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Punto de quiebre

Chapter 18: Como nos perdimos.

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Notas

Hola a todos, gracias por seguir leyendo.

El cap de hoy es muy triste... lo siento 

Los dejo leer.

Coatito, fuera

 

Flashback

Yelena, Clint y Natasha tenían otra misión en una ciudad de Alemania, por fin todo lo que había temido cuando se iban paso.

El sonido de Meghan Trainor fue incrementando como si cada _“bip”_ hiciera que el volumen sonará más fuerte, pronto todo el departamento se inundó con esa canción.

—No cortes, no cortes, no cortes— grité mientras corría de la puerta de la entrada con una bolsa de Burger King, deje caer la bolsa junto al celular, atendiendo el teléfono antes de que se terminará.

—¿Hola?— pregunté al saltar en el sillón, un suave quejido escapo de mis labios cuando mi espalda chocó contra el sofá.

—¿La señorita Kate Bishop?— preguntó una voz masculina, su voz era suave y delgada, aunque el temblor en sus labios, hacía que cada una de sus palabras vibrara.

—Soy yo, ¿con quién habló?— pregunté sacando la hamburguesa de la bolsa, activé el altavoz para poder comer y hablar.

Por unos momentos el silencio reinó, solo llegaban a escucharse quejidos dudosos por el otro lado de la llamada.

—Mi nombre es Sam Adams, la llamo de SHIELD— susurró haciendo que me detuviera, una punzada hizo que mi interior saltará, mi corazón empezó a latir con fuerza, como si acabará de correr a toda velocidad, tanto que mi pecho dolía.

—Mierda… ¿Yelena está bien?— pregunté al levantar el celular, desactive el altavoz y pegué el aparato a mi oído derecho.

—¿Yelena?

—¡Sí! ¡Yelena, Yelena Belova! Una sus agentes, ella está con Clint Barton y Natasha Romanoff, es por ellos que me estás llamando ¿No?— grité exasperada, aunque en el fondo sabía que esto solo era una forma de esconder que había entrado en pánico.

El sonido de unas hojas moverse, arrugarse y girarse mientras buscaba la respuesta a mis gritos, eso solo hizo que la cabeza se sintiera cómo un globo a punto de explotar.

—¿Por qué me estás llamando?— grité mientras me levantaba del sofá, Lucky ladró en mi dirección, volteé a verlo a él, Fanny estaba a un lado en silencio, pero sus orejas se mantenía erguidas, su pecho elevado y sus patitas listas para actuar, «Genial Kate, los asustaste» me reproche.

—Se necesita su presencia en el cuartel… —explicó asustado, alejé el teléfono cuando tome una casaca para ponérmela, luego unas zapatillas caña alta, active el altavoz cuando termine de ponerme una —¿Señorita Bishop?

—Aquí, ¿mandarán a alguien o debo ir yo?— pregunté con seriedad, mientras terminaba de alistarme, abrí el closet, tome con brusquedad uno de los maletines de deporte que usaba, vacíe el contenido sobre la cama.

—Un agente está camino a su casa

Regresé al closet, tomé un cambio de ropa para Yelena, algo cómodo que pudiera usar si lo necesitaba, un par de botas, un pijama que le quedaba suelto.

—Estaré esperando en la puerta— dije antes de girar y terminar con la llamada, no tuve tiempo de pensar en lo cruel y ruda que fui, mi mente solo estaba en algo, «Lena» pensaba una y otra vez, como si por arte magia, ella pudiera responder.

Tomé su chaleco verde entre mis manos, el lado derecho tenía un corte grande, uno de los bolsillos había sido destruido, partes de tela colgaban de este, fruncí el ceño.

—Debí haber hecho que lo arreglaran, demonios, Kate, debí estar ahí, debí estar con ella, ¿por qué tienes tanto miedo? Es la mujer que amas, tú deberías estar a su lado, protegiéndola— me reproché abrazándome al chaleco, estrujando la prenda entre mis brazos y manos.

Las lágrimas no habían dejado de caer desde que dijo SHIELD, podía sentir cómo la cabeza me latía y cada movimiento rápido hacía que todo me diera vueltas.

Negué con la cabeza, «No, ahora no, no puedes romperte ahora» me recordé, acomode con cuidado el chaleco, como si este fuera deshacerse entre mis dedos.

