Chapter Text
—Entonces... le dijiste que no.
—Así es.
—¿Y estas bien con eso?
—Bastante bien en realidad.
Y era así, sentía que un peso se iba de su cuerpo, habia cargado con sentimientos negativos hacia Ginny durante demasiado tiempo, ahora tiene la certeza de que todo está claro entre ambos y van a poder avanzar.
Ahora Draco y Harry estaban juntos en un parque de niños cercano a la libreria, se sentaron en los columpios mientras Harry le explicaba al rubio lo que habia sucedido en San Mungo tras el nacimiento de Rose.
—Eres un inconsiente—Le comentó Draco pero tenia una media sonrisa—has arruinado mi secuela de tu historia, una donde te casas con Ginebra y tienen tres hijos con nombres de gente muerta.—Harry se rie por esto aunque no estaba tan alejado de la verdad.
—Oh vamos, no es tan malo rememorar a la gente que quisiste.
—Si pero los niños siempre cargarán con la memoria de esa persona. Mi segundo nombre es Lucius y el tuyo es James—Hizo una mueca sobre eso—Si pudiera me cambiaria el nombre completo.
—¿Ah si? ¿Como te llamarias entonces?
—No sé, siempre me gustó en nombre Scorpius. Pero en realidad me gusta llamarme Draco.
—A mi también me gusta tu nombre. Ron estaba equivocado, no es gracioso, es interesante.—Los ojos de Draco se abrieron ante esto—pero claro, eras un niño idiota y desagradable así que nunca lo dije en voz alta.
—Ah—Sus mejillas estaban rojas, ¿tal vez hacia mucho calor? no lo sabía. Estaba a punto de levantarse para volver a la libreria cuando alguien empezó a caminar hacia ellos. Iba a preguntar quien era cuando vio como el rostro de Draco se ponía totalmente palido.
Cuando estuvo a dos metros de ellos Harry lo pudo ver bien. Era un hombre unos centimetros más alto que él, con el cabello negro, mandibula cuadrada, hombros anchos y ojos castaños. Harry no pudo evitar pensar que se parecian mucho.
—Draco.
—Nathaniel. —La voz de Draco era fria, casi impersonal mientras se miraban. Harry solo movía la cebeza de uno al otro, sin comprender.
—Veo que tienes un nuevo amigo.
—Es Harry, mi antiguo compañero de la escuela—Nathaniel miró a Harry de arriba a abajo con cierto desagrado.
—¿El chico con el que te peleabas en el internado al que fuiste?
—Así es.
—¿Y ustedes...
—Me está ayudando en la libreria, por las epocas escolares. Aunque claro, eso a ti no te incumbe.
—Ósea que sigues libre.
—Para ti no. —Siseó Draco con los ojos entrecerrados. —Lo dejé claro más de una vez en el pasado.
—Aún no lo superas.
—Y tú a mí, por lo que veo—Se quedaron en silencio, retandose el uno al otro. Draco tenía una mirada endurecida pero sus manos temblaban un poco en las cuerdas del columpio.
—He cambiado.
—Lo dudo, y aunque lo hicieras sigo sin querer saber nada de ti. ¿quieres que llame a la policía nuevamente?
—Bien—Soltó, le dio una ultima mirada a Harry y simplemente se marchó echando humo. En cuanto salió de la vista las manos de Draco fueron a su rostro, estaba más palido de lo normal.
—Er, ¿que acaba de pasar? ¿quien era él? ¿de que estaba hablando?—Preguntó intrigado, pero Draco siguió sin hablar con el rostro escondido en sus manos, encorvado.—¿Draco?
—Ese era Nathan Roberts—Contestó aun sin quitar sus manos—mi ex-novio.
Su ex.
El ex de Draco.
Un hombre.
—¿Eres gay?—Soltó con los ojos totalmente abiertos, sin poder creerlo.
—Si, Potter, soy gay.—Lo miró al fin con el rostro enrrojecido.—Soy homosexual.
Draco era gay.
A Draco le gustan los hombres.
Se quedó en shock, con los ojos abiertos y la mandibula caida ante la atenta mirada de Draco que parecía examinar su reacción. Pero Harry estaba demasiado concentrado en ordenar los pensamientos de su cabeza como para poder notar como se ponia cada vez más incomodo.
—Ugh, no es para tanto maldita sea—Estaba realmente avergonzado—me voy, vuelve cuando estés listo para actuar como un jodido adulto y simplemente hacer de cuenta que nada de esta ridicula interacción pasó.—No esperó respuesta y practicamente salió corriendo del parque, lejos de Harry.
Se quedó ahí por al menos 15 minutos más pensando en sí esto cambiaba algo. Es decir, no era como que Harry no hubiera conocido a otras personas así y en realidad no le importaba en nada, pero por alguna razón el que Draco Malfoy, especificamente, fuera gay le resultaba... intenso. No sabia porqué su emoción.
Se calmó un poco, caminó otros 10 minutos y luego regresó al lugar acompañado de Hécate mientras ocultaba su ansiedad. Cuando la campana sonó vio al mismo Draco que ha visto durante las ultimas seis semanas leyendo su libro de turno con un té recien preparado al lado. Nada era diferente, pero para Harry todo lo era ahora.
—Hola.—Saludó tímidamente.
—Pronto llegará una caja con nuevos títulos así que siéntate ahí como un niño grande y espera para que me ayudes a acomodarlos.—Ordenó con los ojos totalmente fijos en su libro.
—Está bien.
