Actions

Work Header

Prometelo

Summary:

Después de que James le mostrara los moretones que Richard le dejo, Oliver se vuelve loco y cree que puede hablar con él para hacerlo entrar en razón y evitar un desastre.
Sin importar lo mucho que James le ruegue, no hacer nada estúpido, inicia su búsqueda en la madrugada, topándose con un muy borracho y cachondo Alexander; que lo lleva a la locura, placer, exploración personal (que no quería tener) y meterse en una situación demasiado comprometedora, no solo con él... sino también con Richard.

Que apareció en el momento menos indicado.

O

James descubriendo su sexualidad de una manera poco convencional y cuestionable

Notes:

Primer fic en Ao3
Hice este fanfic a base de una conversación con @Sweetie_Orion y nos terminó gustando tanto que lo publicamos ^^.
Soy escritora beta/ principiante... so go easy on me ^^

No usar esta lectura como guía de nada, esta relación es tóxica ^^

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

(Una pequeña advertencia, no recuerdo muy bien la obra, los escenarios son completamente creados por mi cabecita, o sea que tal vez se parezca, pero son incongruentes y nada, pero nada es Canon)

—Ay, Dios —sujeté sus muñecas y lo atraje hacia mí olvidando la
vergonzosa confusión de un momento atrás. Hematomas de color azul
oscuro intenso manchaba la parte de atrás de sus brazos, todo el camino
hasta sus codos—. James, ¿qué es esto?

—Marcas de dedos.

Solté su brazo izquierdo como si me hubiese electrocutado.
—¿Qué?

—La escena del asesinato —explicó—. Cuando lo apuñale la última vez se puso de rodillas y agarró mis brazos y… bueno.

—¿Ha visto esto?

—Por supuesto que no.

—Tienes que enseñárselo —argumenté—, quizás no se haya dado cuenta
de que te está haciendo daño.

Levantó la vista para lanzarme una mirada de fastidio.
—¿Cuándo fue la última vez que dejaste a alguien marcado así sin darte cuenta?

—Jamás le he dejado una marca así a nadie. Jamás.

—Exacto. Y de haberlo hecho, lo sabrías.

Me percaté de que aún estaba sosteniendo su otra muñeca y la solté
abruptamente. De repente me enfurecí, mi pulso latía suavemente en mis oídos. Quería Provocarle a Richard diez hematomas por cada uno que le había hecho a
James, pero no tenía posibilidades de hacerle daño, no de ese modo y mi
propia ineficacia me enfadaba más que cualquier otra cosa.

—Tienes que contarles a Frederick y Gwendolyn lo que te está haciendo —aconsejé con voz más alta de lo que quería.

—¿Cómo un soplón? —repuso—. No, gracias.
—Solo a Frederick, entonces.

—No.

—¡Tienes que decir algo!

Me empujó para alejarme un paso.

—¡No, Oliver! —Apartó la mirada y la apuntó hacia un rincón vacío de la
habitación—. Has prometido que no dirías nada, así que no lo hagas —sentí una pequeña punzada de dolor, como si algo me hubiera picado.

—Explícame porqué no.

—Porque no le quiero dar la satisfacción —reveló—. Si se entera de con
cuanta facilidad puede hacerme daño, ¿qué hará que se detenga? —Sus ojos
salieron disparados, otra vez a mi cara, un destello gris suplicante e inquieto—. Dejará de hacerlo si cree que no funciona. Así que prométeme que no dirás nada.

Sentí que mis tripas se contrajeron como si alguien me hubiera golpeado. No, no puedo simplemente quedarme con los brazos cruzados viendo como mi mejor amigo es maltratado. Me levanté con un nudo en la garganta y lo volteé a ver, deseando darle la misma mirada que daba—. Iré a hablarle.

— ¿Te has vuelto loco? —saltó de la cama para tomar mi brazo—. ¿Crees que él está en estado para dialogar? ¡Lo hizo a propósito Oliver!

— ¡No puedo dejar que siga haciendo esto! ¿Y si luego lo intenta con Alex o conmigo?

— ¿Y tú qué harías? ¿Le dirás que se “calme” que lea” El rey necesita escuchar a su pueblo”? —bufó mirando hacia abajo—. Nada va a ayudar, ni siquiera lo intentes —él tiene razón, Richard ni siquiera se molestaría en reunirse conmigo pero, no pondré en riesgo tu seguridad por miedo a un amigo. ¿Podría Richard seguir considerándose un amigo?

—Solo relájate, Richard es nuestro amigo James —ni yo me creo esa mentira—. No pasará nada, solo le diré que te lastimó; debe saberlo, ¿no? —vamos James, confía en mí.

—... No creo que te considere su amigo, Oliver —volvió a sentarse en la cama mirándome preocupado, entiendo su preocupación, después de la fiesta de Halloween, yo tampoco confiaría en él.

Pero quiero que esto quede así.

—Voy a hablar con él —aseguré viendo su rostro contraerse en una marca de molestia y angustia—, pero si algo se sale de control, te prometo que saldré corriendo de ahí —metió su rostro entre sus manos claramente intranquilo con la situación

—¿Lo prometes? —terminó diciendo.

—Lo prometo —me las arreglé para sonreír a pesar de la situación. Él sin decir una palabra me abrazó agobiado y yo no tuve la valentía para devolverlo.

—No hagas nada estúpido Oliver —oh amigo, es lo que más voy a hacer.

 

Deje a James dormido en nuestra habitación, después de unas cuantas insistencias de su parte logré encaminarme hacia donde pensaba que estaba Richard.

Aún no entendía qué demonios está mal con él, siempre había sido un estúpido, pero era nuestro amigo, nunca lastimó a nadie y cuando empezó a salir con Meredith, fue un posesivo y patán de mierda.

Tiene derecho a serlo, tiene un porte de Hades, el muy imbécil, él es sexy, tiene unas enormes manos y cuando sonríe de alguna manera lo contagia a otras personas, pero eso no le da derecho a dejarle moretones a James, maldita sea que no.

Llegué al castillo pensando que él probablemente estaría en la biblioteca o en uno de los cuartos repasando sus líneas para la audición de mañana, tenía la manía de que si no estaba con nosotros ensayando, estaría completamente aislado en una habitación.

Aunque últimamente no sé bien dónde podrían estar todos, el grupo ya no es lo que solía ser.

La biblioteca del Castillo era una espaciosa habitación octogonal con paredes cubiertas de estanterías, abarrotada de muebles viejos y ostentosos, donde siempre hacía un calor soñoliento proveniente de una colosal chimenea que ardía casi de forma constante, sin importar la temperatura que hiciera fuera. El reloj en la repisa del hogar tocó las doce y comencé a desesperar, había dado vueltas por todo el lugar y no encontraba a Richard.

¿Dónde diablos se metió? Lo había visto hace unas horas en clase, no podía simplemente desaparecer de la faz de la tierra, no cuando me tomó horas armarme de valor para hablar con él.

Caminaba por el último pasillo que me quedaba por buscar, resignado a tener que pedirle mañana que nos veamos en la salida como un maldito niño de secundaria, cuando escuché un estruendo en una de las habitaciones cerradas. Era de noche, media noche, en un castillo casi que abandonado y estoy solo. Cualquiera se asustaría, pero esto es un internado, probablemente había alguien cogiendo en esa habitación.

Toqué la puerta antes de anunciar mi entrada—. ¿Richard eres tú? —no escuché respuesta, así que entré rezando por ver a quien sea que esté allí medio vestido o completamente vestido—. ¿Quién está aquí? No soy un… —de repente sentí unos labios encima de los míos, alguien me besó duramente tomándome de la cintura, puse mis manos en sus hombros tratando de apartar a la persona. La puerta todavía estaba abierta, pero comenzó a meter sus manos dentro de mi camisa, subiéndola por encima de mi pecho.

Hice mi mano un puño para golpear su hombro, insistiendo en que se alejara, cuando mordió fuertemente mi labio inferior provocando que yo abriera la boca y él —definitivamente era un “él” no podría haber una mujer tan alta— metiera su lengua en mi boca dándome suspiros. Su mano se movió a mi pecho estrujando y amasando con fuerza. Su lengua exploraba toda mi boca lamiendo mis mejillas, por encima y por debajo de mi lengua, sin darme tregua, haciéndome un manojo de nervios, pensé en morderlo, pero estaba demasiado aturdido.

Sus dedos pellizcando mi pezón tirando de él para volver a amasarlo, su otra mano subió lentamente por mi espalda hasta llegar a mi cuello, acariciando desde la raíz hasta mis orejas, siendo delicado y suave, todo lo contrario a la manera en que succionaba mi lengua y tiraba de mi pezón. Se estaba sintiendo demasiado bien para ser un asalto sexual, pero el desgraciado tenía bastante experiencia. Metió su rodilla en medio de mis piernas, presionando la creciente erección en mis pantalones.

Mierda, yo no soy gay, esto pasa cuando tienes demasiada estimulación por todos lados, sobre todo en la boca, así que esta erección era completamente normal.

Él seguía moviendo su pierna, estaba seguro de que si me ponía contra la pared estaría acabado, me violaría o me haría chuparle la polla, de cualquier forma terminaría cediendo a sus deseos, él me lamía los labios y volvió a meter su lengua en mi boca, me chupaba los labios y mordía mientras sus manos y pierna no se quedan quietos. Mis manos dejaron de golpearlo y comenzaron a aferrarse a él, ya no confiaba en mis tambaleantes piernas.

