Chapter Text
La vida de Akari no podía ir mejor. Se había comprometido con el chico que le gustaba, y aunque era algo un poco apresurado, Adaman dijo que él esperaría todo lo que hiciera falta. Era muy contradictorio a su pensamiento habitual, pero sabía que su prometido era un hombre de palabra y que no la presionaría. Así que, a pesar de lo que pueda llegar a decir la gente, ella se tomará todo el tiempo del mundo para conocerle y así reflexionar bien si quería casarse con él o no. Aunque para este punto estaba tan acostumbrada y enamorada de la presencia de Adaman, que ya no quiere vivir sin ella.
Sus días ahora que todo había vuelto a la normalidad eran tranquilos y seguía una rutina auto–impuesta: levantarse, desayunar, salir a la Pradera Obsidiana para recolectar hierbas y alimento, entrenar a sus compañeros contra pokémon alfa. Incluso si llegaban a ser todavía aterradores, Akari ya no tenía ningún problema con enfrentarse a ellos. Se había enfrentado a pokémon señoriales y legendarios, los alfa no eran nada en comparación. Ah, hablando de Dialga y Palkia, los liberó. Es cierto que Dialga se lo dio a Adaman, y más tarde, Palkia fue entregado a Irida, pero los tres reflexionaron que eran los creadores del tiempo y el espacio, necesitaban seguir vagando por el mundo y por el espacio–tiempo, así que los liberaron.
En fin, que con todo ahora solucionado, debe decir que estaba un poco aburrida. Es cierto que disfrutaba la calma y no quiere que haya caos como las semanas anteriores, ni mucho menos, simplemente se había cansado de explorar. Podía decir con seguridad que ya conoce Hisui, o mejor dicho Sinnoh, al dedillo; así que ya no parecía haber nada que captara su atención. Esos habían sido sus pensamientos los últimos días, entonces, casi como si la hubiera leído la mente; apareció Volo con una nueva aventura para ella. Básicamente la proponía viajar con él en búsqueda de unas misteriosas tablas que sólo las albergaban ciertos pokémon. Estaba emocionada y ante el hecho de saber más sobre la mitología de la región y de estas criaturas no dudó en decir que sí, pero no quería irse sin avisar, por lo que esperó ese día hasta la noche a que Adaman volviera para poder comunicárselo.
—Está bien, ahora eres una chica comprometida, así que lo entiendo. No dudes en buscarme cuando estés lista, estaré en Villa Jubileo —le hizo saber Volo, por lo que asintió.
Ahora lo piensa y se regaña mentalmente por haber aceptado, pero luego reflexiona y se da cuenta de que Volo probablemente hubiera encontrado dichas tablas con o sin su ayuda. Sólo contribuyó a que el proceso fuera más rápido. Desde un primer momento debió sospechar, pues el rubio era alguien misterioso y del que nadie parecía saber nada. Además, no le dio mucho detalle de para qué necesitaba las tablas, pero estaba tan emocionada que no se lo cuestionó. De todas formas, Volo siempre había sido amable con ella, así que realmente nunca tuvo motivos para sospechar de él.
Continuando, esa noche se lo contó todo a Adaman con una gran sonrisa. Él escuchó atentamente, sin comentar nada, sólo para poner mala cara. A Akari no le preocupó, pues no estaba pidiendo permiso, así que si él se negaba le importaría una mierda. Tenía autonomía propia y era fuerte, no necesitaba el permiso de los demás para hacer lo que quisiera. Pero ese no era el problema, lo que pasaba es que no quería dejarla ir sola con Volo. No tenía nada en su contra, pero ciertamente no sabían mucho de él y no confiaba del todo. Nunca hizo saber sus sospechas, pues era amigo de la peliazul y los había ayudado mucho, pero ahí estaban en el fondo de su mente. Y sí, en lo hondo de su corazón temía que Akari se hiciera daño.
—Está decidido, iré con vosotros —sentenció sin dejar paso a peros. Bueno, excepto para Akari.
—...Pero, ¿y el clan? ¿Quién se quedará a cargo mientras tú no estás?