Se sentó en el sillón rojo, con sus dedos revoloteando ansiosos en el reposabrazos. Miró a Draco quien estaba tan tranquilo como si la escena del parque nunca hubiera sucedido, pero una fina niebla de incomodidad los cubría y que a cada segundo agrandaba el espacio entre ambos en aquella silenciosa tienda. Al fina Draco soltó el libro y miró a Harry molesto.
—Se acabó, si el saber sobre mi vida amorosa poco convencional te jode tanto te invito a que vayas a pasar tu ultima semana de vacaciones atormentando a alguien más y luego desaparezcas de mi maldita vida. Eso me haría un gran favor al no volver a ver tu jodida cara rajada.—Escupió venenoso, pero Harry solo se hundió en su asiento sintiéndose culpable.
—No es eso, simplemente, yo- estoy curioso, tengo preguntas—Soltó con las manos a la defensiva no queriendo alejarse de Draco nunca más.
—Oh bien, entonces vamos, escava más profundo en mi vida personal como quieras, estoy a tu disposición San Potter, te lo debo despues de todo—Se recostó inquieto en su mano esperando a que Harry hablara. Obviamente era una provocación, pero ya que le daban la oportunidad...
—¿Desde cuándo sabes que lo eres?
—Lo sospechaba desde los 13 pero lo acepté a los 19.
—¿Con cuántos chicos has salido? —Draco alzó una ceja, Harry se puso rojo porque ni él sabía por qué preguntaba.
—Uno.—Pensó un poco—Aunque estuve a punto de casarme con una chica—Harry casi se levanta de la impresión.
—¿En serio?—Ahora que sabía las preferencias de Draco le resultaba raro pensar en él casandose con una mujer, teniendo una familia tradicional. En cambio, el rubio alzó los hombros.
—No exactamente, en realidad. Mis padres querían que me casara con una mujer sangre pura para levantar nuestro estatus y me obligaron a cortejar a Astoria Greengrass, cuyos padres estaban mal económicamente y necesitaban que su esposo fuera rico.
—Eso suena a un matrimonio horrible.
—Es bastante normal para las familias sangre pura. Pero si, hubiera sido horrible, por eso le dejé claro desde la primera cita que yo era gay y que cualquier cosa entre nosotros no iba a llegar tan lejos porque no tenía planeado casarme con nadie. Entonces ella me confesó que no se quería casar a los 17 años por lo que hicimos un trato en el que nos comprometeríamos falsamente para mantener a nuestros padres contentos.
—Oh, ¿y que pasó con ella? —Draco miró a Harry por un buen rato con esa mirada indescifrable. Luego suspiró.
—Mis padres descubrieron que yo era gay. —Ahora si estaba más sorprendido—Esa es otra de las razones por las que me echaron de casa, en realidad. El día en que me fui no solo saqué suficiente dinero para mi casa y la librería sino también le envié una buena cantidad a ella en forma de "compensación emocional" que utilizó para escapar a Estados Unidos lejos de sus padres. Se casó el año pasado allá. —Sonrió un poco—Astoria era agradable, es la única bruja con la que aún tengo contacto.
—Suena que lo es, ambos se cubrieron las espaldas todo ese tiempo.
—Si, durante todo un año fingimos estar enamorados. Tal vez si yo hubiera tenido interés en las mujeres lo de nosotros realmente hubiera funcionado, es alguien muy dulce que detesta todo lo relacionado con la pureza de la sangre, su esposo es un nacido de muggles.
—Tu... ¿ya no tienes ningún interés en la pureza de la sangre?—Draco lo vio como si fuera la persona más estupida del mundo.
—Mira en donde estamos, Harry, vivo entre malditos muggles—Le recordó, ofendido—nadie tiene la culpa de la ascendencia de la que viene. Ni los nacidos de muggles, ni la gente de color, ni los judíos. —Negó con la cabeza—ya ha existido demasiados genocidas en este planeta para seguir conservando esas estúpidas ideologías elitistas.
A Harry se le escapó una sonrisa por lo que escuchaba, Draco realmente era una persona a la que valía seguir conociendo.
—¿Aun tienes sentimientos por ese chico, Nathaniel?—Apretó los labios al terminar, no sabía porque le interesaba tanto la respuesta.
—Por supuesto que sí—El corazón de Harry se retorció un poco—Profundo y latente desprecio, por supuesto. —Sonrió siniestramente—si no estuviera penalizado utilizar maldiciones en muggles le lanzaría todos desde la A hasta la Z. A veces me voy a dormir pensando en escenarios donde se lastima.
—Que miedo—Le recorrió un escalofrío, pero sintió su cuerpo llenarse de alivio—eres bastante rencoroso.
—Potter, te acosé durante 5 años seguidos solo porque no me diste la mano. ¿en serio te sorprende? —Bueno, ahora que lo pensaba sonaba como algo que haría Malfoy.
—¿Como terminaron su relación?
—Me fue infiel.
—Ouh, que hijo de puta.—No solía decir ese tipo de insultos en voz alta, eso hizo reír a Draco.
—Y que lo digas.
—Sabes, él no te merece. Eres amable con la gente, inteligente, autosuficiente y muy resiliente. Si te engañó debió ser con la reina de Inglaterra porque dudo que alguien sea mejor que tu—No sabe de dónde vino todo eso, pero la genuina sonrisa en el rostro de Draco hizo que valiera la pena.
—Gracias, Harry.
Ojalá nunca dejara de sonreír así, se veía simplemente de otro mundo.
...
Las cosas volvieron a la normalidad el lunes siguiente a excepción de que Harry sentía una extraña necesidad de estar más cerca de Draco, de hablarle todo el tiempo, de mirarlo cada tantos minutos. Incluso se estaba volviendo cada vez más torpe al acomodar los libros y se ganaba un par de regaños y malas mirada, pero eso solo lo hacía querer seguir dejando caer libros.