Me había roto el cerebro y no se detenía.

Se mantuvo en esa manera por unos minutos, hasta que yo tenía una erección completamente dura y caliente, fue cuando alejó su cabeza de la mía, mirándome. Mis ojos estaban aguados y con la poca luz lunar que entraba solo veía su rostro borroso.

—Oh, no —dijo alejándose de mí, casi caí de rodillas al suelo, pero logré agarrarme del marco de la puerta, cayendo lentamente al suelo—, oh mierda, Oliver —poco a poco calmé mi respiración para poder ver a mi “agresor”—. Joder amigo, lo siento.

—Cuando alguien entra por una puerta, debes decir “hola” Alex, no chuparle la boca—suspiré gateando a la pared más cercana apoyando mi espalda él.

—Pensé que eras Colin —se justificó riendo y acercándose nuevamente a mí—. Se fue hace como media hora y pensé que había venido por más —se agachó frente mío apoyando sus manos en sus rodillas, mirando directamente mi entrepierna con ojos burlescos; no iba a dejar todo pasar—. ¿Pero qué haces aquí?

—Buscaba a Richard.

—¿Aquí?

—Sí, no lo encontré en su cuarto, ni la biblioteca, ni en el teatro, ni el lago —cerré mis piernas tratando que olvidara el tema. Lo último que quería era un recordatorio de la situación, ya pensaría en eso después. Probablemente en crisis, pero encontrar a Richard era más importante que… lo que sea que fuera esto.

Quizás Alex lo vio en su camino aquí, tengo una pequeña idea de donde pueda estar; después lo obligaría a prometer no hablar de eso con nadie.

— Pues, a menos que quieras follar con él, aquí no lo encontraras.

—¿Qué?

—Aquí solo viene gente que quiere coger —se sentó a mi saldo y sacó un porro del bolsillo con su encendedor favorito—. Por eso estaba con Colin —lo encendió y le dio una fuerte calada, así que estaban follando y drogándose aquí adentro, eso explicaba el olor y las acciones de Alex—, pero si quieres lo busco para que puedas bajar eso —señala mi erección con el cigarro, sonriendo

—Olvídalo, lo buscaré mañana.

Me levanté para irme, pero Alex me sujeto de la cintura, con su puta cabeza a la altura de la misma. Riendo entre dientes-

—Ya, ya, ya era broma, no te esponjes —seguía riendo mirándome desde abajo.

—No juegues —le dije serio empujando su cabeza para alejarlo de mi pantalón escuchando una risa más fuerte de su parte.

—Cálmate, no te la voy a mamar —rio apoyando su mejilla encima de mi miembro medio dormido—. Soy papa casada, pero si quieres puedo darte una mano de amigo —restregó su mejilla encima de mi erección cubierta, haciendo que suelte un quejido—, ¿o es muy gay para ti?

Me mantuve en silencio mientras él esperaba mi respuesta aun moviendo su rostro. No había una respuesta clara, por un lado, me incomodaba que fuera Alex el que hiciera eso, que él me diera una mano, por el otro no quería ni intentarlo, temía que las cosas escalaron a un nivel que definitivamente no llegaría que con Alex y por último, me molestara que siquiera lo estuviera considerando.

A mí no me gustan los hombres… no lo hacían, tampoco es como si me sintiera atraído hacia alguna chica, pero, no es como si estuviera rodeado de ellas, no era tan atractivo, no es que soy feo, pero si me comparan con James y Richard...

Quizás simplemente me concentro en mis amigos y mis estudios, ya después tendré tiempo para tener mi primera vez o en salir con alguna chica… quizás… No me gustaba el sexo y prefiero pasar tiempo con mis compañeros y actuar.

Solo no había tenido el tiempo para pensar en eso.

Solo no había querido pensar en eso.

Estaba tan metido en mis pensamientos que no note que Alex ya me había bajado el pantalón hasta los muslos, fue cuando sentí algo húmedo encima de mi ropa interior que baje la mirada para verlo, sus ojos mostraban travesura pura como un niño a punto de cometer una maldad.

—Alex… no- mph —chupó la cabeza aún por encima de la ropa, llevando sus manos a mi trasero, amasando y apretando como hizo anteriormente con mi pecho.

—Necesitas dejar de pensar tanto —pasó su lengua caliente sobre toda mi extensión, mordiendo el borde del bóxer para bajarlo hasta mis muslos, miro mi pene con una sonrisa—, solo relájate, te gustará.

Y no me pude seguir negando, engulló por completo mi miembro provocando el primer gemido. Entrecierro los ojos por la sensación cálida que envuelve la punta de mi polla, acaricio su cabello suave y sedoso entre mis dedos y frunzo el ceño, él acaricia con la lengua sin dejar de succionar

Eso se siente bien, carajo—. Mmmh… —suspiro cerrando los ojos y acarició su cabello con ambas manos apoyándome en la pared.

Su lengua recorre cada centímetro de mi miembro antes de recibirme en su boca con gusto, sacándome un gemido hondo y bajo. Él me hace gemir desde el principio… es realmente bueno… debe tener mucha experiencia.

Abro los ojos y lo miró, él no parece nada avergonzado a diferencia de mí que tengo la cara ardiendo, pero también noto lo ansioso que está tocando su miembro por encima de la ropa mientras acaricia mi cadera y succiona más fuerte.

Dudo un poco, estoy llegando más lejos que cualquier cosa en mi vida y una vez que lo haga no habrá vuelta atrás, pero supero mi timidez y toco su cabeza para llamar su atención—, qui… quiero… tocar… tocarte también —maldigo mi tartamudez, pero al menos logré decir lo que quería.

Sacó mi miembro de su boca riendo—, qué valiente eres —admitió coqueto mientras se levantaba quedando a mi altura mirándome fijamente haciendo que mis orejas se calienten—. Tan lindo, Oliver, vamos tócame —hundo mi cara en su cuello, suspirando lentamente antes de lamerlo, haciéndolo reír.

Beso detrás de su oreja y lo siento sacar algo de su pantalón, sin prestar mucha atención comienzo a pasar mis brazos por su abdomen, tirando de ella hasta quitarla. Mordí levemente sus clavículas acariciando su miembro por encima de su pantalón mientras él llevaba su mano húmeda y fría a mi trasero. Pegué un brinco abrazándolo por la cintura, saliendo por completo del ambiente.

—N… —me callo apretando los labios, se apartó levemente de mí para ver mi expresión, acariciando mi entrada con dos dedos húmedos, con lo que supongo es lubricante que sacó de su bolsillo.

Este chico es como un bolso de madre. Tiene de todo.

—No te asustes… Te gustará —susurró besando mi boca—. Te gustó que te la chupara, ¿no es cierto? —sonrió coqueto lamiendo mis labios cerrados.

—… Sí —tomé la iniciativa y lo besé ignorando todas las luces rojas en mi cabeza como venía haciendo desde que me entere de los moretones de James; el rio sacándome un jadeo mientras chupa mis labios.

—A mí también me gustó~ —lo miro sonrojado, él continuaba acariciando mi agujero—. Respira para mí, pronto se pondrá interesante — mete lentamente un dedo en mí y me tenso al instante, gimo sorprendido y él sonríe al notar el placer y la sorpresa en mi expresión mientras desliza la punta del dedo por las paredes de mi cavidad presionando suavemente—. ¿No es excitante? — preguntó sobando la cabeza de mi miembro, haciéndome gemir más.

—Ohm… —asiento avergonzado, pues a pesar de ser incómodo, no era doloroso y arqueo mi espalda mientras mueva más su dedo dentro de mí.

—Un poco más profundo… te va a gustar más —besó mi cuello, terminando de introducir un segundo dedo para moverse en forma de tijeras haciéndome estremecer de placer y vergüenza, nunca había estado en una situación así con nadie y la puerta abierta de par en par me provocaba más intensidad al pensar que cualquiera podía verme. Alex se movió de manera extraña en mi interior buscando algo, presionó un punto que me hizo ver estrellas y sacar la lengua en un gemido—. ¿Es aquí? ¿Otra vez, Oliver?

—S-sí.

Me besó de nuevo metiendo la lengua en mi boca y empujó la cadera para frotar su miembro con el mío, no sé en qué momento se bajó los pantalones, pero, sintiendo el placer con cada embestida que me daba con sus dedos me mandaba muy lejos de esa habitación, tanto placer en un simple movimiento. Muerdo mi labio inferior tratando de retener mis gemidos mientras él bajó su cabeza para chupar mis pezones.

—No… tan rápido… ¡Alex!, no —gemí abiertamente olvidándome por completo de la puerta abierta, deslizo mi mano hacia nuestros miembros juntos y comienzo a acariciar ambas cabezas esparciendo todo el pre semen por toda la extensión—. D-despacio —murmuré al borde del orgasmo.

Él obedece mis palabras y mueve sus dedos más despacio dentro, atreviéndose a meter un tercer dedo, dejándome una sensación de ardor placentero que no había sentido nunca.

—Alex… —susurré su nombre, armándome de valor comenzé a mover mi mano más rápido y con la otra sujeté su cabeza para besarlo. Las hormonas ya estaban haciendo efecto, el rastro de licor en su boca parecía drogarme.

«Sí, me gusta esto.» Pensé perdido en el placer, me sentía como en mi primera presentación, solo placer y pensamientos perdidos.

