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Cuando Marcos ganó Gran Hermano, su amigo Marquitos supo que se venía un gran cambio. Las redes estallaban por cualquier movimiento de su amigo, alabando cada palabra, cada gesto o cada acción que hiciera. El fenómeno fue tan grande e inesperado que no solo envolvió a Marcos, también a sus cercanos.
Fans que les regalaban cosas, que creaban cuentas para mostrarle que bancaban su amistad con el campeón, amistades de la farándula, fiestas exclusivas, eventos de las marcas más famosas del país. Y viajes, muchos viajes.
El nombre de Marcos estaba por todos lados y, por consecuencia, el suyo. Porque Marcos lo había elegido como su mano derecha, desde antes de entrar a la casa y después de eso, eran Marquitos y Marcos, Marcos al cuadrado. El dúo de mejores amigos contra viento y marea, que compartían tanto gastos, como departamento y ropa.
Hasta que llegó Agustín.
Marquitos no iba a mentir, al principio no le había caído bien Agustín. Esperaba que su amistad con Marcos no durara después del programa, no por los bien conocidos dichos del platense, Marquitos no se iba a hacer la Madre Teresa de Calcuta, sino por lo difícil que iba a ser mantener el contacto con Marcos yendo y viniendo de todos lados. Era obvio que su amigo daría prioridad a sus amistades de toda la vida y familia antes que a un chico que conoció por tres meses en un reality.
Y al principio así fue, más allá de algunos encuentros frente y detrás de las cámaras, Marcos estaba muy ocupado con su nueva vida como para juntarse con Agustín. Los encuentros empezaron a ser reemplazados por promesas de verse y las charlas telefónicas empezaron a ser mensajes constantes, hasta que un día dejaron de serlo.
De un día para el otro, Marcos y Agustín dejaron de hablarse. Marcos le había comentado muy por encima que Agustín estaba muy ocupado con su trabajo y que él necesitaba enfocarse en su carrera. No comentó nada más al respecto y el tema murió ahí.
Los meses que siguieron se la pasaron de boliche en boliche, de previa en previa. Haciendo presencias, saliendo toda la noche y volviendo a altas horas de la madrugada. Marcos balanceaba sus clases con Multitalent y las presencias en varias provincias a la semana de alguna forma, y Marquitos disfrutó de cada joda como si él fuera el Marcos por el que la gente pagaba para sacarse una foto, grabar un video o verlo de lejos.
Como muchos habían esperado, Marcos empezó a juntarse más con cierto grupo de Gran Hermano que también frecuentaba esos lugares. Marquitos hizo buenas migas e incluso fue invitado a los cumpleaños de varios de ellos, siempre y cuando Marcos fuera con él.
La vida parecía sonreírle al salteño, pero como dicen por ahí: todo lo que sube, tiene que bajar. Y la caída de Marcos no solo fue repentina para todos, también fue horrible. Era como cargar con una marioneta consiente, pero carente de cualquier tipo de sentimientos o emociones. Marcos hacía todo en automático. Sonreía cuando se lo pedían, posaba cuando se lo pedían, hablaba cuando se lo pedían.
La única cosa que hacía por su cuenta era llorar.
Y Marcos lloraba mucho. En el baño, antes de dormir, durante las cenas los dos solos en el departamento, en la oscuridad del avión si viajaban de noche. Y siempre lo hacía en silencio, nunca hablaba del tema o buscaba ayuda, solo lloraba, se lavaba la cara y fingía que no había pasado.
Así continuó por un mes, hasta que Marcos finalmente tocó fondo. No dormía, no comía y en las presencias tomaba cada vez más y más. Había dejado de ir a clases y había empezado a aceptar dos presencias por noche, a veces dos veces por semana, en provincias distintas. Marquitos intentó que hablara con él, pero Marcos se había cerrado ante cualquier persona.
Llamó a Valentina y lo llevó unas semanas a Salta, pero nada cambió. Marcos no mejoraba y la situación empezaba a asustar a todos. Marquitos intentó pensar qué había cambiado en todos esos meses y por qué de repente su amigo ya no disfrutaba de los beneficios de la fama.