Observé el carcaj con flechas y el arco en el fondo de closet, un nudo en el estómago apareció mezclándose con dolor, mi mano tembló hasta que rodeó el arco, la otra con torpeza tomó el carcaj, lo lancé sobre la cama como si fuera a morderme.

Caminé hacia la cocina, empecé a abrir cada una de las puertas y cajones, abrir, mirar, seguir al siguiente, hasta que no hubo más que abrir.

«¿Qué estoy buscando?» Me pregunté, sollocé retrocediendo para verlo todo «No, Kate, contrólate, ahora no, no puedes derrumbarte ahora, no ahora» me supliqué, mis ojos se toparon con nuestra gran colección de cajas con macarrones con queso.

Tomé unas cuantas cajas, esto hacía que Yelena se sienta mejor siempre «Si es que puede comer» el pensamiento cruzó por mi mente, haciendo que me detuviera.

Tomé una de las puertas y la azote varía veces, los nervios bajo mi piel hacían que quisiera arrancarme la piel, necesitaba liberar esos impulso destructivos de alguna forma.

—Niños, hay comida en su dispensador de comida, y agua en sus bebederos, vendrán a pasearlos a las 4, sean buenos, por favor ¿Pueden?— les pregunté a los de perros que estaban atentos a lo que decía, negué con la cabeza, antes de volver a la habitación.

Tome el maletín, el carcaj y el arco, metí mi billetera en el bolsillo, las llaves y mi celular, empujando para que entraran, abrí la puerta del departamento y los observé.

—Lo siento— susurré, cerré la puerta y corrí escaleras abajo, tuve suerte de no caerme, aunque estuve cerca muchas veces, salí a la calle y el sonido de la ciudad me abrumó.

Apreté con fuerza las cosas, solo quería gritar, llorar, tirarme al suelo y hacer todo eso hasta despertar de esta pesadilla.

—¿Señorita Bishop? —preguntó una mujer, la mitad de su cuerpo salía por la ventana de un auto negro, su mano se estiró hacía mi, analice rápidamente a las dos personas de traje y me subí en la parte de atrás del auto.

—Vámonos— ordené en cuanto cerré la puerta, ellos me obedecieron sin decir una palabra, dejé todas las cosas a mi costado, la mujer volteó a verme y me entregó un sobre.

Adentro había unas fotografías, observé la primera, una persona estaba tirada en el suelo con un charco de sangre a su costado, algunas balas junto a este, mi mano temblorosa sacó otra, era un auto, marcas de disparos por todas las puertas, los vidrios destrozados y en el de atrás, los pedazos que quedaba tenían sangre.

Un pitido pareció en mis oídos, cerré los ojos con fuerza «No puedo, no puedo con esto» pensé, levante la vista y pude notar que la mujer me hablaba, pero el pitido era más fuerte que sus palabras.

Se detuvo y puso la mano sobre las fotografías, alejándolas de mi vista.

—Respiré— dijo en voz alta, parpadeé varias veces antes de que mi mente pudiera procesarlo y hacerle caso.

—¿Dónde está Yelena?— pregunté, ella me miró con tristeza.

—Está en el complejo, la llevaremos con ella.

—Gracias— susurré y miré por la ventana, una mujer cruzó una mirada conmigo, estaba tomando un café mientras hablaba por teléfono, una gran sonrisa iluminaba su rostro, nada parecía preocuparle, la odie o tal vez solo la envidiaba.

—¿Adams? El que me llamó, lo siento— dije volviendo a verlos, ambos asintieron con la cabeza.

***

El viaje hasta el cuartel de los vengadores fue eterno, podía sentir cada fibra de mi cuerpo tensarse, con cada minuto que pasaba me sentía peor.

Observe el edificio con miedo, me urgía estar dentro y ver quien era el que había salido herido, pero a la vez mi corazón se apretujaba por el miedo de esa respuesta.

—Listo, señorita Bishop, ya puede bajar, le indica… —dijo la mujer, no esperé a que terminará de hablar cuando salí del auto lo más rápido que pude.

—¿Yelena Belova? — pregunté a la persona que se dirigía hacia mí, se detuvo, señalo la entrada con el gran pasillo en este.

