Chapter Text
Hay un repiqueteo suave inundando los alrededores de la blanca y fría oficina, es el sonido de los dedos de Dokja tamborileando sobre una de sus rodillas, mientras muerde sus labios secos, quitándose algo de piel. La ansiedad se deja ver mucho más que hace diez minutos, en los cuales sólo había hecho observaciones a los detalles del cuarto. Ahora es claro que la espera silenciosa ha hecho estragos con su sistema, y lo único que impide que llene de su aroma todo el lugar son los parches extras que se ha puesto esta mañana. Se da una palmadita mental por ser tan precavido.
De cualquier manera, sus movimientos y sonidos deben haber hartado lo suficiente a Joonghyuk, quien finalmente se pone de pie a su lado con un bufido, llamando su atención. Inmediatamente lo copia.
—¿A dónde vas? —pregunta rápidamente, viendo cómo su compañero camina hacia la puerta.
Yoo Joonghyuk se detiene para volver a mirarlo. La expresión plana en su rostro no delata las emociones que debe estar sintiendo, tal vez más fuertemente que el propio Kim Dokja. Después de todo, es por él que han venido hoy al hospital, y la razón por la que han estado esperando en la oficina de Lee Seolhwa por media hora tiene mucho que ver con su incierto pero esperanzador estado actual. Entonces, piensa Dokja, su esposo es realmente bueno al esconder todo lo que siente detrás de una cara estoica. Lo cual se le hace extrañamente lindo, o tal vez sólo ha comenzado a pensar de más en las cosas y sus sentimientos están mezclados.
—Algo para beber —responde finalmente Joonghyuk, poniendo una mano en la manija de la puerta, sólo para ser detenido por Dokja con un agarre en el hombro.
—Yo voy.
—No, tienes que quedarte. Lee Seolhwa podría volver.
—¿Realmente quieres que yo sea el primero en saber los resultados si eso ocurre?
Su declaración consigue hacer que Yoo Joonghyuk dude, y al cabo de un momento, aparte la mano de la puerta. Con un gruñido bajo cargado de resignación, y una mirada mordaz, da un paso atrás mientras Kim Dokja sonríe como un bastardo y toma su lugar, deteniéndose en el marco sólo para mirar con diversión a su esposo.
—Ponte cómodo, cariño. —El apodo cariñoso le saca un refunfuño al omega, pero cuando aparta la mirada, Dokja puede ver las orejas rojas, lo que le causa un golpe de ternura—. Vuelvo en un momento.
No necesita preguntar por la bebida que quiera Yoo Joonghyuk, ya se ha memorizado esa parte, así que solo escapa rápidamente antes de tener que recibir otro gruñido y una advertencia sobre no atreverse a tardar. Y una vez solo en los pasillos, Kim Dokja deja escapar un muy largo suspiro, que se había retenido desde la salida de casa hasta la llegada a la clínica.
Con una expresión menos entusiasta, camina por los blancos pasillos del hospital en busca de la máquina expendedora más cercana. De reojo nota y se topa con otros pacientes, la mayoría de ellos con uno o dos niños, y si no, con señales de embarazo. No se sorprende, después de todo está en la zona de maternidad. Aun así, hay una sensación incómoda subiendo por su garganta cada vez que se encuentra con dos o tres parejas que llevan sus documentos en sus manos, algunas sonriendo y otras con miradas de decepción, y se pregunta si saldrá de aquí de alguna de las dos maneras.
Echa el pensamiento a un lado en cuanto encuentra una máquina, y rápidamente ordena sus bebidas, y un par más de bocadillos que sabe que Joonghyuk no comerá por ser comida chatarra.
Mientras espera a que bajen sus compras, siente una presencia a su lado. Al girarse, tiene que bajar la vista, sólo para toparse con una niña desconocida que está viendo con sus grandes y brillantes ojos lo que ha comprado Kim Dokja. Ella está vestida y arreglada de una manera que le hace pensar que tal vez sea algún tipo de modelo infantil, incluso si no parece llegar siquiera a los diez años, pero es bastante tierna.
Dokja evita hacer una mueca mientras la mocosa le dedica la misma mirada a él en cuanto lo ve recogiendo sus bocadillos, sintiendo el peso del ruego silencioso que ella le está dando.
Después de aferrarse lo suficiente a su bolsa de papas, el alfa suspira de nuevo y se acuclilla para quedar a la altura de la insistente chiquilla. Enseña una sonrisa un poco torcida mientras le extiende el bocadillo.
—Toma.
—Papá dijo que no debería aceptar cosas de extraños.
Tu papá debió enseñarte que tampoco debes mirar tan insistentemente a los extraños, quiere decirle, pero se abstiene. Palabras duras están prohibidas hacia los mocosos. Además, no cree que esta niña entienda realmente algo de eso, o siquiera de lo que el propio papá de la misma le haya dicho.
—Está bien, si no lo quieres... —bromea entonces, apartando lentamente la bolsa.
Es suficiente para que la mocosa salte hacia el frente y le quite las papas, sólo para salir corriendo después.
Kim Dokja no puede evitar la risa que se forma desde su pecho, y mientras se pone de pie, ve a la chiquilla saltando sobre las piernas de un hombre con traje y mirada cansada, que a pesar de todo la abraza de vuelta. Dokja siente que lo reconoce, pero tira a un lado la idea cuando recuerda que no tiene que dejar esperando a Joonghyuk, así que rápidamente se mueve para pedir otra bolsa de bocadillos y regresarse.
Por un instante, la imagen de la niña regresa a él, y entonces se pregunta si sus propios hijos llegarían a ser tan lindos. Es una pregunta tonta, porque por supuesto que lo serán, ya que Yoo Joonghyuk será quien los lleve, y sería muy improbable que no salgan a él. Su esposo es claramente la definición de la belleza hecha persona, cualquier niño con sus genes tendría que ser similar o más precioso, es imposible cualquier otro resultado. Aunque en cuanto a Kim Dokja... Bueno, no es alguien mal visto, pero realmente espera que sus hijos salgan a Joonghyuk antes que a él.
Apenas se da cuenta de sus delirios en el momento en el que se detiene abruptamente frente a la puerta del consultorio de Lee Seolhwa. La realización de sus pensamientos lo golpea como un tren bala. Niega con la cabeza con rapidez, tratando de tirar a un lado cualquier imagen de un niño ficticio escalofriantemente similar a Yoo Joonghyuk. No, no puede dejarse llevar tan fácilmente por fantasías cuando todavía no han asegurado esto.
Respirando profundo, abre la puerta y asoma la cabeza.
—Hyuk-ie, traje tu...
Sus palabras se detienen y su sonrisa se borra en cuanto se da cuenta de que adentro ya está Seolhwa esperando. Ella se gira para mirarlo, un poco sorprendida, antes de recomponer su expresión en algo que Dokja no consigue leer. Pero no se centra lo suficiente en la doctora, ya que pronto sus ojos se dirigen a la figura de Joonghyuk en mitad del lugar.
Kim Dokja siente que algo pesado se empuja en su estómago cuando su compañero finalmente se da la vuelta y lo mira. Hay un papel lleno de inscripciones entre sus manos que, incluso a esta distancia, Dokja puede notar que están temblando. Pero no es eso lo que consigue hacer que el alfa se tambalee, sino los ojos brillosos de Yoo Joonghyuk, dirigidos a él.
Son lágrimas. Dokja ni siquiera recuerda que Joonghyuk haya llorado alguna vez, así que la imagen de las gotas brillantes pintando las largas pestañas del omega es tanto un golpe de sorpresa como uno de horror. Obligan a Dokja a pasar de inmediato, soltar lo que sea que traiga en las manos y sostener los lados del rostro de su pareja con rapidez, sintiendo con pesar la humedad en la punta de sus dedos. No se da cuenta de que todas sus emociones se muestran en su propio rostro; la preocupación y la tristeza se desbordan mientras trata de limpiar los rastros acuosos de las mejillas calientes de su compañero.
—E-está bien, Joonghyuk —trata de consolar, torpe, terriblemente torpe. Se ha imaginado este escenario antes, pero tener que vivirlo es completamente diferente. Su lengua le pesa y su mandíbula está demasiado floja, además de que el nudo en su garganta no le deja usar su voz en el tono que le gustaría—. Está bien, es sólo una prueba. No pienses en ello. E-estas cosas pasan.
Sus balbuceos parecen tocar una fibra en Yoo Joonghyuk, por la manera en la que se muerde los labios y mira hacia otro lado. Dokja siente un escalofrío, pero no intenta obligarlo a que le mire a los ojos. Trata de acercarse más y de sonreír con ánimo. Sus sonrisas falsas de toda la vida deben servirle en este momento, tienen que hacerlo. No puede dejar que su querido esposo sufra al punto de llorar, no se merece eso.
—Joonghyuk. Cariño... —lo llama suavemente, moviendo sus pulgares sobre la piel caliente. Tal vez sea el apodo o la cadencia amorosa, pero Joonghyuk vuelve a mirarlo. Kim Dokja traga pesado, deshaciéndose del molesto nudo por unos segundos—. No te preocupes por esto, ¿está bien? Siempre hay una alternativa. Siempre hay otro intento. ¿No es eso lo que siempre dices?
A pesar de sus palabras de ánimo, lo único que Dokja recibe a cambio es una mirada de confusión, lo que también lo deja confundido. Las cejas arqueadas de Yoo Joonghyuk se fruncen de nuevo y el brillo en sus ojos se disipa en tres parpadeos.
—Kim Dokja... ¿Qué demonios estás diciendo?
Kim Dokja parpadea también, sin comprender la pregunta. Sus pensamientos deben delatarse en su rostro, porque de pronto tiene a Joonghyuk apretando los labios y cerrando los ojos. Y esa definitivamente es otra expresión que Dokja no ha visto antes en su compañero. No sabe si Joonghyuk está a punto de darle un golpe o simplemente está a punto de reírse, pero quiere optar por la primera opción, porque no se imagina al hombre riéndose tan abiertamente en un momento como este.
