Chapter Text
"No"
Es la respuesta que recibe de parte de Dante cuando le menciona el querer observar sus cacerías, no puede evitar sentirse decepcionado, pero que francamente esperaba recibir esa respuesta de todos modos, sabía desde el principio que no tenía sentido preguntar y a pesar de eso, lo hizo de todos modos, la idea de presenciar una cacería era alentadora.
"Pero", trata de replicar una respuesta convincente, pero nada se le viene a la mente, a menos que quiera decir las diferencias entre la forma de criar de su familia y las de Dante, lo cual no sería justo, su papá una vez le dijo que cada padre cría de diferente manera a sus hijos, no hay dos crianzas iguales, de la misma manera que no hay dos personas iguales, pero eso no significa que no pueda sentirse un tanto descontento.
"Pero nada niño", el hombre por un momento lo mira de manera seria, antes de volver a sonreír y alborotarle el pelo, se queja como siempre y con sus manos trata de alejar la mano más grande de Dante de su pobre cabello "Aún eres joven, espera un año más ¿sí?", resopla de mala gana, pero acepta las palabras del mayor, no tiene sentido discutir algo que ya se da por hecho por ambos "Bien, me alegra que entiendas", y sin más comienzan a caminar, con Dante tarareando alguna canción con un ritmo que nunca ha escuchado.
¿Quizás sean canciones de la tierra natal de Dante?
Caminan uno al lado del otro, incluso cuando entiende las palabras del cazador mayor, no puede evitar sentir molestia por ser tratado como nada más que una especie de molestia menor, por un largo rato no hablan entre ellos, algo extraño en si mismo, pues están acostumbrados a llenar los espacios en blanco con conversaciones triviales, pero esta vez ambos están en su propia mente, pensando más de la cuenta. O al menos él lo es, uno nunca puede estar seguro cuando se trata de alguien como Dante.
La llegada de la noche es avisada por el búho, que canta sus espeluznantes notas, acompañadas con el frío viento nocturno y el crujir de las ramas chocando entre ellas, fuera de esos pequeños detalles la noche está silenciosa, sin que se escuchen los ruidos de otro animal nocturno, pero eso como tal no es ningún signo de alarma, sin embargo, no puede evitar estremecerse de vez en cuando, vivir solo en los bosques después de lo que le sucedió a su familia dejo una marca en todo su ser. Está agradecido de tener al hombre con él, puesto que lo hace más llevadero.
"Parece que hoy es una noche tranquila", asiente de manera distraída, observando sus alrededores, tratando de encontrar alguna animal correteando por ahí, puede escuchar a Dante resoplar ante su típico comportamiento, a diferencia del día, no es tan estúpido como para alejarse del cazador mayor en plena noche, incluso cuando todo parece demasiado tranquilo, todos en su vida siempre le advirtieron que jamás confiara en la apariencia de seguridad que da la noche, sería un error que solo los cazadores tontos y los civiles cometerían.
Y él no es ninguna de las dos cosas.
"¿Deberíamos dormir entonces?", mira al mayor, no dispuesto a admitir su cansancio, sintiendo sus parpados pesados, exigiendo le que cerrase sus ojos y finalmente se tome un descanso, quizás Dante nota su cansancio porque le sonríe con esa sonrisa suya que te dice que sabe más de ti que tú de él, odia cuando los adultos hacen eso.
"Alguien tiene sueño", entona el hombre, con el tono de su voz destinado a sacarlo de quicio "Ahora, ahora, pequeño patito, es hora de irse a la cama", el cazador se detiene y por consiguiente también él, observa al mayor mirar a su alrededor, quizás buscando una zona lo suficientemente nivelada como para descansar al menos un poco cómodos, al final, cansado de observar al mayor buscar una parcela de tierra que se adapte a sus deseos, se sienta en el suelo y se inclina hacia atrás sobre un tronco de árbol, se asegura de mirar fijamente al hombre, dando a entender que no se piensa mover de allí.
Suspirando, casi como siempre cuando se trata de él, el mayor se sienta cerca, apoyándose en su propio tronco de árbol. "Puedes ser un mocoso cuando quieres, ¿lo sabes?", solo se molesta en dignarlo con un resoplido.
Dante niega con la cabeza más, divertido y exasperado por su comportamiento, que enojado o irritado, a veces no puede evitar preguntarse de donde saca paciencia el mayor, debe ser algo heredado de alguno de sus padres, quizás la madre, como suele ser casi siempre o quien sabe, quizás su actual cuidador tenía un padre paciente y sosegado.