Sonrió, sujetando su cabello, él comienza a mover sus dedos más rápido, presionando con insistencia ese punto en mi interior.

—Mueve más tu lengua… —asentí a su orden moviéndome más rápido, mi mano, mi lengua y de alguna forma mis caderas. Me centro en la humedad y el calor de su boca, apoyando la cabeza en la pared y gimo al sentir como succiona mi lengua con tanta precisión, como si supiera exactamente donde tocar y chupar.

 

Abro los ojos de nuevo, notando el pre- semen, salir del miembro de Alex y mezclarse con el mío, ver como le gustaba tanto a mi compañero me hace sonreír, sospechaba que no estaba tan comprometido como decía, pero no era mi problema.

Nos masturbo más rápido y Alex se aparta ligeramente, notando que estoy a punto, humedece sus labios y se me escapa un gemido alto mientras sigue moviendo sus dedos dentro mío.

—Mgh… —mordí mi labio inferior con fuerza tensando el abdomen y sin poder resistir dibujo una sonrisa de satisfacción al ver mi semen salpicar su panza y vientre bajo—. Ah… —suspiré aliviado y sigo tocándolo con suavidad hasta que llega al orgasmo pocos segundos después, nunca había visto a alguien eyacular y ver a Alex, un amigo tan cercano, se siente bien, fue un ambiente cómodo, aunque me sentí avergonzado.

Me gustó. Aun si él está tan drogado que no lo recordará mañana.

—Es mucho…. — susurra riendo tomando una parte de la sábana de piso para limpiar sus manos y nuestras partes bajas—, ¿hace mucho que no te masturbas?

—Cállate idiota —reí para después lanzarme a abrazarlo, una vez que estábamos “limpios” el río, devolviéndome el abrazo, dándome besos en la mejilla

—Estás más relajado, ¿verdad? —acarició mis cabellos dejando que las hormonas de la felicidad volvieran a la normalidad lentamente.

—Sí, gracias —dije sin pensar, completamente tranquilo, riendo con él—, pero después me ayudaras con mi crisis adolescente puberto —Alex soltó una gran carcajada.

—Sí, te ayudaré con tu pánico gay —estuve a punto de responderle, pero volvió a besarme, para callarme—. Vi a Richard en el bosque cerca del lago —dejo otro beso en mi boca abierta—, está cerca de los dormitorios, deberías buscar allí —sonrió dejando un beso en frente después de acomodar mi ropa—. Espero que se repita ~ —agitó su mano relajado sonriendo sugestivamente.

Bufé cansando apoyando mi cabeza en su hombro mientras él apagaba el porro que quedó encendido en el piso.

—Lo buscaré mañana —cerré mis ojos un momento relajado antes de que la crisis llegara a mí, aceptar el que me gustó que un hombre, mi amigo hombre, me manoseara y me provocara un orgasmo con sus dedos, el que no encontré a Richard y probable maltrate a alguien en el ensayo de mañana, James va a estar feliz de que no lo encuentre y ahora voy a tener un folla-amigo con Alex. Porque, puede que no sea gay, pero definitivamente repetiré este encuentro si me lo pide.

Porque soy su amigo.

De repente Alex me abrazó fuertemente sujetando mi cabeza mientras daba unos pasos así atrás, como si tratara de protegerme o esconderme de algo. El rio sin gracia, mirando fijamente la puerta, tambaleándose un poco. Oh, mierda, alguien nos vio.

Sentí mi cuerpo ponerse pesado junto con mi respiración, empecé a hiperventilarme y a temblar como loco. ¿Si era James o Gwen o peor un profesor? No podría con la vergüenza, me mataría, me mataré si es alguien que conozco.

—No tienes que buscarme, ya estoy aquí —la potente voz de Richard resonó en toda la habitación “vacía” en la que estábamos y mi cuerpo se congeló. Ninguno soltó una palabra después de eso, estaba tan paralizado que no sabía qué decir, cómo actuar o moverme.

Salir corriendo del cuarto no era opción, me atraparía antes de salir y tampoco podía abandonar de esa manera a Alex, no después de lo que pasó, esconderme para siempre entre sus brazos, era una buena opción, pero teníamos casi el mismo tamaño, nos separará fácilmente; así que, solo quedaba confrontarlo, tragar la humillación y lo que viniera con ella. Solo esperaba que Alex no me abandonara.

Escucho sus pisadas en la madera del piso, acercándose a nosotros, sin decir una palabra, hasta que su respiración estaba encima de mi cabeza, como un maldito acosador en el tren, pero no puedo reclamarle nada. Cualquier palabra que salga de mi boca será usada en mi contra.

Con una fuerza inhumana, me separó fuertemente de Alex haciendo que él caiga de golpe en el suelo y a mí me sujete de los hombros contra su pecho; acercó su boca a mi oído y susurró—. Me estabas buscando, ¿no? Pues aquí me tienes, habla conmigo ahora que no soy amable o… —le dio una gran lamida a mi oreja causando me estremeciera de miedo y nervios—. ¿Quieres que le cuente a todos como sonabas hace un rato?

Se me sale el aire de los pulmones y mi corazón late rápidamente tratando de buscar una solución para los acontecimientos tan aleatorios que me pasaron en una sola madrugada.

Pero Alex decidió salvarme otra vez con su humor tan único.

—Wow, Richard —se levanta limpiando la parte trasera de sus pantalones, recogiendo sus pertenencias del suelo, dejando únicamente el lubricante… ¿Por qué mierda?—, eso fue, muy, pero muy, gay de tu parte —palmeó mi hombro dejando un condón en el suelo junto al lubricante—. Ahora entiendo porqué me dejaste tocarte, je, je, je, qué pícaro eres —rio al ver mis mejillas sonrojadas y escuché un fuerte gruñido de Richard.

—Lárgate, Alex — Alex solo rio dejando la habitación, no sin antes cerrar la puerta.

Después de unos minutos me soltó,se sentó en una de las sillas con pupitre delante de él, esperando a que yo hiciera algo.

¿Pero qué putas voy a hacer? ¿No pudo aparecer hace una hora que lo buscaba? ¿No? Tenía que aparecer justo cuando acababa de pasar por el momento más placentero y raro de mi vida.

 

Maldito Alex.
Me mantuve en silencio mirando la pared, imaginando que él pudo quitarme la virginidad aquí mismo, pero, en cambio, decidió ser un buen amigo, dándome la oportunidad de perderla en una cama. Aun sabiendo que yo estaría dispuesto a abrir las piernas aquí.

Supongo que es un drogadicto considerado… un poco.

El silencio se mantiene, pero por la mirada de Richard puedo deducir que esta durará poco, me estremezco y recuperó el aliento, preparándome para levantar la cabeza y toparme con la mirada fija y burlesca del tipo más malvado que conozco.

—Gimes como una puta, muy lindo, Oliver… —Richard sonríe apoyando las piernas en el pupitre delante de él, con su cuerpo apenas a medio metro de mí. Su mirada perversa y su sonrisa me hacen estremecer, sorprendido.

—N-no le digas a nadie — supliqué sintiendo las manos temblar.

—Mmmh… —suspira, cínico—. ¿Qué debería hacer? Tengo tantas ganas de contárselo a todo el mundo… a Meredith, Gwen, a Colin… a James —rio cuando pronunció su nombre, como un maldito villano—. Casi tantas como las que tengo de me suplique por ello.

—¡Jamás haré eso! –

—Bien, por mí –aprieto los puños, maldiciendo y él ríe, moviendo un poco la silla en la que estaba sentado.

¡No! ¿Por qué? Yo solo quería ayudar a James.

—No dirás nada —lo señalé amenazante—, o, yo… y-yo le diré a los profesores que lastimaste a James en el ensayo —tartamudeé a mi pesar, sabía que esto le perjudica, pero, no tanto como a mí. Al menos podría usar esto en su contra.

Frunció un poco su ceño, pero se recuperó bastante rápido y sonrió más grande—. ¿Me estabas buscando para proteger a tu príncipe? —rio fuertemente sujetando su estómago—. ¿Ese era tu gran plan?

Me siento humillado y mi rostro se sonroja hasta las orejas, pero decido no dejarme influenciar por mis ridículos sentimientos y confrontarlo, por el bien de James—. No deberías hacer eso, dice mucho, te di como actor lastimar a los demás… — tomé una fuerte respiración y traté de calmar mi voz temblorosa— Quiere decir que no tienes control de tus emociones, no eres capaz de hacer las cosas bien — di unos pasos hacia él tratando de lucir más intimidante, pero, su mirada penetrante me hizo parar—, y… quien quiere contratar… a un actor… que no controla… s-s-sus emociones —bajé la cabeza con un sudor frío en la frente.

No podía verlo, definitivamente no podía verlo.

El ambiente se hizo pesado, estaba claro que no le gusto mi afirmación. No se movía, ni decía nada, solo me miraba, me sentí igual que cuando mi padre iba a regañarme, cuando le dije que iba a estudiar actuación por primera vez, la dominación en su mirada, lo firme en su postura a pesar de su pose relajada; no dejaban oportunidad a convencer, yo sabía que no iba a salir ileso desde que salí de mi habitación, pero esto era otro nivel opresión.

—Ven aquí — soltó moviendo sus dedos hacia mí para luego encorvarlos hacia él, como si llamara a un perro… como si yo fuera un perro… su maldito perro.

