Chapter Text
Pisoteando sus palabras con una impropia impulsividad, al joven Ikari no pareció importarle demasiado correr un enorme e innecesario riesgo.
En cuanto el angustiado muchacho vio a su profesor en el patio durante un receso en las prácticas, no dudó en acercarse a él y pedirle un minuto para conversar. El mayor accedió de inmediato y ambos se alejaron de ahí con total disimulo.
Como ese día Shinji no tenía clases con el profesor Kaji, debía esperar hasta el viernes para verlo en su aula, sin embargo ya no podía soportar las ganas de cruzar al menos unas palabras con el apuesto caballero.
Lo extrañaba con todo su ser, lo anhelaba tanto que dolía.
A pesar de haberse mostrado tan firme y determinado en su decisión de no seguir involucrándose con ese hombre, Shinji no pudo evitar sentirse triste y ansioso todo el tiempo al estar lejos de él.
—Bien, soy todo oídos -dijo el docente, viendo con extrañeza al castaño que se mantenía cabizbajo- ¿De qué querías hablarme, Shinji?
Las palabras se rehusaban a salir de Ikari, le costaba soltar la verdad y sincerarse a pesar de tener tanto que decir. En consecuencia, la supuesta charla acabó tornándose trivial y solo duró un par de minutos antes de que alumno y profesor terminaran juntos y encerrados en uno de los cubículos del baño de hombres.
Al parecer, los dos pensaban lo mismo y experimentaban una abrasadora y recíproca necesidad de entregarse, una vez más, a los placeres carnales.
Shinji jamás imaginó ser partícipe de algo tan indecente y libidinoso como aquello, pero no quiso detenerse a reflexionar en ese instante. La lujuria nubló todo vestigio de raciocinio en él. Hincado en el piso del sanitario de estudiantes, se esmeraba por darle a su profesor la mejor felación de su vida.
Por más que Shinji ya se encontraba familiarizado con el enorme pene de Kaji, tuvo que ingeniarse para poder engullirlo y acomodarlo en su cavidad bucal sin sufrir tantas arcadas, sobre todo cuando el hombre lo sostenía con fuerza del cabello y empujaba su pelvis hacia adentro.
—Aguanta un poco más, respira por la nariz -susurraba el mayor con una sonrisa perversa, su miembro golpeaba la garganta ajena y la presión interna le hacía amar esa sensación de dominio que ejercía- Mmm... eso es... buen chico.
En cuanto Kaji retiró su goteante pene de la boca de Shinji, éste sintió cierto alivio y su respiración empezó a normalizarse. Pero él mismo no quiso parar a pesar de tener la mandíbula casi adormecida luego de dejar al docente bastante satisfecho.
El joven Ikari no dijo nada y tampoco esperó indicaciones, por iniciativa propia se puso a lamer con ímpetu la erecta y caliente virilidad de su profesor, recorriendo desde los hinchados testículos, pasando por la perfecta y venosa longitud, hasta alcanzar el enrojecido glande que expulsaba abundantes fluidos transparentes con un ligero sabor dulzón que le resultó familiar.
Sin dudas, a sandía.
Kaji jadeaba y sonreía complacido, adoraba contemplar el lindo rostro de Shinji todo sonrojado, con esos ojos azules llenos de lágrimas y esos labios inflamados y lubricados con saliva y presemen. Se sentía el peor de los pervertidos pero al mismo tiempo, el hombre más afortunado.
El morbo de la candente situación hizo que Shinji se excitara también, por lo que liberó su miembro y comenzó a masturbarse sin descuidar su principal menester. Y aunque absolutamente todo ahí estaba mal, el muchacho no reparó en cuestiones morales ni en lo que podría pasar si los descubrían en tales circunstancias.
Cuando Kaji consideró que fue suficiente, detuvo las acciones de su alumno y lo ayudó a ponerse de pie, lo rodeó por la cintura y lo besó con desesperación.
Shinji se sintió un poco mareado pero se sobrepuso casi al instante para corresponderlo con las mismas ganas, tan ansioso y necesitado que él mismo empezó a restregar adrede su despierta erección contra el sexo ajeno.
Para entonces ambos se encontraban con los pantalones y la ropa interior abajo, justo en los tobillos, hasta que Kaji tomó la iniciativa de deshacerse de esas prendas e incentivó a Shinji a imitarlo. Al final, solo se dejaron puestas las camisas desprendidas y reanudaron los apasionados besos.
Las manos del hombre fueron hasta el respingado trasero de su amante para hurgar en medio usando un par de dedos previamente ensalivados. El chico gimoteó al verse invadido y se removió un poco, sin embargo, la facilidad con la que esos falanges ingresaron llamó bastante la atención.
Kaji añadió un dedo más, otra vez sin inconveniente, era obvio que el chico se encontraba bien dilatado y preparado. Una duda asaltó de repente al mayor y se acercó al oído de su acompañante para susurrarle una pregunta.
—¿Estuviste follando con otro hombre, Shinji? -cuestionó con un tono de complicidad, invitándole a confesar alguna posible fechoría- Anda, dime la verdad.
Shinji frunció el ceño y lo miró intrigado, sin comprender la razón por la que Kaji le hizo una pregunta de esa índole.
—¡No! Solo estuve contigo el fin de semana pasado. ¿Por qué lo dices?
—Mmm... es que mis dedos entran con tanta facilidad en ti -el hombre comenzó a mecer su mano en vaivén, penetrándolo con sus dedos tan profundo como le era posible- ¿Lo ves?