Las cosas estaban bien hasta que Nathaniel apareció en la tienda con un ramo de flores.
—Hola—Le dijo a Draco cuando llegó al mostrador.
—Fuera—Ni siquiera alzó la mirada de su libreta.
—Solo quería traerte un pequeño regalo—Draco alzó la cabeza para examinar el regalo.
—Siempre te gustó darme regalos grandes—Le sonrió—eso prueba la teoria que entre más pretencioso el obsequio más pequeño es el pene del hombre. —Harry no pudo evitar reirse.
—¿De qué te ries imbécil?—Por primera vez en chico le habló a Harry—ni siquiera sé que haces aquí, si solias intimidar a Draco de niño, ¿ahora te haces el amable?
—Yo no intimidaba a nadie, en cualquier caso, era Draco quien lo hacía.
—Efectivamente, soy un grano en el culo para mis enemigos y tú estás encabezando esa lista, Nathan.
—No entiendo por qué dejaste entrar a ese... ese matón de mala muerte. —Harry se empezaba a cuestionar si dejarse la barba fue buena idea.
—Es un policía en Londres, para tu información. No como tú que trabajas en inversiones que nunca van a despegar.
—¿Lo dice el niño mimado que vivió cómodamente hasta que su papi lo echó? —Atacó el hombre de vuelta. Y aunque no era mentira, la sola ofensa hizo que una ira profunda rugiera en él, pero se mantuvo sereno.
—Que palabras tan caballerosas, así me vas a conquistar más rápido, mira que el masoquismo siempre fue mi fetiche secreto.
—Draco... por favor, he cambiado. Sabes que ni siquiera hablo con él desde lo que pasó. —Suplicaba en su voz, Draco resopló.
—No me importa tu maldito arrepentimiento, por mi te puedes volver monje si quieres. Ahora mismo no tengo interés en nadie y la última persona a la que quiero ver es a ti. —Su voz sonaba enojada, venenosa, incluso Harry pudo notar un resentimiento intenso en el quiebre de su voz. El hombre se acercó a Draco, mirándolo de manera intensa, Harry quería saltar y darle un puñetazo.
—Aun no me rindo, puedes rechazarme todo lo que quieras, Dray, pero sé que una parte de ti aun recuerda lo nuestro— Nathan dejó las flores en el mostrador y luego se fue.
Cuando la campana sonó anunciando su ida, Draco cerró los ojos y dio un largo suspiro. Harry pudo ver por unos segundo el dolor en su rostro, una mancha agria en su pasado que todavía no lograba borrar. Ante esa imagen sintió tantas emociones en su corazón que no supo que hacer con ellas más que evitar su desbordamiento.
—Imbécil—Susurró Draco, tomando el ramo completo y quemándolo con su varita, luego desapareció los restos carbonizados—ni siquiera recuerda que no me gustan las rosas, son demasiado cliché.
—¿Cuantas veces has tenido que tratar con este tipo?
—Cuando recién rompimos venía todos los días, hubo un momento en el que tuve que llamar a la policia porque estaba cansado. Luego se calmó, durante casi un año, hasta ahora.
—Dios, que intenso, ¿porque crees que volvió en este momento?
—Por ti.
—¡¿Por mi?!—Se apuntó sin comprender.
—Siempre fue... posesivo, supongo que nos vio juntos en el parque y simplemente no le gustó la idea de que alguien más estuviera conmigo.—Exhaló cansado—no importa cuanto le diga que no tenemos ese tipo de relación no va a dejar de molestar.
—Qué horror—El amor es libre, recordó a Draco decir—no entiendo que le viste a una persona así.
Ante este comentario Draco se puso algo melancolico, observando la puerta con la mirada ida y una sonrisa amarga.
—Estaba bastante solo en ese momento, él era muy encantador y cariñoso. Me trataba bien y pensé que me escuchaba.—Ladeó la cabeza sobre su mano—incluso pensé en dejar de usar magia para estar con él.
—¡¿Dejar de usar magia?! ¿Porque harías eso?—Se levantó de su asiento, sintiéndose inquieto de repente por todo el asunto.
—Bueno, señor auror, le recuerdo que el estatuto internacional del secreto prohíbe hablar sobre la magia a las parejas hasta después del matrimonio, y considerando que no existe el matrimonio homosexual aún en Gran Bretaña, para poder tener una vida con él debía dejar de usar magia hasta en mi propia casa.
—¿Y estabas dispuesto a algo como eso solo por ese tipo?—No entendía porque eso lo enojaba tanto, era una furia que hervia en sus venas, la sola idea de ver a Nathan y Draco de esa manera le causaba malestar estomacal.
—Por suerte no pasó, gracias a Merlín me enteré de su infidelidad antes de que nos mudaramos juntos. Ugh—Volvió a su libreta para terminas su inventario—Por eso prefiero estar solo, es mejor así.
Harry estuvo inquieto el resto del día, quería golpear algo, no se sentía nada bien.
A la mañana siguiente se estaba preparando para ir a la casa de Draco y juntos ir a la libreria cuando la red flú se abrió dejando ver al pequeño Teddy Lupin con un bolso en sus espaldas.
—Hola, Harry.—Saludó como si nada y fue directamente a la alacena para prepararse unos cereales.
—Ah, ¿hola? pensé que nos veriamos el fin de semana como siempre amigo.
—Se suponía, pero la abuela dijo que se iba a encontrar con una vieja amiga así que solo me dio un puñado de polvos flú y me dijo que viniera a Grmmauld Place. Así que aquí estoy.
