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Chakra Maldito

Chapter 12

Notes:

Lamento la larga espera!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

El aire dentro de la tienda de campaña estaba espeso, impregnado del aroma de sudor y polvo que se acumulaba. El calor sofocante apenas dejaba respirar, y las pequeñas gotas de sudor resbalaban por la frente de Sakura, pegando su cabello suelto a la piel.

El lugar reflejaba solo caos: mapas desparramados sobre una mesa de madera, una lámpara de aceite a medio encender, y montones de papeles llenos de informes y notas.

Tal parece que Shizune no tuvo tiempo de venir a imponerle orden y responsabilidad a la desfachatez de la Quinta Hokage. Escuchó que la morena mujer se encontraba en una misión de auxilio médico. Debió ser lo suficientemente grave y alguien importante debía estar ahí para que ella fuera. Sakura hubiera ido, pero cuando llegó a la base luego de su propia misión, ellos ya se habían ido.

Rezaba para que todo saliera bien.  

Frente a Sakura, su shishou permanecía tranquila... al menos por fuera. Su expresión era un tanto severa, con el ceño ligeramente fruncido, pero Sakura notaba esa chispa en sus ojos dorados, esa chispa que aparecía cuando estaba decidida a ganar. Ambas estaban sentadas en cojines desgastadas, y un pequeño tapete entre ellas, en una partida de cartas que había comenzado horas atrás. El mazo estaba extendido frente a ellas, y en ese momento, Sakura tenía que tomar una decisión.

En sus manos, tenía cinco cartas, de las cuales solo dos coincidían en sus números.

¿Apostaba o no? Estaba en juego un onigiri relleno con carne. No recordaba la última vez que había comido uno.

Lo debatió un momento hasta que finalmente decidió jugarse, que más daba. Ya estaba cansada.

Las cartas entre sus dedos estaban arrugadas de tanto sudar, y el cansancio le embotaba los sentidos. Pero no podía ignorar la oportunidad. Los labios de Tsunade se curvaban en una media sonrisa que siempre le resultaba familiar cuando intentaba esconder sus emociones, y eso le dio a Sakura el empujón que necesitaba para actuar.

 

“Voy” dijo, empujando las cartas hacia el centro de la mesa, al mismo tiempo que su shisou hacia lo mismo.

 

La hokage la miró con una mezcla de asombro e irritación. Las cartas se revelaron y Sakura, sin mucha sorpresa, ganó.

Otra vez.

La expresión de su mentor se endureció de inmediato, con los ojos brillando de enojo.

“Mierda, pensé que ahora lo tenía. ¡De nuevo!” exigió, con la mandíbula apretada.

Sakura, sin embargo, dejó escapar un gemido de cansancio. Habían estado jugando durante horas. Sentía el agotamiento en cada uno de sus músculos y, por más que quisiera seguir disfrutando del raro momento de tranquilidad, no podía ignorar lo desgastada que estaba.

 

“Shishou... llevamos horas jugando... “dijo mientras movía el cuello, escuchando los crujidos de sus huesos, dejando que su cabeza cayera hacia atrás, mirando el techo de lona de la tienda.

Este raro instante de paz le parecía casi irreal. ¿Cuánto había pasado desde la última vez que pudieron permitirse algo así? Ni siquiera recordaba la última vez que había tenido tiempo para algo tan banal como una partida de cartas. El constante movimiento de las líneas de frente, las emergencias médicas, las estrategias... todo había consumido su vida. Sin embargo, su shisou, sin perder su impaciencia, se inclinó hacia delante, los ojos reluciendo con esa testarudez tan característica.

“Levántate, niña. Esto está lejos de terminar”

Emitió un pequeño gruñido con los ojos cerrados “¿Cómo es que tienes tiempo para esto?”

“Estamos esperando a que llegue un equipo con información importante” explicó con un tono de fastidio. “Y hasta que lleguen, jugaremos”

Supongo que eso lo explicaba todo. A veces ya no sabía si a su shisou realmente le gustaba jugar o solo lo hacía por el hecho de que el juego fuera como una especie de presagio del futuro. Luego de tanto tiempo obligándola a jugar, le confesó lo que ocurría cuando ganaba. Para Sakura sonaba demasiado supersticioso e incluso consideró decirle si tal vez la edad le estaba pasando factura, pero decidió que, si moría, debía ser luchando y protegiendo a sus amigos.

Claro, Tsunade-shisou le había ganado unas cuantas veces, aunque siempre por muy poco. Y si, esas veces ocurrían emergencias o ataques, pero estaban en guerra y eso ocurría todo el tiempo, por lo que, para Sakura, seguían siendo simples coincidencias. 

Viendo como mezclaba las cartas con maestría y repartiéndolas, Sakura suspiró, sabiendo que no podría decirle que no. Finalmente, con resignación, tomó las cartas de nuevo, dejando caer los hombros mientras se preparaba para otra ronda.

“Está bien” aceptó, con un suspiro profundo.

Sakura solo levantó ligeramente una ceja ante el juego que le tocó, un trio de J, bastante bueno. No se tomaría la molestia de cambiar ni analizar nada.

Su rival tenía las cejas fruncidas. Después de tantos años y muchas horas jugando con su mentor, podía distinguir cada expresión y lo que significaba. La ceja izquierda estaba ligeramente más arrugada que la otra y sus ojos tenían un peculiar brillo analítico. Significaba que ahora mismo posiblemente tenía un juego decente pero que, si se arriesgaba a cambiar, podría mejorarlo aún más. Cosa que nunca pasaba.

Si tanto quería perder, lo aprovecharía al máximo.

“Apuesto todos mi onigiris” habló Sakura, mirando con firmeza a su oponente.

La voluptuosa mujer entrecerró más los ojos, considerando la apuesta. Sakura ya había ganado 4 de los 8 que le habían traído a la hokage, eran parte de un lote que algunos aliados consiguieron de una familia viajera asesinada por traidores. Esos onigiris, en medio de un campo de guerra, serian como apostar miles de ryo. En otros tiempos, su shisou hubiera aceptado de inmediato, no por nada sus deudas habían sido dignas de horrorizarse. El solo hecho de que lo estuviera considerando hablaba de lo mal que estaban, a tal punto de considerar no apostar una comida, que en tiempos de paz, era tan fácil de conseguir y era lo primero que uno hacia cuando quería algo rápido y fácil. No tenía planeado dejarle sin probar la deliciosa comida si es que ganaba, solo quería dejar de jugar y esperaba que después de perder todo lo que vale la pena apostar, la testaruda mujer por fin se resignaría.

“Bien, le entro” gruñó la rubia, mientras cambiaba dos cartas de su mazo.

La legendaria perdedora siendo la legendaria perdedora.

Por fin tendría una comida con nutrientes de verdad. Estaba cansada de las raciones y barras nutritivas. Se supone que uno se acostumbra al sabor de las cosas por mas malas que sean pero de alguna forma, las raciones cada vez tenían un sabor tan desagradable que, literalmente, veía a shinobis tragárselos sin masticar y con los ojos llorosos.

Triste, en verdad.