Shinji abrió grande los ojos y gimió al sentir cierto punto en su interior deliciosamente estimulado. Aunque también le mortificó el hecho de que Kaji estuviera creyendo que él pudo haberse acostado con alguien más.
—Ah, eso. Debe ser porque anoche me estuve tocando y también usé...--
—¿Un dildo?
Shinji asintió con vergüenza y bajó la mirada, apenado de tener que admitirlo.
—¿Así que te gusta jugar tú solo de esa manera? -Kaji rio al imaginárselo todo, pudo hacerse una imagen mental demasiado provocativa- ¿Quién diría que detrás de esa bonita e inocente apariencia se esconde un chico tan travieso?
—Kaji, por favor -sobrepasado por la pena, Shinji escondió su rostro en el pecho ajeno-
—Estoy seguro que un pene de plástico no te satisface tanto como uno de verdad. Quieres que te folle aquí mismo, ¿cierto?
El muchacho solo volvió a asentir pero el otro moría de ganas por escucharlo, así que se puso algo exigente y habló con voz de mando.
—Entonces mírame y dímelo.
—S-sí... -sin más opción a la vista, el menor sintió su cara ardiendo por el rubor pero aún así miró a su interlocutor- ¡Sí quiero!
—Bien, tenemos quince minutos -Kaji se compuso antes de sentarse en el inodoro con las piernas abiertas, su gran erección despierta resaltó en medio- Soy todo tuyo, mon amour.
Sin dudarlo, Shinji se montó sobre su profesor a horcajadas, abrazándolo por el cuello y luego usando una mano para posicionar el falo del docente y penetrarse con él.
Ambos gimieron a causa de la excitante fricción, el joven Ikari consiguió introducirse la mitad del miembro aunque no fue suficiente para él. En ese punto empezó a experimentar cierto dolor y molestia pero por ningún motivo quiso parar ni ir más lento.
Fue entonces que Kaji decidió ayudarlo, con ambas manos le separó más los glúteos e impulsó su pelvis hacia arriba. La estrechez de Shinji lo puso como loco.
Demoraron al menos un par de minutos en conseguir una penetración completa y el más joven necesitó un momento para adaptarse, aunque muy pronto su cuerpo le exigió más, en especial sus inquietas caderas.
Por casualidad Kaji rememoró un método muy eficaz de motivar y excitar más a su amante en ese estado, por lo que decidió implementarlo de nuevo al tiempo de lamerle el cuello.
—¡Mírate! Tan ansioso y necesitado de mi pene, es evidente lo mucho que te encanta tenerme en ti -el hombre le hablaba con voz suave y sensual al oído, de paso le mordía el lóbulo de la oreja derecha- Quieres que te coja duro y te llene de nuevo, ¿verdad? Amas sentirte como toda una puta.
Shinji cerraba los ojos y jadeaba, la alta temperatura en ese reducido espacio cerrado y las sucias palabras de Kaji lo ponían cada vez más y más caliente. Por alguna razón, a él le encantaba escucharlo hablar así y su cuerpo reaccionaba en consecuencia.
Segundos después, el chico se impulsaba y brincaba frenéticamente sobre el pene de su profesor gimiendo como un desesperado. Shinji podía sentir su interior expandiéndose cada vez que el mayor se lo enterraba hasta el fondo, su trasero rebotaba contra los testículos ajenos generando sonidos dignos de una película pornográfica.
Por su parte, Kaji lo sostenía de la cintura para controlar el ritmo de las embestidas y la profundidad de las penetraciones. De igual modo, estaba embelesado con las expresiones faciales de su joven amante, en su morbosa mente fantaseaba con hacerlo gritar tan alto para que toda la maldita escuela supiera que se lo estaba cogiendo como un salvaje.
—Apuesto a que ese noviecito que tuviste antes no te follaba así de bien -Kaji volvió a recurrir al mismo truco y casi enseguida vio los resultados- Eso quiere decir que soy el primero que puede disfrutarte como la sucia ramera que eres, ¿cierto?
—Ahhh... Kaji... -el chico jadeaba sonriente contra la boca de su profesor y sentía que estaba por venirse, le urgía masturbarse al menos un poco para lograrlo- Tócame, por favor.
—¿Quieres correrte ya? No pudiste aguadar hasta la salida para buscarme, no quisiste esperar a que te llevara a mi cama... -el hombre sonreía con total cinismo, encantado de ver lo que provocaba en el otro- ¿Por qué crees que tienes derecho a un orgasmo?
El muchacho, ya casi al borde del colapso, dirigió su mano hasta su pene con intención de brindarse alivio y estimulación. Kaji no se lo permitió, para ello le aprisionó las muñecas sujetándolas detrás de la espalda.
—Córrete para mí sin tocarte, mon amour. Si lo haces, tendrás una recompensa.
Decidido a alcanzar el clímax, Shinji continuó moviéndose con intenciones de frotar su sexo contra el abdomen de su amante pero éste no tardó en darse cuenta.
—Estás haciendo trampa -fingiéndose molesto, el hombre se puso de pie cargando con facilidad el cuerpo de Shinji, que en comparación al suyo era frágil y pequeño- En lugar de recompensa, te daré un castigo.
Kaji dejó el interior de Shinji de golpe y ambos quedaron de pie, pero el mayor no demoró en voltear a su alumno, sujetarle los brazos hacia atrás y penetrarlo duro de nueva cuenta.