—No sé porque no me sorprende eso de Andromeda.—Negó con la cabeza, no era la primera vez que la bruja simplemente aparecía a su niesto junto a Harry, a quien conocía bastante bien para saber que no se negaría a pasar tiempo con su ahijado.
—Así es, soy tu paquete imprevisto una vez más—Revolvió los cereales con la leche y se echó la cuchara a la boca—mejor me mudo contigo de una vez.
—Ya hemos hablado de esto Teddy, la última vez que te dejé solo mientras trabajaba estuviste torturando al retrato de Walburga leyéndole novelas muggle.—El niño rio.
—Jaja, era divertido escuchar sus gritos. —Tragó sus cereales, a veces Harry se preguntaba cuanto de la sangre Black estaba diluida en ese pequeño cuerpo—¿como está Draco?
—Bien, supongo, he estado trabajando en su librería estas semanas.
—¿Te sobre explota?
—No tanto.
—Que lastima.—Volvió a comer un poco más—¿porque estás enojado?—Harry se sorprendió por la pregunta, volteando a ver a su ahijado.
—No estoy enojado.
—Si lo estás, cuando algo te molesta tus hombros se ponen tensos y tus cejas se juntan mucho.—Era bastante observador.
—Solo es que... —No sabía si decirle al niño—una ex pareja de Draco ha estado molestandolo y eso no me gusta.
—Ah—Comió otro bocado—estás celoso.
Harry se tambaleó un poco ante esta afirmación, su ahijado lo miraba como si estuviera hablando algo normal e incluso obvio.
—No estoy celoso.
—¿Ah no? —Ladeó la cabeza, confundido—si alguien se acercara a la persona que me gusta yo estaría celoso.
—Draco no me gusta—No le gustaba... ¿no le gustaba?
¿Le gustaba Draco?
—No seas mentiroso—Parecía ofendido—lo miras como el señor Arthur mira a la señora Molly. O como Ron mira a Mione. Siempre lo persigues y haces todo lo que te pide sin protestar. Incluso le conté a la abuela lo que hacíamos en su casa y ella está feliz por ti.
Harry se sentó en el sofá mientras analizaba esta perspectiva. Recuerda cómo se sentía cuando Dean salía con Ginny y muchas cosas cobraron sentido entonces. La molestia que sintió el día anterior, la inquietud que le generaba saber que a Draco le gustaban los chicos, el como no podía alejarse de él todo el tiempo.
A Harry le gustaba Draco Malfoy.
—Mierda. —Exclamó luego de un rato.
—Uh, a la abuela no le va a gustar que dijeras eso frente a mí.
—Me gusta Draco.
—Que novedad—Respondió con sarcasmo mientras lavaba el plato.
—¿Y ahora qué hago?
—Cásate con él y tengan hijos.
—Los hombres no pueden tener hijos.
—Que injusto. Entonces vivan juntos y me adoptan.
—Teddy, sé que Andrómeda puede ser una amargada a veces, pero vivir conmigo no evitará que tiendas tu cama en las mañanas. —El niño chasqueó la lengua.
—Tu ni tiendes la tuya.
—Como sea, es mejor irnos a la libreria, no creo que a Draco le importe que estés ahí.
—¡Si, voy a leerme sus libros 18!
—No, no lo harás.—Tomó su chaqueta y ambos se fueron por la red flú.
...
Ante el evidente descubrimiento de su interés nada platónico por Draco, Harry se mantuvo en una neblina reflexiva durante el resto de la jornada. Agradeció a todos los dioses por la presencia de Teddy ya que el rubio parecía tener una debilidad por los niños que lo hacía prestar para ellos su entera disposición, aunque irónicamente esto no ayudó a su actual batalla mental.
Sentado en el sillón rojo que ha tomado como su propiedad en la pequeña librería, Harry pone su mano debajo de su barbilla y observa totalmente absorto como Draco lee para Teddy un libro sobre dinosaurios, el pequeño parece tan fascinado como lo es cuando se habla de dragones, parece no darse cuenta de que su cabello y rostro intentan constantemente imitar los rasgos del rubio, demostrando así la fascinación que posee por el mago adulto.
El corazón de Harry se calienta ante esta imagen, aun no está seguro si tomar al pie de la letra las palabras de un niño de 7 años que tal vez solo está malinterpretando lo que ve, pero Harry está seguro de que, al menos, no puede encasillar a Draco en el mismo lugar que el resto de sus amigos, durante los últimos dos meses ha desarrollado un cariño especial por él que no ha sentido por nadie más lo que en realidad, hace difícil poder compararlo con los romances que alguna vez tuvo.
Solía gustarle Cho, pero esos sentimientos eran hasta cierto punto superficiales y se desvanecieron ante la más mínima incompatibilidad, con Ginny, aunque fue un amor apasionado y cultivado, jamás se sintió de la manera en la que siente por Draco.
"Puedes casarte con alguien a quien amas, aunque ese alguien no sea el amor de tu vida."
¿Quien es realmente el amor de tu vida?
¿Acaso es aquel con quien mejor encajas?¿Es la persona con quien tienes más en común?¿Es quien te hace sentir más intensamente?
¿Puedes siquiera elegir a quien amas de esa manera tan especial?
Si Harry tuviera que pensarlo detenidamente, no cree haber elegido querer de manera especial a ninguna persona por la que haya sentido algo, pero definitivamente ha sido su elección hacer algo al respecto de esos sentimientos y permitir que ellos sean más fuertes o desaparezcan.