“Sakura”

La mujer de cabello rosa salió de su letargo ante el tono calmado de su mentor.

“¿Qué pasa, shisou? ¿Mal juego?” bromeó “No puedes retroceder en la apuesta, ya sabes”

Un tic de molestia se formó en la gran frente de la tetona mujer “Lo sé, niña tonta” habló con enojo para luego soltar un gran suspiro cansado.

“¿Pasa algo?” Una pizca de preocupación se filtró en su voz.

Tras unos segundos de incómodo silencio, en los que la mujer rubia parecía contemplar algo distante que Sakura no lograba ver, su shisou finalmente habló, su voz sonando casi ausente mientras mantenía la mirada perdida. “¿Qué te gustaría hacer cuando todo esto acabe?”

 

Parpadeó, desconcertada. La pregunta fue tan inesperada que dejó a Sakura descolocada. “¿Cuándo termine la guerra? No lo sé, no lo he pensado... ¿A qué viene la pregunta?”

 

Tsunade frunció el ceño, sus labios formaron una fina línea, y sus ojos, aunque no miraban directamente a Sakura, parecían llenos de una seriedad que pesaba sobre el ambiente. “¿No lo sabes? Entonces piénsalo ahora” exigió, esta vez su tono más firme, casi impaciente.

 

Sakura entrecerró los ojos, sintiendo cómo su naturaleza rebelde afloraba ante la demanda. “No si no me dices por qué” respondió desafiante, cruzando los brazos. Sin embargo, en cuanto su maestra clavó sus ojos en los suyos, la rebelión se apagó tan rápido como había surgido. El intenso brillo en la mirada de su maestra le provocó un escalofrío que le recorrió la columna vertebral. Quizá no era el momento para ser testaruda.

 

“B-bueno…” Sakura buscó sus palabras, sintiendo cómo su propia resistencia se desmoronaba. “Me gustaría seguir mejorando mi control de chakras…” confesó, aunque su voz se tornó casi tímida bajo la dura mirada de su hokage.

 

Tsunade levantó una ceja, sorprendida, y su expresión se tornó algo menos severa. “¿Aún más?” Su tono bordeaba la incredulidad. “Sakura, a este punto, tu control es incluso mejor que el mío. Ni siquiera es un elogio, es un hecho.”

 

El comentario, inesperado y directo, hizo que las mejillas de Sakura se sonrojaran, el calor ascendiendo desde su cuello hasta su rostro. “Es que... el control no solo me permite que las técnicas sean más fáciles,” murmuró mientras sus dedos jugueteaban nerviosamente con el mazo de cartas en su mano, evitando la penetrante mirada de la mujer frente a ella. “También me ayuda a entender cómo funciona todo... a un nivel mucho más profundo.”

 

Respiró hondo, reuniendo fuerzas para continuar mientras las imágenes de batallas pasadas inundaban su mente, recuerdos de cuerpos que había tratado de salvar, solo para sentir cómo su calidez se desvanecía entre sus manos. “Si puedo entender lo que ocurre, puedo mejorarlo. Quiero crear más técnicas de curación, técnicas que puedan sanar cualquier tipo de heridas... técnicas que cualquiera pueda usar, al menos en algún nivel.” Las palabras salían casi en un murmullo, mientras su mente vagaba por el dolor que había sentido al llegar demasiado tarde tantas veces. “Quiero que todos tengan más oportunidades de sobrevivir” concluyó, en un tono apenas audible.

Tsunade observó a su alumna con intensidad, sus ojos entrecerrados como si intentara leer más allá de las palabras que había dicho. Su respuesta no la había impresionado, o al menos, no de la manera que Sakura esperaba.

“Ya has creado y mejorado bastantes técnicas. Todos los médicos se han vuelto bastante competentes bajo tu mando” señaló con calma.

“S-sí... supongo...” admitió Sakura, pero no pudo evitar que su voz temblara un poco. La presión de la mirada de su shisou era demasiado, como si estuviera buscando algo más, algo que Sakura no estaba diciendo. Sus nervios crecían con cada segundo que pasaba en silencio bajo su escrutinio.

Finalmente, la hokage rompió el silencio con una pregunta afilada, directa, que cortó a través de las excusas como un cuchillo. “¿Qué es lo que realmente te motiva?”

Parpadeó, tensándose “¿Eh? Te lo acabo de decir. Quiero que todos tengan más oportunidades de sobrevivir—”

“¿Eso? ¿O es porque no quieres que dependan de ti?”

La pregunta cayó como una losa sobre Sakura. Se quedó en silencio, los ojos bien abiertos. Sentía cómo sus mejillas comenzaban a arder nuevamente, pero esta vez no era vergüenza lo que la embargaba, sino algo más profundo... algo que no quería admitir, ni siquiera ante sí misma. Tsunade-shisou había dado justo en el blanco, y la verdad de esas palabras hizo que el peso de sus emociones cayera sobre ella como una pesada manta “¡N-no es eso! Es solo que yo…” las palabras no se atrevían a salir de su boca.

Tsunade, observando a su aprendiz con la mirada perdida y el rostro lleno de dudas, resopló con un dejo de frustración y ternura. “Niña tonta... Si hay alguien que puede entenderte más que nadie, soy yo.” Su tono era severo pero cálido, como el de una persona que había visto demasiado. “Te recuerdo que esta no es mi primera guerra. Alguna vez estuve exactamente en tu posición.”

 

“¿Mi posición?” repitió.

 

En un gesto casi automático, la imponente mujer levantó la mano, buscando por instinto esa botella de sake que, en tiempos más simples, siempre la acompañaba. Su expresión se endureció al recordar que ya no podía permitirse ese lujo. La guerra había hecho incluso del sake algo inalcanzable. Murmuró pequeñas maldiciones entre dientes, resentida con la realidad que la rodeaba. Su shisou siempre había encontrado consuelo en el alcohol, especialmente en conversaciones que la estresaban.

 

“No te hagas la modesta conmigo, mocosa” gruñó, entrecerrando los ojos con irritación. “Desde hace mucho tiempo me he dado cuenta de que ya no soy la primera opción cuando se trata de temas de salud o emergencias médicas. Puede que mi rol como Hokage disuada a algunos, pero sé que es más que nada porque confían en ti.”

 

Los ojos color miel brillaron, destilando un tipo de orgullo que Sakura no esperaba ver. Era un orgullo silencioso, profundo, el que sólo se tiene por alguien que ha superado todas las expectativas. Ese brillo le calentó el corazón, haciéndola sentir apreciada de una manera que pocas veces experimentaba. Sin embargo, esa calidez también trajo consigo una ola de culpa que la envolvió por completo.

 

“A lo que voy” continuó, dejando caer las cartas sobre su regazo con un gesto cansado “es que conozco las cargas que llevas. Sé lo que es ver constantemente horrores, desgracias, y perder a las personas que amas... y aun así, que todos te miren como si pudieras hacer milagros, sin importarles tu dolor.”

