Chapter Text
—Bueno, está mansión, como ya pudiste ver, es enorme —Pac dijo, caminando por un pasillo mientras Cellbit lo seguía por detrás.
Después del desayuno, Pac había iniciado el recorrido por la mansión de la familia Brown. Ciertamente era una propiedad enorme, lo cual es mucho decir porque Cellbit creció en un orfanato bastante grande. En esa mansión había decenas de habitaciones, muchas de ellas vacías, con camas intactas que bien podrían ser para visitas que se quedan a dormir.
Cellbit tuvo una vista corta a la zona exterior, pero Pac prefería mostrar los interiores.
—En las partes más altas de la mansión hay guardias las 24 horas, vampiros entrenados para perseguir y atrapar. En cada intento de escape ellos me encontraron y volvieron a traerme aquí, prefiero no volver a toparme con ellos —Pac había explicado en cuanto se había negado a llevar a Cellbit fuera.
Pac lo conocía tan bien para saber que Cellbit empezaría a buscar rutas de escape, analizar el terreno y no quería problemas en ese momento así que mejor optó para mostrarle las interminables habitaciones de la mansión.
Lo cual ya se había vuelto cansado para Cellbit.
—¿Sabes? Creo algo aquí te va a encantar —Pac le llamó la atención en cuando llegaron a unas puertas dobles, y Cellbit levantó una ceja, intrigado. Pac extendió una mano para tomar la perilla de la puerta—. Bienvenido a la biblioteca.
Pac abrió la puerta y decir que Cellbit estaba impresionado era poco. Eran 3 pisos de estanterías repletas de libros, ese sitio era enorme, era incluso más grande que la biblioteca pública en donde le gustaba pasar el tiempo.
Esa biblioteca era un majestuoso santuario para todos esos libros. Las estanterías de madera oscura se extendían por los tres pisos, repletas de libros cuidadosamente ordenados y bien cuidados.
Había grandes lámparas de araña que colgaban del alto techo, proporcionando una luz suave que realzaba la belleza de los libros. Y cada rincón estaba inundado con la fragancia característica de los libros con páginas antiguas.
La biblioteca tenía también varias mesas de madera pulida que se distribuían estratégicamente, por toda la zona. El suelo estaba cubierto por una alfombra mullida que absorbía los sonidos.
Cellbit estaba fascinado por decir lo menos. Ese lugar le estaba ofreciendo una aura de calma qué no había podido sentir en el tiempo que llevaba ahí.
—Impresionante, ¿Verdad? —Preguntó Pac, mirándolo con una sonrisa. Los señores Brown han coleccionado todos estos libros durante siglos.
—Es… —Cellbit no podía encontrar palabras para describir su sentir al ver esa habitación.
—Sí, lo sé —Pac continuó hablando, poniendo palabras en la boca de Cellbit—. Puedes quedarte aquí mientras anochece si quieres, ya nadie viene aquí de todos modos, solo los sirvientes que pasan a limpiar.
—Supongo podría pasar el rato aquí —Dijo Cellbit y Pac sonrió.
—Igual hay muchas actividades, más para ti que no eres trabajador —Pac le miró de reojo—. Quizás puedes usar tu tiempo para practicar trucos de perro.
Cellbit frunció el ceño de inmediato.
—¿Sabes? Creo que realmente no te extrañaba tanto —Dijo y Pac se soltó a reír, aunque Cellbit se unió poco después a su risa.
Pac siguió riéndose y de pronto abrazó a Cellbit durante su carcajada, pero esas risas poco a poco fueron sustituidas rápidamente por un amargo llanto qué salía de Pac.
—¿Pac? —Preguntó Cellbit, empezando a alarmarse.
—Tuve mucho miedo —Pac confesó sin soltar a Cellbit, su voz ahogada por el llanto—, ni siquiera sé cómo sentirme contigo aquí, si feliz por ver una cara conocida o triste porque tú también terminaste aquí.