—Por el pasillo, a la derecha, izquierda al fondo, a la derecha— me indicó, corrí más rápido, «Por favor que sea Natasha, por favor que sea Natasha» suplicaba mentalmente mientras corría por el pasillo.

Algunos agentes que estaban en el pasillo se hacían a un costado para que pudiera pasar, chocaba contra las paredes en las esquinas, no me detenía en lo absoluto, solo me impulsaba en otra dirección.

Cuando vi el cuarto que suponía era de Yelena, el aliento escapo de mis pulmones, me detuve sosteniéndome del marco de la puerta, pude ver hacia adentro por el medio de unos agentes.

—Que estoy bien, no es nada— gruño Yelena, intentaba sentarse de la camilla en la que estaba, la bata de hospital hizo que mi pecho doliera.

Natasha volvió a empujarla hacia esta, mi rusa soltó un ahogado quejido, fulminando con la mirada a su hermana, había algunas gasas en su frente que imaginaba, cubrían heridas que necesitaron puntos, otras heridas adornaban el lado derecho de su rostro.

—Hubo una explosión, pequeña, la agente Belova no pudo ponerse a resguardo a tiempo, tiene una contusión, un fragmento terminó en su costado, ya se lo extrajeron quirúrgicamente, y tiene una fisura en su femur —susurró uno de los agentes, acercándose a mí.

Las lágrimas se juntaron en mis ojos, me metí en la habitación pegada a la pared, me entregaron una radiografías, las observé, pero mi mente era incapaz de pensar, negué con la cabeza, le devolví los papeles al agente.

Por un momento la habitación empezó a girar, mi visión se hizo borrosa, respiré hondo recargando mi peso en la pared.

—Ya lo dije, no irás Yelena— sentenció Natasha, volteó a ver al grupo de agentes, estos se empujaron entre sí buscando salir lo más rápido que podían, todos excepto el que me había explicado lo que tenía Yelena.

Ambas rusas se dieron cuenta de mi presencia, desvíe la mirada hacia el hombre, este llevaba mi arco y carcaj en la mano, los estiró en mi dirección, toda la cabeza me latió una vez, tan fuerte que parecía que iba a explotar.

Mi respiración se agitó al entender, no me habían traído para cuidar de Lena, yo estaba ahí para cubrirla, mis manos temblaron, me forzaba por tomar mis cosas, pero no podía.

Natasha se acercó al agente, iracunda, una de sus manos lo tomó por la camisa y lo arrastró fuera de la habitación, si no fuera que estaba en pánico eso me habría calmado.

—¿Kate Bishop? Kate, ey… concéntrate en mí ¿Sí?— susurró Yelena, antes de que pudiera negarme, ya había saltado de la camilla, y sostenía mis mejillas con suavidad.

—Lena… —solloce intentando mantener mis lágrimas dentro, la abracé con cuidado, no quería lastimarla más, ella acarició mi espalda con una de sus manos.

—Aquí estoy, todo está bien, no se supone que tú me vieras así, alguien va a perder su trabajo por esto— susurró Lena, su voz intentaba sonar calmada, pero podía notar esos matices de enojo, sobre todo cuando apretaba los dientes entre sí.

—¿Estás bien? Ellos dijeron que…

—Ellos no saben nada, me preocupas más tú, intenta respirar conmigo, por favor— dijo cuando se separó buscando mi mirada, le hice caso y respiré hondo, luchando contra los dolorosos sollozos.

—Muy bien, eso es, no tienes que estar asustada, estoy bien— me aseguró Yelena, antes de dejar un beso sobre mis labios, suspiré dejando escapar toda la tensión y miedo que tenía dentro.

—Ahora, pediré que te traigan un sillón cómodo para que puedas sentarte, pronto estaremos en casa, pedirás como una semana libre, pediremos mucha comida rápida, solo dame unas horas para terminar con esto

Me paralicé al escuchar lo último, por un momento el pitido en mis oídos impidieron que la escuchará «¿Quiere volver a la misión? ¿En su estado?» Me pregunté, toda la ansiedad, preocupación y terror volvieron de golpe a mi cuerpo.

—No… —susurré, di un paso hacia atrás, Lena me miro, sus cejas se levantaron con sorpresa.