 

Sakura no podía hablar. Las palabras se atoraban en su garganta, ahogadas por la ola de emociones que la mujer rubia había desencadenado. Sentía un nudo en el pecho, uno que amenazaba con desbordarse si intentaba responder. Si abría la boca, sabía que todo ese dolor contenido se derramaría como un torrente, y terminaría sollozando a los pies de la mujer que consideraba una segunda madre, como si fuera una niña pequeña otra vez.

 

Sabía que la estaba leyendo como un libro abierto. Siempre había sido así con ella; su maestra la conocía mejor que nadie. Ese pensamiento la aterraba, porque significaba que no podía ocultar lo que realmente sentía, ni siquiera detrás de su fachada de fortaleza.

 

“Shisou, yo…” La voz de Sakura tembló, rota por las lágrimas que finalmente encontraron su salida. No pudo contenerlas más, y con cada lágrima que caía, liberaba una fracción de la angustia que llevaba enterrada en su corazón. “Odio la guerra, odio ver a la gente morir… Ya he perdido a tantos…” Su voz se quebró, mientras sus manos temblaban ligeramente sobre su regazo. Alzó la vista, buscando en los ojos color miel algo, una solución a su dolor. “¿Cómo se sigue después de esto?” preguntó, su tono suplicante, buscando las respuestas que tanto necesitaba.

 

Pero lo único que recibió fue una mirada comprensiva, teñida de tristeza. “Si lo supiera, créeme que te lo diría. Pero no hay respuesta para eso” respondió Tsunade con voz suave, impotente.

 

Sakura bajó la cabeza, decepcionada. “Siento que ésta guerra nunca terminará e incluso si lo hace...”Apretó los puños, viendo las lágrimas gotear sobre ellos “Ya perdimos a tantos, ya perdí a mis padres, a amigos... ¿Qué hace uno después? A veces no creo que pueda seguir… Temo decepcionar a todos, temo decepcionarte a ti” confesó, su voz apenas un susurro. “Has dedicado tanto tiempo a entrenarme, y que yo solo piense en abandona—“

“Jamás te juzgaría si lo haces” dijo Tsunade, firme y honestamente. “Yo me alejé de todos por más de veinte años porque no pude lidiar con el dolor de perder a las personas que más amaba. Abandoné a todos, llevándome conmigo todos mis conocimientos” Su voz estaba impregnada de arrepentimiento y dolor. “Al menos tú aún tienes el deseo de ayudar a otros. Eso ya es más de lo que yo hice.”

A través de su visión borrosa, veía a shisou de una manera que nunca antes la había visto: vulnerable. La mujer más fuerte que había conocido, aquella que siempre se había mostrado como un pilar inquebrantable, estaba revelando por primera vez el peso de su propio dolor y arrepentimiento. Ese simple acto hizo que Sakura la admirara aún más, porque sabía lo difícil que debía ser para ella admitir esa debilidad.

 “¡No es así! Cualquiera hubiera hecho lo que hiciste. Eso no desmerita todos tus logros y--”

“Sakura” la interrumpió bruscamente, su tono cortante, sorprendiéndola “La guerra seguirá quitando y quitando, porque es lo único que sabe hacer. Quiero que eso lo entiendas muy bien.”

 

A pesar de la aparente calma en su voz, Sakura pudo percibir algo más profundo, casi imperceptible: un trasfondo de desesperación oculta. Esa desesperación se filtraba en cada palabra, mezclándose con el agotamiento de los años, las pérdidas, el dolor que ambas habían experimentado.

 

“Nadie sabe lo que le espera en el futuro” continuó, sus ojos color miel reflejando un brillo intenso, como si detrás de esa dureza hubiera algo más vulnerable, una preocupación que no se atrevía a admitir en voz alta. “Y no importa” añadió, como si intentara convencerse a sí misma. “Solo preocúpate por ser fuerte ahora.”

La sencillez con la que lo dijo contrastaba con lo difícil que realmente era. Ser fuerte… ¿qué significaba realmente? Para Sakura, era una carga que pesaba cada vez más en sus hombros. Pero aun así, no se atrevía a contradecirla. Había algo en esas palabras que resonaba profundamente en ella, una lección que sentía terminaría por comprender más adelante. 

“Entiendo, shisou,” respondió Sakura en un susurro, bajando la mirada al suelo. La culpa y el miedo se mezclaban en su interior, haciéndola sentir pequeña, insignificante frente a las palabras de su mentora.

Sintió una mano cálida posarse en su cabeza, un gesto que la tomó por sorpresa. Al alzar la vista, se encontró con la sonrisa suave de su shisou, una sonrisa rara, llena de cariño, pero también de algo más que no podía descifrar. Sus ojos, normalmente duros y analíticos, mostraban un destello de ternura.

“No tengas miedo de hacer lo que quieras cuando todo esto termine” le dijo con voz suave, casi maternal. “Estoy muy orgullosa de ti.”

Eso último fue suficiente para romper cualquier barrera emocional que Sakura había construido. Sin poder aguantarlo más, se lanzó hacia su maestra, abrazándola con fuerza, buscando consuelo en sus brazos. Las lágrimas que había contenido por tanto tiempo finalmente se liberaron, y sollozó en su hombro. Su shisou la rodeó con suavidad, dándole palmaditas reconfortantes en la espalda, su abrazo cálido y seguro.

Estuvieron así unos pocos minutos hasta que Sakura se separó. Una parte de ella se sentía ligera y cálida con un sentimiento reconfortante en su corazón. Pero otra estaba llena de miedo, sintiendo pavor al pensar que tal vez seguirá perdiendo más, tal vez mucho más de lo que pueda soportar.

Pero en ese momento, decidió aferrarse a lo único que podía: el presente. Este raro momento de unión, este pequeño respiro de paz en medio del caos. Era lo único que podía controlar.

“Gracias, shisou” murmuró mientras se secaba las lágrimas con la manga de su camisa, su voz aún entrecortada por los sollozos.

Su maestra la miró con una expresión traviesa, medio sonriendo. “Me dejaste llena de mocos.”

Una almohada voló por la habitación, siendo desviada fácilmente con una sonrisa por la rubia mujer, seguida de una risa por la misma ante el puchero y mirada de reproche de su aprendiz.

“Ya veo cómo te gusta consolarme” replicó, volviendo a acomodarse en su cojín, ahora también esbozando una sonrisa. “Aunque, siendo honesta, aún no me has dicho por qué vino todo esto. Estas charlas emocionales no son típicas de ti.”

La expresión de su mentor se oscureció ligeramente, pero antes de que pudiera responder, la entrada de la carpa se abrió bruscamente.

“¡Hokage-sama! El equipo B ha vuelto de su misión. Traen información importante” anunció un mensajero con urgencia en su voz. Luego pareció notarla “¡Sakura-sama! Es bueno que esté aquí. El equipo B ha traído aliados que se encuentran gravemente heridos. Necesitamos su ayuda de inmediato.”

Ambas mujeres se levantaron al instante, la atmósfera ligera que habían compartido desapareciendo como el humo. Sakura sintió una leve punzada de decepción. A pesar de no compartir la misma pasión por las apuestas que su maestra, siempre disfrutaba estos pequeños momentos juntas. No sabía cuándo tendrían otro.