Desde esa posición el profesor no solo tenía una excelente vista de su miembro profanando el ya maltratado agujero de Shinji, también podía dominarlo a su entero antojo. En cambio Ikari solo lloriqueaba ansioso e intentaba concentrarse para llegar a su tan deseado orgasmo.
Las sucesivas y certeras embestidas no cesaban y cuando por fin parecía que el joven Ikari lograría su anhelado cometido, él y su profesor se vieron obligados a detenerse en el acto.
Justo en ese momento unos alumnos ingresaron al sanitario conversando muy animadamente, al parecer terminaron sus prácticas y fueron hasta allí a lavarse las manos. La ilícita pareja permaneció en su sitio sin hacer un solo ruido.
Una maliciosa idea hizo sonreír a Kaji, su pene atrapado en el trasero de su amante palpitó emocionado y éste se estremeció al sentirlo.
El hombre se movió con lentitud, yendo y viniendo muy despacio, hasta hundir cada centímetro de su miembro en ese orificio que gustoso lo siguió recibiendo con ganas.
—Shhh... -Kaji lo abrazó por detrás y lo acercó a él; de ese modo la espalda de Shinji quedó apoyada contra el pecho del mayor- No hagas ruido o nos van a descubrir. ¿O es que acaso quieres que vean cómo te estoy follando? ¿Qué dirán todos si ven que eres mi zorra personal? De seguro seré el hombre más envidiado.
Una vez más, las palabras de Kaji tuvieron un efecto inmediato en Shinji, quien volvió a excitarse por completo a pesar de la terrible situación en la que se encontraba.
Además, el castaño supo también que su suplicio iría en aumento cuando sintió la mano derecha de su profesor ceñirse firme a su miembro para masturbarlo.
En ese punto, el joven ya no sabía si maldecir o agradecer a ese sádico pervertido llamado Ryōji Kaji, el descarado sujeto que con tanta facilidad era capaz llevarlo del cielo al infierno en un segundo.
—Te irás de aquí apestando a sexo y cuando estés en clases podrás sentir todo mi semen escurriéndose de tu lindo trasero -murmuró el hombre haciendo gala a todo su cinismo- ¿Con qué no volvería a repetirse, Shinji? Eso fue lo que me dijiste la última vez y sin embargo estás aquí, empalándote con mi pene y disfrutándolo como nunca.
Decir algo en su defensa sería inútil, Ikari debía luchar por mantenerse estoicamente callado, permanecer de pie y no colapsar. Todo su cuerpo temblaba extasiado mientras se liberaba eyaculando en la mano de su profesor y salpicando la pared del baño, casi al mismo tiempo que sentía al mayor llenando sus adentros.
Lascivo y majestuoso, difícil de describir con palabras más precisas.
Cuando aquellos inoportunos alumnos se largaron por fin, los arriesgados amantes dieron por concluido ese encuentro. Entonces se dispusieron a vestirse y arreglarse para poder volver a sus actividades con total normalidad.
—Lamento mucho lo del otro día -dijo Ikari rememorando arrepentido lo que sucedió en casa de su profesor- No debí decir esas cosas ni marcharme como lo hice, admito que fue muy impertinente de mi parte.
Kaji lo tomó de la barbilla para besarlo con suma delicadeza.
—No tienes que disculparte, Shinji. En todo caso, si en esa ocasión o incluso ahora, dije algo que te resultó hiriente u ofensivo, te pido perdón -el docente sonrió de lado e hizo una importante aclaración- Noté que decir ese tipo de cosas durante el sexo te enciende mucho y no pude contenerme, pero de ninguna manera pienso eso sobre ti.
El rubor tiñó las mejillas del chico y no supo qué contestar al respecto, solo supuso que así estaba bien y que todo había sido consentido.
En el fondo se sentía muy feliz.
—Saldré yo primero -inquirió el mayor por cuestiones de seguridad- Para no levantar sospechas, espera unos minutos antes de irte también.
—Está bien, Kaji. Así lo haré.
El profesor abrió la puerta del cubículo y observó al castaño para hacerle una repentina e inesperada propuesta.
—A propósito, no sé si quieres que sigamos con las lecciones de francés, solo que este fin de semana no voy a poder en el horario habitual ya que surgió un asunto que debo atender -explicó el docente- Pero... si quieres ir a mi casa, te espero el sábado a las nueve de la noche.
Entre la sorpresa y la emoción, una gran sonrisa espontánea se dibujó en el rostro de Ikari. Ni siquiera se detuvo a analizar las cosas con cautela, no dudó en aceptar y comprometer su presencia. Kaji lo besó por última vez y finalmente se retiró de ahí.
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A Shinji se le había pasado muy rápido aquel estado triste y depresivo del día anterior. Ahora se lo podía notar radiante y sonriente, se sentía tan contento que disfrutaba al máximo cada una de sus clases, ganándose de nuevo varios elogios de sus profesores.
Nadie imaginaba que el motivo de la alegría del castaño respondía al nombre de Ryōji Kaji, nadie sospechaba que se trataba del respetado docente que todos conocían y admiraban.
Durante una videollamada, Yui pudo percibir la felicidad de su hijo y lo indagó un poco. Shinji aseguró que era por lo bien que le estaba yendo en la carrera y por la rapidez en su proceso de adaptación en París.
—Me alegra saber que te está yendo tan bien, cariño -replicó la mujer con alegría aunque su instinto maternal le decía que ahí había algo más- ¿Y qué tal lo demás? ¿Ya hiciste amigos o conociste a un guapo muchacho parisino?