—No, gracias, estoy bien aquí —balanceo mi cuerpo de un lado a otro, fingiendo inocencia y tratando de tranquilizar mi corazón.

—Ven aquí —repite rápidamente perdiendo la paciencia.

—No hace falta cercanía para tener una conversación —no estoy tratando de convencerlo, solo quiero un poco de tiempo antes de mi muerte.

—Mira… no tengo paciencia para esto —mordió su labio moviendo sus piernas con clara impaciencia—, vienes ahora, que te lo pido amablemente, o te juro por Shakespeare, que lo te voy a hacer, te dolerá aún más.

—Interesante, aun si voy a las “buenas” me dolerá igual —rio sin gracia ante mi pensamiento.

—Ahora sí que te va a doler, ven ya —apretó sus puños dejando que se marquen las venas un poco, en una clara señal de que estaba por prender los estribos.

—Solo si prometes que no le dirás a nadie y que nunca más vas a lastimar a James —caminé hacia él, estirando las manos para apretar sus hombros y tirar de él, acercando su rostro al mío—. Júralo.

Me pongo frente de él, haciendo que baje sus pies del pupitre, ni siquiera se molestó en levantarse de la silla, así quedo entre la mesa y sus piernas despreocupadamente abiertas.

Mi instinto me dice que debería preocuparme por la sonrisa burlona que me mostró, pero necesitaba que me lo prometiera, que me jurara que nunca iba a volver a lastimar a James, no me importaba lo que pasara conmigo, pero… él no merecía pasar por esto.

—Fuu… —suspiró con su típica sonrisa juguetona en los labios—, alto ahí, creo que hable claro… —sonríe tan cruel como siempre—, quiero oírlo de tu linda boquita, Marks…

Maldigo tragando las ganas de clavar mi puno en su cara; sabiendo que no podré aguantar los golpes de su parte.

—Por favor… —susurró temblando de coraje— no le digas a nadie… p-por favor.

Él rio con suavidad solo para después quedar en silencio unos segundos.

—No fui específico, lo siento —se acerca, levantándose y yo me alejo quedando contra el escritorio en el que estaba apoyando sus pies—, quiero que supliques de una manera más humillante, más específico, más vulnerable —susurra en mi oído tomándome por sorpresa, rozando mi cabello con su nariz.

Miro a la nada por encima de su hombro, temblando y niego despacio, cada vez más avergonzado. Me siento lentamente en el escritorio conforme me va empujando a ello y cierro los ojos cuando se acerca más.

No mierda… no quiero hacerlo.

—Sé que sabes de qué hablo, Oliver —sonríe subiendo una mano para desechar el botón de mis pantalones—, puedes pedirlo bien, ¿cierto?

Bajo lentamente la cabeza, sorprendido y avergonzado. ¿Realmente quiere que me quite el pantalón y le ruegue de espaldas? ¿No era Alex el gay?

No debo… soy un maldito hombre, no debo rebajarme a esto.

El cuerpo musculoso y atlético de mi supuesto amigo se presiona contra mí mientras maquino a toda velocidad que debería hacer.

Luego imagino a James con más moretones en su cuerpo, a toda la clase, toda la universidad, sabiendo que me dejé tocar aquí mismo, en el pasillo del “rapidín”.

Me niego…

Trago grueso y doy media vuelta lentamente, miró por encima de mi hombro a Richard y sonríe, se sienta despacio en la silla y maldigo, tan avergonzado que preferiría morir a esto.

Pero no puedo morir si James se convertirá en el mejor actor de América y nunca más tendrá que preocuparse por los “descuidos” de Richard. Sí, todo valdrá la pena al final.

Termino de abrir mi pantalón y él silba suavemente cuando lo bajó junto con la ropa interior y lo miro molesto por encima del hombro, sintiendo la cara tan caliente que podría explotar. Llevo ambas manos a mis nalgas, para provocarlo más y quizás, asustarlo, para que me deje en paz, para que quede complacido.

—Richard, p-por favor… —susurró haciendo una voz inocente para pronunciar su nombre y apaciguar un poco su mal genio.

Él me mira a los ojos, me quedé pasmado, ni la primera vez que leí “Romeo y Julieta” quedé tan estupefacto, por ello aguanto mi propia sorpresa cuando se sonroja ligeramente. No sabía que podía hacer ese tipo de expresión… se ve muy… como ese maldito villano que tanto odias por ser un desgraciado, pero en el fondo amas solo leer como es, como se comporta. El muy descarado tiene la indecencia de bajar la mirada despacio y me avergüenza notar que está fija en mi intimidad.

Levanta despacio las manos y las apoya en mis nalgas, yo apoyo las mías en el escritorio y miró fijamente la madera esperando que esto pase rápido, pero aun así siento los fluidos del lubricante por el interior de mis muslos mientras el calor ardiente que dejó Alex entre mis piernas se termina de estancar en mi vientre.

Noto como separa mis nalgas con suavidad y cierro los ojos soltando un suspiro alto cuando sus labios besan mi nalga izquierda. Él rie suspirando directamente en mi agujero, siento como se aleja y pienso que terminó, pero, el primer golpe en mi muslo me hace gemir sorprendido. El segundo en mi nalga me saca el aire y el tercero me cristalizó los ojos. Las nalgadas continuaron llegando sin tiempo para descansar, sentí mi piel comenzar a hormiguear y pequeñas lágrimas escapan de mis ojos sin consentimiento. Lo peor es que seguía golpeando un solo lado sin detenerse.

—N-No… Ugh… ¡Pa-para! —supliqué en medio de un jadeo, cuando él decide seguir con el otro lado—. ¡Aaah! —no supe cuánto tiempo pasó, pero, mis piernas no dejaba de temblar, mis ojos estaban llorosos y mis mejillas rojas de la vergüenza. Mis glúteos me dan cosquillas, me picaban y ardían mientras él continuaba golpeándolos sin parar. Le supliqué tanto que había comenzado a babear—. Por favor…. Déjame ir —dejé la vergüenza de un lado y comencé a llorar sin límite—. Richard… por favor… te lo suplico… no sigas… buaaaa —bajé la cabeza y me tapé los ojos con las manos; sintiendo las lágrimas caer en ellas.

Las grandes manos de Richard acariciaron lentamente mi espalda y mis hombros, dándome un ligero masaje, sin decir una palabra. En un tonto intento de consuelo.

Comenzó a dejar fugaces besos en mi espalda y terminó apoyando su cabeza en mi hombro—. Deja de llorar… solo te golpeé un poco, marica —él no tenía el más mínimo derecho de llamarme así, no después de esto—, aparte, aún no termino

—¿Qué…? —pregunté tratando de levantarme del pupitre, pero terminé siendo empujando hacia adelante, provocando que ambos cayéramos hacia delante; sino fuera por buenos reflejos de Richard, habríamos terminado en el suelo. Él logró sujetar mi cuello con su brazo y por el muslo con la otra mano; una pose demasiado extraña, pero evitó que nos diéramos de lleno contra el suelo—. ¡Ahg! —apretó el agarre en mi cuello tratando de estabilizarse.

Cosa que no le fue tan bien, ambos fuimos hacia atrás cayendo —por suerte del guión— encima de un colchón viejo completamente sentados… y obviamente mi trasero tenía que quedar sobre su entrepierna.

«La vida me odia» pensé poniendo mis ojos en blanco.

—¡Ah! —gritamos al caer para después quedar en completo silencio. De alguna manera sentía cierto morbo por el hecho de que yo estaba medio desnudo y él completamente vestido. Me recordó a las novelas literarias eróticas, donde hay juegos de dominación, látigos, esposas, vendas en los ojos y boca, nalgadas…

Analicé un poco la situación en que me encontraba, él me estaba manipulando para cumplir con su promesa, me bajó los pantalones para “humillarme” y después me nalgueó hasta el punto de hacerme llorar para posteriormente consolarme… ¿Richard me está usando para cumplir una fantasía? Quizás solo estoy exagerando, estoy pensando de más y solo es un maldito idiota con sexualidad dudosa.

—Quítate la ropa —bueno,tal vez no tan dudosa.

—¿Por qué? —pregunté con la voz aún llorosa.

—“Porque el rey lo ordena”, además no quieres que el príncipe se entere de esto —cerré los puños hasta que las uñas se me clavaron en las palmas de las manos, mis ojos volvieron a humedecerse ante la impotencia de la situación, pero no me deje manipular, exhalé sonoramente antes de decir.

—¿Le dirás a Meredith que se te puso dura por nalguearme? —apretó el brazo en mi cuello, golpeó mi estómago sacándome el aire por unos segundos, mientras literalmente rompió mi camisa para quitarla. Con sus piernas pateó mis pantalones y bóxer, dejándome completamente desnudo, mientras apretaba más mi cuello, asfixiándome. Está actuando como un animal porque se menciona a su noviecita.

Volvió a golpear mi estómago provocando unas lágrimas de dolor—. ¿Te crees muy valiente, Oliver? —soltó mi cuello por unos momentos dejándome respirar—. Te sientes muy hombre, ¿no? —cuando pude recuperar el aire, volvió a sujetarme con más fuerza haciéndome chillar, sobre todo al escucharlo desabrochar su cinturón con una sola maldita mano, ¿cómo putas hizo eso? Mi vida peligra en este momento—. Vamos a ver cuanto dura el show —rápidamente me amarró los brazos en la espalda con el cinturón, gracias a esto caí de cara en el colchón, con las piernas abiertas hacia él—. Sabes, tienes un agujero muy lindo, Oliver, casi como el de una mujer —susurra mi nombre apretando mis nalgas maltratadas—, se ve tan bonito y apretado que me da pena saber que lo voy a aflojar de lo duro que voy a cogerte.