 

“Bien” respondió la Hokage, su tono firme y autoritario. “Avisa a Shikamaru. Lo quiero en cinco minutos en el sector de reunión.”

“¡Hai!” El mensajero desapareció en un abrir y cerrar de ojos, corriendo para cumplir la orden.

“Sakura” llamó, ya en la entrada de la carpa, volviendo la cabeza apenas lo suficiente para mirarla de reojo. “No lo olvides. Sé fuerte.” Y con esas palabras, salió.

La mujer de ojos verdes se quedó mirando por unos momentos, aun aturdida. Sacudió la cabeza, concentrándose en el ahora y se dispuso ir a ayudar rápidamente.

Pero, justo antes de cruzar el umbral, algo la detuvo. Un pequeño atisbo de curiosidad, casi infantil. Giró sobre sus talones y regresó al interior. Su mirada se posó en el mazo de cartas que su shisou había dejado en el suelo. No pudo resistirlo. Alargó la mano y, con cautela, dio vuelta las cartas.

Al ver lo que revelaba, un nudo se formó en su estómago.

“Escalera real…”


Sakura observaba el techo de la sala, apenas prestando atención a los detalles de la pintura descascarada que colgaba en finas láminas como si hubiera sido aplicada con descuido años atrás. El blanco sucio y maltratado parecía haber visto mejores días, y las sombras de las grietas apenas perceptibles formaban patrones en la superficie. El lugar olía a humedad y a encierro, y el eco del silencio la envolvía.

 

Sentada en un sillón sencillo y desgastado, el único sonido que rompía la quietud era su propia respiración. Frente a ella, una mesa baja y una pequeña mesa de centro daban al lugar una apariencia simple y funcional, como si fuera una sala de espera más que una sala de interrogatorios. A su derecha, en una de las paredes, colgaba un gran mapa de la ciudad. Su mirada se desvió hacia él por un momento, localizando rápidamente el hospital donde trabajaba.

 

Con las manos atadas por un supresor extraño que bloqueaba su energía maldita, Sakura no tenía mucho más que hacer que pensar. En su mente, empezaron a formarse cálculos. Recordaba con claridad el trayecto desde el hospital hasta este edificio. Velocidad, aceleración, curvas, ángulos de giro, todo se entrelazaba en una secuencia lógica. Había sentido cada cambio de dirección, cada vez que el vehículo se detenía o aceleraba, lo que le permitió establecer mentalmente una distancia aproximada desde el hospital hasta su ubicación actual. Mientras sus pensamientos avanzaban, sus ojos se movieron de nuevo hacia el mapa.

 

Cinco kilómetros al sur, tal vez algo más si se consideran las variaciones en el terreno.

 

Con esos nuevos cálculos en mente y analizando la escala del mapa, estimó la distancia aproximada hasta su departamento. Unos siete kilómetros, como mínimo.

 

El supresor envolvía sus muñecas detrás de su espalda, y aunque su energía intentaba manifestarse por reflejo, el dispositivo lo bloqueaba de inmediato, anulando cualquier intento de liberarse. Este fuinjutsu le parecía bastante interesante, como sea que le llamaran a la rama de sellos aquí. Era como leer un nuevo idioma, si es que ya tenías experiencia aprendiendo idiomas. Las palabras eran diferentes, pero, con la experiencia, empezabas a notar ciertas similitudes. O al menos eso es lo poco que pudo ver con su visión periférica.

En su mundo había varios tipos de supresores de chakra, estaban los que permitían que pudieras mover internamente tu chakra, mas no manifestarlo, luego estaban los más avanzados que lo suprimían hasta tu núcleo, dejándote debilitado. Este era como los primeros, lo que solo hablaba de cómo no la conocían, en su dimensión, jamás hubieran considerado darle una ligera posibilidad de usar su chakra, aunque fuera internamente. Hasta podía aun ocultar su energía con esto.

O la subestimaban o no tenían otro tipo de supresores.

Preguntas y más preguntas.

Estaba cansada de pensar. El tedio le pesaba más que la sensación de encierro. ¿Cómo estaba Itadori-san? Esperaba que no hubiera vuelto a tener otro ataque. El solo pensarlo hacia que su rabia volviera a arder, su energía maldita se movía con frenesí, queriendo escapar y chocando contra una pared.

Maldita Ayumi.

¿Cómo se atrevía? Una gran parte de ella aun quería matarla, jamás perdonará esa violación al juramento médico. Una persona como Ayumi jamás debería estar cuidando la salud de las personas.

Si no fuera por esta estúpida energía maldita, por este estúpido poder, por su estupidez, le hubiera hecho más que torcerle la muñeca.

La técnica de las hojas malditas, lo había creado para compensar sus niveles de reserva. Requería de gran precisión, control y concentración. Nunca creyó que sus mayores virtudes le jugarían en contra alguna vez. Todo lo que tenga que ver con el control de su energía era como una segunda naturaleza para ella, tanto que su cuerpo lo hacía inconscientemente a manera de protección. Todo ninja desarrolla eso.

Pero ahora solo le trajo problemas.

¿Por qué incluso lo creó? ¿No se suponía que estaba bien con vivir una vida tranquila? ¿Por qué se tomó la molestia de practicar algo destinado a batallas? Podía defenderse muy bien con las técnicas que conocía.

¿Por qué tenía que ser tan idiota?

Un dolor de cabeza empezaba a formarse, lo que solo hacía que se frustrara más, ya que podía curarse con su chakra, pero entonces otro tipo de dolor aparecería.

Sakura volvió a mirar el techo descascarado, su mente ahora llena de pensamientos más oscuros y de preguntas sin respuesta. ¿Cuánto tiempo tendría que esperar?

¿Cómo estaba Yuuji?

Un sentimiento de opresión se formó en su pecho, la cara angustiada y confundida del niño aún estaba fresca en su mente. ¿Le habrán dicho que ella medicó mal a su abuelo? ¿Él les creería?

No tuvo tiempo ni siquiera de explicarle lo que había ocurrido, el saber que estuvo a punto de matarlo la había dejado demasiado aturdida como para analizar lo que pasaba. Solo recordaba vagamente como, después de su ataque, aparecieron policías que inmediatamente la esposaron, ni siquiera puso resistencia, solo se dejó llevar. En el camino a la salida, vio al director, pero solo alcanzó a decirle que ella asumía toda la responsabilidad y que no le contara nada a Yuki.

No valía la pena hacerla venir, realmente no quería seguir molestándola.

Fue antes de que subiera a la patrulla que aparecieron dos hombres vestidos con trajes negros. Realmente no alcanzó a escuchar lo que les decían a los oficiales, en ese momento no le importaba nada. Solo sintió como la trasladaban a otro coche y como cambiaban las ridículas esposas que podía romper como si fuera papel, por los supresores que ahora tenía.

Los hombros y brazos empezaban a dolerle, tal vez si debería haber estado más atenta en ese momento.