—Está bien, no tienes que pedir permiso, podemos hacerlo en tu oficina, el sillón ese es cómodo— comentó con su sonrisa tranquila, negué con la cabeza.

—No vayas, quédate aquí, conmigo.

—Kate, tengo que ir, alguien debe cubrir los traseros de Natasha y Clint.

—Que lo haga alguien más, no me importa quién, si Hulk, o el nuevo capitán América, el que sea, pero tú no.

—Voy a ir Kate Bishop— dijo Lena con el ceño fruncido, su tono era duro y serio.

—No, Yelena, por favor, no puedo… no puedo quedarme aquí a esperar que vuelvas a salvo…

—Vas a tener que hacerlo, puedes volver a casa, pero no vas a detenerme.

—No, yo ya no… ya no puedo con esto— susurré mientras me abrazaba a mí misma, la ira en los ojos de Yelena era intensa.

—¿A qué te refieres? —preguntó mi rusa alejándose de mí.

—Ya no puedo seguir con esto, quédate, recupérate, quédate conmigo, por favor, te necesito aquí conmigo, por favor Lena, por favor, por favor, por favor, quédate

—¿Y si no lo hago?

—Ya no voy a esperarte, sí… si sales de esta… está habitación, l-lo nuestro… se terminó— dije con un claro temblor en la voz, me estire para tomar su mano, pero ella la alejó.

—Bien, si eso es lo que quieres, si todo lo que hemos vivido no es… tú puedes… mandarlo a la mierda tan fácil, bien por mí, puedes olvidarte de verme— gruño antes de salir de la habitación, la puerta se azotó con fuerza contra el marco y todo dentro dio un salto.

Un sollozo golpeó con fuerza mi pecho, caí de rodillas rompiendo a llorar, llevaba mucho tiempo intentando no derrumbarme y por fin paso.

***

Presente

No debía haber pasado mucho desde que Sonya se fue, un par de minutos, yo me había excusado con que tenía trabajo que terminar para no acompañarla, y eso intente hacer, pero me quede con una mano apoyada a los costados del teclado, mi peso descansaba sobre mis brazos.

 

Observaba el informe que estaba en la pantalla, pero a medida que mi mente fue escapando a ese horrible recuerdo los números fueron perdiendo sentido, en un punto dejar de verlos.

 

Me había hundido tanto en ese recuerdo que la crisis que tuve esa vez empezaba a alcanzarme, no podía moverme, era como si las órdenes de mi cerebro no llegaban a mis músculos.

 

Levante la vista hacia la puerta, esta estaba cerrada, el pitido en mis oídos alejaba todos los sonidos, como si hubiera metido la cabeza en una pecera, a lo lejos podía escuchar bulla, aunque dudaba que fuera real.

 

Las lágrimas caían por mis mejillas hasta el borde de mi rostro y luego al escritorio, podía ver los círculos sobre la madera del escritorio, sentía un temblor en todo mi cuerpo, como si tiritara de frío, pero la calefacción siempre mantenía mi oficina caliente, odiaba el frío, me recordaba mis crisis.

 

El estómago se revolvía amenazando con vaciar todo su interior en lo que tuviera enfrente, mi cuerpo estaba cubierto de una capa de sudor helado, que me hacía tiritar con más fuerza aún, mi boca se abría y cerraba mientras intentaba aspirar aire, pero la forma rápida en que mi pecho se movía hacia arriba y abajo, solo movía el aire por mi cuerpo unos segundos y luego lo echaba.

 

«Necesito ayuda, llama a Josie Kate, ayuda» pensé, no me sentía capaz de hablar, pero según mi experiencia iba a desmayarme, tendría que llamar a alguien.

 

La puerta se abrió de golpe, Yelena había azotado la puerta con fuerza mientras Josie intentaba hacerla entrar en razón, las lágrimas se acumularon en mis ojos, el conflicto en mi interior golpeó mi pecho; sin embargo, esta vez me permití que el deseo de tenerla ganará.

 

—Lena… —dije lo más alto que pude, su rostro palideció borrando todo el rojo de sus mejillas, sus ojos pasaron de mostrar ira a miedo, los labios que se apretaban con fuerza entre sí se separaron.