¡Dios mío, qué mierda!

Me atraganto con mi propia saliva y él ríe levantando un poco mi pecho para que pueda respirar mejor en la cama.

—¡Pero qué mierda estás diciendo! —le grito avergonzado y confundido—. ¿No eras tu muy heterosexual? ¿No que eras muy hombre? —me sentía demasiado alterado, todo mi cuerpo temblaba, esto ya era una de sus malditas bromas, era un tema demasiado serio.

¡Yo no quiero esto con él!

¡Jamás con Richard!

Yo quería… yo quiero hacerlo… con…

—Richard, por favor no lo hagas —supliqué con mi corazón en la garganta y el miedo subiendo por mi espina dorsal— haré todo lo que quieras, pero no hagas esto. —las lágrimas bajaron por mis mejillas cuando sentí que vertía el bote de lubricante en mi entrada, ignorando mis plegarias—. Por favor… yo nunca lo he hecho… nunca lo intente… no quiero esto… Rich por favor —intenté llegar a él usando el viejo apodo que le habíamos puesto en el primer año universitario.

—¿No quieres? —respondió burlón metiendo un dedo de golpe en mi interior provocando que grite de la sorpresa—, pero no te vi negándote a Alex, estabas muy contento hace un rato Oliver, ¿qué cambio? —sin dar tregua metió un segundo dedo moviéndolo en tijeras dándome otra nalgada.

Tú… Tú no eres Alex… ni James.

Eso cambió.

Movía sus dedos más rápido dentro mío, sin buscar el punto que me hizo delirar, solo me preparaba, debería estar feliz de que está buscando lastimarme lo “menos posible”. Él seguía azotando sin parar, estaba seguro de que tendría moretones después de esto, pero no podía permitir que él tomara mi primera vez. No de esta manera.

—Richard, por favor, no lo hagas —me moví sobre mis rodillas tratando de huir de él, pero me sujetó del cabello tirando hacia atrás justo cuando metió el tercer dedo —. ¡Agh! ¡Richard por favor! ¡Te lo suplico!

—¿Por qué eres tan negativo? —tiró de mí hasta que mis muslos estuvieran contra los suyos—. Es porque no soy él, ¿verdad? —rio cínico embistiendo con su mano—. Vamos dilo, di que lo quieres a él —torció su muñeca logrando tocar aquel lugar, sentí un escalofrío correr a través de mi cuerpo, ya sea por placer, por miedo o ambos, realmente no estaba seguro—. Di su nombre, di que lo amas, admítelo y te dejaré ir —acarició unas veces más ese lugar, hasta que solté un jadeo, rio y retiró lentamente sus dedos; esperando mi respuesta.

No, yo no amo a James.

Él es mi mejor amigo, yo nunca podría sentir algo más que amistad y admiración por él, es un hombre, un gran hombre, yo quiero ser como él, acompañarlo siempre en todas sus facetas y ser siempre el “extra” de su historia.

Y aunque Richard tuviera razón, yo jamás tendría una oportunidad con él, quien estaba destinado a terminar con una hermosa chica, siendo uno de los mejores actores del país y yo…. Yo solo podría apoyarlo en su camino, siendo únicamente su mejor amigo, deseando un tipo de cariño que él jamás me dará.

Decirlo no va a cambiar nada.

Así que es mejor decir—. Haz lo que quieras —morder la lengua y soportar el viaje.

Él soltó una risa vacía, no dando méritos a lo que acaba de escuchar, pero aún se bajó los pantalones, restregando su miembro cubierto en mi húmedo agujero—. Prefieres que te folle antes de decir que está enamorado del principito —rio fingiendo embestidas apretando más mi cabello—. Wow, Oliver, creí que eras más inteligente.

—Aunque dijera algo no me dejarás ir —gemí cuando su polla caliente se apoyó entre mis nalgas, mi respiración se volvió irregular y sentí como las lágrimas volvía a mis ojos, esto realmente iba a pasar, en este lugar… oculto de todos los demás, como un secreto.

—Claro que no, eres mi amigo y soy un hombre de palabra —acarició levemente mi cintura presionando su miembro en mi agujero sin meterlo realmente, jugando con mi ansiedad y esparciendo todo su pre-semen en él—. Si lo hubieras dicho, te dejaría ir ileso.

—Pero le hubieras dicho a todos lo de Alex, ¿no?

Detuvo sus movimientos un segundo, para echarse a reír fuertemente—. Me conoces bien, Oliver —apoyó su cuerpo encima del mío, cubriéndome por completo, en otra situación me sentiría cómodo con eso, pero estoy completamente aterrado. Chupó fuertemente mi oreja y movió su mano de mi cintura a mi pecho apretando y acariciando mi pezón—. ¿No vas a tratar de detenerme? Hace un rato lo intentabas con fuerza —meneó su cabeza contra la mía, suspirando en mi oído, haciendo que me estremezca.

 

Decido no hablarle más, me concentro en todos los lugares que él toca, la mano que sujeta firme mi cabeza a cierta altura de colchón, su cadera meneándose contra mí, su mano apretando mi pecho y su boca en mi cuello, lamiendo y mordiendo con esmero. Si fuera otra situación, si tuviera otros motivos, quizás esta situación sería más placentera para mí; mi miembro estaba medio duro y algo mojado por el exceso de lubricante que usó Richard, y para qué mentir, la idea de estar debajo de alguien me encantaba.

Ser casi que aplastado por otro hombre, estando a su merced, me gusta, pero faltaba la plena confianza que medio sentí con Alex, pero poder disfrutar más de este encuentro. Comienzo a gemir suavemente imaginando que es otra persona la que me está tocando, que esas pesadas manos son de alguien más, que la boca que succiona la parte posterior de mi cuello dejándome claros chupetones… es de alguien más.

—¿En qué piensas, Oliver? —mete lentamente la punta de su pene haciendo pegue un chillido asustado—. Oh, ya sé, estabas pensando en tu príncipe, ¿verdad? —da una gran lamida por toda mi espalda, moviendo lentamente su cadera para después sacar su miembro, jugando con el manojo de nervios que era—. ¿Quieres que actúe como él? —tú jamás serás él—, debería tocarte más tiernamente no? –soltó mi cabello y llevó ambas manos a mi pecho jalando suavemente de mi pezón.

—N-no lo hagas —rio burlón masajeando mi pecho—. Yo no tengo tetas Richard

—Cierto, pero eres tan sensible como… —no terminó la oración apropósito, lamió mi cuello para probar su punto—, pero James no te tocaría como a una chica —bajó su mano derecha por mi panza hasta llegar a la pelvis, donde tocó fugazmente con la punta sus dedos la base de mi miembro, dándome escalofríos—, el príncipe jamás trataría a su secuaz como a la princesa —movió su mano hasta la cabeza de mi pene donde acarició con la palma de su mano—, porque su princesa no tiene una maldita polla, Oliver.

 

–Oh, mierda —maldije en voz alta, ¿cómo eso se sentía mil veces mejor que mi propia mano? Y entonces Richard apretó la punta con su dedo—, por favor —susurré.

Él comenzó a deslizar su mano hacia arriba y hacia abajo, enrollándola en un puño húmedo alrededor de mi polla. Acariciando hasta la base y volviendo a subir con un giro en la cabeza. De vuelta abajo. Tan jodidamente despacio. Demasiado despacio, demasiado suave.

—¿Te gusta verdad?, así es como te tocaría James —chupó nuevamente mi oreja, dándome ganas de decirle que chupara mi polla mejor, pero me mordí la lengua cuando su mano apretó más fuerte mientras establece un ritmo más rápido.

Abajo, arriba, giro, abajo, arriba, giro.

Cada vez que Richard llegaba a la piel sensible debajo de la cabeza de mi miembro, gemía en éxtasis y ese pequeño giro que daba con la mano era increíble. Podía sentir el orgasmo crecer dentro de mí. El hormigueo en mis bolas. Era demasiado bueno, se sentía tan bien, no debería sentirse así, maldigo a mi cuerpo por ser tan sucesible al placer. Tiró fuertemente de mi pezón haciendo que gima más fuerte.

Acunó suavemente mis bolas, dándoles un suave apretón mientras el puño bombeaba furiosamente y el orgasmo estuvo a punto de explotar, mi polla temblaba en excitación y el pre-semen fluía espesamente de la punta, pero Richard detuvo todos sus movimientos soltando su agarre y dejando que caiga al colchón de cara.

Todo mi cuerpo temblaba y volteé mi cara molesta porque se había detenido.

—Tú… ¿Por qué? –susurré con dificultad, la punta de mi verga rozaba superficialmente la cama. Casi no podía verlo bien por la posición en la que me encontraba, pero estaba seguro de que él sonreía.

—Hay algo que siempre quise hacer con una mujer —sus palmas frías calmaron la carne roja de mi culo, era un alivio helado que necesitaba. Con una mano en cada nalga, me abrió y sentí su mirada directamente en mi intimidad. Joder, eso fue excitante—. Meredith nunca me dejó darle este tipo de beso.