La puerta frente a ella se mantuvo cerrada durante lo que parecía una eternidad. Cada vez que el sonido de los pasos resonaba en el pasillo exterior, su cuerpo se tensaba ligeramente, esperando, solo para decepcionarse al escuchar cómo los pasos seguían de largo. El aburrimiento y la ansiedad comenzaban a mezclarse en su pecho, haciendo que el latido de su corazón fuera lo único que la acompañara.

Finalmente, el sonido metálico de la cerradura girando llenó la habitación. Sakura levantó la mirada, observando cómo la puerta se abría lentamente. Un hombre alto y delgado entró con calma, sus pasos resonando en el suelo de baldosas. Tenía el cabello negro lacio que se dividía en dos partes en la parte delantera de la frente, ojos pequeños, o eso parecía con esos anteojos. Sus mejillas estaban hundidas, dándole un aspecto de cansancio y aburrimiento.

En sus manos llevaba un conjunto de papeles que hojeaba con detenimiento. Era el mismo hombre que había hablado con los oficiales de policía y que le había traído aquí.

El hombre no dijo nada de inmediato. En lugar de eso, caminó con una parsimonia irritante hacia la mesa que los separaba, moviendo los papeles entre sus manos como si fueran más importantes que el hecho de que ella estaba allí, atada y esperando respuestas. Cuando finalmente se sentó, lo hizo con una postura relajada.

“Sasahara Sakura, ¿verdad?” dijo, con una voz medida y profesional, sin levantar la mirada.

“Sakura”

 Ahora el hombre fijó sus ojos en ella.

“¿Disculpe?”

“Llámame Sakura” respondió, seco. Odiaba que utilizaran el apellido que estuvo obligada a usar para mantener su tapadera.

Los pequeños ojos oscuros del agente brillaron con una mezcla de sorpresa y curiosidad, claramente no esperando tal solicitud de alguien en su situación. Luego, tras un breve silencio, asintió lentamente.

“Sakura-san, entonces” respondió finalmente.

Sakura lo observó, buscando alguna señal de sus intenciones, algún indicio en su comportamiento que le indicara qué era lo que iba a pasar. Sin embargo, el hombre seguía manteniendo una fachada impenetrable mientras acomodaba los papeles sobre la mesa. La sala volvió a sumirse en ese silencio incómodo, pero ahora con una tensión palpable en el aire.

“Mi nombre es Kiyotaka Ijichi, trabajo como agente en el instituto de magia y hechicería. ¿Si sabes de los hechiceros jujutsu, ¿no?”

Se abstuvo de poner los ojos en blanco “Si, lo sé”

“Bien, entonces eres consciente que eres una hechicera no identificada y que-“

“No soy una hechicera” cortó, tajante.

Ijichi observó a la mujer ante él, a pesar de su situación se la veía en calma, solo delatándola sus hombros tensos, aunque claro, capaz los supresores tenían algo que ver. Pero fueron sus ojos verdes, con esa mirada de acero, lo que provocaron un ligero escalofrío en su espalda. ¿Era una luchadora? No lo parecía y tampoco sentía que tuviera grandes reservas, de hecho, apenas lo sentía. Y según su misma afirmación, no se consideraba una chaman.

“Bien, una usuaria de energía maldita, entonces” Acomodándose los lentes, cuadró los hombros “¿Si sabes que haz cometido varios delitos? Y no solo civiles, sino también las leyes que involucran a la sociedad jujutsu”

Sakura no respondió. Sus labios se tensaron, y sus manos, atadas detrás de su espalda, apretaron con fuerza.

Ijichi dejó que el silencio se alargara, aparentemente esperando una respuesta que sabía que no llegaría. Con un ligero suspiro, procedió a hablar, esta vez más directo.

“Empecemos por lo primero” dijo, inclinándose ligeramente hacia delante, como si fuera a enumerar una lista de compras” Tenemos una denuncia por negligencia médica. Si se demuestra que es cierto, podrías enfrentarte a cargos penales. Eso, por supuesto, sin mencionar que perderías tu licencia, lo que también es un delito, ya que… “Ijichi hizo una pausa, con un tono sutilmente acusador” ... no tienes una licencia válida para ejercer en primer lugar”

Apretó los dientes, conteniendo las palabras que luchaban por salir.

‘Como si necesitara una estúpida licencia’ pensó Sakura, enojada.

Ijichi continuó, imperturbable.

“Luego está la agresión física. Según entiendo, tu compañera de trabajo está considerando presentar cargos en tu contra. La misma afirma que la atacaste sin provocación alguna”

 

Sakura soltó una risa amarga por lo bajo. ‘¿Sin provocación?’. Que puto descaro. Esa mujer había estado pidiéndoselo, pero sabía que intentar explicarse sería inútil.

El hombre, sin embargo, no se inmutó y prosiguió con la última y más seria acusación.

“Claro que, tu situación penal civil no importa porque… “Su tono se hizo más grave, y el ambiente en la habitación se volvió más denso “está el asunto que nos concierne a nosotros, los hechiceros. En el lugar de los hechos había un testigo que asegura haber sentido una clara intención asesina por parte de ti. Eso indica que intentaste atacar a civiles utilizando energía maldita”

Sintió una punzada en su pecho, que le impidió respirar por un momento. De todas las acusaciones, esa era la única real y no justificada. Bajó los ojos, avergonzada.

“Lo más preocupante “continuó impasible, ajustando sus lentes con un dedo “es que, como no estás identificada como hechicera registrada, el uso de energía maldita sin regulación oficial te convierte en algo peligroso”

Haciendo una pausa, dejó que las palabras calaran profundamente antes de dejar caer la sentencia final.

“Si el consejo así lo decide, podrían considerarte una bruja. Y, en ese caso, Sakura-san, serías encerrada indefinidamente”

La joven ante Ijichi permanecía inmóvil, sin levantar la mirada, sin responder a las graves acusaciones que acababa de exponer. Una parte de él esperaba algún tipo de reacción, tal vez una justificación, una súplica... pero nada.

Una leve punzada de lástima se instaló en su interior, aunque se cuidó de que no se reflejara en su expresión. Ijichi había investigado solo lo justo sobre los cargos civiles que pesaban sobre ella. Hizo algunas preguntas aquí y allá, lo suficiente para formarse una idea de lo que realmente podría haber pasado, aunque no tenía los detalles más claros. Algo dentro de él le decía que los cargos, especialmente los relacionados con el hospital, no eran tan sencillos como parecían.

Recordaba especialmente el encuentro con la enfermera que había sido agredida. Los civiles rara vez poseían cantidades significativas de energía maldita y sin control sobre ella, la filtraban de manera involuntaria. Esa energía se mezclaba con el ambiente, creando maldiciones. Cuando eres un hechicero más experimentado y sensible a tu entorno, también sientes esas pequeñas filtraciones, las emociones negativas, lo que te ayudan a saber el verdadero carácter de una persona, al menos uno civil. Y según lo que sintió de aquella mujer, bueno, no era precisamente una santa.

Suspiró, nada de esto era de su incumbencia, no entendía porque el señor Gojo lo obligó a venir e interrogar a ésta mujer. Tenía mejoras cosas que hacer. No entendía tampoco como es que él supo de ella y, si es que lo sabía, porque permitió que siguiera libre sin ningún control. ¿Qué tenía de especial?

