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A veces, Gon no sabía qué era el espacio personal.
Bueno, en realidad sí sabía que eran los límites y la burbuja invisible que rodeaba a cada persona. " Espacio personal" , no le molestaba la existencia de aquella regla social… pero era algo difícil de seguir cuando se trataba de Killua.
Se acercaba y se acercaba a Killua, hasta que de repente su cuerpo estaba chocando con el de su amigo y Killua estaba gritándole algo con un sonrojo brillante en su cara.
—¡I-idiota! ¡Me estás aplastando contra la pared! —le gritó una vez mientras iban en un tren a camino a quién sabe dónde.
-¿Oh? A mí me gusta —Gon no se inmutó. Disfrutaba de sentir su rodilla tocando la de Killua, poder ver cómo cada uno tenía sus manos en sus respectivos regazos y que, si se acercara tan sólo un poco, podría unirlas.
Killua bufó, apartó la vista y no volvió a decir algo al respecto. Gon vio el reflejo de su rostro en la ventana, y el paisaje era realmente hermoso; zonas llanas, animales de ganado comiendo de gramas, estructuras de granjas en la lejanía.
Pero Killua se veía más hermoso que eso. Con su mejilla apoyada en su palma y sus ojos entrecerrados, aún con un poco de colorete en sus mejillas.
Miró hacia la ventana el resto del largo viaje.
A veces, Gon reflexionaba sobre algunas cosas confusas.
Hizo reír a Killua, carcajadas y risas nasales. No era estético, aturdió un poco los sentidos desarrollados de Gon, Killua se sostenía el estómago pareciendo al borde del delirio. ¿Podías respirar entre tantas carcajadas?
¡Ni siquiera había dicho algo tan gracioso! Sólo había hecho una pregunta sincera, pero para Killua era algo hilarante.
Killua se reincorporó en un momento, sentado en el suelo de aquella habitación iluminada por la luz solar. Aún con esa sonrisa casi burlona en sus labios—. Gon, eres un idiota —lo estaba insultando pero, ¿Entonces por qué Gon se sintió tan… bien?
Quizás es por esa mirada. La forma en que esos ojos garzos brillan en su dirección, adoptando el tono más azulado que alguna vez tuvo la dicha de presenciar, cómo el mar reflejando el sol mañanero; cómo si pudiera ver a través de su amigo y observar toda la devoción que Killua siente hacia él.
Su amigo estaba sentado al estilo mariposa, su cabello revoltoso cayendo sobre su rostro, sus prendas holgadas arrugadas, sus rasgos filosos y suaves sonriéndole. La luz caía directa en su rostro, sus mechones salvajes pareciendo incluso aún más blancos, la iluminación igualándose al resplandor en sus orbes.
"Killua está brillando " se dijo a sí mismo, hipnotizado.
Es común que Killua lo mire de esa forma. Se había vuelto una costumbre silenciosa, quizás todos lo habían notado menos el mismo Killua.
Gon siempre camina hacia delante, y Killua siempre mira su espalda, y Gon nunca voltea, pero siempre siente esa mirada.
Cuando está muy distraído, riendo o quizás respirando simplemente, puede sentir esa mirada.
—No entiendo, Killua —Gon estaba sentado frente a él. Y llegó a pensar que era un requisito no estar viendo a Killua para obtener esa mirada, pero no era del todo cierto—. ¿Qué es tan gracioso? —Killua llega a mirarlo así incluso en momentos cómo estos, con un contacto visual fuerte y claro entre ambos.
Killua volvió a reír, y Gon no entendió nada pero…
"La risa de Killua es hermosa" , Gon se quedó con ese pensamiento grabado en la mente, de la misma forma en que esos ojos de amor de Killua se quedaron impregnados en su piel.
Esa mirada, Gon reflexionó que, tal vez, Killua brilla más cuando lo está mirando de tal manera.
A veces, sus instintos eran más fuertes que cualquier otra cosa. Bueno, en realidad no " a veces" sino casi todo el tiempo, sin embargo, no era algo tan común sentir instintos hacia Killua.