—¿Richard? –exhalé inseguro.

—Shhh, está bien, solo te estoy besando —y con eso se volvió hacia la nalga izquierda y le dio una larga lamida—, para que te sientas mejor –me agarré con fuerza al cinturón

Richard sopló y lamió mi nalga derecha antes de dar un fuerte mordisco. Dejándome seguramente una marca y yo gemí profundamente desde mi garganta.

Mis muslos habían empezado a temblar y mi agujero se apretaba y luego se relajaba con anticipación. Él no lo haría realmente o ¿sí?—. ¿Sabes que no tienes ni un pelo aquí? Ya sabía que eras un lampiño, pero no creí que tanto—, volvió a morder mi otra nalga—. Eres todo rosado, desde tu pene hasta aquí… me gusta eso —pasó la lengua por el lugar más privado que tengo.

—¡Oh, puta mierda! —grité con las caderas temblando. Richard clavó sus dedos en ella, sujetándome.

—Dije que lo besaría para hacerlo sentir mejor —susurró dando otra lamida—. ¿No te gusta? —¿gustar? Era demasiado raro, una sensación que nunca en mi vida había experimentado, pero ya estaba al borde del orgasmo, así que definitivamente me gustaba.

Pero no se lo iba a decir… al menos no todavía

Richard me dio una nalgada, exigiendo claramente una respuesta y me eché a reír, ya debería saber que no tengo voz en mi opinión—. Sí, me gusta.

—Buen chico —Richard se inclinó hacia delante de nuevo, lamiendo mi agujero, lamiendo como un cono de helado. Luego comenzó a girar su lengua alrededor de mi abertura, relajando mis músculos hasta que su lengua pudo penetrar.

—Ah, carajo —gemí balanceando mis caderas sin poder evitarlo, queriendo más contacto—. Tan bueno… ¿Cómo es tan bueno? —Mis neuronas debieron haber ido de vacaciones, porque no tengo ni la menor idea de como dije eso. Sus dedos se presionaron más fuerte en mis caderas, parece que está dispuesto a dejarme lleno de marcas… sus marcas. Acercó su mano para acariciar mi verga y de inmediato gemí, empujándome hacia el húmedo agarre. Volví a enterrar mi cabeza en el colchón y mis manos apretaron el cinturón, en busca de seguridad, de algo que me mantenga en la realidad. Richard lamió a lo largo de mi pliegue, hablando directamente a él.

—Ábrete más, separa tus piernas –mi cuerpo se movió por su cuenta, ignorando como de costumbre las luces rojas en mi cabeza. Necesito venirme… lo necesito. Suspiré tembloroso y luego me estiré hacia atrás y valientemente separé mis piernas, exponiéndome a Richard.

Esta vez Richard gruñó, fue el gruñido más sexy que he oído, maldita voz grave que tiene, me está haciendo un amarre—. Tan jodidamente sexy —él se zambulló, lamiendo y mordisqueando con pasión, dándome abundante placer y gemidos que no paraban de salir. Su mano bombeaba al mismo ritmo que su lengua, entraba y salía, entraba y salía. Volví a sentir el mismo cosquilleo en el vientre, moví mis caderas en una tonta señal de que no parara, así que él aceleró el paso aún más.

—¡Oh, joder, joder, joder! —maldije justo antes de disparar mi carga, todo mi cuerpo atormentado con mi orgasmo, mis muslos temblando. Richard siguió lamiendo y bombeando, ordeñándome por todo lo que valía. Gemí un poco más fuerte cuando ya no salía nada de mi interior, pero él continuaba masturbándome—. ¡Ri-ri-richard! Para, para… — pero él continuó lamiendo y moviendo su mano hasta que obtuve milagrosamente una “segunda” erección.

Por fin me solté y sentí como comenzaba a presionar su miembro contra mi entrada.

—Richard… espera —me moví hacia delante buscando una tregua—, por favor, escucha —clavó sus manos en mi cintura, movía mis caderas contra su verga frotando nuestras intimidades entre sí— Richard, por fa-

—¡Qué! –gritó claramente frustrado con la situación—. Tú ya te viniste, me toca a mí, ¿qué putas quieres?

—Quiero que me prometas algo —mi voz tembló y traté de concentrarme, su pene caliente y húmedo encima de mí no ayudaba—, a cambio… de tomar mi primera vez… debes prometerme algo-

—¿Qué? ¿Eres una niña? —se burló de mí, pero no me importa, no debo olvidar porque estoy aquí—. ¿Qué quieres que te prometa, secuaz?

Cierto, eso es lo que soy… un secuaz y por eso—. Promete que mantendrás el secreto y nunca volverás a lastimar a James —actuaré de esta manera para que el príncipe sea victorioso; aunque eso acabe conmigo.

Haré un trato con el villano.

—Esas son dos cosas —rio colocando su miembro en mi entrada—. Así que debes darme dos orgasmos para poder cumplirlas —maldito hijo de p…—, si lo haces no tocaré a tu principito

—Bien, maldito villano —solté tratando de ser burlista como él, pero solo conseguí una gran carcajada de su parte.

— Así es… soy el maldito villano —palmeó más fuerte mi nalga—. Y sabes que los villanos siempre consiguen lo que quieres de los secuaces, así que toma aire y prepárate… porque aunque llores no voy a parar —trago saliva al darme cuenta del problema en que me he metido.

Ay, no, no estoy listo.

—Yo…—me muevo lentamente hacia atrás y él sujeta mi tobillo—. Es que no puedo-

—Cállate —me levanta entre sus brazos y me siento pequeño al estar contra su cuerpo vestido, caliente y sudoroso. Creo que nunca conocí a alguien tan grande como él; su pene se siente tan grande y caliente en mi entrada que no he dejado de temblar.

De alguna manera, se siente bien…

Apoyo mi cabeza en su hombro para no caer nuevamente de cara contra el colchón, sintiendo su respiración en mi cuello y lo caliente que está todo su cuerpo. Sentí tanta vergüenza que traté de esconder mi rostro allí mismo.

—Eres tímido — sonríe golpeando suavemente su mejilla con mi frente.

—Esto… s-se siente tan raro… — jadeo sintiendo mi piel picar solo con su roce.

Yo no suelo tocar a la gente. Menos así.

—Vas a tener que acostumbrarte —dice con firmeza, levantando mis muslos hasta que choquen levemente con mi panza.

¿Por qué debería acostumbrarme? Esto nunca jamás se va a repetir. JA -MÁS.

Se inclina despacio a morder mi cuello, sintiendo una sonrisa en sus labios húmedos. Ya ni siquiera me asusto cuando hace el amargo de penetrarme y lo hace con una lentitud, colocándome como él quiere, abro mi boca esperando un sonido y clavo mis dedos en las palmas, sintiéndolo entrar.

Dios mío…

Richard gime, apretando entre sus brazos y muerde mi hombro. Yo me dejo caer completamente en su pecho, despacio sorprendido.

Duele y al mismo tiempo no.

Al principio siento mi propio interior tirante e incómodo, él, en cambio, parece encantado con la sensación y me permito mirarlo fijamente mientras gime, sujetando mi cintura. Su enorme pecho sube y baja con pesadez y el sudor se desliza por su frente. La sensación es invasiva y placentera al mismo tiempo. Me muevo ligeramente y no puedo evitar sentirme complacido cuando él gime, encantado.

Le gusta…

—Oliver —susurra tirando de mí hacia él con firmeza y arrancándome un grito de sorpresa. Me acomodo un chakra—. Te sientes bien aquí —Gime con un acento marcado y con la voz alterada—, eres muy suave… suave y caliente.

Cierro los ojos, gimiendo inevitablemente mientras se mueve despacio, pellizcando con las manos y mordiendo—. Oh, mierda —siseó ante el ardor y el estiramiento que me provoca.

De un momento a otro, Richard envolvió su brazo libre alrededor de mi cuello, tirando de él más fuerte mientras se deslizaba hacia afuera. Gemí cuando entró de golpe con una solo embestida. Esa mierda me saco el aire.

—¿Estás bien? —preguntó con una voz entrecortada.

Me mordí el labio, asustándome solo por un segundo, pero lo quería. Quería que esto terminara lo antes posible para poder volver a mi cuarto y fingir que esto nunca pasó. Si él lo quería duro, rudo y rápido que así fuera. Así que apreté mi trasero, provocándole un gruñido, dándole la respuesta que quería.

Richard se retiró y se estampó de nuevo. Sus embestidas profundas, sus bolas golpeando contra mi culo. Su mano izquierda se mantuvo sosteniendo mi muslo y la derecha sujetaba mi cuello firmemente. Yo era casi tan alto como él, pero siempre que estaba a su lado me hacía sentir pequeño, pero en ese momento, me sentí completamente dominado por el villano.

Me escuché a mí mismo gruñir y gemir, tomándolo todo, disfrutándolo. Richard me mordía la nuca y eché mi cabeza hacia atrás, dejando que me embistiera más fuerte.

—Eso es, tómalo, buen chico —dijo con cada furioso empuje. Follándome más duro que nunca. Tan malditamente bueno. Se supone que hacía esto por el bien de James, por su seguridad, pero es tan placentero. Saqué la lengua de mi boca en algún punto, soltando monosílabas y balbuceos incoherentes… ahora entendía a cada chica que quería acostarse con él.

