó Kaiser en un intento de provocar a Isagi, cosa que logró, el ceño fruncido y las orejas rojas delataban el desagrado de éste.
—Rin, estás tirando el agua...— murmuró Tokimitsu. Rin ni siquiera hizo el esfuerzo por comprender lo que había dicho.
Espera, ¿Isagi estaba sonrojado? ¿por qué? ¿Kaiser había sido el que provocó esa reacción él?
—Rin... el agua...— Tokimitsu sonaba desesperado. A Rin no le podría importar menos lo que sea que estuviera diciendo.
¿El rosado en las mejillas de Isagi era por la ira que la mera presencia de Kaiser le provocaba? ¿O había algo más detrás?
Un movimiento brusco fue lo único que pudo sacar a Rin de sus pensamientos.
—¿Qué diablos, Rin?— reclamó Karasu mientras arrancaba la botella de las manos del menor.
"Ah" fue lo único que pudo pensar Rin al ver el enorme charco de agua que yacía a sus pies.
—Espero que limpies todo antes de irte, Itoshi Rin. — la voz del entrenador Ego inundó la escena, provocando que todos los presentes que no habían sido testigos de la vergonzosa escena ahora prestaran atención.
Rin asintió ante la demanda de su superior, haciendo su mayor esfuerzo por ignorar la mirada de curiosidad que le dedicó Isagi.
Después del sermón habitual por parte de su entrenador, todos y cada uno de sus compañeros desocuparon las instalaciones del club; lo cuál fue un alivio para el menor de los Itoshi, bueno, a excepción del hecho de que incluso su hermano mayor se había ido antes y ahora se vería obligado a caminar de regreso a casa.
Para fortuna de Rin, el agua se limpiaba rápidamente, por lo que no eran más allá de las 7 p.m. cuando terminó de arreglar el desastre que había provocado, podría tomar un autobús sin problema y regresar a tiempo para la cena.
O al menos eso era lo que pensaba antes de salir de la escuela y encontrarse a nadie más que a Isagi Yoichi, quién yacía apoyado en el muro de la entrada mientras jugaba algún juego al azar en su teléfono. Parecía como si estuviera esperando a alguien.
"Tal vez su sesión de estudio con Kaiser se adelantó y lo espera a él" pensó Rin, a pesar de que eso no tenía ningún tipo de sentido.
Cuando Isagi fue consciente de su presencia, guardó su celular y se dirigió a él.
—Rin. — saludó Isagi ofreciéndole el puño, esperando un saludo de vuelta.
—Tibio.— contestó Rin, obligándose a sí mismo a ignorar la mano de Isagi.
El mayor, acostumbrado, simplemente dirigió su mano hacía uno de sus bolsillos, actuando como si no hubiera sido rechazado.
—¿Vas a casa?— preguntó Isagi.
Rin rodó los ojos antes de contestar.
—Creo que es obvio.
—Te acompaño. — más que una pregunta, parecía una orden.
—¿Por qué?
—Mamá me pidió que comprará unas cosas antes de ir a casa. El mini-market que más me gusta está en la misma dirección a la que vas. — explicó Isagi dirigiendo la marcha, Rin lo siguió sin protestar.
—¿Por qué no fuiste con Sae?
—¿Por qué haces tantas preguntas? — cuestionó irritado Isagi. —Además, no me apetece estar ni un segundo más con Shidou.
La caminata hacía la tienda de autoservicio fue rápida, ninguno de los dos se esforzó realmente por iniciar una conversación; tampoco es como si hiciera falta, el silencio que se había instalado era relajante, cómodo y suficiente como para que ambos disfrutaran de la compañía del otro.
—Solo necesito comprar un poco de leche; dame 5 minutos. — anunció Isagi antes de entrar apresuradamente.
“Dame 5 minutos” repitió Rin en su cabeza. Sonaba como si Isagi pretendiera que Rin lo esperará. ¿Por qué lo haría? A partir de ahí, ambos tomarían caminos distintos; Rin no tenía ninguna razón como para quedarse y perder más su tiempo.
¿Entonces por qué se quedó esperando obedientemente afuera de la tienda? Ni siquiera fue consciente de que lo había hecho hasta que Isagi salió del establecimiento. Cargando en su brazo izquierdo una bolsa con lo que supuso eran un par de cartones de leche. Por otro lado, en su brazo derecho cargaba con un par de refrescos.
—No pensé que de verdad me esperarías.— confesó Isagi ofreciendo una de las botellas al más alto, quién dudo unos segundos antes de tomarla.
Rin analizó la gaseosa que ahora tenía en sus manos,
—¿Fanta?— preguntó con incredulidad.
