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Al mediodía inició una nueva ronda de juicios buscando las peores condenas para aquellos que habían violado a la comunidad mágica con actos indescriptibles y horribles en nombre de la pureza de sangre. Para muchos era un alivio que la mayoría, si no es que todos los señalados como culpables, hubieran sido condenados a muerte sin siquiera un juicio adecuado con tal de sobrellevar la muerte de los inocentes, la minoría creía que se trataba de un nuevo derramamiento de sangre lleno de venganza y odio más que de una búsqueda de la justicia.
El ministerio de magia se aferraba a los juicios y sus terribles condenas con el fin de borrar lo que había traído la guerra, evitar el descontento del mundo mágico y así restaurar la confianza que claramente habían perdido frente a la sociedad mágica y que ahora querían recuperar costara lo que costara, y si la vida de un par de mortifagos iba a lograrlo, no dudarían en deshacerse de ellos.
Harry creía firmemente en los grises, no solo en el blanco y negro de la situación, lo que lo llevaba a una vorágine de sentimientos encontrados. Él tenía claro que los infractores merecían pagar, pero no todos merecían la muerte, algunos incluso podían alcanzar la redención con una pena menos severa, simplemente no podía comparar las acciones de Fenrir Greyback a los de un Gregory Goyle. Por ello Harry alzó la voz y peleó para buscar un poco de justicia, pensó y creyó firmemente que su palabra lo podía hacer todo, que con un gran discurso la gente guardaría silencio y le daría la razón porque de alguna u otra forma se lo debían, después de todo les había salvado el jodido trasero, pero no, todos habían fingido no escuchar sus palabras, lo habían degradado a un simple adolescente que no entendía lo suficiente del mundo para decidir lo que estaba bien y estaba mal.
El juicio terminó con una simple y llana decisión; culpable de todos los cargos imputados, sin derecho a expiar sus culpas en Azkaban, la muerte habían dicho era la opción más factible para personas como él. Harry miró esos ojos plata al otro lado de la sala, sentado solo en una silla haciéndolo ver más triste y vulnerable aún cuando su expresión era estoica al igual que su postura en esa horrible silla rígida donde se sentaban los culpables. Harry arremetió contra todo el que pudo en la sala, los acusó de hipócritas cuando muchos de ellos se habían escondido tras quien habían podido para no enfrentar la dura batalla que él mismo había tenido que asumir al igual que muchos de sus amigos y maestros, cuando el ministerio solo había sido un estorbo en todo el proceso más que una mano amiga que los ayudara a ganar la guerra, ahora se dedicaban a estirar el cuello desde sus asientos dándose el derecho de decidir sobre la vida de alguien que había sido una víctima más de la maldita guerra arrastrado a ella como él mismo, sin embargo lo único que consiguió fue haber sido desterrado de la sala del Wizengamot con sus amigos por detrás pidiéndole que se calmara, repitiendo una y otra vez que no iba a poder cambiar las cosas de esa forma. Cuando Draco salió de la sala miró a Harry a los ojos una vez más, con un gesto silencioso diciéndole que parara, que había terminado, Harry no presionó más.
A pesar de las múltiples protestas de sus amigos Harry se aferró a Draco como una segunda piel temiendo perderlo de vista, ambos llegaron a la mansión Malfoy destruida y degradada más parecida a un recipiente de magia oscura que a una casa ancestral que databa de hace siglos. Harry caminó detrás de Draco intentando ignorar la sensación de malestar al pisar nuevamente el lugar que aún estaba plagado de malos recuerdos, pese a todo Draco lo necesitaba y Harry iba a estar para él en la circunstancia que fuera, después de todo no tenía nada más que ofrecerle, fue incapaz, le había fallado. La sola idea no dejaba de darle vueltas en la cabeza atormentándolo, tal vez si él hubiera presionado más Draco no estaría enfrentándose a la muerte.
-Cállate Potter, piensas demasiado alto- Harry miró la sombra de una sonrisa sarcástica en sus labios, Draco solo negó con la cabeza, Harry no supo qué decir.
