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Language:
Español
Stats:
Published:
2024-01-08
Words:
1,523
Chapters:
1/1
Kudos:
6
Hits:
54

Osculum Infame

Summary:

¿Será verdad aquello que dicen del hermano del señor Satanick? Medouco estará apunto de descubrirlo, y la respuesta no le será nada placentera.

Work Text:

Desde el amanecer, hubiera parecido una jornada normal y corriente para Medouco, pero la verdad era todo lo contrario. Ese día no era como cualquier otro, el hermano del señor Satanick venía de visita, y Medouco, como la sirviente por excelencia de su señor, era la encargada de asegurarse que todo estuviera en orden para la llegada de su hermano.

El resto del castillo, aparte de Satanick y Medouco misma, se veía inusualmente desolado. Por lo que ella había escuchado, el hermano del señor Satanick era un dios sádico y espeluznante, por lo que el resto de sus subordinados, Envi incluido, habían decidido tomarse el día libre. Medouco pensó que no era más que sus compañeros de trabajo siendo unos vagos y buscando cualquier excusa para ausentarse durante su labor, aun si eso significaba maldecir el carácter de la familia del señor Satanick.

Medouco pensó que lo que decían los demás no eran más que burdos rumores, después de todo, el hermano de alguien tan ilustre como el señor Satanick no podía ser tan malo, ¿verdad?

Esa fue la mentalidad con la que Medouco se quedo limpiando los pasillos del castillo, para ella no era un tema muy relevante. Nunca había visto al hermano del señor Satanick, sus visitas eran cortas y no solía desviarse a charlar o interactuar con alguien que no fuera el señor Satanick. Por lo que las chances de siquiera verlo eran mínimas para empezar.

El día transcurrió normalmente, Medouco no se encontró con el hermano durante su llegada, estaba ocupada en otro lado del castillo, no fue sino hasta la tarde que lo vio por primera vez. Medouco se había puesto a barrer los pasillos cerca de la entrada al castillo, y, por lo visto, el hermano del señor Satanick había decidido irse justo en ese momento.

Mientras barría, Medouco escucho los leves sonidos de pasos sobre la alfombra roja, miró hacía el lugar de donde provenían y por primera vez su vista capto al hermano del señor Satanick. Era un señor de estatura por debajo del promedio, con ojos grisáceos purpuras, y un pelo negro con manchas rojas por debajo. En verdad no se parecía en nada al señor Satanick, ni en aspecto físico ni en vestimenta, mientras que el señor Satanick se vestía de forma elegante con traje y moño, su hermano parecía ir vestido para un partido de golf.

Reconociendo que esa persona debió de ser el hermano del señor Satanick, pues no había nadie más en el castillo aparte de ella y el ya mencionado, Medouco soltó su escoba y fue a saludar al hermano de su señor. Él no notó su presencia sino hasta que ella ya estaba a unos pocos metros de él. Cuando el dios dirigió su mirada hacía Medouco, algo cambio en el aire. Medouco se detuvo en su sitio, a unos pocos metros del hermano, algo la hizo detenerse. El aire a su alrededor se había vuelto más pesado que de costumbre, la mirada del extraño la hacía sentir perturbada, como si supiera instintivamente que había algo raro en él, y algo en su cuerpo le gritaba que corriese. Más no podía, ella estaba congelada en su posición, viendo al señor acercársele lentamente.

-¿Y quien es usted, señorita?- Preguntó cortésmente, pero Medouco pudo sentir que había algo detrás de esa falsa cortesía. -Yo soy Fumus, hermano de su señor, supongo que ya habrá oído hablar de mi- Medouco no respondió, algo le dificultaba respirar, no podía pensar adecuadamente, algo andaba mal.

Fumus acerco su cara hacía la suya, -Le hice una pregunta, señorita- por más calmado que intentara aparentar, se notaba una inherente malicia en sus palabras.

-Y-Yo...- Medouco intento balbucear.

-Responda- Ordenó con desprecio.

Medouco se estremeció, se estaba estresando con la actitud de Fumus, no podía actuar correctamente, ¿Qué le había pasado? Quería responder, pero era incapaz.

-Ya veo, ¿anda estresada?- Volvió a su actitud más calmada, pero no menos iracundo. Puso su mano sobre el hombro de Medouco, en ese momento, todas sus serpientes se paralizaron, igual que ella. Su toque le había mandado un escalofrió electrizante por todo el cuerpo. No había ningún rastro de calidez en esa piel, era fría y calculadora, sin posibilidad de mostrar amor en ella.

-Relájese, yo le ayudare- Acerco sus labios hacia la boca de Medouco, ella gritaba en su interior, quería alejarlo, pero su cuerpo no respondía. Antes de que siquiera se diera cuenta, sus labios ya se habían unido, sintió su lengua atravesar su interior, Fumus empujo su cabeza contra la suya, usando su mano para presionarla ante él.