Fue uno de sus amigos quien lo sentó y le dijo que era un boludo si había pensado alguna vez que Marcos había estado satisfecho con lo que venía haciendo. Con ayuda de esa nueva perspectiva, Marquitos se dio cuenta de que quien mejor la pasaba era él y no Marcos. Las fotos y videos de Marcos en esas presencias se sentían diferentes ahora que las veía con esa idea en mente.
Marcos no la estaba pasando bien, su sonrisa estaba allí, pero sus ojos se apagaban a medida que corrían los meses. Siempre la misma pose, siempre el mismo baile, siempre la misma sonrisa. Era un copia y pega de Marcos en cada una de sus fotos. Un video en particular mostraba el punto de vista de un fan que había conseguido colarse en el vip de una fiesta. Ahí se lo podía ver a Marquitos bailando con otros famosos, riendo y manteniendo una conversación animada, y en una esquina estaba Marcos, con un vaso en la mano y el celular en el otro, suspirando antes de bloquearlo y beber el contenido de un solo trago, antes de estirarse y tomar otro de la barra.
Un pensamiento cruzó su mente y golpeó justo en su ego. Mientras Marcos estaba en una sesión de fotos, Marquitos tomó su teléfono y todas sus dudas fueron resueltas.
El historial de búsqueda de Marcos, la galería de Marcos, los últimos mensajes de Marcos. Todos eran sobre Agustín. Incluso la aplicación de Twitch estaba descargada y el único canal que seguía era el de Agustín. Las fotos en su galería eran de esos mismos streams, donde se lo veía muy diferente a como lo recordaba. Más flaco, con el pelo más largo y una barba que rozaba el límite de lo higiénico.
Los últimos mensajes de Marcos hicieron que el estómago de Marquitos se estrujara de culpa.
Podemos hablar?
nos podemos juntar?
por favor
estoy muy cansado
Ya no se qué hacer
Eso había sido hace unas semanas, Agustín nunca respondió, y al revisa mejor se dio cuenta que no había una foto de perfil visible. Lo había bloqueado, había expulsado a Marcos de su vida como si nada, después de todos esos meses presumiendo su supuesto vínculo al salir de Gran Hermano.
Marquitos hirvió de ira y siguió revisando el chat.
Y entonces se detuvo de nuevo en el último mensaje de Agustín, de hace dos meses.
Hasta acá llegué Marcos. Pensé que estaba haciendo bien en darte tu espacio para ordenar tu vida, nunca pensé que eso significaba sacarme de ella.
Me cansé de mandarte mensajes y llamarte y nunca tener una respuesta. Yo sé que estás ocupado, pero si tenes tiempo de salir de joda con Juli, Nacho y el resto, supuse que también podía responderme a mí.
Me equivoqué como me vengo equivocando desde hace meses. Pensé que íbamos a poder hablar mejor después de un tiempo, pero si ni siquiera podes levantar el teléfono ni para clavarme el visto, creo que no necesitamos hablar tanto como pensé.
Por si te lo preguntabas, no me arrepiento de todo lo que vivimos en esa casa. Voy a guardar esos momentos conmigo. Pero para mí sos más que el campeón de gh, sos mi amigo. Todo lo que hice fue desde el cariño que te tengo y lo haría de nuevo mil veces aunque eso nos lleve de nuevo hasta aca.
Disfruta de tu vida, campeón. Yo no te jodo más.
Los mensajes anteriores eran solo de Agustín saludándolo, o mandándole un meme, o preguntándole como estaba. Audios larguísimos de Agustín comentándole una película, o links de dibujos y edits de ambos.
Ninguno obtuvo una respuesta de Marcos.
"¿Qué haces con eso?" Marquitos levantó la cabeza, encontrándose con los ojos cansados de Marcos mirándolo con curiosidad.
"Tenemos que hablar, Marcos."
"¿Pasó algo, primo?"
Marquitos tomó aire, nunca pensó en volver a decir esas palabras.
"Tenemos que hablar de Agustín."
El cuerpo de su amigo se tensó automáticamente. Miró al celular y de vuelta a Marquitos, uniendo los puntos.