Y sin embargo, Yoo Joonghyuk exhala un bufido entrecortado, lo más similar a una risa divertida. Kim Dokja queda completamente en blanco, hasta que siente un golpe en la cabeza, que lo despierta sólo para que vea que Joonghyuk ha juntado sus frentes en un acto inesperado pero terriblemente cariñoso. Sólo provoca que Dokja vuelva a sentir los engranajes de su mente intentando seguir adelante con la descarga excesiva de nueva información.
—Es sólo una prueba, dices... —murmura Joonghyuk, despertándolo, y luego empuja la hoja a sus manos. Dokja lo agarra torpemente, pero no puede leerlo mientras tiene al omega todavía pegado a su rostro. Sus narices se tocan y sólo entonces el alfa percibe el aroma satisfecho y contento en el espacio entre ellos—. Haz algo bien y lee.
Kim Dokja se sentiría ofendido, pero la parte rápida de su mente descubre las respuestas implícitas incluso antes de leer los resultados entre sus manos. Aun así, se mueve, apartándose con un suspiro pesado de su compañero para crear espacio y dirigir sus ojos al papel en su mano.
Baja por líneas y líneas que no entiende hasta llegar a lo que busca.
La palabra llega a él como un golpe inesperado en la nuca, lo que le deja estático.
—Positivo —repite el eco en su interior, parpadeando varias veces sólo para asegurarse de que lo que ve no es un truco visual.
Por supuesto, la misma parte de su mente que le ha advertido de esto hace un instante le dicta que hay lógica en este resultado; no por nada han estado teniendo sexo desenfrenado en los últimos meses. Sería imposible, a menos que alguno tuviera una deficiencia biológica o de fertilidad, que no acabaran concibiendo un hijo. Aun así, esa pequeña vocecita es fácilmente opacada por el hecho de que esta es una realidad, no más una suposición ni una idea ni una posibilidad, ahora que tiene la prueba en sus manos.
Hace que su estómago se revuelva de una manera extraña y apenas note que se ha quedado con la boca abierta, lo que lo obliga a cerrar la mandíbula con un chasquido mientras sus ojos se pierden, subiendo y bajando entre las palabras sin poder leerlas más, sin comprender nada más que el único hecho importante. Y al final, sólo puede levantar su mirada de vuelta hacia Joonghyuk.
Kim Dokja trata de conseguir que su cerebro lo procese. Abre y cierra la boca varias veces.
—Espera... ¿Realmente nosotros...? —balbucea, todavía incapaz de digerir todo lo que sucede en su realidad.
Yoo Joonghyuk tararea, moviéndose para sostener su rostro entre sus grandes manos. Kim Dokja no tiene de otra más que mirar directamente la hermosa cara de su esposo.
El hombre tiene una sonrisa tenue, pero genuinamente feliz.
—Así es, Dokja. Vamos a tener un hijo.
Dokja siente que se derrite por dentro.
—... ¿Dokja-ssi?
Dokja cae al suelo al segundo siguiente de ser llamado por una preocupada Lee Seolhwa. Yoo Joonghyuk ni siquiera tiene tiempo de atraparlo.
Cuando sus padres se enteran de la noticia, se vuelve un poco más estresante, ya que Perséfone y Hades sugieren hacer una fiesta (sin alcohol) e invitar a todos sus amigos cercanos a enterarse de las buenas nuevas. Por otro lado, desde el lado de Lee Sookyung, ella sólo los felicita con una sonrisa que se ve sincera, lo que le causa escalofríos a Kim Dokja, pero de todas maneras lo acepta. Aun así, se mantiene alerta cuando su madre se acerca a Yoo Joonghyuk a felicitarlo también, pero no encuentra una pizca de hostilidad de parte de la mujer para con su marido, a diferencia de tantas otras veces. Es una imagen tan sorprendente que el propio Joonghyuk queda en blanco por un momento, antes de responder con un tono medio robótico.
Dokja se mantiene junto a él, sentado a su lado en todo momento, cuando Perséfone los saca a comer y pedir detalles sobre lo que planean hacer con el bebé en camino; ella pregunta sobre nombres y si ya tienen una habitación, sugiere casas para mudarse y dejar el departamento, y les recuerda que todavía está guardando sus compras y espera visitarlos pronto para ayudarlos con la decoración del cuarto para el futuro integrante.
—Perse, cariño, ¿tal vez estás siendo un poco...? —habla Hades con torpeza al dirigirse a su sonriente esposa, intentando detenerla luego de cada frase salida de su boca que había logrado oscurecer el aura de Joonghyuk y volver tensa la sonrisa de Dokja.
—¿Un poco qué? —inquiere la mujer alfa, manteniendo su postura firme y desafectada por las reacciones.
—Intrusiva —declara Sookyung, mientras da un sorbo de su té y luego deja la taza elegantemente en la mesa. La sonrisa fría también es elegante y tranquila. Perséfone la mira con atención, esperando a que continúe—. No hay que olvidar que no son niños. Estaríamos inmiscuyéndonos mucho si vamos a poner nuestras manos en su casa, ¿no te parece?
Kim Dokja mira a su madre con cautela, pero ella no lo mira de vuelta. Aun así, evita mostrarse grosero. La ayuda no pedida todavía es ayuda.
—Déjalos decidir lo que quieran hacer —prosigue Hades, con un tono más serio y comprensivo. Sus ojos oscuros se dirigen a su hijo y a la pareja de éste, y aunque no esté sonriendo de ninguna manera, hay una suavidad en él que se filtra fácilmente—. Después de todo, será su hijo. Nosotros sólo somos los abuelos. Nuestro trabajo es apoyarlos.
Perséfone termina asintiendo, aunque no se disculpa. Pero eso es de esperarse, Dokja la conoce bien. Sus disculpas vendrán en modo de nuevos regalos.
Lee Sookyung, en cambio, sólo da un par de miradas antes de perderse en sus propias cosas.
Kim Dokja no piensa en eso y se contenta con acompañar a Yoo Joonghyuk el resto de la tarde. El omega está mucho más contento que él, incluso si mantiene su cara en blanco y nadie más que Dokja pueda verlo. Él lo nota en los pasos arrastrados y cómo acepta cualquier cercanía entre ambos hasta que regresan a casa.
—Felicidades por su logro —viene el escueto saludo de Han Sooyoung en el momento en el que Kim Dokja consigue poner un pie en la oficina. La mujer le mira de arriba abajo, sólo para hacer una mueca y sacar una paleta de su bolsillo—. Creí que se notaría más eso del embarazo.
Kim Dokja frunce el ceño, confundido por un momento ante la extraña declaración, hasta que puede entender la burla de Sooyoung.
—No hagas chistes sin sentido, sabes que soy un alfa —le recuerda el hombre, colgando su abrigo descuidadamente sobre la silla detrás del escritorio antes de sentarse. Han Sooyoung resopla, divertida, y se desploma sobre otro asiento.
—Y no puedo creer que un omega de primer nivel como Yoo Joonghyuk haya aceptado llevar la descendencia de un alfa tan patético como tú —suelta con un chasquido de dientes, rompiendo su caramelo de limón mientras enseña una mueca de disgusto. Dokja sonríe de lado.
—¿Celosa?
—No hagas chistes sin sentido —repite ella, también sonriendo—. Sólo estoy sorprendida de que las reglas de la naturaleza no apliquen con ustedes. De todas formas, es una lástima que nuestro activo más valioso haya tenido que darse de baja en estas épocas. Ah, maldita sea, nos has hecho perder dinero sólo por embarazarlo.
—Guárdate tus comentarios referentes a mi familia. Todavía puedo negarte la paga extra.
—... No te atreverías.
—Pruébame.
Han Sooyoung vuelve a morder ruidosamente su dulce de limón mientras sus ojos se mantienen fijos en los de Kim Dokja, ambos comenzando una silenciosa lucha por el dominio. Las feromonas alfa impregnan el lugar por un momento, antes de que la puerta se abra repentinamente y detenga cualquier discusión. Los dos pronto miran hacia la entrada, borrando sus miradas amenazantes y mostrándose más aterrados en cuanto se dan cuenta de que la persona recién llegada se trata de Yoo Sangah.
—Es mejor abstenerse de cualquier disputa en horas de trabajo —sugiere la sonriente mujer. Pero pese a su expresión afable, los dos alfas pueden olfatear el peligro en el aire que desciende de ella. Sangah se acerca con varias carpetas, haciendo repiquetear sus altos tacones y dando un aire todavía más amenazante con cada nuevo paso—. A menos que quieran un llamado de atención, por favor, concéntrense en el trabajo. Dokja-ssi. Sooyoung-ssi.
Los recién nombrados asienten. Sólo después de esa afirmación, el aire alrededor de Yoo Sangah se calma, y su sonrisa se torna genuina.
—Por cierto, me enteré de la noticia. Felicidades, Dokja-ssi —dice la beta, mostrando una mirada brillante que deslumbra al aludido—. Estoy muy contenta por ustedes dos. Por favor, extiende mis felicitaciones a Joonghyuk-ssi.
—Ah... Claro —balbucea el hombre, tosiendo suavemente, alcanzando uno de los archivos para disimular su ligera incomodidad—. Creo que él estará contento de saber que al menos alguien en la oficina está feliz por esto —agrega, lanzando una mirada mordaz hacia Sooyoung. La mujer rueda los ojos.
—Todos estamos felices —afirma Sangah, con un aplauso y una risa—. Así que no deberían preocuparse. Tienen todo nuestro apoyo.
—Especialmente si requieren apoyo psicológico —comenta Sooyoung, al mismo tiempo que se desploma más desvergonzadamente sobre su asiento. Dokja vuelve a mirarla, curioso por sus recientes palabras, a lo que ella chasquea la lengua y hace otra mueca—. No te hagas el bruto. Todos aquí te conocemos, Kim Dokja.
—¿Disculpa?