Y entonces sentí la mano de Richard apretarse en mi cuello, haciéndome voltear los ojos, sus dedos se clavaron aún más fuerte en mis muslos mientras él venía—. Ah, joder, joder, joder —maldijo y sentí como estaba llenado mi culo, se sentía tan caliente y viscoso en mi interior, apreté mis músculos y me corrí por el simple hecho de sentir su semen dentro mío, que vergüenza. Tomé cada gota de él hasta que nos desplazamos en el colchón.

Le tomó algunas respiraciones para recuperarse y luego salió de repente de mí, abriéndome las nalgas y lamió mi agujero.

—Oh, Zeus –prácticamente gemí de placer, eso era tan sucio, un placer tan sucio. Extendió su mano para acariciar mi verga, increíblemente media dura y chillé por la sobre estimulación—. No, para, no puedo más.

Lamió más mi entrada dándole una suave mordida a los pliegues—. No me importa —dijo besando y chupando mientras volvía a mover su mano.

Mis gemidos quedaban ocultos contra el colchón, tenía la mayor estimulación en toda mi vida; no volveré a masturbarme en semanas.

—Date vuelta sobre tu espalda, piernas abiertas —soltó alejándose un poco de mí, sin saber de dónde sacaré la fuerza para darme vuelta, me puse de rodillas y me lancé hacia mi izquierda, quedando boca arriba, después abrí lentamente mis piernas temblorosas, viendo la sonrisa en su boca. Mis manos están completamente dormidas por el agarre del cinturón, el acostarme encima de ellas me dio una especie de choques eléctricos muy dolorosos.

—Incluso tu pene está temblando, todo tu cuerpo es un marica, cobarde —no tienes el puto derecho de decirme eso, imbécil. Agarró el lubricante, vertió un poco sobre su verga, sobre mi agujero y metió un dedo.

Me sacudo y gemí respirando de manera rápida. Me dio una fuerte nalgada, luego otra y luego empujó dentro. Pegué un fuerte grito arqueando mi espalda, dejando entrar a Richard y siseó ante la quemadura. Él me dio una pausa, dejando que me acostumbre por un momento—. Buen chico —dijo acariciando mi cabello y limpiando unas cuantas lágrimas de mi mejilla.

Me gusta ese halago.

Se inclinó y chupó uno de mis pezones, dándole una ligera mordida–. Toma mi polla —gemí tembloroso. Empujó más dentro de mí, entonces Richard sujetó mis muslos, se apoyó y comenzó a golpear contra mí.

Era más duro, más profundo que la primera ronda, pero me gusta más esta posición, podía ver su rostro, el sudor en su frente y el ceño fruncido, sus ojos brillaban cada vez que mi interior se apretaba. Se ve más sexy que nunca y sus ligeros gemidos me hacían saber lo mucho que le gustaba.

Richard suena mil veces mejor gimiendo que hablando.

El colchón rechinaba y se movía con cada embestida, comenzó a follarme en contraste al movimiento de la cama, golpeándome mientras me balanceaba hacia él. Mi polla saltó tratando de recuperarse, pero no importaba. Mi próstata estaba siendo maltratada y no podía dejar de gemir, haciéndole saber a Richard que me sentía tan malditamente bien, casi demasiado.

Movió su mano a mi espalda y soltó el agarre en mis manos, moviéndolas por encima de la cabeza, siento un hormigueo por todo mi brazo, no siendo capaz de moverlas por lo entumecidas que estaban. No sé cómo voy a salir de esta habitación cuando todo termine. Tiró el cinturón en alguna parte de la habitación y se quitó la camisa, enrollándola para después ponerla debajo de mis caderas.

—Me gusta —soltó de repente haciéndome sonrojar por su repentina confesión.

—Sí… lo sé, pero ya no más, Rich estoy cansado —trato de mover las manos para apoyarlas en su pecho —. ¿Tú no estás cansado?

Miro mis piernas bien abiertas y negó despacio… ay no.

—No —puso su mano en mi boca, penetrando con fuerza—, mgh… quiero ir más profundo.

Jadeo, echando la cabeza hacia atrás, gimiendo en su mano— es tan suave adentro —masculló, apretando mis mejillas y embistiendo con más fuerza, sonriendo al llegar más profundo que la vez anterior—. Joder, es tan bueno, Oliver.

Me arqueo con un grito y se detiene, adentro. Me mira en silencio mientras jadeo, dejando salir quejidos suaves. El maldito se está burlando de mí.

Empuja con fuerza de nuevo y el colchón hace un ruido al chocar contra el suelo y chillo contra su mano, sollozando entre gemidos. Se mueve directamente en mi próstata insistentemente, jadeo de placer y me corro con un lloriqueo temblando de manera inexplicable.

Quita su mano de mi boca y respiro hondo, perdiendo aire por mí solo—. Richard, detente —vuelve a poner su mano en mi boca y se lleva un dedo de la otra a los labios.

—Shh… tranquilo —acaricia mi vientre con delicadeza y de alguna manera me calma poco a poco. Apoya las manos en el colchón y empuja, esta vez con más calma. Dándome una tregua para que me tranquilice y no me desmaye de golpe.

A pesar de que intentó ir lento, sigo sollozando y suplicando entre gemidos subidos de tono. Tomó una de mis manos y la llevó a mis muslos, incitando a que las sujetes; lo hago con los brazos menos adormecidos que antes, clavando las uñas porque no confiaba en mi fuerza.
Él miraba mi cintura y mis uñas clavadas en mis muslos—. Lindo… —susurró para sí—. ¿Por qué intentas parecer rudo? —susurró en mi pecho besando mis pezones—. Aunque me agrada que seas tan mezquino.

Se desliza dentro y fuera de mí, cada vez más rápido y los fluidos comienzan a salpicar, empapando todo. Aprieto los labios, gimiendo agudo al sentir su miembro deslizarse dentro mío, lo caliente y pesado que estaba en mi interior, me tomaba desprevenido—. Se siente tan bien —murmuré mientras aprieto mis muslos.

—Quiero hacerlo más veces, no solo una —súplica, mordiendo sus labios.

— Tú dijiste que solo dos… dos veces —sollozo clavando mis uñas en sus hombros, acercándolo más a mí.

—Quiero follarte más —susurra en mi oído haciéndome perder el control con su voz tan grave, tan profunda—. Te llevaré al límite —apoyó las manos en el colchón y mueve la cadera a una velocidad que ni siquiera creía posible hace cinco minutos, sacudiendo todo con violencia.

Lo recibo a duras penas, con la cordura bailando en un hilo y dejé de hacer ruidos por unos momentos hasta que se detiene, jadeando para descansar los músculos un momento. Dejé escapar un quejido, apretándome y él mira hacia abajo sorprendido.

—¿Te duele? –susurra moviéndose despacio.

–No —lagrimeo jadeando confundido— sigue.

Me mira, pero me siento en otra dimensión, creo que lo nota y comienza a estar centrado en mis reacciones y sigue moviéndose, lento y profundo.

—Oye, vuelve a la tierra, mírame.

–Déjame tranquilo —rio entrecortadamente, sintiéndome drogado— estoy… en las sensacio.

—Qué sensación ni qué mierda, mírame a mí.

—Vete a la mierda.

Embiste con fuerza y aprieta mi pene con una mano para impedir que me corra, presionando la punta con el pulgar.

—Oye —susurra divertido—. Eres un poco arisco y malhablado.

—No soy un gato. Déjame tranquilo- ¡Mgh! —me arqueo y suspiro, cada vez más alterado.

—Tomate esto en serio, quiero coger.

—Vete a la mierda —sujeta mis muslos y me hace girar. Presiona mi cabeza contra el colchón y muerdo mi camisa furioso.

—No vamos a discutir ahora, espera a que termine —aprieta mi cabello con su puño y me da otra nalgada. Se estremece cuando lo aprieto con rabia y vuelve a golpearme.

—Joder —solo moviéndome desesperando—, termina ya,

—¿Te quieres correr? ¿Tan pronto? —susurra sujetando mi cintura. Me muerde la nuca descaradamente y vuelve a moverse, cada vez más rápido, más errático, más desesperado. Suspiro aliviado cuando me corro con un gemido, alterado, él aún se movía, a través de mi orgasmo, sobre estimulando.

Hasta que cinco minutos después eyacula dentro de mí, apretando mi cabello fuertemente, sujetándome debajo de él. Siento su sudor caer en mi espalda mientras su pecho sube y baja entrecortadamente.

Cierro lentamente los ojos, sintiéndome repentina y completamente agotado. Vaya noche. Richard se levanta, saliendo de mi interior y lo miro guardar su pene y subir su pantalón apropiadamente. Recoge su cinturón y su camisa mirándome desde arriba.

Suspiro sabiendo que probablemente diría una estupidez y se largue, dejándome aquí hecho mierda, Como a todas sus citas de una noche.

No me importa… mientras cumpla sus promesas.

Todo estará bien.

Intento apoyarme en mis brazos para sentarme en el colchón, tiemblan demasiado y me duelen las muñecas, pero logró hacerlo sentándome sobre mis talones. Mi culo arde demasiado y estoy segura de que mi pene está roto, nunca me había venido tantas veces en una sola noche.

Miro la pequeña ventana que alumbraba el cierto, notando que la luna aún estaba en lo alto del cielo, por lo que aún tenía tiempo de arrástrame hacia mi cuarto. Quizás ir a tomar un baño antes y olvidarme de todo, no quiero ir a clases, no quiero ver a James.