Veinticuatro horas, una pequeña indulgencia que le habían otorgado a Draco tras el pequeño arrebato que había tenido "el elegido" creyendo que así estaría más contenido con respecto a su sentencia final, Harry quería asesinarlos, pero al mismo tiempo y a regañadientes apreciaba las horas extras que le habían permitido a diferencia de aquellos que habían recibido el beso del dementor sin ceremonias o un Avada sin darles siquiera tiempo de dar un último suspiro. Harry definitivamente no lo creía suficiente y nunca lo sería, simplemente no quería despedirse, sentía cómo el tiempo se le escapaba de entre los dedos como si tratara de apretar y sostener el aire con sus manos.
Draco observó el desastre que alguna vez fue un bonito jardín ignorando el caos emocional que era Harry, se agachó para recoger entre sus dedos pálidos y delgados una rosa blanca que había visto mejores días, después de unos largos minutos admirándola Draco la soltó y siguió su caminó por los pasillos llenos de hierba, árboles incinerados además de flores rotas y marchitas.
-Era el lugar favorito de mi madre, al menos ahora no puede ver en lo que se ha convertido- Harry tragó tratando de eliminar la horrible sensación de una snitch atorada en su garganta, estiró su mano tomado la de Draco, el rubio deslizó sus dedos entre los suyos dándole un ligero apretón. Draco redujo el paso hasta quedarse quieto por completo mirando hacia al frente y a la nada.
-Gracias Potter, por todo- Harry sólo llegó a escuchar el murmullo de Draco por el horrible silencio y soledad que los rodeaba, sin embargo lo único que tenía claro es que no se merecía las gracias, ¿gracias por qué?, Harry pudo haber hecho más, haberlo salvado de este tiempo regresivo que se sentía cada vez más pesado sobre sus hombros como una piedra extra por cada segundo que pasaba.
-No me las merezco- Contestó Harry abatido.
-No seas ridículo Potter, por supuesto que las mereces, te mereces incluso el mundo después de tus incesantes actos de valentía- Espetó Draco.
-No quiero el mundo- rebatió- solo te quiero a tí- Harry no había sido justo, Draco no necesitaba escuchar esas palabras, él necesitaba tranquilidad, no se merecía la carga de los sentimientos de Harry, no necesitaba más en su canasta de lo que ya tenía encima, pero quería ser egoísta por una vez en la vida, Harry quería conservar algo que amaba sin que se lo arrebataran de las manos, Harry quería a Draco, para siempre.
Draco lo miró por primera vez desde que se adentraron a los terrenos de Malfoy manor con el dolor impregnado en su expresión, Harry dió los pasos suficientes para quedar cara a cara, soltó la mano de Draco envolviendolo en sus brazos apretándolo contra él tan fuerte como si quisiera fundirlo contra su cuerpo, Harry quería detener el tiempo, o destruirlo, cualquier cosa para permanecer.
Más tarde le preguntó a Draco si tenía algo en mente que quisiera hacer, el rubio le recordó que realmente no tenían muchas opciones, después de todo se encontraban atrapados dentro de las barreras impuestas al rededor de la casa para evitar que escapara, simplemente se encogió de hombros mirando a su alrededor capturando los colores y los olores que los rodeaban, una última vez dijo. Harry miró la expresión en blanco de Draco, el moreno no podía imaginarse ni dimensionar cómo se sentía a pesar de tratar de reflejar un sentimiento de indiferencia, lo conocía mejor que nadie, Draco ya no podía engañarlo.
El rubio recorrió los pasillos de la mansión, deteniéndose en algunos rincones evocando recuerdos, pasando sus manos de manera apreciativa sobre algunos objetos que se cruzaban en su camino, cuando llegaron al cuarto de sus padres Harry miró en silencio como Draco apretaba entre sus manos una hermosa túnica blanca colgada en el armario lleno de vestidos de gala, se retiró en silencio cerrando las puertas a sus espaldas, Harry no necesitaba palabras para saber que Draco necesitaba un poco de espacio, el tema de sus padres era complicado, aún más porque ellos no podían estar a su lado, nunca más. Harry escuchó un sollozo tras la puerta, cerró los ojos tratando de evitar que sus lágrimas se derramaran por sus mejillas, él tenía que ser fuerte, por Draco. Cuando salió de la habitación lo primero que Harry percibió fueron los ojos rojos e hinchados de Draco los cuales decían todo lo que las palabras no podían, el moreno no tardó ni un segundo en rodearlo tratando de darle todo el soporte que pudiera, esperando que las últimas horas de Draco fueran las menos terribles, Harry sabía que estaba fracasando, horriblemente.