Como con Ginny, con quien alguna vez pensó pasar el resto de su vida, pero que ahora no es más que una amiga muy querida.
Sintió un ligero dolor en su cabeza, al mirar arriba se encontró con esos penetrantes ojos grises que lo observaban con una ceja levantada, pero divertida.
—Creo que esa silla te está mutando, es la primera vez que te veo pensar tanto.—La risilla de Teddy lo sacó de su ensoñación, el niño estaba comiendo galletas que seguramente Draco compró, tenían formas de dinosaurios y parecían muy deliciosas.
—Si, creo que si me ha afectado un poco estar aquí—Por un leve momento vio pasar una cierta preocupación por ese rostro blanquecino, pero rápidamente se esfumó para restarle importancia.
—Bien, como sea, deberías recoger tus cosas, Teddy quiere ir a almorzar y conocer un poco la ciudad. ¿Vienes con nosotros?
Una sonrisa radiante se le escapó ante esas palabras, la idea de pasar un día con estas dos personas que ocupaban una parte fundamental de su vida hizo que por primera vez en muchos años, pudiera admitir abiertamente en su corazón que era feliz.
...
Esa noche no pudo dormir, su mente vagaba entre recuerdos añejos de una adolescencia tumultuosa y un presente brillante como la miel en un panecillo. El gris del pasado empañado por la luz de una sonrisa en labios delgados y perfectos. Se movió incomodo en su cama.
A sus 25 años Harry estaba confundido, la mayoría de personas descubrían sus intereses en la niñez u adolescencia, pero él en cambio estaba ahí cuestionando su sexualidad. ¿Era gay? no, aunque ya no la quisiera de esa manera los recuerdos de noches apasionados con la suave y perfecta escultura de Ginny jamás se borrarían de su memoria. ¿Era bisexual? No estaba seguro, pues hasta ahora no había tenido ninguna atracción similar por otros hombres de esa manera, lo más cercano era tal vez una fascinación por ellos como lo fue con Oliver Woods y Cedric Digory en su momento.
Hermione una vez le explicó que existía todo un movimiento muggle para las personas que solían amar o tener atracción sexual de maneras diversas. Recuerda su propia fascinación al enterarse de que existe un grupo de personas que no aman a otras por sus cuerpos o apariencias, sino por algo más complejo, algo único que los hace activar ese botón en sus mentes ante un grupo selecto de personalidades.
Decidió que tomaría esa ambiguedad como su etiqueta y navegó entre sus pensamientos para catalogar nuevamente sus sentimientos por la gente que ha pasado por su vida. Reconoció una leve atracción por Charlie en algún punto de su adolescencia solo porque representaba algo que él mismo quería ser, también se dio cuenta, en realidad, de que tal vez se habia sentido atraído por Draco Malfoy durante sus años escolares.
Recordó la forma sombría en que solía pasearse durante el sexto año. Sus ojos hundidos por el cansancio, la piel pálida no como porcelana sino enfermiza, la delgadez de sus facciones y la desvanecida altivez como un fantasma de su personalidad. Fue ahí, tal vez, cuando se dio cuenta de como le resultaba tan atractivo Malfoy en años anteriores, solo cuando esa belleza se vio ausente supo lo que en su mente se sentía perdido.
Pero ahora era diferente. Sus rasgos se habían endurecido dejando atrás lo puntiagudo por algo más masculino. Sus ojos plateados ya no eran acero, sino un día lluvioso con un libro en mano frente a la ventana. Sus cabellos eran como hilos de oro en seda que brillaban cual vela encendida ante la luz del sol. Sus dedos delgados y bien cuidados se movían con una delicadeza aristocrática mientras buscaba algún titulo entre el mar de libros de una estantería. Su voz era más gruesa pero con un tono melodioso que le hacía a Harry sentir en casa incluso cuando se moldeaban en insultos hacia él.
Es así como, en la oscuridad de ese cuarto mohoso en Grimauld Place, posó sus manos sobre sus ojos y con un leve suspiro de resignación se dejó vencer ante la innegable atracción que sentía por Draco Malfoy.
...
A la mañana siguiente había decidido una resolución. En la serie de cambios revolucionarios que ha tenido su vida últimamente, uno de ellos sería la oportunidad de dejarse llevar por los sentimientos que estaba desarrollando: haría lo que fuera posible para enamorar a Draco, incluso aunque el miedo de perder su amistad lo acechara como un animal carroñero.
Se puso lo que consideraba su mejor ropa -elegida en su momento por Draco, en realidad- se peinó su salvaje cabellera y se Apareció temprano cerca de la casa del rubio para acompañarlo hasta el trabajo en vez de encontrarse ya ahí más tarde.
Sin embargo, no esperó que al llegar se encontrara con el tipo Nathaniel quien parecía mantenerse muy cerca de Draco en su puerta, casi acorralándolo, lo que solo se confirmó al ver la ansiedad en los ojos del librero.
Resabios de la guerra, seguramente.
Se acercó con cautela manteniendo su bulliciosa ira en calma. Pudo escuchar los murmuros de una conversación que lo hizo parar en seco.
—Nunca fuiste alguien muy sociable, Dray. ¿Y ahora de la nada decides aliarte con viejos enemigos?¿acaso siempre sentiste algo por ese chico que te molestaba?
—Ya te he dicho que Harry no me molestaba, era yo quien lo molestaba a él. Y aunque así fuera no es de tu incumbencia.
—Lo es porque yo vi lo que te hizo, las marcas que te dejó no son algo que debas perdonar.
El estomago de Harry se revolvió un poco ante esto, desde el funeral no recordaba el daño que le había hecho a Draco en ese baño hace tantos años. ¿Le había dejado cicatrices? claro, eso era obvio, sintió que algo pesado se instalaba en su pecho.