El hombre hizo un puchero.
—¿Es que no quieres que vaya contigo? A mí también me gusta explorar y conocer cosas nuevas de vez en cuando, ¿sabes?
—¡No! Quiero decir, claro que quiero que vengas conmigo, ¡haría el viaje mejor! Y ya lo sé, simplemente no puedes dejar las cosas así como así y marcharte —le regañó con tono de reproche.
—No te preocupes por eso, Mai puede encargarse durante unas semanas. Es cierto que es un alma libre, pero en el fondo le gusta y ya está acostumbrada, no habrá problemas.
—Bueno, si a ella no le importa... Supongo que está bien —la peliazul se encogió de hombros y sonrió, pues de verdad quería que Adaman viniera.
No le hubiera molestado ir simplemente con Volo, o sola, pero sería una mejor experiencia si fueran ellos. Sinceramente, cuantos más se unieran mejor, aunque dudaba que más personas quisieran. La gente tenía trabajo y cosas por hacer.
—Perfecto. Entonces mañana avisaré a Mai y prepararemos todo, ¿está bien? —preguntó mientras le daba un beso en la cabeza. Ella sólo pudo asentir atontada.
[. . .]
Al día siguiente, como prometió, Adaman comenzó a preparar las cosas para el viaje mientras ella acudía a Villa Jubileo para avisar a Volo y de paso visitar al profesor.
—Entonces, ¿está todo arreglado? —preguntó el rubio con una sonrisa.
—¡Síp! Pero, Adaman ha insistido en venir también. No te importa, ¿no?
Volo apretó la mandíbula y su sonrisa flaqueó por un momento, pero sabía que no podía negarse, o todo se echaría a perder. Necesitaba la fuerza y destreza de Akari. Después lo reevaluó y pensó que Adaman también era fuerte y sería de ayuda, por lo que terminarían incluso más rápido la tarea. Asintió.
—Por supuesto, no hay ningún problema. Será más entretenido de esa forma —aseguró, su sonrisa calmada volviendo a ser la misma de antes.
—¡Perfecto! ¿Cuándo partiremos?
—Mañana mismo. Os espero a ambos aquí, en las puertas de Villa Jubileo —Akari asintió para hacerle saber que había escuchado. —En ese caso, te dejo forastera, necesito hacer algunos recados y preparar las cosas para mañana.
—Claro, ¡nos vemos mañana! —se despidió con gran júbilo.
Una vez el rubio desapareció, se aseguró de ir a la sede del Equipo Galaxia para contarle todo al profesor. Habló sobre los pokémon que había visto y sus características, mientras Laventon apuntaba todo en su llamada Pokédex. También le contó sobre el viaje que harían.
—No podéis estar el uno sin el otro, ¿no? —dijo en broma, riendo, lo que hizo que la peliazul se sonrojara. —Qué hermoso es el amor joven.
Ante su dramatismo Akari simplemente viró los ojos y sonrió, dejando su corazón calentarse una vez más ante el pensamiento de Adaman.
[. . .]
Justo como prometieron, todo estaba listo para partir al día siguiente. Mai los despidió con una sonrisa y los dejó marchar. Se reunieron con Volo a las puertas de Villa Jubileo y desde allí se pusieron en marcha, charlando y riendo por el camino. Primero, para explicarles un poco la historia, los llevó a la Pradera Obsidiana, en una gran roca cerca de la base del Equipo Galaxia habían jeroglíficos con forma de pokémon. Un valeroso aventurero se embarcó en una aventura en busca de una deidad ubicua conocida como Arceus. Mientras Volo explicaba esto tenía una expresión que se podría catalogar como... maníaca. Adaman frunció el ceño y lo miró con sospecha, pero el rubio continuó con su relato como si nada, dejando con dudas al hombre. Akari no era tonta, también notó esa expresión de fascinación, pero no le tomó mucha importancia.