Al menos no al principio de su amistad.
Era algo extraño. Muchas cosas que explicar, y no tenía las palabras necesarias para hacerse entender con respecto a ninguna. Quizás no era la ausencia de un vocabulario extenso y elaborado, quizás… quizás aún no era capaz de reconocer qué sentía y ya.
Estaban en Isla Ballena. Caminando en el borde de la playa, las olas besando sus tobillos, sus huellas marcándose en la arena húmeda, había gaviotas sobre sus cabezas.
Killua caminaba a su par, recolectando algunas conchas de mar bonitas que veía.
Él estaba encantado por la isla. Y eso acariciaba el alma de Gon, le gustaba que a Killua, alguien tan importante, disfrutará de su hogar.
Killua se puso de cuclillas, enterrando sus dedos en la arena blanca para sacar una caracola bastante peculiar, tenía varios colores en ellas y no se comparaba a las que habían visto antes.
Killua dejó que una ola mojara sus pies y salpicara su espalda, usando el agua salada para limpiar la arena de la caracola.
—¡Es bonita! —Gon se arrodillo a su lado, disfrutando de la cálida agua empapando sus rodillas.
-Si. La más genial que he encontrado hasta ahora —Killua la alzó, dejando que la luz la atravesará, y Gon lo miró.
Había unos pequeños rastros de arena en la mejilla de Killua, al igual que en su ropa. Killua estaba sonriéndole a su tesoro, ignorando un poco al azabache.
Gon extendiendo su mano hacia su amigo. Un acto casi automático, tan rápido que su cerebro no pudo analizar sus propias acciones, simplemente estaba haciendo lo que sabía desde su corazón que tenía que hacer.
Sintió la mirada inquisitiva que le daba su amigo, pero no fue lo suficientemente rápido cómo para impedir que pasara su pulgar por la suciedad de su mejilla, mirando el momento exacto dónde se sonrojaba y sus ojos se abrían en shock.
Fue cómo si el tiempo se detuviera. Los cantos de las gaviotas se callaron, y las charlas muy lejanas de los pescadores se detuvieron al igual que los movimientos de Killua, otra ola los golpeó pero sonó muda.
Gon miró en los ojos de Killua lo más hermoso del mar; su color.
Su piel pálida se sentía suave bajo su tacto, y aunque sólo había hecho aquel movimiento para apartar un poco de arena, mantuvo su mano allí por segundos más de los necesarios.
Killua no la quitó. Abrió su boca pero no salió ningún sonido, Gon no pudo resistirse:
" Killua es tan lindo " , aquel pensamiento lo condenó.
Y Gon se inclinó hacia delante para plantar un beso casto en la punta de su nariz, oyendo el pequeño jadeo de sorpresa.
Duró un segundo, ¿Pero cuánto duró ese segundo? Quizás años. Gon grabó el momento en su mente, lo talló en la base de su conciencia para que nunca olvidará el sabor salado de la piel fría de su mejor amigo.
Cuando se alejó, la cara de Killua era un poema.
—Lo siento —él murmuró, sintiendo nada más un poquito de nervios en su estómago. Pero no demasiados, no había hecho nada malo.
—¿Q-qué fue eso…?
—¡Es que había tierra en tu mejilla!
—¡N-no, idiota! —Killua se echó para atrás y terminó sentado de culo en la arena—: ¡E-ese beso!
—¿No te gustó? —Gon apoyando sus palmas en la arena, al igual que sus rodillas. Miró la expresión abochornada del albino.
-¡Me gustó! ¡Quiero decir no- ¡Yo…! ¿Por qué? —Killua tocó su nariz, incrementando el tono rojizo en sus mejillas.
—Porque… —¿Por qué?—, porque… —no tenía idea—. Pensé que era un buen momento.
¿Por qué? ¿Por qué importaba la razón?
-¿Qué? —Killua se veía aún más confundido, pero no parecía molesto o incómodo.
¿ Por qué lo había hecho? ¿Por qué lo haría de nuevo?