"Aca no." Aclaró, viendo que Marcos amagó con decir algo "Cuando lleguemos a casa."
Tuvieron un par de paradas más antes de eso. Marcos tenía muchos trabajos atrasados debido a su licencia después de su caída.
Llegaron al departamento cerca de las diez de la noche. Ninguno de los dos dijo nada por un rato, no sabían cómo empezar. Cenaron y miraron un partido de la selección, y Marquitos supo que la charla ya no podía posponerse más cuando Marcos no festejó el gol de Messi.
"¿Qué pasó, Marcos?" soltó de golpe. Marcos respiró a su lado, jugando con su pelo. Su plato casi intacto sobre la mesita de café "¿Qué pasó con Agustín?"
"No pasó nada..." susurró, los movimientos de sus dedos al rededor de su cabello cada vez más bruscos "Él está muy ocupado-"
"No me mientas, leí los mensajes ¿Por qué dejaste de hablarle? ¿Qué te hizo?"
La mirada de Marcos conectó con la suya, ojos llenos de dolor se clavaron en él. Se dio cuenta de que había tocado un nervio cuando lágrimas silenciosas bajaron por sus mejillas.
"El Agu' no me hizo nada, yo sí...." suspiró, intentando no llorar "No sabia qué hacer, todos me decían cosas diferentes. Vos, la familia, la gente..." Agachó la cabeza y se tiró del pelo "Todos esperaban algo diferente de mí. Todos querían algo que no podía darles. Agustín fue el único que me dio mi espacio, pero... Era al único que no quería que me dejara solo..."
"¿De que hablas?" preguntó con suavidad, como si elevar un poco el tono pudiera lastimar a Marcos de alguna forma.
"Yo..." respiró con dificultad, con la cara roja y los ojos acuosos "Yo... Lo quiero. Mucho."
"Esta bien, eran amigos en la casa, es normal."
"No" negó violentamente con la cabeza, asustando a su amigo "No era amistad, digamo'." miró a Marquitos a los ojos antes de quebrar en llanto "Lo quiero."
Y se rompió.
"Lo quiero muchísimo. Y lo extraño, lo necesito. Pero lo lastimé y ahora no me responde, me... me odia..."
Marquitos estaba paralizado. Solo había visto a su amigo llorar a través de una pantalla y nunca se quedaba hasta el final. No soportaba ver a la gente llorar, no sabía cómo actuar en esas situaciones.
Marcos era un lío de emociones en ese momento y Marquitos no sabía cómo hacer para ayudarlo. No era boludo, había visto lo que algunos decían sobre su relación con Agustín, que era rara.
De todos sus años de conocerse, Marcos nunca había actuado con Agustín como lo hacía con el resto de sus amigos, ni siquiera con su ex. Supuso que se debía a un instinto de protección que nació en él al ver al platense de baja estatura ser maltratado en esa casa; que Marcos solo estaba siendo amable y que ese apego que había desarrollado se terminaría una vez regresara a la rutina.
Y ahora tenía a Marcos saliendo de closet y no sabía qué carajos decir. Y sabía que era en parte su culpa.
"Primo... Pe-perdoname. Fui un boludo, pensé que lo tuyo con ese pibe era... nunca me imaginé... Mierda..."
Marcos se encogió en su asiento.
"Tenía miedo de decepcionar a todos... Pensé que si dejaba de responderle iba a poder olvidarme de... Esto." Se golpeó el pecho "Que iba a poder seguir con mi vida y él con la suya. Cuando me arrepentí ya era tarde, él sí pudo... yo no..."
"Seguro que Agustín no te odia, ese pibe te adoraba." se puteó internamente cuando Marcos se estremeció, soltando otro sollozo que lo desgarró "Podrías llamarlo, o hablarle por Instagram."
"No, él ya no maneja sus redes. No me va a responder y no quiero que alguien filtre algo y cagarla más. Y no me animo a llamarlo, no podría hablarle, no sé qué decir... Quiero abrazarlo..." a modo de consuelo, se aferró a uno de los almohadones, llorando contra la tela.