Draco arrastró a Harry al lago perteneciente a Wiltshire después de lo que él llamó, un pequeño ataque de debilidad, se tumbó en el pasto mirando hacia el cielo, capturando y guardando en su mente los colores del atardecer, los últimos rayos de sol contra su piel. Harry solamente pudo mirar a Draco, nada más que a él. Cuando el cielo se oscureció y las estrellas aparecieron, Harry le pidió ver su constelación, con una voz suave y lo más parecido a una ligera sonrisa Draco le explicó la historia, los nombres de cada estrella que la conformaban, Draco se estaba asegurando que Harry no olvidara, Harry jamás podría hacerlo.
Pasando la medianoche Draco cerró la puerta a sus espaldas impidiendo que la luz del pasillo entrara a su cuarto, Harry parpadeó tratando de acostumbrarse a la oscuridad, Draco caminó hasta él colocando sus manos sobre sus hombros arrastrándolas por su cuello hasta pasar sus dedos por su mandíbula, recorriendo el camino hasta su cabello entrelazando sus dedos en los rizos alborotados.
-Odio tanto tu cabello- Señaló Draco rompiendo el silencio, Harry soltó una risa húmeda, el ceño de Draco se arrugó con disgusto aunque su expresión era de cariño.
-Draco yo...- Harry se interrumpió por los labios de Draco contra los suyos, Harry profundizó su beso pidiendo más, Draco se lo dió sin dudarlo. Ambos se tocaron profesándose todo lo que se querían decir sin palabras de por medio, porque sabían que escucharlo era más difícil que sentirlo, Draco recorrió sus manos por cada pedazo de piel que pudo, tratando de grabar y dejar su huella en Harry, una huella que quería nunca desapareciera. Harry probó con su lengua el sabor de Draco como si se tratara de un elixir, en respuesta Draco se retorció debajo de él pidiéndole que lo reclamara, que lo tomara, quería sentirlo y hacerlo propio, Harry asintió, porque no solo estaba para satisfacer sus deseos si no también para los deseos de Draco. Absorbiendo sus expresiones y sonidos Harry puso todo de él redoblando sus esfuerzos hasta llevarlo al límite, Draco gritó su nombre, Harry no tardó en seguirlo.
-No quiero dormir- murmuró Draco contra su cuello, Harry captó fácilmente el doble mensaje de lo que en realidad quería decirle, el moreno lo abrazó un poco más fuerte, le dió un beso en su frente mientras Draco se acurrucaba contra él de manera que no hubiera espacio alguno entre ellos, Draco no tardó en caer en un sueño ligero aún tratando de evitarlo con todas sus fuerzas, a diferencia de Harry que fue incapaz de cerrar los ojos, prefiriendo mirar de forma detallada sus rasgos, contar sus pestañas y esas ligeras pecas y lunares solo perceptibles a la cercanía.
Harry observó como comenzaban a desaparecer las sombras de la noche reemplazándolas poco a poco con la luz de la mañana. Todo su cuerpo se puso alerta como si se encontrará en un peligro inminente, lo que antes habían sido horas ahora se reducía a una hora y un puñado de minutos. Draco se retorció entre sus brazos abriendo sus ojos lentamente con un brillo de felicidad al verlo, el cual solo duró los segundos suficientes que la ignorancia matutina le habían otorgado hasta que la compresión de lo que le esperaba se reflejó en sus ojos. Harry quería despertar junto a él lo que le restara de su vida, quería que el brillo de felicidad fuera su día a día y no solo unos míseros segundos, quería borrar su ceño de preocupación y quería que el mundo viera lo equivocados que estaban, que vieran que Draco no era el monstruo que todos pensaban. Harry no iba a permitir que se lo quitaran, simplemente no podía permitirlo, sentía la necesidad de acabar con aquellos que se atrevieran a hacerle daño, que quisieran apartarlo de él y de su vida. Draco parecía haber descubierto lo que Harry estaba pensando, maquinando, siempre fue bueno leyéndolo, como un maldito libro abierto.