Sus pupilas se contrajeron inmediatamente, no era un beso común y corriente, ni siquiera era asqueroso. Sino que era completamente muerto, no había calor en él, no había pasión o siquiera deleite en él. Lo único que podía sentir pasando en ella a través de ese beso era el terror, por el tiempo que duro, su cuerpo entero se lleno de temor a todo. Fumus se había vuelto todo en su mundo en aquel instante, ¿Cómo no iba a temerle a todo?

Cuando el beso termino, Medouco se quedo boquiabierta, incapaz de reaccionar a lo que había sucedido. Fumus la miró fijamente a los ojos y le habló.

-¿Si sabes que no significas nada para él, verdad?- Abandonó todo acto de formalidad. -Podría llevarte conmigo a mi reino ahora mismo, hacer lo que se me diera la gana contigo, y él no dudaría ni un segundo en olvidarse de ti por completo, recuerda eso- Una temible sonrisa perversa se extendió a través de su cara, le dio dos palmadas en la mejilla a Medouco y se fue sin decir nada más.

Medouco quedo parada por quien sabe cuanto tiempo sin responder, hasta que Fumus ya no estaba a su alrededor. Ella cayo al suelo y, abrazando a sus rodillas, comenzó a llorar silenciosamente, horrorizada de lo que había vivido.

No fue sino hasta que Envi la encontró yaciendo en el suelo, sollozando, hasta que el resto del castillo se entero de su condición. Medouco ya no respondía, no le era posible experimentar otra cosa que no fuera terror puro en cada momento. Fue llevada a su habitación, donde permaneció por semanas sin signos de mejora. Balbuceaba lloriqueos a cada rato, su cara quedaba mojada en lágrimas, la memoria de Fumus, y de ese horrible beso, era imborrable de su cabeza. Por lo que Medouco yació atónita, estremeciéndose ante todo pensamiento y recuerdo de Fumus.

A todo esto, Satanick se vio profundamente arrepentido de lo sucedido. Pudo haberle avisado a Medouco que estar en cercanía a su hermano no era una buena idea, pero su infantilismo lo había hecho ciego a la posibilidad de que ella saliera lastimada, y ahora ella estaba pagando las consecuencias de su error. Satanick se sentía más que culpable, y se decidió por intentar remediar lo sucedido.

Satanick entró en la habitación de Medouco, ella permanecía en su cama, mirando a la nada con temor. Una angustia terrible la tenía atrapada como un par de garras. Satanick se acerco hacía Medouco, verla en tal estado lo llenaba de culpabilidad, se sentía avergonzado de lo que veía.

-Medouco- Llamó su atención, Medouco dejo salir un leve y aterrado “¿¡huh!?” Satanick se agacho para estar más cerca de ella. Tomo su mano desde debajo de las sabanas, llevándola hasta arriba por donde su cara.

-Medouco- Volvió a llamarla. Esta vez ella lo escucho más claramente, viéndose un poco confusa, con los ojos entrecerrados, Medouco respondió.

-M-Mi señor...- Su voz era débil y le costaba formular palabras, Satanick pudo ver a sus ojos volver a la normalidad por un segundo, antes de que se llenaran de temor una vez más.

-Perdóname- Satanick se aventó hacía ella, entrelazando sus labios en un dulce beso. Los temores de Medouco se disiparon ni bien sintió la boca de Satanick en la suya. Su aliento emanaba calidez, protección, amor y, por sobre todo, culpa. Pero no era una culpa miserable, era una culpa amorosa, Satanick se culpaba por el estado de Medouco, no podía dejarse vivir con lo que le había ocurrido a ella. Tal afecto la lleno de pasión hacía su señor. Sin saberlo, sus brazos se agarraron de Satanick, manteniéndolo unido a ella por el mayor tiempo posible, no quería que terminase jamás. Todo sus temores, todos los recuerdos escalofriantes, se desvanecieron. La calidez de su señor la protegía como a ningún otro.

Cuando el beso finalmente acabó, Satanick se separo de ella. Medouco permaneció un poco mareada por la pasión del momento. Satanick aun se veía un poco avergonzado por lo ocurrido, pero también estaba aliviado por haber ayudado a Medouco en su recuperación.

-De verdad, Medouco, lo siento much-

-Gracias, mi señor!- Sin previo aviso, e interrumpiéndolo, Medouco saltó de su cama y rápidamente atrapó a Satanick en un dulce abrazo, tomándolo desprevenido. Satanick se confundió por un momento en reacción a tal repentina acción, y al haberla comprendido, devolvió el abrazo, sonriendo junto a ella. Las cicatrices de las heridas no pueden deshacerse, pero la cura del amor es suficiente para hacer que uno las olvide.