—Ah, ¿hablas tu de perdón? porque yo estoy seguro de que una infidelidad no es algo que se deba personar tampoco.—Eso ultimo lo escupió con veneno, Harry casi se rio porque parecía una serpiente.
—Yo estuve ahí para ti cuando te estabas desmoronando, te di amigos, una familia, una vida—El rubio parecía afectado por estas palabras.
—Eso no es cierto, yo me di una vida...
—¿Ah si?—El tipo dio una risa cínica—las marcas en tus brazos no dicen lo mismo.—Lo tomó por el antebrazo izquierdo y Harry no pudo soportarlo más.
—Es suficiente—Hizo saber su presencia, asustandolos a ambos. Se paró firme frente al imbécil, dejando a Draco detrás de él.—Creo que ya te ha dejado bastante claro que no quiere nada que ver contigo.
—¡No te metas en asuntos ajenos idiota!—Intenta empujar a Harry, pero se sorprende al no moverlo ni un centímetro. ¿Y como no? Puede que el hombre sea más alto pero Harry es más fornido y tiene experiencia en combate cuerpo a cuerpo.
—Draco es mi amigo así que es asunto mío, por si no te has dado cuenta. No voy a permitir que lo sigas acosando.—Harry pude ver como varias puertas, ventanas y cortinas se movían al rededor, ya era bastante raro pensar en un barrio sin algunos curiosos.
—No lo conoces.—Acusó el hombre furioso.
—Oh, créeme, lo conozco desde los 11 años, sé perfectamente quien es él.—Nathan dio una larga carcajada.
—¿Crees conocerlo solo porque fuiste a un internado con él? Mira, estúpido, no sabes como ha sido nuestra historia así que mantente aparte. Draco no necesita a nadie de su pasado para que lo atormente. Ahora mismo está confundido pero sé que aun me ama tanto como lo amo a él, cometí un error pero eso no volverá a pasar.—Antes de que dijera algo fue apartado por Draco quien se enfrentó al tipo.
—Ya te lo he dicho mil veces Nath, ¡no quiero volver contigo! ¡estoy mejor solo que con una basura como tu!
—¿Realmente lo estás?—Se burló nuevamente—Sé como eres Dray, no puedes estar solo por mucho tiempo antes de que los viejos demonios vuelvan—Pudo sentir al rubio temblar ante estas palabras—te haces el fuerte porque estás enojado pero sé que anhelas compañía, sé que eras feliz conmigo porque podía darte todo lo que no has tenido: amigos reales, una familia que te aprecie, una persona que te proteja del mundo, quien entienda por lo que has pasado.
Draco no dijo nada, solo se quedó ahí por unos segundos.
—Mira, ya estamos llamando la atención de los vecinos y eso es algo que no te gusta, odias llamar la atención y menos de manera negativa. ¿No sería mejor echar a este entrometido y hablar adentro? Puedo preparar el pie de limón que tanto te gusta y salir a la playa en el atardecer, como hacíamos antes.
Harry no dijo nada, se quedó viendo como Draco parecía reflexionar en esas palabras, como la indecisión cruzaba su mirada en un debate mental. Pero antes de que pudiera decir palabra una pequeña piedra impactó en la espalda de Nathaniel.
—¡Deja de molestar a Draco y vete sabandija!—Era la anciana vecina del rubio, Harry solía saludarla todas las mañanas cuando salía a hacer ejercicio, incluso una vez le dio un par de huevos de su gallina.
—S-señora Miller...—Draco parecía mortificado, pero un hombre de mediana edad también se asomó por la ventana.
—¡Otra vez andas molestándolo pedazo de basura!—Gritó el tipo, con un sartén en la mano—pensé que nos habíamos librado de ti, ya te hemos dicho que dejes de molestar a ese niño cuando te ha dejado claro que no quiere estar contigo.
Así fue como otros vecinos se unieron, amenazando con llamar a la policía si no se iba en ese momento, Harry se sorprendió de ver tantos rostros conocidos, personas que a diario saludaban a Draco al pasar, personas que regularmente compraban los libros que él les recomendaban, gente que de vez en cuando le regalaban comida y dulces.
—¡Él no está solo estúpido, no necesita acosadores como tu!—Gritó otra persona y esa verdad lo hizo abrir los ojos ante esta realidad. Draco siempre estaba solo -a parte de la forzosa compañía de Harry- pero en realidad, siempre estaba rodeado de gente amable que lo reconocía.
Nathaniel se estaba poniendo rojo, tal vez por vergüenza o ira, pero solo murmuró que la conversación no había terminado y se alejó del lugar. Esto hizo que Draco saliera de su shock y sin previo aviso empezó a correr. Harry lo siguió con mucha facilidad y se dio cuenta que se dirigía a la playa.
Al llegar, sus cabellos iluminados por el cielo despejado se movían al compás del viento veraniego. El sudor caían como perlas por sus cienes y su respiración agitada era llenada por el aroma salado del mar. Se quedaron ahí por unos minutos recuperando el aliento, Harry viendo como la espalda del otro se inclinaba en lo que parecía un sollozo y una respiración agitada, sin querer moverse ni un centímetro para no asustarlo y volviera a huir.
Cuando el rubio pareció recuperarse un poco, se tumbó sobre la arena sin preocuparle su pulcro atuendo y posó sus piernas sobre su pecho, acurrucado con la mirada fija en el horizonte. El pelinegro lo siguió y con suma cautela se puso a su lado, imitó su postura y se mantuvo en un punto fijo sin animarse a decir nada.