Marcos lloró por lo menos otros quince minutos antes de que Marquitos lo convenciera de tomar un baño. Una vez que escuchó el agua caer, copió el número de Agustín en su teléfono y lo llamó.
Le dolía admitirlo, pero era el único que podía ayudar a Marcos.
Llamó y llamó, pero nadie nunca respondió. Al tercer tono de la quinta llamada pensó en desistir y buscar otra solución, cuando una voz cansada se escuchó del otro lado.
"¿Quién es?"
"¿Agustín?"
"Sí."
"Soy Marcos. Marcos Pérez."
Hubo un largo silencio del otro lado, tan largo que pensó que el platense había cortado.
"¿Le pasó algo a Marcos?" la desesperación en su voz podía llegar al mismo nivel de dolor que Marcos confesándole su problema minutos atrás. Sonaba tan destrozado que Marquitos se quedó mudo por un momento de la impresión.
Esos dos estaban hechos mierda por tenerse lejos, esto era mucho peor de lo que imaginaba.
"Sí, y ya no sé qué hacer. Necesito que me ayudes."
Se escuchó mucho ruido del otro lado, como si Agustín hubiera empezado a dar vueltas por su habitación.
"¿Qué puedo hacer yo? Marcos no quiere ni verme-"
"No, Agustín. Es muy complicado de explicar, pero necesito que vengas."
"¿Ahora?"
Marquitos miró hacia la ventana, debían ser pasadas las doce de la noche.
"Sí, no te lo pediría si no fuera urgente."
"Marcos-"
"Yo lo cuido, pero apurate."
Agustín respiró agitado al otro lado de la línea. Se escucharon voces a lo lejos, probablemente su familia, antes de colgar.
Hizo tiempo hasta que Agustín llegó, hora y media después. Marcos insistía en querer irse a la cama, pero Marquitos le pedía que se quedara y charlaran un poco más.
"Creo que es mejor que paremos con las presencias."
"Necesito seguir."
"No, Marcos, vos sabes que no."
"Lo necesito para romper el contrato. Necesito hacer tiempo hasta que me paguen, tengo que cumplir ese contrato-"
"Podemos encontrar otra solución, capaz aceptando algún laburo con ellos."
"No." cortó, tajante "Nada con Telefé."
Antes de que pudiera preguntar, el portero los interrumpió.
"¿Vos esperás a alguien? Son las dos de la mañana."
Marquitos apretó el botón y esperó unos segundos. No miró a Marcos, solo caminó hasta la puerta y la abrió, mirando por el pasillo. Marcos se acercó cuando escuchó unos pasos rápidos afuera.
La sorpresa fue como un choque de mundos, una colisión de emociones. Las miradas de ambos se encontraron de inmediato, con una sincronización de película. Marquitos le hizo un gesto al mayor para que pase, pero Agustín no se movía. Llevaba un pantalón que le quedaba grande y tenía una mancha en el muslo izquierdo, una remera vieja y una campera abierta mal puesta. La barba y el pelo estaban desaliñados y había ojeras prominentes debajo de sus ojos.
Por un tiempo nadie habló, Marquitos los observó mirarse entre ellos todo ese tiempo, intentando averiguar qué pasaba por sus mentes. Agustín fue el primero en reaccionar, moviéndose nervioso y dando un paso atrás, como si se hubiera arrepentido de aparecerse allí. Al ver eso Marcos reaccionó y cortó la distancia con dos grandes zancadas, tomándolo del hombro y tirando de Agustín hacia su pecho, ocultando su rostro en el hombro del más bajo.
Un quejido salió de los labios de Agustín y sus manos volaron directamente a la espalda de Marcos, aferrándose a la remera, clavando sus uñas tanto que podría haber roto la tela. Sollozos audibles salieron de ambos antes de que sus piernas fallaran y cayeran de rodillas al suelo, sin soltarse.
Marcos balbuceaba contra el hombro de Agustín, pero Marquitos no entendía lo que decía. Al parecer Agustín sí, porque no dejaba de asentir, incapaz de responder con palabras. Marquitos intentó ayudarlos a levantarse, pero en el momento en que hizo contacto con su amigo, este se tensó y apretó más su agarre en el mayor, girándose para alejarlo de él, como si Marquitos quisiera hacerle daño.