-Tenemos que prepararnos- Musitó Draco contra sus labios, Harry terminó de inclinarse convirtiéndolo en un beso. Ambos desenredaron sus extremidades el uno del otro con pesar, los aurores no tardarían en llegar.
Draco llevaba un traje similar al que había usado en su juicio, Harry seguía pensando que se veía deslumbrante independientemente de las circunstancias. Draco le sonrió con tristeza, como si supiera lo que estaba pensando, o tal vez lo había dicho en voz alta, no estaba muy seguro. Bajaron las escaleras lentamente tratando de evitar la hora final, la hora para que Draco pagara lo que ellos creían era justo con la sociedad mágica. Harry tomó la mano de Draco cuando las puertas de la mansión se abrieron, Draco se estremeció cuando las protecciones percibieron gente no grata con malas intenciones hacia el jefe de la casa Malfoy, alertándole.
Lo primero que Harry vio fue a un puñado de aurores, no más de 5, a lo lejos percibió como dos de ellos comenzaban a retirar las protecciones que impedían que Draco se escapara. El auror a cargo de la detención comenzó a recitar información que Harry ignoró, su atención estaba en los aurores que estaban en los límites de la mansión trabajando en eliminar la restricción de Draco para poderlo llevar al ministerio, cuando las protecciones cayeron con un chirrido Harry dio un paso al frente, comenzó a sentir su magia rezumar a su alrededor como una manta que se extendía sobre ellos sintiendo como repiqueteaba contra su piel, Harry sonrió pensando en cómo lo habían subestimado enviando a tan pocos de ellos, sintió en su nuca la mirada pesada de Draco, pero no trató de girarse a mirarlo para darle una explicación, creía firmemente que Draco era lo bastante inteligente para descubrirlo por sí mismo, solamente apretó su agarre alrededor de la mano del rubio mientras que con su mano libre estrechó su varita contra sus dedos como si temiera que se deslizara y cayera al suelo, los tres aurores frente a él abrieron los ojos sorprendidos ante tal muestra de poder, uno de ellos comprendió lo que estaba pasando más rápido que los otros y aun así ninguno tuvo una maldita oportunidad. Los aurores podían podían tener la experiencia, pero Harry el poder, las habilidades, pero sobre todo un fin. El moreno caminó hacia al frente de la casa ignorando los cuerpos a sus pies dirigiéndose hacia donde se encontraban los otros dos aurores listos para partir, el primero cayó antes de siquiera enterarse que estaban a sus espaldas, el último trató de dar batalla pero lo único que consiguió fue un grito de agonía en el intento infructuoso de detenerlos, Harry resopló al ver sus intentos absurdos e inútiles, había sido tan fácil. Harry tenía las cosas claras, a partir de ahora tenía la intención de pelear por lo que quería, le habían demostrado que las palabras y el razonamiento no bastaban, quizás su influencia no era suficiente, pero estaba seguro que con su poder podía obtener lo que fuera.
Harry sintió un tirón ligero por parte de Draco tratando de llamar su atención, cuando volteó a mirarlo Harry vio en su expresión miedo, sorpresa y un brillo que Harry no logró reconocer, la sonrisa que no había notado en su cara se deslizó esperando la reacción de Draco.
-Vámonos Harry, no quiero estar aquí- Draco susurró como si tuviera miedo de que las personas tiradas a su alrededor despertaran con el ruido de su voz. Harry asintió dándole un ligero apretón en su mano para después desaparecer del lugar.
El moreno los apareció en Grimmauld Place para después ponerse manos a la obra cerrando la red flu y ajustando las protecciones para evitar que alguien externo a ellos logrará entrar, además de cambiar el hechizo Fidelio de la casa diciéndole la dirección a Draco nombrándolo el segundo y único guardián. Harry hizo todo lo posible para convertir el lugar en un sitio inexpugnable, les había dado más tiempo, tiempo para pensar y resolver ciertos asuntos. Draco no dejó de mirarlo hasta que terminó, estaba tan pálido que asustó a Harry, sus manos temblaban tanto que las tenía entrelazadas para evitar el brusco movimiento. Harry dio un paso a su dirección, sin embargo el rubio dio un paso hacia atrás poniendo distancia entre ellos, Harry sintió su rechazo como si le hubiera dado un puñetazo en el estómago.