—Olvídalo —Gon se rió, rascando su nuca— fue algo espontáneo. ¡Así que no importa!
Gon se levantó, sacudiendo sus manos sucias en su ropa. Le tendió una mano a Killua, quién lo miraba desde abajo totalmente confundido; cómo si su mente estaría pensando en millas de cosas diferentes simultáneamente.
—Vamos a casa, ¡Hay que mostrarle a Mito-san todas las caracolas que encontraste! —No entendía porque hacía eso, pero no era algo que le preocupara.
Es Gon Freecss, ¡Y Gon Freecss siempre hacía cosas espontáneas y sin razón!
¿Por qué? ¡No necesitaba el porqué de nada!
—Espera —Killua tomó su mano y se levantó.
Gon lo miró, y se quedó en blanco al sentir un leve beso en su mejilla.
Labios fríos tocando su piel cálida, una acción sencilla que sería una marca permanente en su mente.
Duró un segundo. ¿Y cuánto duró ese segundo? Menos de un milisegundo, más corto que un pestañeo, más rápido que el destello de la luz.
No tuvo tiempo de reaccionar ni de decir algo.
Killua dejó a un Gon confundido y sonrojado después de besarlo, adelantándose y caminando muy rápidamente. Casi huyendo de la playa.
¿Por qué?
—¡Ya vamos! —sonaba muy tímido a pesar de estar básicamente gritando. Killua se alejaba con cada paso, con cada segundo en el cual Gon trataba de pensar.
Gon tocó su mejilla, ¿Habrá sido esa una ilusión?
No. Imposible… no podría haber sido algo así.
Empezó a seguir a su amigo, aún con las olas golpeando sus tobillos.
Mirando la espalda del albino con sus ojos encendidos en algo más brillante que el sol elevado en el cielo.
No me importa el porqué.
A veces, Gon olvidaba que ciertas cosas se salían de su control.
Isla Ballena. De nuevo.
Estaban en casa, Mito-san cocinando mientras tarareaba una canción pegadiza. Se movía ágilmente por la cocina, su falda larga meciéndose, moviendo con una cuchara de madera un rico estofado que deleitaba el olfato agudo de su hijo.
Ella chasqueó los dedos, y les dió una orden al par: "¡Vayan a bañarse!", habían estado jugando en el bosque toda la tarde, sus zapatos sucios con lodo y sus camisetas húmedas por el sudor.
Ya se había vuelto costumbre, Killua ya no se sorprendía cuando Gon se apuraba a quitarle su camisa y arrastrarlo hasta el baño. Habían pasado tres semanas desde su llegada y una semana entera desde aquel incidente en la playa del cual no hablaron, incluso cuando Gon pensaba en ello a menudo.
La tina se llenó con agua tibia, y las burbujas de jabón flotaron en el aire, habían algunos pocos juguetes flotando en el agua.
Killua se metió en un chapuzón, una sonrisa felina en su rostro a pesar de tener la mitad superior de su cara cubierta por su flequillo mojado; lucía más larga y más oscura de esta forma.
Gon se sumergió a apenas entró, siendo su pelo también víctima del agua y de la gravedad. Cayó en su frente y en los costados de su cabeza, Killua se rió al verlo, cómo siempre hacía.
¡Gon seguía sin entender qué era tan gracioso!
—Fue divertido —Killua le dijo, comenzando a echarse champú en la cabeza—, jugar en el bosque, quiero decir.
-¡Si! Yo también me divertí —Gon sonriendo. Tomó el pequeño pato amarillo que nadaba, observándolo—. Siempre es divertido jugar con Killua.
—¡Pff! ¡Tonto, no digas esas cosas! —Killua se avergonzó, al igual que siempre, y se encogió en el otro extremo de la tina.
Sus piernas estaban recogidas y su espalda encorvada. Gon también tenía sus rodillas flexionadas, en una postura mucho más relajada.
Miró la piel desnuda de Killua, muy pálida, de apariencia muy suave.
Notó unos extraños relieves, y no tuvo que esforzarse para ver que eran cicatrices: ¿Cómo no lo había notado antes? La pregunta rondó por su mente.