El repentino cambio de humor de Pac dejó a Cellbit desconcertado, pero lo abrazó con fuerza, sintiendo la angustia en cada sollozo de su amigo.
—Lo siento, Pac —murmuró Cellbit, devolviendo el abrazo con firmeza—. Quisiera responderte algo, pero yo tampoco sé cómo sentirme…
Hubo un enorme momento de silencio entre ambos, Cellbit estaba preocupado por no saber que decir y eso era algo tan raro en él.
Creciendo juntos, Cellbit se autodenomino como el líder del grupo, Mike lo molestaba diciéndole el papá del grupo, pero Cellbit se había otorgado esas responsabilidades aun cuando Felps era, de hecho, un mejor oyente que él y Bagi sabía dar mejores consejos. Pero aun con todo eso, aun cuando Mike era la persona más cercana a él, Pac siempre acudía a Cellbit cuando se sentía mal.
Bagi dijo una vez que Pac realmente encontraba consuelo en Cellbit, que lo veía como un hermano mayor a quien acudir cuando se sentía abrumado.
Y ahora, Cellbit se sentía mal por no tener una respuesta clara para Pac.
—Voy a lograr ponernos en contacto con ellos —Cellbit dijo, haciendo que Pac lo volteara a ver—, podremos escribir una carta, lo prometo. Escucha, ahora yo tengo esto —Señaló su collar—, soy una mascota, Phil me dijo que Roier es más amable qué sus padres y tal vez si… Si soy bueno, puede que él me permita escribir una carta y si eso pasa me asegurare de que puedas escribir algo también tu.
Pac asintió lentamente, sus ojos brillaban con gratitud y esperanza.
—Gracias, Cellbit —dijo Pac, con un leve temblor en su voz—. Eres un buen hermano.
Cellbit le devolvió una sonrisa cálida, sintiéndose reconfortado por la confianza y el apoyo de Pac.
—Estamos juntos en esto —Respondió Cellbit, poniendo una mano sobre el hombro de Pac—. No te preocupes, encontraremos una manera.
Pac había vuelto a sonreír, mirando a Cellbit, pero luego miró detrás de él, observando el reloj de la pared—. Ay mierda ya son las tres, es hora de comer. Vamos rápido.
Rápidamente Pac tomó la muñeca de Cellbit y empezaron a correr por los pasillos dirigiéndose de nueva cuenta a las escaleras que los hicieron bajar hasta la planta baja.
—Pac, no tienes que llevarme de la mano, puedo correr por mi cuenta y te recuerdo que de entre los dos yo soy el único con dos piernas —Cellbit dijo, pero Pac ignoró su decir.
—Es que debemos darnos prisa y… —Pac calló al momento en que la puerta a la cocina se abrió y ambos casi chocaron con un sujeto calvo, un calvo que Cellbit reconoció como el chófer de la familia.
—Oh, hola Pac —Dijo, con una leve sonrisa. Pac se paralizó al oírle, se sonrojó por completo y apretó más fuerte la muñeca de Cellbit.
—Hey —Dijo, alargando la ‘e’—, hola Fit, no esperaba verte aquí.
—Bueno, es la hora de la comida y siempre como aquí —Fit respondió.
Cellbit pudo notar como ambos actuaban tan nerviosos y levantó una ceja. Si bien Pac era el más obvio al estar completamente sonrojado y, por lo que Cellbit sentía en su muñeca, le sudaban las manos como loco, pero ese tal Fit no se quedaba atrás pues sus mejillas tenían un pequeño tono rosado y sus ojos viajaban de un sitio a otro sin mirar directamente a Pac.
—Oh, sí, lo olvidé —Pac dejó salir una risa nerviosa.
—Aunque me sorprendió no verte a ti —Fit dijo.
—Oh, bueno, estaba dándole un recorrido al nuevo —Pac dijo, alzando la mano con la que tomaba la muñeca de Cellbit, pero al notar aquello, Pac lo soltó de golpe y Cellbit empezó a sobar su muñeca.