—Pues... Me llevo bien con la mayoría de mis compañeros aunque no puedo decir que son mis amigos -suspiró al pensar que quizás le faltaba integrarse un poco más- Tal vez en algunas semanas las cosas mejoren en ese aspecto, ahora que ya manejo un poco más el idioma supongo me será más fácil.
—Comprendo -como Yui no obtuvo una respuesta completa a su pregunta, insistió- ¿Y respecto a lo otro?
—¿Lo otro?
Shinji ya sabía a qué se refería Yui, solo se hacía el desentendido.
—Si ya conociste a algún chico que te interese por ahí.
—Para nada, mamá. Estoy muy enfocado en mis clases, no tengo tiempo para conocer chicos ahora.
Y aunque detestaba mentir, dadas las circunstancias, Shinji no tuvo más opción que hacerlo.
Él jamás tendría el valor de confesarle a su madre que estaba teniendo una aventura con un hombre casado.
---Shinji se presentó puntual en casa de su profesor aquel sábado por la noche, como asumió que ese encuentro no sería precisamente para estudiar ni siquiera llevó sus libros con él.
Kaji quedó descolocado con ese detalle, ya que cuando le requirió la tarea que quedó pendiente, el chico se sintió más avergonzado que nunca. El verdadero motivo de su presencia en ese lugar quedó en evidencia y nada pudo hacer para rectificarse.
—Lo lamento -pronunció Ikari con dificultad sin saber a dónde mirar- No creí que en verdad fuéramos a estudiar.
—¿Y entonces qué creíste?
—Pues...--
Incapaz de dar una respuesta abierta y honesta, Shinji optó por el silencio y dio la espalda a su profesor.
—Mmm... Shinji no quiero que me malinterpretes -el hombre se le acercó por detrás con cautela y apoyó sus manos en los hombros ajenos- No creas que te invité solo para que tengamos sexo, lo hice porque me agrada mucho tu compañía.
El corazón del más joven se aceleró al escuchar esas palabras, a sus oídos sonaron tan dulces y sinceras, entonces dio media vuelta quedando frente al mayor.
—¿E-en verdad?
—Por supuesto -Kaji le dio un beso en la frente y luego lo estrechó en un conmovedor abrazo- ¿Por qué lo dudas tanto?
Shinji sentía que se derretía en los fuertes brazos de su profesor, le encantaba estar así con él y por fin había correspondido al gesto.
—Es la primera vez que alguien dice que le agrada mi compañía. Gracias, Kaji -Ikari cerró los ojos y apoyó su cabeza contra el torso contrario- A mí también me gusta mucho estar contigo.
—Me alegra saberlo, mon amour.
Aquella noche fue bastante atípica y especial para Shinji. Ryōji Kaji era increíble como anfitrión, preparó una cena especial para su lindo invitado y también algunas bebidas.
Posterior a eso, la agradable y fluida charla se trasladó al sofá. Ambos decidieron ver una clásica película francesa, desde luego, en el idioma original y sin subtítulos.
—Esta será la lección de hoy -aseguró Kaji, por más que su alumno se mostró poco convencido- Presta atención a la mayor cantidad de detalles posibles porque luego te haré preguntas muy puntuales.
—Mmm... Está bien, aunque siendo sincero no creo entenderlo todo.
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Una hora después y con varios tragos encima, Shinji ya no prestaba atención al filme, incluso cabeceaba del sueño y sus ojos amenazaban con cerrarse pronto.
—¿Shinji?
El repentino silencio llamó la atención de Kaji, cuando miró a su invitado ya lo encontró profundamente dormido y recostado contra su brazo izquierdo. A pesar de hablarle y moverle un poco, el muchacho no despertó para nada.
Kaji pausó la película y se debatió sobre lo que debía hacer, no sabía si dejar a Shinji durmiendo ahí en el sofá o llevarlo hasta la habitación.
—Sí, aquí estarás mucho más cómodo -Ryōji optó por la segunda opción, tomó al chico en sus brazos y lo condujo a su recámara; una vez ahí, se encargó de quitarle los zapatos y de cubrirlo con una sábana- Doux rêves! (Dulces sueños).
El hombre dejó a su invitado durmiendo en la comodidad de su habitación y regresó a la sala, reanudó la película pero enseguida su atención se centró en su celular. Así se mantuvo durante varias horas seguidas, inclusive hasta bien entrada la madrugada.
Recostado en el sofá con el pantalón desprendido y la cámara enfocando a su vívida erección, Kaji empezó a masturbarse durante la caliente videollamada que sostenía con su esposa.
—¡Deja eso! -replicó del otro lado una voz femenina fingiendo indignación en medio de risas- ¿Por qué cada vez que hablamos quieres que vea tu pene?
—Porque aunque digas lo contrario, sé que lo extrañas mucho -replicó en plan bromista antes de acelerar sus movimientos manuales hasta que consiguió eyacular abundante- ¿No sientes compasión, amor? Mira cómo está llorando porque te echa de menos.
La mujer se carcajeó ante la ocurrencia de su esposo, quien continuó apretando su miembro para liberar más fluidos siempre frente a la cámara.
—Sigues siendo un maldito degenerado, Ryōji Kaji.
—Admito que disfrutaría más poniendo mi pene entre tus senos hasta correrme en tu hermosa cara, bien sabes lo mucho que me encanta hacer eso -el hombre hablaba de una forma totalmente desinhibida, revelando algunos de sus fetiches sin mostrar un ápice de pudor- Es una lástima que no pueda aprovechar ahora porque estamos lejos, tendré que conformarme con mirar, así que quítate el brasier y déjame verte.