—Ah, no. No te estoy señalando como alguna especie de idiota —aclara la mujer alfa apenas percibe la mirada fiera de Yoo Sangah a su lado. Mueve sus manos en el aire y luego suspira, dedicándole una expresión más seria a su compañero de trabajo—. Sólo... Me refiero a, bueno, todo esto. ¿Tú estás bien con esto? Quiero decir, sé que amas mucho al tonto de tu esposo y estás feliz por él, pero nunca antes te he visto emocionado por la idea de tener hijos.
Kim Dokja parpadea un par de veces y guarda silencio. Luego, poco a poco, una diminuta sonrisa asoma por su rostro.
—Sooyoung-ah, ¿acaso estás mostrando genuina preocupación por mí? —pregunta él, divertido y falsamente conmovido. Jadea de manera exagerada—. Ah, no puede ser. Realmente puedes sentir empatía.
—Cállate. —Ella bufa y desvía la vista con enojo—. Maldita sea, estúpido. Ni siquiera sé por qué me preocupo por ti.
—Lo que Sooyoung quiere decir —Sangah toma la palabra antes de que estalle alguna especie de nueva discusión entre estos tontos alfas—, es que somos amigos de Dokja-ssi, así que lo conocemos. Sólo queremos saber si estás bien.
—Estoy perfectamente —afirma el hombre, con una sonrisa despreocupada. Hace un par de gestos con las manos, manteniendo su expresión animada en todo momento—. Es algo que Joonghyuk y yo hablamos. Está bien.
—¿Está bien? ¿Seguro? ¿No vas a tener una crisis repentina de pronto y querer huir? He escuchado de varios alfas que han hecho eso.
—Han Sooyoung, tú eres alfa.
—Pues con más razón.
—Sooyoung...
—Bien, bien. Ya sin bromas. Podemos abrir un grupo de apoyo por si lo requieres.
—Dijiste que sin bromas.
—¡Pero no estoy bromeando! Ah, bien, ya vi que eres un malagradecido. Está bien. El grupo será para tu pobre esposo, ya vemos que él lo requiere más que tú.
—Que Joonghyuk no te oiga llamarlo pobre mientras está en su estado actual, podría matarte, sabes.
—Oh, ¿y tú cómo lo sabes? ¿Ya lo sufriste? Oh, por dios, violencia intrafamiliar.
—Chicos —llama Yoo Sangah, volviendo a detener el peligroso intercambio con otra de sus peligrosas sonrisas—. Estamos en horario laboral. Por favor, regresemos al trabajo.
Con otro asentimiento en conjunto, lleno de nerviosismo, ambos alfas se mueven con rapidez sobre el papeleo en el escritorio. La conversación muere allí.
Sin embargo, Kim Dokja no puede evitar que sus pensamientos vaguen un poco más hacia todo eso.
—Podría no ser un buen padre.
La declaración viene tan repentina, solo en mitad de un día cualquiera. Es fin de semana, lo que hace que Kim Dokja pueda llegar a casa en la tarde y no en la noche como días anteriores, pero al parecer, la falta de ocupación ha hecho que su boca se vuelva floja y deje escapar la idea que ha estado rondando por su cabeza en las últimas semanas.
El sonido de cubiertos se detiene abruptamente, devolviendo a Kim Dokja a la realidad de inmediato, haciéndole darse cuenta de lo que acaba de dejar salir. Levanta la vista de su plato con rapidez, topándose con la cara confusa de Yoo Joonghyuk al otro lado de la mesa. Las cejas gruesas fruncidas y la mueca le provocan nerviosismo, haciendo que suelte el cubierto y enderece la espalda.
—Ah... No dije nada —afirma apresuradamente, llevando una mano a su boca mientras desvía la vista, comenzando a sudar ligeramente. Incluso si ya no lo está viendo, todavía puede sentir la mirada de Joonghyuk puesta sobre él.
—Kim Dokja...
—No, sólo ignóralo —pide torpemente—. Fue un comentario tonto. En realidad no es lo que pienso, yo... Sólo...
—Estás asustado —concluye Yoo Joonghyuk, logrando que Dokja detenga cualquier intento de excusarse y vuelva a mirarlo. La expresión desconsolada del alfa le saca un suspiro a Joonghyuk—. Es normal.
—¿Normal? No. —Una risa seca escapa de los labios de Kim Dokja, quien de nuevo se niega a mirar a los ojos a su compañero—. No... Nosotros... Bueno, hablamos de esto. Hicimos un plan. Yo debería–
—Que hayas hecho un plan no te deja exento de temer el resultado, Dokja.
Dokja se detiene, procesando esas palabras, hasta que el entendimiento llega a él. Sus hombros, tensos, se relajan un poco más y baja la mirada. Un largo suspiro cansado sale de él mientras se inclina hacia el frente, ocultando su rostro entre sus manos mientras parte de su olor se escapa, delatando el dilema mental por el que sigue pasando.
Yoo Joonghyuk no dice nada por los siguientes minutos, dejando a su tonto marido procesar los hechos a su manera. Sin embargo, cuando siente que ha comenzado a perder la paciencia, y nota que la comida está comenzando a enfriarse, resopla y se pone de pie. El sonido de las patas de la silla raspando el piso llama la atención de Kim Dokja, quien levanta la mirada, sólo para ver al otro hombre rodeando la mesa para detenerse a su lado, apoyando la cadera en el mueble mientras cruza los brazos y frunce el ceño. Aun así, el gesto de su rostro no es ni por mucho molesto.
Dokja observa cuidadosamente la ceja temblorosa de Joonghyuk. Le hace sentir ternura por un momento.
—No estarás solo —es lo que finalmente dice Joonghyuk, tomando por sorpresa a Dokja. Yoo Joonghyuk mantiene su mirada fija en él, su rostro impávido como siempre, lleno de seguridad—. Estamos juntos en esto.
Kim Dokja no puede describir la calma que estas palabras le provocan, incluso si podrían ser cosa vacía o de manual. Hace que su corazón titubee y baje la guardia, sus emociones tormentosas desbordándose poco después, de una forma mucho menos agresiva de lo esperado. La presión en su pecho se va y sólo puede levantar una mano, buscando la de Joonghyuk, mientras otra risa se escapa de sus labios, mucho más sincera y contenta.
—Yo soy el que debería decirte cosas como esas —se ríe Dokja, palpando el brazo de su estoico esposo. Joonghyuk tararea, dándole la razón, alcanzando su mano mientras el otro hombre se derrumba sobre la mesa, suspirando mucho más ruidosamente—. De verdad seré un pésimo padre, ¿no?
—Kim Dokja.
—No lo estás negando.
Después de un corto silencio, Joonghyuk también suspira, resignado.
—... Dokja —lo llama, jalándolo de la mano, haciendo que el alfa levante la mirada de regreso a él. Yoo Joonghyuk traga, sopesando sus palabras antes de soltarlas—. Sólo haz el intento.
Kim Dokja parpadea, y después de un instante, una sonrisa asoma por sus labios.
—Supongo que esa no es una mala opción —se ríe, mucho más relajado y divertido. Joonghyuk rueda los ojos y vuelve a estirarlo del brazo, obligándolo a sentarse erguido en la mesa, a lo que Dokja se queja—. Hey...
No obstante, antes de que Dokja pueda terminar de quejarse por el trato rudo, Joonghyuk se mueve sobre él, tomando asiento en su regazo. El peso reconocido no es una sorpresa para Dokja, pero todavía se siente confundido por la cercanía repentina, dejándolo en blanco por un par de segundos mientras Joonghyuk se acomoda, abrazándolo por los hombros y escondiendo su rostro en el cuello del alfa.
Kim Dokja observa cuidadosamente a su compañero, con una cara todavía llena de desconcierto. Al final, sólo se encoge de hombros por dentro y extiende sus brazos, rodeando el gran cuerpo del omega y frotando su mejilla contra los suaves rizos. En poco tiempo, su nariz se llena del suave aroma a flores silvestres, señalando el estado contento del otro hombre por los cuidados y la cercanía. Aun así, hay algo más allí que hace que Dokja se detenga por un instante.
—Es... —comienza, inclinándose hacia el cuello de Joonghyuk, hundiendo su nariz cerca de la glándula en la nuca de su compañero. Cuando capta la esencia extra, sus ojos se abren un poco más y una sonrisa torpe tira de sus labios, mientras sus ojos se llenan de emoción—. Espera... Realmente hay algo diferente.
Yoo Joonghyuk vuelve a tararear, nada impresionado. Al menos, no exteriormente, pero Kim Dokja puede sentir las fuertes manos de su esposo agarrándose más fuertemente a su ropa.
Con una sonrisa más relajada, Dokja vuelve a olfatearlo de cerca, corroborando cualquier sospecha. Y es claro lo que encuentra; el aroma de Joonghyuk tiene un agregado, algo alejado de los olores de la naturaleza que lo caracterizan. Es algo lechoso, como un dulce, un caramelo. Es una señal clara de lo que está ocurriendo. Realmente hay algo en su cuerpo que está creciendo, algo con vida.
Sólo después de procesarlo, Dokja siente que su mente comienza a zumbar de euforia. Por un momento, se pregunta si es esto lo que requería para tachar las dudas, pero no piensa en ello. Se mantiene concentrado en lo que tiene enfrente. El delicioso aroma nuevo que desprende su adorable esposo, algo que anuncia la futura llegada de sus hijos que crecen en su matriz.
Traga un par de veces y se abraza más fuerte a Yoo Joonghyuk. Mientras lo hace, poco a poco, sus dudas anteriores se disipan. Incluso si es sólo una cosa temporal y es posible que vuelvan más tarde, en este instante, Kim Dokja sólo puede pensar en lo agradable que se siente todo, en cómo se encuentra completamente incapaz de querer dejar ir lo que tiene delante, y en la emoción que le provoca la idea de poder llegar a tener en sus manos la razón de esta esencia tan suave. Ni siquiera puede imaginar no querer estar aquí el día en que pueda tener a sus hijos, junto con su amado compañero.