—Sino la quieres puedes devolvermela, seguramente alguien que la apreciará.
“Alguien como Kaiser” pensó involuntariamente Rin. Sin decir más, abrió la botella y tomó un buen trago.
—Si, de nada… Sabes Rin, tal vez deberías aprender de modales. No puedes ir por ahí faltando al respeto a tus mayores. — bromeó Isagi.
—Ni siquiera puedes ganarme en un 1 vs 1. No hay razón alguna por la que debería respetarte.
—¿Quieres comprobarlo?— retó Isagi. —Tengo entendido que cerca hay una cancha pública. Quién gane un 1 vs 1 tiene derecho a pedirle lo que sea al perdedor.
Rin le dedicó una mirada fastidio puro, no hacía ni media hora que habían terminado su entrenamiento en el club (el cual en estas fechas se había intensificado por la inminente llegada del torneo nacional), ambos estaban exhaustos, aunque a pesar de eso, Rin fue incapaz de declinar el desafío de Isagi.
—Bien, prepárate para ser mi perra, tibio.
Sin esperar más, ambos se dirigieron a aquella cancha pública que Isagi había mencionado anteriormente; para la suerte de ambos, los niños que normalmente jugaban en ella ya habían regresado a sus casas.
Al borde del campo de juego, yacía un balón abandonado, probablemente perteneciente a alguno de esos niños. Isagi no dudó en tomarlo prestado para su competencia.
—¿Ahora también eres un ladrón? ¿Y así te atreves a pedir respeto?— provocó Rin.
Isagi solo respondió con una sonrisa, colocó el cuerpo esférico a sus pies y una vez se aseguró de que Rin también estaba listo para iniciar, dió la patada inicial.
….
—Está no fue la mejor idea. — dijo Isagi entre jadeos.
Rin no respondió, estaba demasiado ocupado intentando controlar el dolor que el esfuerzo extra le había generado.
—Mierda… creo que me dio un calambre en la pierna. — se quejó Rin.
Isagi, quién hasta el momento había permanecido tumbado en el césped, tomó impulso y como pudo se levantó del suelo. Se acercó a Rin y sin palabras le indicó que ahora él se acostará para poder ayudarle a estirar la pierna. Rin obedeció rápidamente y se acomodó en el suelo.
—Dime si quieres que pare. — dijo Isagi para después tomar la pierna del menor.
—Debí de abandonarte en la tienda, maldita sea. — gimió Rin ante el dolor que la pierna le provocaba.
—No sabía que eras tan llorón, Rin. Tal vez debería tomarte una foto y enviarla al grupo del club para que todos se enteren de que su estrella es un bebito. — se burló Isagi mientras seguía estirando la pierna de su compañero.
—Cierra el pico, estúpido tibio.
—Awww, ¿te da miedo que todos sepan que eres un niño pequeño? Que tierno eres, Rinrin.
—No me llames así… Ah- Creo que ya es suficiente.
Isagi soltó con cuidado la pierna de Rin y se sentó a su lado, esperando a que este se sintiera listo para caminar otra vez.
—Entonces… ¿estás listo para hacer lo que te pida?— preguntó Isagi con picardía.
—No ganaste. No cuenta. — negó Rin.
—Yo no terminé llorando por un calambre, para mí eso cuenta como una victoria.
Rin guardó silencio. Era verdad que por las circunstancias se podría considerar a Isagi como el ganador; sin embargo nunca aceptaría la derrota en voz alta.
—Eres patético. — dijo simplemente.
Isagi soltó una cálida carcajada.
—Puede ser. No te preocupes, Rinrin; no te pediré que hagas nada que ponga en peligro tu piernita de cristal. — se burló el mayor. —En realidad, solo quiero que contestes una pregunta, ¿puedes hacerlo? ¿o acaso la “estrella” del equipo no es un hombre de palabra?
Si había algo que Rin odiaba de Isagi, era el hecho de que lo conocía muy bien y sabía exactamente qué decir para provocarlo.
El de ojos zafiro tomó como una respuesta positiva el silencio de Rin.
—Últimamente, hay un rumor muy popular en la escuela. Un rumor sobre nosotros, Rin. — inició Isagi
El antes mencionado supo inmediatamente de que se trataba; y si bien no se consideraba a sí mismo una persona creyente, aquel parecía un buen momento para pedir a un ser superior que cayera un meteorito encima de él y lo salvara de un momento tan incómodo.
—De hecho, yo no sabía nada hasta que Chigiri me habló de ello.
Rin había aprendido una valiosa lección ese día. Absolutamente todos sus compañeros eran basura; no había ni una sola persona decente entre todos los miembros del club. Desde ese momento, Rin los odiaba a todos y a cada uno ellos, y él mismo se aseguraría de mandarlos al infierno de una manera lenta y dolorosa.