Después de lo que parecieron horas, Draco por fin habló.
—Lamento que hayas visto eso—Fue lo que dijo con una voz rota.
—Parece que no era la primera vez.—Dijo a cambio, de manera suave.
—No, no lo era—Soltó un suspiro—te lo dije, hace un año que por fin me había librado de él. ¡Es tan insistente! cuando terminamos me llamaba todos los días, se aparecía en la tienda a la hora de salida, me perseguía a casa... solo llamé a la policía cuando empezó a acosar también a mis vecinos.
—Que tipo tan loco, en serio, sé que ya te lo he preguntado pero, ¿que viste en él?—Esto pareció ser incorrecto pues el rubio se abrazó más fuerte a sí mismo, aun con la mirada fija en el horizonte.
—Solía ver ese comportamiento como algo agradable.—Pareció reconocer su confusión, pues siguió hablando—yo estaba solo, Harry, estaba solo en una ciudad llena de muggles a los que apenas entendía. Mi familia y amigos me habían dejado de lado porque no podían soportar quien realmente era yo, lo que quería ser.
>>Estaba solo y sentía que nadie podía quererme realmente. Entonces lo conocí a él, desde el inicio me trató de manera posesiva y eso me hizo sentir valioso. Me integró en su grupo de amigos quienes me aceptaron aunque yo decía y hacía cosas muy raras al haber crecido como un mago. La primera vez que volé en avión fue para conocer a sus padres quienes me trataron como un hijo a pesar de que éramos una pareja gay. Me hizo ser parte de su vida en todos los aspectos posibles... lo cual ahora sé que no es sano.
—¿Por qué?—Y realmente lo cuestionaba, ¿no se supone que integrar a tu pareja en tu vida es algo bueno?
—Porque entonces toda mi vida giraba en torno a él—Miró esta vez a Harry, pero rápidamente desvió la mirada—mis amigos eran los suyos, mis aficiones eran suyas... yo era suyo.—Hizo una mueca por esto—No fue hasta después de romper que supe el control que él ejercía sobre mi. No permitía que nadie que no conociera personalmente se me acercara, varias veces me pidió que contratara alguien para la librería y que yo me quedara en casa con él mientras hacia sus inversiones por internet. Si me interesaba por algo que a él no, se burlaba y lo desvaloraba para luego convencerme de que sus intereses eran mejores.
—Eso suena abusivo—Hace años, Hermione le había comprado un libro para identificar los diferentes tipos de abusos. Supo al terminarlo que la intención de ella era que reconociera en voz alta que sus tíos habían abusado de él cuando era niño. Por supuesto leerlo de esa manera tan clínica no lo hizo menos difícil, pero igual ayudó a quitarse esa venda del rostro.
Y ahora, recordando el contenido, podía ver como Draco había estado en una relación romántica emocionalmente abusiva. Una donde era aislado por su pareja, controlado y utilizado para el favor de ese imbécil.
—Lo era, eso es lo que me recuerdo constantemente para no caer en sus manipulaciones—Dio un suspiro y luego se levantó de la arena, asegurándose de que nadie lo veía sacó su varita y se quitó la arena de la ropa, haciendo lo mismo por Harry cuando se levantó.—Vamos, Hécate ya debe estar en la librería esperando por nosotros.
Con miles de preguntas rondando aún en su cabeza, Harry decidió que se las haría en su debido momento y con la delicadeza que el tema ameritaba, caminó detrás de él.
...
La semana pasó volando y cuando menos se dio cuenta, la vuelta al trabajo paras Harry estaba a la vuelta de la esquina. Se sentía tan nostálgico al pensar que ya no podría venir con tanta frecuencia a la librería, que ya no podría compartir tanto con Draco como lo había hecho hasta ahora.
Pero ya extrañaba la acción de su propios trabajo, extrañaba la investigación, el sentirse útil para la población que le había dado una oportunidad a la corta edad de 11 años. Así que también estaba ansioso por volver a algo de normalidad en su vida.
Draco lo había invitado a un festival a las afueras de la ciudad esa ultima noche de viernes. Harry aceptó y le dijo que iría a su casa a cambiarse para algo más fresco por la temporada calurosa. Al regresar, no esperaba ver la escena que se desempeñaba frente a sus ojos.
El maldito Nathaniel había vuelto.
Los negocios de los alrededores ya estaban cerrados y solo es escuchaba el eco de la pelea que estaban teniendo.
—¡Ya te dije que me dejaras en paz maldita sea!—Lo empujó Draco, el tipo lo agarró de la camisa que traía y lo puso contra la pared de la librería para forzarlo en un beso, Hécate estaba ladrando e intentando morder la pernera del hombre pero sin éxito.
Harry vio rojo en ese momento y una fuerza sobrehumana se apoderó de él. Una ráfaga de puños fueron estampados en la cara del hombre quien fue llevado al suelo en el acto. Pudo sentir a Draco intentar sacarlo de encima pero sin éxito alguno.
—¡Lo vas a matar, Potter! ¡Maldita sea piensa en tu ahijado!—Pero Harry no se calmó, estaba cansado de este sujeto, estaba cansado de ver el daño que le estaba causando a Draco, estaba harto del abuso, de todo.—¡Harry por favor, hazlo por mi!
Esto hizo que por fin se detuviera, mirando frente a él al hombre hecho trizas en el suelo, inconsciente. Sus nudillos estaban rojos por la sangre, reventados en el ardor del impacto. Se miró las manos con horros, ¿que había hecho?
—D-debemos llamar a la policía—Dijo entonces, debían llamar a una ambulancia, debían hacer algo por el tipo.