Un comentario de Han Sooyoung viene a él repentinamente entre sus delirios sobre su familia, algo sobre alfas capaces de escapar de algo como esto. Algo también sobre necesitar un grupo de apoyo si es que llega a ser uno de ellos.
Dokja se da cuenta de que no necesita algo así, como en algún momento llegó a molestar su mente.
—Gracias... —murmura, de todas formas, a la persona que es todo el apoyo que necesita.
Yoo Joonghyuk, en lugar de tararear, se aparta y le mira a la cara. Kim Dokja, con los ojos demasiado brillantes, le hace sonreír suavemente.
—Tonto —dice el omega, cargado de ternura, y deja un beso sobre la frente de su tonto marido—. No es nada.
Dokja se ríe. Es incluso más sincero que la última vez.
Contrario a las creencias populares sobre lo mucho que los embarazos cambian para mal a las personas, Yoo Joonghyuk, para consternación de Kim Dokja y sus exhaustivas investigaciones, se ve incluso mejor que antes. O bien podría ser el filtro que lleva Dokja en los ojos al ver a su marido ya en comienzos de su segundo trimestre. En realidad no lo sabe, y podría dejar de importarle, especialmente en el momento en el que, de un día para otro, nota el bulto que comienza a sobresalir en las camisetas de Joonghyuk.
No es algo completamente repentino, la redondez del embarazo lleva meses gestándose, es sólo que Kim Dokja lo aprecia sólo hasta este momento, mientras ve a Yoo Joonghyuk en un estado mucho más animado que en semanas anteriores. Desde mitad del mes, el omega ha estado moviéndose por la casa, finalmente ha desempacado los regalos para el bebé y ha comenzado a vaciar una de las habitaciones del departamento para llevar allí todo.
Al principio, Kim Dokja había llegado a pensar que Yoo Joonghyuk simplemente había comenzado a sufrir una crisis después de estar meses sin trabajar, obligándolo a intentar hacer algo en su ambiente para sentirse útil, pero esa idea fue desechada en poco tiempo. La intención de todo lo que está haciendo es clara; Joonghyuk está empezando el periodo de preparación para la llegada del cachorro. Dokja ha investigado eso también.
Como alfa y padre, y probable responsable de todo lo demás, Kim Dokja intenta ayudar desde el primer momento. Sin embargo, tras tratar de mover sólo una pieza de la cuna a medio armar, ha recibido un gruñido y una mirada de advertencia, lo que le ha hecho retroceder de inmediato. Por supuesto, Kim Dokja está muy acostumbrado al mal carácter de su esposo y lo peligroso que puede ser cuando está de malas, pero en este momento no hay indicios en su aroma sobre tales sentimientos. Si se toma un segundo, incluso puede decir que Joonghyuk está feliz, contento de hacer cosas y arreglar todo según su criterio; moviendo cajas, levantando un armario, ordenando la ropa, incluso pintando las paredes. La cuna claramente es la última cosa que tocará y Dokja no quiere pensar que sea porque lo ha tocado él primero y lo encuentre repulsivo. Yoo Joonghyuk no sería así.
(Todavía duda cada vez que ve a Joonghyuk observando las piezas y haciendo una mueca de disgusto, cosa que no hacía antes de que Dokja se hubiera atrevido a poner sus manos sobre ese mueble en particular.)
Dokja se conforma entonces con detenerse en el marco de la puerta y observar todo lo que hace el omega. Por momentos, no puede evitar sentir un hormigueo cuando llega a él la realización de que esta será la habitación de su bebé (está justo a un lado del cuarto de ambos), y que el hecho es cada vez más claro con cada nuevo mueble o color que se agrega a la mezcla. Aun así, la mayoría de sus pensamientos y sentimientos se mantienen alrededor de la imagen de Joonghyuk, quien se ve cada días más radiante.
Definitivamente es el filtro, se repite de nuevo una parte de la mente de Kim Dokja, la parte bastarda que intenta buscarle lógica a todo, incluso a su amor por Yoo Joonghyuk. Generalmente lo ignora, pero esta vez hace tantos señalamientos que le es imposible no comenzar a hacer eco; la postura más relajada del omega mientras se mueve, que de alguna forma va de la mano con sus pasos rápidos hacia cada rincón, cómo su cabello se ha vuelto más brillante y rizado y suave y se mueve en el aire con cada movimiento, los mechones saltarines que hacen que Dokja quiera extender la mano y enredar sus dedos y peinar; y la piel brillante y tersa que le insta a querer marcar sus dientes, no de una manera agresiva, sino solo para dejar un recordatorio de que todavía es la misma piel que puede tocar. También podría mencionar las uñas de Joonghyuk y la mirada brillante y—
Ah, su vientre. Lo recuerda, ha crecido. No lo suficiente como para no poder esconderlo con un suéter ancho o una camisa holgada, pero sí como para ser notable debajo de la tela desgastada de las camisetas que usa en casa y el delantal que suele ponerse para cocinar. Aunque no parece todavía la hinchazón de un embarazo en toda regla, sigue siendo encantador. Además, Yoo Joonghyuk es un hombre alto y ancho, así que el pequeño detalle de suavidad que le deja su vientre redondeado es simplemente demasiado para que Kim Dokja no tenga la sensación de que el suelo se derrite bajo sus pies.
Y el aroma. El aroma hace el resto de su tarea para que el tonto alfa, inundado en dopamina por toda la situación, acabe soñando despierto en el trabajo, tratando de recordar por horas la esencia alegre de su esposo encinta; el olor de la leche se ha vuelto más fuerte, haciendo que las flores silvestres sepan como vainillas y jazmines de luna.
Las distracciones le llevan un par de gritos y refunfuños de Han Sooyoung, quien se queja por el aumento de trabajo, nuevamente, ahora que incluso el idiota de Kim Dokja ha bajado la competitividad. Él no la escucha, más interesado en enviar un par de mensajes a Yoo Joonghyuk, preguntándole si quiere que le compre algo de comida de regreso a casa.
Es una cosa más que ha cambiado en los últimos meses. A pesar de su inicial renuencia, Joonghyuk ha terminado por ceder a los antojos que le provocan su estado gestante. Naturalmente, nunca dice abiertamente si quiere algo de fuera, sólo sale a comprarlo por sí mismo con una cara aterradora. Esa cara le ha valido un par de problemas en los lugares que ha visitado, así que al final Kim Dokja ha tenido que ser el responsable de ir en busca de los antojos obligados de su esposo. Su cara de alegría al comprar pizza, pollo frito y otras chucherías le ha ganado otro par de gruñidos, pero Dokja se siente recompensado cada vez que ve a su querido Joonghyuk devorando todo frente a él.
Hyuk-ie: Quiero gachas.
Aunque no siempre es sólo comida de tiendas y restaurantes. También ha comenzado a pedir que Kim Dokja cocine para él. Afortunadamente, algo preparado en casa parece ponerlo de menos mal humor. Yoo Joonghyuk casi se ve contento cada vez que Dokja le entrega una porción más de lo que antes hubo llamado una aberración culinaria, pero que en estos días ha comido como si fuera el especial de un restaurante.
Dokja brilla mientras responde el mensaje de manera afirmativa, aunque no puede evitar preocuparse por los gustos de su bebé.
—Oye, detente. ¿Acaso piensas competir contra el sol? —bufa Sooyoung al otro lado del escritorio, mientras se cubre la cara con el papeleo interminable. Kim Dokja la mira, y ella sisea y se esconde con más ganas—. Maldición, creo que vas ganando. Para.
—No sé a qué te refieres.
—Me asqueas. La paternidad te está ablandando —resopla ella, golpeando los documentos sobre la mesa, mientras Dokja guarda su teléfono y comienza a teclear a toda velocidad en la computadora, emocionado ante la idea de terminar y regresar a casa. Han Sooyoung no se pierde el gesto, y sonríe con molestia—. Si así de mal estás tú, no me imagino cómo estará ese tipo.
—¿Joonghyuk? Ah, de hecho se ve...
—No pregunté —lo detiene, levantando una mano, con una cara seria—. No lo quiero saber desde tu punto de vista, seguro lo exageras. Más bien, ¿cuándo piensan invitarme a cenar? Quiero ver cuánto ha cambiado. Podría llevarle un par de regalos caros a su vástago.
—Lo siento, Sooyoung —se disculpa Dokja, con una cara triste demasiado realista—. Pero la doctora ha recomendado mantener el estrés bajo, y, lamentablemente, tú eres la cosa más estresante en este país.
Han Sooyoung borra cualquier atisbo de diversión y agarra un papel doblado para tirarlo con todas sus fuerzas a la frente de Kim Dokja. El hombre se ríe abiertamente de su torpe intento de intimidación antes de regresar al trabajo, deseando terminar pronto para regresar a casa a cocinar gachas para su esposo y el bebé en su vientre.
—¿Tengo algo en la cara?
Kim Dokja parpadea. Una falsa sonrisa de inocencia se dibuja en su rostro mientras observa el ceño fruncido de Yoo Joonghyuk empeorando lentamente.
—¿No puedo simplemente mirarte? —pregunta Dokja, con falsa ignorancia. Joonghyuk hace una mueca.
—Es molesto. Detente —gruñe. Kim Dokja se ríe por lo bajo.
—¿No puedes darme una indulgencia? —bufa, obedeciendo de todas formas, regresando la vista al libro entre sus manos. Pasa de página con una cara aburrida mientras siente el colchón hundiéndose a su lado. Yoo Joonghyuk se recuesta entre las almohadas con otro tipo de mueca, pero Kim Dokja decide que no debe ser tan grave si no está mostrando señales más agresivas—. ¿Tuviste un buen día o un mal día? Intuyo que uno malo, por cómo parece que quieres echarme al sofá.