—Bueno, me gustó verte, pero ahora tengo que irme luego podemos volver a comer juntos… Si quieres, claro— Fit mencionó.
—Por supuesto —Pac habló, desviando la mirada.
Fit sonrió y se despidió con la mano, Pac solo se quedó ahí sonriendo y sonrojado mientras lo veía marcharse.
—Tienes la cara tan roja como un jitomate —Cellbit bromeó y Pac frunció el ceño.
—Oh cállate —Le dijo y lo empujó dentro de la cocina, en donde ya solo estaba Phil comiendo sentado tras el mesón.
—¿Tuviste tu platica incomoda con Fit? —Phil dijo, sonriéndole al verlos pasar.
—¡Philza! —Gritó Pac, sonrojándose aún más que antes.
Cellbit entonces se puso a reír también mientras se sentaba en una de las sillas del mesón de la cocina. Pac se quejaba en voz baja mientras empezaba a servir la comida en dos platos diferentes, luego se acercó a dejar uno de ellos frente a Cellbit.
—Crema de papa con tocino, carne de res con salsa de mango y guisantes hervidos —Phil dijo en cuanto Cellbit observó su plato—. La comida es deliciosa aquí cuando Pac no se involucra.
Pac volvió a quejarse y Cellbit aprovechó ese tiempo para comenzar a comer teniendo aquella cómica discusión, ahora con su estatus de mascota realmente no estaba seguro si los señores Brown le darían una buena alimentación. ¿Lo harían comer en el suelo? ¿Lo obligarían comer de un plato rojo con su nombre grabado en él? ¿Le darían de comer siquiera? Todo ese pensamiento le arruinó un poco el apetito, pero fue capaz de terminar de comer, porque esa comida estaba realmente deliciosa y acabo justo a tiempo porque parecía que Phil y Pac se estaban apurando a dejar todo limpio.
—Cellbit —Phil le hablo, aunque le estaba dando la espalda.
—¿Sí? —Preguntó, mirando a Phil darse vuelta y sosteniendo un frasco con pequeñas capsulas azules en su interior.
—Tendrás que tomarte una —Phil le indicó, acercando el frasco a un muy desconfiado Cellbit.
—¿Qué es eso? —Le preguntó, desconfiado por lo repentino qué se volvió eso.
—No te preocupes por esto, son cápsulas de valeriana, es una planta con propiedades relajantes y sedantes —Explicó Phil, tratando de usar un tono tranquilizador.
—¿Y me las ofreces por qué?...
—Te recuerdo que trabajamos para vampiros, vampiros que despiertan en la noche y debemos atenderlos —Phil explicó—. Estas pastillas te harán dormir hasta que sea de noche y puedas estar perfecto para convivir con la familia.
—No tengo opción, ¿Verdad? —Preguntó Cellbit, mirando a Phil, quien negó con la cabeza y él suspiró— Bien.
Phil asintió con seriedad, comprendiendo la reticencia de Cellbit.
—Es importante que descanses adecuadamente para estar en tu mejor estado para cuando Roier esté despierto —Añadió Pac, intentando brindarle algo de consuelo.
Cellbit tomó una de las cápsulas con cautela y la observó por un momento antes de llevarla a su boca, sintiendo el dulzor de la cápsula en su boca, tragándola con un sorbo de agua.
—Ahora te recomiendo subir a tu habitación, seguramente subir las escaleras acelerará el efecto de la cápsula, descansa bien, Cellbit —Dijo Phil, ofreciéndole una pequeña sonrisa.
Cellbit asintió y se despidió de ellos con un gesto de cabeza y salió de la cocina, caminando hasta las escaleras, mirando hacia arriba y comenzó a subir los escalones, caminando hasta la habitación, empezando a sentir el efecto de la cápsula.