—No—Escuchó a Draco decir suavemente, instándolo con delicadeza a levantarse.
—P-pero...
—Shh, yo me encargo de esto—Sus ojos eran calculadores cuando dijo aquello. Tomó al hombre por el brazo y desapareció en el aire, Harry se quedó ahí un poco en shock por un rato hasta que Draco volvió.—Ya está hecho.
—¿Q-que hiciste con él?
—Lo llevé a un hospital en Cornwood.—Dijo con suma tranquilidad.
—¿Que? ¿Porqué?
—Porque—Dijo con solemnidad—Eso está a 30 minutos en auto, lo que en caso de una demanda no podría ser tu culpa, ya que estamos yendo al festival muy, muy lejos de allá.—Tomó las manos de Harry entre la suya y con unos murmuros de varita dejó la piel sana y limpia.
—No, Draco, eso no está bien.
—No, pero si realmente me aprecias aunque sea una pisca, vas a dejar las cosas así. Estoy seguro de que después de esa paliza no volverá a buscarme—Ahora le daba a Harry una sonrisa brillosa y llena de alivio—Vamos, disfrutemos de tu ultimo día como mi empleado.
Así ambos disfrutaron de una noche llena de música, comida deliciosa y la tranquilidad de saber que nadie más podría molestarlos por un tiempo. Harry aprovechó aquella oportunidad para rozar su cuerpo sutilmente con el de Draco en algunos bailes con poco espacio por la multitud. Sintió el calor de aquel hombre, aspiró su aroma natural, pudo definir pequeños detalles en su rostro.
Aquella fue la mejor noche de su vida.
Al menos así lo fue hasta que, sin querer, levantó un poco las mangas de Draco, encontrando en su camino dactilar unas ciertas líneas que lo hicieron abrir los ojos a más no poder. La sonrisa ligera del rubio se desvaneció, soltó las manos de Harry y comenzó a salir de entre la multitud, siendo seguido por el pelinegro.
Al llegar a una zona solitaria se Apareció sin ceremonias, Harry maldijo por ello, pero empezó a pensar en todos los lugares a los que seguramente iría Draco. Primero fue a la playa, pero no estaba ahí; se apareció en la librería, pero estaba oscura; al final decidió aparecerse en la sala de la casa de Draco, donde por fin lo encontró, sentado en el sillón principal.
—¿Realmente no te rindes, no es así Potter?—Preguntó sin mirarlo a los ojos.
—No—Se ganó una mala mirada de reojo.—Lo siento.
—¿Por que?—Soltó una risa sin gracia—¿Por ser un entrometido sin reparo? ¿Por no poder salvarme de mis propios problemas? ¿Tal vez por tenerme como tu fuente más reciente de curiosidad?
Con lentitud se acomodó al lado de Draco en el sillón, tomó su muñeca izquierda y aunque al inicio el rubio se resistió, al final, lo dejó levantar su manga. Más allá de ver el fantasma de un símbolo que en el pasado fue el terror para su gente, pudo percibir nuevamente aquellas líneas blanquecinas que adornaban todo el antebrazo, lesiones autoinfligidas.
Draco no lo miraba, mantenía su visión fija en la ventana mientras Harry paseaba sus dedos por cada una de las cicatrices. Recordó entonces las palabras de Nathaniel, sobre como él parecía conocer una parte muy profunda del rubio, una parte que Harry aun no podía alcanzar.
Eso lo hizo sentir sumamente celoso.
Pero se dio cuenta de algo que si sabía: las posibles razones para hacerse algo así.
—Te admiro mucho, ¿sabes?—Aquello hizo que el rubio por fin lo mirara—No todos logran dejar de odiarse a sí mismos.
Draco entrevió sus labios en asombro, con sus ojos iluminados por las lagrimas que empezaban a formarse ahí, un brillo que le mostraba abiertamente sus emociones más profundas.
—Tu madre... me mostró un par de cosas sobre ti antes de irte—Un pequeño ceño apareció en esas cejas pálidas—No todo el mundo acepta sus errores, mucho menos cuando aceptarlos significa que hacer lo correcto es dejar todo aquello que alguna vez amaste o quisiste. Fuiste valiente al dejar atrás a las personas que sentías que ya no te hacían bien, te permitiste estar solo aunque eso doliera, te odiaste a ti mismo y te hiciste daño para aliviar el dolor, para castigarte...
>>Pero ahora estás aquí, siendo tu mejor versión todos los días y demostrándote a ti mismo que no te vas a dejar vencer por todos los demonios del pasado.
Ambos se quedaron ahí, mirándose muy cerca uno del otro. La mirada tan cruda que Draco le dio hizo que todo su cuerpo vibrara de una manera tan profunda que Harry jamás había sentido por nadie. Quería acercarse, quería besar esos labios y decirle que todo estaría bien ahora, que jamás volvería a estar solo mientras él estuviera vivo, que haría que todo su esfuerzo para ser mejor valiera la pena.
Pero lo pensó por tanto tiempo que el momento se había acabado, Draco había volteado su rostro y se había separado, deslizando su muñeca con suavidad de las manos de Harry. Se levantó del sofá y se dirigió a la puerta.
—Gracias, Harry.—Fue lo único que dijo de esa manera suave y genuina que Harry sentía como caricias de seda en sus oídos. Lo vio perderse en la oscuridad del pasillo hasta que el fantasma de su calor y suavidad corporal solo quedaron impregnados en la memoria de Harry.
Cerró los ojos y se admitió a sí mismo que, en realidad, estaba total y perdidamente enamorado de Draco Malfoy.