—No te echaré al sofá —resopla Joonghyuk, volviendo a darle una mirada enojada, pero sin el fuego de la ira. Esa expresión pronto cambia a algo más suave y relajado, mientras vuelve a acomodarse, con movimientos cuidadosos debido a la cada vez más grande redondez de su vientre, hasta quedar boca arriba, mirando el techo de manera pensativa—. Y no fue... un día tan malo.
—¿No? Entonces, ¿me explicas el casi desastre en la habitación cuando llegué?
Joonghyuk desvía la vista lejos de Dokja, dejando claro que no piensa contestarle. Al menos, no por el momento. Pero Dokja es paciente mientras pasa otra hoja, sin haber prestado suficiente atención como para recordar más de dos líneas. De todas formas, el estado de su marido es más importante en este instante.
Luego de un largo silencio, un suspiro de rendición escapa de los labios de Yoo Joonghyuk.
—Intenté hacer un nido —admite, casi entre dientes. Kim Dokja parpadea, dejando de ver el libro otra vez para dirigir toda su atención al otro hombre. La cara de desconcierto que pone vuelve a hacer que Joonghyuk evite mirarlo.
—Estás diciendo que lo intentaste —repite el alfa con lentitud. Joonghyuk apenas tararea, y si no fuera de noche y sólo estuvieran ellos dos, Dokja no lo habría escuchado. Es un tono casi avergonzado, lo que le preocupa y enternece al mismo tiempo—. ¿No... No salió como querías?
—No me gustó —declara el omega, frunciendo sus gruesas cejas otra vez. Con una expresión entre molesta y llena de pena, vuelve a mirar a su esposo, mientras una de sus manos sube inconscientemente a su barriga, frotando lentamente mientras sigue hablando—. No fue... agradable. Traté de rehacerlo varias veces, pero siguió siendo… incorrecto.
Kim Dokja abre la boca, sorprendido por un momento, antes de volver a cerrarla con rapidez y dar un asentimiento junto con un tarareo de comprensión. Se toma un par de segundos para pensar, dejando el libro cerrado sobre sus piernas mientras mira hacia el frente.
—Nunca has tenido problemas antes —se recuerda, sopesando todas las variables. Yoo Joonghyuk simplemente suelta un bajo sonido de afirmación, manteniendo el movimiento de su mano sobre su vientre redondeado; casi parece que hacer eso le relaja, por cómo todo su cuerpo y el aroma que desprende es suave como una brisa. Dokja no piensa señalar algo. La imagen es demasiado tierna y prefiere verla un rato más antes de que acabe este momento—. Tal vez... ¿No quieres que te ayude la próxima vez?
La mano de Joonghyuk se detiene. Su ceño vuelve a fruncirse.
—¿Ayuda?
—Sólo tal vez —aclara Dokja rápidamente, antes de que estalle cualquier inconveniente, moviéndose para dejar el libro en la mesita, disimulando sus nervios—. Leí algo sobre eso también, que algunos omegas necesitan el cuidado de su compañero en nidos cuando están, ya sabes... esperando. Pero si no lo quieres...
Yoo Joonghyuk guarda silencio, claramente pensando en esa opción. Finalmente, después de un par de segundos, asiente con la cabeza.
—Está bien, puedes ayudarme —dice, con su voz grave, mucho más tranquila que antes. Kim Dokja suspira por lo bajo, una sonrisa satisfecha tirando de sus labios—. Y también... ayúdame con otra cosa.
El repentino pedido toma por sorpresa a Dokja, quien se detiene antes de apagar la luz a su lado. Mira por sobre el hombro a Joonghyuk, notando el ligero rojo que pinta las orejas del mismo, junto con los ojos inusualmente brillantes que lo miran fijamente. La sensible nariz del alfa también capta un aroma reconocido inundando el aire a su alrededor, haciendo que se ahogue por un momento y todos sus sentidos despierten de golpe. Con rapidez, se da la vuelta, olvidando la luz en pos de inclinarse sobre la figura de su esposo.
—Tú... ¿Ahora? —pregunta, y aunque la sorpresa es palpable, otra sonrisa se asoma por sus labios, llena de una extraña emoción. Sus dedos se aprietan sobre las sábanas mientras Joonghyuk extiende una mano y lo agarra cuidadosamente por la nuca.
—¿Cuándo más? —se burla el omega, sonriendo de lado, acercando su rostro al de Dokja. Sin embargo, se detiene en el último segundo, volviendo a abrir los ojos que había cerrado y mostrando una expresión ligeramente temerosa—... A menos que no quieras.
Kim Dokja parpadea, el doble de sorprendido que antes. Luego, sus cejas se arrugan con cierto disgusto.
—¿Por qué no querría? —bufa, y se sube directamente sobre el cuerpo recostado de su querido compañero, haciendo a un lado las mantas para acomodarse entre las piernas ajenas, cada mano a los lados del bonito rostro de Yoo Joonghyuk. Otra sonrisa satisfecha adorna la cara de Kim Dokja mientras acerca sus rostros, hasta que puede sentir el aliento de Joonghyuk sobre su nariz—. No pienses tonterías.
Joonghyuk resopla, pero no dice nada en contra. Dokja se inclina para juntar sus labios en un beso necesitado y lleno de dulzura. Las manos de Joonghyuk suben a su cabello de inmediato, enredándose en los hilos oscuros para aumentar la intensidad, hasta que la astuta lengua de Dokja encuentra su lugar en la boca de su esposo, desesperada por saborear cada rincón. Al mismo tiempo, una de las manos del alfa baja entre ambos cuerpos, sus dedos deslizándose desde la mandíbula, bajando por el cuello, las clavículas y el pecho, donde aprieta uno de los senos y consigue sacar un pequeño ruido de Joonghyuk. Sonríe satisfecho antes de continuar bajando, llegando al comienzo de la abultada zona del estómago. Frota cuidadosamente por encima de la tela hasta que puede sentir suspiros escapando del otro hombre.
Dokja se separa del beso, lamiendo sus labios y cortando el pequeño hilo de saliva que los había juntado. Enseña los dientes en otra sonrisa mientras hace círculos con su pulgar donde todavía está tocando la barriga muy embarazada de Joonghyuk.
—¿Debería decirte cuánto me gusta verte así? —pregunta, con diversión y dulzura en partes iguales. Una mezcla extraña que de todas formas sigue siendo del gusto de Joonghyuk, quien todavía jadea levemente después del intenso beso. Dokja se acerca, plantando cortos besos sobre sus labios y mejillas—. Te ves precioso, Joonghyuk-ah. Siempre has sido guapo, pero ahora, mientras llevas a nuestro hijo, eres encantador. Haces que quiera devorarte por completo por lo lindo que eres.
Yoo Joonghyuk enrojece hasta el cuello, y una de sus manos sube a su rostro, mientras que la que sigue entre el cabello de Kim Dokja aprieta, causándole una queja y una risa al alfa por la rudeza.
—... No digas locuras —masculla Joonghyuk, todavía rojo hasta las orejas, mientras evita el contacto visual. Hay un brillo tímido en sus ojos, bajo la energética furia común, y Dokja sólo quiere volver a besarlo por completo—. Tu boca sólo sabe soltar tonterías.
—Mhm. Mi boca también sabe hacer otras cosas —afirma, malicioso. El ceño de Joonghyuk se arruga mientras vuelve a mirarlo, con mal disimulado interés—. ¿Quiere mi esposa una demostración?
El título, usado en tan pocas ocasiones, provoca una respuesta rápida en Joonghyuk. El hombre aprieta sus muslos alrededor de Dokja, quien se ríe por lo bajo al sentir su reacción.
Yoo Joonghyuk resopla de nuevo, aunque parece más una risa divertida disimulada. Dokja se decanta por lo segundo luego de ver una sonrisa asomándose por los labios de Joonghyuk, y la inesperada expresión es bienvenida a pesar de la sorpresa que se lleva su corazón.
—Pareces muy dispuesto a querer demostrarlo —se burla Joonghyuk. Dokja imita su sonrisa de reto mientras vuelve a lamerse los labios, ansioso ante la idea de probar a su compañero después de tanto tiempo (un par de semanas, en realidad, pero ¿pueden culparlo por sentirse demasiado ansioso?).
—Sólo si estás dispuesto a dejarme —dice en cambio, manteniendo a raya el exceso de emoción que quiere escaparse por cada rincón.
—... No es necesario en este momento.
La emoción se hace añicos, pero antes de que Dokja comience a quejarse y a rogar, Joonghyuk coloca su mano sobre la de su marido, que sigue sobre su vientre, llamando su atención. La sonrisa que le dedica es suficiente para que Kim Dokja olvide cualquier idea y se centre únicamente en el rostro del otro hombre.
—Sólo ponlo, tonto —ordena el omega, y luego se muerde el labio en el momento en el que la rodilla de su compañero presiona su entrepierna. La tela de su ropa interior se pega a él, y Dokja frota el lugar con una falsa mirada de aburrimiento—. Sé que... Hah... lo necesitas también.
—¿También? —repite el alfa, enarcando una ceja. Moviendo su mano del vientre de Joonghyuk, baja por la redondez hasta el elástico de sus pantalones de dormir, rozando su zona V y bajando hasta el comienzo de su sexo. La humedad que lo recibe, junto con el siseo de gusto en cuanto comienza a acariciar los pliegues calientes y mojados, casi hace que se derrumbe. Pero en lugar de eso, enseña otra sonrisa malvada—. ¿Por qué asumes que quiero tomarte sólo así?
Joonghyuk gime por lo bajo en el instante en el que un dedo largo se interpone en su agujero, un chapoteo lascivo escuchándose por debajo de las capas de ropa cuando entra hasta el nudillo. Se muerde el labio para amortiguar los siguientes ruidos mientras la intrusión acaricia sus paredes. Sus piernas se aprietan de nuevo a los lados de Dokja.
—Hah... He visto cómo me mirabas... Mm... estos últimos días —declara Joonghyuk, aturdido por las caricias pero todavía demasiado cuerdo como para volverse dócil.