—Las malas lenguas dicen que el tierno Rinrin está perdidamente enamorado de mi.
Las palabras de Isagi causaron escalofríos en Rin.
No sabía cómo debía de sentirse ahora que su secreto (aparentemente no tan secreto) era conocido por la única otra persona involucrada.
Rin era consciente de que Isagi no le daría una mala cara después de que supiera que él (un hombre) estaba enamorado de Isagi (otro hombre), pues esté último se había declarado a si mismo como bisexual hace poco menos de medio año; incluso Rin se había enterado de que Isagi había tenido una relación (corta pero a fin de cuentas una relación) con un chico que había sido expulsado del colegio meses atrás.
A lo que Rin le tenía miedo era al rechazo. A saber que sus sentimientos no eran correspondidos. A ver la lástima reflejada en los ojos de aquel al cuál consideraba su rival.
Rin tenía miedo de perder la amistad que sin querer había formado con Isagi.
—En lugar de prestar atención a chismes, deberías entrenar más para que algún día me llegues a los talones. —dijo Rin después de permanecer en silencio durante unos segundos, intentando controlar el temblor que los nervios habían provocado en su voz.
Isagi soltó una risa burbujeante. Parecía muy divertido con la incomodidad del menor de los Itoshi.
—Me interesa porque estoy directamente involucrado, Rin. —contestó Isagi con la voz más suave que Rin jamás le había escuchado usar.
Lentamente, Isagi acercó sus delgados dedos a la frente de Rin; tomándose el tiempo para apartar los mechones de cabello que se sobreponían a sus ojos aqua.
—¿Tienes algo que decir?— preguntó finalmente Isagi.
Rin quedó en blanco.
De todos los posibles escenarios que se había imaginado de su (no tan probable) declaración, este era el único que no había previsto.
Isagi actuaba diferente, como si disfrutara el momento.
Como si quisiera que Rin hiciera algo.
—No tengo nada que decir. —respondió Rin con una voz casi imperceptiblemente temblorosa.
Isagi suspiró divertido.
—¿Por qué no me sorprende? —mientras hablaba, Isagi se las arregló para acorralar a Rin contra el suelo estando él aún sentado a su lado, colocando cada brazo a un lado de la cabeza de Rin.
Rin pudo sentir como el calor subía a sus mejillas a una velocidad alarmante.
Nunca imaginó tener a Isagi tan cerca como para poder contar las pecas debajo de sus ojos causadas por la gran cantidad de tiempo que pasa todos los días bajo el sol.
O como para sentir su cálido aliento contra su rostro.
En un acto de valor, Rin se atrevió a subir su mano derecha a la misma altura en la que el rostro del contrario se encontraba; después de dudar un poco en continuar, se convenció a sí mismo para realizar una suave caricia en la mejilla del mayor.
El profundo rosa que se asentó bajo los ojos azules de Isagi fue más que suficiente para hacer que el corazón de Rin se acelerará aún más de lo que ya estaba.
Era un rosa diferente al que Kaiser había provocado horas atrás.
Este rosa era el color más hermoso que jamás haya visto.
—Ya no te ves tan confiado. — está vez fue el turno de Rin para mofarse del contrario.
—Y tú lo pareces aunque eres incapaz de decir algo respecto a todo esto.
—¿Qué quieres que diga?
—Sabes exactamente lo que quiero que digas.
La duda aún habitaba en la mente de Rin, aunque se podía hacer una idea a lo que Isagi se refería.
—El trato fue que me harías una pregunta y yo la contestaría. —refutó Rin. —Preguntaste si tenía algo que decir y respondí que no.
Isagi cada vez parecía más frustrado, pues si bien el sonrojo aún teñía sus mejillas, su ceño fruncido delataba la irritación que Rin provocaba en él.
—Pero seré bueno y dejaré que replantees tu pregunta. No la desaproveches, tibio. — dijo Rin, volviendo a acariciar con delicadeza la mejilla del contrario.
Isagi no dudó ni un segundo antes de preguntar.
—¿Es verdad? ¿Estás enamorado de mi?
Rin mentiría si dijera que esperaba que Isagi fuera tan directo; la determinación que sus palabras desbordaban solo sirvió para aumentar el nerviosismo que sentía.
¿Qué debería de responder? No quería dar una respuesta vaga o simple, pues Isagi parecía tener las expectativas altas sobre las siguientes palabras que salieran de su boca, lo cual era un problema, dado que Rin nunca había sido realmente bueno expresando sus sentimientos.
—Esas fueron dos preguntas. — dijo Rin antes de tomar con firmeza la nuca de Isagi, uniendo sus labios con los suyos.