Mis mejillas se humedecieron rápidamente y dejé salir unos hipidos temblando en ese colchón viejo y sucio.

Me sentía tan estúpido, tan usado, tan…

—No llores, maricón —levanté la mirada al escuchar a Richard delante de mí, sollozando uso mi camisa para limpiar mi abdomen.

Lloré más fuerte cuando limpió mis piernas y trasero, poniéndome suavemente el bóxer que tenía, pero qué idiota más bruto, ¿por qué me trataba tan bien? ¿Qué clase de maldito villano era? Siguió limpiando con mi camisa rota, ignorando mis lamentos y lloriqueos; cuando término me puso su camisa que me llegaba a la parte superior de los muslos y dejaba salir mi clavícula.

—¿Por… por quéé? —¿Por qué estás siendo amable? ¿Por qué me cuidas después de lo que hiciste? ¿Por qué has cambiado tanto estos días? ¿Por qué las cosas no son como antes?

Richard… ¿Siquiera soy un amigo para ti?

—Deja de llorar —dijo acomodando mi cabello—. No me gusta verte así… eres más fuerte que eso.

Grité, soltando más lágrimas, estirando mis manos hacia él, totalmente desolado y devastado—. Rich, ¿por qué? —él rodó los ojos al verme así, pero me acunó en sus brazos meciéndose levemente—, yo no quería que fuera de este modo.

—¿No? —rio sin gracia limpiando mis lágrimas con sus dedos—. ¿No lo has disfrutado? —susurró besando mi frente.

Oh… es la primera vez que me besa en el rostro.

—Sí, pero —no sabía cómo explicarle el vacío que sentía en mi corazón, como si faltara algo—. No sé… me duele todo —no se sentía correcto, pero a la vez me sentía satisfecho, era tan raro, ni yo me entendía.

El rio alejándose de mí, dejándome en el colchón, lo miré recoger mis cosas del suelo y enrollarlas en una sola, recogió el lubricante vacío y lo tiró por la ventana, haciéndome reír levemente.

—¿Te sientes mejor? —preguntó tomándome de la cintura, alzándome como un puto bebe. Me aferré a él como un koala a su madre, puso su mano en mi espalda y la otra con mis cosas la apoyó en mi trasero.

—No… aún me duele todo —dijo poniendo mi cabeza en el hueco de su cuello, sintiéndome repentinamente con sueño.

—Tengo la solución para eso —comenzó a caminar, saliendo de aquella aula abandonada, pasando por los mismos pasillos para llegar a los cuartos masculinos de la facultad.

—¿Qué? —doblamos en una esquina para llegar a las escaleras de la biblioteca.

—Una ducha helada, crema para dolor muscular, ungüento de moretones —soltó bajando las escaleras rápidamente para sacarme varios jadeo y gemidos de dolor—. Y un pedazo de pastel para celebrar que ya no eres una niña virgen.

—Tú… ¡Maldito idiota! —le grité escuchando una gran carcajada de su parte. Sonreí quedándome en silencio un momento, cuando llegamos al bosque viendo que el cielo estaba más claro en señal de que muy pronto iba a amanecer—. Vas a mantener tus promesas, ¿verdad?

—Soy hombre de palabra —dijo sencillo—. No le diré a nadie y no tocaré al principito —soltó dándome una suave nalgada o comparación con las otras. Suspiré cansado de discutir con él, dejándome llevar por una extraña tranquilidad.
Con los ojos pesados solté algo que quizás en mis cinco sentidos nunca le diría—. Me gustó, aunque fue con segundas intenciones, me gustó —apreté mis brazos en su cuello sintiendo mis orejas arder.

—Claro que te gustó, lo hiciste con el villano—alardeó acomodándome en sus brazos—. A todos les gusta estar conmigo.

—Maldito imbécil —suspiré durmiendo en los brazos del villano.

—A mí también, Olí.

 

—Todos, tomaos diez minutos —ordenó Gwendolyn al resto de nosotros
—. A la mierda, tomaos quince. Haremos la pausa ahora. Idos.

Los de segundo y tercero fueron los primeros en irse, salieron del
auditorio de dos en dos y murmurando entre sí. Sentí que Alexander
merodeaba detrás de mí y respiré hondo para calmarme.

—Camilo, ¿puedes ir a asegurarte de que esté bien? —le pidió
Gwendolyn. Él asintió y salió por el fondo del escenario. Ahora ella sé
dirigió hacia Richard—: Ve y discúlpate con ella —ordenó—. Si vuelves a
hacer algo así, que Dios me ayude, haré que Oliver se aprenda tus líneas y
tú verás la obra desde la primera fila el día del estreno.

—Lo siento.

—No te disculpes conmigo —respondió Gwendolyn, pero su ira ya
estaba diluyendo para volverse exasperación.

Richard asintió —casi de forma sumisa— y observó mientras ella volvía
caminando lentamente hacia el fondo del teatro. No fue hasta que se dio
media vuelta que se percató de que el resto de nosotros estábamos parados
allí y lo mirábamos enfurecidos.

—Uy, relajaos —dijo—. No le he hecho daño de verdad. Solo está
enfadada.

A mi lado, James cerró sus puños con tanta fuerza que sus brazos
temblaban. Yo pasaba el peso de mi cuerpo de un pie a otro. Alexander se inclinó hacia adelante, listo para interponerse entre nosotros dos y Richard, de ser necesario.

—Por el amor de Dios —soltó cuando nadie habló—. Todos sabéis lo
dramática que es.

—¡Richard! —exclamó Wren. Parecía arrepentido, pero solo un instante.

—¿En serio? —preguntó—. ¿Debo disculparme también con todos vosotros?

Suspiré tembloroso, sintiendo como la ira de todos se me pegaba, mira a las chicas irse hacia donde había ido Meredith, probablemente a cuidarla.

Wren lo miró furiosa, para después alejarse dejándonos solos.

Richard sorbió por la nariz, luego nos habló a James, Alexander y a mí:
—. ¿Algo más?

—No —respondió Alexander—, creo que ella lo ha dicho todo —nos lanzó una mirada de advertencia a mí y a James, mirándome más tiempo del que pensé para sonreír coqueto antes de salir por los bastidores, revolviendo ya sus bolsillos en busca de papel de fumar.

Cierto, aún no he hablado con él de… eso.

A pesar de estar enojado, sentí mis orejas calentarse por su obvia insinuación.

Lo había estado evitando, desde que me la chupo, a él y a Colín. Mi rostro ardía en vergüenza con solo pensar que pronto no podré huir de él.

Solo quedamos tres. James, Richard y yo. Pólvora, fuego, detonador.

Richard y James se miraron a los ojos por un momento, como si yo no estuviese allí, pero ninguno habló. El silencio entre ellos era inestable, precario. Esperé mientras me preguntaba cómo terminaría, todos mis músculos en tensión bajo mi piel por temor a que todo se fuera a la mierda.

Finalmente, James le mostró una pequeña sonrisa a Richard —un mezquino destello de victoria— luego dio media vuelta y siguió los pasos de Alexander.

Los ojos de Richard se posaron sobre mí y pensé que podría fulminarme
ahí mismo, pero después suspiró, acariciando mi cabello suavemente, luciendo derrotado de repente.

Richard…

—¿Ya estás mejor? —me preguntó en un susurro, haciéndome sentir confundido, poco a poco el enojo salió de mi cuerpo, así que simplemente asentí dejándome mimar.

—Me… curaste bien —murmuré mirándolo a los ojos. Nos quedamos unos minutos en silencio, él bajó su mano a mi mejilla, viendo mis labios directamente.

—Me alegra —pegó su frente a la mía, cerrando los ojos, luciendo cansado, pero de qué ¿Qué le había pasado?

No habíamos hablado en privado desde la noche que estuvimos juntos.

Él me cuidó literalmente todo el día, no podía moverme y tuvo que llevarme a la enfermería, con la excusa de que me caí de las escaleras. Me dieron una pastilla para el dolor y una crema para los moretones… y mordidas.

Recuerdo que se rio durante horas por lo mucho que me regañó la enfermera y yo solo lo maldije. Fue el mejor día que había tenido con él, a solas. Comimos pizza con cervezas y miramos comedias todo el tiempo… hasta que llegó la noche y él se fue a su habitación, dándome un beso en la frente.

Me sentí muy bien en sus brazos y para qué mentir, también un poco seguro.

En los brazos del villano, no del príncipe.

Había pasado una semana desde eso. Todo volvió a ser como antes. Seguía siendo un patán con todos, aunque los primeros días se había calmado un poco, James no volvió con moretones y en los ensayos se portaba más serio que nunca.

Pero todo se fue a la miera hoy.

¿Qué rayos pasó? ¿Y por qué lastimaría a Meredith? Es su novia, no entiendo.

Quise decirle algo, preguntar si estaba bien, que había pasado y… ¿Por qué? ¿Por qué eran tan…? ¿Por qué estaba tan enojado?

—Todavía no empieces a memorizar mis líneas —soltó y me dejó solo sobre el escenario. Me quedé en silencio. Inmóvil. En mi propia opinión, inútil. Un detonador sin fuego y sin nada que encender. Mi corazón pesaba repentinamente en mi pecho.

Entendiendo un poco, porque lo llamé villano.

Fin <3

Notes:

Espero que les haya gustado y nos vemos en la próxima <3