Hace mucho se había reconciliado al hecho de que estaría a merced de los caprichos de ese hombre irresponsable, pero eso no quiere decir que no lo moleste.

‘¡Es un vago!’

Con una respiración profunda, cuadró los hombros. Lo cierto es que mentiría si dijera que luego de sus averiguaciones no sentía curiosidad y que no tenía idea de los motivos de interés de ese hechicero aprovechador.

jichi tenía sus dudas sobre la versión de los hechos que la enfermera agredida había contado, ya que, según lo que había logrado averiguar, Sakura-san no tenía antecedentes de mala praxis ni registros médicos negativos. Pero ahí radicaba otro de los problemas. Ella no tenía registros... de casi nada.

Lo único que constaba oficialmente era su lugar de nacimiento, pero incluso eso se volvió irrelevante porque el lugar donde supuestamente nació era un pueblo fantasma. Y no cualquier pueblo fantasma, cuando supo del lugar, intuyó por qué el señor Gojo estaría interesado. Recordaba perfectamente cuando y quien volvió ese lugar un cementerio.

Además, según los registros, Sakura-san nació y creció allí, recibiendo educación en el hogar, por lo que probablemente habrá sido una adolescente cuando se fue de ahí. Pero ahí está el problema, hay un gran vacío de muchos años en la vida de la mujer, no se tiene ningún rastro de ella en ningún lugar. Es como si hubiera desaparecido y aparecido de la nada hace algunos meses, cuando comenzó a trabajar en el hospital Sugisawa.

También escuchó los rumores y el apodo que le habían dado ‘enfermera milagrosa’. No había nada de milagroso en este mundo, toda tenía un porqué, y el porqué de esas curaciones milagrosas obviamente tenían que ver con algún ritual curativo.

Ese tipo de rituales eran muy raros.

En la mente de Ijichi ya se formaron todo tipo de conjeturas sobre las intenciones de Gojo-san y las ganas de darle una ligera palmada en el hombro a la pobre mujer no le faltaron.

Ese hombre manipulador y narcisista siempre obtenía lo que quería.

Si lo sabrá Ijichi.

“¡Ya llegué!” gritó una voz alegre, que resonó en la habitación con la energía inconfundible del hombre más fuerte e insoportable del mundo. El hechicero alto y larguirucho, con su usual porte despreocupado, entró con un palo de dango en la mano, mientras se llevaba una de las bolitas dulces a la boca

‘Habla del diablo y aparecerá’ Fue el pensamiento del hombre con gafas y sin saberlo, de la mujer de cabello rosa también. Sakura ya intuía que vendría.

Ijichi se tensó inmediatamente, casi como si un resorte invisible lo hubiera obligado a sentarse más recto, y su respiración se volvió algo irregular. Sakura, por su parte, rodó los ojos al verlo, claramente poco impresionada por la entrada dramática.

“Perdón por la tardanza” continuó Gojo con una sonrisa mientras avanzaba hacia ellos “Mis alumnos me hicieron perder el tiempo, ya saben cómo es eso”

“O fue al revés” murmuró por lo bajo el agente.

“Disculpa ¿Dijiste algo Ijichi?”

“¡N-nada!”

Sakura no dijo nada, pero la curva casi imperceptible de sus labios dejaba claro que encontraba divertido su comentario. Gojo se acercó despreocupadamente hasta donde estaban, y con su habitual energía relajada, colocó una mano sobre el hombro de Ijichi, lo que hizo que el hombre casi saltara de su asiento.

“Bueno “dijo, dándole una palmada que para Ijichi pareció más pesada de lo que debería ser “yo me encargo de todo ahora”

“Preferiría que Kiyotaka-san continuara” dijo Sakura en voz plana, mirando a Gojo con una expresión que revelaba poco.

“¿Quién?” preguntó confundido “¡Oh es cierto! Ese era tu apellido” soltó una risa mientras que hombre bajo él soltó un suspiro cansado, no mencionándole el hecho de que lo conocía hace años.

“De todos modos, es una lástima porque Ijichi ya se va “dijo ahora mirando a Sakura “Y, además, soy un mejor interrogador”

“Lo dudo” murmuró Sakura por lo bajo.

Gojo, sin perder la sonrisa, apretó un poco más el hombro de Ijichi, lo suficiente para que el hombre comenzara a sudar visiblemente. El agente tragó saliva, su tensión aumentando bajo la presión, y se levantó de la silla con una rapidez inusual, balbuceando algo parecido a una despedida apresurada.

“B-bien, entonces... me retiro... Gojo-san, Sakura-san... “dijo, inclinándose ligeramente mientras recogía sus papeles con manos temblorosas.

Sakura lo observó en silencio, sintiendo una punzada de compasión por el hombre.

‘Idiota, no es necesario tratar de esa manera a los subordinados’

Tras el sonido de la puerta cerrándose Gojo se acomodó en la silla que estuvo ocupando el pobre agente espantado, como si fuera su propio trono, listo para tomar el control de la situación “Entonces, chica dango” empezó, comiéndose lo último de su postre y cruzando una pierna sobre la otra “Si sabes lo precaria de tu situación ¿verdad?” preguntó con la voz ahogada y divertida.

Por su puesto que esto lo divertiría. Porque esto era lo que quería ¿no? El enojo comenzó a burbujear en el pecho de Sakura y miró a Gojo, quien despreocupadamente lamia los restos que quedaron en el palito de dango.

Quería golpearlo.

“¿Tú planeaste esto?” preguntó, mirándolo con ojos duros.

Ante esto, el hombre con vendas volteó, sorprendido, “¿Ah? Oye, no todo gira alrededor de ti ¿sabes?”

Él no era uno para hablar.

“¿Y quieres que piense que todo esto fue pura coincidencia? Ayumi estaba obsesionada contigo. ¿Cómo sé que no la manipulaste para obtener lo que querías?”

Gojo alzó una ceja “¿Y qué es lo que quiero?”

“Que trabaje para ti, para los del colegio. Y aprovechaste todas las ventajas que tenías, me dejas en una posición sin opciones aparte de ir contigo. ¿Quieres que piense que fue coincidencia que justo había una persona que sintió mi intención asesina y que justo aparecieron los agentes a llevarme? ¿En serio eres capaz de poner en riesgo la vida de una persona inocente solo para conseguir lo que quieres?” La rabia se filtraba en su voz sin tapujos.

La aparente diversión de Gojo se desvaneció, ahora mostrándose serio “Vamos, tranquilízate” dijo en tono conciliador “Puede que tu situación me venga como anillo al dedo ahora, pero realmente no tuve nada que ver con lo que hizo la chica esa”

Peinándose el cabello de forma seductora y sonriendo de forma coqueta dijo:” Que se obsesionen conmigo es un efecto que provoco”

Ante la cara de pocos amigos de Sakura, Gojo dejó la broma “¡Lo siento, lo siento!” soltó una risita antes de ponerse serio de nuevo “¡Vamos! ¿Cómo iba a saber que llegaría a esos extremos? Algunas personas simplemente están locas” dijo encogiéndose de hombros.