—Phil no mentía —Cellbit dijo para sí mismo justo para después bostezar. Ya sentía sus parpados ceder cuando se tambaleo por el pasillo que daba a la habitación de Roier.
Soltó un último bostezo cuando abrió la puerta y se encaminó a su pequeña cama, cayendo tumbado y finalmente cerró sus ojos. Por fortuna, no faltó mucho para que cayera dormido.
Aunque para Cellbit fue un parpadeo, cuando volvió a abrir los ojos el cuarto tenía la iluminación artificial llenando todo el cuarto. Se frotó los ojos un poco para aclarar la vista y entonces se topó con una vista un tanto peculiar.
Vio a Roier, pero vaya forma de verlo. Lo primero que sus ojos captaron fueron a Roier caminando por el cuarto, vistiendo nada, solo una toalla asegurada en su cadera, con la piel húmeda y el cabello goteando agua sobre su pecho y...
Cellbit se quedó inmóvil, observando cada movimiento de Roier con sorpresa. Su mirada recorrió el cuerpo trabajado del vampiro, desde los marcados músculos de sus brazos hasta los contornos definidos de su abdomen. Tragó saliva notando su cuerpo mientras sus mejillas se sonrojaban.
El brillo del agua sobre la piel de Roier hacía resaltar su tono pálido y le confería un aura casi irreal. Cellbit se sorprendió al notar que sus propios latidos se habían acelerado, sintiendo un calor incipiente que se extendía por su cuerpo… Oh por Dios, ¿Por qué su cerebro tenía que mandarle pensamientos así de homosexuales en ese maldito momento? Era inoportuno y para nada agradable a la vista (bueno, casi).
El brasileño siguió viendo Roier moverse por el cuarto hasta que se detuvo frente al armario, Cellbit se dio cuenta de que había estado observándolo fijamente sin darse cuenta. Así que antes de ser atrapado viendo de más, se apresuró a cerrar los ojos y fingir estar dormido, conteniendo la respiración mientras esperaba que Roier no se hubiera dado cuenta de su mirada indiscreta.
Por fortuna, Roier estaba muy ocupado mirando la ropa todo mientras Cellbit pretendía seguir durmiendo en esa pequeña cama. Pasaron unos momentos en silencio hasta que escuchó el ruido de la toalla caer al piso. Por un momento el pensamiento de abrir los ojos cruzó por la mente de Cellbit, pero se regañó a sí mismo y se mantuvo quieto.
No sabe con exactitud cuanto tiempo pasó, pero finalmente se dignó a abrir los ojos, paseó un poco la mirada por el cuarto y fue a dar a la cama de Roier, viéndolo sentado en la orilla, ya vestido y terminando de colocarse los zapatos. Cellbit suspiró aliviado, sintiendo el pulso latir en sus sienes mientras se acomodaba de nuevo en su cama. Aquel breve encuentro había sido intenso y Cellbit no lograba detectar el porqué.
Roier pareció notar ese movimiento porque lo miró directamente y ambas miradas se cruzaron.
—¿Dormiste bien? —Le preguntó Roier, llamándole la atención y Cellbit se levantó un poco para verlo.
—Sí… —Fue la simple respuesta que él dio.
Aunque quisiera mentirle no lo hacía, no es un secreto que Cellbit tenía pésimos hábitos del sueño, normalmente caería dormido en poses incómodas en su propia cama y cuando no corría tanta suerte se dormía en una silla del comedor mientras hacía tarea o revisaba el presupuesto mensual de su familia, o a veces simplemente no dormía por su consumo desmedido de café para mantenerse alerta.
Así que definitivamente una cama para perro no era el sitio más incómodo en donde había dormido.
Roier asintió, aparentemente satisfecho con la respuesta de Cellbit, y se terminó de colocarse los zapatos.
—¿De verdad te sientes cómodo aquí? —Preguntó, con un tono de voz suave que hizo que Cellbit se sintiera un poco más relajado.