—Culpable —acepta Dokja, agregando cuidadosamente otro dedo a la ecuación. Puede sentir el líquido deslizarse por su muñeca. Se traga el exceso de saliva que se forma dentro de su boca, mordiéndose los labios mientras ve a Joonghyuk retorcerse ligeramente y comenzar a jadear, al mismo tiempo que continúa acariciando su interior, simulando lentas embestidas, preparándolo cuidadosamente para cuando tenga que entrar—. Pero si me juzgas, estarías siendo hipócrita, Joonghyuk-ah. Tampoco has sido muy disimulado cuando veías mi entrepierna el último mes. Aun así, actuaste tan tímido, gruñéndome y fingiendo que no querías que te tomara.
—Necesitaba asegurarme... —Un gemido interrumpe sus palabras cuando un tercer dedo se abre paso, y sus manos saltan hacia la almohada y las sábanas, agarrándolas como ancla mientras se acostumbra al estiramiento—. Necesitaba asegurarme de que fuera seguro... Ngh...
—¿Fuiste con Lee Seolhwa? —El silencio que recibe es toda la respuesta que necesita. Silencio que no dura mucho cuando vuelve a mover sus dedos, sacando otro par de sonidos de su adorable esposo—. Oh, dios. Estoy seguro de que esas cosas se pueden descubrir por Internet. ¿De verdad fuiste a preguntarle si podíamos tener sexo?
—No pondré la seguridad de mi bebé en una página de Internet, Kim Dokja.
—Por supuesto que no.
Dokja rueda los ojos, y como castigo, presiona directamente el lugar que sabe que le gusta a Joonghyuk, al mismo tiempo que su pulgar comienza a jugar con su clítoris. La reacción es instantánea y el omega se retuerce con más fuerza, casi arqueando la espalda y dejando salir un par de murmullos de placer mientras sus fluidos comienzan a manchar su ropa. El aroma que suelta provoca que el temple de Dokja se tambalee, pero hace el esfuerzo de mantenerse a flote mientras juega con el hinchado manojo de nervios y prosigue con las embestidas, toqueteando el cálido interior mientras las piernas de Joonghyuk tiemblan contra sus caderas.
—¿Fuiste a preguntarle hoy mismo? —aventura Kim Dokja, falsamente desinteresado. La afirmación viene en la forma de Yoo Joonghyuk decidiendo no contestar, mordiéndose los labios y volviéndose más rojo. Dokja sonríe con malicia—. Por supuesto que fue hoy. No perderías tiempo una vez lo descubrieras. ¿Y aun así piensas que yo soy el más necesitado de los dos?
—Cállate —gruñe Yoo Joonghyuk, arrugando las cejas de manera no tan amenazante como le gustaría. El carmesí que pinta sus mejillas y orejas le da un efecto más tierno, y Dokja casi no se resiste a acercarse y besar cada zona que alcance—. Sólo son... Ah... Las hormonas, tonto.
—¿Eso también te lo dijo Lee Seolhwa? —bufa Dokja, ganándose otro jalón de cabello que, más que molestarlo, en realidad sólo aviva la llama de la necesidad. Sus dedos se curvan con más dureza y su pulgar se mueve más rápido sobre la sensible protuberancia, sacándole un ruido mucho más fuerte a su pareja—. La próxima vez, avísame. Te acompañaré —declara, mucho más serio. Yoo Joonghyuk jadea un poco y lo mira de reojo, antes de asentir con renuencia.
Con la discusión terminada, los esfuerzos de Kim Dokja aumentan. Sigue presionando mientras se inclina, atrapando la boca del omega, robándole besos cortos y sintiendo sus suspiros calientes directamente sobre su rostro mientras continúa empujando entre los cálidos labios que chupan sus dedos, sacándole sonrisas de satisfacción. Las yemas de sus dedos siguen presionando con insistencia la pared superior de la estrechez de su compañero, hasta que Joonghyuk se tensa repentinamente y lo agarra del brazo.
—Espera —pide de pronto, haciendo que el alfa se detenga abruptamente y le mire con confusión. El rostro de Joonghyuk, como si fuera posible, se vuelve más rojo mientras lo inunda una expresión de pánico—. Algo va... Algo va a salir. No hagas eso o yo...
Dokja parpadea, y luego, con una expresión tranquila, retoma sus movimientos. Joonghyuk se tensa de nuevo, apretando sus rodillas a los costados de su compañero mientras una especie de chillido escapa de su boca, y mira con pánico y molestia al otro hombre.
—Kim Dokja —advierte.
—Pero quiero ver —ruega el imbécil, volviendo a presionar. Yoo Joonghyuk se queja, apretándolo de la ropa y gruñendo—. Vamos, Hyuk-ah... Déjame ver. Prometo que no me burlaré. Sólo...
Sus palabras pierden intensidad mientras más del aroma a excitación llega a su nariz. Dokja lo reconoce, y al mismo tiempo no lo hace. Le causa la necesidad de presionarse hasta el comienzo de ello, pero no sabe de dónde viene. Sólo sabe que quiere más. Su cuerpo actúa por sí mismo mientras se acerca a Yoo Joonghyuk, presionando besos en el cuello del otro hombre mientras sus dedos mojados empujan superficialmente, obedeciendo cuidadosamente los pedidos de detenerse mientras busca insistentemente una brecha.
Joonghyuk, débil por la cantidad de toques y besos amorosos, vuelve a perderse rápidamente.
—Déjame seguir, por favor —pide el alfa, con un tono demasiado amable para ser normal. Sus ojos brillan emocionados mientras reparte más besos por donde alcance a tocar la piel de Joonghyuk.
Yoo Joonghyuk se muerde los labios y finalmente tararea entrecortadamente, aceptando la humillante situación. No puede pensar mucho en ello, no mientras Kim Dokja siga así con él.
Al segundo siguiente, la presión de los dedos regresa, empujando la presa que ha intentado detener. Yoo Joonghyuk aprieta los labios, haciendo el intento de mantener bajo cualquier ruido, pero la sensación es demasiado fuerte y dentro de poco está gimoteando casi dolorosamente, cerrando los ojos humedecidos con fuerza mientras sus manos se aferran a la ropa de Dokja, buscando un ancla entre la descarga sensorial. Sus piernas se aprietan y su interior revolotea con demasiada voracidad, el peso en su vientre es un extra a lo que sea que esté provocándole Kim Dokja, haciendo que su cabeza comience a dar vueltas y todo se vuelva demasiado.
—Yo... Hah... Me voy a correr... —avisa con torpeza, la lengua demasiado pesada en su boca abierta, soltando jadeos y gemidos amortiguados—. Dokja, espera. ¡Ah...! Creo que ya... ¡Hm...!
—Está bien, cariño —arrulla Dokja, acercándose a plantar un beso en la frente y mejilla de su adorado compañero, acariciando su cabello sudoroso mientras su otra mano continúa moviéndose entre la humedad pegajosa que lo aprieta desesperadamente mientras presiona donde sabe que está a punto de romper a Joonghyuk—. Sólo déjalo salir.
Yoo Joonghyuk gimotea una última vez, tensando las piernas mientras se agarra con fuerza del brazo de Kim Dokja, que sigue con sus atenciones hasta conseguir romperlo. Cuando finalmente alcanza su clímax, el rostro de Joonghyuk termina en el cuello del alfa, mordiendo sobre la tela de la camisa de dormir mientras un ruido mucho más lindo escapa de lo profundo de su garganta, al mismo tiempo que siente todo su interior retorciéndose deliciosamente, sus paredes revoloteando y una presión demasiado fuerte finalmente filtrándose desde algún punto, causando una sensación celestial que lo lleva a otro plano. Los chorros de su corrida se derraman sobre la muñeca de Dokja y empapan por completo sus pantalones mientras sus muslos tiemblan y los resabios del orgasmo hace que vea estrellas por todos lados.
Kim Dokja no se detiene, moviendo cuatro dedos hasta que las convulsiones en el interior de Yoo Joonghyuk dejen de absorberlo. Ya dolorosamente duro y a punto de correrse sin tocarse luego de poder escuchar y sentir tan bien a su querida pareja, aparta su mano con cuidado, escuchando el sonido de chapoteo y haciendo que quiera babear como si tuviera hambre.
Mirando a Joonghyuk, Dokja siente su corazón golpear su pecho cuando ve sus ojos brillantes por lágrimas apenas contenidas en sus largas pestañas casi cerradas, mientras respira ruidosamente y su piel sigue roja como una apetitosa manzana. Es demasiado encantador. Amplía la imagen al apartarse, sentándose mientras baja sus manos hacia la cinturilla de los pantalones de su esposo.
—Lo hiciste bien, cariño —elogia Dokja, con voz demasiado melosa, lo que en cualquier otro momento molestaría a Joonghyuk. Pero en este momento, mientras está ahogado en los químicos felices que le han producido el potente orgasmo que le ha sacado, el otro hombre sólo puede jadear y tirar la cabeza hacia un lado, rindiéndose mientras libera sus feromonas y deja que su compañero le quite cuidadosamente la húmeda parte inferior de la ropa—. ¿Estás bien para continuar? ¿O preferirías descansar?
Incluso si tuviera que darse una ducha helada a estas horas de la noche, Dokja lo prefiere antes que molestar a su cansado esposo, que todavía tiene a su cachorro en su interior, por sobre todas las cosas. La bonita barriga que se interpone en cualquier abrazo sigue allí, y la idea de incomodarle es horrible, así que traga su saliva y se muerde la lengua mientras sigue bajando el resto de la ropa, hasta que tiene a Joonghyuk desnudo de la cintura para abajo. Su bonito coño a su alcance, le dan ganas de probar todo el líquido que ha soltado debido al placer, pero hace lo posible por mantenerse al margen hasta conseguir una respuesta.
De cualquier forma, la respuesta de Yoo Joonghyuk viene en la forma del mismo resoplando y levantándose en sus codos, dando una mirada todavía medio perdida, pero mayormente cuerda. A Dokja le dan ganas de lamer la gota de sudor que baja por un lado de su mejilla.