Kaji encendió un cigarrillo y se puso a fumar mientras disfrutaba de un improvisado espectáculo erótico protagonizado por su mujer.
—¡Vaya! El embarazo te hace ver tan sexy, tus pechos crecieron más desde la última vez -el hombre embelesado con los atributos de su esposa ni siquiera se percató de que en la penumbra alguien más lo observaba- ¡Están enormes! Justo como me gustan. Por cierto, ¿ya producen leche?
—Aún no, pero el médico dijo que en unas semanas ya debería -ella hizo una pausa al descubrir las intenciones de su esposo- ¡Espera! Ya sé lo que estás pensando y ni creas que te lo voy a permitir, ¡la leche es para el bebé, no para ti!
Poco antes, Shinji había despertado confundido al no reconocer de buenas a primeras la habitación en la que se hallaba. A medida que su estado de consciencia volvía, empezaba a preocuparse.
Descalzo y sin hacer ruido, el joven salió del dormitorio de su profesor y fue a buscarlo. Al escucharlo hablar con alguien, se detuvo y permaneció a una prudencial distancia para estudiar la situación, asegurándose de no ser visto.
Unos segundos fueron suficientes para que Ikari lo entendiera todo y la cruel realidad le diera un golpe en medio del rostro. Así también, comenzó a experimentar una sensación de molestia en el pecho y un nudo en la garganta.
¿Entonces ella está embarazada? Kaji va a ser padre en algunos meses y parece muy entusiasmado.
Shinji nunca pensó que le dolería tanto descubrir esa verdad, a pesar de que ya sabía sobre el estado civil de Kaji, no tenía idea de que su esposa estaba encinta y mucho menos, de lo atractiva que él la encontraba aún en ese estado.
¡Desagradable! ¿Cómo es capaz de decir en voz alta ese tipo de cosas? ¿Qué acaso no le tiene ni un mínimo de respeto a la madre de su futuro hijo?
—¡Kaji es de lo peor! -murmuró el castaño a regañadientes, pretendiendo estar molesto y no celoso- Debería largarme y olvidar todo esto, un hombre así no vale la pena.
Con sus pulsaciones cada vez más aceleradas, Shinji se preguntaba qué debía hacer en ese preciso momento. Confrontar a Kaji y marcharse a esas horas... o fingir demencia hasta el amanecer y regresar a la habitación.
—Claro que me encantaría tenerte aquí, hermosa -la voz del hombre hizo que Shinji volviera su atención hacia él y sus palabras- Nada me gustaría más que vengas a París a verme, pero me temo que no voy a poder atenderte como te lo mereces. Casi no me quedo en casa porque estoy muy ocupado.
¡Claro! Muy ocupado cogiéndose a alguien más, solo le faltó mencionar ese minúsculo detalle.
—¿Cómo puede gustarme un sujeto como él? -Shinji volvió a cuestionarse, molesto no solo con Kaji sino también consigo mismo- ¡Soy tan estúpido! Me dejé envolver por sus encantos y me ilusioné con él, lo hice a pesar de saber que no debía.
Ikari regresó a la habitación, no quiso seguir escuchando más aquella conversación conyugal. Una mezcla de rabia y tristeza lo embargó aunque también supo reconocer que él mismo tuvo una cuota de culpa.
—Me marcharé ni bien amanezca. No quiero permanecer aquí ni un minuto más.
Una mentira.
—No deseo que él vuelva a tocarme. Si intenta ponerme una mano encima, lo voy a rechazar.
Una mentira tras otra.
Él sabía que acabaría cediendo de nuevo.
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Cerca del mediodía, luego de fracasar en sus múltiples intentos de despertar a Shinji, el dueño de casa optó por recurrir a una alternativa que consideró podría resultar más efectiva.
Y como Ryōji Kaji no era alguien que desperdiciaba oportunidades, al notar que aún dormido a Shinji se le formó una tremenda erección, decidió que lo despertaría con una buena sesión de sexo oral.
Al experimentar una repentina sensación de placer recorriendo todo su cuerpo, el chico no tardó en abrir los ojos y apartar las sábanas para descubrir a su profesor satisfaciéndolo con su experta boca.
Shinji se dejó sin oponer resistencia, cerró los ojos y gimoteó desinhibido, aceptando con gusto las estimulaciones del mayor.
Sin culpas, sin arrepentimientos... sin dignidad.
Sin embargo, las cosas no terminaron ahí; ambos quisieron seguir e ir hasta el final, hasta saciarse el uno al otro, hasta caer rendidos.
—Bonjour, Shinji (Buenos días, Shinji) -Kaji por fin saludó, hasta ese instante no había dicho una sola palabra- Sí que dormiste mucho. ¿Quieres desayunar o prefieres que esperemos la hora del almuerzo?
—Nada de eso -Ikari se incorporó hasta quedar sentado en la cama- Ya debo regresar a mi casa.
Shinji parecía distante e incluso un poco molesto, no quería siquiera mirar a Kaji a la cara luego de recordar lo que vio y escuchó la noche anterior.
—¿Tan pronto? -el hombre ladeó la cabeza y lo miró con suspicacia- Pensé que te quedarías conmigo todo el fin de semana.
—No, lo siento. Tengo un compromiso en un par de horas y ya se me está haciendo tarde -el castaño recogió sus ropas y con prisa se dirigió al baño para poder vestirse lejos de la mirada de su amante-
El muchacho no demoró en ponerse la ropa y arreglarse, sin embargo no se animó a abandonar tan rápido el cuarto de baño. No sabía cómo enfrentar a Kaji después de que le había mostrado una actitud esquiva e indiferente.