Cellbit se encogió de hombros, sin saber realmente cómo responder. Por un lado, estaba agradecido de no haberse convertido en alimento para vampiros, pero por otro, seguía siendo consciente de su situación como mascota de ese vampiro.
—Es... diferente —admitió finalmente, buscando las palabras adecuadas—. Pero no está mal, supongo.
Roier sonrió ligeramente ante la respuesta de Cellbit y comenzó a pasarse las manos por el cabello.
—Bueno, ahora tengo, no, tenemos que ir al comedor —Roier dijo, volviéndose a poner de pie.
—¿Tenemos? —Preguntó Cellbit.
—Estoy seguro de que mis papás van a querer verme convivir con mi… Mascota —El castaño dijo en tono resignado y Cellbit se contagió de eso un poco también—. Así que, si quieres peinarte, ahí tengo las cosas en mi tocador.
Roier señaló el tocador, Cellbit asintió y se levantó perezosamente de la cama, estirándose un poco antes de dirigirse lentamente hacia el tocador de Roier. Mientras buscaba un peine entre los objetos dispersos por la superficie, no pudo evitar notar su reflejo en el espejo del mueble.
Se detuvo por un momento, observando su reflejo. Su cabello caía en mechones casi enredados hasta sus hombros, con su mechón blanco destacando, no de buena forma, entre el desastre de cabello que tenía en la cabeza. Aún tenía ojeras marcadas bajo sus ojos y el cansancio ya se notaba en todo su rostro.
Toda la magia que Melissa había hecho con él para la subasta ya estaba desapareciendo, dejando a la vista al joven adulto demacrado que es.
—Te ves de la verga —Roier le dijo, asustándolo de pronto mientras se acercaba al tocador, riéndose un poco—, ahí hay un cepillo casi nuevo.
Roier le comentó y simplemente salió de la habitación, aunque algo dejo pensativo a Cellbit. En cuanto Roier paso a su lado, Cellbit alcanzó a ver algo en el espejo...
El reflejo de Roier.
Eso volvió a dejar confundido a Cellbit. Todo conocimiento suyo sobre los vampiros era que esos seres no poseían reflejo, pero Roier era el segundo vampiro que se reflejaba en algún espejo que veía, después de Melissa claro. Y ahora que lo pensaba, cuando tenía la imagen de ambos vampiros en su cabeza, Cellbit tuvo el corto pensamiento de que ambos se parecían.
Mandíbulas definidas, cabello tan castaño como el pudin de chocolate, ojos rojos profundos, eran muy parecidos.
Negó con la cabeza y decidió que era mejor peinarse el cabello para que este dejara de parecer un nido de pájaros en celo. Se acomodó el cabello un poco con los dedos antes de encontrar el peine y comenzar a peinarse con cuidado. Mientras lo hacía, reflexionaba sobre su situación actual. Realmente haberse encontrado con Pac le brindó una paz que necesitaba, no solo por tener a alguien conocido a su lado, sino que también porque con Pac ahí, la esperanza en Cellbit volvía a despertar, como una pequeña flama que iniciaba un incendio.
Cellbit encontraría la forma de huir de ahí y se llevaría a Pac con él.
Terminó de peinarse y se miró en el espejo una vez más, tratando de infundirse un poco de confianza antes de salir de la habitación para enfrentarse a lo que fuera que le esperaba ese día.
Cuando salió del cuarto, miró a Roier en el pasillo, esperando por él. Roier lo miró un poco y luego empezó a caminar por lo que Cellbit decidió empezar a seguirlo. Ambos bajaron por las escaleras, teniendo el mismo recorrido que Cellbit tuvo en la mañana, con la diferencia de que se detuvieron en el comedor y no avanzaron hasta la cocina.
Ahí dentro ya estaba uno de los señores Brown, el más severo en ojos de Cellbit, leyendo un libro.
—Buenos días, padre —Roier saludó y Vegetta levantó la vista de su libro.