—Recuéstate —es lo que ordena el omega, en cambio, con un tono bastante serio, incluso si todavía está luchando por respirar.
Kim Dokja se preocupa visiblemente.
—Oye, no creo que montarme sea una buena idea, Hyuk-ie…
—¿Quién habló de montarte? —gruñe Joonghyuk, con una mueca. Dokja le mira, confundido. Joonghyuk golpea su lado del colchón—. Aquí, de lado. Ahora.
El cerebro de Yoo Joonghyuk debe estar todavía hecho un lío luego de su clímax, porque generalmente nunca ha dado órdenes tan confusas. Pero Kim Dokja es inteligente y percibe rápidamente lo que busca su esposo. Obedece de inmediato, tirando a un lado la ropa que sigue en sus manos y quitándose apresuradamente su propia ropa, para después recostarse a un lado del otro hombre, abriendo los brazos para que Joonghyuk vuelva a recostarse también, acomodando su espalda en su pecho.
Dokja intenta reprimir, infructuosamente, un gemido que se le forma en la garganta en el momento en el que el trasero de su compañero roza la punta de su erección. Sus manos se mueven, la que está debajo del brazo de Joonghyuk subiendo por el pecho del mismo, aferrándose a uno de los senos cada vez más hinchados y sensibles, sacándole un ruido al omega; mientras que la otra mano baja hasta una de las piernas de Joonghyuk, enganchándose en la parte posterior de la rodilla del mismo para levantarla y darle acceso a su calor.
Kim Dokja se desliza, moviéndose hacia abajo y respirando sobre la nuca sensible del otro hombre, escuchándolo jadear entre susurros mientras se acomoda, hasta que la punta de su pene toca los labios cálidos y mojados, llenándose de sus fluidos y finalmente enganchándose en el borde de su entrada. Un suspiro más sonoro escapa de la boca de Joonghyuk, inclinando la cabeza y enseñando más de su cuello mientras Dokja comienza a empujar.
El sonido de placer que escapa de la boca del alfa hace que las paredes de su pareja se aprieten, absorbiendo con más ganas la intrusión, lo que provoca que Dokja sólo se vuelva todavía más más vocal. Joonghyuk se muerde los labios para no gemir en sincronía, demasiado estimulado después de los juegos previos y ahora por el deleite acústico, junto con la sensación de cercanía de la boca de su compañero a donde se encuentra su marca de unión. Lo único que Yoo Joonghyuk quiere hacer es empujarse hacia atrás para ser marcado de nuevo, y hacia abajo para tomar toda la longitud de su marido. Sin embargo, en su estado, sólo puede intentar no enloquecer mientras una de sus manos se aferra a las sábanas y la otra a su pesado vientre.
Dentro de poco, Kim Dokja está alojado por completo dentro de su adorado esposo. Un ruido gutural escapa de su boca mientras apoya su frente sobre el pelo de Yoo Joonghyuk, disfrutando cuidadosamente de la sensación de ser apretado por el cálido agarre a su miembro desde cada rincón. Siente el comienzo de un nudo, pero está seguro de que no llegará a ello, incluso con la excitación en su punto máximo. Cierra los ojos, dejando a su mente descansar luego de tantas imágenes estimulantes, disfrutando únicamente del ruido de la respiración de Joonghyuk y de la sensación de cercanía.
Un movimiento de las caderas de Joonghyuk lo despierta, y también la sensación de ser observado con disgusto.
—¿Te quedaste dormido o ya te corriste?
Dokja bufa mientras esconde más su rostro entre el esponjoso y perfecto cabello de su amado. Al mismo tiempo, su mano contra el pecho de Joonghyuk se aprieta, sacándole un sonido ahogado al otro hombre.
—¿De verdad piensas que me quedaría dormido en este momento?
—Te has quedado dormido en mitad de cosas mucho más... Mm... —Un gemido de gusto se escapa de entre los labios de Yoo Joonghyuk a la primera embestida ligera de Kim Dokja.
—¿Y tú me dices eso? —se burla el alfa, con una sonrisa parecida a una mueca. Aun así, nada esconde el cariño en sus ojos. Lamentablemente, Joonghyuk no puede verlo, respirando más ruidosamente mientras siente la dureza saliendo y entrando de su húmeda cavidad, el miembro duro y grande acariciando sus puntos sensibles y acercándolo lentamente de vuelta a otro orgasmo. Dokja besa su marca, haciéndolo estremecerse con placer—. ¿No recuerdas nuestros primeros días? ¿Quién era el que se dormía justo después del trabajo? Ah, mi pobre esposa, siempre tan cansada... Hah... Pero lo has estado haciendo tan bien últimamente, mm...
Joonghyuk tiembla visiblemente entre frases, sus respiraciones volviéndose más ruidosas a medida que el ritmo de los embates aumenta, hasta que está tratando de amortiguar sus sonidos al morderse los labios. Aun así, los gemidos y el bajo ronroneo son difíciles de ocultar mientras Dokja sigue abrazándolo, empujando sus tetas, jugando distraídamente con sus pezones y manteniendo sus cansadas piernas en ángulo para poder penetrar más profundamente. Yoo Joonghyuk casi puede sentir la punta caliente en el comienzo de su útero, y la idea de ser llenado, incluso mientras está lleno del hijo de Kim Dokja en este momento, todavía lo empuja hacia el clímax.
Viene en menor cantidad que antes, pero todavía hace a Joonghyuk retorcerse, aferrándose desesperadamente a las sábanas y a la mano de Dokja en su pecho mientras sus caderas se mueven por sí solas y sus piernas tiemblan, los dedos de sus pies doblándose mientras escucha a Dokja elogiándolo sin sentido, moviéndose a través de las convulsiones de su coño, que sigue derramando otra carga de sus fluidos sobre la longitud todavía muy dura que sigue haciendo fricción entre la terrible sensibilidad. Lo hace gimotear y rogar una pausa.
—Un poquito más —jadea Kim Dokja en su oído, moviéndose más rápido, respirando con más fuerza, delatando lo cerca que está de finalmente alcanzar su corrida. Planta besos desesperados por todo el cuello y el pelo de su esposo, mordisqueando su marca—. Por favor, Joonghyuk... Ngh... Sólo un poco... Ah...
Yoo Joonghyuk siente las lágrimas fisiológicas calientes derramándose y manchando los lados de su rostro mientras se deja llevar por la sobreestimulación, apenas consciente de quién es mientras la velocidad se vuelve completamente abrumadora. Luego hay unos dedos intrusos bajando hacia sus labios usados y mojados, haciéndolo gemir abiertamente mientras se llena de su lubricante y sube para frotar su clítoris hinchado, empujándolo agresivamente a otro clímax con demasiada rapidez.
—¡Dokja...! Dokja, Dokja, Dokja... —balbucea Joonghyuk, demasiado ido de sí mismo como para registrar alguna otra cosa que no sea el nombre de su marido.
Kim Dokja muerde la marca en la nuca de Yoo Joonghyuk y empuja su miembro hasta el fondo, derramándose profusamente mientras los gemidos de su garganta se cortan entre sus dientes y la piel de su compañero, deteniendo sus embestidas y cerrando los ojos con alivio y gusto. Mientras que Joonghyuk sólo puede retorcerse y lloriquear por el exceso de placer apenas procesado por su cerebro.
No hay nudo, así que Dokja no tarda en soltar su mordida, sintiendo un ligero escozor en la mandíbula por el tiempo que la mantuvo abierta. Sin embargo, en cuanto suelta la pierna de Joonghyuk y lo acomoda con cuidado mientras lo escucha jadear, e intenta apartarse del cómodo calor de su coño, es detenido al ser presionado con fuerza desde su pene hipersensible.
Dokja sisea y mira con confusión la nuca de Joonghyuk, que contiene una marca roja, apenas distinguido entre el rojo que alcanza el color de su piel. Joonghyuk no lo está mirando, pero casi puede imaginar su ceño fruncido, por alguna razón. Una razón que es válida cuando se da cuenta de las intenciones del omega.
—No lo saques todavía —pide con un gruñido y un murmullo, parece una súplica y una orden al mismo tiempo.
Dokja suspira, pero obedece de todas formas. Su esposo es demasiado tierno y él tiene un filtro demasiado rosa como para siquiera pensar en no escucharlo, así que simplemente vuelve a acomodarse.
Extiende la mano para alcanzar una manta. Escucha a Joonghyuk quejarse por lo bajo cuando parece que está por alejarse, pero Dokja lo calma al acercarse y entrar en él por completo mientras los cubre a ambos. Podrá limpiarlo más tarde, cuando se quede dormido, y con ese pensamiento, apaga las luces y besa su marca de unión hasta escucharlo ronronear.
En el quinto mes, ambos deciden que es hora de hacer un ultrasonido para conocer el sexo del bebé. Yoo Joonghyuk no se muestra muy emocionado al respecto.
—Es una niña —dice tercamente mientras se bajan del ascensor hacia el piso donde Lee Seolhwa les espera en la habitación para llevar a cabo el proceso.
—Suenas muy seguro de ello —comenta Kim Dokja, un poco burlón, un poco dulce. Joonghyuk le dedica una mirada severa mientras lleva sus manos a su vientre, cubierto por su abrigo negro, como si estuviera tratando de proteger a su hijo de las tonterías sueltas por la boca de Dokja.
—Lo estoy —afirma Joonghyuk, todavía sonando demasiado serio al respecto. Mira con poco gusto la puerta del cuarto al que deben entrar, y Dokja casi se preocupa en cuanto percibe el ligero olor a plantas secas que llega a su nariz. Aun así, todo lo que hace Joonghyuk es gruñir—. Soy yo quien la lleva, Kim Dokja. Puedo saberlo.
—Por supuesto. —El alfa asiente, decidiendo que discutir no tiene sentido y sólo pondría más nervioso a su esposo. Se mueve primero, abriendo la puerta, sabiendo que Joonghyuk todavía está demasiado reticente como para entrar sin un empujón, y da el primer paso para saludar a Lee Seolhwa, que ya se encuentra adentro.