Él se queda dormido antes que el de cabello blanco, aunque eso no es ninguna sorpresa, después de todo siempre pasa, aunque a veces finge dormir para ver si el mayor se duerme primero, nunca sucede, siempre es él el que cae rendido ante los brazos del sueño, está casi seguro que Dante sabe cuando finge dormir, pero nunca dice nada, tal vez porque no vale la pena mencionarlo.
Faltan solo unas cuantas horas para su cumpleaños y el mayor está bastante tranquilo, desearía poder decir lo mismo de él, pero por alguna extraña razón la energía ansiosa que lo ha acompañado esta última semana parece haberse desvanecido, dando paso a un cansancio aturdido.
Algo lo despierta inquieto, la luna todavía en lo alto del cielo despejado, mostrando las innumerables estrellas en su oscuridad siempre presente, parpadea confundido, aún somnoliento y con la garganta seca debido a la sed, tiene que pasar un momento para que su aturdimiento se desvanezca y pueda captar todo a su alrededor con mejor ojo, lo primero que nota es la clara falta de Dante a su lado o frente a él, no es nada alarmante, ya que el mayor suele hacer eso a veces, siempre estando en los alrededores. No, lo que lo alarma es el silencio absoluto del bosque que lo rodea.
Eso no suele pasar, ya sea que Dante esté cerca o no, siempre se escucha el ruido de algún animal, por minúsculo que sea, el batir de las alas de un murciélago junto con sus chillidos, el sonido de los búhos y las lechuzas cantando, el mover de los roedores, pero ahora mismo no escucha nada de nada y por mucho que odie admitirlo, incluso para sí mismo, lo asusta y lo pone en alerta, preparando su cuerpo para luchar o huir. Sujeta su látigo con más fuerza de la que cree recordar alguna vez haberlo sostenido.
Porque el silencio total siempre se traduce a criaturas de la noche rondando en sus alrededores.
Y esta vez Dante no parece estar lo suficientemente cerca como para espantarlos con su mera presencia.
Se queda parado donde está, agudizando sus oídos, tratando de escuchar cualquier cosa que suene menos que animal, acordándose de las descripciones del bestiario de su destruido hogar, odia la sensación de sentirse débil, impotente, vulnerable, una presa fácil de tomar para cualquier ser oscuro que quiera venir y darse un festín con él, respira de manera lenta y prolongada, como si tratara de pasar desapercibido ante la amenaza inminente.
No sabe cuánto tiempo pasa antes de que escuche algo resonar en su oído, la respiración agitada, el gruñir inhumano, el crujir de los objetos regados en el suelo. Siente como se le corta el aliento mientras mantiene el látigo que aún no maneja del todo bien en posición, sabe a conciencia que si la criatura es demasiado grande no tendrá ninguna posibilidad, pero incluso sabiendo eso, es un Belmont, no se supone que corra ante el peligro, sino que debe enfrentarlo de frente, para eso nació, está en su sangre y en su herencia.
Lo siente antes de verlo, un ataque saliendo de su derecha, casi agradece los entrenamientos de Dante, el hombre siempre le dice que con los seres sobrenaturales es mejor confiar más en el instinto que en la vista, se mueve con las manos temblando y la respiración acelerada, puede sentirse caer al suelo con poca gracia y la caída de la criatura contra el suelo, es pesada se da cuenta distraídamente.
Se levanta y gira su cuerpo para observar mejor a su atacante, es grande, se da cuenta, cuerpo ancho, anda a cuatro patas y por lo que puede ver es más alto que Dante, erguida la criatura sería el doble de alto que su cuidador actual, la enorme bestia gira sus casi cuatro metros de largo para mirarlo con esos ojos rubí apagado. Esta criatura lo ha fijado como su siguiente comida.
Ambos se miran a los ojos, con todo su cuerpo gritándole que huya, desea hacerlo, pero es consciente de que eso no servirá de mucho, no con el tamaño del ser, lo alcanzaría casi al instante, lo único que puede hacer es quedarse donde está, tratar de aguantar y rezarle a cualquier dios que aún no lo odie que ninguna de esas enormes garrar o dientes llenos de baba se entierren en su piel y carne, eso o que Dante llegue a socorrerlo, que pensándolo mejor es la opción más plausible.
La enorme bestia gris le gruñe mostrando aún más los dientes, caminando a su alrededor como el depredador listo para atacar que es, mantiene fuertemente sostenido su látigo en sus manos, quizás si logra darle en los ojos tenga más oportunidades de sobrevivir a menos claro que no solo dependa de sus ojos para ver. Desearía poder darle un nombre a esta cosa, pero su mente centrada en mantenerse vivo no cree que sea necesario un nombre o una explicación. Eso significaría perder la poca concentración que ha ganado en contra del miedo.