Viajaron a otro lado, encontrándose con un Vespiquen alfa, pero éste no fue ningún problema para Akari. Adaman la observó luchar con orgullo, Volo notando su admiración en sus ojos. Frunció un poco el ceño, sabiendo que si no conseguía ganar el hombre se encargaría de desterrarle de Sinnoh por su traición y utilización de la peliazul. Consiguieron la Tabla Pétrea, después fueron a ver a Cogita para preguntarle si tenía alguna pista de la ubicación de las otras tablas. Ella les dio algún indicio con sus misteriosos enigmas.
Su siguiente objetivo fue el trío de los lagos. Los tres ya conocían sus ubicaciones así que no fue un gran problema llegar hasta allí. Una vez derrotó a los tres pokémon, el último de ellos le entregó la Tabla Draco. Después vino Heatran, en la Isla Escupefuego, el cual le dio la Tabla Acero. Cresselia entregó la Tabla Oscura, Regigigas la Tabla Neutra y –sorprendentemente– Kamado la Tabla Fuerte. Simplemente volvieron a Villa Jubileo, y como el profesor al parecer le había hablado de su pequeña búsqueda, decidió batirse en duelo con ella otra vez.
Una vez consiguieron todas las tablas volvieron a la aldea de Cogita, en busca de una respuesta a la pregunta de qué hacer con ellas. Ella pidió tres leños de madera, así que no tardaron mucho en salir a por ellos. Ahora sí, cuando los tuvieron volvieron a la caseta de la mujer, Volo preguntando demasiado entusiasta para qué eran aquellos troncos. Cogita se burló de él elegante e indirecta, lo que hizo reír un poco a la pareja mientras el rubio viraba los ojos con una sonrisa forzada. Como recompensa por completar su tarea, le entregó a Akari la Tabla Duende. Su próximo destino fueron las Ruinas Celestiales, en búsqueda de una pista en las estatuas de Palkia y Dialga. Volo les enseñó la destrozada estatua de Giratina y les contó el origen de su obsesión por la mitología, la antigüedad y las ruinas. Es cierto que sintieron algo de lástima y admiraron su deseo de formar un mundo mejor, pero todo parecía demasiado idílico para ser real.
Fueron al arrasado Templo de Sinnoh. El rubio dio algunos pasos, admirando el paisaje con una mirada oscura. Adaman miró a Akari con una ceja alzada y ésta se encogió de hombros.
—Aquí no hay rastro alguno de Giratina –anunció, dándose la vuelta. Adaman y Akari se volvieron a mirar, confusos por sus monólogos. —Oh, perdonad, no quería ser irrespetuoso. Me estoy comportando de manera extraña, ¿verdad? Creo que va siendo hora de que desvele cuál es mi verdadero propósito.
Ante esta afirmación la pareja no pudo evitar ponerse a la defensiva y fruncir el ceño, sin saber qué esperar. No había forma de leer los grises y vacíos ojos de Volo.
—Desde el momento en que me convencí de que Arceus era real, no he cesado de investigar cómo podría llegar a conocer a tal ente. Por una parte, busqué a Giratina e hice que abriera en el cielo una fisura espacio–temporal —explicó como si nada
Akari tragó duro mientras lo miraba entre estupefacta, aterrorizada y, sobretodo, traicionada. Pero, ¿no fue ese tal Arceus quién la mandó aquí? ¿O realmente fue Volo? Muchas dudas surgieron en su cabeza, aún en shock por la revelación del rubio. Adaman lo miró furioso, apretando los puños hasta que sintió sus uñas clavarse en sus palmas. Así que, ¿todo era su culpa...?
—Así que os manipulé para que Akari reuniera por mí todos los fragmentos de la deidad ubicua de los que hablaban los murales de las ruinas —continuó con una sonrisa perezosa y los ojos cerrados, su cabeza elevada para mirar al cielo. —Adaman no formaba parte de mis planes, pero ha sido un gran apoyo y ha hecho que esto fuera aún más rápido.
—Pero serás... —masculló el otro hombre con rabia y la mandíbula tensada, mordiéndose la lengua para no arremeter verbalmente contra Volo. Y físicamente también.