—Buen día, Roier —Dijo antes de desviar su vista a Cellbit y de ahí mirar de nuevo a Roier—. Él puede sentarse a la mesa, pero si hace un desastre tendrá que comer en una silla entrenadora.
Cellbit frunció el ceño, pero Roier puso los ojos en blanco y tomó asiento en una de las sillas de la larga mesa, luego miró a Cellbit de reojo.
—¿Qué esperas? Siéntate —Roier le llamó la atención para que se sentara en la silla a su lado.
Cellbit no tuvo más que obedecer y se sentó junto a Roier a la mesa. Poco después al comedor también entraron el otro señor Brown y la niña más pequeña, quizás no tan pequeña.
—Buenos días a dos amores de mis amores —Foolish dijo, caminando alrededor de la mesa, deteniéndose primero para alborotar el cabello de Roier y luego se acercó a Vegetta para besar sus labios.
Cellbit se mantuvo viéndolos hasta que notó una mirada fija en él, empezó a girarse hasta toparse de frente con la niña, viéndolo con grandes ojos saltones que penetraban su alma.
—¿Hola?...
—¿Tienes todas tus vacunas? —Preguntó Leo, mirándolo fijamente—. Porque quiero traer a mis amigos y no quiero que los contagies de alguna enfermedad.
—Leonarda —Vegetta habló, mirando a la niña—, es de mala educación decir ese tipo de cosas. Además se ve sano, dudo mucho que la mascota tenga alguna infección.
Cellbit se mordió la mejilla para evitar contestar algo que fuera a traerle repercusiones en el futuro, pero le asqueada como hablaban de él como si fuera un objeto más de la casa.
—Leo, se amable con la mascota de tu hermano, siéntate en tu lugar —Foolish regañó de manera más suave. Leonarda suspiró y bajó de la silla en donde estaba para después moverse por debajo de la mesa hasta salir del otro lado de la mesa, sentándose a la derecha de Foolish.
Cellbit entonces notó como estaba dispuesta la mesa del comedor y como todos se sentaban.
A la cabeza de la mesa estaba Vegetta, Cellbit supuso que él era el líder de la familia, a su derecha inmediata estaba Foolish quien a su vez a la derecha tenía a Leonarda, a la izquierda de Vegetta había unos 3 asientos vacíos y en el cuarto estaba sentado Roier, con Cellbit a su izquierda. Eso le pareció curioso.
De pronto, los trabajadores de la cocina, entre ellos Pac, salieron de la cocina con varios platos que comenzaron a dejar frente a todos. Cellbit observó como finos platos de porcelana blanca y brillante eran dejados a la mesa con un jugoso trozo de carne con una salsa amarilla qué olía delicioso y Cellbit sintió que su boca se hacia agua.
Esperaba con ansias un plato igual frente a él, pero en cambio lo que recibió fue un plato de cerámica, sí, pero mucho menos lujosa qué los otros y en lugar del corte de carne, en su interior había una especie de pasta de color negro. Miró de reojo a Pac, quien le había entregado el plato y también dejó un pequeño plato plano con totopos.
—Bom proveito —Pac dijo y todos los trabajadores se retiraron.
—Ay que rico —Roier dijo, mirando el plato de Cellbit—, frijolitos refritos.
Roier alcanzó uno de los totopos y estuvo a nada de llevarlo a mostraron llamados frijolitos refritos, pero algo lo interrumpió.
—¡Roier! —Vegetta le levantó la voz—. Esa comida es de la servidumbre, no comas eso, ya tienes comida apropiada para ti.
Roier soltó el totopo, que terminó cayendo sobre los frijoles, clavándose en la comida de Cellbit.
—Sí padre —Roier asintió, viéndose decepcionado. Luego tomó un pequeño tazón que los trabajadores habían servido. Eso Cellbit sí lo reconoció, era queso blanco rallado—. Ponle de esto, saben riquísimos así —Roier le dijo y luego se centró en su propia comida.