— ¿Qué pasa? —Killua no tardó en darse cuenta de aquella mirada, atrayendo aún más sus piernas a su pecho.
—No me había dado cuenta de tus cicatrices… —pequeñas, otras grandes, en todas partes, extendiéndose por sus clavículas, hombros, cuello y de seguro por todo su cuerpo.
—Oh, sí —Killua se encogió de hombros, echándose agua en la cabeza para quitar el champú de olor a coco— mi familia me torturaba desde que era un bebé, formaba parte de mi entrenamiento cómo asesino.
Killua no se ve deprimido al contarlo, parecía casi indiferente. Eso molestó a Gon, algo dentro de sus costillas se retorció con fastidio, un sabor ácido invadiendo su lengua. ¿Cómo… cómo su familia podría permitir tal barbaridad?
¿Lastimar a este hermoso niño?, ¿Lastimarlo desde sus primeros meses en este mundo?
¿Herirlo de forma tan consecutiva que, después de tanto tiempo sea algo sin importancia?
Gon no puede tolerarlo.
—Killua, ¿Puedo verlas? —Gon ya se estaba acercando a su amigo al finalizar esa pregunta, él se tensó.
—Yo… bueno, supongo. Mientras no hagas ningún comentario estúpido —Killua bajó la mirada, pero extendió los brazos a la dirección del azabache.
Cicatriz. Rodeando sus muñecas. Incluso más pálidas que su propia piel. Algunas parecían muy viejas, casi deshaciéndose cómo un trazo de acuarela difuminado. Otros habían cicatrizado de manera extraña, haciéndose alivia.
Gon tomó uno, delicadamente puso sus dedos alrededor de la muñeca de Killua cómo si fuera de cristal. Y miró la piel lastimada con curiosidad, una curiosidad que se mezclaba con impotencia.
Esto no era justo. ¿Cómo eran capaces? ¿Cómo se atrevían siquiera?
—No es para tanto, Gon —Killua se encogió de hombros de nuevo—. Mis brazos son de lo menos —él bromeó, y… de nuevo, Gon no entendió el chiste.
Su ceño se frunció.
— ¿Qué es lo peor?
—¿Lo peor? —Killua frunció un poco el entrecejo—. Mi espalda, tal vez.
—¿Puedo ver? —Gon sintió algo picar por debajo de su piel, algo que lo molestaba.
—Supongo… —Killua sonó inseguro, pero de todas formas se dio vuelta y mostró su espalda al moreno.
Gon entrecerró sus ojos, atrapando cada detalle con su mirada. La columna vertebral de su amigo sobresalía un poco, aunque ciertamente la contextura de Killua era bastante delgada. Habían muchas, y Killua tenía razón, eran peores por mucho; largas, algunas a la altura de su nuca acabándose en la parte más baja de su espalda. Parecían cortes, ¿latigazos? Podría jurar que algunas, las más pequeñas por comparación eran quemaduras.
¿Cómo se atreven? ¿Cómo se atreven?
¿No sólo lastimarlo sino que, para empeorarlo, dejar estás marcas de por vida?
—Son horribles, ¿no es así? —Killua comentó sarcástico, un dolor agudo comenzando a surgir entre las sílabas de esa frase.
—Todo en Killua es hermoso —Gon lo contradijo, Killua tembló.
—¡G-Gon!
—¡Es cierto, Killua! —Gon exclamó. Todo en Killua era bello, digno de enmarcar en un museo patrimonio nacional de algún país, un patrimonio continental o mejor aún, mundial—. Simplemente… ¡Odio cómo te las hicieron!
Silencio. Y Gon gruñó, su pecho hervía; no era un sentimiento cálido y agradable, cómo ese que a veces aparecía cuando Killua era demasiado Killua, era uno… rabia. Enojo, la impotencia rugiendo en su garganta.
—¡No merecías que te hicieran esto! —Gon puso sus manos sobre la piel, y Killua se estremeció pero no se apartó—. Tú… nunca… ¿Cómo se atreven?, me dan ganas de matarlos.