Los ojos de Akari picaban mientras seguía mirando al rubio, empezando a sentir como su garganta se cerraba con un extraño nudo que antes no estaba ahí, respirando entrecortadamente. Entonces, unas de las pocas personas en la que había confiado plenamente y la cual consideraba su amiga, ¿la había utilizado todo este tiempo? ¿Todo fue mentira? Desde aquella ración de fumiñuelos que pagó por ella la primera vez que se conocieron hasta su ayuda para cerrar la grieta, ¿todo fue orquestado? Nunca estuvo interesado en sus sentimientos, en su amistad o en su persona misma, sólo pensó en ella como una herramienta más.
—Se dice que fueron dieciocho las tablas que se formaron de los fragmentos de la deidad, pero tú sólo tienes diecisiete. ¿Dónde crees que podría encontrarse la última? —preguntó con cierta burla, sonriendo ampliamente. Pero la peliazul no escuchó nada, demasiado sumida en sus negativos pensamientos acerca de lo que había sido genuino y lo que no. —¡Aquí mismo!
El rubio se deshizo de su mochila y de su gorra, quitándose el traje de mercader de la compañía Ginkgo para revelar una túnica blanca con decoraciones doradas junto a un pantalón verde. Su pelo se había levantado hacia arriba, habiéndose soltado el moño.
—Mi ambición tuvo siempre un objetivo: conocer al mismísimo Arceus. ¡Y nadie ha de impedírmelo! Si logro mostrarme ante él, quizá logre someterlo y crear así un mundo mejor. Por supuesto, la creación de un nuevo mundo supondrá que la región de Sinnoh retorne a la nada en un abrir y cerrar de ojos. Y lo mismo ocurrirá con vosotros, la gente que conocéis, los pokémon... Quedaréis borrados para siempre de la existencia —extendió los brazos con aquella sonrisa, ahora maníaca. —¡Ahora entrégame las tablas que has reunido! ¡Sólo yo he de poseerlas todas!
—¡Si crees que te las entregaremos así por las buenas lo llevas claro! ¡Estás loco! ¡¿Borrarnos a todos?! ¡¿De qué mierda hablas?! —exclamó Adaman con el ceño fruncido, dando un paso adelante en señal de protección hacia Akari.
Al escuchar la orden de Volo y los gritos de su prometido volvió en sí, dejando de lado su sorpresa y trauma inicial. Bajó la cabeza un poco, frunciendo el ceño y fijando su mirada en el rubio con odio, impotencia y un objetivo en mente: derrotar a ese imbécil. Lo miró seriamente y sacó la Poké Ball de Decidueye, extendiendo el brazo. Sabía con certeza y por experiencia pasada que no tenía sentido intentar hacerle entrar en razón, gritarle o lo que fuera. Su única opción ahora era la violencia.
—Si quieres las diecisiete tablas, ven a por ellas —retó con un gruñido.
Volo sonrió con fascinación y sacó a su Spiritomb con una risa divertida. El peliazul miró a su chica y después asintió con decisión, dejando que ella se encargara. Era su batalla, él simplemente se encargaría de apoyarla. Incluso si perdía, él también defendería las tablas con todo lo que tenía.
Es cierto que Volo era poderoso y claramente se había preparado para este combate a conciencia, pero Akari no creía que sus pokémon fueran algo más que herramientas para él, así que su vínculo era más fuerte y eso sólo aumentaría su potencia. Decidueye no tardó en deshacerse del Spiritomb, así que el siguiente pokémon fue Roserade. Decidueye también pudo encargarse, pero le habían envenenado, así que Akari decidió cambiar a Luxray. Volo sacó a Lucario. Fue reñido y Luxray acabó por caer, así que la peliazul vio oportuno sacar a Rapidash. Su shiny se deshizo de Lucario, por lo que el siguiente fue Garchomp. El tipo dragón usó Tierra Viva y su pobre equino no pudo soportarlo, pero Sylveon –su Eevee regalado que había evolucionado– se encargó de él sin problema. Le sonrió a la pequeña pokémon, quien chilló contenta. A continuación fue Arcanine, así que Sylveon fue derrotada pero Floatzel lo derribó con facilidad. Por último, Togekiss fue lanzado al campo de batalla. De nuevo Floatzel lo derrotó sin mucho esfuerzo, pero el pobre tipo agua estaba agotado. Finalmente, Akari había ganado esta batalla.