“¿Entonces admites que si esperabas que hiciera algo menos grave para provocarme? ¿Admites que lo planeaste todo?” lo acusó con ojos entrecerrados.

Gojo quedó tieso. Ups. Lo descubrió.

“Esta bieeen tal vez si fui el autor de un pequeño plan maquiavélico que se salió un poco de control y –“.

 “¡¿Un poco?!” Gojo hizo una mueca, tapándose el oído derecho “¡Casi muere mi paciente por la culpa de una mujer que engatusaste! ¿Qué demonios te pasa? No puedes ir por ahí arruinando la vida de las personas para que hagan lo que tu quieras”

Joder, este hombre la estaba poniendo de los nervios. Era increíble como pasaba de odiar a amar esos malditos supresores, porque sin ellos ya hubiera desatado un caos.

Quería desatar un maldito caos.

Quería mandar todo a la mierda.

“Oye” la voz seria e imponente la alejó de sus pensamientos caóticos. Gojo ahora la miraba con otro tipo de seriedad, el ambiente se volvió más denso “Te lo dije, no era mi intención que esto ocurriera”

 “¿Por qué he de creerte?”

Encogiéndose de hombros, el hechicero volvió a recostarse en su silla “Ese ya no es mi problema” respondió desinteresado ante la mirada indignada de Sakura “Además, esto hubiera ocurrido tarde o temprano. Esa chica ya te guardaba rencor, solo era cuestión de tiempo”

Y era verdad, no por nada Satoru la eligió. La cantidad de emociones negativas que sentía de ella cada vez que estaba cerca de Sakura o hablaban de ella, era como para formar una pequeña maldición por si sola. Era perfecta para sus planes. Simplemente no creyó que la chica podría ser tan cruel, considerando su profesión. En varias ocasiones le había mencionado sutilmente que Sakura trabajaba de forma ilegal y que era denunciable. La idea era que usara eso para deshacerse de la mujer que tanto odiaba.

Y una vez que lo hiciera, él aprovecharía el momento para llevarla al instituto. Era realmente molesto tener que hacer todo eso, pero no es como si pudieran ir por ahí y obligar a las personas capaces de usar energía maldita a trabajar de una profesión con la tasa de mortalidad más alta, como lo es ser chaman.

Tenía que estudiar a la persona, conocer sus ideales, aspiraciones, deseos. Ver qué lo apasiona y si sería apto para el puesto. Una vez que lo sea, mover los hilos para que las cosas vayan a su conveniencia.

Con Sakura, primero la estudió, la observó en su trabajo, lo mas importante ya que era el área donde quería que trabajara una vez la llevara. Parecía ser una persona comprometida y genuinamente le interesaba los pacientes, eso era bueno y lo que necesitaba. No podían permitir que cualquier persona trabaje en un lugar tan delicado y vulnerable como el área médica. Una vez hecho eso, venia la propuesta, que no aceptó.

Malo, pero esperable.

Le siguieron los mensajes, necesitaba que creyera que estaban desesperados (Tan mentira no era) y que la opción siempre estaba disponible. Luego simplemente era esperar a que la despidan y estaba seguro que ella misma lo hubiera llamado para aceptar el trabajo. Era mejor que creyera que eligió eso por sí misma.

 

Pero sus planes se fueron al tacho. Esa chica Ayumi fue lo suficientemente estúpida para hacer lo que hizo. Todavía lo sorprendía la idiotez de las personas, incapaces de controlar sus sentimientos y dejándose llevar por ellos. No solo se llevó una muñeca fracturada, si no que, según sus investigadores, el paciente que fue víctima, una vez que despertó, recalcó con mucho énfasis y enojo que “no era un idiota que no veía lo que le administraban”, palabras textuales.

El anciano aseguró que la chica dango le dio correctamente sus medicamentos y que alguien más, cuando estuvo dormido, le habrá dado otra cosa.

Entonces, Sakura ya tenía a la propia víctima y su nieto (Que también no dejaba de recalcar que su onee-san era inocente) a su favor. Ahora estaban en proceso de investigación interno en el hospital y solo era cuestión de tiempo para descubran a la culpable.

Si, muy idiota de hecho.

Que fastidio. Sería tan sencillo simplemente hacer lo que quiera y ya. Pero no, necesitaba que la gente lo siguiera por su propia voluntad.

Miró a la linda mujer frente a él. Si era honesto consigo mismo, no solo la quería llevar por su habilidad, aunque gran parte era por eso, aun no lo había visto usarlo, de alguna manera pudo evadirlo hasta ahora, aun no sabía cómo pudo escaparse de sus ojos la primera vez que se encontraron.

Pero también… ¿de dónde venía? Había demasiadas incógnitas en su vida, ¿Quién le enseño a usar la energía maldita? ¿Sabía de Suguru? ¿Qué fue él quien asesinó a todo su pueblo? ¿Es por eso que se ocultó tantos años? ¿Es la razón por la que no quiere unirse al instituto?

Preguntas y más preguntas.

No importa, lo averiguaría todo de una forma u otra.

 

“Mira, no tienes que ver esto como algo malo, si no como una oportunidad. Ya sabes, mi oferta sigue en pie”

Sakura siguió mirándolo con enojo. Esta idiota tenía el descaro de tratarlo como si realmente fuera una oferta y no prácticamente una imposición, y todo con una sonrisa.

“¿Y si me niego?”

Gojo bufó y rodo los ojos, desinflándose en su asiento. “No hagas esto más difícil” pidió con voz cansada “Creo que eres lo suficientemente inteligente para saber lo que te conviene. Después de todo, sé que Ijichi ya te puso al tanto”

La mujer de ojos verdes pudo leer perfectamente las connotaciones bastante obvias. Le estaba diciendo que no tenía opciones. Aceptaba o la encerraban.

La sakura que entrenó, luchó, sanó y protegió por años, la que, con esfuerzo, sudor, lagrimas, sangre, consiguió pelear a lado de las personas que amaba como una igual, de la que todos confiaban no solo como médica, si no como shinobi.

Esa Sakura estaba indignada.

¿Creían que la tenían tan fácilmente? ¿Qué su única opción era aceptar lo que le pedían? Eran unos tontos confiados. Si quería, podía volver ahora mismo a su casa, agarrar a Tora y sus pertenencias básicas y volver al bosque, todo en menos de un minuto. Nunca la atraparían si no quisiera ser atrapada.

La Sakura adolescente incluso habría roto los supresores y le hubiera dado un golpe al imbécil frente a ella.

Pero ¿Qué era lo que quería ésta Sakura? La cansada, miedosa y triste Sakura. La que ya no tenía nada. Ya ni siquiera tenía un trabajo, ya no podría mantener a Tora. ¿Viviría siempre de la caridad de Yuki? ¿Estaba dispuesta a vivir como una fugitiva y haciendo trabajos deshonrosos para personas despreciables?

Odiaba admitirlo, pero la oferta no era mala. Simplemente no confiaba en si misma estando ahí.