Vuelve a gruñir antes de abalanzar nuevamente su enorme peso sobre mí otra vez, apenas logrando esquivarlo, es más rápido de lo que su enorme cuerpo y torpes extremidades aparentan, respiro de manera profunda tratando de calmar un poco mi corazón desbocado, con el cuerpo temblando me paro firme donde estoy, tiene un cuerpo veloz y ágil para su enorme tamaño, pero por lo que puede observar no es lo mismo con su mente, es tonto, muy tonto. Observa el lugar donde antes estaba parado, casi sorprendido y confundido, como si el hecho de que alguien pudiera esquivarlo fuera imposible.
Golpeo con el látigo lo más rápido y fuerte que pudo a su ojo derecho, doy en el blanco y la criatura profiere un enorme chillido de dolor que hace que sus oídos duelan, pero pone una sonrisa en su rostro de todos modos, es la primera vez que golpea algo más que solo muñecos o árboles. La alegría no duró mucho, la bestia giró su enorme cabeza en su dirección, su ojo dañado chorreando una especie de mucosidad negra y pegajosa, olía asqueroso.
Entonces la bestia grito, abriendo sus fauces en todo su esplendor y produciendo sonidos que por un momento lo dejaron aturdido y sin saber donde era arriba y abajo, pude ver de manera borrosa su lengua morada y larga moverse con su alarido, las manos en los oídos no hacían nada para disminuir su grito enojado, entonces dejo de gritar, pero eso no hizo nada para sacarlo de su aturdimiento, dejándolo con piernas endebles y que no serían de mucha ayuda para esquivar a la enorme y enojada bestia que lo quería muerto.
Así que por supuesto el ser se volvió a lanzar sobre mí, a penas logrando hacerme para atrás, evitando por poco sus garras de color crema que ahora se hundían en el suelo, mientras está tirado en el suelo se arrastra hacia atrás hasta dar contra un árbol, temblando de pies a cabeza, aturdido y con dolor de cabeza no podía hacer mucho más, la estúpida bestia lo miro son su ojo bueno y pareció darse cuenta de que su presa ya no podía luchar porque su postura lucia en más calma, como si ya no necesitara hacer un esfuerzo extra para atraparla.
Quería gruñirle en respuesta, pero eso no produciría ningún cambio, tampoco alargaría su vida más de los trece años, porque estaba seguro de que ya era el día de cumpleaños y lo odiaba, si sobrevive a esto, no cree ser capaz de pensar en su cumpleaños como algo bueno.
Podía sentir a la enorme bestia cernirse sobre mí con su ojo rubí, con la respiración entrecortada, cerré los ojos con fuerza esperando el golpe final a su corta vida, pero en vez de eso escucho un bramido, uno incluso más inhumano y aterrador que los gruñidos de la bestia que intentaba comérselo, el desgarrar de la carne y el crujir de los huesos le siguió después, los chillidos de dolor de la criatura penetraban en su mente de maneras espantosas.
Cuando ya no se escuchó nada más que la respiración acelerada de lo que sea que atacó a la bestia, se arriesgó a abrir los ojos. Lo que observó lo dejó perplejo y paralizado, era Dante, pero al mismo tiempo no era él, no podía ser él. Dante no tenía enormes garras en sus manos, no tenía la piel de un color negro con toques rojos como un río fluyendo por la piel de sus brazos, su rostro un intermedio entre algún ser oscuro y uno humano, su boca mostrando una hilera de afilados dientes y su cabello blanco manchado de la mucosidad negra junto con su abrigo rojo. El pensamiento de que esa prenda ya no tiene arreglo se le pasa por la cabeza como si eso tuviera alguna importancia.
Entonces voltea a verlo, sus ojos rojos mirándolo fijamente, manteniéndolo en su lugar por mucho que quisiera correr y alejarse del hombre que le ha mentido todo este tiempo. ¿Se puede siquiera considerar humano a Dante en este punto?
Dante parece notar su miedo e incertidumbre porque todo lo anterior desaparece dejando paso a su habitual apariencia humana, tratando de formar una sonrisa fácil, pero nada en su postura es relajada, hay tensión en cada fibra de su ser, como si Trevor fuera un animal herido al que hay que acercarse con sumo cuidado.
"Hey niño", son las primeras palabras que escucha después de ese espectáculo, sonaba nervioso o al menos eso es lo que parecía.
Y entonces, en contra de su mejor juicio, corre.
Corre aterrorizado, decepcionado, enojado consigo mismo y con Dante.
Corre, pero no recuerda cuánto.
Solo quiere correr hasta que pueda huir del dolor que florece en su pecho.