—Hubiese querido tomar una ducha pero es mejor que me largue de una vez.
En su afán de convencerse a sí mismo que esa relación no le convenía y tampoco lo llevaría a ninguna parte, Shinji volvía a actuar con impulsividad.
¿Lo peor? Solo estaba engañándose a sí mismo.
Esos minutos encerrados en el baño de la habitación de su profesor se le hicieron eternos y agónicos, pero no podía seguir allí para siempre.
Al salir de la recámara se encontró con Kaji en el pasillo, éste le mostró su usual sonrisa.
—¿No quieres al menos acompañarme con un café, Shinji? Me preocupa que te vayas sin desayunar.
—Estoy bien, no hay problema -el joven solo lo miró de reojo e intentó sonreír un poco- Muchas gracias por todo.
Kaji acompañó a su invitado a la puerta como todo un caballero; a pesar de haber querido disfrutar más tiempo de la compañía de ese lindo chico, optó por no insistir e incomodarlo.
—Disculpa mi indiscreción, Shinji -le dijo antes de abrirle la puerta- ¿Estás viendo a alguien más?
Una sensación de escalofrío recorrió la columna vertebral del aludido ni bien terminó de escuchar esa pregunta que le pareció de mal gusto.
Al parecer, Ryōji Kaji asumía que Shinji tenía otros amantes además de él y que ese mismo día se estaría reuniendo con otro hombre.
¿Acaso el muy idiota estaba celoso?
El peor error de Shinji fue intentar ponerlo a prueba.
—Aún no -a sabiendas de que era pésimo mintiendo, lo hizo- Un chico me invitó a salir la próxima semana, quedé en darle una respuesta.
—Deberías aceptar. Aunque apuesto a que no te faltan admiradores en París -el mayor avanzó un poco y le dio un beso en la mejilla derecha- Procura no romper tantos corazones. À très vite, mon amour (Hasta pronto, mi amor).
El joven Ikari nunca odió tanto esa particular manera en la que su profesor se refería a él, diciéndole «mi amor», justo como lo hacía con su esposa y de seguro con sus múltiples amantes de turno.
—On se voit bientôt (Nos vemos pronto) -pronunció el chico secamente antes de irse-
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Pocos días bastaron para que la molestia de Shinji terminara por esfumarse, dejó de darle tanta importancia a lo que en un principio le pareció horrible e indignante.
—No tengo derecho alguno de enojarme con Kaji -murmuró al ver a su profesor a lo lejos, siempre rodeado de estudiantes que sin dudas aceptarían sus galanteos- Él nunca me engañó ni me prometió nada, yo me involucré aún sabiendo que tiene a alguien más.
El joven Ikari había vuelto a extrañar a Kaji, tanto o más que antes, y ya no solo en la intimidad. Ni siquiera quiso considerar la posibilidad de conocer a chicos solteros de su edad, así que todo volvió a reanudarse.
Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses.
La ilícita e intensa relación entre alumno y profesor se mantuvo en pie. Cuando ambos alcanzaron a darse cuenta, prácticamente ya llegaron al punto de la convivencia.
Para entonces Shinji iba a su casa solo una o dos veces a la semana, el resto del tiempo se la pasaba bajo el techo de Kaji como si en verdad fueran una pareja.
En ese lapso, Ikari aprendió a tolerar, o más bien, a hacer oídos sordos a las llamadas conyugales. Aunque en ocasiones, su curiosidad terminaba por ser más fuerte y espiaba detrás de las puertas.
Fue así que Shinji se dio por enterado de que Kaji sería padre de un niño al que llamarían igual. En esa ocasión, el chico volvió a molestarse aunque no lo exteriorizó bajo ninguna circunstancia. Después de pasar por esa clase de malos ratos, Shinji buscaba ser resarcido con creces en la cama.
El sexo entre ellos era cada vez más increíble y fogoso, Shinji se mostró siempre dispuesto a hacer realidad todas las íntimas fantasías de su amante, excepto una, que los llevó a una fuerte discusión.
—¿Qué tal un «ménage à trois»? Podemos salir una noche a algún bar, nos ligamos a un chico sexy y...--
¡Maldito descarado!
—¿Te apetece un trío sexual? -Shinji no pudo ocultar su enojo- ¿Quieres follarte a un desconocido en la misma cama donde te acuestas conmigo todos los días?
Kaji sonrió y se hizo el desentendido sobre el último punto en particular.
—Claro que no. Iríamos a un motel y además sería cosa de una sola noche -insistió el mayor en su afán de persuadirlo- Admito que me gustaría verte con otro hombre y luego unirme. Dime, Shinji... ¿No te gustaría tener a dos activos a tu entera disposición? ¿O tal vez preferirías a un pasivo para que lo follemos juntos? Seguramente extrañas tomar otro rol en la cama de vez en cuando.
—¡No lo extraño nada! -el menor sentó postura sin dudarlo aunque no pudo evitar hablar con una voz casi quebrada- No quiero estar con otro sujeto ni participar en una orgía. ¡Déjame fuera de esas prácticas!
—Está bien, de acuerdo -replicó el hombre, dispuesto a respetar la voluntad ajena y no seguir insistiendo- Si no quieres, no haremos nada de eso.
El chico sintió muchas ganas de llorar y el mayor lo notó, no dudó en acercarse a abrazarlo aunque no fue correspondido en esa ocasión.