Más silencio. Y Gon quería oír algo, que Killua le diera la razón, que le confirmara con su propia voz que los odiaba y que estaba bien querer aniquilarlos.
Pasó las yemas de sus dedos por la cicatriz más prominente que resaltaba entre tantas, sintiendo la frialdad en la piel ajena. " Tuvo que haber dolido" analizó para sí mismo.
—Gon, —Killua pronunció su nombre en voz baja—; Hay cosas que salen de tu control.
Killua se volteó unos centímetros, viéndolo por el rabillo de su ojo. Y Gon se quedó helado, sus dedos se apartaron con delicadeza de la espalda del albino.
Gon lo había olvidado. No era algo con lo que estaba acostumbrado, no sabía cómo lidiar con ello.
Las cosas no solían ser tan sencillas. Él no podía controlar todo lo que ocurría en el mundo, cosas horribles pasaban todo el tiempo y eran cosas inevitables, habría ocasiones donde no podría ser el " héroe ".
Hay cosas que se escapan de su control.
¿Cómo podría ser? ¿Por qué el mundo no le permitió salvar a Killua antes?, ¿Cómo es eso qué posiblemente llegue a no salvar a muchos más?
Gon había olvidado esa realidad amarga, y en certeza no lo entendía; ni esa vez, ni tampoco las que vinieron.
Gon no lo entendió.
A veces, Gon no sabía cómo expresarse muy bien.
Le dijo a Killua, a principios de su aventura en Greed Island, que estaba feliz y agradecido por haberlo conocido.
¿Pero Killua realmente lo entendió?
Él quedó en blanco mientras hablaba, sonriéndole. Killua murmuró que era vergonzoso y bajó la mirada, y Gon siguió caminando hacia adelante; sin mirar hacia atrás.
Y no sintió la mirada de Killua en su espalda, acostumbraba bajar la cabeza cuando se sentía avergonzado.
¿Pero lo habrá entendido?
¿Habrá entendido la magnitud de lo que decía?
Sin Killua… si él nunca se hubiera escapado de casa en ese momento, o si lo hubiera hecho pero sin presentarse en el cazador examen, en aquel túnel oscuro dónde eran los únicos dos niños.
Si sus caminos no se hubieran entrelazados, ¿Toda esta búsqueda aún tendría sentido? ¿Estaría caminando dentro de aquel videojuego hecho por y para cazadores ahora mismo?
¿Hubiese ido a entrenar al Coliseo del cielo?, ¿Hubiese pudo ir a aquella subasta?
¿Hubiese pudo escapar de Nobunaga? ¿Acercarse tanto a la Brigada fantasma?
Sin Killua, nada de estas aventuras hubieran sido divertidas. Sin Killua, quizás no hubiera llegado tan lejos. Sin Killua, llegaría a ver cosas fascinantes sin nadie con quién compartirlas.
Fue su primer amigo. La primera persona de su edad con la cual pudo reírse y charlar, jugar y permitirse ser un niño metido en cosas de adultos, el rato y formar un vínculo sólido pasar; una alianza.
Killua es tan genial, es… él es posiblemente la mejor cosa que le ha pasado. Lo ha ayudado en tantos momentos, y siempre se ha quedado a su lado, Killua lo hace sentir muy querido… Gon siente… Gon siente que Killua lo hace brillar.
Potencia su naturaleza.
Killua le hace sentir muchas cosas a Gon, todas buenas, mucha felicidad en su estómago.
Sigue sin tener palabras para explicarlo, abre la boca y no sabe cómo decirlo. Ama a Killua, de eso está seguro.
Lo ama. Cómo nunca ha amado a nadie, no porque no ame a Mito-san o porque no ame a Kurapika y Leorio.
Pero hay algo distinto. Hay barreras entre cada persona que ama, hay leves diferencias que lo cambian todo.
Y con Killua… quiere quedarse a su lado.
Tiene sentido. Después de todo, ¡Killua es su mejor amigo en todo el mundo! Sería extraño no amar a alguien que ocupa tal título.