Y esa fue una respuesta suficiente para Isagi, pues una ves superada la sorpresa inicial, fue capaz de devolverle el gestó.
No fue un beso hambriento ni mucho menos, ha decir verdad, parecía bastante torpe y con poco ritmo; aunque a pesar de eso, era suave y tierno; desbordante de todas las palabras que ambos habían callado, de todas las noches en vela que habían pasado pensando en él otro, de todos los sentimientos que sus corazones sentían cada que el verde y el azul se mezclaban cuando se miraban.
Isagi, negado a separarse de su compañero, maniobró para cambiar su posición; ahora estando totalmente sentado sobre las caderas del menor, quien gustoso aceptó el peso del mayor, colocando su mano libre alrededor de su cintura; disminuyendo el espacio que los separaba.
Llegado el momento en el que ambos necesitaban tomar oxígeno, se vieron forzados a separarse.
—Ahí tienes tu respuesta. —dicho esto, Rin volvió a acercarse al mayor, esta vez optando por besar con una sorprendente ternura la comisura de sus labios.
—Realmente no eres bueno con las palabras. — dijo Isagi más que satisfecho con la respuesta.
Ambos adolescentes volvieron a besarse, está vez un poco más seguros de lo que estaban haciendo.
Los brazos de Isagi rodearon los hombros de Rin, acariciando con suavidad la corta cabellera del menor, mientras que este agarraba con firmeza las caderas del contrario, deleitándose con la textura de la tela que las cubría.
Si hubiera sido por ellos, hubieran pasado mil horas más besandose, expresando todo lo que sentían sin necesidad de palabras, sin embargo, el cielo parecía tener otros planes; pues no pasó mucho más tiempo hasta que frías gotas de lluvia comenzarán a caer alrededor de ellos.
Después de ser arrancados de su pequeña burbuja de amor, ambos recogieron sus cosas y corrieron a una estación de autobuses techada que estaba cerca del parque en el que se encontraban.
El silencio inundaba los sentidos de ambos, después de superar el calor del momento estaban demasiado abrumados por los sentimientos y roces que habían compartido.
—Esto no significa que ya no quiera derrotarte. — dijo Rin, rompiendo la tensión entre ambos. —Creo que ahora lo deseo más que antes.
Isagi sonrió ante la revelación.
Parecía aliviado.
—Bien, no hubiera aceptado que fuera de otra manera.— respondió sonriendo. —Es parte de lo que me gusta de ti.
Dicho esto, Isagi tomó con calidez la mano de Rin; quién, a pesar de que hacía poco menos de 5 minutos había besado con intensidad a Isagi, adquirió un fuerte sonrojo en sus mejillas por la muestra de afecto.
—Bien. — dijo Rin antes de ser interrumpido por el sonido de una notificación entrante.
“Dónde carajo estás?”
“Mamá dice que si no estás aquí en 20 minutos vas a tener que lavar los baños”
"..."
“Pensándolo mejor no vengas”
“No quiero lavarlos yo"
Rin bufó con molestia.
—¿Pasa algo?— preguntó Isagi con curiosidad.
—Sae dice que mi madre me quiere en casa ya.
—Oh…— Isagi miró el reloj que adornaba su muñeca. — Es algo tarde, mis padres empezarán a preocuparse también.
Y como si fuera magia, el camión que dejaba a Rin cerca de su casa dobló la esquina.
A pesar de que ambos jóvenes sabían que había llegado el momento de separarse, ninguno de los dos deseaba hacerlo.
Isagi apretó la mano de Rin antes de que el vehículo parará frente a ellos.
—Nos vemos el lunes, Rin. — se despidió Isagi, sin embargo, antes de que pudiera soltar la mano del menor, Rin reforzó el agarre.
—Te veré mañana. — dijo Rin.
—¿Mañana?
—A las 9 de la mañana. En tu casa.
—Ah- de hecho quedé con Kaiser para ayudarlo a estudiar y-
Antes de que Isagi pudiera terminar, Rin lo interrumpió.
—Entonces será mejor que canceles. — dicho esto, Rin soltó la mano de Isagi y subió al camión, dejando al mayor con las palabras en su boca.
El de orbes azules solo pudo ver como el autobús se alejaba cada vez más, desapareciendo entre la niebla de la noche y la lluvia.
Aún sin poder procesar todo lo que había pasado en cuestión de minutos, Isagi tomó su teléfono y marcó rápidamente al número más reciente que había registrado.
Tres tonos después, la llamada fue tomada.
“¿Bueno?”
“¿Si, Kaiser? Bueno, surgió algo y no podré ayudarte mañana.”