—Lo siento, ¿sí? No lo dije para hacerte sentir mal.
Unas traicioneras lágrimas cayeron de los ojos azules, Shinji quedó muy sentido sin quererlo.
—No soy suficiente para ti a pesar de todo, ¿verdad, Kaji? Al fin de cuentas, solo soy una aventura extramarital que te sirve para experimentar lo que no te atreverías a pedirle a tu esposa.
El chico se apartó con brusquedad, por más que lo intentó ya no pudo seguir reprimiendo el llanto. Un sollozo lastimero, luego otro más y se desmoronó.
La preocupación de Kaji comenzó a aflorar al verlo tan afectado.
—Escucha, Shinji. Yo no...--
—Tú solo me ves como a un juguete sexual pero debes saber que también tengo sentimientos. ¿Podrías al menos tener algo de consideración?
El docente se dio cuenta de que cometió un terrible error, uno que inconscientemente acabó lastimando a su chico, sin haber tenido él intenciones de algo así.
—Tienes razón, Shinji. Estuve siendo egoísta y desconsiderado contigo; es más, ahora mismo se me cae la cara de vergüenza y no sé qué hacer o qué decir para que no te sientas así.
—¡Nada! -por más que Shinji intentaba secarse las lágrimas con el dorso de su mano izquierda éstas no se detenían- Mejor ya no digas nada.
—Como quieras -el hombre suspiró sin saber cómo actuar- ¿Deseas que te deje solo?
—¡No!
Kaji no lo pensó dos veces y volvió a abrazar al pobre chico devastado, quien al sentir que lo rodeaba, estalló en el más amargo y desconsolado llanto.
Ya no podía más con todo.
—¿Me perdonas, Shinji? -el mayor nunca se mostró tan sincero y arrepentido, el hecho de verlo así le produjo un enorme sentimiento de culpa-
Sin embargo, ese abrazo había conseguido de cierta manera reconfortar a Shinji. Al cabo de unos minutos fue tranquilizándose, vulnerable y dependiente del contacto ajeno. Kaji lo contuvo por un rato dejando, de tanto en tanto, tiernos besos en el rostro del menor.
—¿Sabes algo? Eres el chico más lindo y especial que conocí en esta ciudad. Tú no mereces que te trate como lo estuve haciendo, así que para enmendar mi error voy a buscar la forma de compensártelo todo.
Las palabras de Kaji se escucharon tan sinceras que Shinji decidió creer en ellas. Una vez que estuvo más sereno, se puso a reflexionar sobre lo ocurrido y terminó sintiéndose como un chiquillo tonto e inmaduro. El temor de que su amante fuera a hartarse de él y abandonarlo debido a ese tipo de actitudes empezó a mortificarlo.
Esas escenas de esposa histérica no tenían que volver a repetirse.
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Faltaba menos de un mes para la finalización del primer semestre de clases. A Shinji le fue muy bien en sus exámenes, incluso le dieron una condecoración por su excelente desempeño.
Para el cierre de actividades semestrales, la escuela de gastronomía estaba organizando un evento de exposición de gran nivel, en el cual contarían con invitados especiales del rubro. Por ende, esas semanas restantes los alumnos tendrían mucho por hacer. Participar era fundamental para ellos, ya que los profesores a cargo evaluarían el proceso de trabajo y de eso dependería las calificaciones finales.
El profesor Ryōji Kaji ingresó al salón de eventos, mismo donde los estudiantes se encontraban limpiando y organizando los espacios de cada grupo. Se acercó a su alumno favorito con intenciones de felicitarlo por el reconocimiento que le fue otorgado por el consejo directivo de la institución.
—Félicitations, Shinji. Je suis fier de toi. (Felicidades, Shinji. Estoy orgulloso de ti).
Varios estudiantes en las cercanías alcanzaron a escuchar y estuvieron de acuerdo con el docente; sin dudas, Ikari era un digno merecedor luego de haberse esforzado tanto durante el semestre.
Shinji se sonrojó y respondió con una sonrisa modesta, nunca se acostumbró a ser el centro de atención así fuera durante escasos minutos.
—Merci (Gracias).
Midori también presenció lo ocurrido, lo que repercutió en su humor de inmediato. La chica rodó los ojos y fue a donde su amiga Sakura para hacerle un comentario al respecto.
—¡No veo la hora de que todo esto termine! Por fortuna el próximo semestre ya no tendremos que soportar cosas como esas.
—Veo que sigues tan molesta con Ikari como el día que se unió a nuestro salón, a mí la verdad me da igual -replicó Sakura encogiendo los hombros- Lo que sí lamento es que el profesor Kaji ya no estará con nosotros, su traslado a la sede de Niza ya es un hecho.
—¿Ah sí? ¡Pues que se largue! Yo lo tenía en un muy buen concepto pero se la pasó todo el semestre favoreciendo a ese tonto, así que me da gusto que se vaya -la de cabello rosa miró de reojo hacia los aludidos- Espera... ¿Ya es oficial el dichoso traslado?
—Lo es -aseguró Sakura- Me lo confirmó la profesora Claire aunque ese asunto todavía no fue comunicado con todos los protocolos al alumnado. Lo van a hacer durante el evento.
—A ver qué dirá su alumno estrella cuando le llegue antes la noticia, apuesto a que aún no lo sabe.
—¿Se lo dirás? -cuestionó Sakura al ver la sombría expresión en los ojos de su amiga- No creo que sea conveniente, Midori.
—¡Por supuesto que se lo diré! No me privaré de echarle a perder la noche del evento.