La peliazul guardó a su pokémon, colocó la Poké Ball en su sitio y lo miró con una furia silenciosa y tal vez algo de desdén. Adaman sonrió victorioso.
—Has perdido. Dame la tabla y lárgate de aquí.
Volo rió de forma maníaca pero con desesperación, claramente en negación sin querer admitir su derrota.
—¡¿Por qué has de ser precisamente tú quién cuente con la bendición de Arceus?! ¡¿Por qué?! —preguntó al aire, furioso. Akari simplemente se cruzó de brazos mientras lo miraba con disgusto. —¿Cómo ha podido ocurrir esto? He dedicado mi vida entera a Arceus... ¡Lo he venerado como el creador del universo! ¡He estudiado con dedicación las leyendas hasta llegar a conocerlas como la palma de mi mano! ¡Maldita mocosa! ¡¿Por qué has tenido que caer de la fisura y desbaratar mis planes?!
—¡¿Crees que pedí llegar aquí?! ¡Yo tenía una vida en mi tiempo original, y no sabes lo frustrante que es no recordar absolutamente nada! —exclamó, sintiéndose ofendida. Volo ya no era aquel mercader amable y desinteresado. Para ella, no era más que un vil y sucio manipulador. —Volo. Dame la maldita tabla.
Él resopló con gracia y sonrió de nuevo, dejando atrás su pequeña rabieta.
—No te hagas ilusiones, ¡pues este no es el fin! Aún guardo un as en la manga.
—¿De qué estás hablando? Te he derrotado.
—¿Lo sientes? Esa extraña sensación que atenaza y congela tu corazón... —nada más decir eso, el aullido desconocido de un pokémon resonó por toda la montaña.
Un portal de color violeta oscuro apareció detrás de Volo, un par de alas se extendieron y de allí emergió el mismísimo Giratina.
—¡Giratina! ¡Acaba con ella! —ordenó Volo con un gran grito. El pokémon rugió en respuesta, colocándose y preparándose para combatir.
La peliazul apretó la Poké Ball de Drifblim y asintió, mandándolo al campo de batalla. Entonces Adaman apareció a su lado y sacó a Umbreon. Una cosa era combatir contra un equipo pokémon normal y otra con un pokémon legendario. Tenía que hacer algo, no podía quedarse de brazos cruzados. Akari le sonrió agradecida.
—¿Así que tu querido esposo ha decidido unirse a la diversión? Bien, no es como si fuera un obstáculo —comentó con burla, lo que hizo enfurecer al hombre.
Como todos los legendarios, fue duro de roer. Drifblim aguantó bien y el apoyo de los Eevees de Adaman fue un punto sustancial, pero como no tenían nivel suficiente simplemente fueron derrotados. Sin embargo, fueron de gran ayuda, así que Akari estaba agradecida; pues gracias a ellos el pobre Drifblim pudo aguantar hasta el final. Giratina cayó derrotado y volvió por donde había venido, suscitando la ira de Volo.
—¿Qué significa esto? ¿Acaso pretendes huir de una mera humana? ¡Qué lastimosa visión! ¡Fui yo quien te proporcionó el poder necesario para enfrentarte a Arceus! ¡Fue gracias a mí que pudiste abrir la fisura para provocar la cólera de las divinidades del tiempo y el espacio, y así atraer al creador a nuestro plano! —se burló con desprecio de un Giratina ya desaparecido mientras negaba con la cabeza con decepción.
Antes de que pudiera seguir teniendo su crisis, Adaman le interrumpió, cansado de este espectáculo.
—Deja de quejarte, has perdido y ya. Acabemos con esto de una vez y entréganos la dichosa tabla —ordenó con impaciencia. El rubio lo ignoró.
—Akari, ¿tienes tú algún sueño que desees ver realizado? —cuestionó genuinamente, ahora tranquilo después de haber aceptado la derrota definitiva.