-¿Draco, que...?-
- Eres un idiota Potter- Espetó Draco enfurecido-¿Acaso sabes las implicaciones de lo que acabas de hacer?, ahora estás en peligro, prácticamente te fugaste con un maldito mortífago declarado un peligro para la sociedad mágica con una condena a muerte, estás pidiendo a gritos que hagan lo mismo contigo, puede que hayas sido el maldito héroe y les hayas salvado el trasero a todos, ¡pero eso no te exime de culpa!- Harry lo miró sorprendido, Draco estaba frente a él con sus mejillas ahora sonrojadas por el enojo, preocupado por lo que podía ocurrirle a él y no por lo que podía estarle pasando en estos momentos si Harry no hubiera intervenido, a un jodido paso de la muerte. Harry se abalanzó contra Draco envolviéndolo en sus brazos, el rubio lucho contra él tratando de liberarse, sin embargo tras una obvia lucha perdida Draco se rindió dejándose abrazar y llevando sus propios brazos alrededor de la cintura de Harry.
-Seguiré siendo el más idiota con tal de que tú seas libre, no te mereces ese destino Draco, ahora ni nunca, todos cometimos errores, incluso yo y tú mismo lo sabes de antemano y lo siento por ello, pero no voy a permitir que te aparten de mi, a menos que tú lo desees- Harry sintió como el cuerpo de Draco se estremecía contra él, además de sentir como su playera se humedecía en el lugar donde tenía enterrada su cabeza en su hombro. Harry los comenzó a balancear y a pasar una mano sobre su espalda tratando de calmarlo. Quería transmitirle a Draco la seguridad de que siempre estaría para él, porque Draco había sido su ancla cuando había querido renunciar a todo, gracias a él regresó y gracias a él seguiría viviendo.
-Podemos decir que te secuestré, que me llevé al salvador del mundo mágico para poder negociar una clase de libertad- Dijo Draco aún contra su hombro amortiguando las palabras, Harry se rio abiertamente de Draco.
-Nadie creería eso- En respuesta sintió un pellizco en su costado que lo hizo reír más.
-¿Qué vamos a hacer Harry? No van a tardar en preguntarse porque aún no he llegado, y los autores en la mansión tirados sin conocimiento les van a dar una gran pista de lo que pasó- Draco se separó del abrazo mirándolo a los ojos, exudando preocupación y miedo, Harry acomodó un mechón suelto tras su oreja, arrastrando sus dedos hasta su mejilla.
-Lo averiguaremos, eres la persona más brillante a parte de Hermione que se ha cruzado en mi vida, tenemos el dinero y me tienes a mí Draco, ten por seguro que vamos a lograrlo, si es necesario jamás volver a pisar Londres si tú estás a salvo lo voy a hacer- Las lágrimas se acumularon en los ojos del rubio.
-No quiero que abandones tu vida por mi Harry, aún puedes salir indemne de esto, no puedes apartarte de tu familia, yo no tengo nada aquí, yo puedo irme, pero tú...- Harry sacudió su cabeza negando.
-Ellos son importantes y los amo, irme de aquí no significa no verlos jamás, pueden visitarnos, puedo llamarles, puedo enviarles cartas, con el tiempo incluso las cosas pueden cambiar. Pero lo único que no puedo dejar atrás es a ti Draco, fue un infierno cuando estuvimos separados en la guerra, siempre me encontraba pensando si cuando regresara no te iba a volver a ver y lo odiaba. Quiero que sepas que sí, hago esto por ti y por tu seguridad, pero también lo hago por mis propios deseos, porque soy egoísta y te quiero para mí- Draco se rio parpadeando rápidamente para evitar que más lágrimas se derramaran.
-Habrías sido un excelente Slytherin- Harry le dio un beso en los labios y con un encogimiento de hombros dijo.
-Tengo mis momentos- Draco cerró los ojos apoyando su frente con la de Harry- No sabes cuánto te amo Draco.
-Yo también te amo Harry, mucho-.
Harry sonrió sabiendo que había hecho lo correcto, seguiría haciendo lo necesario para mantener al amor de su vida a su lado, así tuviera que destruir el mundo. Porque Draco merecía la felicidad y él también.
Fin.