Agustín tenía los ojos cerrados con fuerza y la nariz enterrada en el cuello del salteño, respirando su aroma entre jadeos, aferrado con tanta fuerza que separarlos parecía inhumano, como arrancarle una extremidad a una persona.
Así estuvieron por varios minutos, con Marquitos vigilando el pasillo y el dúo en el suelo, llorando en los brazos del otro. Marquitos esperaba una charla, discusiones, él siendo una especie de mediador. Pero las palabras sobraban, ellos lo supieron en el momento. Solo querían estar juntos.
Marquitos le preparó el sillón a Agustín para que durmiera ahí esa noche y se fue a su habitación, dejándolos solos para que hablen. Recostado solo en la oscuridad, reflexionó sobre todo lo que había pasado en esas últimas horas y en los últimos meses. Llegó a una conclusión: había sido un amigo de mierda.
No se sorprendió cuando despertó al otro día y encontró a Marcos y Agustín durmiendo juntos en el sillón, enfrentados y con las manos entrelazadas entre ellos. Marcos tenía su mano libre en la cintura del mayor, mientras que Agustín había cruzado su pierna izquierda sobre las de Marcos. Estaban entrelazados, unidos por un cariño que Marquitos nunca iba a poder entender del todo.
Pero estaba bien, si es lo que Marcos quería.
Marcos enamorado era insoportable.
No había un día en que Agustín no fuera parte de la conversación. No importaba si estaban hablando de ir al gimnasio o de física cuántica, Marcos siempre encontraba la forma de mencionar a su Agu y después no había quién lo parase.
Si Marquitos estaba viendo una película, Marcos le decía que Agustín se la había comentado, o que el protagonista tenía ojitos celestes como él, o que el actor de doblaje era uno que a Agus le gustaba.
Si Marquitos estaba entrenando, Marcos soltaba de golpe algún comentario como que a Agus no le gusta entrenar mucho, pero que le gusta que Marcos lo haga. O le contaba la misma anécdota de la casa, donde Agus entrenaba con él solo para complacerlo.
Si Marquitos pedía un helado, Marcos comentaba los favoritos de Agus.
Si Marquitos tomaba una cerveza, Marcos le decía cuál era la favorita de Agus.
Si Marquitos se ponía un buzo, Marcos le decía que Agus tenía muchos y le gustaba que lo hacían parecer más chiquito.
Lo peor llegó cuando la relación escaló un poco más y Agustín empezó a pasar más tiempo en el departamento.
Organizaron una juntada tranquila con sus amigos y Marcos invitó a su novio, emocionado por presentarlo, aunque fuera como solo un amigo.
Fue bastante obvio que no eran solo amigos cuando Marcos no solo lo trató como su pareja frente a todos; sirviéndole primero, limpiando su boca con el pulgar cuando su manchaba, sonriéndole como un boludo mientras hablaba, sino que también besaba sus rulos cada tanto o acariciaba sus muslos con muy poco disimulo bajo de la mesa, además de las mil y un veces que tomó la palabra para hablar del trabajo de Agustín, presumiendo su canal de Twitch o su participación en Bendita como si Agustín hubiera hecho algo tan grande como mejorar la situación económica del país o encontrado la cura a una enfermedad.
Agustín se mostraba tímido y avergonzado ante las palabras de Marcos, pero no lo suficiente como para no responder de la misma forma, alabando el trabajo duro de su novio, lo bien que le estaba yendo en sus clases y lo orgulloso que estaba de que le faltaba poco para ser abogado, aunque Marcos no había pisado la facultad en más de un año.
Para el final de la noche nadie tenía dudas de que entre Marcos y Agustín había algo mucho más grande que iba más allá de un capricho o una amistad.
Marquitos estaba feliz de ver a su amigo tan animado, con una sonrisa y entusiasmo que hace mucho no veía en él. Agustín también se veía mucho mejor, ambos había encontrado un balance.