 

Corrió atravesando la oficina, pasando por encima de una de las butacas que tenía, sus manos rodearon mi cintura sosteniendo mi peso, rodeé su cuello hundiendo mi rostro en su hombro, mis piernas se enredaron entre ellas cuando intente girarme.

 

—Tranquila, tranquila, todo va a estar bien… —me aseguró, ambas terminamos en el suelo, aunque no estoy segura si ella se sentó en este o caímos, me sostenía con fuerza, como si temiera que me iría —Un vaso de agua y una toalla mojada

 

Imagino que le ordenó a Josie, porque pronto escuché sus tacos correr fuera de la oficina, jadeé cuando me faltó el aire, una de sus manos dejo mi cintura para tomar mi mejilla, levantó mi rostro para que la viera.

 

—No, respira, vamos, tú puedes, respira hondo conmigo, tú puedes Kate Bishop— me suplicó antes de respirar exageradamente hondo, intenté seguirla, pero no podía, me desesperé y golpeé el centro de mi pecho como si eso fuera a liberarlo.

 

—No, дыши, детка, дыши[^1]— me dijo atrapando mi puño con su mano, continuó respirando hondo esperando que yo la siguiera.

 

—Aquí tiene— dijo Josie, automáticamente escondí mi rostro en el hombro de Yelena, odiaba que me vieran en este estado, escuché el sonido del vaso al golpear con el escritorio.

 

—Salga, que nadie suba a este piso, nadie, no importa quien sea, déjennos solas— ordenó Lena sosteniendo mi cabeza con delicadeza, acunando mi nuca entre su mano, los tacos alejándose, me indicó que ya estaba segura.

 

Toda mi piel se erizó cuando puso la toalla mojada en mi nuca, un poco de agua bajo por mi espalda, me estremecí por la sensación.

 

—Está fría— me quejé.

 

—Lo sé, lo siento детка,[^2] aguanta un poco— me pidió Lena, movió la toalla por mi nuca, lo que hizo que un poco más de agua escurriera por mi espalda.

 

Volvió a repetir este proceso una y otra vez, la sensación era en todo lo que podía pensar, eso y el olor a whisky y madera impregnado en el cuerpo de la rusa.

 

Suspiré de alivio cuando retiró la toalla de mi nuca, la dejo sobre el escritorio, si mi estado hubiera sido otro le habría recordado lo valioso y delicado que era la madera de la que estaba hecho mi escritorio.

 

Sus manos me tomaron por las mejillas obligándome a ver, sus perfectos ojos verdes resaltaban de su pálida piel, no podía ocultar en su expresión lo asustada y preocupada que estaba.

 

—Lo siento…— susurré, mi voz apenas era audible, como cuando me enfermaba de la garganta y mi voz se perdía en alguna parte de mi garganta.

 

Negó con la cabeza tres veces, acercó mi frente a sus labios para dejar un tierno beso en esta, las lágrimas cayeron por mis mejillas nuevamente, no sabía que necesitaba tanto esto, Yelena cuidándome y haciendo que me sintiera segura.

 

—Lo siento Kate Bishop, perdón— se disculpó, sus brazos rodearon con fuerza mis hombros, volví a ocultar mi rostro en su hombro, la tela de la casaca verde que usaba estaba empapada, pero no podía detener las lágrimas —No quiero hacerte daño, haré lo que me pidas, lo que sea.

 

En ese momento supe que si le pedía que se alejara, lo haría, tanto que no la volvería a ver, la simple idea partió mi corazón, cada vez que le pedía que se alejara, sabía que volvería, hasta cuando rompimos, sabía que sería cosa de tiempo para volver a vernos.

 

—Quiero… —susurré y la duda me detuvo, mi corazón latió confundido. 

 

—Quiero irme a casa— supliqué, ella se quedó en su lugar por unos segundos, por un momento me sentí en la camioneta temblando después de una crisis, otra vez de regreso al pueblo.

 

Paso un brazo por debajo de mis piernas, tardo un poco en acomodarse antes de levantarse, se aseguró de sostenerme, descanse mi cabeza en su hombro y susurré un agradecimiento.

 

—Lo que necesites Kate Bishop.

 

[^1]: Respira cariño, respira

 

[^2]: Cariño