Todo sería más sencillo sin esa estúpida promesa.

“¿Qué te hace pensar que aceptaría? Y más teniendo en cuenta que planeaste todo esto. ¿No te da miedo llevar a una persona que te guarda rencor para que este cerca de tus estudiantes?”

Gojo sostuvo su mentón con la mano, sopesando su pregunta “Bueeno las cosas no salieron como lo planee. Se suponía que aceptarías tarde o temprano felizmente” Sakura alzó una ceja ante eso ‘¿Felizmente? Si claro’

“Pero no importa. Porqueee… ¡Me caes bien!” Admitió con una gran sonrisa.

“¿Ehh?”

“¡Asi es! Te lo había dicho ¿no? Tengo un buen ojo para juzgar a las personas”

El ojo de Sakura temblaba.

“¿Enserio? Te caigo bien cuando claramente sabes que no te soporto y ¿aun así arriesgaras la vida de tus estudiantes?”

Realmente no lo entendía.

Gojo no perdió la sonrisa en su rostro “¿Estás diciendo que, por tu odio a mí, serias capaz de matar a un inocente?”

Sakura apretó los labios, sin responder. Jamás lo haría, pero eso no él no tenía como saberlo ¿O sí? ¿Era tan fácil de leer?

“Como lo sospeché” se rió levemente “Eres demasiado buena. No te atreverías a romper tu código moral” 

La una vez (y siempre) shinobi se quedó mirándolo, odiando su expresión de satisfacción.

Talvez tenga razón. Nunca haría tal cosa por razones banales, pero por las buenas razones, aprendió, por las malas, que sería capaz de cualquier cosa.

No era ninguna santa y muchos inocentes lamentaron eso.

Siguió sin decir nada, simplemente le dejaría creer lo que quisiera. También aprendió que era mejor cuando la subestimaban, en todos los sentidos. Era la razón por la que este hombre aún conservaba su estúpido apuesto rostro sin moretones.

“¿Cómo esta Itadori-san?” preguntó Sakura.

“¿Quién?”

“El hombre que fue víctima de Ayumi ¿Está realmente bien?”

El cambio brusco de tema dejó a Satoru un poco descolocado, que mujer rara. “Si, según me han dicho, está bien. Es más, salió en tu defensa” Cuando no obtuvo respuesta continuó “Parece que ahora están investigando el caso, no creo que tarden en descubrir la verdad. Asique tranquila, tu reputación estará bien. Y probablemente Ayumi recibirá lo que merece”

Satoru consideró incluso meter mano en eso. Esa chica idiota le dio más trabajo.

No le importaba darle esa información, porque de todas formas no podría seguir ejerciendo sin licencia. E incluso si considerara conseguirla de manera legal, aún estaba pendiente su caso en el consejo jujutsu.

“Ya veo” dijo Sakura, con la mirada perdida.

Un peso grande se le fue quitado de encima, tanto, que sus ganas de luchar y oponerse se le fueron. Itadori-san estaba bien, eso era lo que importaba. Yuuji-kun no creería que era una despiadada.

Todo estaba bien.

“¿Qué pasará si acepto?”

La sonrisa de Gojo no podría ser más grande. ‘Perfecto’

“Empezarías a trabajar casi de inmediato, claro que primero te mostraríamos como funciona todo y quien estaría a cargo de ti. Te agradará, te lo aseguro”

Sakura solo emitió un vago sonido de afirmación.

 “Además, tendrás alojamiento gratuito ¿No es genial?” siguió, sin desanimarse.

Eso hizo que Sakura vuelva a enfocar su mirada al frente. “¿Viviría en el colegio?” 

“Sip, hay mucho espacio. No te preocupes” dijo Gojo con un gesto en las manos.

Solo obtuvo otro sonido de afirmación.

En la mente de Sakura pasaban muchas cosas y nada a la vez ¿Estaba en condiciones de aceptar? Sentía su cabeza ligera, no estaba segura si estaba tomando todo con la debida seriedad. Pero, ¿Qué más daba? De nuevo, no le quedaba nada, se negaba a ser una carga para su amiga, se negaba a hacer trabajos sucios, quería vivir bien, sin preocupaciones, solo cumpliendo la promesa que hizo, hasta donde pueda hacerlo.

Solo eso.

Si sentía que ya no podía, entonces simplemente se iría.

Nada podría detenerla.

“Está bien, acepto”

Sakura no sabía cómo esas simples palabras cambiarían su vida drásticamente.

“¡Sabia que elegirías sabiamente! Genial, solo tienes que firmar el contrato que tengo por aquí…”

Empezó a rebuscar en su chaqueta y quitó un papel todo arrugado. Una gota de sudor imaginaria se formó la cabeza de Sakura. Ese idiota ya sabía cómo terminaría todo y ni siquiera lo disimulaba, aunque sea un poco.

“Espera”

Gojo detuvo su intento de alisar el papel para mirarla “¿Qué pasa?”

Sakura lo miró fijamente y con resolución.

“Tengo una condición”

Notes:

¿Que les parecio el capitulo?
Por fin Sakura se unirá al colegio jujutsu!
Para los que esperaban algo mas dramatico, lo siento. Nunca estuvo planeado eso, como bien dijo Sakura, es mejor que la subestimen y no sepan aún de todo lo que es capaz, aparte, ya no tratamos con una Sakura adolescente que hace por impulso las cosas, si no una Sakura madura que atravesó una guerra y que analiza su situacion y lo que le conviene.

Lo siento, esta vez no hay arte involucrado, y con repecto a ese tema, queria consultarles algo.
Ustedes saben que las imagenes que subo son hechas con IA, yo realmente no sabia que eso podria ofender a artistas reales. Creanme, si tuviera los medios economicos para pagar a verdaderos artistas para que me hagan exactamente lo que quiero, lo haría, Pero lastimosamente, los ingresos de una estudiante universitaria no son muchos.
A mi, la IA me ha ayudado muchisimo, incluso para animarme a hacer esta historia. Si nunca lo habia hecho es porque creia que no tenia la imaginacion y que si lo intentaba, ni llegaria a las 1000 palabras, aparte de nisiquiera saber cómo comenzar y el de tener problemas con describir o plasmar mis pensamientos. Entonces, en eso me ha ayudado bastante, me da ese empunjoncito que necesito y de ahi continúo y todo simplemente fluye, es increible.
De pensar que no podria ni escribir un parrafo a sorpenderme cuando veo el conteo de palabras y asustarme por que "Es demasiado" hahaha
Ahora entiendo cuando los autores dicen que el capitulo se escribió solo, es real.
Pero bueno, me desvié del tema, solo queria preguntarles
¿Les molesta que publique las imagene hechas por IA? Si es asi, dejaré de hacerlo, subiré lo que ya tenia por ultima vez a mi pagina de pinterest y ya no mas.
Eso es todo, y recuerden, ustedes los verdaderos artistas, son irremplazables, lo que daría yo por tener su talento.
Tambien acepto cualquier arte que quieran hacer de esta historia, me encantaria, de hecho.
¡Nos vemos en el siguiente capitulo!