Seis meses después del final de Gran Hermano, Marquitos se mudó. La idea había estado rondando por su mente varias semanas. Marcos ya no lo necesitaba tanto como antes, las presencias se habían terminado y solo quedaban sus clases y algunos viajes que los podía hacer con profesionales de Multitalent. Marquitos empezó a tener más tiempo libre y por ende a pasar más tiempo en el departamento que compartía con Marcos.
La decisión final la tomó cuando un día llegó a casa y escuchó a Marcos y Agustín en la habitación. Los gemidos retumbaban en todo el departamento, Marquitos de verdad pensó que su amigo iba a matar a su novio si seguía así. Lo peor fue cuando se detuvieron y Marcos apareció en la cocina, lo saludó como si nada y preparó una bandeja con un poco de comida y agua antes de volver a encerrarse. Unos minutos después, el martilleo de la cama y los gritos regresaron, medio segundo después ya estaba buscando ofertas en línea.
Dejó de ver a Marcos por un tiempo, encontrándose de vez en cuando con sus amigos en alguna joda o solo pasando una noche tranquila en el departamento, lejos de las cámaras.
"Basta Marcos, dejalo al pobre pibe trabajar tranquilo." lo molestó, viendo que Marcos no paraba de mandarle mensajes a Agustín esa noche "Ya lo vas a ver antes de irnos a la costa."
Habían estado planeando unas vacaciones juntos, igual a como hacían antes de que Marcos se hiciera famoso. Desde entonces despegarlo de Agustín había sido un acto casi imposible, alegando que necesitaba pasar todo el tiempo que pudiera con su novio antes de volver a separarse.
Cada vez que Marcos tenía un viaje, pasaba los días previos y posteriores con Agustín, como si necesitara recargar energías antes y después de largos periodos sin verse. Era tierno. Solo un poco.
Pero Marcos era un gobernado y Marquitos se divertía molestándolo. Cuando Marcos le decía que no podía salir porque iba a ver a Agus, o cuando caía en el departamento a ver el partido y Agustín estaba ahí, o cuando estaban solos y Marcos se escapaba al baño para una videollamada rápida.
"Puso la canción del caballo en el stream." sonrió, moviendo los pies con emoción "Es nuestra canción."
Marquitos la había escuchado y realmente no entendía por qué les gustaba tanto, pero por respeto no dijo nada. Ya no se molestaba en opinar de más en torno a la relación de Marcos, no quería volver a pasar por eso dos veces.
"Que trolo que sos." Marcos rió y lo mandó a la mierda con una sonrisa de enamorado en toda su cara.
Viajaron a Pinamar unos días después, dispuestos a olvidarse de todo y disfrutar de la arena y la playa, solo ellos y quince días de no hacer nada. Y así fue al principio, con salidas por la noche y playa durante el día. A veces se tomaba una pausa para asistir a algún evento o para que Marcos se sacara fotos con fans, pero el resto del día eran solo ellos dos - y su amigo que había ligado invitación por tener auto - justo como en los viejos tiempos.
Lo único que Marquitos podía reclamar era la insistencia de Marcos por sacarse tantas fotos como pudiera. Siempre había sido así de quisquilloso con el tema, haciendo que su amigo le sacara un millón solo para elegir las dos o tres que más le gustaran. Algunas con poses muy sugerentes.
Desde que había salido del closet con él, Marcos no se molestaba en ocultarlo o intentar disimularlo. Tal vez nunca lo había hecho y Marquitos recién lo notaba.
"¿Marcos qué mierda estás haciendo?" cuestionó, viendo al salteño posar en un claro intento de presumir sus cualidades físicas "¿Qué es esa pose?"
"Vos sacá la foto."
"¿Se la vas a manda a Agustín?"
"Qu- Vos saca la foto."
"Que trolo que sos."
Pero sacó la foto, y la siguiente, y la siguiente. Marcos se veía complacido, más aún cuando su teléfono sonó y se levantó para responder, sonriendo como un estúpido, moviéndose nervioso mientras murmuraba y hacía sonidos de besos.