Cellbit decidió hacer caso a la recomendación de Roier, tomó la pequeña cuchara dentro del tazón del queso y vació un poco sobre los frijoles.
Tras eso, tomó el totopo qué ya estaba enterrado en los frijoles y lo llevó a su boca… Cellbit debe admitir que es de las mejores cosas que había probado en su vida.
Cellbit saboreó el delicioso bocado de la comida, había algo en ese platillo qué simplemente le terminó fascinado por completo. Entonces siguió metiendo totopo tras totopos en los frijoles para después llevarlos s su boca para comerlos.
Mientras continuaba disfrutando de su comida, Cellbit no pudo evitar notar cómo Roier lo observaba con una sonrisa burlona en el rostro. Cellbit le dedicó una mirada confusa y Roier solo señaló su propia boca.
Captando lo que quería decirle, Cellbit alcanzó una de las servilletas qué se encontraban en la mesa y se limpió la boca. No pudo evitar sentirse un poco avergonzado de aquello, no quería que lo tratarán como un animal y ahí estaba, comiendo sin ningún tipo de modales ni control, pero no podían culparlo, apenas caía en cuenta de que no había comido algo así de delicioso desde el último banquete en La Gran Casa.
—Creí que tenía modales —Vegetta mencionó en voz baja, pero aun fue audible para Cellbit.
Pasaron unos 4 minutos de comida silenciosa hasta que Vegetta terminó de beber de su copa.
—Roier, Leonarda, recuerden que este próximo sábado es el evento de beneficencia de la familia Bennett —Vegetta anunció—, los quiero a todos presentables a primera hora, eso te incluye a ti Foolish… Y a ti, mascota.
—¿Quieres que Cellbit vaya? —Roier preguntó, frunciendo el ceño ante las palabras de su padre.
—Lo trajimos para hacerte compañía, no veo porque deba quedarse cuando tu sales—El mayor explicó.
—Además no será el único humano ahí, podrá convivir con otros —Foolish completó.
Cellbit prefirió seguir comiendo para evitar decir algo. ¿Por qué será que cuando alguien de esa familia parece decir algo no ofensivo ni insensible inmediatamente alguien más se encargaba de decir un comentario fuera de lugar?
Roier pareció pensar lo mismo que él porque solo se dedicó a comer también y así fue como el resto de la cena paso, con el único ruido siendo la voz de Leonarda hablando sobre muchas cosas en una pequeña cantidad de tiempo, como si hiciera parkour auditivo por la rapidez con la que cambiaba de tema.
—Ya terminé —Roier anunció, poniéndose de pie—, y si me permiten, sacaré a Cellbit al jardín.
Cellbit volvió a fruncir el ceño, en definitiva su paciencia terminaría por agotarse si seguían hablando de él como si fuera algún animal.
—Vamos —Roier le tocó el hombro y Cellbit se tuvo que levantar para irse caminando detrás del vampiro.
Roier lo fue guiando hasta la puerta principal para salir y Cellbit volvió a ver el enorme tamaño del terreno donde la mansión Brown estaba ubicado. Estaba seguro de que era tan grande como la plaza de su pueblo y eso solo era la parte frontal, Pac le mencionó la parte trasera del jardín, la cual no ha visto aun, y eso solo hacia qué la propiedad fuera cada vez más grande.
—Es una mansión victoriana —Explicó Roier—, se que los padres de mi papá Vegetta amaban los espacios amplios y consiguieron este enorme terreno para tener jardines inmensos.
Cellbit miró al frente, mirando el enorme camino qué tendría que recorrer para tan solo llegar a las enormes rejas de la entrada. No era buena lugar de escape teniendo en cuenta a los vampiros guardias.
—Ven, sígueme —Roier le dijo, bajando del porche de la mansión. Cellbit le siguió caminando un poco al jardín, pero el vampiro giró a su derecha para caminar por el costado de la gran mansión—. Mis abuelos y mi padre también tienen una obsesión con que todo este en su lugar, así que la mansión es completamente simétrica en todos lados, créeme tarde casi 8 años en revisar toda la mansión para comprobar qué no hubiera algo fuera de su lugar.