Joonghyuk gruñe una última vez, pero le sigue, siempre manteniendo una cara de pocos amigos que, afortunadamente, Lee Seolhwa ignora con una sonrisa profesional mientras les hace preguntas de rutina y se ponen al día sobre los últimos días que Yoo Joonghyuk ha estado sin verla. El omega contesta todas con la misma cara, incluso si la pregunta tiene que ver con su intimidad y Dokja se pone demasiado nervioso como para hacer algo más que sonrojarse mientras escucha las crudas palabras de Joonghyuk sobre sus hábitos de cama.
Lee Seolhwa, todavía profesional, se dedica a dar un par de advertencias y consejos mientras comienza el procedimiento.
Joonghyuk mantiene su cara de perra en reposo incluso después de encontrarse recostado en la camilla, con la camisa levantada y el transductor pasando sobre su barriga inesperadamente mucho más notoria que el mes pasado. Kim Dokja no puede evitar dar miradas mucho más interesadas ante ello, dejando que el silencio reine mientras Lee Seolhwa hace su trabajo, perdiéndose en pensamientos sobre el crecimiento acelerado de su hijo no nacido. Si Yoo Joonghyuk lo ha notado también, no parece interesado en mencionarlo, probablemente tomándolo como algo normal.
Entonces, repentinamente, Dokja escucha un sonido desde la máquina. Algo que deja su cabeza en blanco por un momento.
Cuando levanta la mirada, se da cuenta de que Joonghyuk también ha dejado atrás su expresión molesta, ahora mirando fijamente el monitor de la máquina. Sus ojos antes furiosos se han suavizado increíblemente y la mueca de su boca son labios ligeramente abiertos. Es una cara realmente tierna, pero antes de que Dokja pueda pensar en ello, vuelve a escuchar el mismo sonido, sólo que ahora parece acompañado de un eco. O son dos ritmos diferentes.
Luego parecen tres. O bien podría ser su propio corazón, repentinamente golpeando demasiado fuerte en su pecho mientras intenta distinguir entre las extrañas imágenes en la pantalla. En realidad, no cree poder encontrar formas entre las manchas grises y negras, pero de todas maneras, una parte de su mente todavía lo intenta.
—Ah. Allí están.
La voz de Lee Seolhwa parece una alarma para su cerebro y la mira, pero Kim Dokja apenas puede registrar la sonrisa de la mujer antes de sentir un toque en su mano. Cuando mira hacia abajo, se da cuenta de que Yoo Joonghyuk está buscando su agarre, y cuando mira el rostro del otro hombre, lo encuentra viendo todavía hacia la pantalla. Así que este movimiento ha sido inconsciente.
Dokja no tarda en sujetarlo, entrelazando sus dedos mientras la doctora vuelve a hablar.
—Justo aquí... —explica ella, haciendo señas sobre el monitor mientras mueve ligeramente la sonda sobre el vientre de su paciente—... y... aquí. Y... Oh, aquí también.
—¿También? ¿También qué? —inquiere Dokja, sintiéndose repentinamente nervioso por tantas palabras, mirando fijamente a Lee Seolhwa.
La doctora les sonríe a ambos.
—Son tres latidos —anuncia, iluminada—. Felicidades. Son trillizos.
Kim Dokja siente el momento exacto en el que Yoo Joonghyuk parece querer partirle todos los huesos de la mano. Se calla un grito de dolor y tiembla sujetando la muñeca de su esposo mientras éste mismo parece ignorar sus súplicas silenciosas y se dirige a Lee Seolhwa con una mirada confusa y demasiado luminosa.
—¿Son...? ¿Niños...?
—Son... —Ella vuelve sus ojos a las manchas que Dokja apenas puede percibir como las formas extrañas de sus bebés, pequeñas criaturas apenas parecidos a un humano, pero que de todas formas hacen que el dolor de su mano pase a segundo plano cuando los nota por encima de todo lo demás—. Son dos niñas y un niño, Joonghyuk-ssi.
Una especie de risa escapa de Dokja cuando se entera, y baja rendido la cabeza. Al mismo tiempo, puede sentir la mirada de suficiencia de Joonghyuk por haber acertado en la mitad de su premonición.
—Te concedo esta victoria, bastardo.
Yoo Joonghyuk vuelve a apretarle la mano, pero esta vez es suave, feliz. Cuando vuelve a mirarlo, parece más orgulloso que nunca.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Un gruñido bajo es la única respuesta a su pregunta, algo que Kim Dokja puede interpretar como "no estoy de humor para responder a cosas estúpidas". Yoo Joonghyuk se ve lo suficientemente cansado como para agregar un insulto a esa frase, pero Dokja lo omite y cierra un poco una de las puertas del clóset para que la luz deje de molestar al omega arropado dentro del reducido espacio.
Es la primera vez que encuentra a Joonghyuk intentando acomodarse en un lugar como este. Generalmente, su esposo es más inteligente, lo suficientemente cuerdo como para entender que no será cómodo crearse un nido en el mueble donde guardan la ropa y demás cosas de sus futuros hijos. Las hormonas del embarazo en su séptimo mes deben haber afectado lo suficiente a Yoo Joonghyuk como para disminuir su ingenio y hacer que se arrastre a este nivel. Aunque Kim Dokja puede entender un poco el contexto de su necesidad, y el ligero estrés que puede oler por toda la casa asegura que sus suposiciones son correctas.
Aun así, viendo a su compañero entre su ropa perfumada antes con sus feromonas, simplemente recostado en un lugar oscuro y todavía en desuso, no hace más que preocupar a Dokja.
El alfa se inclina, poniéndose en cuclillas y estirando cuidadosamente la mano para acariciar el cabello de Joonghyuk, escuchándolo tararear con gusto mientras el gran omega cierra los ojos y se hunde más en una de sus camisas.
—Veo que el nido que te hice ya perdió efecto —suspira Dokja, cansado. Baja sus rodillas al suelo y se acerca más, envolviendo sus brazos por el gran cuerpo del otro hombre, su mano deslizándose por la hinchazón cada vez más grande de su barriga, la palma deteniéndose sobre la piel estirada hasta que puede sentir un ligero movimiento que le saca una sonrisa. Casi parece que sus hijos lo reconocen, haciendo algo como eso cada vez que toca. Pero en este momento no puede deleitarse mucho con ello—. Joonghyuk-ah, no puedes quedarte aquí.
Yoo Joonghyuk no parece contento con la idea de moverse del lugar. Aunque a diferencia de cualquier omega común, su respuesta no es un gimoteo de disgusto, sino que es un gruñido de advertencia que viene con una mirada mortífera que advierte a su contrario el uso de sus palabras.
Afortunadamente, Kim Dokja siempre ha sabido cómo lidiar con el genio de su terco esposo. Sus cejas se fruncen y sus feromonas, casi siempre ocultas, se liberan en una ráfaga de dominancia. No está rogando, lo que dice es una directriz. Joonghyuk no puede quedarse en este lugar, no si quiere mantener bien su cuerpo.
Hay un poco más de negación y rechazo, pero finalmente Yoo Joonghyuk parece rendirse después de un rato de inhalar demasiado del aroma a cuero de Dokja. Le recuerda a Joonghyuk a libros demasiado pesados como para leerlos, y no tiene cabeza para intentarlo, así que entre bufidos se levanta de su remolino de prendas prestadas, pero luego sólo da miradas desganadas a su alrededor.
Dokja suspira, pensando en lo difícil que seguirá siendo velar por el bienestar completo de Joonghyuk en este estado. Aun así, cuando todavía tiene la mano sobre la barriga del mismo, y puede sentir nuevamente a uno de sus hijos pateando directamente sobre su mano, sólo puede llenarse de energía y moverse por ambos.
—Aquí —pide cuidadosamente, contrastando con los rastros dominantes que ha dejado en el aire, mientras mueve sus manos hacia la espalda de su compañero y luego bajo las rodillas del mismo.
Yoo Joonghyuk mira con confusión y luego, cuando es repentinamente levantado del suelo en un agarre nupcial, se aferra a la ropa de su marido con una mano, mientras que con la otra protege su vientre. Parpadea, confundido, mirando a Dokja dirigiéndolos hacia afuera de la habitación.
Kim Dokja parece notar su desconcierto, y lo observa de vuelta, sonriendo cuando percibe su bonita cara confusa.
—¿Olvidas que soy un alfa, Hyuk-ie? —se ríe, con ligera sorna—. ¿Qué clase de alfa sería si no pudiera cargar a mi compañero y a mis hijos?
Joonghyuk frunce el ceño, recostando con descaro su cabeza contra el hombro del otro hombre mientras bufa.
—Siempre fuiste un debilucho.
—Bueno, este debilucho puede levantar bastante–
—Atrévete a terminar esa frase, Kim Dokja. Te reto.
—... De cualquier manera —resopla, inclinándose para frotar su mejilla contra el cabello de Joonghyuk mientras llegan a su dormitorio—, ¿no es gracias a ti que puedo hacerlo? Debido a tu deliciosa comida. Ah, será genial porque nuestros hijos también podrán ser fuertes por ello, ¿no lo crees?
Joonghyuk resopla, y no lo mira, pero Dokja puede ver el rojo de sus orejas y la ligera curva de sus labios.
—Por supuesto.
Kim Dokja se ríe de ese tono petulante. Deja cuidadosamente a Yoo Joonghyuk en la cama, acariciando su cabeza una vez antes de ir al mueble más cercano y sacar las ropas de ambos para comenzar otro nido.
Mientras lo hace, mientras escucha un ligero ronroneo de gusto inundando la habitación, piensa en lo histérica que se pondrá Han Sooyoung cuando avise que ya no podrá ir a trabajar a la oficina por los próximos meses. Pero eso es tan fácil de ignorar si puede imaginar lo satisfecho que estará Joonghyuk mientras lo tenga cerca.