Pero… no sabe, no sabe si todo esto que siente es sólo por la gran amistad que tienen.
Quiere verlo sonrojarse más y más. Quiere oír sus carcajadas escandalosas o sus risas sutiles. Quiere mirar todos los cielos estrellados que vayan a haber a su lado. Quiere viajar con él por todo el globo terráqueo, de ida y vuelta, a los mismos lugares que ya ha visto ya los desconocidos. Quiere hablar con él y quiere darle mucho dinero para que compre esos chocolates que tanto le gustan; porque Killua sonríe tal y cómo lo haría un gato mientras los ven.
Quiere estar siempre con Killua, que Killua este siempre con él.
Quizás hace algo de lo que hacen los novios, aunque sean sólo amigos. En realidad Gon no piensa mucho en ello, pero no le molestaría tener un poco de ello, al igual que no le importaría no tenerlo nunca, al menos con la mayoría de cosas banales que hacen las parejas.
Besos. Tomarse de las manos. Abrazos más seguidos. Citas románticas. ¡Aunque se podría decir que siempre tiene citas con Killua!, pero no necesariamente románticas, pero las citas son citas ¿No es así?
Habían otras cosas que sí quería.
Poder decir con todo el peso de la palabra que Killua era suyo; moría porque Killua fuera suyo, sólo de él, inflar su pecho de orgullo porque este perfecto chico de cabello plateado era suyo; y él le pertenece en cambio.
Ansiaba tanto unirse a Killua. Matrimonio, ¿Se imagina? Casarse, sería genial. Todos sus amigos reunidos en un mismo lugar, usar esa clase de ropa elegante que se usó para la subasta, comer mucho pastel y compartir anillos.
Comparte toda su vida junto a Killua. Era la encarnación de su mayor sueño hecho un proceso legal celebrado mundialmente con grandes fiestas.
A él le gustaría… aunque estaría bien aún ser amigos. ¿Los amigos no podrían casarse? De no ser así, quizás la promesa que se hicieron en Isla Ballena sería suficiente.
Permanecer juntos para siempre. Sin anillos ni fiesta, ni papeleo ni trajes caros.
Estaría bien. Cualquier cosa estaría bien para Gon, él sólo quiere estar al lado de Killua.
Porque Killua es perfecto para él, ¡Killua es el único para él! ¿ Él lo sabrá ?
¿No ha sido lo suficientemente obvio?, ¿Killua sabrá lo importante que es para él?, ¿Lo perfecto y genial que es a sus ojos?
Ojalá lo sepa. Porque Gon aún no está seguro de cómo ponerlo en palabras, porque todos estos pensamientos siguen sin ser suficientes para expresarlo todo. Pero cuando encuentre una frase más acertada que " Te amo" , no dudará en decirle a Killua.
Aunque espera que, para ese momento que suceda, no sea una sorpresa para Killua. Que no lo mire con ojos desorbitados, cómo si fuera imposible de creer.
Ojalá… ojalá Killua sea consciente y nunca dude de ello, que nunca crea que Gon no lo adora con todo su ser y que no quiere estar a su lado por siempre.
Killua es la única persona con la que pasaría toda su vida a su lado.
A veces, Gon no sabía qué hacer.
Cuando se separó de Killua, sintió que estaba perdiendo una parte importante de sí mismo.
Se sonrieron. Killua se veía contento, ¿Cómo no? Su hermana ahora estaba allí, la dulce y adorable Alluka (Nanika incluida también).
Gon también estaba contento, o eso se supone.
Después de tanto tiempo. Después de tantas aventuras, de explorar selvas, ciudades, videojuegos, después de tanto esfuerzo. A pesar de todo ese entrenamiento arduo, de esos malos ratos… lo había conseguido.
Lo único que tenía que hacer para llegar a su ansiada meta era darse la vuelta y escalar aquel árbol inmenso.
Se había imaginado este momento muchas veces antes. Incluso cuando aún era un inocente niño que se la pasaba jugando en los bosques de Isla Ballena, tuvo fantasías con cómo sería conocer a Ging; el legendario cazador que era su padre (por mala o buena suerte) . ¡E iba a lograrlo!