La zona junto a la mansión estaba llena de arbustos con rosas tan rojas como la sangre y la iluminación artificial junto con la de la Luna daban un bello paisaje, Cellbit habría sacado una foto de no ser por la situación actual.
Roier lo guio hasta el patio trasero de la mansión, sin duda era un terreno enorme porque el patio trasero tenía una gran cantidad de arbustos altos acomodados de manera peculiar, como una pared teniendo una separación parecida a la de una entrada.
—Ese es el laberinto —Roier explicó—, hace años mis padres fueron a la premiere de El Resplandor y mi papá Foolish se obsesiono con la película y mando a plantar un laberinto idéntico.
—Es… Impresionante —Susurró Cellbit.
Le dio una mirada más al resto del jardín, observando qué entre la parte trasera de la casa, la cual tenía un porche aun más grande que el delantero con dos mesas de metal a los extremos y una silla columpio colgada del techo, y el laberinto de arbustos, había mucho más espacio, pasto verde finamente cortado y un gran estanque de agua con un borde de cemento.
Entre más veía Cellbit más se convencía de que esa familia era demasiado rica.
Cellbit se centró demasiado en sus pensamientos y no estaba notando como Roier hablaba sobre diferentes cosas, pero sí lo notó en cuanto volteó y lo vio sostener una gran roca con una mano mientras la levantaba de forma amenazante.
El brasileño no tuvo tiempo a responder pues Roier terminó lanzando la roca en su dirección, o al menos eso creía él, ya qué la roca paso muy encima de su cabeza y terminó cayendo dentro del estanque, causando un chapoteo qué salpico el borde del mismo.
—¿¡Qué te pasa!? —Cellbit gritó.
—¿Qué? Pues eres mi mascota, ¿no? Ve por la piedra —Roier demandó y Cellbit frunció el ceño.
Oh, justo cuando pensaban que Roier era decente, terminó actuando como todos los demás vampiros.
—Vete al carajo —Cellbit respondió mientras miraba al estanque.
Aunque de inmediato se arrepintió de haber dicho eso, no por remordimiento, ni porque el ser grosero significaría qué lo fueran a castigar, no nada de eso. Se arrepintió porque sintió las manos del vampiro en su espalda empujándolo con fuerza.
La fuerza fue tanta qué Cellbit salió disparado directo al agua helada y no tan limpia del estanque.
Rápidamente empezó a mover las manos y pies para salir a flote como pudo, no lo culpen, no sabe nadar. Por fortuna ese estanque no era tan profundo y una vez acomodado sus pies podían tocar el suelo y así el agua llegaba a su cuello.
—Fihlo da… —Cellbit no acabó de hablar pues Roier estaba riéndose bastante.
El brasileño se movió hasta acercarse a la orilla y lograr subir a esta para salir, completamente mojado, con la ropa incómodamente pegada a su cuerpo, con el cabello tapándole la cara y sintiendo el frio viento sobre su húmeda piel.
—Que pésimos trucos haces, eh —Roier se burló y Cellbit sintió su sangre hervir.
—No soy un maldito perro —Cellbit respondió quitándose el cabello mojado de la cara, quitando también los restos de plantas qué habían quedado atoradas en su cabello tras ese chapuzón.
Roier por su parte casi se suelta a reír de nuevo al verlo así, pero en cambio solo sonrió, mostrando sus colmillos puntiagudos mientras miraba al humano y este lo veía con molestia.
—No, no un perro —Respondió el vampiro llevando una mano al cabello de Cellbit para quitarle una ramita—, eres más bien un gato.
Cellbit solo frunció el ceño y vio como Roier se daba media vuelta para alejarse de él.
Sin duda Cellbit odiaba a esos vampiros.
Continuará...