La peliazul frunció el ceño con confusión, pero decidió responder. Miró por un momento a Adaman de reojo.
—Supongo... Supongo que sí.
—Así que también tienes un sueño... ¿Acierto al pensar que no es compatible con el mío? —preguntó retóricamente. No esperó una respuesta y siguió hablando. —Yo sé cómo sacar provecho de los pokémon, pero tú colaboras con ellos en combate. Al final, yo me he quedado solo, mientras que a ti te apoyan tus pokémon. Con ellos a tu lado, podrás hacer realidad todos tus sueños.
Con esa declaración, Akari no pudo evitar ladear la cabeza aún más confusa que antes. ¿Por qué ahora le decía todo esto? No hace falta decir que su prometido estaba igual de confundido.
—Tómala. Es la tabla que me entregó Giratina, la tabla que dio comienzo a mi aventura... —dijo deslizando el objeto por el suelo, pues temía que si se acercaba Adaman le golpearía. No es como si no lo mereciera de todas formas. —Mas ahora que he perdido contra ti, el viaje ha llegado a su fin.
—...Gracias. Ahora, lárgate —demandó con seriedad. Él asintió, aprovechando la oportunidad que le estaban otorgando para escapar.
Llamó a su Togekiss y se fue volando a Arceus sabrá dónde, dejando a la pareja allí, simplemente viéndolo irse.
—Por fin... Se ha acabado... —dijo Adaman, rápidamente abrazando a la chica. Ella hundió su cara en su pecho y se permitió relajarse ahora que todo había terminado.
No lloraría, pero no porque no estuviera triste ni mucho menos, sino porque no derramaría ni una sola lágrima por ese hombre. No valía la pena.
—Oye... ¿Es cierto lo que has dicho? Que es frustrante no recordar tu pasado —preguntó suavemente mientras la levantaba la cabeza por la barbilla.
—Sí, debo decir que es un poco desagradable, pero... No me importa como era mi vida pasada, no cambiaría la actual por nada del mundo —declaró con una sonrisa gentil.
Adaman sonrió y agachó un poco la cabeza y se unieron en un dulce beso. Sí, definitivamente no cambiaría esto por nada del mundo...
[. . .]
Akari todavía piensa en Volo y su traición aún duele en su corazón. Pensaba que eran amigos, dejando todos los recuerdos, favores, noches de diversión y risas en algo como nada más que falso y estúpido. Se siente usada, manipulada y la impotencia nuevamente recorre su ser, pero...
Observa a sus pokémon jugando entre ellos, felices. Después mira hacia adelante, observando a la gente del clan haciendo sus cosas, charlando, paseando y simplemente conviviendo.
...Pero no puede quedarse en el pasado y lamentarse por algo que ya pasó, tiene que seguir adelante y vivir el presente. No significa que la herida se haya sanado, simplemente, ha dejado de doler.
Sonríe y asiente para sí misma, dirigiéndose a casa de Mai para tener una tarde de chicas y que ella siga impartiéndole clases sobre el origen y política del clan, pues si quiere casarse con Adaman y ser la monarca del clan, necesitará estar preparada. Es cierto que ha sufrido mucho desde que llegó a la región, pero eso la ha hecho más fuerte. Aún le quedan muchas aventuras por vivir en Sinnoh, sólo espera que no sean tan peligrosas y dolorosas como las de este último año. No cree que su pobre corazón pudiera soportarlo.
[. . .]
Arceus suspira para sí mismo y sacude la cabeza con decepción, pero no hay nada que hacer. Su humana se había olvidado de la misión encomendada. Piensa en lo fácil que es que esos diminutos seres se desvíen de su tarea, aunque no lo había hecho tan mal al conseguir calmar a Palkia y Dialga. Además, puede verla feliz, así que no la molestará más por ahora, pues no tenía sentido. Definitivamente, necesitará otro humano capacitado para esta tarea. ¿Qué tal... aquel cortés conductor de trenes de Teselia?
Sí, parece adecuado.