¡Ya no serían los sueños imaginativos de un pequeño!, ¡Era algo real…!
¿Pero entonces por qué…?
¿ Por qué aquel sentimiento de vacío?
Se estaba extendiendo por todo su pecho, hacía que le costará mantener su sonrisa. Sus ojos brillaron y empezaba a creer que era por la humedad que se acumulaba, esto… esto no se sentía cómo debía.
No había pensado en conocer un solo de Ging desde que era demasiado pequeño cómo para pensar en lo difícil que sería encontrarlo en primer lugar.
Desde que tiene a sus amigos, desde que tiene a Killua sobretodo, había jurado que el albino estaría a su lado para cuándo llegará el momento.
¡Se lo dijo a Bisky! Lo primero que quería hacer al ver a Ging era presentarle a Killua. Hablar maravillas sobre él y hacerlo sonrojar.
Y eso no podrá pasar…
No es culpa de Alluka, no, no- eso jamás. Simplemente… en realidad, en su culpa. Culpa de Gon, consecuencias de sus acciones egoístas que hirieron a su número uno, a su único.
Siempre caminó hacia delante sin voltear hacia atrás. Esa vez no fue una excepción, alzó su mentón y resistió sus ganas de llorar mientras se alejaba.
Esa vez, no sintió la mirada de Killua en su espalda.
Gon estaba confundido. ¿Por qué si estaba caminando, tan cerca de su gran objetivo se sentía así? ¿No era esto lo más importante para él, la meta que sobrepasaba a todo lo demás?
¿Por qué?, ¿Por qué?
Conocer a Ging era lo más importante. Pero no se siente así, si se dejará llevar por sus instintos una vez más… él correría y le suplicaría a Killua que se quedará.
Pero sabe que no tiene el derecho. Así que, en contra de sus sentimientos ya la vez, siguiendo sus deseos, caminó y caminó sin tratar de mirar si Killua se había volteado.
¡A él no le importan los porqués!
Quizás, Killua estaba cansado de ver su espalda.
Una vez, Gon entendió todo.
—Oye, Killua —Tuvo que crecer para ello. Su cuerpo maduró, no de forma grotesca como aquella vez, sino de manera natural y lenta cómo lo sería para cualquier persona.
— ¿Mmh? —Killua no se quedó atrás; con sus ojos más filosos que nunca y su melena albina cayendo hasta sus hombros, sus rasgos joviales siguieron siendo delicados mas no infantiles—, ¿Qué ocurre?
Esa vez, estaban en Isla Ballena de nuevo. Muchos años después de aquella vez en dónde se prometieron bajar el manto lunar permanecer juntos.
—Tardé mucho en entenderlo.
—Entender ¿qué? —estaban en el mismo lugar, en las mismas horas pero siendo personas casi totalmente distintas.
Gon miró a Killua, y apreció lo bello que se veía.
—Que eres todo lo que necesito.
Él se sonrojó—. ¡I-idiota! —De hecho, Killua no había cambiado tanto. Seguía siendo el mismo niño tímido incluso en sus veinte, Gon se echó a reír.
Se arrastró hasta su novio, ya pesar de su vergüenza plantó un beso en su mejilla. Killua bufó, pero no tardó en voltearse y devolver el beso con el mismo cariño.
Le gustaba esto. Le fascinaba pertenecer a Killua, que Killua le perteneciera.
Sus labios se sintieron suaves, había calidez y humedad en aquel beso. Se supone que había durado un segundo, ¿Pero cuánto duró ese segundo? No importa.
Sí, había muchas cosas que no llegó a entender. Pero todo esto era muy claro ahora; Killua no fue lo que siempre quiso, pero sí lo que siempre necesito.
Killua. Todo y cualquier cosa de Killua. Sólo Killua.
¿Por qué?, ¿Por qué?
¿Por qué?
Porque Killua es el único para él, y eso aún no expresa todo lo que siente hacia el joven albino, pero quizás finalmente se está acercando.