Lo que Midori y Sakura comentaron era verdad.
Al iniciar ese semestre, Ryōji Kaji solicitó al consejo directivo de la institución su traslado a la sede ubicada en la ciudad de Niza a partir del siguiente período de clases. El docente tomó esa decisión después de que su esposa le informara sobre la confirmación del embarazo, y desde luego, él quería estar con su familia.
A esas alturas Kaji tenía un dilema, no había encontrado el momento más apropiado para hablarle a Shinji sobre su partida y apenas faltaban dos semanas para el fin del semestre.
Una separación inminente para la que no se encontraba listo.
—Dijiste que hoy irías a tu casa, ¿no, Shinji? -preguntó el mayor en voz baja, asegurándose que nadie más escuchara la conversación-
—Sí, quedé en verme en la tarde con el arrendatario. Ya sabes, para renovar el contrato del próximo semestre.
—¿Entonces tendrás tiempo después? Me gustaría invitarte a salir hoy en la noche, si es que puedes.
El rostro del chico se iluminó y no pudo ocultar su impresión ante la sorpresiva propuesta ajena. Para evitar exponerse demasiado o que sus conocidos de la escuela los vieran juntos en plan «de pareja», ellos casi nunca salían.
Por alguna razón, Kaji quiso hacer una excepción esa noche y Shinji no dudó en darle una respuesta afirmativa.
—Me encantaría -el joven sintió eso que los cursis y románticos empedernidos llamaban «mariposas en el estómago», por fin una cita de verdad con su querido profesor- ¿En dónde nos vemos?
—En la Place de la Concorde a las ocho de la noche.
—¿En la plaza donde se encuentra la noria? Pensé que solo la habilitaban en época navideña.
El castaño volvió a emocionarse. Desde su llegada a París planeó ir en algún momento a la gigante y famosa noria, un símbolo tan característico de esa ciudad.
—La van a cerrar en algunos meses, por eso ahora la están haciendo funcionar fuera de temporada -explicó el hombre- Debemos aprovechar e ir antes de que la quiten para siempre.
—Bien, entonces nos vemos más tarde.
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El arrendatario canceló a última hora la cita con Shinji para tratar el asunto de la renovación del contrato de alquiler. Lejos de molestarse, el castaño aprovechó ese tiempo para poder arreglarse y elegir algo acorde para su salida nocturna.
Con muchas ansias y expectativas, Ikari se alistó y a estuvo puntual en el lugar y el horario pactados. Una vez que Kaji llegó también, se colocaron en la fila para poder subir a la tan famosa «Grande roue de Paris».
—¡Vaya! La vista desde aquí es impresionante.
A Kaji le resultó tierno y divertido ver a Shinji tan encantado con la experiencia, la vista de París desde la altura, la torre Eiffel iluminada y el cielo nocturno despejado eran algo increíble y único.
Shinji no desaprovechó la oportunidad de tomar varias fotografías con su celular y se le ocurrió una idea.
—¿Nos tomamos una selfie juntos? -preguntó el chico bastante dubitativo pues no estaba seguro si el otro aceptaría su propuesta, la cuestión de no verse comprometidos seguía latente-
—Claro.
Sin embargo, Kaji accedió de inmediato, se acercó y lo abrazó por el hombro, así posaron ante la cámara del celular con una espectacular vista del fondo.
Shinji pudo hacer un total de tres geniales instantáneas, luego de revisarlas se las mostró a Kaji.
—Envíamelas después, ¿sí? Salimos muy bien, en especial tú.
El hombre tenía toda la razón, Shinji poseía una sonrisa muy bonita y unas facciones delicadas que lo favorecían mucho ante una cámara. Pero como en esa ocasión lucía particularmente contento, se evidenciaba todavía más en las fotografías.
—¿Lo crees? -preguntó Ikari con un ligero sonrojo en sus mejillas-
—¡Por supuesto! Eres muy fotogénico, Shinji. Creo que deberías considerar el modelaje publicitario, sin duda te iría excelente.
Shinji sonrió y negó con la cabeza, pensó que su acompañante era un exagerado ya que él nunca contempló una posibilidad como esa.
—Para nada. Lo mío es la cocina, no el modelaje.
Sus miradas se encontraron de repente y Kaji no pudo resistirse, tomó el rostro de Shinji entre sus manos y observó ese bello rostro con detenimiento por unos segundos.
Una sensación extraña se apoderó de él.
Ryōji Kaji entendió que se involucró, que comenzó a desarrollar sentimientos más intensos hacia ese chico que en un principio solo era su amante ocasional.
Ahora ya no estaba seguro de querer irse o de dejarlo.
La intención inicial del hombre fue usar esa salida como un pretexto para poder comunicar a Shinji que él muy pronto dejaría París. Sin embargo, al tenerlo así tan cerca y al sentirlo tan suyo, no se animó a destruir ese ambiente ciertamente romántico ni a arruinar esa ocasión tan especial.
—Tu es très beau, Shinji (Eres muy hermoso, Shinji).
Y entonces, el profesor quebró la distancia con lentitud, sus labios acariciaron los de su chico con sutileza. Compartieron un beso tierno, dulce y nostálgico, sin esa habitual y desbordante pasión.
Y sin esas palabras que ambos se vieron tentados a pronunciar, pero fueron incapaces de hacerlo.
«Je t'aime» (Te amo).
...continuará...
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Artista: Yoshiprika
https://www.instagram.com/yoshiprika/
Ilustración encargada por mí (No usar/resubir)