Las cosas dieron un giro cuando, un par de días después, el humor de Marcos cambió. Pasó de la felicidad y la paz, a la amargura y tristeza profunda. Estar bajo el sol y la playa ya no se parecían ser suficientes. Estaba callado y cabizbajo, mirando su teléfono.
"Mierda." pensó Marquitos "Estos se pelearon."
Las peleas entre Marcos y Agustín raras veces ocurrían. Normalmente eran discusiones menores por desacuerdos a la hora de comer o ver una película, o reclamos por cancelar una salida a ultimo momento. Nada que un par de besos y palabras dulces no solucionaran.
Pero el miedo de Marquitos porque Marcos recayera de nuevo no lo dejaba tranquilo. Revisó a escondidas el stream de Agustín, viendo que él también tenía un humor raro, era cortante con la gente y sus palabras eran como cuchillos. Era una bomba a punto de estallar.
Y una noche sus sospechas se confirmaron, cuando Marcos se levantó de madrugada y les dijo a sus amigos que necesitaba volver a Capital por trabajo. Marquitos sabía que eso era una mentira grande como una casa, Marcos mismo le había dicho antes de viajar que había hablado con Multitalent para tomarse esas dos semanas, pero no iba a quemar a su amigo.
El chico que fue con ellos entendió y le prestó el auto, Marcos salió sin nada más que su billetera y celular.
Cuando volvió, cuatro días después, estaba radiante y como nuevo.
"¿Qué pasó?" le preguntó cuando estuvieron solos.
"Nada, primo. Trabajo."
"Trabajo las pelotas, ¿te peleaste con Agustín?"
Marcos se mordió el labio "No, es que..."
"¿Qué?"
"Lo extrañaba mucho, digamo'"
Marquitos parpadeó, incrédulo.
"¿Viajaste como cuatro horas hasta Capital porque extrañabas a Agustín?"
"Él también me extrañaba." se excusó, rojo de vergüenza "Fueron muchos días separados."
"Una semana."
"Además, venía de una semana complicada y necesitaba compañía."
Marquitos se mordió la lengua antes de soltar "¿No tiene otros amigos o qué?" porque sabía que era para quilombo.
"Que trolos que son." dijo, cortando la conversación.
No cuestionó cuando Marcos otra vez le pidió sacarse fotos, esta vez acostado boca abajo en la arena, en una pose muy rara. Tampoco cuando fue Marcos quien tuvo la idea de hacer un vivo mientras jugaban a algo, idea que le pareció sospechosamente similar a algo que hacía cierto hombre de baja estatura.
Pero Marcos estaba feliz, así que no iba a cuestionarlo.
El vivo estuvo entretenido, la gente se veía entusiasmada con la idea y le permitió a Marcos acercarse a sus seguidores sin la incomodidad que solía acompañarlo cuando hacía presencias o iba a programas.
Marcos les mostró emocionado un video de Marquitos y contó varias cosas que habían hecho. Marquitos notó que siempre que alguien nuevo aparecía en el chat, Marcos se acercaba y revisaba. Cuando lo vio sonriendo y haciendo ojitos de cachorro, supo que la persona que estaba esperando había llegado.
Marquitos no iba a dejar pasar la oportunidad esta vez. Cuando alguien preguntó si Marcos había estado en CABA esos días, vio su oportunidad.
"Sí, tuvo que volverse." comenzó, con su amigo concentrado en su teléfono, ajeno a sus intenciones "Tenía que hacer un...os trabajos." sonrió con picardía, aunque la cámara no podía captarlo. Su tono sugerente fue suficiente para alertar a Marcos, quien se giró de golpe y le manoteó el celular.
Marquitos reía al ver a Marcos intentar desviar la atención respondiendo otras preguntas. El vivo terminó un rato después y la expresión de Marcos cambió.
"Sos un boludo, primo ¿Cómo me vas a quemar así?"
"¿Qué? Sos vos el que se la pasó diciendo que está haciendo vida de familia." dijo con tono inocente "No me pongas esa cara o lo llamo a Agustín."
Marcos apretó los labios y se fue a cambiar para salir a cenar.
"¡Como ajusta la correa!" le gritó antes de escuchar un portazo.
Tal vez estos cambios no eran tan malos.