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Sara miraba el rostro durmiendo de Carlota. Su ángel, su estrella brillante en todo este lío. Se había sentido culpable por todo esto...pero Carlota todavía estaba a su lado. "Pase lo que pase," le había dicho.
Su pareja giró en el sueño, arrancando la manta para revelar una pierna desnuda. Sara la dio un roce suave con la mano, dándole cariño a su amor.
Carlota le respondió intuitivamente, aunque estuviera dormida, con un abrazo más apretado sobre su cuerpo. Siempre se sujetaban, la una a la otra, desde que les había pasado todo lo malo...
De repente, se escapó una lágrima rebelde del ojo de Sara. Aunque la amó tanto, no se sentía como si Carlota la mereciera a alguien así...
Alguien rota, quebrantada, que arruina todo lo que toque. Alguien que necesitaba ser sujetada todas las noches porque no podía dormir sola sin las pesadillas que la tormentaban... Las pesadillas que había tenido que someter a todas las otras...
Alguien que le había asustado a Miguel con sus zarandajas... Quizás vivir libre no se mereciera la pena... Quizás debiera haber enterrado su secreto para otro tiempo cuando se pudiera revelar...
Quizás.
Carlota había abierto los ojos y la estaba mirando fijamente, hasta que supo que su compañera estaba llorando.
--Cariño, ¿qué te pasa? ¿Has tenido otra pesadilla?
Sara giró a verla cara a cara. --No, es que... No podía dormir porque estaba pensando en las tantas cosas que te he hecho y...Carlota, no me mereces, mereces a alguien mucho mejor que yo...
La rubia sacudió la cabeza en respuesta a lo que le había dicho. --No, no, no, Sara - u Óscar, quienquiera seas - eres tú a que amo, no me enamoré de nadie más...-- Pensó en lo que hizo Miguel, que no podía remediar. --Eres tú la luz de mi vida, Sara. Me has abierto la mente a todas estas nuevas ideas... Quiero pasar toda mi vida contigo, pase lo que pase. Tus problemas son mis problemas. -- Le puso una mano en la cara, quitando las lágrimas. --Estoy aquí por ti. No voy a marcharme. -- y con eso le sonrió y la besó apasionadamente.
La pelirroja parecía inquieta aun, pero la rubia le había aliviado un poco. Ahora situadas cara a cara, podían ver lo verídico en los ojos...en la piel, en los cuerpos...La ansiedad les había dejado, y creció el amor tanto que se olvidó cualquier inquietud que les molestara. Se entrelazaron los brazos y las piernas, se besaron la una a la otra, las manos alcanzándose a todas partes. Sus labios lograron nuevo territorio con cada minuto, enterándose de cada una. Y una vez excitadas por completo...la liberación.
Aunque Sara lo había odiado tanto el cuerpo, apreciaba tanto más este gran relieve que solo Carlota podía darle. Y al ver su cara cuando la rubia podía aliviarse...Eso fue catarsis, para las dos.
Y ahora que habían experimentado tal purificación, se extendían juntas, felices, tranquilas. Quizás por un solo momento efímero. Pero al fin y al cabo, libres. Aunque fuera en secreto. Aunque tuviera que pasar a puertas cerradas. Se habían hecho libres. Que no tenían que pensar ni en el cuerpo, almas liberadas de este mundo tan restringido y limitado.